jueves, 14 de abril de 2016

- San Baudelio…… enigmas, magia y expolio en un eremitorio prerrománico Soriano

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Nos encontramos en las despobladas tierras del suroeste soriano, en las cercanías de Berlanga de Duero, disputado enclave durante la reconquista, no solo entre cristianos y árabes también entre los distintos reinos de los seguidores de la cruz, zona fronteriza motivo de avances y retrocesos de la línea de batalla entre los dos credos durante todo el siglo X y gran parte del XI. En el áspero valle que ha ido formando el río Bordecorex, por donde el caudillo andalusí Amir Muhammad ben Abi, más conocido como Almanzor, regreso a Medinaceli para morir tras la derrota sufrida en la supuesta batalla de Calatañazor, nada más empezar el siglo XI (1002). Tierras estas del Extremo Duero, la Extremadura mesetaria, a caballo entre las Dos Castillas, la denominada Marca Media, que después de la muerte del adalid musulmán, serian mandadas humanizar por los reyes cristianos para dar solidez y estabilidad a la comarca tras la conquista de Toledo en 1085 por parte de  "El Bravo" Alfonso VI. Incipientemente repoblada por cristianos de otras tierras en el año 912, fue pasando varias veces de manos, permaneciendo bajo dominio cristiano durante largos espacios de tiempo hasta su reconquista final por Fernando I en el año 1060. Siendo durante este periodo lugar de diversos escarceos guerreros hasta la consolidación definitiva de la zona del Duero, convirtiéndose por lo tanto en punto de contacto y mestizaje, intercalándose episodios bélicos con amplios periodos de paz, donde la población cristiana y la musulmana así como sus respectivas culturas convivirían con total normalidad.  

Por aquellos tiempos, estas inhóspitas tierras "fronterizas" eran disputadas tanto por el Califato Cordobés como por los cristianos reyes, siendo muy común durante esta época de reconquista que en ciertos rayanos territorios castellanos, se desarrollase un arte mestizo oriundo de los pueblos hispano-árabes del sur, que a través de los pobladores que decidieron quedarse en los feudos cristianos, se propagó por gran parte de nuestra geografía, siendo la ermita de San Baudelio uno de esos ejemplos de lo que se denominó arte "Mozárabe" (cristianos que observaban el rito visigótico de lengua árabe), además de ser la situada más al sur del territorio cristiano en este tipo de arquitectura. Con bastantes rasgos islámicos, se convierte en un ejemplo de la coexistencia entre culturas y creencias religiosas dispares, que nos han dejado como herencia esta irrepetible y bella construcción, maravilloso legado artístico de aquellos lejanos tiempos.
Para poder entender esta incomparable construcción; una de esa docena de singulares y únicas edificaciones religiosas que encontramos esparcidas por nuestra piel de toro; debemos retrotraer nuestra mente hasta la lejana época visigoda, allá por los siglos VI y VII, cuando los verdaderos cristianos escudriñaban ubicaciones por apartados lugares para dedicar su vida hacia el recogimiento místico de aproximación a su dios. Solían ser solitarios enclaves retirados de cualquier concentración humana, donde se situase alguna cavidad y con cercana fuente. Así tenemos el rosario de eremitorios rupestres de la zona del Alto Ebro, o los más próximos del cauce del rio Duratón en tierras segovianas, por poner unos ejemplos de los múltiples que se repitieron por nuestra geografía aun no denominada España. Y así es como comenzó la historia que hoy me toca comentar, la de un antiguo cenobio dedicado San Baudelio, predicador y mártir en tierras galas, y que por los avatares históricos, parece ser que algunas de sus reliquias llegaron hasta estos paramos arévacos, toda vez que la devoción a este clérigo al que le seccionaron la cabeza los romanos, estaba extendida por aquellas fechas en las tierras de Hispania. 

Cimentada sobre la propia roca; y anexa por la parte de la cabecera del ábside a una necrópolis rupestre con más de treinta tumbas cinceladas en la viva roca; se edificó este ermita a comienzos del siglo XI, o incluso antes, sobre la aun existente cueva de un ermitaño transformada posteriormente en cenobio, junto a una fuente que hasta en los estíos más cálidos sigue manando cristalinas aguas. Elegido lugar por los primitivos ascetas a semejanza de la Nimes francesa, donde Baudelio fue enterrado en el cuarto siglo de la cristiandad. La primera mención documentada sobre ella data de 1136, en donde se alude a este templo como parte a un antiguo monasterio, que en la segunda mitad del siglo XII ya había perdido la categoría de iglesia transformándose en una simple capilla rural. Posiblemente debido a la invasión almorávide, quedando abandonada hasta la recuperación de estas tierras por parte de Alfonso I de Aragón en 1118. 

Se tiene constancia de la existencia en sus proximidades de un poblado agrícola, que abastecido por la cercanía de la fuente o manadero, estuvo activo hasta el siglo XVII, manteniendo el templo como centro religioso. Siendo a principios del siglo XIX, con la desamortización de Godoy en el que ya su abandono es patente, cuando pasa a manos de particulares, desentendiéndose de ella la jerarquía religiosa.

De aspecto sencillo en su exterior; un par de adosados edificios cúbicos de mampostería, no pudiendo ser más austero y simple su visión desde fuera; sin ningún tipo de ornato, al igual que otras feligresías erigidas en el siglo XI por estas tierras, como las de San Miguel de Gormaz, Fuentearmegil o Los Llamosos (pedanía de Quintana Redonda), e incluso la malograda de esta población de Quintana Redonda, vencida por el fuego y su mala calidad constructiva en 1918. 

Su interior, de arquitectura mucho más compleja y orientalizante, sin embargo nos sorprendente sobre manera por la singularidad y el encantamiento que produce, generándonos al traspasar el arco de doble herradura de su puerta una atracción y hechizo peculiar. Su reducido espacio de apenas 80 m2. está dividido en dos niveles, en el inferior una especie de haram (arabesco salón de columnas) asemejando un pequeño templo musulmán, y sobre este una tribuna aislada como las ya existentes en el las edificaciones del  prerrománico astur. Asemejando todo el espacio una pequeña mezquita e iglesia a la vez, fundidas en un único estilo sin prevalecer una sobre la otra, como conviviendo los dos credos. Su techumbre está sustentada por una columna con terminación en forma de palmera con nervaduras de ocho brazos, dándole esta exótica planta un toque oriental en medio de los austeros páramos sorianos. Por encima del ensamblaje de las arcadas que sujetan la cubierta se distingue una discreta linterna que, disfrazada con una bovedilla, podría servir como escondrijo para proteger los objetos sagrados o las reliquias del "santo". La sala de columnas, de acentuado carácter islámico, está formada por dieciocho pilastras con veintisiete amezquitados arcos de herradura, sobre los que descansa la tribuna del templo en la que se encuentra una pequeña capilla, que posiblemente fuera el espacio de reclusión de la comunidad monacal. La parte superior, a la que se asciende por cuatro rústicos escalones, conforma su cúbico ábside. 

Todo su interior estuvo cubierto por unos extraordinarios frescos, hoy considerados plenamente como del siglo XII. Y aun declarada Monumento Nacional en 1917, estas pinturas fueron vendidas por la irrisoria cantidad de 65.000 pesetas de la época, siendo arrancadas entre 1922 y 1926, desollando los muros de sus paredes, en uno de los hechos más vergonzosos de la extensa tradición de destrucción, dilapidación y expolio del patrimonio que en gran medida sufrió nuestro país durante la primera mitad el siglo XX, y que aun hoy en menor grado sigue sucediendo. 

Las pinturas, propiedad de doce vecinos de la cercana localidad de Casillas que habían usado la ermita como "taina" de ovejas, fueron compradas por el anticuario barcelonés León Leví, intermediario así mismo del marchante estadounidense Gabriel Dereppe, quien a su vez mediaba para un anticuario de entramado mundial. No sirviendo para nada: la negativa de la Diócesis de Sigüenza a la que dependía el templo, ni los informes contrarios de la Junta de Excavaciones y del Ministerio de Instrucción Pública, ni la denuncia de la Comisión Provincial de Monumentos, ni tan siquiera la suspensión de la venta a través de una Real Orden. Ya que tras un dudoso litigio, en 1925 se falló a favor de la legalidad de la transacción, basándose en que la notificación de la declaración de Monumento Nacional, no se le había notificado a sus propietarios. 

Mientras estos pleitos se desarrollaban tras la denuncia de la Comisión de Monumentos, y toda vez que las pinturas habían sido extirpadas con anterioridad de los muros por hábiles expertos italianos, se obligó a su reposición, pero tras la inaudita sentencia que declaraba legitima la venta, fueron arrancadas de nuevo, traspasadas a lienzos y transportadas (de forma ilícita) a Estados Unidos, quedando en sus paredes solo los lienzos en peor estado y los de dificultosa extracción. 

Este siniestro personaje "Leví", verdadero "león" y ávido carnívoro de esquilmar obras de arte impropias, mercenario a sueldo de coleccionistas internacionales, intermediario sin escrúpulos, fatídico tratante, expoliador y ladrón, mantenía influyentes contactos en la corte madrileña, quienes trasladaron su affaire a influyentes comisionados regios. Sus padrinos palaciegos conseguirán que finalmente el borbón Alfonso XIII, dispusiera que todos los hechos del usurpador judío habían sido legales, teniendo derecho a mercadear esos bienes como mejor le parezca. 

"S.M. el Rey, ha tenido a bien resolver que no ha lugar a exigir responsabilidades a los señores Barral ni a D. León Leví, pudiendo este último disponer de las piedras que le fueron detenidas en la estación de Morrot… (22 de julio de 1925)" 

En julio de 1926, veinticuatro pinturas murales fueron arrancadas de los muros de San Baudelio por un equipo italiano contratado por Leví, tomando camino a Londres, donde se ensamblaron sobre lienzo siendo selladas con un marco de madera. En febrero 1927, Gabriel Dereppe mandó embarcar 23 de los frescos camino a la rica América, en la cual fueron vendidos por lotes al mejor postor: Colecciones Privadas, Museo de los Claustros del Metropolitan Museum de New York, Museo de Cincinnati, Museo de Arte de Indianápolis y Museo de Bellas Artes de Boston, donde aún se encuentran la mayoría de ellos. La vigesimocuarta pintura, perteneciente a San Baudelio, fue sustraída de la capilla, pero no fue incluida entre los cuadros trasladados a Nueva York por Dereppe, siendo su localización en la actualidad desconocida, en la creencia de que fuera destruida por el tal Leví.

En 1954 la Fundación Lázaro Galdiano compró la ermita cediéndola al Patronato Artístico de España, pasando de nuevo a control público, pero el atropello ya estaba consumado. Siendo una pequeña parte de las pinturas que llegaron al Metropolitan Museum de Nueva York, recuperadas en 1957 a cambio de ceder el ábside románico de la iglesia de San Martin de Fuentidueña (Segovia), que ahora muestra su taciturna silueta sobre un altozano de Tyron Park……… en la "medieval" isla de Manhattan. Estando depositados actualmente estos rescatados lienzos en el Museo del Prado, junto con las pinturas de la Iglesia de la Vera Cruz del segoviano pueblo de Maderuelo. 

Es también León Leví, o "judío errante" como le llamaban algunos cronistas de la época, el responsable del saqueo arquitectónico de la vieja iglesia románica de San Esteban "el viejo" en San Esteban de Gormaz, también en tierras de Soria, así como de sus pinturas. Al ver las informaciones diarias de los telediarios y de la prensa en general, ahora con "Los papeles de Panamá", me pregunto si este elemento, sería antepasado de la "pepera" diputada catalana Andrea Levy, ahora flamante nueva cara del corrupto partido, pues los mecanismos de funcionamiento son similares……… y hasta podrían ser genéticos. 

Sobre el conjunto de los elementos pictóricos, son de destacar los vínculos de estos bocetos con las de la iglesia de Santa María de Taüll en el encantador y pirenaico Valle de Boí, como así mismo sus posibles lazos con los frescos de la ermita de la Vera Cruz en Maderuelo. 

En el frontis de su cuadrado ábside y separados por la luz que entra de la ventana están representados San Baudelio y San Nicolás. Superpuestos a ellos Melquisedec y Abel, y entre estos, por encima del ventanuco un Espíritu Santo boca abajo, bajando hacia la tierra o hacia la luz, y por debajo de ella la representación de un ibis. Completando el espacio, una Resurrección de Cristo. 

El resto de las pinturas que llenaron los espacios de la nave principal, representan en su parte superior escenas de nuevo testamento: Las Tres Marías con un "Noli me tangere" ante el sepulcro de Cristo, Curación del Ciego y resurrección de Lázaro, Bodas de Caná, Tentaciones de Cristo, Entrada en Jerusalén, La Ultima Cena, Prendimiento y calvario, Adoración de los Magos (Capillita). En la bóveda, entre las nervaduras y en muy mal estado, ocho escenas del nacimiento de Jesús. 

En la parte inferior, se encontraban unas enigmáticas pinturas de aparente temática profana e impropias de la iconografía religiosa: leones, toros, elefante, dromedario, oso, águilas, un ave zancuda identificada a menudo como un ibis o pelicano, así como imágenes de cacerías y motivos decorativos geométricos, que entre los estudioso han generado múltiples e imaginativas interpretaciones. 

Con entorno de espectacular y apartado paisaje en medio de la naturaleza y la nada, hay hasta quienes ven en ella y en sus representaciones pictóricas, múltiples enigmas, misterios y símbolos mágicos, así como prodigiosas energías que desprende su interior. Muchas de ellas relacionadas con la simbología numérica del "8" (numero del infinito y de los Templarios), que podemos constatar en las ramas de la palmera. Así como de la capillita situada tras la palmera en la tribuna superior, donde podría ser el lugar de iniciación de los caballeros del Temple, donde pasaban la noche en vela para demostrar su valor, donde están las 12 referencias a la Jerusalén Celestial, el arcángel San Miguel matando al dragón, y por encima la mano de Dios. También las trompas o apéndices de las figuras zoológicas, que marcando los puntos cardinales confluyen en la palmera. 

Planta que así mismo representa la unión de lo terreno con lo celeste, árbol que se localiza en el centro del Edén, metáfora del paraíso, Árbol de la Vida como corresponde a todo árbol sagrado, que enlaza la tierra con el cielo (el suelo con la bóveda), árbol iniciático, símbolo de la ascensión mística. Estando toda esta simbología visiblemente clara en su característico elemento estructural, siendo en San Baudelio, mejor que en ningún otro lugar, donde la representación de "El Paraíso" como ejemplo característico de espacio arquitectónico en un recinto cerrado está patente, ya que si la cuadratura es una de sus características más sobresalientes, también lo es su ensimismamiento, reclusión y hermetismo. Personificando su construcción el Arca de Noé o Arca de Salvación, en plena frontera religiosa del cristianismo con el Islam, acreditada por la práctica ausencia de todo ornato externo, al ser erigido en un territorio hostil del que se protegió a través de sus rudimentarios muros. 

Su estructura, como la del "arca bíblica", consta de varios espacios diferenciados, cada uno de ellos con sus respectivos simbolismos: el primero representa el paraíso, el segundo la tierra nueva donde se asentara la Jerusalén Celestial, y por último el reino de los cielos. Culminando ese "ascenso místico" en el pequeño habitáculo que domina la palmera sagrada, lugar que encarna el paraíso celeste, "ámbito de la absoluta contemplación divina", el éxtasis total. Siendo este espacio el elemento más enigmático y controvertido de esta ermita, pues este ínfimo nicho con cúpula de nervios cruzados de tipo califal, que se encuentra en la parte alta de la palmera por encima de sus nervaduras, para algunos puede ser un enclave de posible significación edénica, siendo para otros, este disimulado y misterioso reducto el "fruto sagrado" o la fuente de la ansiada inmortalidad.
 
Hay hasta otros estudiosos que relacionan San Baudelio con el Santo Sepulcro y su "Anstasis" (Resurrección de Cristo), por su similitud con el Santo Sepulcro de Weinmarkt en Augsburgo (edificado en 1130), así con otras construcciones de la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII que se sabe con certeza se realizaron con la intención de evocar la Resurrección de Cristo, como la iglesia de la Vera Cruz de Segovia, el Santo Sepulcro de Torres del Río o la Capilla del Monasterio de Tomar en el vecino Portugal (todos de origen templario). 

Estos frescos que revestían toda la superficie interior del templo; y que ya sufrían el gamberrismo desde el siglo XVII, período en el que se comenzaron hacer pintajos y rallajos (los grafitis de la época) en las paredes y pinturas; están considerados como unas de las mejores y más antiguas representaciones de pintura mozárabe y románica que existen en toda España, y si bien aún no se ha logrado aclarar plenamente en conjunto su simbolismo, hay quien se atreve a catalogar este humilde eremitorio como la "Capilla Sixtina del Mozárabe Español". La inusual circunstancia de coincidir en un mismo recinto pintura y arquitectura tan particulares, así como su exótico y oriental diseño dentro en un templo cristiano, en sintonía con las dos culturas, hacen de esta maravillosa ermita un lugar digno de visitar y proteger.
 








Las siguientes fotografías, fueron tomadas en 1920 por Juan Cabré Aguiló, ilustre arqueólogo de principios del siglo XX, del que ya comenté en el artículo dedicado en este blog sobre Arte rupestre en Madrid, el cual realizó un trabajo documental sobre esta edificación y sus pinturas entre 1911 y 1920. Miembro de la Real Academia de la Historia, creó un archivo fotográfico durante toda su dilatada carrera de investigación de 5.558 negativos en placas de vidrio y nitrato de celulosa, que tras su muerte fueron cedidos al estado a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).



Para terminar podemos acércanos hasta la cercana e interesante población de Berlanga de Duero, y en ella visitar el Centro de Interpretación de San Baudelio, donde entre paneles, imágenes y un video explicativo, saciar nuestra curiosidad por esta mágica y enigmática ermita. Si ya queremos completar nuestros conocimientos místicos con el sibaritismo del placer, solo nos queda acercarnos a la también atrayente localidad de Burgo de Osma, donde podemos disfrutar de las aguas medicinales del Hotel Termal, en el que han recreado una reinterpretación de la ermita mozárabe de San Baudelio, con piscina incluida.

O mejor aún, aproximarnos a la pequeña aldea de Gormaz; resguardada en la ladera sobre la que se asientan las murallas del imponente castillo califal, la mayor fortaleza defensiva europea de su tiempo; para rematar este periplo observando los frescos románicos de la ermita de San Miguel, muy similares a los de San Baudelio, pero con la suerte de que el ínclito Leví no sabía de su existencia por aquel entonces. 

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