domingo, 16 de junio de 2019

- Shiraz…… al final de Irán

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Era viernes y festivo para los musulmanes, estaba como nublo, con una especie de calima que tamizaba la transparencia de la luz. Las calles con apenas gente a primera hora de la mañana, pero a medida que avanzaba el día iban acogiendo cada vez más animación, con ciudadanos, que como nosotros dedicaban el día de asueto a pasear y a visitar lugares singulares de la urbe. Cruzamos el seco rio que atraviesa por la mitad la ciudad, y al pasar por delante del Hospital Shahid Dastgheib, vemos como una inquieta madre lleva en brazos hacia la puerta de urgencias a su niño de apenas unos días............ estamos en Shiraz al sur de Irán y es nuestra primera jornada en esta población.  

Dedicamos la mañana a visitar el espacio donde está la tumba del querido poeta Hafez, un columnado templete cilíndrico en medio de unos jardines. Pero lo que más me llama la atención, a la salida, es un gran mural urbano con la bucólica y serena imagen del ilustre rapsoda en tonos azul pastel, que a modo de grafiti ocupa toda la pared de una casa de tres pisos en Azadi boulevard. Este sí que es un verdadero homenaje al gran juglar y místico sufí, coetáneo de nuestro Arcipreste de Hita (siglo XIV) y como él halagador del amor. Siembre envuelta su vida en un aire de misterio y leyendas, los poemas de Hafez elogian los placeres de la seducción, la caza y el vino………. que similitudes con mi querido Omar Khayyam. 

El vino, es también otro de los elementos que le forjan singularidad a esta población, dándole nombre a la afamada uva francesa "shiraz" o "syrah" originaria de Persia, y que tan buenos caldos produce en el Valle del Ródano. También en esta provincia iraní se elaboraron buenos vinos y de ello quedan recientes constancias (aun hoy, pero de manera clandestina se obtiene vino de forma familiar), pero el fanatismo y la intolerancia de los regímenes de los ayatolas a partir del 1967, prohibió su consumo y producción. Intransigencia que no existía en tiempos pretéritos, donde el islán era totalmente compatible con el consumo de estos fermentos de la uva. 

Islán clave de Irán, en el que todo se mueve a su alrededor y además estamos a comienzos del Ramadán. A cada paso que damos algo de este credo hay en nuestro entorno: una mezquita o dos, un mausoleo, una medersa, un minarete al fondo, una cúpula en el horizonte o un imán callejeando con su maletín en la mano. Es imprescindible, dicen, visitar la Mezquita Rosa "Nasir ol Molk" a primeras horas de la mañana, para observar como traspasa la luz por sus coloridas cristaleras, crenado en su interior un bello y cromático efecto. Pero creo que es totalmente prescindible, pues es tal el guirigay, algarabía, alboroto y griterío que se forma, que la magia del instante que se pudiera percibir, se evapora al momento. Mejor no entretenernos mucho y continuar hasta el cercano mausoleo de Sayyed Alaeddin Hossein, donde somos tratados e informados con gran amabilidad por los responsables del mismo, al igual nos ocurre en el mausoleo de Ali Ibn Hamza, donde somos casi agasajados. Estos recintos que desde el exterior podemos confundir con mezquitas, ya tienen al igual que ellas minaretes y cúpula. En su interior observamos un mundo casi de magia, pues están totalmente recubiertos: paredes columnas y techos, con pequeños trozos de espejos generando formas cóncavas y simulando arabescos, con el añadido de unas fluorescentes luces verdes. La visión y el espectáculo no puede ser más irreal y fantástico, brillando todo a nuestro alrededor. Hasta llegar a Irán nunca había visto algo así, aunque a mí me parece sobrecargado y hasta hortera.

Relajamos nuestras recargadas vistas entrando en la medersa (escuela coránica) de Khan, su patio es agradable y tranquilo. El edificio y toda la manzana esta en rehabilitación, edificando un centro comercial de esos que tiene escaleras mecánicas………. el progreso. Algo más adelante nos topamos con el gran mercado de Shiraz, el Bazar Vakil, uno más pero con su especial encanto y ajetreo. Por una de las salidas del zoco, accedemos directamente a la Mezquita Vakil, una joyita del siglo XVIII.  Con una esplendida sala de oración, conformada por un bosque de 48 robustas columnas de piedra talladas en espiral, que junto a la luz filtrándose por su sugerente patio, crean una atmosfera o encantamiento del que cuesta salir.  

Pero salimos, a una plaza recién remodelada que también es un acierto. En ella los foráneos no musulmanes podemos superar el Ramadán, ya que en una especie de medio galería de arte vanguardista, medio restaurante muy a la moda "Vakil Cultural House", se apiadan de estos humildes mortales y nos dan de comer. Justo enfrente y anexo a la mezquita se sitúa el interesante Hamman Vakil, que como casi todos los baños públicos de Irán han sido reconvertidos en museo, por la irracionalidad de los clérigos-gobernantes del país. Cruzando el peatonal y ajardinado Zand boulevard, veremos la ciudadela "Arg" Karim Khan, edificada en 1766 y si bien su exterior resulta interesante, con una de sus cuatro torres algo inclinada como la de Pisa, su interior no debe de ser muy llamativo.
 
Dirigimos nuestros pasos a los Jardines Naranjestan Qavam, una bella casa tradicional de 1879. Su nombre le viene por la abundancia de naranjos en su hermoso y bien cuidado jardín repleto de rosas. Un estanque en medio de este, hace las veces de anfitrión a lo que fueran las dependencias del palacete, que lujosamente decoradas se ubican orientadas hacia el suroeste. Es aquí donde se demuestra la ostentación y el gusto de
estos opulentos y ricachones comerciantes persas del siglo XIX. Sus dos pisos incluyen un porche todo de espejos, con dos columnas de piedra acompañadas por puertas y ventanas con incrustaciones y techo de madera con pinturas. Esta sala espejada se sitúa en el centro, estando rodeada a derecha y a izquierda por elegantes y luminosos salones, desde ella podemos contemplar todo el jardín con sus hermosas palmeras. En el sótano se halla un interesante museo. Remata el conjunto un agradable café en un patio interior. De esta manera completamos una visita interesante que rompe algo la monotemática ruta de los minaretes. 

Tanto este artículo como el viaje por estas tierras han comenzado con el Islán, y como no podía ser de otra forma, en un recorrido por Irán, terminamos con el Islán, visitando el complejo mahometano del Mausoleo-mezquita Shah Cheragh. El columnista del "Muslim Heritage" (Legado Musulmán), Cem Nizamoglu, nos comenta que: "hay muchísimas mezquitas en el mundo, cada una con diseño propio. Sin embargo, para que una destaque por sobre las otras, necesita ser única y poseer detalles irrepetibles". Éste es el caso de Shah Cheragh, el templo iraní de Shiraz que sorprende por su belleza y magnificencia.


Flanqueada por dos esbeltos minaretes, que escoltan su original y magnífica cúpula con forma de cebolla. Su interior custodia las tumbas de Amir Ahmad y su hermano Mir Muhammad, hijos de Musa al-Kadhim, 7º imán de los musulmanes chiíes, que fueron asesinados por el Califato (sunita) en el año 835, cuando se refugiaron en esta ciudad al ser perseguidos por sus creencias chiitas. 

Su nombre se traduce como "señor de la luz", pues según la leyenda, un hombre fue atraído por un gran resplandor que le condujo hasta estos enterramientos. Durante el siglo XIV, en el lugar, se erigió este templo tal y como hoy lo conocemos, ordenando cubrir paredes y techos con millones de pequeños espejos y cristales de colores para así lograr la curiosa y recargada (para mi gusto) atmosfera interior. 

Shah Cheragh es apreciada como uno de los lugares más sagrados de Irán, considerada como auténtica joya de Shiraz y una de las mezquitas más bonitas de todo Irán, sobre todo al atardecer cuando las luces de la noche generan es sus patios sorprendentes sensaciones. 

El complejo, que ocupa una extensión de 90.000 m2 en medio del barrio más antiguo de todo Shiraz, tiene 6 entradas por distintos lugares, varios minaretes, dos fabulosas cúpulas y comprende: bibliotecas, mezquitas, los dos mausoleos y varios sepulturas de  "imamzadehs" (descendientes de Imanes), medersa, así como tres grandes y espectaculares patios. Entre las nuevas construcciones se halla la Mezquita-Santuario Imán Khomeini Shabestan de Shahecheragh, que como curiosidad cuenta con escaleras mecánicas para acceder a los baños y lavatorios que están en el sótano. 

Desde uno de sus patios se accede a la vieja mezquita Jameh Atigh, que datada en 894 representa la estructura islámica más antigua de Shiraz. En medio de su atrio se encuentra la curiosa construcción en forma de torre, denominada Khoday-Kahe (Casa de Dios) a semejanza con la Kaaba de La Meca. Edificada a mediados del siglo XIV con el fin de custodiar los valiosos Coranes que la mezquita poseía, se cree que el poeta Hafez trabajó aquí.  

El conjunto que forman todas estas edificaciones, la devoción de la gente que al visitarla notamos (y no soy sospechoso de ser seguidor de ninguna religión, al contrario), la espiritualidad que se palpa y la naturalidad en el trato con los que de fuera somos, hace que tanto los locales, como los turistas, nos sintamos maravillados al estar en este espacio, una de las mezquitas más admirables del planeta y un sitio de enorme fervor sin duda. 

Nos despedimos de Irán, un país que nos ha sorprendido favorablemente, a la espera de que algún día, no tardando, cambie hacia una mayor libertad, pero no se lo están poniendo fácil los EE.UU del impresentable Trump, solo hay que ver la prensa de estos últimos días. Estas gentes tan maravillosas y hospitalarias, amables y educadas, sensibles y avanzadas, se merecen un futuro sereno y prospero sin que nadie les hipoteque el porvenir, poder vivir sonriendo como hasta ahora pero sin sentirse presionados por nadie, ni de dentro, ni de fuera…………… poder respirar la ansiada liberación que sus rostros expresan.

martes, 11 de junio de 2019

- Persépolis…… el orgullo persa

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Estamos en el año 521 anterior al nacimiento de Cristo, Darío I el Grande, de una forma "no convencional" (despojando del trono al usurpador del legítimo rey), se ha hecho con el poder de toda Persia. Alcanzando, durante los 35 años de su mandato, el Imperio Persa su máximo esplendor. Territorio que se extendía desde Tracia (Bósforo) y Grecia, hasta el río Indo, incluyendo Egipto y Libia, así como Siria, la Tierra de Israel, Uzbekistán y el Cáucaso. 

Una vez sofocados los escarceos y rebeliones posteriores a su llegada al trono, a los nueve años de su reinado opta por consolidar su corte. Tomando en el año 512 a.C. la decisión de crear en las proximidades de la confluencia del río Pulwar con el rio Kur, una gran urbe palaciega que sirviera de capital ceremonial (que no política) del imperio.  Esa ciudad seria Persépolis, eligiendo este emplazamiento por ser el centro geográfico del vasto imperio aqueménida al que pertenecía. Aparte de su ubicación, son dos las causas que le motivan hacerlo: la primera mejorar su imagen, ya que su ascenso al poder ha sido un tanto anómalo, la otra hacerse valer entre súbditos, que procedentes de civilizaciones muy antiguas y cultas, consideraban a sus nuevos regidores como advenedizos o barbaros. Para lo cual perfiló un lugar que pudiera competir en grandeza con las Pirámides de Egipto o los Jardines Colgantes de Babilonia. 


Darío diseña una metrópoli-capitalina únicamente protocolaria, para impresionar con su fastuosidad a las delegaciones procedentes de las provincias del imperio o de los estados vasallos, durante las recepciones que en ella se realizaban. El complejo de edificios donde se celebran las ceremonias está en una impresionante terraza parcialmente cortada en una colina y en parte apoyada por muros. Esto hace visibles los monumentos de Persépolis desde una gran distancia. Se diseña una doble escalera de entrada con peldaños muy bajos para facilitar el acceso a la terraza por las comitivas que acompañan al rey a su regreso de una exitosa campaña guerrera. Estos escalones bajos consiguen que el avance sea necesariamente lento, acrecentando la solemnidad del cortejo. 

Opta como localización para su nueva ciudad la parte baja de la formación rocosa del Kuh-e Ramat (Monte de la Misericordia), que se convierte de esa forma en el emblema de la dinastía aqueménida. Hace erigir la terraza, los palacios de Apadana y Tachara, las salas del Tesoro, así como las murallas. Es difícil datar con precisión la construcción de cada uno de estos monumentos, sirviendo como datación la proporcionada por las tablillas de arcilla encontradas entre sus ruinas, que a modo de legajo testifican la existencia de la labor constructiva. 

La urbe engloba un formidable complejo palacial sobre una monumental terraza que soporta los múltiples edificios. Y en contraste con otras fastuosas edificaciones antiguas: romanas, griegas o egipcias, la construcción de Persépolis no es ejecutada por esclavos, sino que en ella trabaja mano de obra artesana procedente de todos los lugares del imperio: Babilonia, Jonia o Egipto. Posee un sistema defensivo formado por tres murallas, junto a las que hubo de haber torres de vigilancia. Pese a lo cual no es un reducto inexpugnable, confiando su regidor Darío, más en el pánico y respeto que generaba en sus adversarios que a sus propias defensas. Y es que los ejércitos persas fueron los dueños y amos de toda esta parte del mundo durante más de dos siglos. 

El proyecto de Darío es tan ambicioso que no puede verlo acabado y tras su muerte prosigue la obra su hijo Jerjes, que añade al complejo la Puerta de todas las Naciones, el Hadish, un palacio para él, e incluso el Tripylon. Y aunque la importancia de la gran capital persa va decayendo, se continúa edificando en ella, ya que sigue siendo vista como la cuna de la dinastía Aqueménida, eligiendo ser enterrados muchos de sus reyes en las proximidades. 

Jerjes I, consorte de la bíblica Ester, es el que reconocemos por la película "300", en la cual se recrea la batalla de Las Termopilas entre persas y griegos, acaecida en el 480 a. C. seis años después de la muerte de Darío. Su nieto Artajerjes I continúa las construcciones, constatando que durante su mandado se encuentran trabajando en Persépolis 1.149 artesanos. Prosiguiendo el desarrollo de Persépolis durante doscientos años, hasta la conquista de Persia por parte de Alejandro Magno.  

Lo que primeramente deslumbra a los embajadores y dignatarios de otros países o gobernaturas que se allegan hasta Persépolis, es la majestuosa y sublime puerta de acceso al recinto palatino, la conocida como Puerta de Todas las Naciones. Se trata de dos columnas delanteras y dos posteriores de 5.5 metros de altura, decoradas con sendos y enormes toros o leones alados con torso humano o "lamassu". Estos mitológicos y legendarios seres protectores, colocados a los lados de las dos entradas eran un tributo a los asirios y a Mesopotamia, la provincia más fértil del imperio, y en las columnas ser pueden apreciar elementos con flores del loto egipcias y espirales jónicas. En honor al monarca que mandó edificar la puerta (Jerjes I), se dejó constancia a través de un grabado cincelado en babilonio, antiguo persa y elamita, las principales lenguas del imperio por aquel entonces. 

Tras atravesar la monumental puerta, a nuestra derecha se encuentra la Apadana o sala de audiencias. Palacio edificado sobre-elevado, al que se accede a su interior por sendas escaleras (norte y este) con frisos de bajorrelieves de muy buena confección. Donde se pueden admirar hileras de emisarios de diferentes satrapías del imperio pagando tributos al rey persa, así como representaciones de soldados persas en actitud guerrera. Con una extensión de 12.000 m2 y 72 columnas de 20 metros de alto, de las que el ejército de Alejandro Magno a su paso por Persépolis, solo dejó una en pie. Gracias a los trabajos de restauración se han podido reconstruir y erigir de nuevo 14 de ellas (en el siglo XVI aun quedaban 40). 

Los bajorrelieves esculpidos en las escalinatas y puertas del palacio representan la diversidad de los pueblos que componían el imperio. Las múltiples inscripciones reales en escritura cuneiforme están redactadas en persa antiguo o babilonio. Están grabadas en lugares concretos para este fin, especificándose en ellas qué monarcas decidieron la construcción de cada uno de los edificios.  

Otro de los edificios más impresionantes de su tiempo es el Palacio de las 100 Columnas, dedicado a residencia real. Con una altura de 20 metros y una longitud de 60 por lado, se estima que su interior permitía recibir a unas 10.000 personas. Asentado sobre 36 columnas en 6 filas, de las que en la actualidad solo se conservan 13, en las que podemos apreciar unos curiosos capiteles de doble pròtomo (busto de toro, león o grifo) típicos de la arquitectura aqueménida, en especial de Persépolis, y que podemos observar esparcidos por muchos lugares de entre las ruinas.

El edificio conocido como Tripylon (tres puertas), se encuentra también copiosamente decorado con bajorrelieves, dedicados fundamentalmente a de hechos guerreros. En sus accesos, al igual que en la Apadana, se encuentran elegantes escaleras con proliferación de relieves de muy buena realización.
 
La enemistad Griego-Persa era por aquellos tiempos manifiesta, las dos potencias de la época competían por el dominio de los territorios situados entre el Asia occidental y el extremo meridional de Europa, unas veces con dominio persa, otras con poderío griego. Como es el caso de la llegada al poder del macedonio Alejandro Magno, quien emprendió una campaña contra los persas, decidido a extender los confines de su reino. Llegando a Persépolis en el año 330 a. C, quedó hechizando por el esplendor de la urbe y la suntuosidad de
sus edificaciones. Tras dejar en ella parte de su tropa, prosiguió su cruzada por tierras persas, pero un año después en el 331 a.C. regresó. Los anales históricos no nos han dejado testimonio de la motivación del Gran Alejando, pero el hecho es que tomó la decisión de arrasar la que fuera excelsa capital del Imperio Persa. Pudo mandar incendiarla como represalia al anterior saqueo y destrucción de Atenas por parte de los persas. Pudo de esta manera significar el fin del poder persa y el inicio de un nuevo dominio. La historia nos ha dejado esta incógnita, pero al parecer el mismo Alejandro se lamentó posteriormente de esta decisión. 
 
Tras el incendio muchos de los edificios se vieron reducidos a escorias, en algunos casos llegando a tener las cenizas un grosor de entre 30 y 40 ctm. Por si no fuera poco, con la invasión musulmana del siglo VII, y con la proscripción islámica de representar figuras humanas, algunos de los relieves fueron destruidos. Completando el desaguisado los occidentales, quienes contribuyeron al saqueo de gran parte de su patrimonio, encontrándose mucho de él expuesto en los grandes museos europeos y americanos 

Hoy en día las ruinas de Persépolis tienen un valor histórico mucho más que vistoso, y aunque su nombre esté asociado al gran Imperio Persa, hay por la geografía mundial otros restos de antiguas ciudades capitalinas que las superan en seducción. Pero si que destacan los restos de esta antigua capital por los bajorrelieves tallados en las piedras de sus monumentales escaleras, verdaderas joyas del arte esculpido en piedra, que han quedado hasta nuestros días porque prácticamente han estado enterrados entre arenas y escombros.  

Aun así, es evocador deambular por entre las pétreas ruinas de la antigua capital del imperio persa. Y pese a todo, el viajero no se sentirá del todo desilusionado, pudiendo recrearse del mayor yacimiento arqueológico de todo Irán, que desde 1979 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.  

Naqsh-e Rajab
A escasos 3 kilómetros de la ruinosa Persépolis, pasamos justo al lado de un escondido y no muy grande conjunto de bajorrelieves de gran valor, aunque de un período posterior a la antigua capital persa. Nos los encontramos por desgracia, con los rostros de las principales figuras destruidos por los árabes tras su
conquista del país, hecho que ya hemos visto repetido en cantidad de lugares no solo en Irán, la intransigencia religiosa produces estos estragos. En el yacimiento se pueden observar 4 grabados en roca en el que representan varias escenas históricas. 

De este lugar se conoce perfectamente la datación, por los personajes fundamentales cincelados en las rocas. En uno de ellos se localiza al rey Sapor I (siglo III de nuestra era) sobre su caballo y tras él, posiblemente su hijo y heredero Ormuz I. En otro de los grabados se representa la proclamación del soberano Ardacher I, creador del imperio sasánida y padre de Sapor I. Siendo este último quien también aparece en otro bajorrelieve el día de su investidura, en año 242. Habiéndose realizados estos trabajos muy poco tiempo des pues de las ceremonias en ellos representadas. 

Naqsh-e Rustam o el Valle de los Reyes Persas
Como representando a una copia en miniatura de las Tumbas Reales de Petra, pero sin que su modesta mesura le quite ningún ápice de merito y valía. Nos encontramos a unos 12 km. al norte de Persépolis, un conjunto funerario con los mausoleos reales de los reyes más importantes del período aqueménida, donde al parecer se encuentran las sepulturas de Darío I, Jerjes I, Artajerjes I y Darío II.

La visión nada más llegar allí es ya impactante, ante nosotros, elevadas sobre una pequeña colina y talladas en las verticales paredes rocosas de Naqsh-e Rustam "el Retrato de Rostam" (Rostam para los sasánidas en un héroe mitológico Persa), se encuentran las impresionantes y monumentales tumbas de los más importantes soberanos Persas. Comenzado por Darío este colosal proyecto, en el quiso plasmar un mausoleo a la altura de su imperio y su prestigio, donde pudieran reposar sus restos y los de sus sucesores.

Al pasear y recorrer por sus base estos espectaculares y titánicos panteones nos sentimos pequeños, además la afluencia de gente no es muy grande, al contrario, apenas una decena de personas estamos a estas horas por aquí, y la visita de hace agradable y tranquila. Podemos acercarnos a observar los bajorrelieves existentes por debajo de las tumbas, que se realizaron por parte de las dinastías sasánidas 700 años después. 

Además de ser la necrópolis más importante de los emperadores persas, fue también un centro religioso de primer nivel. Frente a la pared rocosa y separado de ella, se encuentra el cuadrado y perfectamente conservado Ka'ba-i-Zartosht "Cubo de Zoroastro", lugar donde se mantenía viva la llama del fuego eterno, símbolo del zoroastrismo, la religión original persa.  

Todas las tumbas poseen la misma estructura con una peculiar forma de cruz, y se ubican elevadas a media altura de la pared para que no fueran accesibles. Pero esto no impidió su saqueo por los ejércitos de Alejandro Magno tras el incendio y destrucción de Persépolis. 

El llegar hasta estas arcaicas tierras donde se asienta Persépolis y las tumbas de los soberanos persas, es un recorrido a los anales de las crónicas que han ocupado momentos de gran trascendencia en la pasada historia de la humanidad. Una sucesión de hechos y testimonios que han definido la evolución del mundo.
 
Pasagarda
Situada a algo menos de 80 km. al noroeste de Persépolis se ubica Pasagarda, primera capital del Imperio Persa creada por Ciro I el grande sobre el 550 a. C. Su visita tiene un valor más simbólico que otra cosa, pues de la antigua ciudad de los "aqueménidas" poco queda, solo la tumba de Ciro tiene relevancia y es por ello que nos hemos llegado hasta aquí. Un sarcófago con forma de templete y tabernáculo en piedra al que rodean un conjunto de 6 escalones corridos. Fue también Alejandro Magno cuando llegó hasta aquí, quien lo saqueó, habiendo encontrado en su interior un féretro de oro, algunos ornamentos con piedras preciosas y una inscripción sobre el monarca muerto, de lo cual no queda nada…………….. como en tantos y tantos otros lugares.

 

martes, 4 de junio de 2019

- Yazd…… el desierto (Irán)

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A medida que nos vamos alejando de Isfahán en dirección sureste, notamos la sensación de como algo está cambiando en el entorno. El paisaje se nos va mostrando más árido, seco, y brumoso, pudiendo hasta comprobar cómo el aire es más opaco y menos trasparente. Estamos paulatinamente adentrándonos en el territorio de la nada, en las desiertas tierras del oriente iraní, pero que nosotros hemos elegido visitar como lo hicieron con anterioridad todos los viajeros que recorrieron la mítica Ruta de la Seda. Unos singulares territorios envueltos en decenas de leyendas, en cientos de mágicas historias……… en mil y una noches. Lugares por los que otros muchos nos han precedido, pero que no por ello han perdido su aureola de itinerario legendario repleto de hechizos. 

En Na´in visitamos la mezquita Jameh (del viernes) también conocida como "Alavian".  De entre los siglos VIII o IX, y con unos bellos trabajos en estuco y ladrillo cocido, es una de las primeras cuatro mezquitas construidas en Irán después de la invasión árabe. El sótano existente bajo el templo puede que sea preislámico, añadiéndose a la mezquita a su construcción, estando posiblemente relacionado con un anterior "Templo de fuego" zoroastriano. 

También probablemente de la época preislámica sea; por los materiales de su construcción y su estilo arquitectónico; el ruinoso castillo de Na´in o Narin Ghaleh, que se sitúa no muy lejano de la Mezquita Jameh (apenas 300 m.). 

Antes de abandonar la autopista que nos llevará a Yazd, desviándonos hacia el levante y adentrándonos en el secarral desierto, hacemos una parada en Meybod, para  visitar una nueva fortaleza de barro, que si igualmente está en ruinas, se conserva bastante mejor que la de Na´in. Es aquí donde conocemos a un joven de unos 15 o 16 años que nos saluda en un perfecto castellano, y ante nuestro asombro le preguntamos que donde ha aprendido el idioma de Cervantes y José Ramón de la Morena (Joserra o el chico de Florentino), sorprendiéndonos con que había sido viendo películas en televisión, concretamente "Torrente" y "Zipi y Zape".
 
Por entre desnudos y descarnado macizos montañosos circulamos camino de Chak Chak y su "templo de fuego" de Pir-e Sabz, uno de los más importantes para los seguidores de la religión de Zoroastro, que por estas zonas de Yazd aun tiene numerosos seguidores. Encaramado en medio de una rocosa montaña y abrigado en una caverna se halla este santuario. Debiendo ascender los más de 200 escalones hasta llegar a
las entrañas del mismo roquedal,  para impregnarnos de las fuerzas telúricas y energías cósmicas que el lugar desprende, al ser un lugar de peregrinaje mágico y sensitivo. Estamos prácticamente solos, pues los visitantes suelen llegar por las mañanas y ya es avanzada tarde. Solo una persona, que imaginamos es una especie de santón, se encuentra en el lugar, en medio del "fuego eterno" y entre una inmensa humedad, pues la oquedad rezuma agua por todo su techo, pero las vistas de todo ese entorno en medio de las desérticas cumbres son espectaculares.
 
Continuamos ruta transitando por entre macizos montañosos próximos a los tres mil metros de altitud, generando a nuestro rededor paisajes sin duda singulares. Llegando en avanzada tarde a la desértica y derruida aldea de adobe de Kharanaq. Este poblado de barro estuvo habitado desde hace unos 4.000 años, hoy abandonado, y a merced de los elementos (viento y lluvia), es uno de los lugares más sugerentes de visitar en la ruta de camino a Yazd, sirviendo de escenario a todos los "foteros" que por allí nos acercamos.

Es aquí, donde nos cruzamos por primera vez con María "la portuguesa", alegre y dicharachera dama del vecino país, y que en días sucesivos seria, de forma fortuita, parte del paisaje y la cotidianidad de los lugares que visitaríamos (Yazd, Siraz), ya que coincidíamos con ella en todos los sitios. 

Ubicada a las puertas del desierto y rodeada de este por todas partes, Yazd es una población diferente a cualquier otra en Irán, una verdadera ciudad-oasis de la Ruta de la Seda, por la que ya pasó Alejando Magno camino de la india. Y aunque no tiene monumentos famosos como Isfahán, merece la pena callejear por sus laberínticos barrios de casas de adobe, muros de barro, sobre las que asoman decenas de torres de ventilación y sus mezquitas recubiertas de azulados azulejos.  

Una vez instalados en Yazd, nos dedicamos a recorrerla tal y como se merece. Descubriendo una ocre maraña de callejas y embarulladas travesías, por las que: paseamos entre arcados pasajes cubiertos, estrechas y laberínticas callejuelas, insinuantes pasadizos y sinuosos callejones.  Descubriendo un conjunto de originales edificaciones, donde muchas de ellas aun conservan en sus tradicionales y pesadas puertas de madera las aldabas "masculinas y
femeninas" tan habituales en otros tiempos. Llamadores diferenciados para hombres y mujeres que diferenciaban quien venía a la casa por sus diferentes sonidos, pudiendo salir a recibirlos la persona adecuada (hombre o mujer), alertando a las damas de tenerse que cubrir la cabeza ante la visita de un varón, ya que no se tapan hasta ese punto cuando están en casa.  

Bajamos hasta sus entrañas a observar como funciona el sistema de canales subterráneos "qanats" que abastecen de agua a la ciudad desde tiempos inmemoriales, y ascendemos a sus sugerentes terrazas desde las que divisamos la ciudad en las alturas. Todo está edificado en barro, es una ciudad de adobe, con ese color ocre que la identifica y solo roto por las puestas de las casa y los azulejos verde-azulados de las cúpulas y minaretes de las mezquitas. 

Nos ubicamos en al barrio de Fahadan, el más antiguo de toda la urbe con unos 1.000 años de antigüedad, y donde se situaban en su tiempo la nobleza y los adinerados hombres de negocios. Haciendo de esta zona el centro de la vida económica de la urbe y lugar donde edificaban sus prosperas mansiones. En los tiempos de esplendor de la Ruta de la Seda, Yazd era el último descanso antes de afrontar el cruce de las enormes
salinas del Desierto de Kavir, como tuvo que hacer Marco Polo en 1272, cuando dejó escrito en su "Libro de las Maravillas" sobre los artesanos de la localidad y sus trabajos con la seda. Su relato nos traslada la trascendencia de esta urbe como eje del tráfico caravanero y como lugar donde se confeccionaba una tela de seda y oro llamada "material yazdi" la cual se exportaba a todo el mundo conocido por aquel entonces. 

En el corazón del barrio y situados en la plaza principal encontramos prácticamente juntos dos edificios: La Prisión de Alejandro Magno del siglo XV y la Tumba de los 12 Imanes del XI. Que en realidad, ni el primero fue una prisión edificada por el Gran Alejando cuando paso por aquí camino de la India, ni en el segundo están enterrados los 12 grandes imanes de credo chiita. 

Callejeando en dirección sur por estrechos y laberínticos pasajes, llegamos hasta la mezquita Masjed-e Jameh. Con estrecha y original portada, así como sus 2 espectaculares minaretes de 48 metros los más altos del país, pero no mucho más, un patio normalito con unas escaleras que descienden hasta uno de los "qanats" que recorren la ciudad, y la sala de oración que estaba en obras. 

Ubicada en Imam street, una de las arterias que delimitan el barrio antiguo (por levante), nos topamos como por azar con la mezquita Rozeh Mohamadieh, que con sus dos esbeltos y minaretes y sus coloridas vidrieras, convirtió en una delicia el hallazgo. 

Más adelante llegamos a la gran plaza de Salman-e-Farsi, donde se encuentra esquinada la pastelería Haj Khalifeh Ali Rahbar, donde parece ser se elaboran los mejores dulces de la ciudad. También en ella, pero con acceso por una calle trasera, se halla el gimnasio Saheb A Zaman Zurkhaneh, donde realizan unos ejercicios con mazas que solo son ejecutados en Irán. El edificio resalta sobre los demás pues tiene 5 torres de ventilación (bagdir), y la cúpula de una antigua cisterna de agua. 

Pero lo que más resalta ante nosotros es el Complejo Amir Chakhmaq, que cerrando la plaza por el sureste, es el verdadero símbolo de la ciudad, y al igual que la plaza Naghsh-i Jahan de Isfahán, hasta aquí también se retorna a cualquier hora del día o de la noche, para admirar su fantástica arquitectura e iluminación.
Construido en el Siglo XV, lo más sustancial es su imponente y sugestiva portada, ya que aparenta la fachada de una mezquita, con un iwan (porche) en dos niveles y tres cuerpos, ceñido por dos esbeltos minaretes del siglo XVIII. Es como si estuviéramos observando un decorado cinematográfico, pues detrás de ello no hay nada. 

Al lado contrario de la plaza se encuentra el interesante Museo del Agua, donde se explica el funcionamiento del sistema subterráneo de traída a la ciudad el valioso elemento en medio del desierto, los "qanats". Y justo enfrente, al otro lado de la calle un poco más adelante, se encuentra una de las entradas al Bazar Kahn. 

Dedicar el atardecer a relajarnos tomando algo en algunas de las terrazas que podemos encontrar por el barrio viejo, es otra de las sensaciones que nos puede regalar esta agradable e ignota población. Yazd Art House es un cafetín muy agradable situado en una casona de adobe, a la que se accede por debajo de un pasadizo. Posee una preciosa azotea donde poder hacer un alto en el camino durante la visita, beber o incluso cenar y disfrutar de unas vistas impresionantes. Siendo desaconsejable acceder a la azotea de la The Tourist Library, ya que la señora que la regenta es una ansiosa de los billetes de €. 

La azotea del café Art House se sitúa anexa a la del edificio donde nos alojamos, el Shah abol_qasim Boutique Hotel, uno de los 5 establecimientos que la cadena de hoteles Mehr tiene en Yazd. Una antigua casa tradicional (Malekzade House) de un rico comerciante de hace dos siglos, hoy reconvertida en alojamiento con encanto. Con un interior increíble y una terraza desde donde contemplamos al anochecer el horizonte de tejados y terrazas de Yazd, cruzando nuestra mirada a través de las distintas torres del viento de la ciudad…una visión impactante. 

Pero aun nos deparar alguna sorpresa mas esta interesante urbe, pues Yazd es el centro de una antiquísima religión, el  zoroastrismo, de la que poco o nada  conocemos los occidentales a pesar de tener más de 3.500 años de antigüedad,  siendo la religión monoteístas más arcaica de las que aun se practican. En tiempos del imperio persa y hasta la invasión de los árabes en el siglo VII, los seguidores de Zoroastro o Zaratustra eran los fieles devotos de la religión mayoritaria en el país. Siendo el fuego uno de los elementos más característicos de este credo, hasta el punto que en el pasado, se conocía a sus seguidores como “Adoradores del Fuego”. Habiendo en el centro de Yazd un templo dedicado a él, con la misma simbología del que ya hemos visto en Chak Chak, conservando una llama que lleva ardiendo de forma permanente más de 1.500 años.  

Son o han sido seguidores de esta curiosa religión, gentes tan notables como: el líder del grupo "Queen" Freddie Mercury, el director de orquesta Zubin Mehta o el presidente del grupo automovilístico indio "Tata" Ratan Naval Tata. Siendo lo más sorprendente de este culto, la forma con que celebraban el rito de la muerte entre sus prosélitos. Ya que para ellos cuando un cuerpo deja de vivir corre el riesgo de ser contaminado por los demonios y perder su pureza. Para evitarlo, Zoroastro y sus seguidores purificaban el cadáver mediante la exposición del cadáver a los elementos y aves carroñeras en la parte superior de unas cimas planas, donde se habían instalado unas torres cilíndricas de piedra, las Torres del Silencio 

Ubicadas a las afuera de la ciudad de Yazd, en la salida hacia Kerman, estar torres son el escenario de una tradición con más de 3.000 años de antigüedad que ha llegado hasta prácticamente nuestros días, pues hasta hace relativamente poco (años 70 del pasado siglo), todavía se depositaban sobre ellas los cadáveres de los difuntos para que fueran consumidos por el sol y los buitres del desierto, como parte de los ritos funerarios de la cultura "parsi", los seguidores de Zoroastro. 

Vamos a visitar este lugar poco antes del atardecer, con apenas media docena de visitantes. El silencio y la amplitud del lugar nos deja impresionados, estamos ante un escenario tétrico pero que a la vez tiene su parte de encantamiento. En la llanura, por debajo de las cimas que sustentan las torres, se encuentran unos edificios desvalidos y ruinosos donde las familias despedían a sus muertos. Al frente y a lo alto las cilíndricas y lúgubres construcciones, con unas escaleras de acceso que dan la sensación de interminables, y sobre todo el silencio, como si fuera el acompañamiento perfecto a este rito de despedida a los muertos zoroastrianos……….. otro de los momentos mágicos vividos en este fascinante país.