jueves, 27 de julio de 2017

- Arribes del Duero

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La frontera, imaginaria línea que divide a España de Portugal, entre las provincias de Zamora (comarca de Sayago) y Salamanca (comarca de La Ribera) en el lado hispano y Tras os Montes en el lado luso, no es nada más que una planicie rajada a cuajo como una cuchillada, por la erosión del rio nacido en tierras sorianas, el Duero. Como nos cuenta Víctor Manuel Casas en su libro-guía sobre los Arribes del Duero, "primero llegó el granito, luego el agua y después, sin prisa, el tiempo", siendo el producto de esta mezcolanza las magníficas barrancas que pretenderemos visitar. Siendo el río su principal protagonista creando un entorno de caprichosa naturaleza, con sus profundos y encajonados barrancos en medio de inaccesibles farallones de granito. Pasear por estas tierras es como recorrer la costa cantábrica por sus acantilados, pero con el añadido de tener enfrente, a solo un centenar de metros, otra orilla casi idéntica, con la serena lámina de agua bajo nuestros pies. 

Estas austeras y activas tierras del uno y otro lado de "La Raya", como algunos lugareños la llaman, fueron pobladas desde tiempos pretéritos que se pierden en la noche de los tempos. Habitada en una y otra rivera los las tribus precelticas de "vettones" y "zoelas", formaron posteriormente parte de la provincia Lusitana del Imperio Romano. En el decaimiento de este y la posterior invasión morisca, estas tierras pronto fueron reclamo de reconquista por parte cristiana, formando parte del reino de León, y ya a finales del siglo XI y principios de XII, con la creación del reino de Portugal, se estableció la frontera entre ambos feudos. Divisoria que pasa por ser una de las más estables y antiguas del mundo, aunque por los avatares históricos ha separado más que unido, siendo estos últimos años, ante la integración de sendos países en la U.E. cuando los miedos y los resquemores se han ido superando, siendo en la actualidad su problema, la despoblación.  

Al no existir pasos terrestres por la inexistencia de puentes entre ambas riberas, y estar las comarcas de uno y otro lado al margen histórico de las principales vías de comunicación, los cruces de una a otra rivera se realizaban en barcas, muchas de ellas propiedad del clero y otras de municipios, que con relativa normalidad realizaban el trasporte de personas y mercancías entre las dos orillas. Al margen de estas, existían otras embarcaciones que operaban o traficaban ilegalmente realizando contrabando; en especial café, sal, paños y tabaco; un fenómeno lógico de frontera, que por esta zona está perfectamente documentado desde muy antiguas épocas, pero que sirvió para el sustento económico de estas gentes.  

En el paraje conocido como las Pajarancas, un poco antes de su unión con el río Esla, comienzan los Arribes de Duero, concretamente en la Presa del Porvenir de Zamora o de San Román, como también se la conoce, segunda de las construidas en este país para el aprovechamiento eléctrico (1902). Recibiendo su nombre por estar situada próxima a la zamorana población con el apodo de este santo sirio de principios del siglo IV, al que le fue cortada la lengua para que no predicase, pero hete aquí que por cabezonería frente a los romanos consiguió seguir haciéndolo. Es lo mismo que le pasó a nuestro río, que por pura tenacidad fue abriéndose paso por las rocas, hasta conseguir la dirección que se había propuesto.  

San Román se halla ubicada a tan solo 7 km. al norte de Pereruela, afamada población por su buenísima alfarería en la elaboración de cazuelas para asar en los hornos castellanos. El Duero discurre por este lugar a 617 m. de altitud, situándose a tan solo 150 m. en la lusitana y fronteriza población de Barca d´ Alva, donde terminan los Arribes, después de haber recorrido unos 200 km. (descendiendo una media de 4 m. por kilometro) y donde ya es plenamente portugués, conformando el mayor cañón de Europa. Pero aun le quedan otros 200, por los mágicos paisajes repletos de aterrazados viñedos, hasta desembocar al Atlántico poco después de atravesar Oporto. 

Continuamos en dirección a Bragança, pero nos tenemos que desviar para ver una de las obras de ingeniería en hierro más sorprendentes de principios del siglo XX. Se trata del Puente de Requejo (nombre del político de aquellos años que lo hizo posible), pero más conocido como Puente de Pino o de Villadepera, dependiendo de la población en la que preguntes, la de un lado o la de otro. Situado sobre las aguas del Duero para unir las comarcas zamoranas de Sayago y Aliste, en un solitario del lugar por donde ya cruzaban los romanos del imperio. Fue su época (1914), el puente de mayor altura, 90 m. y el de mayor luz, 120 m. levantado sobre un sobre río en toda España. 

Llegados a Bragança, que decir de esta señorial, decadente, hermosa y placida ciudad, solo que hay que recorrerla, ascender hasta su castillo y el medieval barrio de Santa María, llenándonos de su atmosfera….Y si es la hora de comer no dudéis de ir al Solar Bragançano, en la Praça da Sé, 34 (primer piso), saldréis encantados y no solo por la comida, su aire señorial y decadente se respira por todos sus rincones. 

Vertiente Portuguesa
Es hora de comenzar a realizar nuestro propósito, el de recorrer las riberas de Los Arribes, nombre con el que se conoce a esta comarca desde tiempos inmemorial, pues su nombre proviene de la palabra latina "ad ripae" (orilla)". Empezamos por la orilla occidental portuguesa, acercándonos primeramente hasta el mirador de Sao Joao das Arribas, sitio mágico donde los haya. Hasta los "zoelas" (tribu precéltica) se dieron cuenta de ello edificando allí mismo uno de sus castros, para servirse de la energía telúrica que de él emana. Precipicios a nuestros pies que llegan hasta las aguas del río, transparencia en su aire, quietud y soledad como compañía, entorno de fabula y paisaje sorprendente, son los adjetivos que me sugieren este lugar, que como tantos situados místicos fueron cristianizados al llegar la nueva religión, en este caso erigiendo un pequeño y humilde eremitorio dedicado al "bautista".

Frente a nosotros, en la otra orilla se encuentra el Despeñadero de la Siniestra o Asomadero de la Finiestra, sin duda el tramo de río más angosto, donde paredes de casi 400 m. caen a plomo sobre el río formando un inquietante paisaje.  

Aguas abajo, a la altura de la población de Vale de Águia y bajo las escarpaduras de su castro, en las profundidades de la azulada lamina acuática, cubierto por las aguas del ahora embalsado rio se encontraba el Paso de las Estacas. Era un estrechamiento en medio de las brumosas aguas, por el que cruzar con la ayuda de un par de largos palos (estacas) para apoyarse entre las piedras, que fue usado durante largo tiempo como paso de contrabando entre las dos orillas, no sin el riesgo de ser arrastrados por las crecidas del río. 

Pocos kilómetros río abajo se encuentra Miranda do Douro, población fronteriza por antonomasia y por lo tanto fuertemente fortificada, pues de siempre nuestros hoy amigables vecinos, han tenido la justificada sensación, de que en cualquier momento serian invadidos por los ejércitos hispanos. La ciudad que "mira al Duero", se merece un tranquilo paseo en soleada tarde, y hasta comer en ella sus afamadas viandas servidas en abundantes platos, o dedicarnos a las comprar de manteles y toallas como se hacía antaño en los pretéritos tiempos de las dictaduras a las que nos sometieron sus escabrosos gobernantes de uno y otro lado de la linde divisoria. 

Seguimos dejándonos llevar por las aguas, y pasamos por humildes poblaciones y un rosario de sugestivos miradores, con la analogía de los cortados roquedos en ambas márgenes y el rio en la profundidad. De los que debo destacar el de la Fraga do Puio en la población de Picote, no solo por sus magnificas panorámicas, también por encontrarse allí mismo una muestra de grabado rupestre "O Arqueiro" (El Arquero), que encontraremos en una pared rocosa. Y nos acercamos a la pequeña aldea de Lamoso, de la que parte una pista que nos llevará hasta la parte alta de la cascada de "Faia da Água Alta", donde hay una caseta de cobijo. Aquí la pista se transforma en un sendero circular que transita entre escaleras y pasarelas de madera, regalándonos durante el recorrido diferentes panoramas de la torrentera. Son 60 metros de caída de agua, lo que la convierte en la cascada más alta de Portugal, pero hay que ir a visitarla en invierno o a principios de primavera, pues si no puede ser algo decepcionante y como nos pasó a nosotros prácticamente no llevaba caudal, aun así el paraje donde se encuentra tiene su encanto. 

Toca ahora desviarnos de la ruta principal y descender en brusca bajada para llegar a la aldea de Mazouco, que con prácticamente una única y alomada calle, se descuelga camino del río. Curioso es este pueblo de único "bar", y curioso es el señor que lo regenta, pues te puede servir una fría cerveza o un carajillo de aguardiente casero, que el mismo elabora en su arcaico alambique, del que si te resulta gustoso al paladar te puede vender. Saliendo del pueblo y continuando por precipitada bajada llegaremos hasta donde dejar el vehículo, para tras breve camino llegar hasta prácticamente la orilla, donde se encuentra el grabado paleolítico del Cavalinho do Mazouco (Caballo de Zazouco), una joyita del arte rupestre de estas tierras.
 
El siguiente destino es Freixo de Espada a Cinta, soleada población  que también merece un paseo y a la que se puede llegar directamente desde el Cavalinho do Mazouco transitando paralelamente el río, sin tener que retornar a la carretera principal. Pasada la población nos desviaremos para subir hasta Penedo Durao, excelente atalaya desde donde contemplar un paisaje majestuoso, con el rio casi 600 m. por debajo de nosotros. Retornamos sobre nuestros pasos para acércanos al embalse de Saucelle, y desde el seguir en dirección sur por toda la orilla derecha del rio hasta llegar al puente que nos depositara en Barca D'Alva, pequeña población, o más bien un embarcadero de cruceros por el Duero que nos podrían llevar hasta Oporto, y una estación de ferrocarril de un tren que venía desde España. Es aquí, donde el rio se hace 100 por 100 portugués, no queriendo ya compartir sus aguas y donde comienza el afamado; por sus paisajes de aterrazadas vides y gloriosos caldos; Valle Do Douro. Aquí, parada y fonda, pues es la hora de comer y nada mejor que hacerlo en Bago d´Douro (Largo das Faias, 29), un buen guiso y por supuesto el bacalao, establecimiento donde también nos pueden proporcionar un recorrido fluvial. 

He hablado de una estación de tren y a ello me quiero referir ahora. Barca D'Alva era la primera estación lusa de la línea "Salamanca - Oporto", que habiendo estado en servicio durante un siglo dejo de funcionar entre 1985 (España) y 1988 (Portugal). Su último tramo por la parte hispana desde el apeadero de La Fregeneda; de unos 18 km. para salvar un descenso de 350 m. desde la meseta castellana hasta el Duro por los barrancos de los ríos Morgáez y Águeda; es una impresionante obra de ingeniaría ferroviaria, con los 10 puentes y los 20 túneles que en su día tuvieron que construir para facilitar el paso del ferrocarril. Es en la actualidad sin duda uno de los recorridos de "Vías Verdes" más impresionantes de toda la Península Ibérica, y creo que me quedo corto. Su mal estado de conservación ha motivado de la Diputación de Salamanca una obra de rehabilitación para que su recorrido sea más "seguro", obra que quedará terminada para principios de 2018, buena época para repetir esta fascinante ruta sobre la añeja vía férrea, que surca, unos tras otro de forma sucesiva estos túneles y puentes de impactante belleza, que ya realizamos por primera vez hace 25 años. 

Desde el muelle fluvial de Barca D'Alva cruzamos el Duero para ascender a los páramos portugueses hasta llegar a la población de Urros, desviándonos de nuevo hacia el gran rio, para llegar a la ermita de Nossa Senhora do Castelo de Urros que desde la altura lo vigila y custodia, siendo el panorama que divisamos desde este altozano impresionante, e imprescindible si nos acercamos hasta estas tierras. Por debajo de nosotros el tranquilo rio sigue impasible y tranquilo su camino al mar, las terrazas de los viñedos le acompañan de forma permanente y monotemática en su discurrir, y la idílica estampa de la población de Urros a nuestra espalda destacándose sobre las oscuras y tenebrosas nueves que barruntan tormenta, convierten ese instante en un momento mágico. Bajo sus pies hay un túnel al que las supersticiones populares le asignan algunas leyendas, pero que al parecer se trata de una mina de oro, posiblemente del tiempo de los romanos.

Nos "aventuramos" a descender hacia el cauce del río a través de la población de Peredo dos Castelhanos, y digo aventurarnos, pues la ruta es un verdadero desafío para la conducción. Un vertiginoso descenso nos sitúa en la Represa de Pocinho, donde podemos hacer una parada para observar como los barcos utilizan su esclusa. Y de nuevo una vertiginosa subida nos eleva hasta la población de Torre de Moncorvo. Y de nuevo un agradable paseo por su laberínticas calles de traza medieval, entre las que sobre sale la enorme y renacentista iglesia de Nossa Senhora da Assunçao (siglo XV). Pero sobre todo hay que tomarse un café con aguardiente en algunas de las terrazas de su plaza y preguntar donde conseguir sus afamadas "amêndoas cobertas" (almendras cubiertas), parecidas a las garrapiñadas, pero mucho más ricas y finas, no tan dulzonas. 

En la otra orilla del Duero, hacia el sur, se encuentra el Valle de Côa, que afluente del gran río alberga la mejor muestra europea de grabados y pinturas del paleolítico superior, de entre 25.000 y 13.000 años de antigüedad, siendo así mismo uno de enclaves más importantes del mundo de estas expresiones artísticas del pasado que se conservan al aire libre. El Parque Arqueológico de Côa posee un extenso y extraordinario ciclo de arte rupestre: representaciones de animales, figuras humanas y signos concentradas en los últimos 17 km. de su cauce, con más de 500 figuras identificadas hasta el momento, formando parte desde 1998 como Patrimonio de la Humanidad. Un atrayente Centro de Interpretación, no solo por su contenido sino también por su arquitectura, se ubica en las proximidades de la población de Vila Nova de Foz Côa…………… pero este interesante paraje del país vecino, merece extenderse en un artículo señero que ya verá la luz en estas páginas. 

Vertiente Española
Si el recorrido por tierra lusa ha sido de norte a sur, por la parte hispana u oriental lo haremos de sur a norte, comenzando en la población de La Fregeneda de la que ya he comentado sobre su sugerente ruta por el trazado del ferrocarril. Desde esta población (a unos 2 km. de la carretera que va al muelle de Vega Turon), parte una pista apta para vehículos que nos llevará hasta el Mirador de Mafeito, con unas exquisitas vistas del último tramo del Duero todavía compartido entre España y Portugal. Nos dirigimos ahora hasta la represa de Saucelle, que ya hemos visto desde la altura del Penedo Durao en país vecino. Es la ultima (la más
baja) y una de las seis que doman el cauce del Duero a su paso por Los Arribes, tres son de propiedad hispana (Saucelle - Aldeadávila - Castro) y las otras tres lusas (Bemposta - Picote - Miranda). Desde aquí y visitando las poblaciones de Saucelle y Vilvestre, nos acercamos hasta la Presa de Aldeadávila, una de las construcciones de la ingeniería hidroeléctrica más importantes de España, con una altura de casi 140 m. su producción hidroeléctrica es la más importante de todo el estado. Pero para mí lo más curioso y nefasto, es que sus obras llevadas a cabo entre el año 1956 y 1963, sirvieron a la dictadura como símbolo propagandístico de los denominados "XXV Años de Paz"………. la paz de algunos. Hoy en día, trascurridos ya 53 años de la "efeméride",…………..40 de verdadera paz, habiendo llegado a nuestro país un sistema de democracia occidental, y habiéndose aprobado una ley de "Memoria Histórica", todavía en ese enclave es visible, y en lugar preeminente, aquella alegoría propagandística de tiempos de régimen franquista……………… país, que país…… diría Forges. 
 
Aun así, el espectáculo es impresionante y sobrecogedor, debiendo de ascender hasta su parte más alta, para admirar desde el Mirador del Fraile todo el espectáculo que se nos ofrece a la vista. Poco más adelante, y a través de una corta pista de tierra y un breve sendero, llegaremos a las rocas donde se ubica el Mirador del Picón de Felipe, posiblemente el más famoso y espectacular de todos los situados en el lado levantino del Duero. Sobre unos acantilados de vértigo, se sitúa el río 400 m. por debajo de nosotros, a plomo de paredes graníticas prácticamente verticales, que junto con la mansedad de las aguas retenidas por la imponerte presa que se divisa entre los enormes muros roqueros, convierten al lugar en algo especial. Las balconadas para observar tan sugerentes panoramas están compuestas de varios puntos situados en distintos lugares, todos ellas protegidas por férreas barandillas. Su nombre le proviene a un antiguo mito-relato, por el cual la cual un pastor llamado Felipe, a golpe de martillo intentó tumbar la montaña para pasar a Portugal y poder reunirse con su joven amada portuguesa. 

La población de Aldeadávila de la Ribera bien merece un paseo y hasta un descanso con una fría cerveza. Desde ella se puede acceder (en sinuosa bajada……. y subida) hasta la playa de El Rostro y al embarcadero de Corporario, uno de los cinco muelles desde los que se pueden realizar paseos fluviales (los otros cuatro son: Miranda do Douro, Bemposta, Freixo de Espada a Cinta y Vilvestre).  

Muy cerca a tan solo 3 km. de Aldeadávila se halla la población de Masueco, desde donde parte una pista que nos aproximará hasta la cascada del Pozo de los Humos, una de las más famosas de España y uno de los lugares de mayor atractivo de los Arribes del Duero. Además de encontrase en un extraordinario escenario, su especial encanto reside en la nube de vapor que se forma en su vertical caída de más de cincuenta metros sobre el vacio, en medio de un rocoso entorno próximo a su desembocadura en el río Duero. Miguel de Unamuno también visitó el lugar en su etapa como rector de la Universidad de Salamanca, quedando impactado a observar el lugar “Estaríase uno las horas muertas contemplándola fluir, dejándose ganar el espíritu por la sensación purísima que su constante curso nos produce” … “Es una de las más hermosas caídas de agua que pueden verse entre aquellos tajos adustos". Pero no siempre está en su pleno esplendor, pues el cauce del rio Uces que la alimenta es bastante estacional, siendo la mejor época para visitarla los finales de invierno o principios de primavera.  

Muy próxima a ella, en el Arroyo de los Cuernos, ya muy cercana a su unión con el Duero se esconde otro bello salto de agua, que aunque menos conocida tiene todo el encanto de lo inaccesible o lo oculto. Se trata de la Cascada de Pozo Airón, que aun no siendo tan espectacular como su hermana anterior, es compensada nuestra visita por la tranquilidad existente en el lugar y por el añadido de poderla recorrer por detrás a través de una oquedad natural situada tras ella. La ruta hacia este enclave, que parte desde población de Pereña de la Ribera (desde la que también se puede visitar el Pozo de los Humos), ha sido clasificada como una de las cinco mejores rutas de senderismo de Castilla y León. 

Cruzamos la población de Villarino de los Aires, en donde se encuentras algunos buenos miradores sobre el Duero, pero sobresaliendo de entre ellos sobre todo el roquedo Teso de San Cristóbal, este sobre los barrancos del río Tormes. Además de las magnificas vistas y de la ermita dedicada a de San Cristóbal (patrono de los vadeadores de ríos, además de los automovilistas), podemos visitar el Santuario Rupestre allí existente, un antiguo castro celtíbero de la Edad del Hierro compuesto por restos arqueológicos y unas antiquísimas sepulturas de gran importancia en el contexto de las Arribes del Duero. En apenas 10 km. llegamos al cruce de Trabanca, población sin más historia a no ser por esta en ella uno de los restaurantes de referencia de la comarca La Retonera de Arribes, debiendo de llegar a buena hora para ser bien atendidos. 

Camino de Fermoselle debemos atravesar el Tormes, divisoria entre las provincias de Salamanca y Zamora, pudiendo para ello tomar dos caminos. El más oriental por la gigantesca Presa de Almendra, la más alta de España con una altura de 202 m. y en la se utilizaron para su construcción 2.188.000 de m3. de hormigón. La otra ruta, la occidental más directa paro también mas sinuosa, cruza el Cañón del Tormes por el Puente de San Lorenzo, discurriendo por parajes de singular belleza.
 
En Fermoselle hay que hacer parada si o si, siendo visita obligada al visitar estas tierras ribereñas, ya que se trata de un hermoso y bien conservado pueblo levantado sobre roca de granito, siendo este mismo material la base de su construcción. Su encantador casco antiguo, repleto de bodegas subterráneas y estrechas callejas, es digno de un buen paso. Destacando los restos del Castillo de Doña Urraca, que situado en el límite noroeste de la población es un buen mirador sobre el no muy alejado Duero. Otro buen mirador, este en el mimo centro del pueblo, es el llamado "Torojón" o Mirador del Torreón, esta para completar una buena panorámica de la población y sus alrededores. Interesante es también su Plaza Mayor y el acercarnos hasta el convento de San Francisco, que en la actualidad acoge el Centro de Interpretación de la Casa del Parque, donde seremos bien acogidos e instruidos de las bondades de estos lares. 

Continuamos hacia el norte por la zamorana comarca de Sayago en busca de la localidad de Fariza, pues de ella parte la carretera que nos llevará hasta el Mirador de las Barrancas, que se sitúa a unos 500 m. de la Ermita de Nuestra Señora del Castillo. Uno más de los ya incontables visitados por estas latitudes, pero aun así no cansa, los grandes espacios que se divisaban por encima de estas abruptas y escabrosas barrancadas, nos hacen sentirnos participes de la fusión de tierra agua y cielo, como si nosotros también formáramos parte de esos amplios horizontes. 

Y por fin, nos dirigimos a nuestro punto final del recorrido por estas tierras "rayas", entre España y Portugal. Nuestro destino es la aldea de Torregamones, por donde ya pasara en tiempo de los romanos del imperio la “Calzada Mirandesa”, paso obligado para entrar en tierras lusitanas, si bien en aquellas épocas aun no había puentes para cruzar nuestro rio, teniéndolo que hacer en barcazas guiadas por cuerdas. Hasta mediados del siglo XX, no hubo un solo puente en todos los Arribes para pasar de un lado a otro, de un país a su vecino (cartografía del I.G.N. del año1946), salvo el del ferrocarril de la Fregeneda a Barca d´Alva (Salamanca - Oporto), solo algunos parajes en los que se podía pasar por barca. Y toda la línea fronteriza estaba minada de puntos de observación de los "carabineros" de entonces, con la función de controlar el abundante contrabando existente.  

De Torregamones parte una pista (Camino de Los Arrieros) nada bien indicada y de no muy buena conservación, que tras recorrer unos 7 km. nos depositará en uno de esos lugares que nos hacen creer que estamos en el medievo, o tal vez en la edad de piedra, hemos llegado a los "Chiviteros de Torregamones". Un corral de cabras donde los rebaños se encerraban para ordeñar, amamantar o la guarda nocturna, pero en este caso con la curiosidad que en su interior se hallan un grupo de unas catorce construcciones circulares elaboradas en piedra y techo de retama, los llamados Chiviteros (donde se guardan los chivos). Pequeñas cabañas a modo de las antiguas edificaciones castreñas, cuya finalidad era la de resguardar a las crías de las inclemencias, o de otros animales depredadores. Son hoy en día una buena muestra de la arquitectura tradicional, y estos son los mejor conservados de toda la comarca. 

Se encuentran situados a apenas un km. de los vertiginosos acantilados que el rio forma por estas alturas, pero difícilmente se intuye su presencia. A escasos 500 m. se encuentra la Rivera del Fenoya, cuyas juguetonas aguas hicieron funcionar al menos a cuatro molinos de los que quedan sus restos. Y ya en las proximidades de la desembocadura del arroyo al Duero se encuentra el Paso de las Estacas, del que ya me he referido al comienzo de estos párrafos.  

Toda esta zona de tierras sayaguesas esta colmada de vestigios prehistóricos e históricos: calzadas romanas, dólmenes, castros, puentes, fuentes, arte románico, e incluso representaciones góticas, renacentistas o barrocas. A tiro de piedra de estos primitivos corrales cabríos se encuentra Peña Redonda, y en sus proximidades se halla el Castro de Sanamede, lugar donde los "vettones" (siglo V a.C) pastorearon sus rebaños y esculpieron ídolos que les protegieran de sus enemigos y favoreciera su sostén. Aquí se encontró el barraco conocido como "mula", que en la actualidad se ubica al costado de la iglesia de Villardiegua, y que en realidad se trata de un toro datado en la II Edad de Hierro, uno de los varios que podemos encontrar por la Comarca de Los Arribes. 

Prácticamente estamos donde comenzamos nuestro recorrido, pero en la vertiente contraria del río. Hemos transitado las dos riberas, admirado su cultura, aprendido de su historia, observado sus horizontes, soñado en la noche bajo sus estrellados cielos, probado su gastronomía, navegado, caminado y llenado de su aire y magia………………. ¿qué nos queda por tanto?...................... pues volver.

 

jueves, 6 de julio de 2017

- Nazca…… las misteriosas líneas (Perú)

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Catorce horas de autobús separan las poderosas ruinas incas de Cuzco de los polvorientos desiertos de Nazca. Una ruta que discurre por una serpenteante carretera de unos 650 km., en la que se desciende casi 4.000 metros a través de una bajada que parece no tener fin. Llegados sobre las 8,30 de la mañana a la terminal de autobuses, a las 10 ya estábamos en el aeródromo montados en la avioneta para observar desde el aire las misteriosas líneas y sus enigmáticos dibujos. 

La costa peruana es prácticamente una sucesión de zonas desérticas que se extienden desde la Atacama chilena hasta la frontera ecuatoriana, y Nazca se asienta en una de esas zonas desoladas a mitad de camino ente la línea costera y los Andes Occidentales. Lugar donde prácticamente nunca llueve, lo que ha generado junto a la aridez del terreno, que los rastros dejados por sus antiguos pobladores los "nazcas", sigan aun siendo magníficamente visibles. Es lo que ha ocurrido con las enigmáticas y famosas "Líneas de Nazca", compuestas por varios centenares de trazos que incluyen: estrías, figuras de animales, dibujos y formas geométricas cuidadosamente trazadas sobre la superficie terrestre, integrando uno de los ejemplos más prodigiosos de las culturas precolombinas, y que curiosamente solo son apreciables desde el aire.
 

Estos sorprendentes rasgos fueron realizados por la “Cultura Nazca” entre los siglos I y VII de nuestra era, superando en algunos casos los dos mil años de antigüedad.  Se extienden sobre una superficie superior a los 750 Km². oscilando su tamaño entre los 50 y 300 metros. Su misterio reside en lo ininteligible que pudo representar el haberse realizado desde el suelo y únicamente perceptibles desde la altura a varios cientos de metros. Son imágenes ejecutadas a un solo trazo, surcos a ras de suelo de no más de 30 centímetros de profundidad, obtenidos al descarnar la pedregosa capa somera del terreno, que debido a la oxidación por lo general es más oscura, dejando al descubierto un fondo más claro, generando un perceptible contraste entre el color del terreno y la figura en cuestión. 

Están elaboradas con una perfección increíble, aun cuando algunas de ellas alcanzan varios kilómetros de longitud. No siendo este fenómeno "artístico" único en estas latitudes, ya que se pueden encontrar ejemplos similares en Chincha y Paracas también en Perú, las del valle de Azapa, Chiza, Tiviliche y Atacama en Chile, ……… a más de 1.500 Km. o incluso en la selva amazónica brasileña y en Kazajistán, pero sí que las de Nazca son las más numerosas y de las mejor conservadas. Asombrosas manifestaciones que dejan un sinfín de dudas por resolver, los cuales terminan convirtiéndose en verdaderos e indescifrables enigmas, superando los límites de la lógica y transportándonos hacia lo imposible. 

Los primeros datos documentados sobre estos anómalos grafitis pétreos fueron del conquistador Pedro Cieza de León, que allá por el 1547 dejó una crónica escrita sobre las hoy afamadas líneas, expresando que había visto “señales en algunas partes del desierto que circunda Nazca”. Poco después de que el cronista hispano observara “señales” sobre la llanura desértica, el corregidor Luis de Monzón quiso darles una explicación, adjudicándoles en 1568 el adjetivo de "carreteras", meridiana simpleza para todo un alto dignatario del virreinato de Toledo en Perú. Siendo los pilotos aéreos, ya bien entrado el siglo XX, quienes trasladaron que lo que observaban desde la altura carecía de toda lógica. Posteriormente llegaron los primeros vuelos científicos, y personajes como Mejía Xesspe, Paul Kosok o la reconocida arqueóloga María Reiche, verdadera
estudiosa de este fenómeno, al que ha dedicado su vida. Siendo estos entre otros, los que dedicaron gran parte del siglo pasado intentando aclarar los misterios (o acrecentarlos más si cabe) alrededor a uno de los descubrimientos arqueológicos más inexplicables que existen. Pasando las tesis de lo normal a lo paranormal, dejando teorías sobre: un calendario astrológico, mapas o dádivas a los dioses celestiales. 

Las conjeturas de los científico e investigadores, van desde la probabilidad de que estos trazos fueran primarios "centros ceremoniales" del oriundo pueblo Nazca, a las conjeturas sobre grafismos hechos para enaltecer a los viajeros de otros mundos. Hay incluso quien plantea que se tratan de pistas de aterrizaje para Ovnis. La ciencia y la arqueología aún no han sabido dar una explicación lógica a tan extraño fenómeno, por lo que las elucubraciones prosperan en la bibliografía pseudocientífica, y más en las que dedican a lo paranormal, lo ignoto y el misterio, acrecentando las tesis sobre la existencia de seres “extraterrestres”. Ya nos dejó alelados en 1968 el controvertido escritor helvético Erich Von Daniken, cuando nos trasladó pródigamente esta teoría en su libro “Recuerdos del futuro”, donde exponía que las "Líneas de Nazca" eran un reflejo de visitas venidas de lejanos planetas que dejaron huella a sus pobladores. 

Para mí la tesis más verosímil es su uso como rito invocación del agua, buscando convertir estos estériles socarrales en las húmedas selvas amazónicas, por ello dibujaron los arboles y los animales en ellas existentes, como un llamamiento a los dioses para que sus tierras se convirtieran en u vergel. 

Pero yendo a lo práctico, y ya comenzado el sobrevuelo por encima de estas áridas tierras, lo primero que divisamos es una mezcolanza de “líneas y figuras geométricas” sin orden ni harmonía aparente. Como si desde la altura alguien hubiese usado un "cúter", rasgando de forma indiscriminada sobre las planicies rectas y planimetrías de cientos de metros. 

Unas de las primeras figuras reconocibles que observamos se encuentras en la ladera de un áspero y terrizo cerro. Es la conocida como el "astronauta", una figura de semejanza humana de unos 30 m. con el brazo extendido, como si quisiera saludarnos y desearnos buen vuelo. Magnifico comienzo en una de las figuras más representativas de este singular paseo, pues su silueta parece simbolizar algo que escapa de cualquier razonamiento lógico. 

Las figuras se suceden una tras otra hasta que distinguimos “El mono”, una de las más celebradas, con sus más de 135 m. y su enorme cola formando una perfecta espiral, que para justificar su significado algunos dicen que es la representación de la Osa Mayor. Pues una de las teorías sobre su utilidad, es el que estas líneas y dibujos fuera un calendario en el que estuvieran recogidas algunas de las constelaciones celestes. 
 

Seguidamente avistamos un “pequeño perro” y de inmediato un “colibrí”. Esta ultima una de las más sugerentes por lo equilibrado de sus dimensiones. Le siguen “El cóndor”, de ciento cuarenta y dos metros, el gigante de Nazca. Y a continuación “La araña”, uno de los de mejor realización y detalle. Cruzamos por encima de otros dibujos de aves que representan “El Papagayo”, "el Pelicano”, “El Alcatraz o Pájaro gigante”. Sobrecoge la precisión de estas delineaciones, para las que quizás haría falta algo más maña, debiendo de ser inevitables complejos cálculos matemáticos, así como herramientas inexistente por aquellos tiempos, tal y como hemos visto en otros lugares como Tiahuanaco o el Valle Sagrado de los Incas.

Nuestro piloto nos conduce ahora por encima de tres dibujos diferentes, los únicos que son apreciables mínimamente desde un mirador situado 20 km. al norte de la población de Nazca, en un lateral de la Carretera Panamericana, donde apreciamos las siluetas conocidas como “El árbol” y “Las manos”. La tercera " El Lagarto", perfectamente definida, ha sido amputada por la carretera Panamericana, que la ha partido en dos por su mitad. Siendo en la actualidad este tipo de infraestructuras y el acceso que es su día se realizo con el paso de vehículos todo terreno por la zona, el problema más significativo para la conservación de este enigmático patrimonio.  

Líneas kilométricas, dibujos que se aproximan al millar, sensaciones, y la permanente duda sobre su motivación que posiblemente nunca alcancemos a conocer. Obligándonos a seguir una búsqueda amasada en mil teorías y conjeturas, tantas como señales hay marcadas en su suelo. Dudas ante nuestra ignorancia, pero… reflexionamos, dándonos cuenta de que en el pasado hubo quienes fueron capaces de destrozar la lógica consiguiendo sacar al mundo de su aburrida rutina…………… esta vez con la magia de uno de los lugares más increíbles y únicos del planeta. 

Independientemente de las imágenes puestas aquí, y de las que podéis observar en el enlace que antecede estas notas, para los curios@s que estéis interesados en indagar y curiosear, las líneas y las figuras son visibles en la página de Google Earth, buscando por Nazca y situándose al noroeste de la población. 

Pero lo que también nos ha traído hasta aquí, es conocer algo más de estos pueblos precoloniales y preincaicos, cuya cultura se extinguió hace cientos de años. Para ello, nada más descender de la avioneta, ya nos estaba esperando un coche que habíamos contratado para que nos acercase a través de la carretera Panamericana y una polvorienta pista, hasta el Cementerio de Chauchilla, un lugar en medio de la nada, separado de población de Nazca unos 30 kms. hacia el sur. Un sito que no puede ser más inhóspito e inhabitable, rodeado de campos yermos de arena y cerros calcinados por el omnipresente sol.  

Es uno de los pocos lugares donde se encuentran algunos de los restos existentes de la "Cultura Nazca, desarrollada entre el 300 y el 1000 de nuestra era a partir de la de "Paracas" (que más adelante veremos), pero posterior a esta. No existiendo conocimiento de ella hasta el año 1901, fecha en que fue descubierta, siendo la civilización prácticamente desconocida. La cerámica es su elemento más característico, sobresaliendo sobre manera de ella, el dibujo y su magnífico colorido que abarca hasta once coloraciones diferentes. También se conocen sus tejidos que son de una gran calidad, superando aún a la cerámica por su colorido y la fantasía de la decoración.  

Aunque el fin primordial de la totalidad de los turistas que viajan a Nazca, es sobrevolar las líneas, hay lugares arto interesantes no lejos de ella que pasan desapercibidos, o no generan interés en la mayoría de los visitantes. Siendo uno de ellos el mencionado Cementerio de Chauchilla, un lugar que no nos dejará indiferente al visitarlo. Una de las necrópolis más antiguas y mejor conservadas que se puedan visitar no sólo en el sur peruano, sino en toda América Latina. Remotos mausoleos en los que fueron enterradas gentes muchos siglos antes de que surgiera en el lago Titicaca el gran Imperio Inca.

Nada más comenzar la visita observamos esparcidos por los laterales del camino que nos lleva de una tumba a huesos humanos por todas partes, así como trozos de telas e inclusive cabellos enredados en las piedras, restos de los escarnios realizados por los malotes. Pues durante muchos años este cementerio “pre incaico” no se libró de los buscadores de tesoros y "robatumbas, que desvalijaron los enterramientos y sustrajeron todos los tesoros y objetos de valor que yacían junto a las momias, dejando a su paso cadáveres semidesnudos y un gran número de tumbas arruinadas. 

A cielo abierto, con apenas un rustico y pajizo techado como protección, esta original y extraña necrópolis aún deja a la luz a un buen número de cadavéricas momias, que a través de sonrientes rostros nos observan desde la profundidad de un buen número de tumbas abiertas en el suelo, que a pesar de tener en algunos casos más de mil años, se conservan en un aceptable estado. Cuerpos colocados en posición fetal y envueltos en fardos de tela, donde atónitos observamos el contraste de la blancura de sus cráneos con sus oscuras mortajas de ajadas ropas, que se nos asemejan rancios y podridos sacos de esparto. Entre los esqueletos y cráneos de este ancestral hipogeo, distinguimos largas trenzas de cabello humano, que en algunos casos llegan a tener más de 2 metros, cuerpos momificados de niños en perfecto estado, así como vasijas de esa vistosa cerámica, que al parecer guardaban restos de comida en ese viaje final hacia la morada de los dioses. Estos restos momificados de Chauchilla se conservaron en excelente estado gracias a las características climáticas de una región árida y seca como pocas. Solo están acondicionadas entre 20 y 30 hipogeos, pero al parecer son cientos los huecos excavados en la zona, que revelan la actividad de una necrópolis de unos 2 kms. de extensión. 

Están datadas por los científicos que las han estudiado entre el año 200 y el 600 de nuestra era, pero las teorías sobre su antigüedad disienten de tal modo que hay arqueólogos que aseguran ser anteriores a Cristo, mientras que otros afirman que su datación se acerca más al siglo X. En lo que sí coinciden la mayoría, es que los enterramientos pertenecen a una importante cultura pre-incaica denominada “Ica-Chincha. 

Las decrépitas momias del Cementerio de Chauchilla parecen mantienen un callado diálogo con el silencio que las rodea, destierro con soledad. Apartada de todo y de todos, esta Necrópolis es mucho más sorprendente de lo que podamos llegarnos a imaginar. Llegar a este lugar, puede convertirse en una de las paradas más sorprendentes de Perú, un acercamiento a la historia perdidas culturas de las que casi todo se desconoce, ejemplo palpable de que la Arqueología todavía tiene mucho que hacer en este país. Museo al aire libre de muchas riquísimas y antiguas civilizaciones, que aún oculta en sus entrañas múltiples tesoros y secretos por revelar. 

Otro importante situado de la "Cultura Nazca" es Cahuachi, que ubicado en el curso medio del río Nazca, está catalogado como el lugar mas importante de esta civilización preincaica. Paraje remoto bajo la arena del desierto de Nazca, es hoy en día un lugar poco frecuentado, estando aun sin terminar de desenterrar y restaurar. Pues no ha sido hasta hace apenas 35 años, en 1982 cuando es "descubierto" por el arquitecto y escritor italiano Giuseppe Oreficci, aunque hace menos de 100 años, ya se sabía de su existencia y se habían descubierto algunos restos. 

Se encuentra ubicada a unos 28 km. al oeste de la ciudad y al sur de las líneas de Nazca, abarcando una extensión de aproximadamente 24 km2. En Cahuachi se hallan enterrados por las arenas un número indefinido de de elementos constructivos, entre los destaca la "pirámide" y su Gran Templo, centro ceremonial de primer orden para estas gentes, que vivieron su época de máximo esplendor entre aproximadamente el año 400 a.C. hasta el 500 d.C. Sin duda un emplazamiento sagrado habitado por una gran casta religiosa, que en periodos de apogeo recibía miles de peregrinos que venían de todos los valles aledaños, del que se cree que sus moradores fueron los constructores de las Líneas de Nazca. Como ocurrió en otros lugares y de otras latitudes, los amantes de lo ajeno no tardaron en llegar, desvalijando gran cantidad tesoros arqueológicos, sustrayendo principalmente cerámicas y elementos rituales. Las autoridades locales desafortunadamente no tienen suficientes medios y recursos para controlarlos, motivando que en la actualidad se siga despojando el yacimiento.  

De regreso a Nazca, nos da tiempo visitar el taller de un alfarero quien nos da detalles sobre la evolución de la cerámica Nazca y nos indicara como las gentes de esta cultura realizaron sus bellos y coloridos trabajos de arcilla hace dos mil años. Así como un rustico taller minero, donde ver a los operarios separar el cieno de oro mediante unos enormes rodillo, mucha agua y el contaminante mercurio. 

Nos dirigimos por la yerma línea costera hacia el norte, observando un pálido y sutil atardecer desde el autobús que nos deposita ya de noche en Paracas. Esta interesante costera y marina población ahora está tranquila, pues aun no es temporada playera, los que nos acercamos hasta aquí, a finales de su invierno austral, no es por las playas ni el dorado de pieles, la bien definida península que la protege ostenta una de las reservas marinas más grandes del Perú, con una gran variedad de especies marinas y más de 200 tipos de aves, formando parte de uno de los ecosistemas más importantes de nuestro maltrecho planeta. Lo primero en la mañana, es embarcarnos para disfrutar de un paseo marino hasta el pequeño y rocoso archipiélago de Islas Ballestas. Durante el recorrido observamos en la orilla del mar, en medio de una arenosa y altiva duna, la inconfundible imagen de un candelabro perfilada en su ladera. No se sabe su misteriosa procedencia, ahí quien le atribuye 2.500 años de antigüedad, pero su tamaño 180 m. de altura por 60 de ancho, pudiera tener como origen la cultura de Nazca. Llegados a las islas descubrimos una importante colonia de: pelicanos, pingüinos, lobos marinos y cientos de miles de aves guaneras, siendo precisamente estas las que generaron en su día la explotación del "guano" como primordial abono agrícola. Las sugestivas imágenes de estos animales es complementada por las formas y contrastes de sus rocas con el mar. 
El resto de la mañana y gran parte de la tarde lo dedicamos a la zona terrestre, que como el resto del litoral peruano es de una aridez absoluta. La visita terrena a la Reserva de Paracas (en quechua "Lluvia de arena") nos permitirá recrearnos no solo de magníficos y desérticos paisajes costeros, sino también de sus rosados flamencos, que según algunos historiadores, sus colores inspiraron la creación de la bandera roja y blanca del Perú, cuando desembarco en estas costas el general San Martín durante la lucha contra la colonización española. Durante el recorrido aprenderemos algo sobre la "Cultura Paracas" (del 700 a.C. al 200 d.C.), gentes que habitaron este litoral hace mas de 2.000 años, dejando como evidencia en sus necrópolis y enterramientos de una gran diversidad de ricos tejidos, de tal calidad que asombran al mundo actual por su gran perfección, los cuales podremos visionar junto con sus curiosos cráneos alargados en el Museo Julio Cesar Tello, celebre antropólogo peruano que dedico su vida al estudio de esta cultura. 

No quiero terminar este apartado de Paracas sin hacer referencia al impresentable, maleducado, impertinente y déspota Sr. Zarcillo, gerente de la terminal de los autobuses Cruz del Sur y propietario del hospedaje contiguo, así como dueño de media población de Paracas, elemento al que en el pueblo detestan de forma unánime, adjetivándole como un "ojo de pato", sic de libre interpretación.

Desde Paracas, dedicamos una jornada para ir a la población de Ica, son apenas 70 km. lo que las separa, pero un monumental atasco en la "panamericana" que cruza la ciudad por la mitad, nos atrasa nuestros propósitos. Nos dirigimos directamente a las dunas de Huacachina, donde contratamos un "buggi" para zascandilear un rato por las arenas. Esto es de lo más loco, aunque pensándolo mejor, el loco es el conductor y todos los que en él nos hemos subido, pues nada más arrancar ya la velocidad y los saltos por los arenosos montículos son una prueba de fuego para mi serpenteada columna vertebral, pero la experiencia merece la pena, aunque solo sea por escuchar los gritos de las mozalbetas "cholitas" que nos acompañaban. Una vez ya terminado el paseo y depositados en tierra firme y segura, dedicamos unos instantes en visitar y recorrer el curioso oasis allí existente. En medio de este mar de dunas y arena, sin ningún signo de la más insignificante vida a nuestro alrededor, se halla una curiosa laguna de verdes aguas y frondosa ribera, eso sí, totalmente urbanizada en su rededor, pues se sitúa apenas 5 km. y 10 minutos de la turbulenta urbe de Ica. Como una gota de agua que subsiste, resiste y sobrevive entre las dunas de arena, el oasis de Huacachina es una discordancia de la estéril naturaleza de su entorno, pudiendo estar su origen en la ancestral leyenda que nos habla de las infinitas lágrimas de una desdichada princesa incaica.

Transformado ahora en lugar de actividades de "rezume adrenalítico", en tiempos este vergel, en medio de lo inhóspito, fue lugar de reposo y recreo de la burguesía más notable del Perú, aun se nota un toque vintage y decadente de aquellas épocas en sus palacetes y balaustradas. 
De retorno pasamos por polvorienta y desastrosa ciudad de Ica, y de nuevo el gran atasco. En ella visitamos el esqueleto del Santuario del Señor de Luren, derruido en parte por un terremoto de 7,9 grados en 2007. Temblor que solo ocasionó una víctima mortal en la persona del niño "Chicho", suceso ocurrido justo al lado del templo Luren, lugar que han convertido la superstición lugareña en un rancio y decrépito centro de peregrinaje en busca de curaciones milagreras. Nosotros buscadores de milagros más piadosos y terrenales, nos acercamos hasta las bodegas "Lazo", uno de los templos del país donde se produce el mejor "pisco" de Perú, que por cierto tuvimos la obligación de catar, como es menester.  
 
Nuestro recorrido por los "altiplanos andinos" termina en Lima, populosa población de cerca de 10 millones de personas, ubicada a orillas del océano Pacífico y en la ribera del río Rimac del que le viene su nombre. La capital peruana es el centro político, financiero y comercial más importante del país, estando su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO desde 1991, dado que posee gran parte de la arquitectura de su época colonial, sobresaliendo sus vistosas y trabajadas balconadas.  

Lima fue fundada el 18 de enero de 1535 por Francisco Pizarro, como Ciudad de los Reyes, ya que fue el 6 de enero del año de creación, cuando tropas del conquistador hispano encontraron el sitio ideal para establecer la ciudad que pasaría a ser la capital de Nueva Castilla y posteriormente del virreinato. 

Suele ser la puerta de entrada al país (en nuestro caso de salida), y en ella podemos disfrutar tanto del descanso como de la generosa y buena gastronomía peruana. Pasear por las calles de casco antiguo, nos acerca a la idea de cómo fue en el pasado, ofreciéndonos y sorprendiéndonos con una gran diversidad de atractivos: iglesias y edificios coloniales, multitud de espacios museísticos, galerías de arte, espacios arqueológicos, y una agitada y callejera vida social. Solo por hacer una reseña destacar de entre los espacios más interesantes: la Plaza de Armas o Mayor, la Catedral, el Palacio de Gobierno, la iglesia y convento de San Francisco, la Plaza de San Martin o el curioso barrio chino entre otros, sin dejar de visitar el Barrio de Miraflores y realizar un sosegado paseo por su malecón. Podría resaltar más cosas, pero creo que ya está bien de letras, para vosotros se os hará trabajoso el leerlas, y para mi, un tanto vidrioso ya trasladar aquí todas esas vividas imágenes. 

Termina con este párrafo un recorrido de casi un mes por interesantes tierras de los altiplanos andinos, comenzado en tierras chilenas de Atacama y finalizado en las aguas peruanas del pacifico sur, recorriendo entre medias las bonitas y sugerentes tierras bolivianas y los feudos del antiguo imperio Inca………….. espero que os halla resultado cuando menos interesante.