miércoles, 14 de mayo de 2014

- Barroco siciliano

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Después del Gótico, con sus efectos creados por celestiales agujas y ojivales arcos, en el que la busca de la luz acercara a los creyentes hacia el sumo hacedor; el Renacimiento se enfrentó a la omnipotente Iglesia, situando, en lugar de Dios, al ser humano como centro de su mundo. Las torres góticas fueron reemplazadas por cúpulas y los arcos apuntados por los de medio punto, generando espacios cómodos y lugares de esparcimiento, en una alegoría hacia el mundo terrenal, más próximo al ser humano que al divino. Ante esta pérdida de protagonismo eclesial, surge 200 años más tarde el arte "Barroco", en gran parte potenciado por el catolicismo, recuperando así la iniciativa perdida sobre el control de los humanos a través de la "fe". 

El Barroco, floreció como estilo artístico a finales del siglo XVI y principios del XVII en Italia, desde la que se propagó hacia la mayor parte de Europa, llegando incluso a la América Latina, custodiada en aquel entonces por las potencias coloniales, fundamentalmente la nuestra. Irrumpió en un período histórico caracterizado por importantes pugnas religiosas entre países protestantes y católicos, como con marcadas diferencias políticas entre monarquías absolutistas e incipientes estados parlamentarios, en donde una naciente burguesía comenzaba a poner las raíces del futuro sistema capitalista. Durante largo tiempo el arte "barroco" estuvo denostado, teniendo un sentido peyorativo, siendo asimilado a: recargado, exagerado, fatuo, falaz, e incluso caprichoso, hasta que fue recocido y valorado ya a finales del siglo XIX. 

Algo más tardío se desarrollo el llamado "Barroco Siciliano", que aunque mantiene las típicas líneas curvas de su originario, se caracterizó por su delicado aire remoto, con abundante luz a través de espaciosas plazas con potentes escalinatas, calles de arqueadas fachadas adornadas por sonrientes máscaras y rollizos querubines. Todo ello elaborado con la calida piedra volcánica tan abundante en esta isla mediterránea, generando una personal genialidad que ha dotado a Sicilia una identidad arquitectónica propia. 

Esto se debió a que gran parte de la isla quedó destruida por el terremoto del año 1693, en el que cantidad de pueblos y ciudades se trocaron en escombros, pereciendo millares de personas. Después del trágico suceso, los arquitectos sicilianos tuvieron la irrepetible ocasión para poder crear la arquitectura barroca más avanzada. Su personal visión, dio lugar a una concreción de formas en la edificación muy peculiar en la isla; y aunque el atrayente "Barroco Siciliano" perduró apenas medio siglo, ya que pronto se puso de moda un nuevo estilo, el neoclasicismo, dejó perfectamente expresado el momento social de la vida isleña; gobernada en aquel entonces por España, y administrada por una aristocracia de extravagantes y ricos personajes, con una economía muy concentraba, basada fundamentalmente en la agricultura. 

No soy muy afín a este tipo de recargada arquitectura, pero debo reconocer que los conjuntos formados por estas construcciones: iglesias, palacios y elementos decorativos, que por la isla italiana se pueden encontrar en abundancia, no me generaron ese rechazo que otros lugares si crearon en mi iletrada visión. Tal vez esto se debe, por formar parte de aglomerados urbanos homogéneos en ese tipo de construcción, o por la suavidad en los tonos de la piedra con los que están levantados. Sea como fuera, se pasean y se disfrutan sin ningún reproche por mi parte, aun con sus exuberantes filigranas decorando sus fachadas y balcones. 

Aunque este tipo de arquitectura la podemos encontrar con abundancia por toda la isla, es en su parte Este donde encontramos su máxima expresión, y más concretamente en el denominado Valle de Noto. 

Hasta él acercamos nuestros pasos partiendo de Enna, la ciudad más alta de toda Sicilia y por lo tanto una de las más fría. Situada sobre un roquedo, a 1.000 mts. de altitud, no es uno de los lugares más transitados por el turismo, lo que le da un encanto añadido. Las vistas que tenemos desde nuestro recomendable hospedaje, el B&B Enna Inn Centro en Vía Sant'Agata, 49, son especialmente bucólicas, con la silueta del caserío de Calascibetta frente a nosotros, rodeado por un paisaje dominado por el verde color de los campos a nuestros pies. No me quiero entretener mucho en los pormenores de esta población, solo insistir en recorrer su calle principal, la Vía Roma, en la que se sitúan los elementos más característicos, entre ellos su Catedral, y llegarse hasta el Castillo Normando, y en sus aledaños la Rocca di Cerere, cuna del culto a la Diosa Ceres, donde existió un tabernáculo dedicado a ella en el siglo VII a.C. del que sólo se conservan su basamento. A la bajada, recorriendo la misma calle de subida y antes de toparnos de nuevo con la Catedral, es sugerente adentrarnos  al Caffè letterario "Al Kenisa", en la Vía Roma, 187, instado en el interior de una
antigua capilla barroca, a la que han mejorado su anterior uso. Se trata de un establecimiento tranquilo, con agradable música donde tomar unas birras, en el que podemos encontrar una biblioteca-librería, en su cripta, se pueden aun ver los escusados, donde hacían sus deposiciones de forma comunal los monjes......de ahí, debe de venir la palabra comunidad monacal.

Siempre suelo aconsejar en estas notas los lugares y las personas que se merecen su reconocimiento por su trato, como por su atención, también por lo contrario. A Enna llegamos al medio día, antes de comer, lo primero fue buscar un establecimiento que pudiera tener buena pinta, fue el caso de "La Fontana", en Vía Volturo, 6, el local bien, la atención del camarero perfecta, pero el condumio............. incomible. Al plantear nuestras quejas al salir, después de liquidar la factura; la cocinera, una señora grandona ya en edad madura, nos teatralizó con costarse la venas con un cuchillo (sin filo) por nuestras críticas. Para nada es un local recomendable; posteriormente nos enteramos, a través de cometarios de lugareños, que tenía fama de ser el peor de toda la ciudad, como así he podido confirmar en las páginas de "Tripadvisor". También al leer por este medio sobre él, me he enterado que lo recomienda la guía "Lonely Planet", la cual he dejado también de usar desde hace tiempo, por favor, no os dejéis liar por la "Loli", y ni se os ocurra ir a este establecimiento.
Lo quiero poner también en italiano, por si alguien que domine ese idioma, entra en estas páginas en busca de información, se quede bien enterado del tipo de restaurante que se puede encontrar en esa ciudad siciliana de Enna. 

Consiglio sempre in queste note giù luoghi e persone che meritano il riconoscimento per il loro trattamento e la cura, anche il contrario. A Enna è arrivata a mezzogiorno, prima di mangiare, la prima cosa da fare era trovare una proprietà che potrebbe essere buono, era il caso di "La Fontana", in Vía Volturo, 6, il stabilimento ben, l'attenzione del cameriere perfetto, ma le cibo............. immangiabile. Aumentando le nostre lamentele a lasciare, dopo aver pagato il conto; la cuoco, un grandona in signora di mezza età, e drammatizzato ci è costato te le vene con un coltello (non affilato ) per le nostre recensioni. Per niente è un posto consigliato, poi abbiamo scoperto, attraverso il commento dalla gente del posto, che avevano la reputazione di essere il peggiore in città e sono stati confermati nelle pagine di "Tripadvisor". Anche a leggere in questo modo su lui, ho sentito dire che consigliato dalla guida "Lonely Planet", che ho anche smesso di usare un po ' si prega di non essere ingannati dal "Loli" e nemmeno pensare di andare in questo stabilimento.
Vorrei anche mettere in italiano da qualcuno che maestri la lingua, accedere a questo sito per informazioni, è ben consapevole del tipo di ristorante che si trova nella città siciliana di Enna. 

Continuando hacia el sur, y a pocos kilómetros de cruzar Piazza Armerina; en la que destaca por encima de su caserío y fundiéndose con el cielo, la celeste cúpula de su Catedral; se encuentra la Villa Romana del Casale. Uno de los ingredientes turísticos sobresalientes de Sicilia, la denominada como "Capilla Sixtina del Mosaico Romano", con la benevolencia de esos pequeños azulejos custodiados en el Museo del Bardo de la capital tunecina; algo realmente incomparable y de inexcusable visita. 

Sobre esta villa romana, descubierta en 1929 y que  habitaron, entre otros, el emperador Maximiano Hércules y su familia a comienzos del siglo IV, observaremos durante un buen rato cantidad de ellos, a través de  coloreadas y bien conservadas escenas de caza, costumbristas, naturaleza y erotismo entre otras. Destacando la sala "delle Dieci ragazze" (de las diez muchachas), la joya del caserío, donde están representadas diez apuestas mozas, efectuando agilidades deportivas, ataviadas con ligeros ropajes que asemejan mucho con los bikinis, prendas que fueron rescatadas de los tiempos romanos por el francés Louis Reard en 1946, para alegrar y colorear nuestras playas levantinas. 

Continuando andadura, nos introducimos en la denominada Ruta del Barroco Siciliano o del "Valle de Noto", donde se hallan algunas de las poblaciones más destacadas de este tipo de construcción en la isla. Fueron reconstruidas en este característico estilo a raíz del fatal terremoto ocurrido en enero de 1693, que desbastó todo el este siciliano, destruyendo casi setenta poblaciones y causando decenas de miles de muertes. Dándole   a toda la región una curiosa y bella uniformidad en su configuración urbana, con los cálidos matices de sus piedras, generando su peculiar ambiente. 

En este periodo de su historia, Sicilia aun estaba gobernada por España, siendo Felipe V y Carlos III quienes promovieron la reconstrucción de las ciudades dañadas por el seísmo, encargando para ello a los mejores arquitectos de la época, trazando en todas ellas un nuevo y acertado diseño urbano, surgiendo de la catástrofe y la desolación algunos de las villas más atractivas del Mediterráneo. 

Estas magníficas joyas barrocas, como son: Caltagirone, Palazzolo Acreide, Militello di Val di Catania, Ragusa, Módica, Scicli, Noto y Catania, declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, agrupan, junto con Siracusa el exponente del barroco llevado a su máximo esplendor. 

Todas siguieron el mismo diseño urbano: La iglesia o catedral se situó en el centro de la urbe, a su rededor el palacio episcopal y los conventos, en sus proximidades los mercados y comerciantes, emplazados en las amplias calles que accedían a la plaza principal. Los palacios nobiliarios se levantaron en la parte alta de la cuidad, copando los mejores lugares, dejando los arrabales y los terrenos más escabrosos, umbrosos y densos para que las clases más humildes, edificasen en ellos  sus sencillas casas. 

En Caltagirone, capital de la cerámica siciliana, es imprescindible visitar y ascender la famosa escalinata de Santa María del Monte, salva con sus 142 escalones, entre tiendas de suvenires y quincallería variada, reclamo turístico para sus visitantes, los 50 metros de desnivel que hay entre Piazza del Municipio y la iglesia de Santa María del Monte (antigua catedral de la ciudad). Los diseños de cerámica que adornan sus peldaños, son todos diferentes, representando sucesos de la historia y escenas de la vida siciliana. 

Ragusa es otra de esas poblaciones en donde perderse un rato, sobre todo en su parte alta y más antigua "Ragusa Ibla", con sus casas encaramadas a la colina, batallando por no precipitarse sobre el vacío a sus pies. Todo un banquete de barroco; desde el Duomo di San Giorgio, o la Chiesa di S. María delle Scale, hasta cualquiera de sus numerosas y decadentes casonas, como el Palazzo di Zacco, en el que sus balconadas están sujetas por sus desafiantes cariátides. 

Al acercarnos a nuestro siguiente destino, Módica, esta se nos presenta como a vista de pájaro, con el Duomo di San Giorgio tutelando su interesante casco antiguo. Merece la pena acercarse hasta ella solo por ver la elegante fachada de su catedral, a la que se accede tras ascender una formidable escalinata, considerada una de las maravillas del barroco-tardío. Fue durante la edad media, uno de los señoríos más importantes de Sicilia, con importantes cenobios, palacios e iglesias que así lo rubrican. Dividida en dos diferenciadas partes, la Módica superior y la inferior, no podemos dejar en ella sin probar sus chocolates, ya sea en frio o caliente; elaborados con los antiguos métodos que los españoles aprendieron en Méjico. 

La última ciudad del "valle" es la que le da el nombre, "Noto". Joya y capital de este barroco tan singular, uno de los lugares indispensables de visitar en la isla; aclamada por Cesare Brandi (inspirador de la "Teoría de la Restauración") como el "Giardino di Pietra", el Jardín de Piedra. A causa de la catástrofe provocada por el terremoto del siglo XVII, se generó la oportunidad de diseñar una nueva ciudad, que se situaría a apenas 10 km. al sureste de las ruinas de "Noto Antica", sobre la pendiente de una colina que se extiende hacia el mar Tirreno, del que le separan apenas legua y media. Su motivación no era otra que demostrar la ostentación del clero y la nobleza, rivalizando cada una de ellas por edificar los edificios más suntuosos y ostentosos. 

Edificada al gusto barroco, siguiendo la moda de la época, con anchas y paralelas calles interpuestas por amplias plazas, generando grandes espacios donde los desniveles son solventados por entretenidas terrazas y escalinatas, creando unas extensas aéreas de unión entre iglesias, palacios, conventos y casonas, que junto con la uniformidad cromática, nos muestran esa exuberancia urbana y una unidad de estilo irrepetible en otros lugares. 

Llegamos al atardecer, la hora perfecta y en la que mejor se deja visitar y recorrer, cuando al contacto con el sol sus edificios alcanzan una tonalidad áurea irrepetible, y su tono, entre las dos luces del crepúsculo hace que todo ese atrayente entorno destelle mucho mas. Hay que atravesarla punta a punta por su arteria principal (Vía Marconi-Corso Vittorio Emanuele), en la que entre otros edificios destaca el Palazzo Ducezio y la Catedral, situada justo enfrente, con su amplia y elegante escalinata. Deberemos de retornar en sentido contrario, por la paralela Vía Cavour, repleta de mansiones como el Palazzo Nicolaci, con un característico regusto de "Il Gattopardo" de Visconti,............... completando un recorrido pleno de barroquismo, a través de algunos de los portentos que en este estilo por él nos toparemos. 

Por fin llegamos a Siracusa, para mí el mejor complejo urbano de toda Sicilia, de la que dijo Cicerón, era la ciudad más bella del mundo, y a la que se llegó el mismo Platón para exponer su idea de República. Si dejamos flotar a nuestra imaginación, podremos oír como aun replica el grito ¡Eureka!, y con él la presencia del entrañable, alocado y sabio Arquímedes, corriendo en "pelota viva" por su ciudad natal, extasiado por el descubrimiento del principio que lleva su nombre, aquel que tanto se esforzaron nuestros maestros en hacernos enseñar. 

Nos acercamos al rione (barrio) de Ortigia, su parte más marina, para visitar en soleada mañana la parte de levante, dejando para la tarde la de poniente, comenzando por el mercado y el Templo de Apolo; muy cerca de él, la Trattoria del Buongustaio, en Vía Trieste, 11, donde serás gratificado con una "zuppa di pesce", que no es una sopa propiamente dicho, sino más bien un conjunto de pescados y moluscos, guisados y aderezados en una exquisita salsa. El paseo por el contorno de sus murallas tiene algo de singular y emotivo a la vez, es como si el inmediato mar, ese añejo mediterráneo parado como un lago ante nosotros, pareciese advertir la próxima arribada de alguna nao llegada desde la antigua Grecia. Callejas, callejones, plazuelas y recovecos son nuestra aliada compañía; la magnífica Plaza del Duomo presidida por la Catedral, sus palacios, la Fontana Aretusa, el Castello Maniace, las pastelerías, las terrazas donde tomarla a la puesta del sol y sobre todo esa luz especial que la ilumina. 

Y al otro lado de la Isola di Ortigia, su recinto arqueológico, con los restos del  mayor asentamiento griego de toda la isla siciliana y capital del Mediterráneo durante varios siglos. En él se halla su Teatro Griego, el más grande de occidente y del mundo antiguo, con una cabida para 20.000 personas, donde  sin ninguna duda se represento a Esquilo, que además era siracusano, el cual no pudimos ver en su original amplitud, pues lo estaban acondicionado y forrando su graderío en madera, para que no sufriera los ímpetus de los seguidores de los Rolling Stones, que en fechas “Orecchio di Dionisio”. Según cuenta la leyenda, fue en esta cueva, que cuenta con una muy buena acústica, donde  el tirano Dionisio encerraba a los prisioneros atenienses, para espiar sus cuchicheos sobre él. No muy lejanas se encuentran las Catacumbas de San Giovanni, con una compleja red de laberintos subterráneos formada por unas 20.000 tumbas.
cercanas darían un recital con,................ su lengua fuera . También el Anfiteatro Romano calificado uno de los más característicos de su género. Las Latomias (antiguas canteras de piedra), oquedades naturales en la pared de roca caliza, donde está la famosa
 
Casi pegada a ellas la antítesis, de todo lo que hemos podido ver en esta admirable urbe. El mamotreto vanguardista de criticado gusto que alberga el Santuario de Santa Madona de las Lagrimas, un controvertido edificio de 80 metros, con traza más de otra cosa que dé lugar de culto, en el que se venera el hecho de una lagrimación en 1953; tal y como  cuentan, una representación en yeso del Inmaculado Corazón de María que pendía por encima del lecho de un humilde matrimonio, rezumó gotas durante cuatro días, hecho un tanto insólito que generó un alto grado de incredulidad. 

Nos comenta Miguel Reyero en su libro-guía Rumbo a Sicilia: “es difícil, para quien ama las ciudades hermosas, agradables y proporcionadas, ser objetivo cuando se describe Siracusa” así como: “de la maravillosa isla de Ortigia, en la que se agrupa la ciudad griega, la medieval y la barroca, uno no encuentra el momento de irse, y cuando lo hace, siempre desea volver”. 
 

Por eso, Siracusa no se puede contar........hay que ir a verla, pasearla, respirarla y llenarse de ella.

viernes, 2 de mayo de 2014

- Sicilia.........la Costa Sur y de Poniente

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Sicilia no se puede considerar del todo una parte de Italia. Su historia, escrita en las piedras de las ruinas de sus templos, está plenamente diferenciada de la seguida por la península latina. Por esta isla pasaron, convirtiéndola en parte de sus territorios: fenicios, cartagineses, griegos, romanos, vándalos, bizantinos, musulmanes, germanos, normandos, y por ultimo aragoneses (finalmente españoles después de las nupcias de los católicos reyes). Por motivos de la Guerra de Sucesión en España paso a ser independiente en 1713, reinando un descendiente borbón de Felipe V, aunque con muchas connotaciones con nuestro país; hasta que en 1860 (hace poco más de 150 años) Garibaldi la invade con tramposas artimañas, anexionándola posteriormente al hasta hora unificado estado Italiano. 

De esta agitada crónica, en su costa sur y oeste nos quedan los restos de dos míticas ciudades erigidas durante los siglos VII y V a. C. Las dos rivales y enfrentadas por la ser hegemónicas en su época; Segesta en el noroeste y Selinunte en el sudoeste. Las guerras entre ellas por el control del comercio marino y terrestre de la isla ha formado parte de ancestrales escrituras. Riñas que se extendieron durante cerca de 300 años, en las que azuzaron intereses griegos y cartagineses. No sabían las dos urbes que su destino iba a ser el mismo, consiguiendo ser ambas destruidas en sucesivas refriegas y convertidas con el paso de los siglos en un amasijo de labradas piedras esparcidas por el erial, hoy reclamo para los curiosos de la historia que nos acercamos hasta ellas a visitarlas y agasájalas. 

Segesta, aliada de Atenas, al ser derrotados los griegos por los siracusanos pidió ayuda a Cartago para atacar Selinunte. Siendo asediada en el 409 a.C. durante 9 días por una flota cartaginesa compuesta de 100.000 hombres, que arrasó templos, e incendió casas,  pasando a cuchillo a 16.000 de sus ocupantes, otros 5.000 fueron hechos prisioneros para ser usados como esclavos. Pese a la destrucción de sus murallas defensivas, se permitió a los habitantes supervivientes de Selinunte que continuasen en ella como vasallos de Cartago, permaneciendo en la ciudad bajo la autoridad de Hermócrates. En el 250 a.C. durante la primera guerra púnica entre Cartago y Roma, fue destruida definitivamente por los cartagineses en su huida ante las legiones del Imperio. 

Segesta no siguió mejor suerte, fue destruida en el 306 a. C. al ser obligada por Siracusa a rebelarse contra Cartago. Reconstruida posteriormente en varias ocasiones, finalmente fue desbastada por los sarracenos en el siglo XI, desapareciendo de la historia para siempre. 

Las dos están apartadas en la actualidad de cualquier asentamiento humano de importancia, lo que las confiere ese halo mágico del aislamiento. Segesta  en un altozano en medio de los montes, dominado gran parte del noroeste Siciliano, y a escasos 10 km. del mar en Castellammare del Golfo  que le servía en su época de esplendor como puerto. Selinunte en la misma orilla del mar, sobre un acantilado avistando toda la línea del horizonte marino. 

Nuestras andanzas por esta parte de la mayor de las islas mediterráneas, comienza precisamente por Segesta. Aquí es donde recibimos nuestro primer baño de ese clasicismo arquitectónico, cual si estuviéramos en las costas de la antigua Grecia. Ascendemos hasta las proximidades del Monte Bárbaro, desde el que contemplamos un magnífico espectáculo de cultivados campos verdecidos por la primavera. Orientado al norte, ubicación poco usual, nos encontramos escavado en la pura roca su hermoso y bien conservado Teatro Griego, con unas panorámicas impresionantes. No sé si yo sería capaz de concentrarme en alguna de las tragedias de Sófocles, Eurípides o Esquilo que seguro en él se representaron, ante esta inmensidad de paisaje y colorida naturaleza. 

A pocos metros, se hallan las ruinas de una mezquita del siglo XII, la primera en ser identificada en toda Sicilia, y en sus alrededores el resto de lo que fue esa prospera cuidad fundada por los originarios "élimos", antiguos pobladores de la isla que provenientes de  la destruida Troya, llegaron hasta aquí guiados por el héroe Acestes, así por lo menos nos lo cuenta Virgilio en su "Eneida". 

Al descender caminado, contemplamos bajo nosotros el espectáculo que hasta aquí fundamentalmente nos había traído. En medio de la nada, sobre la ladera de un cerrete, se nos presenta el Templo Dórico tal cual lo dejaron sus constructores en las proximidades del 430 a.C. pues nunca fue terminado, ya que su techumbre nunca se cubrió, se cree que debido a los costes que acarrearon las disputas con su rival Selinunte (los recortes de la época, solo que ahora los peculios se los regalamos a los bancos para "rescatarlos" por su mala gestión). Perfectamente conservado y compuesto de 36 férreas columnas levantadas sobre una base de aproximadamente 1.600 m² (61 x 26), forma uno de los más impresionantes tabernáculos griegos de toda Sicilia, tanto por su porte, como por la ubicación en la que se encuentra.

A su entrada, en la cafetería, pruebo por primera vez una de las exquisiteces de la "goloseria" siciliana, los "cannoli", como no podría ser de otra manera de origen árabe. 

Desde el clasicismo griego nos dirigimos tras unos 40 km. al medievo de  Erice ("monte" en el idioma de los antiguos sículos). Encaramada en lo alto del Monte San Giuliano, a 750 m. de altura sobre el inmediato mar, esta ciudad parece descolgada desde el cielo y depositada encima del azul mediterráneo como una guinda encima de un picudo pastel. Aunque también mencionada por Virgilio en La Eneida, aquí fue donde aterrizo Dédalo (el constructor del Laberinto de Creta, del que escapo el Minotauro) en su huida del rey Minos; pero poco, o escondido queda de esa época en esta peculiar población. 

Entre la niebla que juega al escondite con un tibio sol, llegamos a ella para recorrer sus pétreas y empinadas cuestas de calles normandas, abrazadas por casas de origen musulmán levantadas en torno a un patio. En lo más alto su magnífico castillo la vigila, bajo sus cimientos se encontraba el templo de Venus (romanos) o Afrodita (griegos), diosa del amor y la fecundidad, donde menesterosas sacerdotisas, ninfas del placer deleitaban con sus encantos carnales a los peregrinos que hasta allí se acercaban. Desde este altivo lugar, verdadero faro natural, divisamos los cuatro puntos cardinales: al sur, la inmediata Trápani: su puerto, las cercanas salinas y la silueta de las islas Egades, hasta la costa tunecina se puede divisar en los momentos sin caima; al este la campiña siciliana hasta divisar el Etna en los días claros; al norte la franja costera de Valderice y al oeste la inmensidad ese aturquesado mediterráneo, por donde llegaban las naves del Reino de Aragón. Sin duda Erice es una de las visitas inexcusables de realizar en Sicilia. 

Sugerente es también entrar en alguna de las pastelerías, en donde tomar algunos de los dulces de almendra y mazapán, que antaño eran solo elaborados por las manos de las monjas de sus conventos. 

Descendemos en continuo zig-zag los 14 km. que nos separan de nuestro próximo destino Trápani, con la panorámica del vecino mar que a nuestros pies se extiende y sobre el que tenemos la sensación de poder alcanzar con las manos.

La antigua Drepana griega, importante puerto en la época Fenicia, Trápani es hoy solo la sombra su esplendoroso pasado, fraguado durante la dominación musulmana y sobre todo durante el periodo Aragonés, sobre todo por el paso por ella de los cruzados camino a Tierras Santas. Su barroco casco viejo junto al puerto, hoy en gran parte peatonal, se articula fundamentalmente sobre sus tres calles: el Corso Vittorio Emanuele (que prácticamente nos encontramos en todas las poblaciones de la isla), la Vía Garibaldi y la Vía Torrearsa. Recorrerla al atardecer, durante ese espacio entre dos luces, en el que poco a poco la noche dominará la ciudad, se convierte en un momento de serena armonía, empezándonos a enseñar la esencia de estas tierras que hemos decidido recorrer. 

Famosa también por sus salinas ubicadas al sur, dirigimos ahora nuestros pasos hasta ellas. Hacia Marsala, toda la línea costera está prácticamente formada por estas geométricas y acuáticas balsas, que en otros tiempos contribuyeron al esplendor y prosperidad de o la medicina, y su importancia económica en todo el mediterráneo hasta la decadencia de las mismas, producida por los nuevos sistemas de industrialización, ha proporcionado a la región un marchamo de singularidad que ha definido las relaciones sociales, toda la zona. La producción de sal, con sus “mágicas” cualidades aplicadas en la gastronomía económicas y hasta paisajísticas entre los habitantes de la provincia y su entorno. Los montículos de sal, resguardados bajo las tejas de terracota,  simulan mantas que defienden el preciado y blanco elemento de cualquier factor que ose agredirles. Aunque actualmente se sigue obteniendo sal por métodos artesanales, solo se realiza esta de forma testimonial, obteniendo un producto de una apreciada calidad, pero de alto coste.          

Las salinas de Stagnone que nos encontramos 10 km. antes de llegar a Marsala, entre plomizos cielos que barruntaban lluvia, son las más sugerentes y añejas que se sitúan en nuestro recorrido. Ubicadas en la Reserva Natural de Stagnone, un enclave donde las agua bajas de una laguna pegada al mar, surgen como confinadas en grandes estanques de blanco color, en el que, cincelados sobre su horizonte y reflejando su inconfundible figura sobre las platinas acuosas, los molinos de viento que antaño bombearan las salobres aguas, generan un paisaje atrayente, relajante e inspirador. 

Dejando atrás las salinas situadas frente a la isla donde se ubicó el antiguo asentamiento fenicio de Mozia, llegamos Marsala, conocida  por su afamado vino, similar a nuestro exquisito Jerez, así como por el desembarque de Garibaldi en Sicilia. 

Bajo el dominio romano, Marsala fue un importante enclave del Mediterráneo, dada su situación estratégica frente a la costa africana. Reconvertida mas tarde en ciudad árabe (Marsa Allah), fue reforzada en los tiempos de la dominación normanda, y secularizada por los aragoneses a cuya época pertenecen muchos de sus actuales templos. 

Transitamos en soleada mañana su peatonal Casco antiguo, desde la Puerta Garibaldi, donde en su lateral se apoya curiosa iglesia de la Addolarata, de planta octogonal, hasta llegar a la Porta Nova, pasando por su potente Catedral. En su plaza, nos topamos saliendo de la Seo donde se estaba celebrando un funeral, con un curioso grupo de trajeados elementos del que sobresalía por su condición uno de entre ellos. Cruzaban la explanada camino de una cafetería próxima, el más sobresaliente iba arropado por los demás; al verle acercarse uno del interior del establecimiento salió, y con sumisión y vehemencia le beso la mano. La escena no  podía ser más cinematográfica, ni el mismo Francis Ford Coppola la hubiera rodado mejor, Don Vito en su esencia pura.............. nos habíamos cruzado con "mafia siciliana".  

Partimos de Marsala en busca de la otra mítica urbe griego-cartaginesa, Selinunte, calificativo que le dieron los romanos a la antigua Selinus griega, y cuyo nombre proviene de "selinon", el apio salvaje que crece espontaneo por toda la zona. 

Su ubicación a la orilla del mar sobre un acantilado, su aislamiento y su enormidad, ya que se trata de una ciudad que llego a tener en su época, siglo VII a.C. más de 25.000 habitantes, la convierte en uno de los espacios arqueológicos mas importantes de todo el Mediterráneo, siendo el yacimiento griego más grande de toda Europa. Hasta el punto que para poderlo recorrer, están disponibles a sus visitantes unas especies de cochecitos eléctricos, como los usados para el golf, para los que no quieran darse las caminatas que su recorrido requeriría. 

Su corta vida de apenas 200 años, entre su fundación en el 628 y el 411 a.C. en que fue destruida, está reflejada con exactitud sobre sus restos, prácticamente inertes, intactos descansando en el sueño de los años, como si de un terremoto se hubiera tratado, hipótesis no descartada por algunos historiadores, pero sin ninguna base documental. Aunque se han descubierto ocho de sus templos y fue recuperada para la historia por el dominico Tommaso Facello de Sciacca en 1551, sigue sin estar prácticamente escavada, eso es lo más sugerente de ella, su mágica desolación en medio de la nada, sin prácticamente un atisbo de humanidad a su alrededor. 

Recorrer las dos colinas sobre las que se asienta la antigua urbe, con un mar de restos de capiteles, columnas, frisos, triglifos y otros vestigios esparcidos ante nuestra visión, con el azul marino del mar como telón de fondo, genera una sensación de respeto, belleza, quietud y majestuosidad a la vez. Por eso mismo, por su aspecto devastado y desolado, genera más encanto aun su desorden, con la pura piedra que en otros tiempos generó arquitectura, hoy tirada por los suelos entre una naturaleza salvaje, teñida ahora por la primavera con el verdor de los campos y el amarillo de sus flores. 

Solo, a la entrada del recinto, el Templo denominado "E" de estilo Dórico y levantado en el siglo V a. C. es el único reconstruido de todo el conjunto. Derruido en tiempos por un terremoto, se rehízo en 1960 de una manera un tanto ortopédica, recolocando los basamentos esparcidos por el suelo, método denominado anastilosis. Al entrar en él y dirigirnos hacia su altar, lograremos imaginar la grandiosa estatua representando a la diosa Hera a la que estaba dedicado que acogía en su interior. 

Camino de Agrigento y 10 km. antes de llegar a ella, nos desviamos para visitar La Scala dei Turchi al atardecer, y si bien el momento no es el más idóneo para sacar las "instantáneas fotográficas", si lo es para llenarse de la belleza del lugar, aunque el fuerte viento que soplaba no fuera el mejor aliado para ello, pero aun así mereció la pena llegarse hasta aquí, a esas horas del incipiente crepúsculo.


Las playas de Scala dei Turchi, en Punta Grande, es uno de los secretos mejor guardados de toda la isla y una de sus más bellas curiosidades, cuya originalidad radica en un fantástico y escalonado acantilado de arenisca blanca, que al atardecer se tiñe de tonos rosas. Situadas en las proximidades de Realmonte, las terrazas de La Scala son un elemento único en el paisaje siciliano. La arena de sus costas no es abundante y el acceso algo complicado, pero su visión es tan, singular y llamativa que merece la pena desviarse sólo por contemplar su entorno. 

Llegamos a Agrigento ya en tarde avanzada, nos alojamos en el recomendable B & B Portatenea, en el nº 2 de la céntrica Vía Atenea, pero aun así nos dio tiempo a transitar la parte vieja de la ciudad entre la negrura de la noche. Recorrimos callejas, subimos y bajamos escaleras, nos acercamos hasta la Catedral situada en lo más alto, y en verdad que alguno de sus rincones generaban respeto por su oscuridad, había pasajes y recovecos en completa penumbra. Las sombras de personajes dispares en sus estrechos y escalonados callejones, el indefinido color de las siluetas y la abundancia de gentes venidas ser sur en busca de una mejor vida, la conferían un aspecto terrífico y siniestro. 

Situada encima de un roquedo con caída hacia el no muy alejado mar, la vieja Agrigento a la que Federico II definió como la "Città Magnifica", aun conserva gran parte de su fisonomía medieval con edificios e iglesias de ese barroco característico que en estas tierras abunda y que en muchos de los casos han sido edificados encima de lugares levantados durante el predominio de la cultura griega. La Porta di Ponte, reconstruida en el siglo XIX sobre la original del IX, nos da la entrada a la ciudad a través de la Vía Atenea, eje principal y comercial de la urbe y donde encontramos algunos de los edificios singulares de la población, como el Palazo Celauro donde vivió el filosofo y escritor teutón Goethe. 

Cerca de su puerto "Porto Empedocle" se halla la población de Kaos, que pese a su "desordenado" nombre, es el lugar donde nació y donde reposan las cenizas de Luigi Pirandello, escritor y dramaturgo que paso su vida entre, "personajes que buscaban autor", con "difuntos como Matías Pascal" que transitaban jubilosamente por la campiña italiana, o diciendo a todo el mundo "así es, si así os parece". Legándonos una impronta literaria reconocida con el Nobel de literatura en 1934, aunque su filiación política en el partido fascista de Mussolini, generó una gran frustración entre sus fieles lectores, así como en la ciudadanía italiana oprimida por el siniestro dictador "facha". 

Dejando la literatura aparte, lo que en realidad nos ha traído a esta parte del sur siciliano es el Valle de los Templos (Valle dei Templi), enclave que podría ser el mejor conjunto arqueológico de toda Sicilia y por ende uno de los mejores de mundo clásico, pero las reformas para hacerlo accesible al turismo de masas lo ha convertido en un parque temático. No por ello deja de tener gran interés y además es cómodo de visitar, pero ha perdido la magia y el misterio que rezuman tanto Segesta como Selinunte, a las que he dedicado fundamentalmente este articulo. 

Situado en la antigua Akragas (Agrigento), fue definida por Píndaro como “la más hermosa de las ciudades mortales". Formando por las más añejas y mejor conservadas construcciones helenas fuera de Grecia, lo componen una serie de edificaciones de tonos rojizos que se iluminan con el sol del atardecer. Su recinto arqueológico, que se extiende desde la Agrigento actual hasta las proximidades de la línea del mar, es inmenso (unas 1.300 ha.) y aun esta en gran parte sin excavar. Siendo la expresión "valle" con el que está denominado no del todo acertada,  pues sus edificaciones se hallan más bien en los altozanos que rodean la antigua urbe. 

El conjunto del extenso territorio dedicado a ser morada de los dioses, está compuesto por siete monumentales templos griegos de estilo dórico, que fueron levantados durante los siglos VI y V a. C.  En gran parte restaurados, su estado de conservación varia en como el paso del tiempo, los expolios que han sufrido y sobre todo como han sido a afectados por los terremotos que se han sucedido a través de la historia, hoy forman parte de los lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

Fundada en el 580 a. C. la greco-romana ciudad mantuvo su fastuoso esplendor hasta el 406 a. C. cuando fue sitiada y saqueada por los cartagineses, albergado por aquel entonces unos 200.000 pobladores. Con la posterior llegada de los romanos en el siglo III a. C. Agrigento recupero su importancia, que posteriormente iría perdiendo hasta tu decadencia final, con el asentamiento en ella de bizantinos y cristianos que arrasando sus paganos templos, fue paulatinamente abandonada y transformándose en las ruinas que hoy la muchedumbre multicolor viene a admirar. 

Pasear por entre sus vestigios, bajo los destruidos capiteles y los devastados arquitrabes, que albergaron en su día los coloridos santuarios, es suficiente para imaginar la grandeza que tuvieron en su pasado los templos. Aunque los más visitados sean en la actualidad, por su excelente estado de conservación, los de Hera o Juno, que situado junto a un gran altar, domina toda la colina con una panorámica del resto del complejo, y sobre todo el de la Concordia, que ubicado a unos 700 m. es su inmediato. Este último es el mejor conservado de todos, debiendo su nombre a una inscripción hallada en su contorno, aunque se cree que debió de estar dedicado a Castor y Pólux. Bajo su base, en las proximidades del empedrado camino que los recorre, nos encontramos la fotogénica escultura del mitológico y abatido Ícaro. 

A continuación, uno tras otro se suceden los tabernáculos de Hércules, Júpiter o Zeus Olímpico, Hefestos, Dioscuros, Asclepios, Deméter y Atenea, completando un recorrido por casi la totalidad de las divinidades clásicas, que rodeados de un entorno, salpicado de floridos almendros, con los verdes campos y el mar como fondo, convierten a este lugar en un paraje seductor.
 
Después de visitar este "Olimpo" siciliano, dirigimos nuestros pasos hacia el norte, a la población de Enna, para desde ella introducirnos en el "Barroco Siciliano"; pero eso será en un nuevo articulo de este periplo por la isla de los "dioses", que si os interesa puedes ver aqui .