domingo, 28 de noviembre de 2021

- Monasterio de Santa María de Moreruela…… Cister en estado puro

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- La Orden del Císter

Durante los siglos X y XI un grupo de religiosos disconformes con el rumbo que tenían por entonces ya las órdenes religiosas cristianas; debido al desviacionismo y la degeneración de las reglas originales que motivaron su creación: ascetismo, pobreza, oración y esfuerzo; fueron adquiriendo conciencia sobre la necesidad de una enérgica reforma. Tomando como ejemplo a los primeros monjes llegados durante el siglo III de Siria, Egipto y Tierra Santa, adoptando como normas principales la regla que San Benito ya definiera en el siglo IV, el “ora et labora” de forma estricta, recuperando el ascetismo, la austeridad y el trabajo. Siendo en 1075 cuando un grupo de 21 monjes fundan en el bosque de Citeaux (en latín Cistercium) de donde proviene su nombre, una nueva comunidad que potenciaba la caridad y el voto de pobreza............ es el inicio de la Orden del Cister. 

Pero el verdadero impulsor e inspirador de esta nueva filosofía monástica o vuelta a los orígenes, fue Bernardo de Claraval, un borgoñés (centro-noreste de Francia) de noble cuna pero piadoso en sus formas. Desde muy joven destacó como gran comunicador (un influencer de ahora), del que se contaba que fue dotado por Dios con un gran poder de seducción, para atraer a las gentes hacia la vida monacal. No habiendo lugares (templos, universidades, plazas públicas) incluso en el ámbito rural, donde los que le escuchaban, fundamentalmente jóvenes, le siguen para recibir sus enseñanzas y les formara como clérigos. 

Fundó y creó durante su vida monacal; que se extinguió a los 63 años en 1153; más de trescientos monasterios, consiguiendo elevar hasta la santidad a muchos de sus discípulos. A través de su fervor ascético, ha sido considerado como uno de los fundadores de la mística medieval, logrando con su quehacer que el “Cister” fuese durante el siglo XII la Orden con más peso e influencia de toda la iglesia. Llegando en el primer tercio de esa centuria a ser el abad Bernardo el más importante colaborador de la orden del “Temple”, participando en su organización y convirtiéndose en uno de los principales valedores de los monjes-caballeros. 

Fue Bernardo de Claraval con la potenciación de la Orden el gran impulsor de la arquitectura cisterciense, basada fundamentalmente en un diseño que reflejase las líneas de simplificación y desnudez que trasladasen el ideario de la congregación: austeridad silencio, contemplación y ascetismo. Descartando todo lo superfluo, el esquema cisterciense alcanzó unos espacios sobrios, desnudos y originales que lo hacen plenamente identificable. 

De los monasterios matrices del Cister, surgieron en apenas unas decenas de años más de sesenta mil monjes que se expandieron por  toda la Europa occidental, donde fundaron y establecieron nuevos monasterios, buscando para ello zonas deshabitadas y yermas, pero con abundante agua en sus proximidades. 

Usan la misma metodología en todos los casos, siendo una docena de frailes que procedentes de otros monasterios quienes se encargan de iniciar la colonización de los terrenos que en muchos casos son donaciones reales o nobiliarias. Están instruidos en organizar el trabajo agrícola dedicando para ello a conversos asignados a estas labores, consiguiendo tener siempre mano de obra dispuesta a trabajar las tierras yermas que habían elegido para crear su comunidad. Provistos de los mejores “maestros constructores” y de los canteros más experimentados, fueron en gran parte los responsables de la propagación de las construcciones “góticas” por todo el continente, llegando con ellos el arte cisterciense hasta la Península Ibérica. 

De los aproximadamente 100 monasterios del Cister que salpican nuestra piel de toro; de Monfero (Coruña) a Retiendas (Guadalajara) o desde Santes Creus (Tarragona) a Florida (que hasta allí se llevaron el monasterio de Sacramenia en Segovia); unos 40 se ubicaron el tierras de castilla, lo que nos da una idea de la importancia que se le dio a la repoblación de estas zonas (en tiempos de reconquista), ya por aquel entonces difícil de colonizar. Siendo las zonas próximas al Duero donde se hace más necesaria la labor de generar asentamientos debido a la escasez de gentes (la España Vaciada ya lo era entonces y creo que nunca ha dejado de serlo). 

- Monasterio de Santa María de Moreruela

Uno de estos cenobios es el que me motiva estas letras, Santa María de Moreruela, que situado en plena Tierra de Campos zamorana, en las inmediaciones del río Esla de la Dehesa de la Guadaña, fue uno de los primeros en constituirse en la península por la orden del Cister (el primero para algunos historiadores). Fundado por San Atilano y San Froilán durante el siglo IX como abadía benedictina, su creación va pareja a una leyenda atribuida a estos dos santos, en la cual fueron avisados por un arcángel de que abandonaran el monasterio ya que llegaría el musulmán caudillo Almanzor y lo destruiría, debiendo recoger la imagen de la virgen para salvarla de la profanación islámica. Así mismo les indicó que deberían de levantar otro monasterio en el lugar donde encontraran un león junto a un gran árbol y una piedra con hueco donde esconder la imagen de la Virgen que les encargado custodiar. Encontraron el lugar en la orilla izquierda del Esla, siendo allí donde construyeron el complejo monacal, que unos 100 años más tarde sirvió para erigir sobre sus ruinas el definitivo monasterio ya bajo la advocación del la Orden del Cister. 



A San Froilán le nombraron obispo de León y a San Atilano de Zamora, estando el primero relacionado con varias leyendas de lobos, siendo por aquel entonces muy abundantes estos caninos. Al segundo se le vincula con los peces de Duero en Zamora y su anillo obispal, pero estas fabulas me llevarían algún que otro párrafo más y lo que quiero es centrarme en el magnífico monasterio de Moreruela.

Enclavado en un apartado y bucólico paraje perdido en los confines de Castilla, su visión no dejará indiferente a nadie, mostrándose ante nuestra vista las ruinas de lo que en tiempos fuera un soberbio complejo monacal. Un lugar que sin duda colmará las expectativas de todos los que lo visitamos, y que a nadie deja indiferente. 



Su impronta, basada en unas formas arquitectónicas indiscutiblemente de origen francés, que teniendo a la sobriedad como rasgo indiscutible del Císter, aquí queda cuestionada por la extraordinaria arquitectura desarrollada en este espacio. Contemplando nada más entrar a través de mostrarnos sucesivos estilos arquitectónicos, lo que se podría calificar como ejemplo, referente y prototipo de Monasterio Cisterciense. Aun en ruinas, todavía uno se puede imaginar lo que fuera el complejo arquitectónico al completo, pudiéndose observar plenamente su estructura y las dimensiones de las edificaciones que lo componen, así como lo excepcional del entorno donde está ubicado. 

Transitar por sus restos, dejándonos llevar por los enigmas de su rico y misterioso pasado, es una aventura difícil de olvidar, trasladándonos la sensación de que todavía sus muros aun conservan un sin fin de historias, misterios, leyendas y secretos. La fastuosidad que aun se distingue entre sus caídas piedras, nos trasladan la sensación de la grandeza que pudo tener en el pasado, cuando en los siglos XII y XIII registro su máximo esplendor. Convertido en uno de los monasterios más influyentes y poderosos de España, cuyos dominios llegaron alcanzar hasta tierras portuguesas de Braganza. 

Lo que ha llegado a nuestros días de aquella esplendida construcción son unos seductores vestigios, entre los que sobresalen por su exquisitez y monumentalidad los restos del templo. Sobre todo y principalmente su cabecera, que ha llegado hasta nuestros días como la parte más conservada, a la vez que bella y bien realizada, tanto en su exterior como por dentro. Siendo en ella donde percibimos los elementos más destacados, como son sus exquisitos siete ábsides, cuya observación compone una auténtica delicia, al ser un prodigio del arte medieval. 


Al exterior contemplamos como se superponen tres niveles, generando unos volúmenes que crean esa grandiosidad arquitectónica que nos sorprende al observarla, creando un extraordinario e irrepetible conjunto. Una armonía y equilibrio arquitectónico que solo se encuentra en un puñado de edificaciones como es el caso del “Taj Mahal”, con el que no es mi intención comparar. Estas formas trasladadas al interior conforman una esplendida "girola" que se abre a siete capillas de exquisito románico, en las que fijándonos bien aun podemos apreciar algunas policromías. 

Aunque solo queda parte de su estructura, la iglesia era la zona predomínate para los monjes de la congregación. Con planta de cruz latina y unas sobresalientes dimensiones, 63 metros de largo por 26 de ancho, a ella acudían los religiosos hasta siete veces al día para cumplimentar la liturgia. Acompañados en sus rezos por esculturas y enterramientos sepulcrales de nobles castellanos y portugueses, que legaron parte de sus haciendas para el sostén y expansión del cenobio. Al templo se accedía por distintas puertas, algunas de las cuales solo eran del uso por parte de los clérigos, otras para los conversos y pueblo llano, existiendo una reja en medio de la nave que separaba las comunidades seglares de las religiosas. La portada occidental, que debió de ser la más notable y sobresaliente pues por ella entraba la feligresía, se encuentra totalmente arrasada, no quedando absolutamente nada de lo que pudo ser. 

Las obras de la mayor parte del claustro y del resto del templo se ejecutaron en un tiempo relativamente breve, entre 1162 y 1220. Del "claustro medieval" solo se conserva casi en su totalidad el pabellón ubicado al este, así como parte del septentrional, por lo que su cuadrado porte sería parecido a la que actualmente vislumbramos. 



A levante del patio claustral, se encuentran dos de los recintos más importantes del complejo después de la iglesia. La primera que nos encontramos es la Sala Capitular que original del siglo XII, en la actualidad gran parte de su techumbre se encuentra reformada con terminación de hormigón, pero haciendo analogía a las bóvedas de crucería originales, toda vez que se encontraba en su mayoría ya hundida a comienzos del siglo XX. Parece ser que en su centro pudo existir un manantial, siendo el lugar elegido para sepultar a los abades y los nobles que pudieran tener ese altísimo privilegio. Siendo el caso de un magnate y su hijo a comienzos del siglo XIII: "Hic iacet Pelagius Tabladelli et hic filius eius Petrus Pelagii", cuya inscripción podemos encontrar bien visible en el muro norte. 

El otro compartimento es la "Sala de los Monjes", que situada en el vértice noreste, es sin duda una de las dependencias mejor conservada de todo en monasterio. Datada también en el siglo XII, es el lugar de trabajo más importante de todo el complejo. 

- Decadencia

A pesar de ser un referente durante los siglos XII - XIII y llegar a su máximo esplendor durante el periodo comprendido entre el XVI - XVII, -tras algunas crisis que supera no sin dificultad-, a principios de siglo XIX con las ocupaciones sufridas durante la llamada "Guerra de la Independencia" tanto por tropas francesas como españolas, comienza una rápida agonía para estas piedras, que tienen sentenciada su trágica condena. A principios de 1800 habitaban entre sus muros alrededor de 50 monjes, y terminada la contienda con los "galos", solo regresan 20 encontrando estos el monasterio ya en un estado de abandono y saqueo. 

Pero la puntilla final la dio la desamortización de 1835-1836 promovida por Juan Álvarez "Mendizábal", ministro de Hacienda y presidente del Gobierno de la regente María Cristina de Borbón (viuda de Fernando VII y madre de Isabel II). Debiendo de aclarar que en nuestro país, entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XX ha habido hasta 8 desamortizaciones. Estas expropiaciones o secularizaciones como a algunos les ha gustado llamar, provocan la marcha de la docena de monjes que aun se mantenían en Moreruela, pasando los terrenos y edificios a manos privadas (de pudientes y nobles) provocando el expolio de gran parte de sus construcciones dedicándolas a otros menesteres (Iglesia de la cercana población de Granja de Moreruela se edificó con ellos). 



Y para terminar el saqueo, en la década de los años veinte del siglo pasado, llegan nuestro país los "marchantes" americanos (del norte), expertos en arte antiguo, llevándose cualquier cosa que pueda interesar a los acaudalados e indoctos ricachones "yanquis", para ornamentar sus estrafalarias mansiones. Solo por poner unos ejemplos cercanos: las pinturas de San Baudelio en Soria, el claustro del Monasterio de Sacramenia en Segovia, y como no partes sustanciales del zamorano Monasterio de Moreruela, pero la lista se podría alargar en varios folios.  

Por fin en 1931 la Republica Española lo declara Monumento Nacional y en 1994 pasa a titularidad pública al ser adquirido por la Junta de Castilla y León, con lo que parece terminar su penitencia, produciéndose durante estos años obras de consolidación y mejora………. esperemos que su futuro este garantizado. 

- Magia

Aunque sus ruinas nunca perderán ese halo de misterio que han hecho de la historia de la abadía toda una leyenda, contándose que el emplazamiento donde se ubica la abadía desprende unas fuertes energías telúricas, siendo además lugar donde se han celebrado en los últimos decenios algunos rituales mágicos. Está cruzado por las denominadas "Líneas Ley" o "Sendas de Dragón", especie de alineaciones de energía existentes en el campo magnético terrestre, que se localizan en sus vórtices. Los cuales se sitúan fundamentalmente en lugares sagrados diseminados por el planeta, tales como: como los círculos de piedras (crónlechs) u otros monumentos megalíticos, así como iglesias, cementerios, etc., que han sido erigidos sobre lugares rituales de pueblos prehistóricos. 

Magia encontramos también entre sus muros al admirar la ingente cantidad de "marcas de canteros" que los maestros constructores nos han dejado en sus labradas piedras. Símbolos que nos dan constancia de la calidad del trabajo realizado por estos profesionales, diferenciando con sus peculiares rasgos la de cada uno de ellos. Los signos que podemos encontrar grabados en sus sillares han resistido hasta el momento el conocer su motivación, así como saber su significado, aparte de poder ser la marca de autor del cincel de la piedra. El pensar sencillamente que se hacían para poder cobrar su trabajo es una forma simple de analizar estos trazos hechos con esmero y destreza. 



Estando fuera de lógica la abundancia de estos signos representando a serpientes, ya sean asemejando la forma de un báculo o de culebra enroscada, unas con lengua bífida, otras bajo forma cruciforme. Cual imitando el "caduceo de Hermes" (dos serpientes enroscadas un una vara), las representaciones que en algunos lugares podemos observar, nos retraen hacia antiguas herejías. Tampoco faltan caracteres con "pata de oca", alegoría gráfica bien conocida en muchos de los edificios que jalonan el Camino de Santiago, también encontramos algunas representaciones de cabezas de aves, además de cruces referentes a órdenes militares como la del Temple o Montesa, así como “cruces patadas”. 

Aunque sin duda y nos deja perplejos a los que descubrimos el original y singular plano-graffiti que se localiza gravado en el exterior del primero de los absidiolos, el de la izquierda (solo conozco otro caso en Monforte de Lemos, cincelado en piedra bajo la monumental escalera del Colegio de Nª Sº de la Antigua), es lo que nos ha querido trasladar el artífice de tan peculiar gravado.  Siendo otro de los grandes misterios que envuelven estas ruinas, y que hasta ahora están sin descifrar.  Parece un plano, un esbozo de una construcción, desconociéndose si es referente a las obras del monasterio o un bosquejo de otro edificio que no se llegó a realizar. Sea como fuere, forma parte de los misterios y enigmas que se encuentran atrapados entre estos atrayentes muros. Junto a estos, podemos encontrar los restos de otros "graffiteros horteras" y de mal gusto ya de los siglos XX y XXI, a los que se les podía haber caído la mano al realizar sus "obras"……………. pero bueno, es lo que dan "las cañas y la libertad". 

Solo invitaros a que visitéis Zamora y os acerquéis a esta orilla del Esla donde encontrar estas maravillosas ruinas cistercienses, llenas de encanto y magia. 

miércoles, 24 de noviembre de 2021

- Luna de Castor…… Navalcaballo (Soria)

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Se notan ya bastante que los días se acortan y aun nos queda un trecho hasta el 20 de diciembre en que comenzarán a alargarse. Es por ello que a las cinco y media de la tarde partimos en dirección a Navalcaballo para poder, desde sus proximidades, contemplar la “Luna de Castor”. 

A apenas 9 kilómetros de Quintana Redonda, Navalcaballo es una población de unos 81 habitantes (contando con cenca de 300 en los años 60 del siglo pasado), un ejemplo mas de lo que algunos denominan la “España vaciada”, producto de las condiciones en que se vivía en estos lugares a mediados del siglo XX y  que aun no se ha sabido corregir, si es que esto es viable. Aunque en esta localidad puede que con el tiempo y las circunstancias favorables, sea posible que tenga su futuro asegurado: dista apenas 11 km. de la capital, se sitúa a algo menos de tres de la autopista Medinaceli – Soria, cruzando por sus cercanías la futura y demandada “Autovía del Duero” o lo que por aquí se conoce como Autovía Valladolid - Soria – Tudela y por si estas circunstancias no fueran suficientes, han tenido la valentía de invertir futuro en un polígono industrial que poco a poco va cogiendo cuerpo y consolidándose de manera discreta………… una forma de generar actividad y empleo a la juventud local.

 

Se le conoce como Luna de Castor, a la que se puede observar en fase llena durante el plenilunio otoñal, que este año seria el día 19 de noviembre. Comenzando aparecer sobre el horizonte por levante a las 17,54 horas, prácticamente a la misma que el sol se ocultaba por poniente, las 17,46. Los dos con tonos rojizos, dándonos una la bienvenida por el Cerro de San Marcos y despidiéndose el otro tras la Sierra Inodejo. 

 

Plenilunio es la fase lunar que transcurre cuando la Tierra se encuentra situada entre el Sol y la Luna, los tres casi alineados. Consiguiendo de esta forma una iluminación cercana del 100%, lo que nos permite observar espectaculares imágenes.

 

A este espectacular fenómeno de nuestro onírico y solitario satélite, también se le conoce como la brillante Luna Escarchada o Luna Helada. Recibiendo el nombre de “castor” por ser en este tiempo cuando los trampero americanos (del norte) ponían sus cepos para cazar a estos grandes roedores, de los cuales solo buscaban su suave, cálida, apreciada y valiosa piel, ya que por una de ellas se llegaba a pagar hasta 9 “dólares” a principios del siglo XIX. También parece achacarle su nombre al hecho de que estos animales se preparaban activamente en esta época otoñal para soportar los crudos inviernos. 

 

Además en este año (segundo de pandemia), durante los días 21 y 22 de noviembre, de no haber sufrido la borrasca que ha dejado a medio país helado y algo blanco, hubiéramos podido observar el comienzo del anochecer y próximas a la luna dos estrellas brillantes, con los mitológicos nombres de “Pólux” y curiosamente “Castor”.




Coincidente con este efecto lunar, también se desarrollará el ultimo eclipse parcial del año (cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna) que, según nos informan los servicios geográficos y astronómicos, será el mas largo que se ha producido en los últimos 580 años, prolongándose durante unas 6 horas. Lastima que desde nuestras tierras hispanas este efecto no lo hayamos podido observar.

 

Y para terminar los fenómenos “celestes” en este mes de los “sagitarios”, también hemos tenido dos eventos de lluvia de estrellas: El primero durante el jueves 4 y el viernes 5 cuando nos bombardearon “Las Táuridas”, para dos semanas después ser el turno de “Las Leónidas” quienes cruzarán el firmamento arañándolo con sus fugaces estelas. Siendo este segundo episodio, además de llamativo y espectacular, curioso y singular, toda vez que no se repite cada año, pudiéndose únicamente observarse tres veces cada siglo, además de involucrar a ciento de meteoritos cada hora, convirtiéndose el fenómeno en uno de los acontecimientos mas potentes de este tipo.

 

Solo espero que algunos de los que asiduamente leéis estos párrafos hayáis podido disfrutar de estos momentos.

lunes, 1 de noviembre de 2021

- Ferrocarril de La Fregeneda...... puentes y túneles entre cielo y tierra

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Nos situamos a finales del siglo XIX, esa centuria de nuestra historia tan ajetreada, interesante, truculenta, intensa e incluso voluptuosa, que tanto me atrae de nuestro pasado no tan lejano. Es cuando, con el desarrollo del ferrocarril por la aparición de la “máquina de vapor” a finales del siglo XVIII, se extiende la llegada de esos caminos de hierro hasta los confines de la periferia Europea, es decir a Portugal y España. Ante la decisión de nuestros vecinos lusos de que Portugal necesitaba comunicarse con el resto de países europeos, y por parte española la necesidad de dar salida por el Océano atlántico a los productos de la meseta, se planifica una conexión ferroviaria entre Salamanca y Oporto por la rivera del Duero…………. estamos en el año 1881. 

Comenzándose a construir esta novedosa infraestructura en agosto de 1883, realizándose un importante y espectacular "comienzo" como si fuera una inauguración, llegándose a usar en el evento un ingente volumen de dinamita para realizar 1.400 explosiones o voladuras de rocas, consiguiendo sorprender a los abundantes invitados al acto. Pues la última zona de su trazado en la parte Española, el barranco del río Águeda, fue donde los ingenieros debieron de esforzarse sobre manera ante lo intrincado del terreno, la existencia de rampas que superaban el 20 % de desnivel y encontrar curvas tremendamente cerradas, siendo necesario por ello la realización de un importante número de puentes y túneles. 

Cuatro años más tarde, en diciembre de 1887, fueron concluidas las obras, siendo en el puente que cruza la desembocadura del Águeda en el Duero, donde se encontraron los convoyes español y portugués dando por inaugurada esta poderosa infraestructura, que uniría Salamanca con Oporto, estando considerada como "la mayor obra de ingeniería civil Ibérica del siglo XIX". Una vía de tren en paralelo a la frontera portuguesa por el río Águeda, pero centenares de metros por encima de su cauce, bordeando y transcurriendo entre potentes barrancos sobre impresionantes puentes de hierro. 

En su construcción llegó a emplearse a 20.000 trabajadores, mano de obra barata procedente fundamentalmente de Extremadura, Galicia y Portugal. Sucediéndose numerosos conflictos sociales, huelgas y epidemias (tifus, paludismo, viruela) que originaron una alta mortalidad, así como una siniestralidad muy elevada, motivada por las malas condiciones laborales, también por las numerosas explosiones que se tuvieron que acometer debido a los obstáculos del terreno. Siendo el accidente más reseñable el ocurrido durante la perforación del túnel nº 1, donde una explosión ocasionó una gran inundación, en la que perecieron una veintena de operarios. 

Y aunque las expectativas iniciales fueron elevadas, el ferrocarril nunca alcanzó la rentabilidad comercial esperada, que unido a la mejora de las conexiones del tránsito por carretera y al auge del uso del vehículo privado, provocó que la línea fuera clausurada en 1985, a pesar del rechazo de los vecinos de la zona que realizaron multitud de protestas y manifestaciones. Quedando en desuso y abandonado el tramo de 78 km de longitud, existente entre las poblaciones de La Fuente de San Esteban (Salamanca) y Barca d’Alva (frontera de Portugal). 

Aun en este estado de olvido y dejadez por parte de las autoridades, en el año 2000 fue declarado Bien de Interés Cultural, comenzando por aquel entonces las cábalas de su posible reutilización. No siendo hasta que los dignatarios provinciales, ante el éxito de la rehabilitación del Caminito del Rey (Ardales – Málaga) o las Pasarelas del Congosto de Mont Rebei (Montfalcó- Huesca), se pusieran las pilas para actuar en su restauración y mejora, en el intento de revitalizar esta zona de "La Raya" fronteriza con nuestros vecinos lusos. Siendo en abril de este año 2021, cuando por fin ha sido abierto de nuevo al público como itinerario pedestre, siendo 135 años después de su puesta en marcha cuando de nuevo se ha revitalizado su uso, pensando que mas de cien años de historia pasa bajo nuestras botas. 

No es un simple recorrido de lo que ahora se denominan “Vías verdes”, son cerca de 18 impresionantes y apasionantes kilómetros por el Parque Natural de las Arribes del Duero. Una ruta a través de las viejas vías, caminando por traviesas y balastros de piedra, rodeados de una naturaleza prácticamente intacta y recorriendo lo que todavía es un valioso patrimonio arquitectónico compuesto por veinte sombríos túneles abiertos en la viva roca, y una decena de singulares, sugerentes y altivos puentes de hierro que libran los barrancales de la ruta. 

Un espectacular trazado realizado por insignes profesionales, proyectando una obra de ingeniería formidable y grandiosa, siendo calificada por expertos como sublime. Un trazado que desafía una difícil orografía casi intransitable, realizando uno de los itinerarios ferroviarios más sugerentes y singulares de todo el continente. Siendo el único trayecto de vía férrea en Europa declarado B.I.C. con categoría de Monumento. Hoy denominada como "Camino de Hierro" es una de las referencias turísticas del noroeste salmantino. 

Su situación, altitud y orografía ha generado un peculiar microclima, que ha propiciado la existencia de foresta inusual en estas cotas de la meseta, como pueden ser almendros, chumberas, olivos y otros frutales que observamos al caminar organizados en pulcros y cuidados bancales de la zona portuguesa. Viendo como por encima de nuestras cabezas y fundidos en esta hermosa naturaleza y formando parte de ella, vuelan rapaces como el buitre leonado, el águila real y los alimoches, alegrando nuestro caminar al percibirlos. 

Han pasado casi 25 años de cuando transité estos raíles por primera vez durante una Semana Santa de 1997, al acercarnos a Las Arribes del Duero en su parte hispana. Ahora se encuentra ya reparada y en perfecto estado, después de su reparación y adecuación durante los últimos años y abierta al público en la primavera de 2021, con una inversión de algo más de un millón de euros. 

Me quedan buenos recuerdos de aquel recorrido: dormimos en la estación ya que llegamos al anochecer y partimos de mañana temprana para el itinerario de los “Puentes y túneles”, siendo en total 10 personas las que recorrimos el trayecto sin ver a ninguna otra alma en todo el itinerario. Por aquella época el estado de los puentes y en general del camino estaba aceptable, al parecer el posterior deterioro de los últimos años, hizo clausurar la travesía por su elevada peligrosidad. 

La ruta comienza en la vieja estación de La Fregeneda (a dos kilómetros de la población), en el paraje conocido como Valdenoguera, lugar donde dejaremos el vehículo. 

Al poco de comenzar nos encontramos con el primer y poderoso túnel que alcanza una longitud de 1,540 m. es conocido como de ‘la Carretera’, ya que pasa por debajo de la vía de acceso que une Salamanca con La Fregeneda. Pese a su largo trecho, se distingue un puntito de luz al fondo que nos indica la desembocadura, pese a lo cual aun se tarda en ver cómo se va haciendo más grande. Siendo en su salida cuando realmente nos damos cuenta de donde estamos, bajo nosotros a nuestra izquierda observamos las arribes del río Morgáez (arribe = valle profundo). De este túnel y aquella salida de 1997, aun me queda algún recuerdo en un dedo de mi mano izquierda. Una vez que se hace la luz, nos espera el pequeño puente Pingallo de 11 metros y el túnel de Las Majadas (2) con sus apenas 33 m. 

A los 4 km. del comienzo nos encontramos uno de los puntos singulares del recorrido, el túnel nº 3 o de Morgado de 423 m. de longitud. El diseño de este túnel en “curva” de 180º, tiene que ver con la dirección del recorrido, ya que la vía gira para adentrarnos definitivamente en los barrancos que forman las aguas del río Águeda en su camino hacia el Duero. Esta fuerte curvatura genera que un trozo de su recorrido sea totalmente en la oscuridad más absoluta, lo que ha producido con el tiempo de abandono y la inactividad ferroviaria que en esas tinieblas se asiente una colonia de murciélagos catalogada como única, ya que es una de las más numerosas de la Península Ibérica llegando a tener unos 12.000 ejemplares. Aun sin verlos, pues las luces de nuestras linternas no pueden dirigirse a ellos, el olor, los ruidos, y el caminar por sus residuos nos da cuenta de su existencia por encima de nuestras cabezas. El “guano” o los excrementos de estos mamíferos voladores, al caminar sobre él y en penumbra, da la sensación de transitar por una alfombre bien mullida, y eso que tras la rehabilitación de la vía gran cantidad de estos restos fueron eliminados, notándose una fuerte disminución en su espesor. 



A la salida ya nos encontramos en pleno valle del río Águeda, que luce esplendoroso y encañonado 200 mts. bajo nosotros haciendo al mismo tiempo de frontera con el país vecino (divisoria que llega a extenderse hasta 40 km.). Ya no nos abandonará durante todo el recorrido, generando a ratos en nuestros ojos unas imágenes llenas de naturaleza, acompaña en todo el trazado. Apenas después y situado entre los túneles 3 y 4 nos topamos con el puente del Morgado, que con sus 105 metros de largo y 21 de altura, nos ofrece unas vistas del río. 

Pasados 600 metros, nos encontramos con una roca granítica, que lleva de nombre de Poyo Rubio, y que atravesamos con un túnel (4) recto de 84 mts. Justo a la salida del pasadizo cruzamos por el puente Poyo Rubio tiene una longitud de 133 mts. y 25 de altura. Es este puente es unos de los más vistosos de toda la ruta debido a la formación rocosa que podemos divisar a nuestra espalda y a la dualidad de oscuridad y luz que genera esta espacio. 

Abandonamos esa luminosidad unos 300 mts. mas adelantes para cruzar los prácticamente seguidos túneles de La Belleza (5) de76 m. y el del Poyo Valiente (6) con 358 m. También Poyo Valiente se llama el impresionante puente que hay justo a la salida del túnel, una de las obras de ingeniería más complicadas de la ruta, provisto de una estructura metálica realizada en curva única en Europa, con 138 mts. de largo y 23 de altura sobre el barranco. 

El Águeda nos sigue acompañando en nuestro transitar, divisando como los campesinos portugueses tienen perfectamente cuidados sus campos, cultivados fundamentalmente de viñas, olivos y frutales, divisando por encima de ellos la aldea de Escalhão, distante de nosotros unos 5 km. hacia poniente. 

Continuamos cruzando los túneles del Pico (7) con sus 46 mts. Cega Verde (8) de 86 m. Martín Gago (9) 62 m. La Cortina (10) 78 m. Cega Viña (11) 94 m. y Los Llanos (12) que con 149 m. nos sitúan ya pasada la mitad de la ruta. Tras salir del puente de Los Llanos nos damos de bruces con el impresionante puente del Lugar, que con sus 140 mts. es el más largo de la ruta, sirviendo para salvar el arroyo del Lugar que discurre a sus pies 60 m. más abajo. Atribuido a la escuela de Gustave Eiffel, su tránsito es uno de los momentos más sugerentes de la ruta, debiendo de pararnos a mitad del mismo para contemplarlo en toda su dimensión. 

Atravesamos el túnel del Lugar (13) de 127 mts. el de La Barca (14) con 135 y el de los Poyos (15) de apenas 37. Este ultimo previo al también espectacular y majestuoso puente de Los Pollos, que sobre el arrollo del mismo nombre, se yergue a 50 metros de altura, con una longitud de 135 mts. sirviendo para superar el desnivel más acentuado de todo el trayecto. 

Estamos situados en el km. 12 de la ruta y nos disponemos a cruzar otro de los túneles largos el de La Porrera (16) de 329 m. A continuación el puente de los Riscos de 71 mts. y los túneles de los Riscos (17) con 200 m. de transito y del Gazarro (18) de 72. Estamos en zona de abundantes chumberas que nos muestras sus frutos al pasar, con la permanente imagen del Águeda cada vez más cercano. 

Cada vez nuestra vista observa como las imágenes de civilización vas en aumento, es la señal inequívoca de que nos estamos aproximando hacia el final del recorrido. Solo nos queda cruzar por el puente de Las Almas de 136 mts de largo y 26 de altura, sobre el que recae una maldición pues en él descarriló un tren, precipitándose uno de sus vagones al arrollo pereciendo todos sus ocupantes, de ahí el nombre de Barranco de Las Almas. Posteriormente pasar los túneles de Las Almas (19) de 73 m. el del Muelle (20) con 329, y el pequeño puente del Embarcadero, que cruza por encima de la carretera que accede al Muelle Vega Terrón, para llegar hasta el Puente Internacional y donde se localiza la frontera entre los dos países, línea que afortunadamente hora ha desaparecido. 



Es aquí donde el Duero se hace cien por cien portugués, durante 115 km. al norte lo hemos compartido con nuestros vecinos conformando el Parque Natural de Las Arribes, un entorno lleno de naturaleza y vivencias fronterizas, con historias de disputas y guerras en el pasado que generaron desconfianzas, de amoríos a uno y otro lado de "La Raya", de contrabandistas, y ahora ya sin fronteras de historias de sana vecindad. 

Desde el puente podemos descender los pocos metros que nos quedan hasta en Vega Terrón donde un autobús nos devolverá al punto de partida, o seguir unos centenares de metros más para llegar a Barca d´Alva, buen lugar para reponer fuerzas con un buen "almoço" (comida) a la portuguesa en “Bago d´Douro” que aunque ya no es lo que era, nunca debemos de perder la esperanza en la gastronomía lusa y la buena atención con la que siempre somos acogidos. 

La ruta próxima a los 18 km. nos puede durar entre 5 y 6 horas, siempre en descenso suave, pasando de los 490 metros de altitud en la Estación de La Fregeneda, a los 129 del límite fronterizo (Vega Terrón). La suma de todos los túneles totaliza 4,3 km. de tinieblas, y la suma de los puentes nos da 1.040 metros de abismo. 



Como complemento a estos párrafos a los que estéis interesados en ampliar la información, solo recomendaros la novela de Luciano G. Egido "Los Túneles del Paraíso" (Barcelona: Tusquets, 2009) que se desarrolla en La Fregeneda durante los años de la construcción del ferrocarril. Así mismo el Video-Documental "Cielo, agua, tierra y metal. La vía férrea de La Fregeneda" de Eduardo Margareto, emitido por La 2 de TVE en junio de 2020, y que podéis visionar a través de "youtube" en esta página: https://www.youtube.com/watch?v=d0FQiYrcvvo