jueves, 26 de noviembre de 2020

- Por tierras del sur soriano

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Nos allegamos esta vez hasta las tierras próximas al norte de Guadalajara, empeñados en la búsqueda de nuevas atalayas medievales de la época musulmana, aunque lo que más nos llama la atención son los contrastes de estas tierras del sur soriano. Recorremos hoy lo que antaño fuera la Soria humilde, la Soria de empobrecidos suelos, difíciles, ásperos y aislados, que además de vislumbrarlo en sus paisajes lo comprobamos en sus edificaciones, más pequeñas y sobrias que en otras zonas de la provincia, así como en los modestos materiales usados para su construcción, muchas de ellas en adobe y tapial. 

Unos cielos limpios de otoño con esa luz trasparente, y el rojo de sus ferrosas tierras son los tonos que nos irán acompañando a través de esta singular ruta. Esas coloraciones rojizas no nos son nuevas para los que nos movemos por estas latitudes castellanas, siendo la "paleta" de ocres y granas casi infinita, llenando nuestra visión allá donde miremos e inundándolo todo, convirtiéndose en el color de sus pueblos hasta el punto de hacerlo mimetizar con el entorno. 

Desde el meridión nos vigila la Sierra Pela, y al otro lado otra Castilla a la que llamaban la Nueva, porque esta era Vieja. Y vieja se ha quedado pero también vacía, abandonada por los que de ella huyeron escapando de la miseria y el hambre, del olvido y el desamparo, de la penuria y la nada. Gentes y aldeas enteras que escapaban de las penurias de unas cosechas de subsistencia, intentando encontrar en el desarrollismo de los años 50 una mejor vida en las grandes capitales, fundamentalmente Madrid, Barcelona, Zaragoza o Bilbao, creando con ello un gran vacío humano que poco a poco ha convertido a Soria, con diferencia, en la provincia menos poblada de España y la Unión Europea. 

Detentando el 2,4% de la superficie nacional, Soria apenas alcanza el 0,2 de la población total de país, no llegando a alcanzar los 90.000 habitantes, con una densidad poblacional de 8,6 habitantes/km²: de los cuales casi un 45% viven en Soria capital. Estos coeficientes o índices estadísticos, puras y frías numeraciones, sin embargo nos alertan sobre las diferencias poblacionales con el restos de España, que dan cifras de 92,37 hab./km². y en el caso de la Unión Europea de 117 hab./km². Preocupante es que el territorio que nos ocupa ha perdido más del 40 % de su población en los últimos 50 años, así como que ostenta la mayor tasa de envejecimiento de toda Europa, con el 26,7% de su población superando los 65 años, (la media en España es del 16,9%), teniendo el 6% de sus mayores más de 85 años, y que 116 de sus 183 municipios (que agrupan a algo más de 500 poblaciones) cuentan con menos de los 100 habitantes. Si bien es verdad que en estos últimos años su demografía no ha bajado como en el resto de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, habiéndose mantenido estable, ello no indica tampoco un buen dato, pues con sus actuales pobladores no se llenaría ni el estadio del Fútbol Club Barcelona.

Pero esta situación no es nueva para estas tierras, toda vez que su declive comenzó con la progresiva decadencia del "Concejo de la Mesta", hasta su definitiva abolición en el año 1836. Provocando, a partir de las primeras decenas del siglo XIX, la consiguiente disminución de ganado ovino, hecho que perjudico enormemente una economía basada fundamentalmente en la lana y sus procesos de comercialización. Pasando de tener casi dos millones de ovejas en el siglo XVIII, a medio millón en los años 30 del siglo XIX. ​También el paso a "mejor vida" en el último tercio del siglo XIX de la Cabaña Real de Carreteros (los transportistas de por aquel entonces), fin de actividad que sobre todo perjudicó a la zona de Pinares. A esto hay que añadir la nueva división administrativa de España, realizada por el granadino (de Motril) y afrancesado Javier de Burgos nada mas morir el rey "felón" Fernando VII. Creándose Castilla la Vieja como nueva región, perteneciendo a ella Soria como provincia con otras siete más, pero a la que se le esquilmó 3.763 km². de las 14.163 que poseía, despojándole casi un 27% de su territorio en favor de Logroño y Guadalajara. Contaba por aquel entonces con una población de unos 130.000 habitantes, llegando hasta los 160.000 en los años 50 del siglo pasado, que en la actualidad apenas llegan a los 88.000, siendo calificada como la "Laponia Española" o la Siberia del Sur". 

Nada se hizo en esa época por transformar la economía de la provincia, generándose como principal actividad la agricultura de subsistencia, y en las tierras del norte el aprovechamiento maderero en los pinos de la Sierra, pero poco mas se concibió.  Quedando relegadas sus gentes al olvido y el desamparo, generándose a través de las pocas industrias y el comercio una selecta burguesía provinciana centralizada en la capital. 

A mediados del siglo pasado había un total de 70.000 hectáreas dedicadas a la agricultura, con un exceso de minifundio, en pequeñas fincas y sin apenas mecanización, en donde la productividad era muy baja y con un gran esfuerzo humano. Aun llegan a mi mente las imágenes de alguna siega a mano por parte de mis tíos, el acarreo tirado por los bueyes o la trilla en las eras. Durante los años sesenta, la agricultura ocupaba a casi el 70% de la mano de obra en Soria, y ese mismo porcentaje representaba el número de familias que dependían únicamente de la tracción animal para las labores agrícolas. En la actualidad existen alrededor de 100.000 dedicadas a la producción de trigo, y otras 100.000 al cultivo de cebada o girasol, triplicándose los terrenos dedicados a la agricultura en apenas 50 años, pero que debido a su mecanización apenas han absorbido la mano de obra que compense el vacio poblacional existente. 

Se reivindica la Autovía a Valladolid (que se está construyendo, pero despacio), sin darse cuenta que esa vía, se usara para que salgan mas sorianos de los que pudieran entrar, habiendo mas viajes a Valladolid que regresos a Soria. Y de nuevo me viene a la mente la imagen del un Mesón-Bar-Restaurante en plena carretera N-122 (la futura A-11) con el cartel en su balconada de "Autovía !Ya! - Soria !Ya!", sin que se percate de que cuando abran el tramo de autopista por su población, su negocio será uno de los que desaparezca. 

Hoy, las autopistas que debemos  reivindicar son las de la tecnología, con una buena conexión a internet que llegue a todos los rincones de Soria, intentando favorecer a los muchos que ya sintiéndose incómodos en las grandes urbes, se plantean trasladar   su actividad o negocio a un territorio tan singular, bello y sereno como es el entorno soriano......... Pero volvamos a la realidad de esta ruta hacia el "sur" arévaco. 

Como cada mañana que hasta auí nos acercamos, tomamos el "café de la alegría" en Casa Vallecas, para posteriormente por la carretera de Retortillo allegarnos hasta Paones, buen ejemplo del "apaño" que se debe hacer con las ruinas de una iglesia románica, y mal, del uso que se le da a una edificación de hace mas de mil años. Donde una atalaya islámica del siglo X ha sido absorbida por una vivienda, sirviendo como sujección para antena de televisión, de seguro para visualizar Tele 5.

Cruzamos Brias con su Palacio Obispal (hoy hotel rural) de finales del siglo XVII, debiendo de acercarnos hasta sus afueras para visitar las ruinas románicas de la ermita de Santa María de la Calzada. En Nograles nos espera la soleada atalaya que estuvo dedicada a palomar y que ahora se encuentra en pleno proceso de "apaño" y restauración. Continuamos hasta acercarnos a la que fuera población de Mosarejos, donde ya ningún "apaño" es posible, pues la ruina es total y el espolio visible. Nos centramos en los románicos y caídos muros de si iglesia, buscando en su portada el curioso "alquerque" donde se entretenían jugando los pobladores medievales. Y rodeando la asolada, hundida y saqueada aldea, buscamos y encontramos su atalaya islámica, que también tuvo destino de palomar. 

Nos acercamos a tierras de San Esteban, para ascender hasta los cerros por donde transitaba la Cañana Real Soriana Occidental y donde se sitúa la Atalaya de Quintanilla de Tres Barrios, junto al vértice geodésico al que pocos metros le faltan para llegar a los 1000, en un entorno de tierras rojizas. De retorno es merecer dedicar un rato a San Esteban de Gormar, con su castillo en ruinas, su románico y su puente medieval de 16 ojos. En la aldea de Atauta y desde su mirador de Las Peñas, nuestra mirada se centra en el paraje denominado el "Hondo", donde se asienta una agrupación de 141 bodegas conocidas como El Plantío. Estamos ante el mejor conjunto de bodegas tradicionales de toda la Ribera de Duero, y nuestra visión da pruebas de ello. 










En Liceras, ya en el valle del río Pedro y por la que cruza la calzada romana que proviene de Tiermes, nos acercamos a su bien "apañada" atalaya urbana que se puede visitar. También me llamó la atención una peculiar estatua en la entrada de su señorial iglesia (con el curioso nombre de "Invención de la Santa Cruz"), representando al patrón del pueblo San Roque "peregrino" con su perro. Así mismo es urbana la cercana atalaya de Montejo de Tiermes, pero esta ni esta apañada, ni es visitable. Ya en Tiermes, cruzamos sus ruinas ibero-romanas para acercarnos hasta el despoblado de Sotillo de Caracena y observar la lacónica tristeza de su podredumbre. 

La Sierra Pela nos marca el límite meridional y provincial de nuestra ruta, por lo que retrocedemos en dirección norte hacia Caracena, población que tuvo su importancia en otros tiempos y hoy es un puñado de agradables gentes custodiando su interesante casco urbano: restos de murallas del siglo XII, dos iglesias románicas, cárcel medieval, rollo jurisdiccional gótico, fuente y puente del siglo XII, castillo del que ya se tienen noticias en 1136, y también a las afueras ermita y atalaya islámica. Así como las ruinas de la "Casa de la Tierra" de la que solo queda su curiosa ventana con arco conopial, que también fue antiguo hospital de pobres y peregrinos, ya que por aquí pasaba un ramal del Camino de Santiago. Lo que queda del edificio, sirve de terraza-mirador al único establecimiento del pueblo que se sitúa justo enfrente, un bar restaurante al que es aconsejable dirigimos si nos encontramos por la zona y es la hora de come. Pues a parte de una buena calidad y trato familiar, nos regalan también su simpatía, (recomendable reservar pues no es muy amplio). 











El Valle del río Caracena nos despide con sus colores otoñales. Si seguimos su curso camino al padre Duero, aun nos podemos sorprender con el cañón que forma en las proximidades de la aldea de Vildé, donde sus aguas se remansan en la represa que se realizó durante la Segunda República en 1935. Donde seremos agraciados con sugerentes panoramas a nuestros pies.

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