Nos situamos en “Tierra de Pinares” al regazo y solana de la Sierra de Urbión, una comarca de las más vistosas en vegetación de todo Soria con inmensas extensiones de bosque formado principalmente por pino silvestre, con algunos hayedos y robledales intercalados, así como amplias zonas de matorral y pastizales de montaña, en la que ofrecer a sus visitantes un sin fin de atractivos destinos naturales por su alto valor paisajístico, forestal y faunístico. Ya comenté en los párrafos dedicados al Hayedo del Razón, el origen vasco de estas gentes del norte soriano y Urbión no iba a ser menos, su nombre proviene de “Ur” (agua), “bi” (dos) y “on” (buena), significando en euskera “dos aguas buenas”, siendo estas dos aguas a las que se refiere su apelativo, los ríos Urbión y Duero. Que aun aflorando de la misma mítica montaña soriano-riojana a apenas 800 mts. de distancia, toman caminos dispares, desaguando sus aguas en mares diferentes a una distancia de algo más de 800 km.
Aun no siendo las cumbres más altas de todo el Sistema Ibérico, la Sierra de Urbión posee la más notable concentración glaciar de toda la cordillera, teniendo su máximo apogeo durante la última época glaciar de cuya plenitud hace ahora 20.000 años. Además de la existencia de elementos glaciares tales como: circos, lagunas, morrenas o turberas, factores característicos de este periodo geológico, se nos muestran aquí otras cualidades que solo podemos observar en montañas de altitudes superiores, como lo son los “valle glaciares”, fenómenos inexistentes en otras sierras del Sistema Ibérico, que aquí llegan a tener una longitud superior a los 5 km. como es el caso del Revinuesa, un situado esencial para percibir la geología de esta Tierra de Pinares.
Hayedo de la Cabaña o Revinuesa
El cauce del Revinuesa aun mantiene de forma apreciable (si sabemos interpretar los mapas) sus morrenas originales, siendo en una de ellas situada por encima y al poniente de lo que en su día fuera el caserío de Santa Inés, a donde dirigimos nuestros pasos para recorrer el Hayedo de La Cabaña o Revinuesa. Siendo a este hermoso y singular lugar al que dedicaremos nuestra primera visita durante las incipientes horas de la mañana, cuando las barderas (nieblas mañaneras y montañeras) ya han levantado, recreándonos entre la placidez de su apacible umbrío y fresco conjunto de hayas. Interesante boscaje, que situado en medio de la más importantes masa de pinar de todo el sur europeo, tuvo su origen hace aproximadamente 12.000 años, justo después de que se retiraran los hielos por estas latitudes.
Lugar que pese a estar situado en pleno acceso a la muy concurrida Laguna Negra, no es del todo visitado y menos recorrido, siendo uno de los espacios más sugerentes de esta zona meridional de las cumbres de Urbión. Transformado durante la época otoñal; cuando las hojas ya desgajadas de sus ramas conforman una alfombra bajo nuestros pies, junto con las que a través de sus diferentes tonalidades aún quedan por cortos instantes vivas en sus ramajes; en una enorme y variada paleta de tonalidades ocres.
A este musgoso bosque asentado sobre las rocas arrastradas por un añejo glaciar y misteriosa envoltura, lo podemos recorrer a través de las distintas rutas que lo cruzan, puesto que aun nadie se ha puesto a reseñar ninguna específica para ello. Solo una variante del GR-86 está marcada, pero se pueden intuir algunas otras que usando la Senda del Cerro, el Valle del río Revinuesa, la pista de acceso a la Laguna Negra o los Hoyos de la Noguera o alguna que otra vieja vereda de las usaban antaño los carboneros, pudiendo con ello explorar su encantamiento y quietud, descubriendo en nuestro transitar los vestigios de infinidad de emplazamientos donde antaño se obtenía carbón vegetal a base del desmoche de las hayas. Pudiendo para ello partir de la misma pista junto al hayedo, del Aparcamiento del Paso de la Sierra o desde el Caserío de Santa Inés.
El valle del Revinuesa constituye un espacio lleno de colorido, grandiosidad y vida, causando una sensación de magnetismo con la propia naturaleza a rodo el que se acerca. Aguas arriba, a unos 2000 mts. de altitud y bajo los paredones del Zurraquín y Urbión, se sitúan la Laguna Larga y la Hoya del Revinuesa, otros de los tesoros que solo descubrirán aquellos que se atrevan a recorrer este extenso, enigmático, solitario y salvaje valle.
Laguna Negra de Urbión
A tiro de piedra del hayedo se encuentra la archiconocida Laguna Negra, no llegando a media legua la distancia que las separa. Sin duda se trata de uno de esos los lugares excepcionales de entorno natural entre los existente en la geografía soriana de la que es abundante (prueba de ello son los párrafos dedicados en estas páginas a multitud de enclaves cuasi-mágicos), y por ello no es fácil ser original al referenciar sus cualidades, pues abundantes plumas y más diestras que las mías ya las han relatado. Por ello solo quiero dejar constancias de algunas agradables sensaciones dejadas en mi visita, así como trasladar algunos datos que me parecen interesantes.
De origen glaciar, es producto de erosión producida por el hielo en su arrastre a lo largo de millones de años, cincelando un paisaje único e irrepetible en el que destaca su singularidad y encantamiento. Siendo la más baja e importante de todas las lagunas glaciares del Urbión, manteniendo una lámina de agua que llega alcanzar en sus máximos una extensión de 3,9 Ha. y una profundidad que no sobrepasa los 8 m. Situada a 1753 m de altitud y rodeada por espectaculares paredes graníticas, se encuentra bordeada por una bella vegetación compuesta por selectos y vetustos pinos así como centenarias hayas, trasladándonos a los que hasta ella nos acercamos una sensación de misterio, alcanzado su máximo encanto y grandeza cuando las nieves la cubren con su blanco manto.
Es justamente ese halo enigmático que la envuelve, quien ha generado durante siglos una aureola para los que buscan encontrar enigmas en estos lugares recónditos. Siendo convertido en siniestro enclave para las temerosas almas de los habitantes de los pueblos circundantes, sobre el que recaían tenebrosas leyendas ya relatadas desde tiempos inmemoriales. Siendo en 1548 cuando Pedro de Medina nos reseñaba que se trataba de una laguna en la que “han aparecido cosas monstruosas y horribles”, o Juan José García que en 1880 nos traslada que “Hay quien dice haber visto salir de sus tenebrosas ondas un monstruoso animal bajo la forma de un gigantesco lagarto, (…); otros dicen haber arrojado un carnero al fondo de las aguas suspendido en el extremo de, una larga cuerda, y al extraerla a los pocos instantes haber sacado sólo el esqueleto. Hay quien cree que la laguna no tiene fondo…”
Atraído por su fama Pio Baroja llegó a este lugar en 1901, trasladándole que la profundidad de la laguna era tal que llegaba hasta el mismo mar, y que a veces en ella se producen remolinos y oleajes de difícil explicación. También la existencia de una bella dama que subyuga desde la profundidad de sus aguas a los hombres, siendo absorbidos por sus aguas para no aparecer más. De estas “fabulas” don Pio público en 1903 su novela El Mayorazgo de Labraz, donde nos traslada la existencia en la laguna de “una mujer que vive en el fondo y mata al que se acerca. Todo el que mira en esa agua muere”.
Pero el que en realidad da valor a la más populosa leyenda sobre el lugar es Antonio Machado, que en 1903 versara la leyenda del trágico parricidio de Alvargonzález en su obra “La tierra de Alvargonzález”. Un relato de rencores y asesinatos en el seno familiar, dejando para siempre su huella entre estos lugares: “Hasta la Laguna Negra,/ bajo las fuentes del Duero,/ llevan el muerto, dejando/ detrás un rastro sangriento;/ y en la laguna sin fondo,/ que guarda bien los secretos, /con una piedra amarrada/ a los pies, tumba le dieron”.
Hoy convertida en un mítico lugar de la geografía soriana, solo aconsejo su visita fuera de temporada, a ser posible en día laborable, cuando el autobús lanzadera no funciona y el gentío a la Laguna Negra no es excesivo. Creo que no visitaba este lugar hace lustros, siendo los recuerdos en mi mente de esta anterior vistita un desastre, haciéndome acaso odiar este espacio en estas situaciones llenas de bullicio, alboroto y falta de respeto a todo el entorno que nos rodea. Convirtiéndose la excursión en irracional y antagónica, estando en un espacio de naturaleza fuera de la naturaleza, donde conciliar el “yin” y el “yang” al mismo tiempo …….. por poner un ejemplo actual podríamos decir que es como atacar a la Ministra Rivera para tener que defender a Mazón.
Hayedo del Hornillo
A tan solo 2,3 km. en vuelo (7,2 km. en coche = 14 min.), llegamos a otro de los lugares más sugerentes de estas sierras, sobre todo en época otoñal, tal y como hemos hecho nosotros en venir. Se trata del Hayedo del Hornillo, ubicado en la ruta (pista asfaltada) que desde la Laguna Negra se dirige hasta Covaleda por la sierra, justo por donde corre el arroyo de la Torneda aguas abajo del Paso del Hornillo, siendo por lo tanto su acceso muy accesible en vehículo.
Estamos de nuevo en unos de esos lugares poco conocidos, pero que nos llenan de emociones al ser reconfortada nuestra visita con la gratitud y el reconocimiento por parte de estos esbeltos y señoriales troncos de tono gris perla, que se sienten complacidos al ser visitados. El arroyo de la Torneda donde da comienzo esta maravilla de paraje, es el lugar donde se ha podido localizar el escurridizo “desmán ibérico”, especie declarada vulnerable, siendo las orillas descendientes de este torrente y lugares aledaños donde la sinfonía de colores otoñales es verdaderamente extraordinaria.
Debiendo mencionar como lugar que genera las mejores sensaciones, el denominado Badén del Hayedo del Hornillo, que cruza el arroyo de la Torneda a una altura de unos 1450 mts. Un placido, seductor y solitario espacio donde poder observar los matices ocres de la alfombra de hojas a nuestros pies, en contraste con los intensos verdes de los musgos en la rocas a los pies de las hayas, con las últimas hojas doradas y rojas aun en las ramas, un enclave bucólico donde los halla. Una zona como decorada especialmente para la fotografía, donde la cámara es protagonista y la imagen quien manda.
Además podemos ascender desde el Paso del Hornillo a través del arrastradero ”Chaleco” por el Chozo del Tío Periquillo hasta el Pico del Hornillo. Un magnífico enclave pletórico de naturaleza y colmado de estilosas hayas, donde colmarnos con las sensaciones del bosque, llenarnos de energías telúricas y liberar las tensiones acumuladas.
Los Abuelos del Bosque
Si continuamos la pista asfaltada en dirección sur unos 3 o 4 km. (5 o 6 min. en vehículo) llegaremos al cruce de Tejeros, donde un holgado cartel informativo nos da cuenta del Sendero de los Abuelos del Bosque. Se trata de un espacio de unas 30 Ha. donde se localizan un buen número de vetustos pinos por los que se ha diseñado un recorrido cómodo de algo más de 2 km. a través del cual poder ver sobresalientes ejemplares de la especie “silvestre”, “albar” o “pino Valsaín” que sobre pasan con mucho el centenar de años.
En esta parte del denominado Pinar de Covaleda, iremos descubriendo aislados “pinos zamplones” como aquí se les conoce. Se trata de grandes, hermosos y aislados pinos de contraídas y singulares formas, que se han mantenido ajenos a su explotación por parte del ser humano. Estas centenarias coníferas has sobrevivido a las talas por su mermado aprovechamiento maderero, al ser una zona alta y hasta no hace mucho con abundancia de nieves durante casi todo el año. Por lo que sus ejemplares eran menos accesible desde los pueblos, dejándoles crecer sin ser cortados denominándoles como “pinos a muerte”, encontrándonos ejemplares gruesos, achaparrados, muy ramosos y con sus copas más abiertas, características que reducían su provecho, consiguiendo que algunos de ellos hallan llegado hasta nuestros días.
A partir de los 1.800 metros de altitud muchos de los pinos de esta zona son así de ancianos, con edades que rondan entre los 200 y 300 años. Habiendo durado tanto por efecto del bajo nivel de enfermedades y plagas que los atacan, debido a la altitud y a la calidad de un aire libre de contaminación, como también al cuidado de sus pobladores en atajar a tiempo los conatos de incendio. Esta calidad del aire se puede comprobar por el abundante nivel de líquenes que tienen sus troncos, consiguiendo que todo este espacio se rija como ejemplo de “selección natural”, donde solo factores ambientales influyen en su desarrollo.
De todo el conjunto de singulares y extraordinarios elementos arbóreos destaca el nominado como “Pino Rey”, que con sus aproximadamente 450 años aún mantiene una silueta perfecta y equilibrada. Situado a 1.772 metros de altitud, mide 17,5 m. de altura, 1,75 de diámetro, 5,50 de perímetro (6,12 en la base), una copa de 13 m. de ancha y unas 20 toneladas de peso. Siendo el triple de sus convecinos de 130 años usados para aprovechamiento maderero. Aun habiendo pinos más añejos, su talante nos reafirma que estos árboles de más de 300 y 400 años fueran usados para la construcción de los mástiles principales en los “galeones” del siglo XVI, habiendo una zoma próxima que se denomina “Monte del Astillero” para más señas.
Y sin querer quitar merito al centenario pino regio que podemos contemplar en la actualidad, aclarar que el verdadero “Pino Rey” se situaba en otra zona no muy alejada (como a 3 km. al oeste), era mucho más antiguo y fue talado. Se encontraba próximo al refugio del Muchachón a unos 900 mts. al suroeste, y según cuentan los dichos populares en él plantaba sus posaderas uno de los monarcas que por aquí se acercaba a cazar oso hace ya algunos centenares de años.
Huelga decir que por ubicación merece la pena completar la visita por los distintos circos glaciares de Urbión, con una reconstituyente comida en El Quintanarejo - El Balcón del Brezal (si está abierto) y allegarnos a Vinuesa, población referente como pueblo serrano y señorial.
Recomendar así mismo el restaurante Pinares de Urbión en Covaleda, C/ Numancia, 4. Perfecto en el trato, el servicio y un muy aceptable menú……. los calamares a la andaluza (calamares rebozados) de los mejores que he probado.
Desaconsejar El Hostal Restaurante Urbión de Vinuesa, Av. Constitución, 12-14. Mal trato, mal servicio, resaltando que el señor que atiende la barra es un gañan…… no pienso volver.
Hasta aquí he podido relatar sobre el otoño de los hayedos sorianos (este, el dedicado al río Razón y el de Diustes), ya que lo avanzado de la estación y mi retorno a “Territorio Comanche”, hacen que deje para otra ocasión el llegar el resto de estos mágicos lugares. Quedan pendientes para del próximo otoño, un par de pequeños hayales en Tierras Altas, los tres irresueltos que tengo contabilizados en la zona de Urbión y los dos de Moncayo, eso sin contar que no encuentre algunos más durante todo el año que queda. Pero en compensación aquí os dejo un hermoso atardecer desde la Ventosa de Fuentepinilla.
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