Tras visitar las sorianas “Tierras Altas” y el Hayedo de Diustes, motivo merece acercarnos hasta las vecinas de “El Valle” para dar valor al esplendido Hayedo del río Razón, bosque que perteneciente a la población de El Royo ocupa la parte occidental de la cabecera del torrente. Ya relaté la relación del haya con su entorno, el ser humano y su evolución climática en los párrafos dedicados a Diustes, por lo que en estos me centraré más en los aspectos locales de este bosque situado en el meridión de la Sierra Cebollera, que vecina del Urbión sirve de linde con La Rioja en Cameros.
El Razón nace en una de esas hoyas glaciares de la Cebollera, conformándolo varios arroyos situados al sur de las cumbres Castillo de Vinuesa y Peñón de Santosonario (Peñachica, La Truchuela y Sabucosa), discurriendo en trayectoria sur conformando un sugerente valle bastante estrecho entre la sierra del Portillo de Pinochos y El Picorzo. Convertido a Tera en la población de Espejo; de donde el dicho "En Espejo y sin razón, pierde el Razón su razón"; continuando su andadura hasta prestar sus aguas al Duero justo por debajo de la aguerrida Numancia en Garray.
El Alto Valle del Razón es una zona en general poco alterada por la mano del hombre, siendo la presencia de este la relacionada con el uso tradicional de la madera así como el pastoreo, por lo que todo el valle está bastante bien conservado en su integridad, si bien ahora mismo la presión turística puede ser una de las causas en el aumento de cierto deterioro.
Compuesto por un bosque mixto que alcanza a tener más 2.200 hectáreas, en las que fundamentalmente predomina el pino silvestre (Pino Albar o Valsaín), habiendo algunos viejos tilos aislados, tejos y colosales robles, contando así mismo de notables hayas formando parte de un sugerente y extenso hayedo. Posiblemente el más grande de toda la provincia con una importante mancha o rodal que se extiende por las cerca de 300 Ha. Conjunto que le da un grado importante de singularidad y que por estas fechas otoñales crea un paisaje cromático de difícil abstracción.
El hayedo de Razón, al contrario del de Diustes, está más humanizado, recorrido por hasta cuatro pistas forestales, que paralelas lo transitan genéricamente de sureste a noroeste. Es también más joven y ha sido explotado para el beneficio humano, por lo que su arbolado es más homogéneo y sus ejemplares más enjutos y uniformes, aunque también encontramos aislados elementos de sobresaliente porte, teniendo en otoño ese cálido colorido que le hace sobresalir del resto de los bosque de otras especies. Transformándose en visita imprescindible por el recorrido que estamos realizando por algunos de estos espectaculares bosques sorianos, aun mas si cave a las sensaciones que nos genera durante el nostálgico y melancólico otoño.
El paseo por el hayedo nos traslada a un bosque de cuento, donde poder perdernos y disfrutar de la naturaleza en su estado más puro. Siendo fácil recorrer por su más que aceptable accesibilidad, regalándonos esa magia que nos atrapará y nos ira encandilando a medida que caminamos por encima de esa alfombra con todas las tonalidades de ocres posibles que las hojas caídas han creado, junto con las que aun penden de sus plateadas ramas. Un entrono que nos va seduciendo en aumento a medida que paseamos envueltos por el seductor hechizo del este espacio que por momentos llega a parecer irreal.
Un tapiz con toda la gama de tonos dorados dirige nuestros pasos entre las sombras de las hayas, costándole al sol traspasar con sus rayos las hojas vivas que aún les quedan en las ramas. Solo el verde intenso del musgo que nos rodea y el gris perla de la corteza de estos singulares y selectos árboles, rompe el cromatismo áureo dominante durante nuestro transitar, encontrándonos de forma aislada por sus veredas los rastros dejados por los humanos en tiempos pasados. Así podemos toparnos con chozos pastoriles donde se protegían los guardas del ganado en las intemperies, como así mismo los restos de alguna carbonera donde antaño se producía el “cisco” con que calentar los fríos inviernos serranos, o toparnos con alguna fuente de tojas aguas (ferruginosa), llegando incluso a poder observar el lugar dedicado a guarecer los cabritos o corderos recién nacidos “chiviteros”, que ahora ruinosos tienen su espacio en medio del bosque.
Y mientras realizamos nuestra excursión por entre las señoriales hayas nos cruzamos con algunos de sus singulares parientes, que de forma aislada o esporádica se nos cruzan en nuestro deambular, como algún que otro sobredimensionado roble que también luce sus hojas otoñales aunque menos llamativas, también nos saludan al pasar solitarios y vetustos tejos, árbol sagrado para los “celtas” que se sitúan en lugares de vespertinas sombras y de cierta humedad (por ello encontramos en nuestra geografía cantidad de lugares con denominación “Fuente del Tejo”). Cruzamos junto a un viejo, singular y marginado “Tilo Centenario”, que trasmitiendo sus propiedades tranquilizantes a los que por allí pasamos es de agradecer en estos tiempos convulsos, habiendo hasta un denominado “Roble Equilibrista” por haber nacido en la grieta existente entre dos poderosas rocas, dedicándose en su desarrollo a tener que cuidar su estabilidad desechando dedicarse hacer piruetas, pudiendo asimismo dedicar algo de tiempo a investigar la existencia de un buen rodal de “abedules” en el Arroyo de la Pascuala. Por último toparnos con una original “Haya Inclinada”, que situada en uno de los lugares más bucólicos del bosque, más parece dedicar una reverencia a los que por allí pasamos que a sobrevivir como si del Quasimodo (jorobado de Notre Dame) del Hayedo del Razón se tratase.
Es tal el desparrame de sensaciones que a cada paso provoca nos paremos a disfrutar de cada elemento, rodeados por una sinfonía de tonalidades verdaderamente espectacular donde la cámara fotográfica echa humo. Estos bosque en otoño generan en el ser humano un estado de ánimo de vehemencia o arrebato, como si hubiéramos ingerido algún tipo de estimulante, o es que simplemente son un estimulante en sí mismo, y por donde transitan con toda seguridad los duendes (en este caso serian “animas”) sorianos.
Se puede realizar un excelente recorrido por pista forestal (sin asfaltar), transitando las dos laderas del valle, pudiendo observar de esta manera los distintos ecosistemas del bosque. Partiríamos del Aérea Recreativa del Chorrón, para ir tomando altura por el Camino del Hayedo, tomando para el retorno la desviación que transcurre por la Pradera y Majada (ruinas) de los Capotes en total unos 19 km. Si continuáramos por el Refugio de La Losa hasta llegar a Sotillo del Rincón el total seria de 35 km. (contando siempre que las pistas estén abiertas al tráfico)
Senderismo por el hayedo
- Ruta por las dos pistas (partiendo a la altura del “vado”( km. 4,4 de la pista) donde aparcaremos. Ida por Camino del Hayedo, retorno por lo alto de la orilla derecha del río) : 12,25 Km.
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/hayedo-del-razon-2022-11nov-12-119188230
- Sendero Lomo Tejar: 8,5 o 13 Km. (desde el Chorrón)
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/prc-so-118-lomo-tejar-186182959
https://www.terranostrum.es/senderismo/sendero-lomo-tejar-prc-so-118
Aconsejo para recorrer estas tierras la guía (si es que se encuentra pues parece ser que está agotada y descatalogada) “Sierras de Urbión, Neila y Cebollera” de la editorial El Senderista, donde encontrar rutas que transitan por el Valle del Rio Razón, sus cascadas y hayedos, o si no, acercarnos hasta allí y seguir algunas de las sendas señalizadas.
Genéricamente a esta comarca la llaman “El Valle y Vega del Cintora”, siendo también conocida como “Valle del Razón” o “Valle del Tera”. Luego han venido los mandrias turísticos de turno a poner nombres promocionales de “reclamo”, que desde mis entendederas no son para nada originales, como llamar a esta zona “La Suiza Soriana” o el “Valle de la Mantequilla” como si de un stand del supermercado E.Lecrerc en Soria se tratara……….. que modorros. Situada al resguardo de las sierras del Sistema Ibérico, Cebollera fundamentalmente, es junto con la comarca de Pinares, la más rebosante de boscaje, brindando a quienes la visitas un importantes listado de atractivos naturales.
Con perdón a las otras poblaciones que se pudieran sentir ofendidas por ello, podríamos catalogar al bonito y cuidado pueblo de El Royo como la capital de El Valle, ya que cuenta con todos los servicios pertinentes como posada y casas rurales, así como restaurantes, tiendas de alimentación e incluso una cantidad reseñable de vecinos que por estas fechas es algo festejable. Siendo buena opción para realizar excursiones por la Vega Cintora (orilla diestra del Duero), así como por el Bosque y Hayedo del Razón.
Ubicado en una zona de gran valor natural y turístico, El Royo se sitúa próximo a la Reserva de Urbión conformando un sorprendente enclave dentro de un espléndido entorno. Sirviendo su casco urbano como ejemplo de arquitectura tradicional serrana, edificado armónicamente generando un espacioso conjunto acorde con el medio que lo rodea. Sus pobladores “los royanos”, de origen vasco-pelendón (con ADN mayoritariamente euskaldún), siempre han sido emprendedores y prueba de ello es que muchos se fueron “hacer las américas” a finales del siglo XIX y principios del pasado, volviendo gran parte de ellos con algunas fortunas que invirtieron en su pueblo. Priva de ellos son las mansiones o casonas de “indianos” que nos encontramos tanto en esta población como en las que forman sus pedanías, sobre todo en Derroñadas.
Destacable es también la Ermita de Nuestra Señora del Castillo, erigida en el interior de un Castro Celtíbero, datado entre los siglo VI y IV a. C. Su estilo gótico tardío corresponde a una edificación de principios del siglo XVIII, si bien reedificada sobre otra anterior, se encuentra situada sobre un magnífico y pequeño resalte de la vertiente sur de la Sierra del Portillo de Pinochos. Una ubicación excepcional desde la que se domina un magnífico panorama que comprende todo el valle del joven Duero hasta llegar a Soria, la línea cimera de la Sierra de Cabrejas con el espigón del Pico Frentes y el inmediato embalse de la Cuerda del Pozo. La tradición popular comenta que se levantó en este altivo lugar apartado tres kilómetros (en línea recta) de la población, con el fin de que pudiera ser a divisado su campanario y escuchado el tañido de sus campañas por todos los pastores de la comarca. Pudiendo acceder a su espadaña a través de una escalera exterior que mejoran aún más las vistas de este impresionante otero. Como curiosidad traslada la leyenda que señala a esta representación de la Madre de Cristo como hermana de las también vírgenes de Inodejo (Las fraguas, Las Cuevas de Soria, Quintana Redonda, etc.) y Lomos de Orio (Cameros), pero al reñir entre ellas acordaron no verse, aunque situándose lo suficientemente cerca para poder comunicarse por medio de las campanas.
1 comentario:
Precioso lugar y magnificas imágenes como siempre. Imposible destacar alguna. Un abrazo Paco
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