martes, 23 de enero de 2024

- Torreones y Atalayas musulmanas en el Valle del Rituerto (oriente soriano) - Parte II

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Estos párrafos dan continuidad a los ya publicados en el pasado mes de septiembre que por su extension decidí dividir en dos entradas, ya que me resulta interesante el recorrido por esta zona del oriente soriano tan poco conocida y tan llena de lugares atrayentes, copiosa de historia y con unos excelentes horizontes que llenan nuestra visión. Conforman los cercanos lindes de la "Raya de Aragon" y fueron paso durante aproximadamente 200 años de los trasiegos musulmanes, por mantener y afianzar la frontera del Duero ante la presión venida del norte por los caballeros y huestes de los de la cruz", siendo el río Rituerto parte del camino natural que comunicaba Medinaceli con Agreda.

Dejamos nuestro anterior relato en la minúscula aldea de Pinilla del Campo, concretamente en su interesantes y ruinosa ermita de Los Lainez, para continuar descendiendo por los aledaños del valle del Rituerto, cuyo curso hasta el encuentro con el Duero abunda en construcciones que reflejan el ardor guerrero que estas tierras padecieron durante largas etapas de la Reconquista y las posteriores riñas entre castellanos y aragoneses. Ya he relatado en el anterior y mencionado reportaje las historias y lugares que de interés se encuentran desde el manadero del Rituerto en Valdegeña, hasta Pinilla, población cercana al entronque de río Araviana, para ahora ascendiendo por su curso llegar hasta Noviercas. 

Noviercas es la población más populosa de toda la comarca al sudeste del Moncayo, pero que apenas sobrepasa tener la centena y media de habitantes. Hasta ella nos hemos acercado para visitar su esbelta y bien cuidado torreón bereber del siglo X, aunque estudiosos lo datan en el IX y otros en el XI……… así que ahí estamos. Encontrándonos ante la atalaya mejor conservada de toda la comarca, lo que ha permitido dedicar su uso como “Centro de Interpretación de la Ruta de los Torreones islámicos”, siendo uno de los ejemplares más antiguos y sobresalientes que subsisten en el país de ese tipo de edificaciones. 

Destaca de él su solidez y altura que alcanza los 23,5 mts. manteniendo su puerta, con arco de herradura, árabe a los 3,5 de altura. Sirviendo su terraza como escenario desde el cual mandar mensajes a los otros torreones existentes en la zona, pudiendo comunicarse unos con otros hasta llegar a Medinaceli, cuartel general de los musulmanes y distante algo más de 120 km. Se sabe que, como otros baluartes de este tipo, estuvo rodeado de una muralla protectores, que aun podemos encontrar formando parte de alguna casa colindante. Debemos reseñar así mismo la leyenda que nos cuenta como doña Urraca, soberana de Castilla, se salvaguardó en este torreón cuando al ser repudiada por su esposo, el rey de Aragón, Alfonso I “el Batallador”, se sintió en peligro.  Leyendas con una base histórica que quizás algún día no muy lejano se pueda demostrar su veracidad. Relato, que aun siendo leyenda, se sabe la donación de la dehesa “Regajal” de la población, por parte de esta reina a la población de Noviercas como agradecimiento a su ayuda y protección. 

La población no solo es laudable por la existencia del torreón musulmán, siendo destacable y haciendo de ello reclamo, el haber servido durante una buena época como lugar de residencia al poeta y escritor Gustavo Adolfo Bécquer. Fue durante 1861 cuando el romántico escritor tras casarse con la "licenciosa" Casta Esteban (nacida en cercana aldea de Torrubia), habitó lugares sorianos (fundamentalmente Noviercas) por espacio al menos de 6 años. Manteniendo durante ese tiempo una tormentosa relación sentimental con sus esposa, colmada de amor, celos, desamor y muerte. 

Estamos en plena cuenca del río Araviana, que nos acerca a la leyenda de los 7 Infantes de Lara en cuyos campos encontraron traicionera muerte. Pero esta historia, junto con daros reseñas de otro puñado de fortificaciones de este tipo, existentes unas cuantas leguas a levante por las estribaciones del Moncayo, le quiero dedicar nuevos y merecidos párrafos que espero no se demoren. Mientras continuamos descendiendo por la orilla del Araviana llegando de nuevo hasta el Rituerto del cual es tributario. A orillas de este último se asienta la pequeña aldea de Jaray, que ya por su toponimia nos da pistas de su origen musulmán, derivado de la palabra árabe ‘Sahárig’ (balsa o estanque), una lagunilla hoy desecada, que existió hasta no hace mucho apodada “La Balsa” por sus pobladores. 

A sus afueras, en dirección norte, a orillas del río y sobre un altozano, vislumbramos los restos de lo que fuera su excelsa atalaya. De lo que queda, -tan solo el esquinazo sureste de alrededor de 18 mts. podemos deducir que como otras similares por las que hemos pasado, presentaba esquinas redondeadas para su mejor defensa. Posteriormente, durante el siglo XII, se le añadió otra torre ya de fábrica cristiana, completando de esa forma una verdadera fortaleza con forma triangular. A los pie del baluarte podemos percibir los restos de una arcaica iglesia semirrupestre de estilo mozárabe, que de una única nave aun mantiene de su estructura original, un arco de herradura esculpido en a roca, en la cabecera del templo. De su iglesia parroquial de estilo gótico, solo decir que debió de sustituir a otra anterior de estilo románico de la que aún se conservan algunos elementos, como una pila bautismal, así como algunas lapidas de enterramientos señoriales. Deberíamos si hay tiempo acercarnos a la fuente vieja que data de mediados del siglo XVIII. 

Dentro de la misma área de influencia del Rituerto nos trasladamos hasta Peroniel del Campo, población que gozó con una enorme influencia durante el medievo, lugar donde habitaron cantidad de “hijosdalgo” y algunos de los “linajes sorianos”, pero venida a menos, hoy apenas cuenta con 27 almas. Hasta ella nos hemos llegado para observar de cerca los restos de su ruinoso y arcaico castillo que se ubica al norte del caserío. Conocido por los lugareños como “castillo de los moros", la fortaleza o torre de Peroniel, pudiera en su origen (siglo X) ser una de esas torres de comunicación que serviría de indudable uso defensivo al musulmán frente a un norte cristiano, pasando a manos de estos últimos al avanzar la reconquista. De planta rectangular aunque irregular, poseyó cuatros torres de las que se conserva en una su acceso a través de un arco de medio punto. 

Ubicada esta población en la línea disputada por los reinos de Castilla y Aragón, durante la Edad Media se extendieron por la zona muchas más fortificaciones de las que en la actualidad podemos observar. Siendo muchas de ellas mandadas derribar al terminar el siglo XIII por orden de la castellana reina viuda María de Molina y su hijo Fernando IV, ya que ellas eran feudos y dominios de “algunos caballeros malfechores que tenían muchas casas fuertes, donde se facia mucho mal”. 

Por aquí discurrió durante los siglos III y IV de nuestra era, corroborándolo Blas de Taracena, la calzada romana que conectaba Numancia con Bilbilis (Calatayud), hoy su trazado prácticamente discurre con la N-234. Por aquí pasaron también los caballeros templarios y pruebas bastantes dejaron en estos páramos, ya que al parecer se apuesta definitivamente por la ubicación en estas tierras del tan traído y llevado Monasterio de San Juan de Otero. Pudiéndose localizar sus ruinas justo en el altozano que delimita los municipios de Mazalvete, Tozalmoro y Peroniel del Campo, en el cerro nominado con el apodo del santo. 

También restos de esta presencia podemos encontrar entre la excelente arquitectura de su románica iglesia de San Martín de Tours, que según Gaya Nuño conserva “un tipo personalísimo de ábside, que no se vuelve a repetir en la provincia”. Estos elementos son dos estelas discoidales que, situadas una en el interior del templo y la otra en su muro exterior, están gravadas con sendas cruces de las adoptadas por la Orden del Temple, conocidas por las gente de la población como “Cruz de los Cruzados”. Comentar así mismo que en esta localidad vio la luz Miguel Martínez de Contreras, más conocido como “El cautivo de Peroniel”, que allá por el siglo XV, fue cautivo por unos corsarios y preso en Argel, donde le hacían dormir encerrado en un baúl. Muy devoto de la Virgen de la Llana le rezaba todas las noche, siendo esta la que instigó el ”milagro” de traspórtalo una noche con arcón y todo hasta la ermita de la Virgen de la Llana, donde sus paisanos se quedaron atónitos y sorprendidos. Esta ermita se sitúa en la vecina población de Almenar y hasta allí seguimos nuestros pasos. 

A tiro de piedra (apenas tres kilómetros y medio) se sitúa Almenar, donde hallamos el castillo mejor conservado de toda la provincia y además está habitado. Su origen fuere una más de esas torres musulmanas que en las inmediaciones de Rituerto alzaron durante el siglo X los sarracenos sirviendo como sistema de comunicación, ya que la nomenclatura de la población en árabe se traslada a “lugar elevado desde el que se podía vigilar y hacer señales” o "lugar de luminarias en almenas". Posteriormente entre los siglos XIII y XIV se levantaría el castillo a su alrededor, sufriendo algunas modificaciones en siglos posteriores. 

Ocupando una loma al oeste de la población que domina el entorno, hasta sus baluartes llegaron soberanos como el maltrecho Carlos II o el primer “borbón” Felipe V y su esposa María Luisa de Saboya. Sirvió a sí mismo como fuente de inspiración al periodista y narrador Gustavo Adolfo Bécquer para situar dos de sus notorias Leyendas. Siendo usado como “Casa cuartel de la Guardia Civil, naciendo entre sus barbacanas Leonor Izquierdo, esposa del poeta Antonio Machado. 

Tomando dirección sur llegamos a Gómara, fijando nuestra atención en los pobres restos que se sitúan por encima de la población junto al depósito de agua, apenas dos cubos, uno pegado a un pequeño lienzo de la muralla, un aljibe cerrado por un enrejado, así como la planicie del cerro con desmantelados restos, un ejemplo más de cómo se han usado estas piedras para la construcción de las edificaciones cercanas. Solo los restos del denominado “Castillo de Gómara”, que en realidad podrían ser; por lo exiguo de su construcción y como apuntan algunos estudiosos; vestigios de una más de las torres defensivas existentes en la cuenca del Rituerto, levantadas por los bereberes durante el siglo X, que ulteriormente fue ampliada y habilitada como castillo, en la actualidad todo ello arrasado e inexistente. Bereber también podría ser el origen de la población gomareña (palillera), apelativo originario de una kabila “Ghomara” que en la actualidad existe en Marruecos, al este de Chaouen.

La considerable altura de esta fortificada posición, hace que quede a la vista una gran extensión de terreno, así como sus atalayas hermanas de Torrejalba o Castil de Tierra entre otras. Si se conoce su uso como soporte a la cercana fortaleza de Peñalcázar, en las riñas fronterizas entre aragoneses y castellanos durante los siglos XIII y XIV. No pudiendo despedirnos de la afamada villa cerealista sin desviarnos unos kilómetros para poder observar las buenas estructuras románicas de las iglesias de Torralba de Arciel y Abión.

Continuamos descendiendo el curso del río Rituerto, encontrándonos en los campos cerealistas de su derecha la despoblada aldea de Villanueva de Zamajón, apenas cuatro casas y poco mas, dando la sensación de estar parada en el tiempo de cuando en los años 80 fue mayoritariamente abandonada por sus moradores. Solo resaltan de ella su iglesia parroquial con portada de origen románico y la altiva torre que lo domina todo. Interesante es acercarnos a visitar su bien cuidado lavadero colectivo. 

De similar arquitectura con Aldealpozo, el torreón posee como tal sus esquinas redondeadas, cual corresponde de forma generalizada a las atalayas defensivas musulmanas del siglo X en esta zona. Aun desmochada en parte supera una altura de 10 mts. manteniéndose en buen estado de conservación, preservando su puerta (estuvo cegada durante tiempo) a la altura del primer piso, habiéndose abierto una nueva a ras de suelo para poder darle a esta planta el uso de Casa Consistorial, el resto como palomares. 

Cruzamos la carretera autonómica CL-101 (Almazán – Agreda, sobre la que parece no interesa reivindicar una vía rápida “autovía” Madrid – Pamplona), con intención buscar en la población de Castil de Tierra un nuevo torreón musulmana avizor del valle del Rituerto. Lo que nos encontramos sobre un pelado cerro que domina la población, son los restos de lo que fuere en su día una venturosa atalaya del siglo X, algunas de las casas de la altea puede que sean testigos del uso de sus muros. Se adivina que tuvo forma rectangular y que existió en ella un aljibe, todo protegido por un muro a modo de barbacana para una mejor protección, pudiéndonos hacer una idea de cómo pudo ser, al visitar el de Moñux, baluarte al que dedicaré algún párrafo de seguido. Pudo dar uso en su tiempo a vigilar la cabecera y acceso al valle río Nágima, ya que por su curso se llega hasta el mismo Jalón. 

Ya que estamos en esta semi-abandonada aldea, no cuesta acercarnos hasta los restos de un castro celtibero que se ubican en la ladera, por debajo, de donde se sitúa el torreón, apenas 100 mts. al norte, donde podemos comprobar la existencia de una especie de puerta, paso o calle, totalmente tallada en la roca a similitud de las existentes en Tiermes. También su templo parroquial merece unos pasos, superando por su volumen y porticada al resto de la población, lo cual nos indica su pasado esplendor. 

Retornamos a la vía principal, la carretera Almazán – Agreda, dejando a siniestra el despoblado de Boñices y a diestra Sauquillo al que poco le queda para marchitar. Tomando dirección a la aldea o granja de Riotuerto, sin saber si está poblada o no, pero lo que sí sabemos es que en ella finaliza su recorrido el flumen que desde el inicio de estos párrafos hemos recorrido, es aquí ya donde nos llega los olores del Duero. 

La población se asienta entre las dos orillas y ha pasado por varias y peculiares vicisitudes, pero hay que destacar de ella su iglesia de origen románico y la reproducción a tamaño natural de un elefante africano, paquidermo al que le han instalado un sistema que le permite lanzar agua por su trompa, curioso es conocer que en nuestra provincia tenemos tres representaciones de este enorme mamífero esparcidas por su geografía. 

Aguas abajo del Duero por su margen izquierda cruzamos la agradable localidad de Almarail, ya su nombre nos dice algo de culturas pasadas, pues su apelativo nos lleva a ser "Tierra de posadas" en árabe (al-marahil). Es reseñable la existencia, en la misma orilla del gran río soriano y no muy alejada de su casco urbano de una pequeña ermita de dicada a la Virgen de Duero, parece ser que ubicada por donde se cruzaba el rio en “barca de maroma” de cuando el inventario de Madoz, y datada en su origen “del tiempo después de moros” (románico). 

Aparte de alguna singularidad en su arquitectura (con la cabecera hacia poniente), o de haber dependido hasta bien avanzado el siglo XVIII a la encomienda soriana de la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, con sede en los Arcos de San Juan de Duero. Lo que quiero reseñar de esta ermita es que después de haber pasado casi novecientos años de su construcción, fueron encontrados en 1994 al hacer una reforma y de forma fortuita, cuatro fracciones de artesonado en madera de pino pintadas al temple. Datadas en la primera mitad del siglo XIII son de indudable inspiración románica, representando escenas de infantes luchando con dragones, castillos de tres torres, caballeros guerreando e incluso algunas damiselas son acreedoras protagonistas de sus coloridas pinturas. Hoy conocidas como "Las tablas de Almarail", se mantienen custodiadas en el museo de la colegiata de San Pedro de Soria, como las ya anteriormente mencionadas de Pinilla del Campo, habiendo estado exhibidas en la Catedral del Burgo de Osma con motivo de la exposición de las Edades del Hombre de 1997. 

No solo de musulmán tiene Almarail el nombre, en la cúspide de sus cercanos montes se encuentra el monumento más representativo de la población, la Atalaya Torrejalba, Turujalba o Turrujalba, que por los tres nombres se la conoce, del árabe Tor-buj-alba “la Torre Blanca”, así denominada por color claro del calicanto de sus muros. Uno más de esos torreones bereberes del siglo X existentes en el curso del Rituerto, pero al contrario que sus vecinos, en este cambia radicalmente su apariencia, siendo su estructura redonda algo cónica, al contrario de las que hasta ahora hemos visitado de traza cuadrada o rectangular. Siendo en esta donde se comienza a modificar su traza, y a partir de aquí, por todo el sur soriano y fronterizo al Duero, sus estructuras son prácticamente de planta circular. 

Situados en ella, los ojos se inundarán de paisaje desde lo alto del altozano que domina la atalaya, un panorama que cubre desde la modesta y tupida Sierra Inodejo hasta el altivo y aislado Moncayo. Teniendo visual con el castillo de Moñux, el de Almazán, dominando y controlando una importante parte de la provincia de Soria: el Campo de Gómara, la zona de Ribarroya, Villanueva de Zamajón, apreciándose desde ella la "curva de ballesta" que traza el río Duero desde la ciudad de Soria hasta prácticamente Almazán. Pasando por ella una de las vías trashumantes de esta España que ya no lo es, la Cañada Real Soriana Oriental por donde las ovejas del Honrado Concejo de la Mesta, recorrían tierras desde Cameros a Sevilla, cruzando por Soria. Una atalaya que todo lo ve, la torre que nunca duerme, que siempre vigila….. un elemento en medio del paisaje al que se le puede dedicar un artículo entero, que algún día haré. 

Si hoy pudiéramos cruzar el Duero en esa barca de soga que nos contara Madoz, y descendiéramos como una legua aguas abajo, llegaríamos a Torre Velacha, que se sitúa en la orilla derecha, donde en tiempos existió la aldea hoy despoblada y ruinosa de Velacha, también conocida como Santa María de Velacha, lugar donde también hubo una “barca de sirga” que hasta hace no muchos años se utilizaba para atravesar el río y cuyos restos hundidos se encuentran próximos a la torre. El altivo porte de este baluarte y la abundante vegetación, nos hace situarnos en un sugerente lugar de medievales reminiscencias. 

El torreón, de planta cuadrada, unos 15 mts. de altura, ejecutado en piedra de sillería y bien conservado, no tiene nada que ver con los que hasta ahora hemos venido recorriendo de origen musulmán. Es totalmente de época cristiana, erigiéndose en tiempos del siglo XV por don Pedro de Mendoza y Enriquez “el Fuerte”, IV Señor de Almazán, como puesto de vigilancia sobre el vado de Velacha, y también la ruta que por el río Mazos conduce hasta Lubia.. Teniendo originalmente su acceso a unos tres metros de altura sobre puerta de arco de medio punto que aún se conserva. Fue destruido por un incendio en tiempos posteriores, y durante su última reforma se abrió una puerta a nivel del suelo. 

A escasos 50 mts. nos encontramos una ermita que “…es según el gusto de los Templarios”, posiblemente la iglesia parroquial del despoblado, hoy aislado templo que sigue reuniendo el segundo domingo de julio a devotos romeros de toda la comarca en la denominada “Jáñara”. Teniéndose constancia de que ya en el siglo XII estaba bajo la advocación de San Salvador. Se sabe que en 1198 el obispado de Sigüenza tenía heredades en “Belacha”, propiedades que fueron donadas a los abades de un cenobio, uno de los ellos apelado Pedro Abad, del que se cree pudo ser el “Per Abat”, creador del Cantar del Myo Cid. Esta cesión genera una linde o “mojón” enormemente codiciado en lo temporal, tanto por los obispados de Sigüenza y Osma en lo religioso, como por los regidores de Soria y Almazán. 

Próximo destino Torre de Moñux, que visualmente se sitúa a 7 km. pero al estar obligados a cruzar el Duero y tener que ir en vehículo, nos hará recorrer incluso 25. Hasta aquí nos hemos llegado para conocer su altivo y cuadrado “Torreón”, que aunque documentado en el siglo XIV, cuando participó en las riñas fronterizas de La Raya, protagonizadas por los dos Pedros durante 1352 (Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón), se sabe su origen musulmán, siendo una más de esas atalayas que venimos visitando en curiosa procesión por las orillas del Rituerto. Debido a su emplazamiento, este torreón debió ser un punto de control de las cañadas que por sus proximidades transitaron. Consta de tres alturas, puerta en alto con un arco de medio punto y recientemente (2022) ha perdido la techumbre por su mal estado de conservación.  

Situado en un resalte rocoso al “cierzo” de la población con el que comparte epíteto, domina plenamente la Tierra de Almazán y el Campo de Gómara, al igual que así mismo es visible desde cualquier punto de la llanura con su desafiante silueta. Se dice de la aldea, que posee más edificios sobresalientes que habitantes, y es posible que sea una afirmación casi real, pues a escasas 6 almas asciende hoy toda vida en ella. Aparte de su torreón medieval, debemos destacar la parroquia dedicada a la Virgen del Pilar, la ermita de la Virgen del Carmen del siglo XVIII, La Picota o Rollo de justicia que se sitúa sobre unas peñas de conglomerado a la entrada de la población, y una Fuente cincelada en piedra sillar. Su apelativo posiblemente sea de origen árabe y el que les traslada estas notas, tiene entre otros el honor de tener, entre otros, el apellido “Moñux” en su octava generación. 

Ya vemos a poniente las edificaciones de Almazán dirigiendo nuestros pasos hacia ella, pero su reseña ya merecería otras anotaciones y nuevas letras, así que los dejo para otros tiempos y menesteres.


1 comentario:

Paco dijo...

Gran reportaje bien documentado y con fotos estupendas como siempre.
Me agrada ver que sigues con tus itinerarios y nos ilustras.
Espero impaciente tu próximo viaje.
Un saludo Paco