lunes, 4 de agosto de 2025

- Tella (Pirineo de Huesca)…… brujas, ermitas y dólmenes

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Los primitivos seres humanos a medida que fueron adquiriendo inteligencia, generaron mitos y creencias sobre las cosas que veían en su entorno pero desconocían el porqué de su existencia. Eran los astros, las estrellas, el sol, la luna, la noche, el día y todos los elementos de la naturaleza que les rodeaba pero que les resultaban incomprensibles, sabían que el sol daba calor, la noche el descanso y la naturaleza parte de su alimento, pero desconocían su origen y su utilidad haciéndoles venerar esos elementos, trasladándose a través del megalitismo esas creencias a ritos y ceremonias fundamentalmente funerarias. Siendo las representaciones que hasta nosotros han llegado de esas épocas los dólmenes, menhires, crómlech, alineaciones, etc. las embrionarias religiones de la humanidad. 

La evolución lógica del hombre a través de los tiempos, ha hecho que sus creencias también se fueran desarrollando y trasformando, convirtiendo esos primitivos enclaves ceremoniales erigidos con mayores o menores rocas, en incipientes templos más o menos elaborados. Pero en gran parte usando los mismos asentamientos que la cultura inmediata anterior en muchos de los casos, teniendo constancia de ello al existir templos cristianos encima de romanos, que a su vez se levantaron sobre restos celtas y estos cubriendo construcciones megalíticas, con la certeza de que muchas ermitas y templos se han construido encima de menhires, crómlech y sobre todo dólmenes.

 

Este acontecer ha llegado en la actualidad hasta límites inmensurables, donde podemos encontrar ermitas, oratorios, capillas, humilladeros, etc. por todos los caminos senderos y rutas de nuestra geografía, amén de lugares emisores de energías telúricas, exotéricos y singulares de los que también se han apropiado en su afán adoctrinario. Apoderándose y monopolizando los enclaves más simbólicos y emblemáticos, fundamentalmente en nuestras latitudes por parte de simbologías cristianas. Teniendo copadas totalmente con sus símbolos: cruces, imágenes de vírgenes o santos las cumbres de prácticamente todas las montañas. Moda creada, alentada o reforzada a finales del siglo XIX por el Papa León XIII, induciendo a instalar este tipo de imaginería en las cumbre y picos más representativos y destacados de las montañas que emergen por la vieja Europa, así como en los lugares considerados mágicos o sagrados, sobre todo si habían tenido alguna relación con doctrinas pasadas.




La evolución y el solape de las sucesivas creencias religiosas que nos parece cuasi normales a los urbanitas, no ha sido igual de escalonada en todos los lugares de las distintas geografías de planeta en el que nos ha tocado vivir. El notable aislamiento de algunas poblaciones, así como su alejamiento de los núcleos más habitados y con un grado de actividad relevante, ha generado en ciertos momentos de la historia comportamientos disonantes con el resto de la generalidad. Tella y Laspaúles son las dos poblaciones más altas de todo el pirineo de Huesca y extremadamente aisladas en aquellos años de la Baja Edad Media

 

Dejemos constancia que hasta estos territorios ni siquiera accedieron en su totalidad y solo los usaron de paso y con cautelas, tanto romanos (que dejaron algunas calzadas para unir su imperio), como los musulmanes en su invasión de la península en el 711, no siendo estos valles por lo tanto totalmente romanizados y menos aún islamizados. Toda vez que en la zona pirenaica a la que me quiero referir, los sarracenos pararon su incursión en el valle del Ebro, accediendo a los intricados barrancos pirenaicos en contadas ocasiones y a través de rápidas incursiones.

 

Hoy los aconteceres trascurren con rapidez, no pasando así durante el medievo, en que las transformaciones y las formas de pensar ocurrían con más pasividad, durando décadas e incluso centurias en modificarse algunas costumbres y creencias. Así sucedió durante mucho tiempo en nuestro territorio con apartadas comarcas como Las Hurdes, las dos vertientes de la Cordillera Cantábrica, Galicia o los Valles Pirenaicos, donde las creencias hacia pretéritos ritos y costumbres ancestrales, fueron lentamente matizándose en el tiempo hacia conocimientos más coetáneos, pero a velocidad más lenta que en los terrenos llanos y más accesibles.

 

Esto dio lugar a que mentes intolerantes y enfermizas, se cebasen con estas gentes durante los siglos XIV y XV tachándolas de brujas, ya que mantenían formas de vida y convicciones del pasado. Al usar sus conocimiento de la naturaleza para el ejercicio de la sanación en aquellos tiempos, eran herbolarias y experimentadas curanderas, y en esa situación de ostracismo, en el que la medicina tradicional (natural) era la única alternativa, ya que los médicos de por aquel entonces aún estaban más lejos de los de hoy (regreso a ello vamos), avivó las expectativas de una excluyente “Inquisición” en plena efervescencia. Convirtiéndose la caza de brujas en Europa en una moda durante la primera mitad del siglo XVII, donde fueron sacrificadas en la hoguera (en gran mayoría mujeres) entre 40.000 y 60.000 víctimas, siendo los países centro-europeos y con creencias luteranas muchísimo más activos que los católicos de aquí, rigiendo una inquisición más intolerante, radical e integrista que la católica del mediterráneo. Aquí, los Torquemada de turno apenas habrían sacrificado a medio millar de personas (unas 400 en Cataluña).

 

Se delataron y declararon brujas en gran cantidad de espacios pirenaicos con las descritas características de estar situados en recónditos lugares como Zugarramurdi en los confines del Valle de Baztán (Navarra), donde se enjuiciaron a 53 personas mediante el “Proceso de Logroño”, once de las cuales fueron ajusticiadas. Le siguió el Valle de Canfranc o Alto Aragón, en donde destaca por estos hechos la población de Villanúa, destacada por la Cueva de las Güixas lugar asociado con aquelarres brujeriles, donde fueron ajusticiadas 15 mujeres acusadas de practicar magia negra. Se tiene conocimiento sobre una mujer “latrante” (ladradora), la Narbona de Cenarbe (hoy despoblado y ruina perteneciente a Villanúa), juzgada por la Inquisición en 1498.

 

Ya en el Valle de Tena o Alto Gállego, se generó en 1499 un episodio de histeria colectiva contra las “mujeres diferentes”, fundamentalmente jóvenes y solteras. Estando relatados fenómenos de brujería en las aldeas de: Tramacastilla donde hay documentación (posiblemente exagerada) sobre el desarrollo de un acto de exorcismo en el que 200 mujeres resultaron izadas girando en el aire hasta la misma bóveda de la iglesia), o en Sandiniés donde se procesó a 72 mujeres entre 1637 y 1642 por posesión demoníaca. También en la población de Piedrafita y su Bosque del Beato, donde se reunían las brujas para hacer conjuros y aquelarres y en Hoz de Jaca con sus lugares denominados Huerto de las Brujas y Cueva de la Encantada.




Antes de llegar a Biescas, en las proximidades de Santa Elena símbolo de la lucha por la cristianización y donde se sitúa una agrupación de dólmenes, nos llegan noticias de lugares tan sugerentes como las fuentes de Lamia y de Mariguana, la Caseta de las Brujas y el Barranco de las Brujas, el puente del Diablo, el Salto del Diablo, y la Fuente de la Gloriosa. El Valle de Sía (que nos conduce desde Biescas a Ordesa) también tienes su leyendas y nominaciones mágicas, como el Barranco del Infierno con oscuras historias y el Forato os Diaples cueva donde se cree que residía el Diablo, así como el despoblado de Espierre donde se dice que habita el mismo diablo en un túmulo. Sin dejar de lado la población de Yebra de Basa, con la Peregrinación a Santa Orosia y la Ruta de las Ermitas, otro punto emblemático sobre posesiones brujeriles, además de su relación con el Santo Grial.

 

Puedo seguir contando historias de poblaciones como: Acumuer, Senegüe, Orna de Gállego, Jabarrella, Belarra, Burgasé, el Castillo de Boltaña, Tella, Gistain o el pico Cotiella de poderosas sensaciones exotéricas para mi persona. Y ya en los últimos valles orientales de Aragón queda constancia diabólica en Benasque, Chía y Laspaúles, población donde fueron ahorcadas por brujería 24 mujeres en 1592, siendo en realidad víctimas políticas de la rivalidad existente entre Felipe II y los poderes aragoneses. Entramos ya en los condados catalanes donde también se persiguió la brujería, con procesos y condenas en el Pallars y la Alta Ribagorça, pero eso sería otra historia y nuevos párrafos………. que no digo yo que no me dé un día por ello. Seguramente habrá más aldeas donde fueron perseguidas sus gentes por “actuar diferente a los demás”, pero no nos ha llegado documentación escrita, relatos tradicionales o leyendas sobre ellos, por lo que se quedaran en el olvido de la historia.

 

Y en esto nos situamos en Tella, pequeña aldea del Alto Valle del Cinca en el Pirineo de Huesca, que ubicada entre los complejos barrancos originados por las cumbres pirenaicas, se sitúa en un inhóspito, apartado e intrincado emplazamiento a 1.384 m. de altitud. El poderoso Macizo del Monte Perdido ha creado, por la acción de los antiguos y extintos glaciares y la erosión subsiguiente, cuatro potentes cañones, barrancos o valles, que cual abanico se abren hacia el oeste, sur y este. Conformados por los ríos Arazas, Bellos, Yaga y Cinca, que han esculpido potentes hendiduras creando el Valle de Ordesa, el Cañón de Añisclo, la Garganta de Escuaín y el Valle de Pineta, con unas diferencias de altitud que llegan a alcanzar paredones de entre los 500 y 900 mts.




Siendo entre los dos últimos mencionados Escuaín y Pineta donde se sitúa el caserío de Tella, que se alza ocho centenares de metros por encima de las aguas del Cinca en apenas 3 km. de distancia (8 de ascensión en vehículo por estrecha y sinuosa carretera que nos llevará más de 20 minutos). Una mágica aldea enclavada bajo un collado resguardada de los vientos fríos del norte por el Tozal de las Cazcarras (1.438 m), con vistas a las mágicas cumbres de Las Tres Sorores y el encantamiento que genera la percepción del de la Garganta de Escuain a sus pies. En medio de unos parajes que aun en la actualidad cuesta llegar, es ejemplo de aislamiento y lugar donde se dan los condicionantes y la progresión antropológica que antes he expuesto.

 

Aun no habiendo evidencia documentada sobre la existencia de Tella hasta comienzos del siglo XIII, añejos son sus orígenes con una presencia humana milenaria que se sitúa en los dólmenes de Tella (conocido también como Losa de la Campa o Piedra de Vasar) y Sierra de Basar (finales del neolítico de 2500-2000 a. C.), así como en los dos menhires existentes por encima de ellos a lo largo de la pista que asciende hasta las laderas de la Pala Montinier. Siendo además refutada por el yacimiento de la Cueva Coro Tásito, que prueba la existencia del ser humano por estas alturas desde hace unos 7.300 años. Pudiendo confirmar como primeros ritos y creencias por estos lares al megalitismo, pues los menhires fijaban el alma de los difuntos, los dólmenes eran tumbas rituales colectivas, que al cubrirlos de tierra se convertían en “túmulos”. Siendo la combinación de dólmenes y menhires lo que da lugar los alineamientos y crómlech (círculos de piedras asociado con el culto al Sol».

 

El desarrollo cultural de estas gentes fue más lento que las que habitaban las llanuras, no habiendo llegado apenas a estas montañas la invasión musulmana, perdurando muchas de sus ancestrales creencias y modos de vida por la incomunicación a que estuvieron sometidos. El aislamiento lleva a la autosuficiencia por necesidad y esto al mantenimiento de prácticas y costumbres ancestrales en cuanto a los hábitos de vida y a las sanaciones de males. No siendo tan extraño que ante estos condicionantes sus pobladores vivieran a espaldas de las “modernidades” del momento allá por los aledaños del siglo XVII, y esas extravagantes costumbres las tomaran los intransigentes religiosos del momento como hechicería y brujería. Contando esta alta zona del pirineo con una extensa y documentada tradición atribuida a los hechizos, aquelarres y la brujería, siendo Tella un ejemplo de ello, pues tenía fama de que por sus tierras moraban las seguidoras de Satán, hasta el punto de que había un refrán en el Alto Aragón de decía “Tella, Dios nos libre de ella”.




Para protegerse de la maléfica influencia de estos seres demoniacos, los habitantes de Tella erigieron por los alrededores una serie de ermitas con el fin de crear un círculo protector, para resguardarse de lo exotérico y maligno que pudiera suceder en las cercanías. Se sabe que en su momento de máximo esplendor Tella llegó a tener hasta siete iglesias, no todas se han mantenido y llegado hasta nuestros días, pero aun podemos realizar un interesante recorrido por tres de ellas, que partiendo de la actual iglesia parroquial nos conducirá hasta ellas, a través de unos parajes de cuento entre montañas, con un espléndido entorno natural a puerta oriental del Parque Nacional de Ordesa, un paseo que nos asombrará por la belleza que nos rodea.




Una ruta circular de unos 2,5 km. a través de un bosque de pino rojo (conocido también como pino silvestre o pino albar) y Boj, con extraordinarias vistas de la cadena principal del Pirineo. Itinerario que nos permite descubrir tres joyas del patrimonio arquitectónico de esta área de los Pirineos:

 

- Ermita de los Santos Juan y Pablo ("San Juanipablo" le dicen aquí) del siglo XI (1018) una de las más antiguas del románico de Aragón. Situada en el collado de Balbanera bajo la rocosa peña del Puntón de las Brujas o Peña de San Juan, lugar donde las Brujas celebraban sus Aquelarres (del euskera "akerraren larrea", que significa "prado del macho cabrío"), por lo que elegido este lugar para contrarrestar las malas influencias. Un situado en verdad sobresaliente por sus increíbles vistas sobre la Garganta de Escuaín, el Valle del Cínca y la gran mole rocosa del Castillo Mayor.

 

- Ermita de la Virgen de Fajanillas, a la se llega en un breve recorrido tras superar otro pequeño collado erigida en el siglo XII. Es la única de las tres que posee torre campanario, se cree que fue la parroquia del pueblo hasta finales del siglo XVI. Fajanilla significa en aragonés franja de tierra formada naturalmente en la pendiente de un peñón, por consiguiente el templo hace honor a su denominación.




- Ermita de la Virgen de la Peña, tras retornar al collado y ascender en dirección contraria llegamos a esta humilde construcción levantada durante siglo XVI, se cree que sobre otra anterior de estilo románico, se sitúa elevada sobre una atalaya natural con un soberbio panorama desde donde se divisa todo a nuestro alrededor.

 

Durante el recorrido nuestro silencio y sensibilidad podrá dar cabida a percibir el latido de las montañas de más de tres mil metros que tenemos frente a nosotros, embelesándonos además del entorno de la visión de la Garganta de Escuain situada bajo nosotros. 




Tella es un pequeño pueblo de gran belleza, desde el que se divisan panorámicas sobresalientes. Situado en la cabecera del río Yaga, ante él se abren unos horizontes espectaculares con vistas a la Comarca del Sobrarbe y al Valle del Cinca, desde donde también divisamos la Peña Montañesa y la Sierra de las Cazcarras, suficientes motivos para ser una de las localidades más visitadas del Pirineo Aragonés. Basta con recorrer sus calles para descubrir en seguida los pilares de la esencia pirenaica. Casas de piedra, chimeneas con espanta brujas y convivencia entre el ser humano y el paisaje. 


Se articula alrededor de una calle principal, donde encontramos: la fuente, el Museo de la Bruja o Casa Carrascos, la Casa Folias, el Molino de Tenetuero (Centro de Visitantes), el Bar La Posada de Silván y la Iglesia de San Martin erigida entre los siglos XVI y XVII.




Como el día nos ha resultado corto, nos acercamos hasta la desembocadura del río Bellos para ascender sus aguas introduciéndonos en el majestuoso y sensacional Cañón de Añisclo, al que no visitábamos desde hace más de 40 años. El barranco sigue igual, en su sitio, pero se intuye un aluvión de gentes con ansias de “aventura” (cono si recorrer en su magnitud el barranco no fuera una verdadera hazaña), en eso que ahora llaman deportes de riesgo, aquí especializados en el “barranquismo”. Recorremos algunas de sus poblaciones terminando de aposentarnos en Vió, allí comimos, en sus cercanías pasamos la tarde, allí cenamos y allí dormimos. El lugar no puede ser de lo más sugerente, en pleno Collado de Vió encontramos As Fuebas de Patricio un hostal / restaurante con una de las mejores vistas de toda la hendidura que conforma la erosión formada por Cañón de Añisclo, con el condicionante a favor de una cocina lugareña, agradable y resultona, buenas chuletas de oveja churra de la zona, y gestionado por Alberto natural de Vió, mejor elección imposible.

1 comentario:

Paco dijo...

IMPRESIONANTE, que paisaje que montañas. Las fotos perfectas nivel profesional. Un saludo Pablo