martes, 8 de agosto de 2023

-Lavandas en flor…… por los campos de San Felices (Soria)

Pincha aquí si deseas ver las fotos de "Lavandas en flor...... por los campos de San Felices (Soria)" y si quieres verlas en pantalla completa pulsa en la tecla "F11" 

Hoy quiero dedicar estos párrafos a esos arbustos aromáticos cuya flor observamos de forma silvestre al patear por los campos cuando comienza el verano, dejando a nuestro paso un agradable olor a perfumados tomillos. Estando cada vez mas extendido su uso como cultivo por parte de algunos sectores agrícolas, en la búsqueda de rentabilidades mas altas para sus campos, como así mismo una manera de diversificar sus productos, aumentando año a año los terrenos cultivables de forma exponencial. Me estoy refiriendo concretamente a la “lavanda”, planta perteneciente a la familia de las lamiáceas (menta), denominadas también trivialmente como labiadas, y parientes del orégano, romero, tomillo, salvia y albahaca.

 

Conocidas y utilizadas desde la antigüedad como plantas olorosas y curativas, las lavandas ya eran usadas como aceites por los egipcios en las técnicas de momificación (habiéndose encontrado tazas con lavanda en la tumba de Tutankamón), pasando posteriormente al Imperio Persa para ser usadas como aditivo a los baños. Los griegos y romanos las tenían consideradas como plantas sagradas que favorecían la depuración del cuerpo y la mente, proviniendo su nombre “lavándula” del latín “lavare”, en alusión a su uso el los cuidados de aseo como elemento aromatizante y purificador. Ha sido usada en nuestro país desde tiempos remotos como forma de perfumar los hogares, quemando sus flores secas, siendo estas así mismo utilizadas en bolsitas de tela para perfumar los armarios, sirviendo además de insecticida contra la polilla y otros insectos.

 

Esta variedad de plantas engloba mas de 60 especies, siendo las mas comunes: la “lavanda genérica” (lavándula angustifolia o lavanda hembra), el “espliego” (lavándula latifolia o lavanda macho), el “cantueso o tomillo cantueso” (lavándula stoechas) y el “lavandín” (lavándula hybrida). Dándose fundamentalmente entre los 700 y 1.000 mts. de altitud, en suelos bien drenados y mas bien secos.




La lavanda posee propiedades relajantes, al tener como componente un aceite esencial y alcoholes que le dan esas propiedades calmantes. Al contener así mismo un alto porcentaje de “taninos” (también existentes en las uvas, el the y el café), ha sido usada históricamente por sus cualidades  antiinflamatorias y astringentes, además de poseer un alto poder antioxidante. Actúa eficazmente contra envejecimiento, reduciendo el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, alzhéimer e incluso el cáncer. Tiene efectos contra la ansiedad, toda vez que al ser simplemente olida su aroma estimula efectos relajantes sobre nuestro sistema nervioso. Si se administra como infusión o tisana es altamente efectividad para el estrés y los miedos.

 

El espliego, al contrario que la lavanda, tiene características mas vigorizantes contra el abatimiento y el cansancio, destacando su uso como antiséptico, abortivo y antibacteriano, siendo útil también para aumentar las defensas del sistema inmunológico. Si la usamos como pomada o ungüento, sirve para gran tipo de heridas, eccemas, quemaduras, así como picaduras de insectos. Además de ser un relajante de la mente y sus componentes generan sensación de alegría y entusiasmo. Siendo las flores del espliego que se desarrolla asilvestrado en los campos, el que produce la miel de mejor calidad y la mas abundante.

 

El cantueso es también una planta campestre que se desarrolla en terrenos arenosos que no sean calizos. Su olor es una mezcla entre tomillo y lavanda, que junto a la presencia de alcanfor entre sus componentes, genera unos aromas mas fuertes y algo picantes que sus compañeras, por lo cual no se usan fundamentalmente sus esencias para los delicados fines del cuidado corporal. Se le ha dado uso como antiséptico, elaborando y con él preparados para limpiar heridas y llagas, y en la antigüedad sirvió para mitigar molestias pulmonares, así como dolencias de nervios y cabeza. Habiéndose utilizado también el cantueso para molestias gástricas, facilitando regular las digestiones lentas. Esta planta ha sido habitual en todas las boticas españolas durante muchos años, ahora ya sustituida por otros preparados mas eficientes.




El lavandín es un producto híbrido resultante del cruce entre lavanda y espliego, por lo cual no se encuentra en estado natural por los campos. Su envergadura (tallo y flor) es mayor que el de la lavanda y la coloración de sus flores mas intensa, notoriamente violeta. Resistente a la sequedad, el lavandín se adapta perfectamente a ambientes secos y cálidos con precipitaciones bajas. Siendo durante los inviernos no muy fríos, cuando los resultados son mas productivos. Su elevada composición de alcanfor y aceites de eucaliptol, le hace ser menos idóneo para la confección de perfumes, aunque bastante apropiado para uso cosmético. De los componentes reseñados se extrae un aceite que actúa con eficacia contra dolores, picores y picaduras de insectos, siendo fácilmente absorbido por la piel generando una sensación de frescor y alivio.

 

Se usa para reducir las inflamaciones de quemaduras, golpes e incluso dolores de muelas. Como relajante sirve para aliviar el estrés, calmando los nervios y la mente, habiéndose comprobado su efecto ansiolítico y como reductor de la tensión arterial. Inhalar su esencia antes de dormitar, sirve para mantener un sueño sereno y reconfortante, ayudando asimismo a mejorar los golpes de tos, las afecciones pulmonares como bronquitis y asma. A modo de analgésico se utiliza para aliviar tanto la artritis como problemas musculares, sirviendo para acelerar las cicatrizaciones de heridas e intervenciones quirúrgicas y también cortes, quemaduras, estrías y acné.

 

Es muy posible que estas plantas de flores moradas o violetas, fueran el perfume mas antiguo usado por las primeras civilizaciones del planeta. Siendo el griego Dioscórides (considerado como el primer botánico científico) quien en el siglo I escribiera que, “cuando se tomaba lavanda, se mitigaba el dolor de cabeza, la irritación de garganta y las indigestiones”. Habiéndose usado desde entonces y hasta la actualidad para la confección de cosméticos y perfumes, siendo recogida por los campos como planta silvestre, destilándose de forma tradicional hasta finales del siglo XIX. Es a comienzos del XX cuando se comienzan a efectuar plantaciones agrícolas experimentales, a fin de extender su producción ante el crecimiento de la demanda de sus productos. Destacándose la Provenza francesa y concretamente la zona de Grasse quienes en los años 60 del siglo pasado los que marcarán la pauta. 




En los 70, los monjes benedictinos de la cisterciense, austera y mítica Abadía de Sénanque, decidieron reemplazar los cultivos de cereal y manzana por el de lavanda, dedicándose ahora estos frailes franceses, a la elaboración de aceites esenciales, perfumes, miel de lavanda e incluso galletas aromatizadas de este aroma. 

 

Si bien su producción industrial se la debemos a nuestros vecinos del norte, los franceses, donde la Provenza marca una línea que aun es difícil de superar en los campos de la España agrícola. Durante la segunda mitad del siglo pasado se comienza en nuestro país a investigar sobre la idoneidad de su cultivo, siendo la alcarreña población de Brihuega la pionera en ello, lugar al que ahora se le denomina como la “Provenza española”, llegando su producción a extenderse en la actualidad a las cerca de 2.000 has.

 

Comienza esta aventura ibérica en los anos 60 del pasado siglo, con el viaje a la Provenza francesa de un joven nacido en Barriopedro (contiguo a Brihuega) que ejercía como maestro de escuela en Poveda de la Sierra (Alto Tajo). Álvaro Mayoral a su regreso de tierras galas se trajo en su maleta una treintena de plantas de lavanda, que se trasnocharon durante el viaje, pero persistente en su empeño consigo le enviasen otras por correo. Se alió con el agricultor Andrés Corral y el perfumista Emilio Valeros y así empezó todo, convirtiendo esta comarca de Guadalajara en la productora del 10% del cultivo de esta planta a nivel mundial, y referente de tecnología en este sector, siendo hoy son sus descendientes quienes gestionan la actividad.

 

No hay mas que acercarse durante el mes de julio a sus campos para llenarnos de su color y aroma, un verdadero estimulo para los sentidos, trasladándose a la población en diversidad de comercios y tiendas que se han creado alrededor de estos productos, además de las fiestas dedicadas a promocionar sus derivados. Pudiendo así mismo realizar paseos por sus cultivos, efectuar visitas guiadas e incluso observar los violáceos campos desde las alturas montado en globo, ejemplo de ellos son estas fotos que puedes ver pinchando aquí.

 

Pero no solo la población de Brihuega ha desarrollado el cultivo de lavanda, existiendo en la actualidad diversidad de campos en nuestra “piel de toro” dedicados en parte a su producción, tal es el caso de Lerida (Aromes can Rosselló́), Tiedra y Peñafiel en Valladolid, Los Baños y El Pobo en Teruel, Caleruega (Burgos), Olite (Navarra), Moratalla (Murcia), Los Serranos (Valencia), Santa Eulalia de Ronçana (Barcelona) y la soriana población de San Felices a donde dirigimos nuestros pasos.




Situada a 950 mts. de altitud, 300 por encima del río Alhama que discurre a menos de un kilometro al norte, se ubica la población de San Felices, siendo el ultimo pueblo de Soria antes de adentrarnos por esta parte en La Rioja y por no mucho en Navarra y Aragón. Agreste en su orografía y rodeado de barrancos se yergue su singular y hermoso caserío sobre un roquedo que domina toda la comarca. Dicen que su denominación proviene de “Saelices”, ya que por el lugar había una mina de sal, pero mi imaginación me lleva a idealizar que su apelación relacionada con la “felicidad” pudiera provenir de los matojos de lavanda habidos por su campos, y a través de ellos y sus propiedades relajantes y calmantes, conseguir ese estado onírico relacionado con su patronímico, pues con solo oler el aroma de esas plantas, calma nuestra ansiedad, eliminando de nosotros los temores, el estrés y la tristeza, generando un estado de entusiasmo y alegría………… estamos en un pueblo que sonríe. 

 

Es un día de esos mas que calurosos de este pasado mes de julio, pero a las 8 de la mañana ya estábamos por medio de los campos en busca de las violetas plantaciones, con el sorprendente y escarpado espectáculo de los barrancos de río Alhama a nuestros pies centenares de metros por debajo. A esa hora corría una cierta brisa que acariciaba las moradas flores y el tenue sol aun no castigaba de lo lindo, pero el día prometía calor.

 

Estamos en todo lo alto del monte, en lo que aquí denominan El Cerro a 1.024 mts. prácticamente en la linde de Castilruiz y Cigudosa, población que intuimos en la hondonada que conforma el despeñadero del río al que dieron nombre los musulmanes por sus aguas termales. Situados entre El Ponzón y Fuensomera, a nuestra diestra y siniestra se extienden de forma irregular por lo fruncido de terreno, los bancales con los alineados arbustos cárdenos, respirando en nuestro caminar los aromas que la brisa y la mañana nos regalan.

 

Buscando un nuevo destino cruzamos la aldea, para por el Camino del Cementerio, adentrarnos unos centenares de metros en la vecina Rioja, aquí encontrados dos zonas de cultivo próximas, en el lugar conocido como Los Llanos aunque de llano no tiene mucho, pues estamos en plena Sierra de Pegado, con la cima del Cerro Monegro ante nosotros y como fondo de los floridos sembrados malvas……. Comienza a pegar el sol y es hora de dejar los campos y dedicarse a otros menesteres. 

 

Las plantaciones se extienden por cuatro situados diferentes pero alejados unos de otros, teniendo que ir a uno de ellos desde la vecina aldea de Añavieja, afamada por su elaboración de “fritas patatas”. A estos fuimos en la tarde, aprovechando mientras llegaba la hora a dar un paseo por su callejas, visitar su románica iglesia, lo que queda del “castillo” y husmear por su “nevero” (lugar donde se almacenaba la nieve en invierno para refrescar en verano).


Allí, en lo alto del caserío, conocimos a David que, sentado a la puerta de una pequeña edificación, añoraba sus años mozos de cuando iba a “jugar pelota” en el “viejo frontón” a doble cara de Quintana Redonda. “Trinquete” que la ignorancia, la ineptitud y el desarraigo, hizo desaparecer un frio día de enero de 1997 de forma casi furtiva. Fue el propio David, pues no había muchos mas a preguntar, quien nos indicó como ir hasta los campos de lavandas, “en el crucero a derecha y todo seguido” (para los que no lo sepan, en Añavieja “un crucero” es un cruce de pistas sin asfaltar), y hasta allí nos fuimos al caer la tarde, pero ojo, la pista no tiene salida a San Felices y hay que volver por el mismo camino……….. eso no nos lo había indicado el viejo David y son algo mas de diez km. de ida y vuelta. Aun si mereció la pena el paseo, encontrándonos un buen numero de ordenados y alineados plantíos de las aromáticas plantas que veníamos a buscar, a las que se han intercalado en algunas parcelas jalonados ejemplares de encinas truferas.




Ya solo queda que os acerquéis a visitarlos y ver como las laderas de sus campos se tiñen de esos purpuras intensos que después de transforman en esencias y perfumes, pero para ello tendréis que esperar once meses, al próximo mes que homenajea al emperador romano Caesar “Julio”, hasta entonces puedes disfrutar cuantas veces quieras viendo las instantáneas que por aquí he dejado, tanto de Brihuega como de San Felices……….. disfruta y cuéntame que tal el paseo y los aromas.

1 comentario:

Paco dijo...

Bello paisaje grandes fotos casi me llega el aroma a lavanda.