martes, 14 de febrero de 2023

- Los enemigos de la sanidad en la historia


Lleva ya tiempo la sanidad de gran parte de España en el candelero, diríamos que décadas, en Madrid desde la época en que Esperanza Aguirre y su consejero “Lasquetty” comenzasen a traspasar al sector privado partes de la sanidad publica. Y ni siquiera ella o sus legatarios nos hayan trasladado un dato del porque de esas decisiones, y si con ello se mejoraría la gestión o se ahorra presupuesto. Esta claro que de lo primero nada de nada, pues cada vez la atención médica está peor. Y sobre lo segundo es pura matemática;  la sanidad publica no genera beneficios empresariales y por lo tanto debería ser menos costosa que la privada, “si se gestiona bien”. Para eso se presentan los políticos a las elecciones “a gestionar bien”, digo yo. Consecuentemente no se debería de transferir a empresas estas funciones, para con ello engordar sus cuentas de resultados, a no ser que espurios intereses estén detrás de estas operaciones. 

Quiero con este articulo rendir homenaje a todos los sanitarios de este país por su esfuerzo en mejorar nuestros males, y también a las gentes de bien que una y otra vez se esfuerzan en apoyar esta batalla contra los intereses de los menos, en que nos quedemos sin una sanidad de “calidad”. Yo soy uno de los perjudicados por esta moda privatizadora y por eso me junte el domingo pasado con cientos de miles de amigos para no permitir que est@s elementos se salgan con la suya.

 

Os dejo un articulo que me ha parecido interesante sobre como históricamente se ha tratado a la sanidad y los enemigos que durante mucho tiempo ha tenido. Ha sido publicado por el diario digital “elplural.es” el mismo día de la impresionante manifestación de Madrid y ha sido elaborado por el cronista y experto en bellas artes Miguel Zorita.

 A lo largo de la historia los médicos han tenido que luchar contra los más diversos problemas

 

Cuando uno lo ve desde fuera, no tiene sentido, o al menos parece de psicópatas, luchar contra la sanidad. Sanitarios que literalmente han dado su vida en guerras y epidemias se encuentran luego ante decisiones políticas de difícil comprensión. A lo largo de la historia los médicos han tenido que luchar contra los más diversos problemas, descubrir cuáles fueron es nuestro objetivo de hoy.

 

Demonización

Cuando el fanatismo campaba a sus anchas en España el doctor Francisco López Villalobos acabó siendo médico de los Reyes Católicos. Su pericia venía de lejos pues su padre ya fue médico de gran fama y al mismo tiempo de indudable origen converso.





Al ser de familia sefardita ya había motivo más que de sobra para que la Inquisición declarase la guerra al doctor López Villalobos con todo tipo de infamias.

 

Como era difícil hablar mal de un médico cuyo trabajo era admirable, la Inquisición y sus secuaces recurrieron a toda una campaña mediática difamarle. En una de sus cartas, dirigida al obispo de Plasencia el doctor Francisco López Villalobos explica de qué le acusan: “Y la baja envidia se levantó en pechos miserables y en hombres necios, en términos de llamarme mago dado a maleficios y encantador”.

 

Auténticas patrañas que hoy nadie creería, pero que siguen funcionando de modo igualmente burdo con las difamaciones actuales.

 

Quitarse a los sanitarios de en medio

Pero no solo la Inquisición atacó a los médicos, también el ejército napoleónico demostró su falta de piedad y de sentido común pasando por las armas a infinidad de médicos por el mero hecho de ejercer su oficio.

 

El historiador Juan Pérez de Guzmán y Gallo hizo un minucioso estudio sobre el 2 de mayo de 1808 pudiendo relatar las circunstancias y nombres de las primeras víctimas del enfrentamiento. Entre ellas destacan varios médicos a los que la tiranía se llevó por delante. Así nos lo cuenta con el caso del doctor Ángel Rivacova, fusilado en el Paseo del Prado tan solo por haberle sorprendido el alzamiento en la calle portando el maletín con el instrumental médico que las tropas francesas consideraron armas.

 

Más crudo si cabe resulta el caso de Francisco Javier Aguirre y Angulo, cirujano del Hospital General, a quien las tropas napoleónicas dispararon “mientras ejercía el ministerio de su profesión con los heridos abandonados en la calle de Atocha, después de la refriega.”

 

Precariedad por la corrupción

La autoridad de algunos de estos médicos es tan incuestionable que negarlo sería como quitarles el Premio Nobel, pues nos ocupamos ahora de don Santiago Ramón y Cajal cuyo paso por los hospitales nos ha legado otro de los problemas clásicos de los sanitarios, la precariedad provocada directamente por la corrupción.

 

Durante la guerra de Cuba Ramón y Cajal ejerció de médico militar en situaciones absolutamente límites en las que la enfermedad y la desnutrición le hicieron pedir varias veces licencia para poder recuperarse, aunque siempre recibió el “resista usted cuanto pueda” por respuesta.

 

Pero el caso más flagrante ocurrió en uno de estos hospitales, el de San Isidro, donde el capitán médico atendía a 300 enfermos diarios, entre los que se difundía la viruela, el paludismo o la disentería y en gran medida por culpa de la precaria calidad de los alimentos que los enfermos recibían. Algo incoherente para Ramón y Cajal sabedor como médico de que había partidas presupuestarias de sobra.

 

La falta de alimentos resultó no ser una cuestión de carestía, si no una corrupción por parte de los oficiales para hacer un auténtico desfalco de alimentos del hospital que acababan en las mesas de los altos mandos. Aquellos a los que tanto les gustaba hablar de la patria mientras les robaban la comida a los enfermos y abandonaban su suerte a los médicos.

 

Hoy los protagonistas han cambiado; a los inquisidores no se les ve tanto (aunque sigue habiendo) y no ostentan un poder tan preponderante; los imperialistas ya no son gabachos y están en otras latitudes y a otras cosas; pero los corruptos siguen estando, ya que si hurgáramos un poco en aquellos años del siglo XIX, veríamos nombres que hoy, en el siglo XXI, nos resultan conocidos, siendo los vástagos y retoños de los que se repartían las arcas publicas hace 150 años (aun sin mascarillas de china) en tejemanejes similares a los de ahora. Pero seguro que comenzaban a asomar la cabeza los “Lasquetty” de entonces, defendiendo un ultra-liberalismo que ya ha demostrado ser un fracaso en Europa (crisis del 2011) o Gran Bretaña (crisis del Brexit) y que tan vehementemente defienden estos cachorros mal llamados liberales: como la ínclita Díaz (Ayuso) el ya mencionado y fracasado Fernández (Lasquetty), el ocurrente Martínez (Almeida) o el irredento Núñez (Feijóo). Me refiero a los locales, pero hay muchos mas extendidos por el orbe............... e incluso en otras comunidades autónomas.

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