jueves, 12 de abril de 2018

- Hurtigruten (Noruega)…… el Expreso del Litoral

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Conocemos a la tierra como el "Planeta Azul" al estar compuesta su superficie por tres cuartas partes de agua, por lo que el 75 % de nuestro entorno es ese liquido y azulón componente, con el que debemos convivir y sin el que la vida en nuestro maltratado mundo no sería posible. Por él hemos aprendido a movernos a lo largo de la historia, toda vez que nos ha sido útil y necesario para trasladarnos, convirtiéndose en una vía de trasporte imprescindible para los territorios bañados por sus aguas. Desplazarnos usando este indispensable elemento ha sido siempre una necesidad para el ser humano, e intentar dominar su fuerza una constante durante la evolución de la humanidad.     

Para las antiguas civilizaciones el mar era una fuente de alimento, por lo que sus asentamientos se situaban cerca de sus costas. Sin ninguna duda la navegación comenzó el día que algún ser humano se encaramó a un tronco seco para adentrase en el mar en busca de sustento, iniciándose en ese instante una evolución que no ha hecho más que acrecentarse con el paso del tiempo hasta llegar a nuestros días. Siendo también por medio de esta actividad, como el hombre utilizó el mar en la busca de nuevos territorios por donde expandirse, descubriendo nuevas civilizaciones y generando rutas comerciales alternativas. Primeramente sus singladuras fueron a través de rudimentarias balsas, a las que después las acoplaron remos, para posteriormente insertarles velas, y mucho mas tarde con el adelanto industrial motores, consiguiendo mejorar el rendimiento de sus naves. 

Desde las primitivas barcas egipcias, allá por el 2.500 antes de Cristo, así como los fenicios, griegos o cartagineses controlando con sus naves el mediterráneo a mitad de milenio de la era anterior. Pasando por las colosales flotas del almirante chino Zheng He a principios del siglo XV, o los uros por sus canoas de "totora" del lago Titicaca, los españoles y portugueses del siglo XVI surcando ya los mares del mundo completo, y por supuesto los Vikingos que desde el siglo VI hasta final del siglo XII, recorrieron y arrasaron media Europa, llegando hasta el mediterráneo, y hasta llegando 500 años antes que Colon a las costas Americanas de Terranova. Gentes que hicieron de la historia de las rutas marinas una de las aventuras más apasionantes que los seres humanos hombre hayan realizado desde los remotos tiempos. 

Es posible que de todas las costas que riegan los continentes que forman nuestro planeta, sea la de Noruega la más enrevesada, fraccionada, enmarañada y maléfica. Siendo los vikingos, especialistas de estas aguas, los mejores marinos que haya habido en la historia de la navegación. 

Se cumple ahora 125 años, de cuando un sucesor de esos "demonios cornudos" seguidores de Odín, realizó la hazaña de realizar la primera ruta por la abrupta costa nórdica, recorriendo y fondeando las por entonces aisladas poblaciones o aldeas que diseminadas salpicaban sus orillas. Fue Richard Bernhard With, quien aceptó la propuesta del gobierno de realizar por primera vez la ruta marítima que de forma "regular" uniera el sur de Noruega con las costas del norte, la que desde entonces y hasta hoy se conoce como la Hurtigruten. Proeza que para finales del siglo XIX, fue catalogada como verdadera temeridad, pero que una vez consolidada, sirvió para abastecer la humanizada línea costera de mercancías, enseres, transporte de pasajeros y correo postal, a través de lo que fuera denominado como el “Expreso del Litoral”. Hoy en reconocimiento a su hazaña un barco de la flota Hurtigruten, así como varias carreteras de la costa, llevan el nombre del avezado marino, como no podía ser de otra manera. 

Hay que conocer las accidentadas características geográficas de estas costas, o simplemente observarlas en un mapa o atlas, para comprobar la dificultad de navegar por ellas, máxime en aquellas épocas sin conocer el peligro de sus fondos marinos para las naves de gran calado. Noruega se extiende de sur a norte a lo largo de unos 2.700 kilómetros, y con cerca de 50.000 islas e islotes, además de los cientos de fiordos que se llegan a introducir por encima de los 200 km. en su interior (204 penetra el Sognefjord), posee una línea costera que supera los 83.000 kilómetros, por lo que la importancia del trasporte marítimo es muy relevante. Pero no ha sido fácil para sus pobladores poder relacionarse de unas regiones a otras a lo largo de la historia, pues sus comunicaciones nunca hasta ahora han sido fáciles, ya que la costa es tal y como he relacionado, y su interior no mucho mejor, por la gran cantidad de valles, montañas, glaciares y fiordos que de forma trasversal se extienden por su geografía. Por si esto no fuera determinante, durante sus largos inviernos prácticamente todo el norte del país se encontraba aislado del resto del mundo por enormes y blancos mantos de nieve. 

Eran las 8,30 de la mañana del 2 de julio de 1893, cuando zarpó del puerto de Trondheim el vapor Vesteraalen comandado por el capital With rumbo al norte. Por delante un recorrido por estrechos y sinuosos canales, transitando entre miles de arrecifes e islas sin cartografiar, sorteando las corrientes más fuertes de Europa, por una complicada ruta, en la que por aquel entonces solo estaba señalizada al norte de Trondheim por apenas 28 faros, por lo que la navegación nocturna era muy arriesgada.

Un desafío para los medios técnicos con que contaban los buques de la época, pero todo un acontecimiento para aisladas las poblaciones costeras diseminadas por la costa, que veían como su futuro se iba a trasformar de forma positiva en los próximos años. 

Calificado como "El viaje por mar más bello del mundo", viajar a bordo del Hurtigruten (que en noruego viene a decir "ruta rápida") o Expreso del Litoral no es una travesía en un súper-crucero al uso, tal y como los que podemos ver en las ofertas publicitarias que por aquí llegan hasta nuestras manos. Y aunque también es un servicio turístico, cubre el trasporte entre las distintas poblaciones como línea regular de pasajeros, navegando bajo la bandera del servicio postal noruego, haciendo 34 paradas en distintos puertos de la costa. Llevando el correo, transportando a las gentes de los distintos pueblos y comunicando de manera natural a unos lugareños que tienen el coraje de vivir en las proximidades del fin del mundo. 

Una flota de 11 buques posibilita las salidas diarias y "puntuales" desde el puerto de Bergen hacia la última localidad en suelo noruego, Kirkenes, a tan solo unos kilómetros de la frontera Rusa y Finlandesa. Un recorrido de aproximadamente 2.600 km. y 134 horas de navegación, que estas equipadísimas y cómodas naves realizan a una velocidad media de 15 nudos marítimos (unos 28 km/hora), constituyendo una de las
travesías costeras más espectaculares del mundo. Siendo sus principales usuarios los miles de turistas, fundamentales alemanes y americanos, que se aventuran cada temporada en uno de estos barcos. Y donde disfrutar de los servicios que se les ofrece, junto a una apreciable y acertada lista de vituallas gastronómicas: pudiéndose examinar todos los días el programa del día siguiente con las diferentes paradas y los lugares de interés por los que transita el barco, la relación de conferencias y las excursiones que se pueden realizar durante las paradas, amén de poder acceder a internet durante toda la travesía por un ajustado precio. 

La mejor época, si medianamente el tiempo es benévolo y se comporta indulgentemente bien con los viajeros, es hacerlo a finales de marzo. Siendo durante estas fechas cuando los días por esas latitudes ya empiezan a alargarse, y los paisajes nevados complementan una visión onírica de una costa blanca completamente nevada que se funde con el azul intenso del mar. Donde bucólicas granjas y pequeñas aldeas conforman un romántico paisaje de serena certidumbre. Durante este periodo partiremos de Bergen con aspecto primaveral, llegando a Kirkenes todavía bajo un manto blanco y un mar escamado por los hielos. Una sugerente composición de paisajes y vivencias donde los colores se tornan en protagonistas de los horizontes, renaciendo de los más profundo de nuestro ser esa faceta de trasnochado aventurero, que adquiere forma al impacto de las olas del mar. Si en verdad existe la magia en el mundo, seguro que una buena parte de ella se ubica por estos mares. 

Navegar a través del Hurtigruten es realizarlo a bordo de una de las compañías centenarias de Noruega, convirtiéndose el viaje por la accidentada costa nórdica en el despertar de los sentidos. No hay fotos tipo "caribeño", ni tampoco fiestas nocturnas, ni siquiera la tripulación intenta ligar con el pasaje como en "Vacaciones en el Mar". Sí que hay buenos salones para la contemplación del espectáculo de la naturaleza a nuestro rededor y lugar de descanso para disfrutar del entorno, así como conferencias a media tarde en la que se explica (noruego e inglés) las curiosidades que podremos observar. El objetivo de la singladura es deleitarse del ritmo del mar, como si nos dejáramos acunar como niños. En los barcos no hay distracciones ni actividades triviales, baladís o frívolas…………… jejejejejejejejeje, generándose siempre una atmósfera relajada para disfrutar de la lectura o la música, de los paisajes que desde las cubiertas podemos disfrutar, de una amena y amigable charla, o de una buena cerveza en alguno de sus bares……………….. incluso casi todo esto a la vez. 
 
Partimos de Bergen, urbe considerada como la puerta de entrada a los fiordos noruegos. Ciudad animada, juvenil, colorista y con una interesante arquitectura de tiempos pasados que han sabido conservar y mantener. En Alesund somos trasportados a los tonos y líneas del "art decó", estilo de moda con el que los arquitectos de la época diseñaron los singulares y hermosos edificios que se levantaron después del impresionante y desbastador incendio de la ciudad en enero de 1904. Trondheim me sirvió para rememorar momentos de visitas anteriores, pero su visión nival, me resultó más sugerente que los paseos de tiempos pretéritos. Siendo la visita a su catedral "Nidaros" igual de impresionante, con su portada cubierta por prácticamente todo el "santoral" cristiano. 
 
Atravesamos el Círculo Polar Ártico, que repetiríamos a la bajada con mejor climatología y una copa de champagne en la mano. Mítico e imaginario paralelo situado a una latitud de 66º 33´ 46", que en nuestro recorrido era más o menos la mitad del trayecto. 
 
De la población de Bodo salen los ferries a las islas Lofoten, por lo demás, ni fu, ni fa. Y de las Lofoten que decir, pues que son una verdadera pasada. A la subida nos tocaron por la noche, pero a la bajada en plena tarde y con una luz de un dramatismo especial, las afiladas aristas de sus montañas se nos mostraban de forma espectacular. Svolvær que ejerce como capital de estas islas, nos la encontramos cubierta totalmente de ese manto blanco que ya asumimos como normal, destacando de las serenas aguas de su puerto el reflejo de las montañas próximas a la población. 
 
Cruzamos por las también sugerentes islas Vesteraalen, pero sin tanta majestuosidad y grandeza que las Lofoten. Siendo a esta latitud cuando se nos comienzan a presentar las mágicas Luces del Norte, las Auroras Boreales con sus bailes nocturnos, pudiendo observar durante algunas noches uno de los espectáculos más bellos y misteriosos del firmamento. Producidas por el polvo de las tormentas solares y la entrada de este en el campo magnético de la Tierra, este fenómeno lumínico, se nos muestra con toda su fantasía durante la oscuridad de meses de invierno.
 
En Harstad un paseo al amanecer, con la ciudad aun casi dormida, pero con una templanza y una sensación de relajo de esas que te entran hasta el esqueleto. Y de nuevo Tromso, a la que ya habíamos visitado en febrero de hace dos años y donde me sentí nuevamente a gusto. Hasta el punto que en el recorrido de retorno y en horas nocturnas (las 12 de la noche) fuimos a escuchar el concierto de media noche en su moderna,  original y flamante nueva catedral.
 
Nos recibe la población Hammerfest en medio de una suculenta nevada, convirtiéndose el paseo hasta su iglesia, en medio del blanco panorama, en una situación ya de lo más normal. En Honningsvag, sigue la cellisca, pero aun así se deja pasear, siendo la imagen de sus calles así como su protegido puerto, todas de un inmaculado y contundente blanco. La ciudad nos acoge con la templanza y el sosiego que generan los copos al caer, Honningsvag es la aldea del Cabo Norte (Nordkapp o North Cape), que situado en la isla Magerøya a una latitud 71° 10' 21 N, 25° 47' 40 E), es considerado el punto más septentrional de Europa, aunque el cabo de Knivskjellod, situado a tan solo 1.500 m. al oeste, es el punto más al norte del continente (latitud 71° 11' 8 N). Intentamos llegar hasta la afamada punta, con la intención de rememorar nuestra primera visita de hace casi 38 años, pero la climatología no fue esta vez nuestra aliada, pues una fuerte ventisca de nieve y viento, nos impidió recorrer los 34 kilómetros que le separan de la citada localidad de atraque del Hurtigruten.
 
Llegamos a Kirkenes, y aunque frio luce un buen sol, con esa luz trasparente y gélida que de estar a estas latitudes. Estamos en el culo del mundo, en lo más alto de noruega, en medio del helado mar de Barents y a tan solo unos kilómetros de la frontera noroccidental de Rusia y Finlandia. La población es agradable y las construcciones se nos asemejan confortables y de buena calidad. De nuevo dedicamos el día a pasear por la ciudad y ascender hasta uno de los miadores existentes en sus proximidades, que como no podía ser de otra manera, todo en medio de un sugestivo paisaje teñido de un blanco imperturbable. La noche la dedicamos a degustar (en el Scandic Kirkenes Restaurant); pues es este el lugar idóneo; las exquisitas y lujuriosas carnes del cangrejo real "king crab", el crustáceo (centollo) más grande del mundo, con un peso medio de entre 4 y 6 kg. la pieza, pudiendo llega a pesar hasta los 15, pero también el más caro, unos 100 €. el kilo, eso sí con certificado de autenticidad y pesca. 

Ya solo queda regresar, disfrutando nuevamente de los gélidos y albos paisajes costeros, de ese intenso azul marino y de las sensaciones que un viaje en el Hurtigruten nos puedan generar. Siendo el paisaje el protagonista fundamental de este periplo, ya sea en algunas de las poblaciones visitadas, a través de la cubierta de la nave o acomodado en algunos de sus placidos salones o espacios para disfrutar del sosiego de la singladura. No cansándonos, para nada, en la observación y admiración del continuo despliegue de montañas copiosamente nevadas, que a orillas de un poderoso mar asemejan salir a respirar de sus profundas aguas. Paisajes salpicados casi de continuo por pequeñas poblaciones o granjas aisladas, y de cuando en cuando atracar en alguna pequeña ­localidad portuaria, hacia la que se encamina el buque con escrupulosa puntualidad. 

Un viaje, que fuera de exotismos orientalizantes o rarezas de culturas étnicas, tal y como si fuéramos creyentes musulmanes y tuviéramos la obligatoriedad de ir una vez en la vida a la Meca, todo el mundo apasionado por los sugerentes paisajes y la naturaleza, debería por lo menos una vez en su existencia acercarse a realizar este periplo por la costa Noruega en alguno de los navíos Hurtigruten………….. alcanzaría a tener indulgencias plenarias para acceder al onírico mundo celeste de las almas en paz, os lo aseguro……………. feliz día tengáis todos.
 
 

1 comentario:

Paco dijo...

PABLO SIGO DISFRUTANDO COMO EL PRIMER DIA DE TUS ARTICULOS Y DE TUS INCREIBLES FOTOS
COMO SIEMPRE TE ANIMO A NO DEJAR DE PUBLICAR ESTOS ARTICULOS.
CON TUS VIAJES ME DA LA SENSACION DE VIAJAR CONTIGO.
UN FUERTE ABRAZO

PACO SANTANDERINO


P.D. CUIDATE Y NO FUMES