Por aquellos tiempos, estas inhóspitas tierras
"fronterizas" eran disputadas tanto por el Califato Cordobés como por
los cristianos reyes, siendo muy común durante esta época de reconquista que en
ciertos rayanos territorios castellanos, se desarrollase un arte mestizo oriundo
de los pueblos hispano-árabes del sur, que a través de los pobladores que
decidieron quedarse en los feudos cristianos, se propagó por gran parte de
nuestra geografía, siendo la ermita de San
Baudelio uno de esos ejemplos de lo que se denominó arte "Mozárabe"
(cristianos que observaban el rito visigótico de lengua árabe), además de ser
la situada más al sur del territorio cristiano en este tipo de arquitectura. Con
bastantes rasgos islámicos, se convierte en un ejemplo de la coexistencia entre
culturas y creencias religiosas dispares, que nos han dejado como herencia esta
irrepetible y bella construcción, maravilloso legado artístico de
aquellos lejanos tiempos.
Para poder entender
esta incomparable construcción; una de esa docena de singulares y únicas
edificaciones religiosas que encontramos esparcidas por nuestra piel de toro; debemos
retrotraer nuestra mente hasta la lejana época visigoda, allá por los siglos VI
y VII, cuando los verdaderos cristianos escudriñaban ubicaciones por apartados
lugares para dedicar su vida hacia el recogimiento místico de aproximación a su
dios. Solían ser solitarios enclaves retirados de cualquier concentración
humana, donde se situase alguna cavidad y con cercana fuente. Así tenemos el
rosario de eremitorios rupestres de la zona del Alto Ebro, o los más próximos
del cauce del rio Duratón en tierras segovianas, por poner unos ejemplos de los
múltiples que se repitieron por nuestra geografía aun no denominada España. Y
así es como comenzó la historia que hoy me toca comentar, la de un antiguo
cenobio dedicado San Baudelio, predicador y mártir en tierras galas, y que por
los avatares históricos, parece ser que algunas de sus reliquias llegaron hasta
estos paramos arévacos, toda vez que la devoción a este clérigo al que le
seccionaron la cabeza los romanos, estaba extendida por aquellas fechas en las
tierras de Hispania.
Cimentada sobre la propia roca; y anexa por la parte de la cabecera del ábside a una necrópolis rupestre con más de treinta tumbas cinceladas en la viva roca; se edificó este ermita a comienzos del siglo XI, o incluso antes, sobre la aun existente cueva de un ermitaño transformada posteriormente en cenobio, junto a una fuente que hasta en los estíos más cálidos sigue manando cristalinas aguas. Elegido lugar por los primitivos ascetas a semejanza de la Nimes francesa, donde Baudelio fue enterrado en el cuarto siglo de la cristiandad. La primera mención documentada sobre ella data de 1136, en donde se alude a este templo como parte a un antiguo monasterio, que en la segunda mitad del siglo XII ya había perdido la categoría de iglesia transformándose en una simple capilla rural. Posiblemente debido a la invasión almorávide, quedando abandonada hasta la recuperación de estas tierras por parte de Alfonso I de Aragón en 1118.
Se tiene constancia de la existencia en sus proximidades de
un poblado agrícola, que abastecido por la cercanía de la fuente o manadero,
estuvo activo hasta el siglo XVII, manteniendo el templo como centro religioso.
Siendo a principios del siglo XIX, con la desamortización de Godoy en el que ya
su abandono es patente, cuando pasa a manos de particulares, desentendiéndose
de ella la jerarquía religiosa.
De aspecto sencillo en su exterior; un par de adosados edificios cúbicos de mampostería, no pudiendo ser más austero y simple su visión desde fuera; sin ningún tipo de ornato, al igual que otras feligresías erigidas en el siglo XI por estas tierras, como las de San Miguel de Gormaz, Fuentearmegil o Los Llamosos (pedanía de Quintana Redonda), e incluso la malograda de esta población de Quintana Redonda, vencida por el fuego y su mala calidad constructiva en 1918.
De aspecto sencillo en su exterior; un par de adosados edificios cúbicos de mampostería, no pudiendo ser más austero y simple su visión desde fuera; sin ningún tipo de ornato, al igual que otras feligresías erigidas en el siglo XI por estas tierras, como las de San Miguel de Gormaz, Fuentearmegil o Los Llamosos (pedanía de Quintana Redonda), e incluso la malograda de esta población de Quintana Redonda, vencida por el fuego y su mala calidad constructiva en 1918.
Todo su interior estuvo cubierto por unos extraordinarios
frescos, hoy considerados plenamente como del siglo XII. Y aun declarada
Monumento Nacional en 1917, estas pinturas fueron vendidas por la irrisoria
cantidad de 65.000 pesetas de la época, siendo arrancadas entre 1922 y 1926, desollando
los muros de sus paredes, en uno de los hechos más vergonzosos de la extensa tradición
de destrucción, dilapidación y expolio del patrimonio que en gran medida sufrió
nuestro país durante la primera mitad el siglo XX, y que aun hoy en menor grado
sigue sucediendo.
Las pinturas, propiedad de doce vecinos de la cercana
localidad de Casillas que habían usado la ermita como "taina" de
ovejas, fueron compradas por el anticuario barcelonés León Leví, intermediario
así mismo del marchante estadounidense Gabriel Dereppe, quien a su vez mediaba
para un anticuario de entramado mundial. No sirviendo para nada: la negativa de la Diócesis de Sigüenza a la que dependía
el templo, ni los informes contrarios de la Junta de Excavaciones y del Ministerio de
Instrucción Pública, ni la denuncia de la Comisión Provincial de Monumentos,
ni tan siquiera
la suspensión de la venta a través de una Real Orden. Ya que tras un dudoso litigio,
en 1925 se falló a favor de la legalidad de la transacción, basándose en que la
notificación de la declaración de Monumento Nacional, no se le había notificado
a sus propietarios.
Mientras estos pleitos se desarrollaban tras la denuncia de
la Comisión de Monumentos, y toda vez que las pinturas habían sido extirpadas
con anterioridad de los muros por hábiles expertos italianos, se obligó a su reposición,
pero tras la inaudita sentencia que declaraba legitima la venta, fueron arrancadas
de nuevo, traspasadas a lienzos y transportadas (de forma ilícita) a Estados
Unidos, quedando en sus paredes solo los lienzos en peor estado y los de dificultosa extracción.
Este siniestro personaje "Leví", verdadero
"león" y ávido carnívoro de esquilmar obras de arte impropias,
mercenario a sueldo de coleccionistas internacionales, intermediario sin
escrúpulos, fatídico tratante, expoliador y ladrón, mantenía influyentes
contactos en la corte madrileña, quienes trasladaron su affaire a influyentes comisionados
regios. Sus padrinos palaciegos conseguirán que finalmente
el borbón Alfonso XIII, dispusiera que todos los hechos del usurpador judío
habían sido legales, teniendo derecho a mercadear esos bienes como mejor le parezca.
"S.M. el
Rey, ha tenido a bien resolver que no ha lugar a exigir responsabilidades a los
señores Barral ni a D. León Leví, pudiendo este último disponer de las piedras
que le fueron detenidas en la estación de Morrot… (22 de julio de 1925)"
En julio de 1926, veinticuatro pinturas murales fueron arrancadas
de los muros de San Baudelio por un equipo italiano contratado por Leví, tomando
camino a Londres, donde se ensamblaron sobre lienzo siendo selladas con un
marco de madera. En febrero 1927, Gabriel Dereppe mandó embarcar 23 de los
frescos camino a la rica América, en la cual fueron vendidos por lotes al mejor
postor: Colecciones Privadas, Museo de los Claustros del Metropolitan Museum de
New York, Museo de Cincinnati, Museo de Arte de Indianápolis y Museo de Bellas
Artes de Boston, donde aún se encuentran la mayoría de ellos. La vigesimocuarta
pintura, perteneciente a San Baudelio, fue sustraída de la capilla, pero no fue
incluida entre los cuadros trasladados a Nueva York por Dereppe, siendo su
localización en la actualidad desconocida, en la creencia de que fuera destruida
por el tal Leví.
En 1954 la Fundación
Lázaro Galdiano compró la ermita cediéndola al Patronato Artístico de
España, pasando de nuevo a control público, pero el atropello ya estaba consumado.
Siendo una pequeña parte de las pinturas que llegaron al Metropolitan Museum de
Nueva York, recuperadas en 1957 a cambio de ceder el ábside románico de la
iglesia de San Martin de Fuentidueña (Segovia), que ahora muestra su taciturna silueta
sobre un altozano
de Tyron Park……… en la "medieval" isla de Manhattan. Estando depositados
actualmente estos rescatados lienzos en el Museo del Prado, junto con las
pinturas de la Iglesia
de la
Vera Cruz del segoviano pueblo de Maderuelo.
Es también León Leví, o "judío errante" como le
llamaban algunos cronistas de la época, el responsable del saqueo arquitectónico
de la vieja iglesia románica de San Esteban "el viejo" en San Esteban
de Gormaz, también en tierras de Soria, así como de sus pinturas. Al ver las
informaciones diarias de los telediarios y de la prensa en general, ahora con
"Los papeles de Panamá", me pregunto si este elemento, sería
antepasado de la "pepera" diputada catalana Andrea Levy, ahora
flamante nueva cara del corrupto partido, pues los mecanismos de funcionamiento
son similares……… y hasta podrían ser genéticos.
Sobre
el conjunto de los elementos pictóricos, son de destacar los vínculos de estos bocetos
con las de la iglesia de Santa María de Taüll en el encantador y pirenaico
Valle de Boí, como así mismo sus posibles lazos con los frescos de la ermita de
la Vera Cruz en Maderuelo.
En el frontis de su cuadrado ábside y separados por la luz
que entra de la ventana están representados San Baudelio y San Nicolás. Superpuestos
a ellos Melquisedec y Abel, y
entre estos, por encima del ventanuco un Espíritu Santo boca abajo, bajando
hacia la tierra o hacia la luz, y por debajo de ella la representación de un ibis.
Completando el espacio, una Resurrección de Cristo.
El resto de las pinturas que llenaron los espacios de la
nave principal, representan en su parte superior escenas de nuevo testamento:
Las Tres Marías con un "Noli me tangere" ante el sepulcro de Cristo,
Curación del Ciego y resurrección de Lázaro, Bodas de Caná, Tentaciones de
Cristo, Entrada en Jerusalén, La Ultima Cena, Prendimiento y calvario,
Adoración de los Magos (Capillita). En la bóveda, entre las nervaduras y en muy
mal estado, ocho escenas del nacimiento de Jesús.
En la parte inferior, se encontraban unas enigmáticas
pinturas de aparente temática profana e impropias de la iconografía religiosa:
leones, toros, elefante, dromedario, oso, águilas, un ave zancuda identificada
a menudo como un ibis o pelicano, así como imágenes de cacerías y motivos decorativos
geométricos, que entre los estudioso han
generado múltiples e imaginativas interpretaciones.
Con entorno de espectacular y
apartado paisaje en medio de la naturaleza y la nada, hay hasta quienes ven en
ella y en sus representaciones pictóricas, múltiples
enigmas, misterios y símbolos mágicos, así como prodigiosas energías que desprende
su interior. Muchas de ellas relacionadas con la simbología numérica del "8"
(numero del infinito y de los Templarios), que podemos constatar en las ramas
de la palmera. Así como de la capillita situada tras la palmera en la tribuna
superior, donde podría ser el lugar de iniciación de los caballeros del Temple,
donde pasaban la noche en vela para demostrar su valor, donde están las 12
referencias a la Jerusalén Celestial, el arcángel San Miguel matando al dragón,
y por encima la mano de Dios. También las trompas o apéndices de las figuras
zoológicas, que marcando los puntos cardinales confluyen en la palmera.
Planta que así mismo representa la unión de lo terreno con
lo celeste, árbol que se localiza en el centro del Edén, metáfora del paraíso,
Árbol de la Vida como corresponde a todo árbol sagrado, que enlaza la tierra
con el cielo (el suelo con la bóveda), árbol iniciático, símbolo de la
ascensión mística. Estando toda esta simbología visiblemente clara en su
característico elemento estructural, siendo en San Baudelio, mejor que en
ningún otro lugar, donde la representación de "El Paraíso" como ejemplo
característico de espacio arquitectónico en un recinto cerrado está patente, ya
que si la cuadratura es una de sus características más sobresalientes, también
lo es su ensimismamiento, reclusión y hermetismo. Personificando su
construcción el Arca de Noé o Arca de Salvación, en plena frontera religiosa del
cristianismo con el Islam, acreditada por la práctica ausencia de todo ornato
externo, al ser erigido en un territorio hostil del que se protegió a través de
sus rudimentarios muros.
Su
estructura, como
la del
"arca
bíblica", consta de varios espacios diferenciados, cada uno de
ellos con sus respectivos simbolismos: el primero representa el paraíso, el segundo
la tierra nueva donde se asentara la Jerusalén Celestial, y por último el reino de
los cielos. Culminando ese "ascenso místico" en el pequeño habitáculo
que domina la palmera sagrada, lugar que encarna el paraíso celeste, "ámbito
de la absoluta contemplación divina", el éxtasis total. Siendo este espacio el elemento más
enigmático y controvertido de esta ermita, pues este ínfimo nicho con cúpula
de nervios cruzados de tipo califal, que se encuentra en la parte alta de la
palmera por encima de sus nervaduras, para algunos puede ser un enclave de posible
significación edénica, siendo para otros, este disimulado y misterioso reducto el
"fruto sagrado" o la fuente de la ansiada inmortalidad.
Estos frescos que revestían toda la superficie interior del
templo; y que ya sufrían el gamberrismo desde el siglo XVII, período en el que se
comenzaron hacer pintajos y rallajos (los grafitis de la época) en las paredes
y pinturas; están considerados como unas de las mejores y más antiguas representaciones
de pintura mozárabe y románica que existen en toda España, y si bien aún no se
ha logrado aclarar plenamente en conjunto su simbolismo, hay quien se
atreve a catalogar este humilde eremitorio como la "Capilla Sixtina del Mozárabe
Español". La inusual circunstancia de coincidir en un mismo recinto
pintura y arquitectura tan particulares, así como su exótico y oriental diseño dentro
en un templo cristiano, en sintonía con las dos culturas, hacen de esta
maravillosa ermita un lugar digno de visitar y proteger.
Las siguientes fotografías, fueron tomadas en 1920 por Juan Cabré Aguiló, ilustre arqueólogo de principios del siglo XX, del que ya comenté en el artículo dedicado en este blog sobre Arte rupestre en Madrid, el cual realizó un trabajo documental sobre esta edificación y sus pinturas entre 1911 y 1920. Miembro de la Real Academia de la Historia, creó un archivo fotográfico durante toda su dilatada carrera de investigación de 5.558 negativos en placas de vidrio y nitrato de celulosa, que tras su muerte fueron cedidos al estado a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).
Para terminar podemos acércanos hasta la cercana e interesante población de Berlanga de Duero, y en ella visitar el Centro de Interpretación de San Baudelio, donde entre paneles, imágenes y un video explicativo, saciar nuestra curiosidad por esta mágica y enigmática ermita. Si ya queremos completar nuestros conocimientos místicos con el sibaritismo del placer, solo nos queda acercarnos a la también atrayente localidad de Burgo de Osma, donde podemos disfrutar de las aguas medicinales del Hotel Termal, en el que han recreado una reinterpretación de la ermita mozárabe de San Baudelio, con piscina incluida.
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