domingo, 2 de marzo de 2025

- Nieve en Quintana

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Fuimos en la noche del 28 a ver si podíamos observar la línea de astros que nos venían anunciando insistentemente los medios de comunicación, nuestras esperanzas no eran muchas pues el cielo llevaba nublado todo el día, aun así, nos allegamos a subir hasta la ladera de la sierra Inodejo donde se sitúa el santuario a esta bienquista representación de la madre de Cristo. Los pronósticos se cumplieron y nuestros deseos se cercenaron, únicamente fuimos agasajados por una pareja de “canes” pastores, que ávidos de cariño se acercaron a nosotros en busca de algunas caricias en la gélida noche. Puestos a no desperdiciar la velada, nos pasamos por la curiosa población de Las Cuevas (en el camino de retorno), a tomar unas  bravas y unas cervezas, desquitándonos de esa manera el mal sabor de la aciaga excursión celestial.

 

Pero si bien la “conjunción astral” y la “alineación planetaria” no fueron lo suficientemente generosos con nuestros deseos esa noche. Si que lo fueron Eolo, Júpiter, Zeus y Tempestas, deidades consagradas a la meteo, regalándonos al día siguiente con un precioso y nevado amanecer, tapizando de blanco estos paramos castellanos en tierras sorianas.

 

Provistos de ropaje y calzado apropiado (con ruedas de nieve en el vehículo) nos disponemos a recorrer las poblaciones cercanas y a fotografiar el cada vez más excepcional, inusitado y frio elemento. Circulamos poblaciones que rondan los mil metros de altitud: 1025 Quintana Redonda, 1065 Los Llamosos, 1050 Izana, 1045 Las Cuevas, hasta llegar a los 1090 de los parajes de la Fuente de los Poyales o el Roble del Tío José, notando como a medida que avanzada la mañana y subíamos de altitud la nevada era más intensa y copiosa............... que ni de coña se aproximaba la impetuosa "filomena".




Estamos a comienzos de marzo, a apenas unos días de que comience la primavera, cumpliéndose los pronósticos por mi observados, de que no solo nos afecta el “cambio climático”, también un retardo o demora en llegar periódicamente las estaciones del año. Lo del “cambio climático”, hasta la IA (inteligencia artificial) concluye que es obra del ser humano, solo los humanoides faltos de esa “inteligencia” niegan y rechazan esa triste y veraz realidad.

Mientras tanto aquí os dejo estas fotos y el video de la nevada soriana, que hoy puede que vuelva a reincidir……… ya que sigue frio y nublado.   

viernes, 31 de enero de 2025

- Sobre la subida de las pensiones

 Yo he cobrado ya la subida de este año, es por ello que me lo tomo como debe ser. Aquí os dejo un VIDEO:

Espero por lo menos una sonrisa.

viernes, 17 de enero de 2025

- Duero - Andaluz / Almazán..... sus fortificaciones musulmanas

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Desde la noche de los tiempos los ríos han sido lugar de paso para la expansión de las culturas, así como sitios donde asentarse las primitivas tribus, siendo el agua, el fuego y el cobijo las mas fundamentales necesidades de los humanos. Por ello recorreremos a través de estos párrafos las piedras con historia que se prodigan a orillas del Duero entre el Portillo de Andaluz y la Vega de Almazán. Tierras que fueron durante el medievo por más de 200 años frontera entre dos credos, separando distintas formas de vivir y mundos contrapuestos, al norte cristianos al sur musulmanes. Dos largos siglos durante los cuales se erigieron por parte de los islámicos multitud de bastiones defensivos y atalayas de comunicación, de las cuales aún han llegado a nuestros días en mejor o peor estado un buen puñado de ellas, y a ellas queremos llegar. 

Pero antes que estas belicosas huestes por el Portillo, -paso natural entre la Comarca de Fuentepinilla y los bosques de Quintana Redonda con el valle del Duero-, debieron pasar las primeras tribus que habitaron esta vieja piel de toro, ya que restos se han encontrado de ellos en sus proximidades: Del Paleolítico Inferior en el valle de Fuentepinilla (Cerro de San Miguel / Osona, tallas en pedernal de hace 300.000 años). En Tajueco “sílex” datados hacia el 32.000 a. C. Cerámicas de la Primera Edad del Hierro (Fuentepinilla / Cerro de San Miguel, s. VIII y IV a. C. y cerámica celtíbera s. IV a II a. C.). Encontrándose también de este tipo de cerámica en lo alto del Portillo de la Hoz o Andaluz. Y como no los romanos, habiendo encontrado restos de esta cultura: desde Loperraez en el siglo XVIII a Blas de Taracena en el siglo XX, con muestras palpables de asentamientos romanos en Boos y Escobosa, así como la no muy lejana villa romana de Los Quintanares en Rioseco.

Pero adquiere verdadera importancia estratégica durante la alta Edad Media, cuando es usado como paso para las incursiones musulmanas en sus ataques a los reinos cristianos del norte, debido a la persistente presión de estos sobre los territorios a recobrar. 56 fueron las razias que realizó Almanzor (todas victoriosas) hasta que en una de ellas resultó herido y cruzó por aquí la última vez en 1002 camino de Medinaceli, muriendo en Bordecorex antes de llegar a la capital de la Marca-Media. Posteriormente sirvió de importante paso en tiempos de la “Mesta” cruzando por él cientos de miles de ovejas merinas en su trashumancia, siguiendo en la actualidad como paso de la Cañada Real Galiana y del Cordel de Berlanga a Soria que pasa así mismo Quintana. 

Situados en tierras de la población de Andaluz, encontramos vestigios de la existencia en lo más alto de la parte oriental del Portillo de un castillo o fortificación ya citado en el siglo XI por el monje Grimaldo (discípulo de Santo Domingo de Silos), así como de una posible atalaya en el cortado, junto a ellas las ruinas mozárabes de la ermita de Santa Lucia (excavada en 2018 por César Gonzalo Cabrerizo, uno de los arqueólogos del Castro de Las Cuevas de Soria), ejemplo único en la provincia de ábside en forma de "arco de herradura" en su interior y cuadrado por el exterior, como siguiendo el diseño de algunas construcciones visigóticas de los siglo V y VI. Su denominación al contrario de lo que pudiera parecer no le vienes de la sureña región andaluza, su nombre de origen celtíbero, emana de sus oriundos repobladores mozárabes que aquí se asentaron después de recuperar estos territorios a los musulmanes, pudiendo presumir, la hoy aldea, de ser la primera en tener fuero propio (año 1089).




De todo su caserío destaca de forma singular la espléndida iglesia románica de San Miguel (s. XII), localizándose en ella el mayor número de Estelas Funerarias de toda Soria. Pudiendo encontrar por encima de la cual y a medio camino del cerro, el Palomar del Risco del siglo XVIII, y en la parte baja de la aldea el ábside de lo que fuera la también románica iglesia de la Virgen de la Calle (siglo XII).




Fuera ya de su casco urbano, destacar la dehesa donde existe un buen grupo de vetustos fresnos que compiten en edad con los del no muy lejano Rebollo. Duero arriba por el Camino de Centenera y a unos 1.600 mts. nos encontramos con un fenómeno geológico interesante, las Cárcavas de Paso Malo donde se sitúa el Mirador del Duero, pudiendo observar de allí como el rio va arañando poco a poco los rojos taludes de su ribera obsequiándonos con un paisaje extraño casi lunar , por el que discurre el GR-14 o Senda del Duero.




Debemos pasar de orilla para seguir nuestra ruta, haciéndolo por el Puente de Andaluz, por el nuevo, ya que el viejo es solo de uso peatonal para que dure su existencia a generaciones futuras, pues se trata de un puente medieval de buena traza, pudiendo remontarse su origen a la Roma de hace 2000 años. Sus 6 ojos con arco de medio punto y cinco tajamares sostienen los algo más de cien metros del puente, por el que cruzaron no solo personas de localidades próximas, también los centenares de rebaños de merinas que cada año realizaban los itinerarios de ida y vuelta a sus pastos invernales.

 

Dejando para un merecido y exclusivo articulo la Villa de Berlanga de la que apenas nos situamos a una legua, de Andaluz pasamos a Fuente Tovar (de antiguo conocida como Fuentelpuerco) y su castillo o fortaleza califal, mejor dicho de lo que fue, pues apenas encontramos unas ruinas a orillas del Duero en un pequeño y aplanado montículo. Al recinto lo describen los estudios como "una cimentación de planta circular, de grandes dimensiones, unida a un recinto cuadrado de unos 600 m2." Conservando el curvo en algún punto casi dos metros de altura, y el rectangular parece que tuvo torres en las esquinas, además de un foso con una achura de 10 mts. Debiendo estar este baluarte agregado con el cercano (a 4 km.) castillo del Portillo de Andaluz, ambos con el innegable cometido de servir como transmisor de señales y vigilancia en el trasiego del Duero.

 

Río arriba a poco más de dos kilómetros a vuelo de pájaro, el mapa del Instituto Geográfico Nacional (I.G.N.) nos indica la “Loma de Torremocha”, lugar donde debió existir un despoblado en el lugar del “Hocino”, -junto con la también inexistente ermita de Miralrío-, que pudo poblarse al amparo de una atalaya de señales o una torre defensiva medieval, cuya señera prueba en la actualidad es la toponimia con el que se conoce su ubicación. Así lo refrendan acciones arqueológicas realizadas, confirmándose la existencia de una necrópolis bajomedieval (s. XIV y XV) distribuidas alrededor de lo que parecían ser los muros de una iglesia. Enclave que se sitúa donde se pretendía instalar unas naves para crianza porcina, siendo sin embargo autorizada su ubicación unos centenares de metros más al suroeste, para construirlas justo encima de un asentamiento de la Edad del Bronce (entre 1500 - 1200 a. C), lugar que al final ha sido ocupado por una más de esas miles de granjas de cerdos que por toda la geografía soriana se han ido expandiendo (muchas de ellas ya abandonadas).




  Nos dirigimos ahora a Velamazán para lo cual debemos pasar por Rebollo de Duero, pero de ese lugar ya  he dado cumplida cuenta en “Matilla / Dehesa de Rebollo de Duero”, por lo que directamente nos dirigiremos a población del “Marquesado”, no sin antes pasarnos a ver la románica ermita de la Virgen de la Dehesa. Que situada a mas o menos un kilómetro al norte de la población, se le asigna una antigüedad de principios del siglo XIII, construida en una sola planta de buena sillería y anómalo ábside cuadrado, encontrándose en la actualidad abandonada y en ruinas. Habiéndose transformado la dehesa que le da nombre, por campos de labor que la rodean por todos los lados hasta el punto de rozar sus pétreas paredes, muros a los que en tiempos se le añadió a levante una sacristía y a poniente la vivienda del “santero”. En su diáfano interior solo encontramos algún ave que lo usa de resguardo y la visión de sus amplias arcadas, observando los espacios de lo que fueran sus laterales altares románicos, restos de algunas viejas pinturas que cubren parte del altar central, así como la compañía de la más absoluta soledad. Pudiendo llegar a percibir durante nuestra visita el olor de la apatía, el desapego y el desinterés hacia estos desatendidos edificios por parte fundamental de las autoridades competentes, también de los que golpean con las manos sus pechos los “días de guardar”.




Llegados a la “vaciada” población de Velamazán, destaca ya desde la lejanía la silueta de su torreón en la cúspide del cerro que domina su caserío. Hacia ella ascendemos pasando primero por lo que fuera su castillo, hoy solo visible su basamento sobre el cual se erigió la iglesia románico-gótica de San Sebastián con su torreón "la torre ciega” (de posible origen “bereber”, s. XII) a modo de campanario. Usándose el templo al arruinarse como cementerio, y al haberse quedado para ese uso también obsoleto, sirve en la actualidad como curioso lugar de paseo y esplendido mirador del pueblo.

 

Continuamos la empinada ascensión hasta llegar al Torreón o Torrejón, erigido por el Marqués de Velamazán en 1890, con el fin de realizar ensayos de vuelos a través de sus inventos (tal y como se documenta en “Revista de Soria” nº 90 de otoño 2015). Habiendo no obstante quien defiende se trataría de un molino de viento harinero, como los existentes en La Mancha, -mis limitadas entendederas me hacen pensar en cómo subir y bajar las cargas de harina y grano por las escarpadísimas laderas del cerro, amén de situarte a apenas 250 mts. el arroyo curiosamente llamado del “Molino”, este además a la misma cota del pueblo, a 1,3 km. del Canal de Almazán o el mismo Duero a apenas tres kilómetros, donde existirían por aquel entonces cantidad de molinos para cubrir esas necesidades. No se debe confundir esta torre del anticlerical marqués con los restos, justo a su lado y a ras de suelo, al cimiento en forma circular de lo que bien podría ser una atalaya medieval musulmana casi desaparecida, de la que se desconocen más datos, pero que seguro perteneció al sistema defensivo y de comunicaciones de la Marca Media.




Descansa la población sobre las laderas de los cerros "El Castillo" y "La Atalaya", aunque ni de uno y otra queden apenas vestigios, pero si extensos panoramas de la población, todo el Valle del Duero al norte y la Sierra de Bordecorex al sur cargada de generadores eólicos. Siendo apenas ya doce los habitantes que actualmente duermen en la población de los 67 censados (cerca de 600 almas había a mediados del siglo XX), ya que la mayoría reside en la no muy lejana Almazán.




Siendo esta docena de “churriegos” los encargados de preservar los elementos más singulares de la localidad, como son el soberbio y blasonado Palacio de los González Castejón, marqueses de Velamazán, que levantado a finales del siglo XVII, ahora se encuentra dividido en varias propiedades, una de ellas dedicada a Alojamiento Rural. Cruzando la calle nos encontramos la Iglesia de la Santa Cruz, edificio también del XVII erigido a costas del marquesado, se cree que sobre otro templo anterior. La construcción de este gran templo en medio del pueblo hizo decaer el uso de la Iglesia de San Sebastián entrando en progresiva ruina. Del nuevo templo destacar su colosal órgano (el segundo más grande de la provincia después del de la catedral del Burgo de Osma), así como la “retocada” imagen románica de la Virgen de la Vega. Siendo su altiva torre la que más letras hace derrochar de todo el edificio, pues herida por un rayo en 1885, sufrió dos derrumbes en 1953 que la dejaron desmochada del todo, lo cual propicio su cuestionada reparación entre el 2005 y 2009, ya que a la nueva torre levantada en piedra pulida y clara, se le instaló un ascensor y un voladizo mirador de ronda con suelo de cristal, restauración de alto costo que generó divergencia entre vecinos.




Siendo también reseñables de su casco urbano la fuente-abrevadero y el rollo o picota, que aun tosco y arcaico (s. XVII) es el símbolo de cuando la urbe poseía jurisdicción y rango de villa. Ya fuera de la población y si nos fijamos en su toponimia podemos ver más lugares que se refieren a poder haber existido en tiempos  torreones, atalayas u otras fortificaciones defensivas musulmanas durante la mal llamada reconquista, siendo el caso de Torre Gutiérrez (montículo de piedras en forma cilíndrica de escasa altura), Castejón (pequeño castillo) o Valdelatorre (Valle de la Torre) situado en el Arroyo de Val, todos ellos ubicados hacia el sureste de la población y a medio camino del rio Bordecorex, ruta natural de aproximación a Medinaceli, capital de la Marca Media musulmana. 

 

De nuevo nos trasladamos hacia la orilla izquierda del Duero, lugar donde se asentaron hace más de dos mil años años una de las tribus “arévacas” (celtíberos) de la zona. Nos situamos en la pequeña “muela” de Ciadueña, a tan solo 6 km. de Velamazán y 2,5 de Barca de la que es pedanía. Su pequeño núcleo urbano aún mantiene una decena de habitantes, que seguro en invierno no llegarán a la mitad pues muchos vivirán en la cercana Almazán que cuenta con los servicios necesarios. Que contraste con el pasado pues se calcula que en sus casi 5 hectáreas que ocupó el yacimiento de “Las Eras” hace dos milenos, la población llego a poder tener hasta 300 casas.

 

Datos calculados en base a las excavaciones que se ha ido realizando desde el año 2007, cuando a partir de encontrarse un horno de origen celtíbero, comenzaron las investigaciones, sacando a la luz un poblado entero perteneciente a esta cultura en un estado de excelente conservación, permitiendo conocer tanto los materiales usados como las técnicas empleadas en sus edificaciones, llegando sus muros a conservas hasta metro y medio de altura, muy inusual en otros yacimientos excavados. Además de estar sin ningún tipo de contagio de la “cultura romana”, siendo un prototipo de intacta cultura celtíbera que conserva integra su traza urbana de ciudad arévaca. Convertido en el gran descubrimiento arqueológico de toda la provincia en lo que a este primer cuarto de siglo se refiere.

 

A pesar de que se sabe fue incendiado, se han encontrado enseres cerámicos en bastante buen estado, algunos de ellos de excepcional hechura como es el caso del “Vaso de los Caballos”, que podemos admirar en el Museo Numantino. Pudiendo determinar se trata de una cultura bastante avanzada por los enseres encontrados, usando maderas para estantes, marcos en las puertas, bastidores, así como otros elementos singulares.

 

Se tiene constancia de que 200 años antes de cristo ya existía, y que su abandono y quema fue contemporáneo con Numancia. Teniendo así mismo la certeza de que el poblado de “Las Eras” estuvo rodeado por un foso que en algunos lugares llegó a tener una anchura de hasta 25 m. Complementando al mismo una muralla levantada en tapial de barro, que la cual solo queda constancia en las zonas no usadas por los contemporáneos actuales. En la actualidad se encuentra protegido y cubierto, ya que sus construcciones al ser de adobe y barro se deteriorarían a la intemperie. Siendo posible hacernos una idea de su importancia en el complejo museístico de La Villa Romana de la Dehesa en la población de Las Cuevas de Soria, donde una sala entera esta dedicada (con maqueta incluida) a la explicación de este castro, su forma de vida y su bien ordenada estructura urbana.


Apenas algo más de 3 km. nos separa de Barca, que a su vez que dista 7 de Velamazán, poblaciones que pese a la vecindad y cercanía hay entre ellas un punto de rivalidad (o será por ello). Barca es una población que posee cierto interés: su iglesia de Santa Cristina, situada en la parte más elevada del pueblo, ostenta una inmejorable porticada románica del siglo XII (el resto fue alterando en el s. XVIII) y su interior custodia una de las mejores pilas bautismales (prerrománica) de toda la provincia. Al templo se le adosó en el siglo XVII una altiva torre barroca a modo de campanario, que también pudo tener las veces de vigilancia y defensa. Su Rollo o picota (seis metros de alto) preside la Plaza Mayor como como queriendo indicar que aun es villa aunque tan solo pueda presumir de serlo para sus menos de cien habitantes actuales, queriendo ser además símbolo de justicia cuando dejo de serlo en 1834, pero incluso así es elemento de admiración y orgullo para los barqueños.

 

Pero lo que en verdad nos trae hoy hasta aquí, ya que lo expuesto lo habíamos visitado con anterioridad, es el denominado “Torrejón” o lo que de él queda. Pues en lo más alto de la población se levantó una atalaya de gruesas paredes y un recinto exterior rodeándola a modo de fortificación amurallada, así lo constatan los restos existentes. Pudiendo datarse su construcción alrededor del siglo X, siguiendo las levantadas por los musulmanes a orilla del Duero ante el avance de los ejércitos cristianos, con el fin de defender estos territorios y ejercer como sistema de comunicación.

 



Sirviendo posteriormente como inicio de un núcleo urbano “Barcam”, que se consolido durante las repoblaciones cristianas una vez consolidados estos territorios. Se sabe que más tarde el hueco de la atalaya se transformó en pozo de nieve, utilizándose este elemento tanto para conservación de alimentos, como para usos medicinales por parte de los galenos. La ubicación de la torre de la Iglesia de Barca (y por lo tanto de la atalaya que se situaba anexa en la cota más alta), hace que junto con la de Alentisque (25 km.), se comunican visualmente con la torre de Velamazán (a 30 km. de Alentisque).




Buscando ya llegar a Almazán, segunda población de la provincia, aun debemos desviarnos en el punto kilométrico 43,5, para desde allí acercarnos al inmediato cerro de “Castillo Piqueras”, que se encuentra situado apenas 4 km. de Barca. El lugar pertenece a la aldea de Covarrubias encontrándonos en su parte noroccidental lo que queda de una atalaya, torre medieval o castillejo de las que formaban la línea defensiva musulmana (“del tiempo de los moros” nos dice Madoz en 1850) en la línea del Duero, atendiendo a su zarpa y aparejo de sillarejo. También podremos encontrar restos de lo que fuera un pequeño castro celtíbero de los siglos III y II a. C.




Son pocos los vestigios que aún quedan, pero se puede determinar que su planta es rectangular rompiendo la estructura cilíndrica de las atalayas existentes en el suroeste de la provincia, entrando en similitud en lo que mayoritariamente nos vamos a encontrar entre el Duero de Almazán y Agreda por todo el Valle del Rituerto (Moñux, Castil de Tierra, Villanueva de Zamajón, Jaray, Noviercas, Hinojosa, Masegoso, Aldealpozo, Valdegeña, Castellanos, Matalebreras y alguna que me abré olvidado). Desde el cerro que domina una amplia extensión de la vega del gran río soriano, podemos apreciar los escasos dos metros de altura que aún mantiene alguna de sus parte con grosores de 1,20 m. no pudiéndose apreciar el acceso, toda vez que este se encontraría a la altura del primer basamento para abundar en su defensa. Y de aquí a Almazán apenas algo menos de 7 km. donde podemos allegarnos a comer en algunos de sus variados restaurantes, sin tener que destacar ninguno.






miércoles, 1 de enero de 2025

- Cencellada – Fuentepinilla / Portillo de Andaluz (Soria)

Esta puede ser la mejor forma de comenzar este año, con imágenes que nos harán olvidar los duros momentos que nuestro país ha vivido hace tan solo unos meses, siendo el mejor regalo de año nuevo que os puedo ofrecer:



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Era tradición, por lo menos en mi casa, que cada 1 de enero nos despertáramos viendo por TV. la competición de los saltos de esquís en Garmisch (Alemania), para seguido escuchar por el mismo medio el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. 

El primero de los eventos, que se comenzó a televisar en 1962; dejo de emitirse en enero de 2012, siendo uno más de los “tijeretazos” que sufrimos durante 2011 por el “gobierno de los recortes”. El “concierto de los Strauss” afortunadamente podemos seguir disfrutando de él, siendo este año conducido por el octogenario director italiano Riccardo Muti, quien también en 2011 fuera azote de Berlusconi, por amputar igualmente el presupuesto en “cultura” del país transalpino.

 

Es debido a esta falta de nieve en un día tan señalado con el Año Nuevo, que os quiero compensar con estas impresionantes imágenes apenas captadas hace un par de días.

Una potente “cencellada” que pudimos observar y disfrutar mientras duró, en el valle que transcurre entre Fuentepinilla y el Portillo de Andaluz (Soria).




Tengo la certeza de que os gustarán.

lunes, 30 de diciembre de 2024

- Feliz año 2025

 Os deseo lo mejor en el 2025


martes, 3 de diciembre de 2024

- Matilla / Dehesa de Rebollo de Duero

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Enterados de la existencia de una singular, agradable y placentera dehesa o “Matilla” en Rebollo de Duero, hasta allí nos acercamos, pues apenas dista de Quintana a vuelo de pájaro unos 20 km. que luego se convierten en más de 36 por carretera al no existir en el río Duero ningún puente que lo cruce en el tramo entre Andaluz / Berlanga y Almazán (32 km.). Si que parece existió en el tramo reseñado una “barca” entre Ciadueña y Sta. Ma. del Parado (muy cerca de la desembocadura del Izana), como otras tantas que a modo de transbordador existieron aguas arriba de la ciudad “adnamantina”: Velacha, Almarail, Tardajos o Ituero, esta última conservada hasta los años 80 del pasado siglo. Transporte que comunicaría las “ventas” existentes en el siglo XIX en cada una de las riberas del Duero, como así lo certifica el mapa de Francisco Coello de 1860. No siendo este trasporte acuático el que nos confunda sobre el origen de la cercana población de Barca como pudiera parecer por su denominación, asunto que intentare aclarar cuando le llegue su turno a esta área de la "historia geográfica" soriana.

Llevado por la curiosidad, he tenido que dedicar algo de tiempo hasta dar con la que podría ser el origen/definición de este apelativo de “Matilla” a la dehesa de Rebollo. Pues podría ser una “mata” pequeña o de porte reducido, también hierbas que crecen juntas formando un apelmazado ramo, en botánica referirse a plantas que se crían en zonas costeras o lugares salinos, o incluso en metalurgia / química a restos fundidos de menas sulfurosas.  Aunque en este caso su significado correcto alude a una “porción de terreno poblado de árboles de una misma especie”, acepción publicada en los diccionarios hasta hace unos años que al parecer ya no está de moda y por lo tanto eliminada. Siendo este el significado correcto para este lugar y otros tantos que he podido encontrar en nuestra nomenclatura refiriéndose a “pequeño bosque”, siendo usado a modo de topónimo en muchas localidades de nuestra geografía hispana, así como de lugares específicos, caso del ejemplo no muy lejano de “La Matilla” en las cercanías de Piquera de San Esteban.

Después de este rollo pseudo-gramatical que no me llevará a ocupar ninguno de los sillones de la Real Academia, nos debemos situar en la población de Rebollo que ribereña al Duero por su orilla izquierda, es donde recorreremos una de las mejor conservadas dehesas boyales de toda la provincia. Situada al norte de su recogido casco urbano y al sur del gran río soriano, se extiende sobre unas 9 ha. de terreno prácticamente plano pero considerablemente interesante aun dentro de su poca difusión. Estamos ante un bucólico enclave de un elevado valor natural, donde poder observar en garantizada soledad un entorno característico de naturaleza autóctona que se ha ido creando a lo largo de cientos de años, sin prácticamente intervenir la mano del hombre.
 

Un espacio de verdor y cierto grado de humedad, en el que poder realizar un agradable paseo entre un buen muestrario de poderosos y vetustos fresnos, considerados como los mayores de Soria, así como magníficos especímenes de mimbreras calificadas como las más soberbias de España. De esta espectacular dehesa; pródiga en árboles centenarios y rescatada por fortuna del ansia “roturadora” y la expansión de la agricultura intensiva en el pasado siglo; fueron seleccionados para un libro sobre árboles notables sorianos de 1991 tres sobresalientes ejemplares arbóreos: uno de sus centenarios fresnos “fraxinus angustifolia” (el más destacado de toda Soria), un saz, sauce blanco o mimbrera “salix alba” situado a la ribera del Duero y un altivo y elegante majuelo o espino albar “crataegus monogyna”.



Delimitado al poniente por el reseco arroyo de la Sinova, este acogedor rincón alfombrado en verde que conforma la dehesa de Rebollo, con los siglos le han crecido cuantiosos árboles transformándolo en una boscosa arboleda, en la que destacan sobre los demás sus majestuosos y venerables fresnos de robustos y fornidos troncos, minados en sus entrañas por la acción de cientos de inviernos. Todo como producto de la despoblación de estos pueblos, también por la transformación de la agricultura y el abandono de la ganadería, entrando esta y otras dehesas que conocemos en situación de paulatino descuido, convertido el sotobosque en espesura y los pastos en terrenos farragosos donde su acceso se va convirtiendo en más dificultoso con el paso del tiempo. Es repetir lo que sucede en la vecina y cercana dehesa de Andaluz, donde también podemos observar singulares y suntuosos fresnos añejos.

 

Pudiendo alcanzar una altura de entre los 5 y los 25 mts. a los fresnos solemos verlos en muchos lugares (fundamentalmente en dehesas) “desmochados”, encontrándonos por ello con troncos muy desarrollados al ser utilizadas sus ramas como forraje para el ganado, “mochas” que en muchos casos llegan a alcanzar más 6,5 metros de perímetro. Su alta resistencia a la humedad y su gusto por el agua les hace ser uno de los habituales en los bosque ribereños de nuestros ríos o arroyos, pudiéndoles también observar en suelos muy pastoreados ya que resisten muy bien esta actividad. Formando parte a la misma familia que los olivos, de sus frutos “sámara” se extraía un aceite muy parecido al de girasol, elaborando con ellos unos encurtidos en vinagre que hacían las veces de alcaparras, utilizándose como condimentos en carnes y pescados. Sirviendo sus hojas como colorante en verde y su corteza para azules.

 

La blancura, resistencia y flexibilidad de su madera la hacen apreciable para ser usaba en ebanistería, y por todos los gremios relacionados con la carpintería, siendo muy usada para la confección de herramientas agrícolas y aperos de labranza (arados, yugos, horcas, mangos para guadañas, mazos, hachas, azadones u hoces.). Siendo fundamental en la construcción de carros toda vez que su madera se usaba en los ejes de sus ruedas, siendo así mismo usada para pavimentos en todo tipo de suelos por su fácil lijado. En tiempos fue muy apreciada, pues con ella se fabricaban excelentes arcos y picas, no siendo de extrañar que las numerosas lanzas del afamado cuadro de Velázquez “La Rendición de Breda” fueran de madera de fresno. Sirviendo así mismo para elaborar toneles para la conservación de aguardientes, y en cestería para cualquier utensilio de almacenamiento doméstico.




En la actualidad su madera es usada para la fabricación de infinidad de artículos deportivos: esquís, mangos de piolet, remos, raquetas de tenis, tacos de billar, e incluso palos de béisbol y hockey. En farmacología sus hojas se han usado desde siempre como laxantes, teniendo cualidades antiinflamatorias, diuréticas, analgésicas y antirreumáticas, siendo efectivas contra la gota, artritis y artrosis. Por otra parte la corteza goza de propiedades digestivas y astringentes.

 

Esta pequeña y hermosa dehesa a orillas del río Duero, nos sirve para dedicarle una agradable y soleada mañana de otoño realizando por ella un encantador recorrido de algo menos de 2 Km. sin prácticamente desnivel. Que partiendo de la Plaza de la Iglesia, donde dejaremos en vehículo, accederemos a la dehesa por el acceso más occidental y saliendo de ella por el más próximo a la población, situado al oriente (apenas separados 160 mts.), regresando al lugar de inicio. Durante la pequeña ruta nos allegamos hasta lo más intrínseco de este mágico lugar, donde observamos el río, que ancho y sereno, hace de lindes con la vecina Centenera de Andaluz, población que podemos distinguir desde la orilla, cercana a la vista pero lejos en accesibilidad.

 

Aparte de la Matilla y el sigiloso discurrir de Duero, la pequeña población de Rebollo nos depara algunas sorpresas más, como es el caso de su otra Dehesa de la Sinova situada a algo menos de dos kilómetros al sur de su casco urbano. De apenas 4 ha. de superficie fue en tiempos propiedad de los duques de Frías (señores y marqueses también de Berlanga de Duero), lugar donde se juntaban a cazar la nobleza y realeza. Recompuesta la propiedad en manos de los vecinos, se sabe de la existencia en sus cercanías de restos de culturas pasadas, hallándose restos de cerámica romana, teselas y alguna pesa de telar “pondus”. 




A unos 700 mts. al este de la población por el camino del cementerio se ubican los restos del yacimiento celtibérico “La Buitrera”, prodigo en molinos de mano y trozos de cerámica. Y por último, junto a una necrópolis medieval en el lugar denominado “La Torrecilla” al sur del pueblo y no muy alejada de La Sinova, los restos de una cimentación cuya disposición y debido a la toponimia de lugar, nos hace presuponer en una más de las atalayas musulmanas existentes en la línea del Duero.

 

Antes de partir, no podemos dejar de ir a ver el “Canto Audana”, monolito ubicado en un cruce de pistas hormigonadas, 300 mts. al suroeste del casco urbano justo detrás de la báscula de pesaje. Dudas hay de su función inicial, de si fuere un hito, mojón, menhir, piedra lindera, aduana o estela funeraria, ya que se trata de un bloque grande de piedra caliza en forma de prisma cuadrado de alrededor 1,80 mts. de altura y una base de 0,70 en sus caras más anchas, en las que podremos observar sendas cruces en cada una de ellas. Antaño, parece que sirvió de mojón para que los vecinos de Rebollo y Velamazán asistieran a la romería. De esta pilastra se comenta, que en tiempos y al ante ella se detuvo una plaga de langosta que avanzaba arrasando los campos

 

No quiero abandonar estos párrafos sin un par de curiosidades sobre esta población. La primera y grata, es que en ella tocó el gordo de la lotería en Navidad del 2006 (33 habitantes), a través del agraciado número 20.297. La otra más execrable acontece cien años antes, cuando en 1908 es muerta una persona por parte de su cuñado antes las dudas de manifiesta infidelidad hacia su hermana, por lo que después de celebrar juicio y aun contando con la defensa del ínclito Eduardo Martínez de Azagra y Torres, relevante personaje soriano por aquel entonces, fue condenado a más de 14 años de prisión.




martes, 26 de noviembre de 2024

- Hayedos de Urbión - Hayedo de la Cabaña o Revinuesa / Laguna Negra de Urbión / Hayedo del Hornillo / Los Abuelos del Bosque

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Nos situamos en “Tierra de Pinares” al regazo y solana de la Sierra de Urbión, una comarca de las más vistosas en vegetación de todo Soria con inmensas extensiones de bosque formado principalmente por pino silvestre, con algunos hayedos y robledales intercalados, así como amplias zonas de matorral y pastizales de montaña, en la que ofrecer a sus visitantes un sin fin de atractivos destinos naturales por su alto valor paisajístico, forestal y faunístico. Ya comenté en los párrafos dedicados al Hayedo del Razón el origen vasco de estas gentes del norte soriano, y Urbión no iba a ser menos, su nombre proviene de “Ur” (agua), “bi” (dos) y “on” (buena), significando en euskera “dos aguas buenas”, siendo estas dos aguas a las que se refiere su apelativo, los ríos Urbión y Duero. Que aun aflorando de la misma mítica montaña soriano-riojana a apenas 800 mts. de distancia, toman caminos dispares, desaguando sus aguas en mares diferentes a una distancia de algo más de 800 km. 

Aun no siendo las cumbres más altas de todo el Sistema Ibérico, la Sierra de Urbión posee la más notable concentración glaciar de toda la cordillera, teniendo su máximo apogeo durante la última época glaciar de cuya plenitud hace ahora 20.000 años. Además de la existencia de elementos glaciares tales como: circos, lagunas, morrenas o turberas, factores característicos de este periodo geológico, se nos muestran aquí otras cualidades que solo podemos observar en montañas de altitudes superiores, como lo son los “valle glaciares”, fenómenos inexistentes en otras sierras del Sistema Ibérico, que aquí llegan a tener una longitud superior a los 5 km. como es el caso del Revinuesa, un situado esencial para percibir la geología de esta Tierra de Pinares.




Hayedo de la Cabaña o Revinuesa

El cauce del Revinuesa aun mantiene de forma apreciable (si sabemos interpretar los mapas) sus morrenas originales, siendo en una de ellas situada por encima y al poniente de lo que en su día fuera el caserío de Santa Inés, a donde dirigimos nuestros pasos para recorrer el Hayedo de La Cabaña o Revinuesa. Siendo a este hermoso y singular lugar al que dedicaremos nuestra primera visita durante las incipientes horas de la mañana, cuando las barderas (nieblas mañaneras y montañeras) ya han levantado, recreándonos entre la placidez de su apacible umbrío y fresco conjunto de hayas. Interesante boscaje, que situado en medio de la más importantes masa de pinar de todo el sur europeo, tuvo su origen hace aproximadamente 12.000 años, justo después de que se retiraran los hielos por estas latitudes.

 

Lugar que pese a estar situado en pleno acceso a la muy concurrida Laguna Negra, no es del todo visitado y menos recorrido, siendo uno de los espacios más sugerentes de esta zona meridional de las cumbres de Urbión. Transformado durante la época otoñal; cuando las hojas ya desgajadas de sus ramas conforman una alfombra bajo nuestros pies, junto con las que a través de sus diferentes tonalidades aún quedan por cortos instantes vivas en sus ramajes; en una enorme y variada paleta de tonalidades ocres.

 

A este musgoso bosque asentado sobre las rocas arrastradas por un añejo glaciar y misteriosa envoltura, lo podemos recorrer a través de las distintas rutas que lo cruzan, puesto que aun nadie se ha puesto a reseñar ninguna específica para ello. Solo una variante del GR-86 está marcada, pero se pueden intuir algunas otras que usando la Senda del Cerro, el Valle del río Revinuesa, la pista de acceso a la Laguna Negra o los Hoyos de la Noguera o alguna que otra vieja vereda de las usaban antaño los carboneros, pudiendo con ello explorar su encantamiento y quietud, descubriendo en nuestro transitar los vestigios de infinidad de emplazamientos donde antaño se obtenía carbón vegetal a base del desmoche de las hayas. Pudiendo para ello partir de la misma pista junto al hayedo, del Aparcamiento del Paso de la Sierra o desde el Caserío de Santa Inés.




El valle del Revinuesa constituye un espacio lleno de colorido, grandiosidad y vida, causando una sensación de magnetismo con la propia naturaleza a rodo el que se acerca. Aguas arriba, a unos 2000 mts. de altitud y bajo los paredones del Zurraquín Urbión, se sitúan la Laguna Larga y la Hoya del Revinuesa, otros de los tesoros que solo descubrirán aquellos que se atrevan a recorrer este extenso, enigmático, solitario y salvaje valle.




Laguna Negra de Urbión

A tiro de piedra del hayedo se encuentra la archiconocida Laguna Negra, no llegando a media legua la distancia que las separa. Sin duda se trata de uno de esos los lugares excepcionales de entorno natural entre los existente en la geografía soriana de la que es abundante (prueba de ello son los párrafos dedicados en estas páginas a multitud de enclaves cuasi-mágicos), y por ello no es fácil ser original al referenciar sus cualidades, pues abundantes plumas y más diestras que las mías ya las han relatado. Por ello solo quiero dejar constancias de algunas agradables sensaciones dejadas en mi visita, así como trasladar algunos datos que me parecen interesantes.

 

De origen glaciar, es producto de erosión producida por el hielo en su arrastre a lo largo de millones de años, cincelando un paisaje único e irrepetible en el que destaca su singularidad y encantamiento. Siendo la más baja e importante de todas las lagunas glaciares del Urbión, manteniendo una lámina de agua que llega alcanzar en sus máximos una extensión de 3,9 Ha. y una profundidad que no sobrepasa los 8 m. Situada a 1753 m de altitud y rodeada por espectaculares paredes graníticas, se encuentra bordeada por una bella vegetación compuesta por selectos y vetustos pinos así como centenarias hayas, trasladándonos a los que hasta ella nos acercamos una sensación de misterio, alcanzado su máximo encanto y grandeza cuando las nieves la cubren con su blanco manto.
 

Es justamente ese halo enigmático que la envuelve, quien ha generado durante siglos una aureola para los que buscan encontrar enigmas en estos lugares recónditos. Siendo convertido en siniestro enclave para las temerosas almas de los habitantes de los pueblos circundantes, sobre el que recaían tenebrosas leyendas ya relatadas desde tiempos inmemoriales. Siendo en 1548 cuando Pedro de Medina nos reseñaba que se trataba de una laguna en la que “han aparecido cosas monstruosas y horribles”, o Juan José García que en 1880 nos traslada que “Hay quien dice haber visto salir de sus tenebrosas ondas un monstruoso animal bajo la forma de un gigantesco lagarto, (…); otros dicen haber arrojado un carnero al fondo de las aguas suspendido en el extremo de, una larga cuerda, y al extraerla a los pocos instantes haber sacado sólo el esqueleto. Hay quien cree que la laguna no tiene fondo…”

 

Atraído por su fama Pio Baroja llegó a este lugar en 1901, trasladándole que la profundidad de la laguna era tal que llegaba hasta el mismo mar, y que a veces en ella se producen remolinos y oleajes de difícil explicación. También la existencia de una bella dama que subyuga desde la profundidad de sus aguas a los hombres, siendo absorbidos por sus aguas para no aparecer más. De estas “fabulas” don Pio público en 1903 su novela El Mayorazgo de Labraz, donde nos traslada la existencia en la laguna de “una mujer que vive en el fondo y mata al que se acerca. Todo el que mira en esa agua muere”.

 

Pero el que en realidad da valor a la más populosa leyenda sobre el lugar es Antonio Machado, que en 1903 versara la leyenda del trágico parricidio de Alvargonzález en su obra “La tierra de Alvargonzález”. Un relato de rencores y asesinatos en el seno familiar, dejando para siempre su huella entre estos lugares: “Hasta la Laguna Negra,/ bajo las fuentes del Duero,/ llevan el muerto, dejando/ detrás un rastro sangriento;/ y en la laguna sin fondo,/ que guarda bien los secretos, /con una piedra amarrada/ a los pies, tumba le dieron”.




Hoy convertida en un mítico lugar de la geografía soriana, solo aconsejo su visita fuera de temporada, a ser posible en día laborable, cuando el autobús lanzadera no funciona y el gentío a la Laguna Negra no es excesivo. Creo que no visitaba este lugar hace lustros, siendo los recuerdos en mi mente de esta anterior vistita un desastre, haciéndome acaso odiar este espacio en estas situaciones llenas de bullicio, alboroto y falta de respeto a todo el entorno que nos rodea. Convirtiéndose la excursión en irracional y antagónica, estando en un espacio de naturaleza fuera de la naturaleza, donde conciliar el “yin” y el “yang” al mismo tiempo …….. por poner un ejemplo actual podríamos decir que es como atacar a la Ministra Rivera para tener que defender a Mazón.




Hayedo del Hornillo

A tan solo 2,3 km. en vuelo (7,2 km. en coche = 14 min.), llegamos a otro de los lugares más sugerentes de estas sierras, sobre todo en época otoñal, tal y como hemos hecho nosotros   en venir. Se trata del Hayedo del Hornillo, ubicado en la ruta (pista asfaltada) que desde la Laguna Negra se dirige hasta Covaleda por la sierra, justo por donde corre el arroyo de la Torneda aguas abajo del Paso del Hornillo, siendo por lo tanto su acceso muy accesible en vehículo.

 

Estamos de nuevo en unos de esos lugares poco conocidos, pero que nos llenan de emociones al ser reconfortada nuestra visita con la gratitud y el reconocimiento por parte de estos esbeltos y señoriales troncos de tono gris perla, que se sienten complacidos al ser visitados. El arroyo de la Torneda donde da comienzo esta maravilla de paraje, es el lugar donde se ha podido localizar el escurridizo “desmán ibérico”, especie declarada vulnerable, siendo las orillas descendientes de este torrente y lugares aledaños donde la sinfonía de colores otoñales es verdaderamente extraordinaria.

 

Debiendo mencionar como lugar que genera las mejores sensaciones, el denominado Badén del Hayedo del Hornillo, que cruza el arroyo de la Torneda a una altura de unos 1450 mts. Un placido, seductor y solitario espacio donde poder observar los matices ocres de la alfombra de hojas a nuestros pies, en contraste con los intensos verdes de los musgos en la rocas a los pies de las hayas, con las últimas hojas doradas y rojas aun en las ramas, un enclave bucólico donde los halla. Una zona como decorada especialmente para la fotografía, donde la cámara es protagonista y la imagen quien manda.




Además podemos ascender desde el Paso del Hornillo a través del arrastradero ”Chaleco” por el Chozo del Tío Periquillo hasta el Pico del Hornillo. Un magnífico enclave pletórico de naturaleza y colmado de estilosas hayas, donde colmarnos con las sensaciones del bosque, llenarnos de energías telúricas y liberar las tensiones acumuladas. 


Los Abuelos del Bosque

Si continuamos la pista asfaltada en dirección sur unos 3 o 4 km. (5 o 6 min. en vehículo) llegaremos al cruce de Tejeros, donde un holgado cartel informativo nos da cuenta del Sendero de los Abuelos del Bosque. Se trata de un espacio de unas 30 Ha. donde se localizan un buen número de vetustos pinos por los que se ha diseñado un recorrido cómodo de algo más de 2 km. a través del cual poder ver sobresalientes ejemplares de la especie “silvestre”, “albar” o “pino Valsaín” que sobre pasan con mucho el centenar de años.

 

En esta parte del denominado Pinar de Covaleda, iremos descubriendo aislados “pinos zamplones” como aquí se les conoce. Se trata de grandes, hermosos y aislados pinos de contraídas y singulares formas, que se han mantenido ajenos a su explotación por parte del ser humano. Estas centenarias coníferas has sobrevivido a las talas por su mermado aprovechamiento maderero, al ser una zona alta y hasta no hace mucho con abundancia de nieves durante casi todo el año. Por lo que sus ejemplares eran menos accesible desde los pueblos, dejándoles crecer sin ser cortados denominándoles como “pinos a muerte”, encontrándonos ejemplares gruesos, achaparrados, muy ramosos y con sus copas más abiertas, características que reducían su provecho, consiguiendo que algunos de ellos hallan llegado hasta nuestros días.




A partir de los 1.800 metros de altitud muchos de los pinos de esta zona son así de ancianos, con edades que rondan entre los 200 y 300 años. Habiendo durado tanto por efecto del bajo nivel de enfermedades y plagas que los atacan, debido a la altitud y a la calidad de un aire libre de contaminación, como también al cuidado de sus pobladores en atajar a tiempo los conatos de incendio. Esta calidad del aire se puede comprobar por el abundante nivel de líquenes que tienen sus troncos, consiguiendo que todo este espacio se rija como ejemplo de  “selección natural”, donde solo factores ambientales influyen en su desarrollo.

 

De todo el conjunto de singulares y extraordinarios elementos arbóreos destaca el nominado como “Pino Rey”, que con sus aproximadamente 450 años aún mantiene una silueta perfecta y equilibrada. Situado a 1.772 metros de altitud, mide 17,5 m. de altura, 1,75 de diámetro, 5,50 de perímetro (6,12 en la base), una copa de 13 m. de ancha y unas 20 toneladas de peso. Siendo el triple de sus convecinos de 130 años usados para aprovechamiento maderero. Aun habiendo pinos más añejos, su talante nos reafirma que estos árboles de más de 300 y 400 años fueran usados para la construcción de los mástiles principales en los “galeones” del siglo XVI, habiendo una zoma próxima que se denomina “Monte del Astillero” para más señas.

 

Y sin querer quitar merito al centenario pino regio que podemos contemplar en la actualidad, aclarar que el verdadero “Pino Rey” se situaba en otra zona no muy alejada (como a 3 km. al oeste), era mucho más antiguo y fue talado. Se encontraba próximo al refugio del Muchachón a unos 900 mts. al suroeste, y según cuentan los dichos populares en él plantaba sus posaderas uno de los monarcas que por aquí se acercaba a cazar oso hace ya algunos centenares de años. 



Sobre este lugar recaen nuevamente leyendas, en este caso de bandoleros convertidos en enormes pinos y vírgenes robadas que se hallan en la bases de estos inmensos árboles.


Huelga decir que por ubicación merece la pena completar la visita por los distintos circos glaciares de Urbión, con una reconstituyente comida en El Quintanarejo - El Balcón del Brezal (si está abierto) y allegarnos a Vinuesa, población referente como pueblo serrano y señorial.

 

Recomendar así mismo el restaurante Pinares de Urbión en Covaleda, C/ Numancia, 4. Perfecto en el trato, el servicio y un muy aceptable menú……. los calamares a la andaluza (calamares rebozados) de los mejores que he probado.

 

Desaconsejar El Hostal Restaurante Urbión de Vinuesa, Av. Constitución, 12-14. Mal trato, mal servicio, resaltando que el señor que atiende la barra es un gañan…… no pienso volver.




Hasta aquí he podido relatar sobre el otoño de los hayedos sorianos (este, el dedicado al río Razón y el de Diustes), ya que lo avanzado de la estación y mi retorno a “Territorio Comanche”, hacen que deje para otra ocasión el llegar el resto de estos mágicos lugares. Quedan pendientes para del próximo otoño, un par de pequeños hayales en Tierras Altas, los tres irresueltos que tengo contabilizados en la zona de Urbión y los dos de Moncayo, eso sin contar que no encuentre algunos más durante todo el año que queda. Pero en compensación aquí os dejo un hermoso atardecer desde la Ventosa de Fuentepinilla.