Feliz año para todos los que entráis por estas paginas.
martes, 27 de diciembre de 2011
domingo, 18 de diciembre de 2011
- Alubias rojas de Tolosa (recetas para unas Navidades en crisis)
- 1 puerro.
- 1 zanahoria.
- 1 pimiento verde.
- 2 ñoras.
- 4 dientes de ajo.
- 2 patatas.
- Berza. Se puede utilizar también un poco de repollo o las hojas verdes (las partes tiernas) de la coliflor, aunque ya cada vez traen menos; estas le dan a todos los guisos una suavidad especial
- 250 grs. de costillas de cerdo. Siempre en estas recetas en las que uso costillas recomiendo las de “Carnicería Martín”, en la Avenida de Mariano Vicén, nº 29 de la ciudad de Soria, si vais de parte de este bloguero no os harán descuentos (son sorianos), pero siempre os regalaran la mejor de las sonrisas.
- 150 grs. de tocino veteado.
- un chorreton de aceite de oliva virgen extra.
- sal. (o un caldito concentrado – avecrem o magi)
- unas guindillas para acompañar. Si las encontráis, las mejores son las “piparras” de la marca UBIDEA, pequeñas y lo suficientemente suaves para que solo piquen lo justo, están elaboradas en Vera de Bidasoa (Navarra)
Solo queda para servir, trocear el chorizo, el tocino y las costillas si no las hemos dividido antes, y poner las guindillas en una pequeña bandeja para que cada uno se coja las que quiera.
Salud a todos......y que nos toque la lotería dentro de cuatro días.
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Pablo Font
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miércoles, 14 de diciembre de 2011
- 100 años de la conquista del Polo Sur
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Pablo Font
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lunes, 12 de diciembre de 2011
- Namib………..el desierto rojo (Namibia)
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Un espectáculo de formas y colores se abre ante nuestra vista, la calma es total, la representación majestuosa. Caprichosas siluetas de suaves y redondeadas aristas forman las dunas que ante nuestros ojos se muestran. Los tonos rojizos que matizan sus arenas cambian a lo largo del día, dependiendo de la intensidad de la luz con las que son iluminadas por el rigor del sol, que en esta latitud castiga con fuerza a todo aquel que se aventura a introducirse en estos espacios desolados. Al alba, la arena se hace rojiza y a los pocos instantes, cuando el sol empieza a ascender en el cielo, la tierra cobra un tono cada vez más suave, dorando sus terreas colinas con un cierto tono rosado. En el crepúsculo, cuando el astro rey comienza a despedirse, los tintes llegan a ser incluso púrpuras. Con solo pasar unas cuantas horas entre las dunas observaremos sin dificultad estos mágicos cambios cromáticos, es como si algún alquimista estuviera enredando con toda la gama de bermellones para teñir estas inhóspitas tierras.
Este desierto, uno de los parajes más secos del mundo, apenas un centímetro cúbico de lluvia al año, es con más de 65 millones de años de antigüedad, el más anciano de todo nuestro planeta, existiendo ya en los tiempos de cuando se extinguieron los dinosaurios. Está formado por las arenas depositadas durante cinco millones de años, arrastradas por el río Orange desde el rojo territorio del vecino Kalahari. En su desembocadura, por la acción marina de la corriente de Benguela que llega desde la Antártida y los dominantes vientos del Oeste, las van depositando en donde ahora las contemplamos. El rojo dominante, es debido a la existencia de partículas de óxido de hierro entre los granos de arena. Estas inmensas masas de arenas activas, bajo las cuales se esconden dunas petrificadas, son inestables y cuando el viento así lo quiere, se desplazan libres, cambiando una y otra vez el paisaje.
La primera visión que tenemos de esta inmensidad de arena es desde una pequeña avioneta Cessna de 6 plazas. Volamos sobre las dunas por espacio de 40 minutos, la tarde es serena y aunque el tiempo y la luz no es la mejor, la perspectiva que desde la altura tenemos es impresionante, el mar de dunas que se pierde hasta el lejano horizonte esta a nuestros pies, la inmensidad es la constante, el rojo domina todo el espacio, solo el azul del cielo interrumpe esa continuidad, las formas onduladas se suceden, deseamos que este instante no termine, es como un orgasmo visual. Aquí por la acción variable de los vientos las dunas tienen forma estrellada, eso le añade un valor más de singularidad. Volamos tan cerca de las crestas en algunos momentos que casi podemos tocarlas, por algún momento el piloto que mas parece un Boy Scout, nos regala alguna que otra acrobacia, divisamos una pequeña manada de avestruces y cruzamos por encima de los enigmáticos redondeles existentes en la zona de vegetación y a los que hasta ahora no se les ha sacado una teoría razonada de su formación; es un vuelo emocionante y asombroso, inmerso en el extraordinario espectáculo de los paisajes del Namib.Como todo lo que hay por estas latitudes, nos ubicamos en la mas absoluta soledad y desolación. Nos da tiempo por la tarde a dar un paseo, ascendiendo hasta una cercana meseta desde la que divisamos hermosos paisajes. Miremos donde miremos los grandiosos horizontes nos trasladan la grandiosidad de la aridez, no vislumbramos asentamiento humano alguno en nuestra vista, solo la pequeña granja de nuestra anfitriona nipona y nuestro camión,; esperamos en una cercana colina a disfrutar de otro de esos atardeceres africanos a los que ya estamos mal acostumbrados. La noche aquí también es especial, un vivaque (dormir al raso), una buena fogata y un esplendoroso amanecer de luna llena, nos acompañan en las charletas de la cena………, esto es otro mundo, ………………la gloria, si existe tiene que algo parecido.
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Pablo Font
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