jueves, 12 de junio de 2025

- Bukhara (Bujara)…… encrucijada en la Ruta de la Seda

Un Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, si un “TALGO” español, nos traslada en algo menos de dos horas de Samarcanda a Bukhara (el trayecto por carretera nos habría llevado unas 4 horas y media en recorres los 271 kilómetros que las separan), comenzando a observar desde las ventanillas como el paisaje se va transformando, desapareciendo los cultivos y aumentando la aridez. Aun así hubiera merecido la pena hacer esa distancia de cualquiera de las formas para llegar a esta maravillosa población de la que un viejo proverbio nos traslada que si Samarcanda es la belleza de la tierra, Bukhara es la belleza del espíritu. Siendo, para muchos de los viajeros que han visitado Uzbekistán, la ciudad favorita de todo el país, pues si Samarcanda es más señorial y majestuosa, Bukhara es más autentica y real.

 

Bukhara es un oasis, situado al oriente del desierto de Kizil-Kum (Arena Roja) la undécima extensión árida más grande del mundo, por lo que ya se comienza a sentir ese calor seco que desprenden las arenas y los espacios desolados. Ello motivó que el ingenio de sus gentes creara uno de los sistemas de riego más importantes de Asia Central, haciendo fértil una zona medio desértica, consiguiendo llevar agua hasta puntos más lejanos a los que hoy en día no se ha conseguido alcanzar.



Al realizar excavaciones arqueológicas en el lugar, se han podido documentar restos de estructuras urbanas del siglo V a. C. junto a joyas y cerámicas de esa época. En la antigüedad fue nombrada como: Nyumi, Bukho, Buhe, Bumiskat, Anxi, Fuho y Bukhala, siendo mencionada por primera vez durante los siglo IV y V cuando se acuñaron monedas en los que aparece su nombre, que al parecer procede del “uigur antiguo" queriéndonos trasladar como “casa de oración” o “templo”. El erudito, traductor y monje budista chino Xuanzang, ya nos dejó escritos sobre esta ciudad y su demarcación en el siglo VII.

 

Territorios siempre codiciados a lo largo de la historia por numerosos y terribles conquistadores, pasando de unos gobernantes a otros: el Imperio Aqueménida (persas), los macedonios y greco-bactrianos, los yuezhi y kushan (procedentes del Sinkiang chino), los escitas y partos (nómadas euroasiáticos), los Sasánidas (persas), los Hunos Blancos (turcoiranis), los köktürk (nómadas esteparios de Asia Central), los árabes, los samánidas (persas), los mongoles y por ultimo los rusos del siglo XIX. Pasando por ella personajes con la trascendencia de Alejandro Magno quien se enamoró de ella, Gengis Khan arrasándola totalmente (salvo el Gran Minarete Kalyan que respetó) e incluso Tamerlan, quien la hizo emerger como centro religioso ganándose el sobrenombre la “Sagrada Bukhara”.

 

Bukhara vivió su momento dorado bajo el Imperio Samánida (del que fue capital allá por el siglo X) y posteriormente con la Dinastía Shaybánida durante todo el siglo XVI y el Kanato de Bujará, alcanzando gran influencia sobre el resto de territorios de Asia Central, convirtiendo la ciudad en uno de los núcleos artísticos y culturales más importantes de la zona, estando considerada como una de las ciudades más encantadoras y atrayentes de todo Oriente.




Siendo al pasar por ella las famosas caravanas que atravesaban la ciudad cuando la urbe toma notoriedad, a raíz del fortalecimiento y consolidación de la Ruta de la Seda. Flujo comercial y cultural recíproco entre poderosas civilizaciones como la China, India, Griega, Persa, Romana o Veneciana, convirtiéndose este itinerario en un puente de intercambio cultural entre Asia y Europa. Trayecto que se desarrolló por estos lares desde el siglo 1 a. C. hasta bien entrado el siglo XV, cuando comienza a entrar en decadencia con la apertura de nuevas rutas marítimas y sobre todo en descubrimiento del “Nuevo Mundo”. Teniendo su mayor apogeo entre los años 500 y 900 de nuestra era, cuando gobernó en china la dinastía Tang, y que Constantinopla reemplazara a Roma (año 476) como centro del imperio romano. Contando así mismo con gran auge durante la época del imperio mongol entre los siglo siglos XIII y XIV, época de las visitas de la “Familia Polo” a la corte del gran Kublai Kan.

 

Dentro del extenso itinerario de la Ruta de la Seda (unos 6.400 km.) Bukhara fue un estratégico cruce y nudo de comunicaciones, así como lugar de transmisión de conocimientos, novedades, influencias y nuevos descubrimientos, siendo además uno de los focos más concurridos en el comercio de seda, especias, porcelana, marfil, metales, papel, pólvora y todo lo demás que se pudiera vender o comerciar. Por ella pasaban los itinerarios de las caravanas procedentes de Anatolia (selyúcidas y turcomanos) y Oriente Medio (Siria, Jordania, Líbano, Arabia, etc..) que hacían su viaje hacia /desde China. Siendo también Bukhara donde la Gran Ruta se bifurcaba, permitiendo seguir hacia el oeste (Xi-an) o hacia el sur (India). Lo cual incidió de forma sustancial en generar alojamiento y descanso a tan intensa actividad, existiendo por aquel entonces cerca de 60 “caravanserais” (posadas de caravanas) para los comerciantes que transitaban por la Ruta de la Seda, algunos de los cuales aún están en pié.

 

Entre sus muros vivieron, produjeron y crearon figuras de renombre, como Abu Abdullah Jafar Ibn Muhammad “Rudaki”, padre de la poesía tayiko-persa, o el mismísimo Omar Khayyam: libertino, ácido, sibarita, místico, profeta y polifacético ser que cultivó los estudios de derecho, física, ciencias naturales, metafísica, ética, filosofía, astronomía y matemáticas, desarrollando trabajos sobre estas materias así como en literatura, mecánica y música, pero sobre todo un extraordinario ser humano poeta, amante y bebedor.

 

Y como no “Avicena”, el gran polímata, filosofo, astrólogo, científico y sobre todo médico, nacido muy cerca de Bukhara a finales del siglo X (cuando esta tierra era considerada parte de Persia). Ya por aquel entonces este adelantado y prolífico erudito, planteo en su “Canon de Medicina” (año 1020) la correspondencia entre lo somático y lo psíquico, hasta el punto de afirmar que esto último influye más de lo que se cree en el estado del paciente.

 

De tormentosa vida, al estar muchas veces relacionado con el poder (al ser medico de príncipes y reyes), fue víctima de intrigas pala ciegas en medio de convulsivos conflictos territoriales, aun así fue capaz de escribir cerca de 300 libros relacionados fundamentalmente con la medicina y la filosofía, siendo como el mismo Omar Khayyam un buen amante y bebedor. Lamentablemente, gran parte de la obra de Avicena se ha perdido, siendo destruida con el aun vivo su obra maestra “Tratado de la filosofía iluminativa. Compendio que contenía respuestas a unas 28.000 preguntas, donde trasmitía la visión filosofía y personal de sus conocimientos.



De profunda tradición zoroastrista durante gran parte de su historia, Bukhara paso al credo islámico en el siglo VIII a través de Kusam Ibn Abbas, primo del profeta Mahoma, convirtiéndose rápidamente en un importante centro de teología islámica, especialmente del sufismo, con más de 200 mezquitas y 100 madrasas. Habiendo escritos que nos relatan como en la población hay templos y escuelas coránicas para cada día del año...... algo de cierto 
hay en ello comprobándolo nada más que nos pongamos a callejear por sus calles.

 

Declarada Ciudad Santa durante muchos años, es el lugar más venerado del islámico en toda Asia Central y uno de los mayores pilares de la religión musulmana, siendo tras La Meca el segundo centro de peregrinación del mundo. Hasta el mismísimo Stalin que en 1925 cerro todos los edificios religiosos de la URSS (a la que pertenecía Uzbekistán), permitió tener abierta la madraza de Bukhara, reconociendo de esta manera la fuerza del islamismo en esta urbe.

 

Es en ella, donde de una forma singular se ha mantenido la tradición "sufí" a lo largo de la historia, la rama más tolerante y filosófica del islam. Lo cual se hace visible en muchos de sus monumentos, templos y prácticas religiosas. Constituyendo el “sufismo” la representación más mística del Islam, intentando llegar a “Alá” mediante el esfuerzo de la experiencia personal. Siendo los ascetas; que vivieron en Iraq y Siria a finales del siglo VIII y principios del IX, quienes con su fidelidad al Corán, sus vigilias y ayunos, así como su obediencia ciega al profeta; los primeros sufíes del Islam.




Bukhara. conocida como la “Perla del Desierto”, es una ciudad hermosa, acogedora, activa, vibrante y próspera, que además expande saber y espiritualidad, representando con orgullo junto a Samarcanda la realidad de la cultura uzbeka. Y al contrario de esta última, cuenta con un centro histórico bien definido y cuidado, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993. El pasear por su casco antiguo (prácticamente peatonalizado) es trasladarnos a Las mil y una noches, sobre todo a primeras horas de la mañana cuando la irrupción de los coloridos turistas es prácticamente inexistente. Donde transitar sus calles libres de vehículos, visitar las interesantes mezquitas, madrazas y minaretes que nos encontramos a nuestro paso o zascandilear alguna compra en cualquiera de sus cuatro abovedados bazares es trasladarnos un mundo de sensaciones.




Podemos comenzar nuestra visita en la amurallada fortaleza de los emires de Bukhara el “Ark”, impresionante y monumental mole de ladrillos en barro con muros de entre 16 y 20 metros de altura, que cubriendo un área de 40.000 m. mantiene un perímetro de 790. Su antigüedad podría alejarse hasta el siglo V de nuestra era, lástima que gran parte de su interior se encuentra totalmente en ruinas (mejor verla desde fuera que por dentro), destruido en gran parte por el “ejército rojo” en 1920, consiguiendo el control de la zona y haciendo huir al emir a tierras de Afganistán. Imposible es no sentir un pequeño escalofrío al acercarnos hasta ella, observar las originales formas redondeadas y cónicas de sus poderosos contrafuertes y baluartes, es llevarnos a un concepto desconocido para nosotros de este tipo de alcazabas.

 

En su esquina noreste y a escasos 130 mts, se encuentra “Zindan” la espelúznate cárcel que durante los siglos XIX y XX fue considerada como una de las más crueles del país. Construida a semejanza de su vecina ciudadela y manteniendo el mismo diseño, pero mucho más pequeña, hoy se ha convertido en un museo del horror, pero sin los gritos de criminales, ladrones, presos políticos, etc. que tenían que soportar los vecinos aledaños durante las torturas, así como su pestilente olor.

 

De la extinta plaza Registán que se situaba frente a la fortaleza, solo queda el complejo Bolo Hauz, que se compone de un “hauz” (estanque), el minarete, así como la curiosa y elegante Mezquita de los Viernes. Que erigida en 1712 tiene la singularidad de que su patio se halla en el exterior, estando formado por 20 preciosas columnas de madera tallada y bellamente ornamentadas con originales diseños. Parte del espacio por donde antaño pasaban las caravanas ahora ha sido sustituido por una circunvalación de varios carriles, así como la llamativa Water Tower Shukhova, el antiguo depósito de agua símbolo de la arquitectura soviética de 1929.




Callejeando hacia poniente llegamos a la fuente y mausoleo Chashma-Ayub del siglo XII (la fuente de San Job el de la “paciencia”), para después de cruzar en diagonal un parque llegar al Mausoleo de los Samánidas erigido entre los siglos IX y X. Este original, cuadrado y enigmático (en él se mezclan elementos zoroástricos e islámicos) edificio de ladrillo cocido es la construcción más antigua de la arquitectura islámica de toda el Asia Central y no fue destruido por Genghis Khan, pues ya en ese tiempo se encontraba tapado por la arena del desierto, siendo redescubierto por arqueólogos soviéticos en 1924.

 

Nos dirigimos ahora a la zona de más centralidad local de la urbe, la plaza Lyabi-Hauz, que significa «alrededor del agua», teniendo en su centro un gran estanque construido en 1620. Con una animada actividad sobre todo nocturna, en sus alrededores se pueden encontrar tiendas y establecimientos de todo tipo, hasta se dice que el mejor café de Bukhara lo sirven en su Kiosco. En su parte oriental se sitúa la Madrasa Nadir Divan-Begi, que en su origen fue uno más de los caravanserais existentes, para posteriormente transformarlo en escuela coránica. Si caminamos callejeando unos 700 mts. al noreste llegaremos a una pequeña y coqueta edificación de cuatro minaretes rematados en azulejos azul celeste, se llama precisamente Chor Minor (cuatro minaretes), siendo lo que queda de la madrasa Khalif Niyaz-kul. Frente a ella se encuentra una tienda que hará las delicias de los nostálgicos de la URSS.

 

Volviendo a la bulliciosa plaza, hacia el sur nos encontramos el Barrio Judío, donde se encuentra el muy recomendable Ayvan Restaurante (Lyabi House Hotel), un hotel-restaurante que ocupa un elegante edificio del siglo XIX decorado con mobiliario de época y aunque los precios son acordes al lugar, son bastante accesibles para nuestros bolsillos. Según la tradición, la existencia de judíos en Bukhara se remontan a las Tribus Perdidas de Israel en el siglo VIII a. C. Contando con la comunidad hebrea más importante de Asia Central hasta los años 70 del siglo pasado, cuando comenzaron a emigrar a Israel y EE.UU.




Al norte de Lyabi-Hauz se sitúa la enorme Madrasa Kukeldash, que fue en su tiempo la escuela coránica más grande de toda Asia Central, habiéndose usado este edificio durante la época soviética como sala de cine. Justo al lado de su muro este, en la esquinas noreste de la animada en la noche plaza Liabi Hauz, se encuentra un jardín donde se ubica el Kukaldosh Garden Restaurant, donde poder cenar. La comida bien y el precio en orden, dentro de un tranquilo y espacioso entorno con fuentes de agua, todo amenizado con Música de Jazz (saxófono) en directo.




Al oeste del amplio espacio arbolado se sitúa la Khanaka Divan-Beghi, lugar de reunión de los musulmanes “sufíes” en el que realizar sus oraciones diarias y donde podremos observar un gran y bello minar con deliciosas decoraciones. Algo detrás de este edificio se encuentra uno de las bazares abovedados de los que tiene la ciudad, se trata de la Cúpula Toki Sarafon, un bazar que hoy se dedica al comercio y la artesanía, pero que es su tiempo de esplendor era la sede de los cambistas, los que se dedicaban a los dineros en aquellas épocas……… como los bancos de ahora pero a nivel individual.

 

Tomamos ahora dirección al otro núcleo de “centralidad turística” Poi-Kalyan, para lo cual nos dirigiremos (caminando) hacia el septentrión. Debiendo de pasar por la pequeña pero interesantísima Mezquita Magoki Attari (siglo IX), evidencia de la presencia del zoroastrismo en la antigua Bukhara. El edificio, originalmente dedicado como un “templo del fuego” (como los ya vistos en Irán), fue reconvertido en mezquita tras la llegada del Islam. No existiendo en toda la ciudad ningún monumento de la antigüedad que esconda tantos misterios para los estudiosos, sabiendo que en sus aledaños existió un bazar donde se comerciaban ídolos, pócimas medicinales y especias. Se puede apreciar en su trabajada entrada como los artesanos de Bukhara se esmeraron en crear esos maravillosos juegos de sombras con los ladrillos de su fachada sur, convertidas en verdadera obra maestra a través de sus tallas de terracota tallada, alabastro, mayólica vidriada y ladrillo pulido. Estamos ante uno de los edificios más singulares de toda la población, donde se puede observar el paso del tiempo solo con mirarlo. En su interior nos hicieron un reportaje-entrevista para la televisión uzbeka.

 

Camino al conjunto Po-i-Kalan "pie del grande" centro espiritual de la ciudad, cruzamos por medio del Bazar Toki Telpak Furushon, pasando a su salida por los baños del Hamam Bozori Kord. Tomando la Khakiklat Street (donde se localizan un conjunto de buenos hoteles) nos allegamos a visitar y admirar las interesantes y bellas Madrasas Ulughbek y Abdullaziz Kan, que como hermanas se sitúan una frente a  otra. Cruzamos un otro nuevo bazar, Toki Zargaron, el más grande y mejor conservado de los numerosos mercados de Bujará, su nombre quiere decir "Cúpula de los Joyeros u Orfebres", lo cual contradice su actual función como mercado de artesanía y sobre todo alfombras. 



Enfilamos Khodja Nurubobod Street para adentrarnos en el espacio más interesante de la urbe, situando a nuestra derecha las mejores tiendas de la ciudad: joyerías, alfombras, ropa, artesanía y complementos. Y a la izquierda conformando una hermosa y amplia plaza la Madrasa Mir-i-Arab del siglo XVI, edificio de intrincado diseño (que encontramos en restauración) está considerada como uno de los monumentos más fascinantes de Bukhara. Donde se sigue manteniendo las enseñanzas coránicas y de otras materias, siendo en la actualidad la única madrasa histórica en activo de las que llegó a tener la ciudad.

 

Las madrasas son los centros educativos donde se instruye a los niños (en masculino) sobre las enseñanzas del “corán”, aunque se complementan con otras materias. No llegando en la actualidad el número de alumnos que usan este sistema educativo al 1%, pudiendo elegir las familias optar por este u otro sistema más normalizado y laico, pero siempre de forma gratuita en cualquiera de los casos, de esta formación se pasa directamente a la universidad. Junto a esta se ubica la Madrasa Amir Alim-khan, más austera que la anterior y mandada construir en 1915 por el ultimo emir del Kanato de Bukhara, Muhammad Alim Khan.

 

Inmediato se encuentra el emblema de la ciudad el Minarete Kalyan, que Genghis Khan no destruyó, dicen que por encontrarlo práctico como faro para las caravanas. Se trata de una soberbia e impactante estructura de ladrillo levantada en 1127, diseñada para que los clérigos musulmanes llamaran a los fieles a la oración desde su cima a 46,5 metros de altura. Este torreón también cuanta con un siniestro pasado, pues era utilizado durante tiempo para ejecutar desde su cúspide a los condenados a muerte, lanzándolos desde lo alto. Se cree que algunos de estos minaretes o torres son adecuaciones de las “torres de fuego” usadas en las anteriores creencias zoroastristas.




Por último, situada junto al Minarete y frente a la Madrasa Mir-i-Arab encontramos el extraordinario portalón de la Mezquita Kalyan, impactante edificio por sus dimensiones que nos recuerda a la mezquita Bibi Khanym de Samarcanda. Erigida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita del siglo XII destruida por Gengis Khan, su gran patio central se encuentra rodeado por galerías abovedadas con 208 pilares y 288 cúpulas, situándose en el centro del mismo un característico árbol de morera.

 

Posiblemente el paseo nos haya ocupado hasta la hora de estar entre dos luces. y nada mejor en esta ciudad de los atardeceres inolvidables, que acercarnos por detrás del Minarete Kalyan hasta Minorai Kalon Restaurant y subir a su terraza. Un lugar perfecto y tranquilo donde cenar plácidamente mientas observamos un exquisito atardecer, notando como van cambiando las luces de la cuidad. Desde este placido enclave sobre gran parte de las cupulas de la ciudad divisamos un maravilloso crepúsculo, viendo como el sol va desapareciendo sobre la bóveda de la gran mezquita, creando una sugerente instantánea e iluminando el resto de los edificios de una forma magnifica según llega el ocaso del día y las luces de la ciudad sustituyen la del sol. El momento puede ser mágico si además estamos acompañados de una fría cerveza y unas gratas amistades.




 

jueves, 5 de junio de 2025

- Samarcanda…… la esencia en la Ruta de la Seda

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Como si estuviéramos en una ciudad europea de hace unos 10 años, el ajetreo es parte de la normalidad con cierto nivel de atasco a horas punta, transcurriendo la vida con total normalidad como ajena a su pasado. Sin tener conciencia sus gentes de habitar en una ciudad que ya existía hace casi tres mil años (cuando por aquí nuestros antepasados celtíberos aún vivían en “castros” próximos al Duero), siendo una de las urbes más antiguas del planeta. Apenas podemos observar algún grupo de foráneos más o menos agrupados en las zonas más vistosas de la urbe, pero sin más alborotos.……….estamos en Samarcanda…... esencia en la Ruta de la Seda.

Una urbe con ajetreada historia, donde los pueblos que la llegaron a dominar dejaron mella en sus piedras, justamente su nombre significa literalmente "fuerte de piedra" o "ciudad rocosa". Asentándose los sogdianos durante el primer milenio a. C. en una colina sobre el río Zeravashan, fundando la ciudad-fortaleza de Afrasiab origen de la actual Samancanda en un paraje habitable y aislado de los grandes desiertos y estepas del Asia Central. Siendo conquistados en el siglo VI a. C. por el persa Ciro el Grande, comenzando desde entonces una incipiente actividad comercial, originada por su longevidad y el trasiego, al disfrutar de un enclave singular en medio de las conexiones entre el oriente y occidente, lo que después se denominaría la Gran Ruta de la Seda. 

Hasta ella llegó el Gran Alejando en el 329 a. C. guerreando contra Darío III y haciendo decaer el gran imperio Persa. Exclamando el “macedonio” al entrar en la ciudad que “Todo lo que había oído sobre Samarkanda es verdad, excepto que es más hermosa de lo que había imaginado”, sin existir aun las construcciones que se ejecutaron diez siglos después y que ahora aun podemos admirar, teniendo la delicadeza de no arrasarla como era costumbre en otras urbes, limitándose solo a destruirla parcialmente. Deslumbrándole hasta el punto de tomar por esposa a la princesa sogdiana, Roxana.

 

A la muerte de Alejando Magno, estos territorios pasan a manos de sus generales, iniciándose la dinastía griega de los “seléucidas”, quienes gobernarían gran parte de los territorios del Asia Central hasta el año 63 a. C., cuando los romanos con Pompeyo a la cabeza controlan la península de Anatolia hasta el Mar Caspio, el sur del Cáucaso y Palestina. Siendo ocupada por tribus nómadas de las estepas, quedando en el olvido pero manteniendo sus actividades comerciales y de intercambio entre sus vecinos.




No siendo hasta el siglo III de nuestra era, cuando de nuevo es conquistada por los persas sasánidas, quienes elevaron la categoría de la ciudad hasta convertirla en una de las ciudades más importantes del imperio Persa, reforzada por las rutas comerciales. Pero un siglo después, son expulsados por los “kusanas” pueblo nómada del Asia Central.

 

Tras la conquista musulmana de Persia en el siglo VII, Samarcanda hasta entonces seguidora del zoroastrismo, es sometida al control árabe a comienzos del VIII, convirtiéndose en parte del Califato, adoptando paulatina y progresivamente la cultura y religión islámicas, dándole ese característico toque musulmán a la ciudad, manteniendo esa forma de vida, credo. La anexión al “Califato Abasidi” de Bagdad desarrollo el comercio extrafronterizo, sobre todo el de las caravanas de la Ruta de la Seda. Creciendo de una manera brutal hasta llegar a tener medio millón de habitantes, más de los que poseía a finales del siglo XX.

 

En 1220 Samarcanda es asediada, ocupada y arrasada por el conquistador mongol Gengis Kan, quien dejo a su población diezmada, quedando solo una cuarta parte de sus gentes después de su paso por ella. Dejándonos constancia de su estado el viajero y explorador tangerino Ibn Battuta, quien visitó la ciudad en 1339 como parte de sus extensos viajes (20 años) por el mundo islámico, trasladándonos en su relato del viaje "Rihla", que no había murallas, las puertas no eran usadas y muchos monumentos estaban en ruinas, lugar que había sido “una de las más grandes, hermosas y espléndidas ciudades del mundo”. Señalando a sí mismo que los huertos se abastecían de agua mediante el sistema de norias.

 

En la medianía de los años 80 del siglo XIII, parece ser que Marco Polo se aproxima a Samarcanda, siendo su padre y su tío Niccoló y Maffero, en su primer viaje a la corte del Gran Kan (1255–1269) quienes pasan por ella. Lo más cerca que pudo estar Marco Polo de Samarcanda fue la población de Balkh (Balj) en Afganistán a la que describe como “grande y noble ciudad”, situada 350 km. al sur.
 

Quien sí estuvo irrefutablemente fue el madrileño (nacido en la Plaza de la Paja) Ruy González de Clavijo, enviado como embajador por el Trastámara rey Enrique III de Castilla (abuelo de la Católica Isabel) a la corte del Gran Tamerlán, buscando su apoyo en las riñas con los turcos. Dejando constancia de este viaja en su relato “Vida y hazañas del Gran Tamorlán”, el primer libro de viajes en lengua castellana que, publicado en 1582 sigue siendo hoy en día una buena fuente de documentación sobre los territorios por los que pasó, en especial Samarcanda de la que resalta “Es tal la riqueza y abundancia de esta capital que contemplarlas es una maravilla”. En honor a esta expedición un barrio de la ciudad se llama "Madrid", además de tener el propio “Clavijo” una Plaza- bulevar con su nombre muy cerca de la plaza Registán y frente a la dedicada a Marco Polo.

 

Siendo el mismo despiadado, orgulloso, sanguinario y cojo, conquistador turco-mongol Amir Timur “Tamerlán”, quien en 1370 convertiría la gran ciudad de Samarcanda en capital de su enorme imperio y centro de influencia del mundo por aquel entonces, reformándola totalmente, pues hasta entonces se encontraba prácticamente arruinada de tantas invasiones, ocupaciones y algaradas. Erigiendo en ella palacios, mezquitas, jardines y murallas​ defensivas en la parte oeste del antiguo emplazamiento, pues en pleno siglo XIV se había convertido en uno de los mayores cruces de tránsito del toda Asia. Lugar de influencias y culturas diversas (Europa, Persia, Arabia, India o China), desde las occidentales llegadas del Mediterráneo, hasta las provenientes de oriente en Xi’an o Catay, como se denominaba por entonces al norte de la China actual.

Para construir tal prodigio de urbe precisó lo mejor de los mejor de los artistas, artesanos, arquitectos, canteros y ceramistas del imperio, concibiendo la ciudad más seductora de toda Asia Central. Siendo durante este periodo y el de sus sucesores “dinastía timúrida”, fundamentalmente su nieto el monarca y astrónomo Ulugh Beg, cuando las ciencias y las artes tuvieron su máximo esplendor, levantándose mezquitas, madrazas, mausoleos, palacios, bazares y plazas tan singulares como la de Registán. Creando un estilo único y reconocible, que alcanzó la grandiosidad y la exquisitez, a través de sus grandes portalones, sus historiadas composiciones en azulejos y el azul de sus altivas y audaces cúpulas, demostrando la fuerza de sus creaciones y siendo vanguardia de todas las artes del momento, aglutinando científicos, matemáticos, filósofos y poetas.




Durante el siglo XV y llegados de los Monte Urales, así como de los río Sir Daria y Toblol territorios situados al norte, se agrupan en estas tierras las tribus Shaybánidas, que descendientes de Gengis Kan, toman la denominación de Ulus Uzbek, apareciendo por primera vez en la historia la denominación de “uzbeko”. Siendo posteriormente durante los siglos XVI al XIX, cuando florecen los “Kanatos” de Khiva, Bukhara y Kokand. Pasando la ciudad de Samarcanda a formar parte del imperio ruso en 1868 durante el mandato del zar Alejandro II, cuando es anexionado el Emirato de Bukhara. Mas tarde formó parte de la República Socialista Soviética de Uzbekistán, no sin pasar por las purgas realizadas por hierático Stalin. Y tras la disolución de la URSS obtuvo su independencia junto al resto de Uzbekistán en 1991. 

 

Se nos muestra azul a nuestros ojos, azul de mar y eso que el mar está a más de 1.000 kilómetros (1.200 el Mar Caspio y 1.600 el Mar Arábigo en el Golfo de Omán), un azul que se nos traslada a través de los reflejos de las cupulas que rellenan el horizonte, así como en las arcadas de las mezquitas y madrazas. Porque Samarcanda es color y luz, vida y vergel, parsimonia y dinamismo, elegancia y dulzor.
 

Antes de invitaros a patear la ciudad quiero dejar constancia de algunas de sus singularidades. Conocida en la antigüedad como Afrosiab y Marakanda, fue la capital del antiguo estado de Sogdiana, convertida era un importante centro comercial y cultural en la antigua Ruta de la Seda, entre China y Europa. Justamente a mitad de camino, distante a tiro de piedra 3.500 km. de Chang'an (actualmente Xi'an) en Catay (la China actual), la misma distancia que hay hacia Constantinopla (la Estambul actual), motivo que la hizo crecer y resplandecer por encima de otras, situándola como una de las paradas más importantes de todo el recorrido. 




En Samarcanda se encuentra una de las seis tumbas del “profeta” Daniel, reconocido por las religiones Hebrea, Cristiana y Musulmana, Del lugar mana una fuente de agua a la que se atribuyen propiedades curativas. Siendo también en esta antiquísima ciudad done se han encontrado las piezas más antiguas del popular juego de ajedrez.

 

“Samarcanda” es así mismo el título de la novela histórica escrita en 1988 por el prolífico escritor libanes Amin Maalouf, donde nos narra las vicisitudes de un manuscrito que recoge los afamados poemas "Rubayat" del poeta persa Omar Khayyam y su relación con el ismailí Hassan Sabbah el “Viejo de la Montaña”, fundador de la secta de los “hassasins” (fumadores de hachís), que desde su fortaleza de Alamut mantuvo en jaque a medio oriente “medio”.

 

A mediados del siglo VIII, se registra la batalla de Talas entre chinos y musulmanes abasidas, donde son hechos prisioneros que conocían los secretos de la fabricación del “papel”. Fundándose en Samarcanda la primera fábrica de papel del mundo islámico, extendiéndose inmediatamente su uso por el mundo musulmán y posteriormente Europa, convirtiéndose la urbe centro asiática en el primer centro productor del mundo. Aumentando su calidad incorporando telas (fibras de seda), así como corteza y pétalos de flores de morera mejorando su suavidad y dureza. Siendo probamente el motivo que nos encontremos este tipo de árbol por todos los lugares de la ciudad, que si es época de fruto (moras blancas), observaremos como nuestros calzados se quedan pegados a la calle.

 

Si algo resalta de Samarcanda son los destellos azules de sus cerámicas vidriadas, azules en todas las tonalidades que podemos encontrar por cualquiera de los edificios singulares de la ciudad en cualquiera de sus composiciones: baldosas de mayólica, azulejos o las mismas terracotas labradas recubren sus interiores, fachadas e incluso las cúpulas. El exclusivo y original color azul resulta del cobalto, el lapislázuli o la piedra turquesa, siendo si esmaltado o vidriado lo que generaba la durabilidad en un entorno tan espero como los climas desérticos de por estas latitudes (que también hemos sufrido).




Quiero resaltar de las cerámicas vidriadas de Samarcanda algunos ejemplos que me ha llamado singularmente la atención: el complejo de los mausoleos de Shah-i-Zinda, con sus azules añil, la mezquita de Bibi Bibi Khanum en su magnificencia, la sala de los sarcófagos del mausoleo de Tamerlán con la intensidad de sus cobaltos y oros y como no los espacios repartidos en los portalones y cúpulas de Registán. Destacando que si bien en el arte musulmán resaltan las decoraciones geométricas, florales o caligráficas de intrincados diseños, no resulta extraño en Samarcanda que este arte decorativo se salte la ortodoxia religiosa (la no exhibición de seres vivos), poniendo como ejemplo la madraza de Sher Dor, donde se muestran tigres y ciervos de forma evidente.




La mayor parte de los maravillas arquitectónicos de la ciudad que hoy podemos observar: mezquitas, madrazas o mausoleos relumbrando con sus azulejos de tonos azul turquesa, lapislázuli y oro, son encargos de Tamerlán y sus descendientes, verdaderos artífices del esplendor de la metrópoli.

 

Samarcanda es una ciudad conocida por sus mezquitas y mausoleos. Entre los puntos de referencia más destacados están la Plaza Registán, rodeada de tres elaboradas madrazas, generando una visión sorprendente, monumental y sugerente, con un magnetismo y un equilibrio especial solo comparable al Taj Mahal de la India. Su nombre significa “lugar de arena”. costando imaginar que en tiempos pasados se situara en esta plaza el bazar por el que pasaban las caravanas llegadas de los limites conocidos por aquel entonces del planeta. El Gur-e Amir o mausoleo de Tamerlán fundador del Imperio timúrida, en el que sobrecoge su interior de elaborada decoración cobalto y oro. Y la grandiosidad de la Mezquita de Bibi Khanym (medio en ruinas), dedicada a la mujer china de Tamerlán, de la que cuenta la leyenda que tuvo un ”affaire” con el arquitecto y ambos fueron despeñados desde uno de los minaretes.

 

El colorido Baazar Siyob, el cementerio y los mausoleos de Shah-i-Zinda, el Observatorio Astronómico de Ulugh-Beg o las ruinas de la antigua ciudad de Afrosiyob y su Museo con interesantes frescos del Palacio de los Ihshidos. Pero de todos estos lugares y mas no me quiero extender pues todo se encuentra ya descrito en cualquier guía turística que se precie, además de que Samarcanda es una ciudad que hay que descubridla por sí mismo. Si creo interesante que después de cenar en la terraza del Emirhan restaurante (turístico y de moda) situado en la trasera del complejo Registán y con soberbias vistas, nos acerquemos a disfrutar del espectáculo de “Luz y Sonido” que cada noche se realiza gratuitamente en la maravillosa Plaza, sin duda una más de las atracciones de esta sugerente ciudad.




Si que quiero dejar unos párrafos a ciertos lugares menos visitados donde poder respirar la normalidad de la ciudad fuera de los clásicos recorridos, me refiero a los barrios Ruso y Judío. Sobre el primero solo decir que es un encanto pasear al atardecer por sus exuberantes y amplios bulevares repletos de arbolado y vegetación, terminado la jornada con una cena en el restaurante Oasis Garden, de lo mejorcito de Samarcanda tranquilo, buena y serena música, con muy buen ambiente en medio de jardines.




Y sobre el barrio Judío decir, que ya cuando llego Alejandro magno a la ciudad ya había judíos en Samarcanda, posiblemente más que ahora, ya que su colectivo no debe de superar en la actualidad las 200 almas. También conocido como Makhallai Yakhudion, se encuentra al este de la calle Tashkent, separado de la zona monumental por un muro. Aunque la comunidad judía ha disminuido, el barrio aún conserva su importancia histórica y cultural, con la Sinagoga Gumbaz como un punto de interés clave. 

 

Muy cerca se encuentra el Hammomi Davudi (baños turcos públicos) que aún están en funcionamiento y no muy alejada la Mezquita Mubarak, pudiendo ascender hasta la cúspide de su minarete. Hallándose justo enfrente la tienda de antigüedades Choychana Mubarak, una especie de “rastro” madrileño ubicado en un patio, donde podemos observar y adquirir recuerdos y añoranzas para los nostálgicos de la Unión Soviética. Desde allí podemos salir hacia la Mezquita de Bibi, donde poder cenar con vistas a sus espectaculares cupulas en la terraza del establecimiento “Zargarón”, restaurante del Hotel Bibi Khanym (turístico y tranquilo).

Shahrisabz

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Interesante puede resultar si se tiene tiempo realizar una excursión de un día a Shahrisabz, que situada a (depende de por donde se realice la ruta entre dos y tres horas de coche) 85 o 140 km. al sur de Samarcanda. Se trata de la ciudad natal de Amir Timur “Tamerlán”, donde los lugares para visitar se concentran en un espacio relativamente accesible caminando, una explanada de algo menos de kilómetro y medio donde se ha realizado un moderno parque rodeado en parte de murallas. Al norte se encuentran las ruinas del Ak Saray Palace (palacio de verano de Tamerlán), donde admirar su enorme y magnifico portalón recubierto de interesantes azulejos, siendo lo único que queda del sugerente edificio. Al sur podemos visitar el complejo Dor- ut Tillovat, compuesto por la Mezquita Kok-Gumbaz y el Mausoleo Gumbazi Sayidon. Así como el complejo Dor-ut Saodat, formado por la Mezquita Jasrati Imom, el Mausoleo de Jahongir y la Cripta de Amir Temur (donde no reposan sus restos).



Shahrisabz hace tiempo que perdió su monumentalidad, toda vez que su casco antiguo fue derruido hace más de una década para construir el parque que antes he mencionado y si bien la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1993, desde 2016 se encuentra en la lista del “Patrimonio de la Humanidad en Peligro”.

 

Solo por el hecho de nombrar Samarcanda, a nuestra imaginación llegan imágenes de caravanas con camellos repletos de sedas, valiosas cerámicas, especias o joyas, que transitaban la Ruta de la Seda de oriente a occidente o viceversa. Susurrar su nombre evoca lo mítico y lejano, imaginando que viajar hasta ella se puede convertir en un cuanto más para nuestra imaginación, formando parte de algunos de esos relatos de antiguos viajeros.

 

Quiero trasladaros a los que os llame la magia de Samarcanda que, la ciudad que hoy visitamos para nada es similar a la de los cuentos y leyendas de las mil y una noches, no debiendo caer en las habituales decepciones a las que nos arrastran los folletos turísticos, pues para nada es una ciudad anclada en aquellos años, encontrándonos una vida dinámica y moderna, con travesías de cuatro carriles, centros comerciales y atascos. Siendo lo más atrayente de la ciudad su pasado y por ello me he explayado en trasladaros fundamentalmente su historia a través de estos párrafos.