Un Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, si un “TALGO” español, nos traslada en algo menos de dos horas de Samarcanda a Bukhara (el trayecto por carretera nos habría llevado unas 4 horas y media en recorres los 271 kilómetros que las separan), comenzando a observar desde las ventanillas como el paisaje se va transformando, desapareciendo los cultivos y aumentando la aridez. Aun así hubiera merecido la pena hacer esa distancia de cualquiera de las formas para llegar a esta maravillosa población de la que un viejo proverbio nos traslada que si “Samarcanda es la belleza de la tierra, Bukhara es la belleza del espíritu”. Siendo, para muchos de los viajeros que han visitado Uzbekistán, la ciudad favorita de todo el país, pues si Samarcanda es más señorial y majestuosa, Bukhara es más autentica y real.
Bukhara es un oasis, situado al oriente del desierto de Kizil-Kum (Arena Roja) la undécima extensión árida más grande del mundo, por lo que ya se comienza a sentir ese calor seco que desprenden las arenas y los espacios desolados. Ello motivó que el ingenio de sus gentes creara uno de los sistemas de riego más importantes de Asia Central, haciendo fértil una zona medio desértica, consiguiendo llevar agua hasta puntos más lejanos a los que hoy en día no se ha conseguido alcanzar.
Territorios siempre codiciados a lo largo de la historia por numerosos y terribles conquistadores, pasando de unos gobernantes a otros: el Imperio Aqueménida (persas), los macedonios y greco-bactrianos, los yuezhi y kushan (procedentes del Sinkiang chino), los escitas y partos (nómadas euroasiáticos), los Sasánidas (persas), los Hunos Blancos (turcoiranis), los köktürk (nómadas esteparios de Asia Central), los árabes, los samánidas (persas), los mongoles y por ultimo los rusos del siglo XIX. Pasando por ella personajes con la trascendencia de Alejandro Magno quien se enamoró de ella, Gengis Khan arrasándola totalmente (salvo el Gran Minarete Kalyan que respetó) e incluso Tamerlan, quien la hizo emerger como centro religioso ganándose el sobrenombre la “Sagrada Bukhara”.
Bukhara vivió su momento dorado bajo el Imperio Samánida (del que fue capital allá por el siglo X) y posteriormente con la Dinastía Shaybánida durante todo el siglo XVI y el Kanato de Bujará, alcanzando gran influencia sobre el resto de territorios de Asia Central, convirtiendo la ciudad en uno de los núcleos artísticos y culturales más importantes de la zona, estando considerada como una de las ciudades más encantadoras y atrayentes de todo Oriente.
Siendo al pasar por ella las famosas caravanas que atravesaban la ciudad cuando la urbe toma notoriedad, a raíz del fortalecimiento y consolidación de la Ruta de la Seda. Flujo comercial y cultural recíproco entre poderosas civilizaciones como la China, India, Griega, Persa, Romana o Veneciana, convirtiéndose este itinerario en un puente de intercambio cultural entre Asia y Europa. Trayecto que se desarrolló por estos lares desde el siglo 1 a. C. hasta bien entrado el siglo XV, cuando comienza a entrar en decadencia con la apertura de nuevas rutas marítimas y sobre todo en descubrimiento del “Nuevo Mundo”. Teniendo su mayor apogeo entre los años 500 y 900 de nuestra era, cuando gobernó en china la dinastía Tang, y que Constantinopla reemplazara a Roma (año 476) como centro del imperio romano. Contando así mismo con gran auge durante la época del imperio mongol entre los siglo siglos XIII y XIV, época de las visitas de la “Familia Polo” a la corte del gran Kublai Kan.
Dentro del extenso itinerario de la Ruta de la Seda (unos 6.400 km.) Bukhara fue un estratégico cruce y nudo de comunicaciones, así como lugar de transmisión de conocimientos, novedades, influencias y nuevos descubrimientos, siendo además uno de los focos más concurridos en el comercio de seda, especias, porcelana, marfil, metales, papel, pólvora y todo lo demás que se pudiera vender o comerciar. Por ella pasaban los itinerarios de las caravanas procedentes de Anatolia (selyúcidas y turcomanos) y Oriente Medio (Siria, Jordania, Líbano, Arabia, etc..) que hacían su viaje hacia /desde China. Siendo también Bukhara donde la Gran Ruta se bifurcaba, permitiendo seguir hacia el oeste (Xi-an) o hacia el sur (India). Lo cual incidió de forma sustancial en generar alojamiento y descanso a tan intensa actividad, existiendo por aquel entonces cerca de 60 “caravanserais” (posadas de caravanas) para los comerciantes que transitaban por la Ruta de la Seda, algunos de los cuales aún están en pié.
Entre sus muros vivieron, produjeron y crearon figuras de renombre, como Abu Abdullah Jafar Ibn Muhammad “Rudaki”, padre de la poesía tayiko-persa, o el mismísimo Omar Khayyam: libertino, ácido, sibarita, místico, profeta y polifacético ser que cultivó los estudios de derecho, física, ciencias naturales, metafísica, ética, filosofía, astronomía y matemáticas, desarrollando trabajos sobre estas materias así como en literatura, mecánica y música, pero sobre todo un extraordinario ser humano poeta, amante y bebedor.
Y como no “Avicena”, el gran polímata, filosofo, astrólogo, científico y sobre todo médico, nacido muy cerca de Bukhara a finales del siglo X (cuando esta tierra era considerada parte de Persia). Ya por aquel entonces este adelantado y prolífico erudito, planteo en su “Canon de Medicina” (año 1020) la correspondencia entre lo somático y lo psíquico, hasta el punto de afirmar que esto último influye más de lo que se cree en el estado del paciente.
De tormentosa vida, al estar muchas veces relacionado con el poder (al ser medico de príncipes y reyes), fue víctima de intrigas pala ciegas en medio de convulsivos conflictos territoriales, aun así fue capaz de escribir cerca de 300 libros relacionados fundamentalmente con la medicina y la filosofía, siendo como el mismo Omar Khayyam un buen amante y bebedor. Lamentablemente, gran parte de la obra de Avicena se ha perdido, siendo destruida con el aun vivo su obra maestra “Tratado de la filosofía iluminativa. Compendio que contenía respuestas a unas 28.000 preguntas, donde trasmitía la visión filosofía y personal de sus conocimientos.
Declarada Ciudad Santa durante muchos años, es el lugar más venerado del islámico en toda Asia Central y uno de los mayores pilares de la religión musulmana, siendo tras La Meca el segundo centro de peregrinación del mundo. Hasta el mismísimo Stalin que en 1925 cerro todos los edificios religiosos de la URSS (a la que pertenecía Uzbekistán), permitió tener abierta la madraza de Bukhara, reconociendo de esta manera la fuerza del islamismo en esta urbe.
Es en ella, donde de una forma singular se ha mantenido la tradición "sufí" a lo largo de la historia, la rama más tolerante y filosófica del islam. Lo cual se hace visible en muchos de sus monumentos, templos y prácticas religiosas. Constituyendo el “sufismo” la representación más mística del Islam, intentando llegar a “Alá” mediante el esfuerzo de la experiencia personal. Siendo los ascetas; que vivieron en Iraq y Siria a finales del siglo VIII y principios del IX, quienes con su fidelidad al Corán, sus vigilias y ayunos, así como su obediencia ciega al profeta; los primeros sufíes del Islam.
Bukhara. conocida como la “Perla del Desierto”, es una ciudad hermosa, acogedora, activa, vibrante y próspera, que además expande saber y espiritualidad, representando con orgullo junto a Samarcanda la realidad de la cultura uzbeka. Y al contrario de esta última, cuenta con un centro histórico bien definido y cuidado, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993. El pasear por su casco antiguo (prácticamente peatonalizado) es trasladarnos a Las mil y una noches, sobre todo a primeras horas de la mañana cuando la irrupción de los coloridos turistas es prácticamente inexistente. Donde transitar sus calles libres de vehículos, visitar las interesantes mezquitas, madrazas y minaretes que nos encontramos a nuestro paso o zascandilear alguna compra en cualquiera de sus cuatro abovedados bazares es trasladarnos un mundo de sensaciones.
Podemos comenzar nuestra visita en la amurallada fortaleza de los emires de Bukhara el “Ark”, impresionante y monumental mole de ladrillos en barro con muros de entre 16 y 20 metros de altura, que cubriendo un área de 40.000 m. mantiene un perímetro de 790. Su antigüedad podría alejarse hasta el siglo V de nuestra era, lástima que gran parte de su interior se encuentra totalmente en ruinas (mejor verla desde fuera que por dentro), destruido en gran parte por el “ejército rojo” en 1920, consiguiendo el control de la zona y haciendo huir al emir a tierras de Afganistán. Imposible es no sentir un pequeño escalofrío al acercarnos hasta ella, observar las originales formas redondeadas y cónicas de sus poderosos contrafuertes y baluartes, es llevarnos a un concepto desconocido para nosotros de este tipo de alcazabas.
En su esquina noreste y a escasos 130 mts, se encuentra “Zindan” la espelúznate cárcel que durante los siglos XIX y XX fue considerada como una de las más crueles del país. Construida a semejanza de su vecina ciudadela y manteniendo el mismo diseño, pero mucho más pequeña, hoy se ha convertido en un museo del horror, pero sin los gritos de criminales, ladrones, presos políticos, etc. que tenían que soportar los vecinos aledaños durante las torturas, así como su pestilente olor.
De la extinta plaza Registán que se situaba frente a la fortaleza, solo queda el complejo Bolo Hauz, que se compone de un “hauz” (estanque), el minarete, así como la curiosa y elegante Mezquita de los Viernes. Que erigida en 1712 tiene la singularidad de que su patio se halla en el exterior, estando formado por 20 preciosas columnas de madera tallada y bellamente ornamentadas con originales diseños. Parte del espacio por donde antaño pasaban las caravanas ahora ha sido sustituido por una circunvalación de varios carriles, así como la llamativa Water Tower Shukhova, el antiguo depósito de agua símbolo de la arquitectura soviética de 1929.
Callejeando hacia poniente llegamos a la fuente y mausoleo Chashma-Ayub del siglo XII (la fuente de San Job el de la “paciencia”), para después de cruzar en diagonal un parque llegar al Mausoleo de los Samánidas erigido entre los siglos IX y X. Este original, cuadrado y enigmático (en él se mezclan elementos zoroástricos e islámicos) edificio de ladrillo cocido es la construcción más antigua de la arquitectura islámica de toda el Asia Central y no fue destruido por Genghis Khan, pues ya en ese tiempo se encontraba tapado por la arena del desierto, siendo redescubierto por arqueólogos soviéticos en 1924.
Nos dirigimos ahora a la zona de más centralidad local de la urbe, la plaza Lyabi-Hauz, que significa «alrededor del agua», teniendo en su centro un gran estanque construido en 1620. Con una animada actividad sobre todo nocturna, en sus alrededores se pueden encontrar tiendas y establecimientos de todo tipo, hasta se dice que el mejor café de Bukhara lo sirven en su Kiosco. En su parte oriental se sitúa la Madrasa Nadir Divan-Begi, que en su origen fue uno más de los caravanserais existentes, para posteriormente transformarlo en escuela coránica. Si caminamos callejeando unos 700 mts. al noreste llegaremos a una pequeña y coqueta edificación de cuatro minaretes rematados en azulejos azul celeste, se llama precisamente Chor Minor (cuatro minaretes), siendo lo que queda de la madrasa Khalif Niyaz-kul. Frente a ella se encuentra una tienda que hará las delicias de los nostálgicos de la URSS.
Volviendo a la bulliciosa plaza, hacia el sur nos encontramos el Barrio Judío, donde se encuentra el muy recomendable Ayvan Restaurante (Lyabi House Hotel), un hotel-restaurante que ocupa un elegante edificio del siglo XIX decorado con mobiliario de época y aunque los precios son acordes al lugar, son bastante accesibles para nuestros bolsillos. Según la tradición, la existencia de judíos en Bukhara se remontan a las Tribus Perdidas de Israel en el siglo VIII a. C. Contando con la comunidad hebrea más importante de Asia Central hasta los años 70 del siglo pasado, cuando comenzaron a emigrar a Israel y EE.UU.
Al norte de Lyabi-Hauz se sitúa la enorme Madrasa Kukeldash, que fue en su tiempo la escuela coránica más grande de toda Asia Central, habiéndose usado este edificio durante la época soviética como sala de cine. Justo al lado de su muro este, en la esquinas noreste de la animada en la noche plaza Liabi Hauz, se encuentra un jardín donde se ubica el Kukaldosh Garden Restaurant, donde poder cenar. La comida bien y el precio en orden, dentro de un tranquilo y espacioso entorno con fuentes de agua, todo amenizado con Música de Jazz (saxófono) en directo.
Al oeste del amplio espacio arbolado se sitúa la Khanaka Divan-Beghi, lugar de reunión de los musulmanes “sufíes” en el que realizar sus oraciones diarias y donde podremos observar un gran y bello minar con deliciosas decoraciones. Algo detrás de este edificio se encuentra uno de las bazares abovedados de los que tiene la ciudad, se trata de la Cúpula Toki Sarafon, un bazar que hoy se dedica al comercio y la artesanía, pero que es su tiempo de esplendor era la sede de los cambistas, los que se dedicaban a los dineros en aquellas épocas……… como los bancos de ahora pero a nivel individual.
Tomamos ahora dirección al otro núcleo de “centralidad turística” Poi-Kalyan, para lo cual nos dirigiremos (caminando) hacia el septentrión. Debiendo de pasar por la pequeña pero interesantísima Mezquita Magoki Attari (siglo IX), evidencia de la presencia del zoroastrismo en la antigua Bukhara. El edificio, originalmente dedicado como un “templo del fuego” (como los ya vistos en Irán), fue reconvertido en mezquita tras la llegada del Islam. No existiendo en toda la ciudad ningún monumento de la antigüedad que esconda tantos misterios para los estudiosos, sabiendo que en sus aledaños existió un bazar donde se comerciaban ídolos, pócimas medicinales y especias. Se puede apreciar en su trabajada entrada como los artesanos de Bukhara se esmeraron en crear esos maravillosos juegos de sombras con los ladrillos de su fachada sur, convertidas en verdadera obra maestra a través de sus tallas de terracota tallada, alabastro, mayólica vidriada y ladrillo pulido. Estamos ante uno de los edificios más singulares de toda la población, donde se puede observar el paso del tiempo solo con mirarlo. En su interior nos hicieron un reportaje-entrevista para la televisión uzbeka.
Camino al conjunto Po-i-Kalan "pie del grande" centro espiritual de la ciudad, cruzamos por medio del Bazar Toki Telpak Furushon, pasando a su salida por los baños del Hamam Bozori Kord. Tomando la Khakiklat Street (donde se localizan un conjunto de buenos hoteles) nos allegamos a visitar y admirar las interesantes y bellas Madrasas Ulughbek y Abdullaziz Kan, que como hermanas se sitúan una frente a otra. Cruzamos un otro nuevo bazar, Toki Zargaron, el más grande y mejor conservado de los numerosos mercados de Bujará, su nombre quiere decir "Cúpula de los Joyeros u Orfebres", lo cual contradice su actual función como mercado de artesanía y sobre todo alfombras.
Las madrasas son los centros educativos donde se instruye a los niños (en masculino) sobre las enseñanzas del “corán”, aunque se complementan con otras materias. No llegando en la actualidad el número de alumnos que usan este sistema educativo al 1%, pudiendo elegir las familias optar por este u otro sistema más normalizado y laico, pero siempre de forma gratuita en cualquiera de los casos, de esta formación se pasa directamente a la universidad. Junto a esta se ubica la Madrasa Amir Alim-khan, más austera que la anterior y mandada construir en 1915 por el ultimo emir del Kanato de Bukhara, Muhammad Alim Khan.
Inmediato se encuentra el emblema de la ciudad el Minarete Kalyan, que Genghis Khan no destruyó, dicen que por encontrarlo práctico como faro para las caravanas. Se trata de una soberbia e impactante estructura de ladrillo levantada en 1127, diseñada para que los clérigos musulmanes llamaran a los fieles a la oración desde su cima a 46,5 metros de altura. Este torreón también cuanta con un siniestro pasado, pues era utilizado durante tiempo para ejecutar desde su cúspide a los condenados a muerte, lanzándolos desde lo alto. Se cree que algunos de estos minaretes o torres son adecuaciones de las “torres de fuego” usadas en las anteriores creencias zoroastristas.
Por último, situada junto al Minarete y frente a la Madrasa Mir-i-Arab encontramos el extraordinario portalón de la Mezquita Kalyan, impactante edificio por sus dimensiones que nos recuerda a la mezquita Bibi Khanym de Samarcanda. Erigida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita del siglo XII destruida por Gengis Khan, su gran patio central se encuentra rodeado por galerías abovedadas con 208 pilares y 288 cúpulas, situándose en el centro del mismo un característico árbol de morera.
Posiblemente el paseo nos haya ocupado hasta la hora de estar entre dos luces. y nada mejor en esta ciudad de los atardeceres inolvidables, que acercarnos por detrás del Minarete Kalyan hasta Minorai Kalon Restaurant y subir a su terraza. Un lugar perfecto y tranquilo donde cenar plácidamente mientas observamos un exquisito atardecer, notando como van cambiando las luces de la cuidad. Desde este placido enclave sobre gran parte de las cupulas de la ciudad divisamos un maravilloso crepúsculo, viendo como el sol va desapareciendo sobre la bóveda de la gran mezquita, creando una sugerente instantánea e iluminando el resto de los edificios de una forma magnifica según llega el ocaso del día y las luces de la ciudad sustituyen la del sol. El momento puede ser mágico si además estamos acompañados de una fría cerveza y unas gratas amistades.