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Estamos a mediados de septiembre, con el verano a punto de
finalizar, los rigores veraniegos ya mermados en su calorina del mediodía
canicular (en Soria no hay sofocos por las noche) y los visitante estivales de
la "España vaciada" de vuelta ya a sus quehaceres cotidianos en los
lugares de origen. Es la Soria original de todos los días, la austera,
laboriosa y resignada tierra que ha echado a sus hijos, y no por el frío, ni el
hambre que también lo sufrieron, siendo la desidia y la falta de voluntad lo
que les hizo huir a mejores latitudes. Una aventura que dejó una profunda huella,
un vacío que aun no solo no se ha ocupado, si no que todavía se mantiene activo,
y o mucho me equivoco, las autopistas de transporte no van a rellenar.
"Seamos realistas……pidamos lo imposible", decían en la calle los
franceses del 68, y porque no pedimos mejor las "autopistas de la
tecnología", que llegue internet con suficiente velocidad y un precio
accesible a poblaciones como: Los Llamosos, Rello, La Riva de Escalote, Chaorna
u otros…………. a todos los rincones de esa "Soria huida".
Dejamos Almazán (del árabe al-maḥṣan, el "fortificado")
camino de Morón, circulando por prácticamente una recta de casi 13 km. a través
de los extensos, ahora segados, campos cerealistas, prueba de ello la enorme
alhóndiga de Coscurita que a nuestra derecha nos saluda al pasar. Morón de
Almazán nos recibe en silencio, desierta y ausente, es como si sus habitantes
se hubieran diluido o licuado, hasta el punto de ser tragados por los imbornales.
Se nos asemeja un pueblo fantasma, con esa sensación que da hasta frío y no es
ni otoño aun, pero sí que el cuerpo se nos arruga de sentir como los pueblos de
esta viaja Castilla se encojen tras en verano.

El sol de la mañana nos invita a zascandilear dirigiéndonos
a su más que hermosa y original Plaza Mayor, no solo una de las más bonitas de
Soria, sino incluso de toda Castilla. Enclavada en el límite norte del pueblo,
a la solana de lo que fuera el cerro (morón = monte pequeño) donde estuvo su
castillo, es vigilada, presidida y protegida por su potente y gótica iglesia de
la Asunción, que se yergue altiva ante nosotros con su esplendida torre
plateresca. Completan nuestra imagen el renacentista Palacio de los Mendoza, hoy
sede del Museo del Traje, y el también renacentista y soportalado Edificio del
Concejo. No podía faltar en este singular y armónico conjunto el
"rollo" gótico, que por encima de la fuente, centra y dirige este
espacio arquitectónico irrepetible.

Deberíamos salir de la población hacia el sur, cruzando el
puente por encima de lo que es su día fuera el ferrocarril Valladolid - Ariza,
comunicación que dio vida a estas tierras durante 90 años. Que es lo que duro
hasta que en 1985 se suspendiera el tráfico de viajeros por que ya no iba
nadie, todos se habían ido a Madrid, Barcelona, Zaragoza o incluso a tierras
más lejanas, despoblando unas tierras a las que ellos mismos ahora llaman la
"España vaciada"…………. decía Frida Kalo "me entenderás cuando te
duela el alma". Comentaba; antes de enrollarme con el ferrocarril, la
España abandona y la pintora mejicana; que necesitaríamos dirigirnos hacia el
meridión si queremos buscar una buena vista de la localidad, pero mi intención
no es la panorámica, si no encontrar el "conjuradero" que sobre un
cerrete se sitúa a unos 300 mts. del puente. ¿Y qué es esto por lo que nos
trae este hoy aquí, os preguntareis?.......... pues ni más ni menos que pura
antropología, y antes que se pierda en el olvido ponerlo escrito, como ya han
hecho otros de los que yo me he instruido.
Los conjuraderos son templetes, cruceros o pequeñas
construcciones, que desde el siglo XVI al XVIII se instalaron
generalmente en lugares elevados y bien visibles a las afueras de algunas
poblaciones, con la finalidad de alejar o esconjurar (exorcizar) tormentas, tempestades
o incluso plagas u otros males que hicieran peligrar las cosechas. Desde ellos
los sacerdotes y la población que acompañaba el acto, invocaban a Santa Brígida
o Santa Úrsula mediante rezos de letanías, salmos, así como conjuros, con el
fin de contrarrestar la acción maligna de estas inclemencias meteorológicas. Se
sabe que en Tardelcuende (por poner un ejemplo cercano) se sacaban las
reliquias a la calle cuando barruntaba tormenta, siendo también en esta
población "resinera" donde el Sábado de Gloria se recogían piedras,
que se guardaban para arrojarlas los días que amenazaba intensa lluvia o
granizo.

Hay constancia de la existencia de estos piadosos elementos
(que mi mente asemeja a los "petos de animas" gallegos) en Tierras de
Almazán y Berlanga, así como en el Campo de Gómara y Medinaceli, siendo en algunas poblaciones de sencilla ejecución en madera, no así el de Caltojar
que junto al de Morón de Almazán y Berlanga son de piedra. Y volviendo al conjuradero de Morón,
cual si fuere un crucero o calvario, parece ser que se situó sobre lo que fuera
un antiguo cementerio islámico que en tiempos hubo en la localidad (ya hay que
tener mala idea).

Camino de Las Vicarias pasamos por Valtueña, pequeña y
humilde aldea pero con fama de producir un buen azafrán. Vemos ya ante nosotros
la fortificada silueta de Monteagudo, quien consiguió sus privilegios
"vicarias" en 1263 por parte de Alfonso X, el Rey Sabio. Fue plaza
muy importante durante el reinado de los Trastamaras, sirviendo como recompensa
a Beltrán Dugesclín por la ayuda prestada a Enrique II en su guerra contra
Pedro I (ambos hermanos), en lo que se llamo la "Traición de Montiel".
De aquello viene el dicho " ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi
señor".
Controlando el paso de lo que fuera la linde entre los
reinos de Castilla y Aragón, Monteagudo se alza sobre la llanada de un pequeño
cerro o muela, recibiéndonos con sus estrechas callejuelas, circundadas por un recinto
amurallado que aún se conserva en parte y cuyo principal exponente es la
"gótica" Puerta del Arco. Debemos de recorrer el paseo de ronda por
lo que fuera el exterior de la muralla, observando como algunas de sus casas
son parte de lo que fuera la defensa de la población. Accediendo hasta a la
Plaza Mayor, donde se sitúan las dos edificaciones más sobresalientes de la
localidad: la Iglesia de Nuestra Señora de la Muela, edificada a finales del
siglo XV en estilo gótico, y el castillo de los Hurtado de Mendoza, señores de
Monteagudo, también gótico del mismo siglo.

Al norte de la población, separada de ella unos centenares
de metros y junto a la abandonada vía del decrepito y caduco ferrocarril
Valladolid - Ariza, nos encontramos la ermita dedicada a la Virgen de la
Bienvenida. De imagen sobria y planta austera, pero sin mesura en su
envergadura, pues como dice el refrán: "mucha envoltura para tan
poca criatura".
Por el mismo camino rural que transita por delante de la
ermita, llegamos en corto trecho al embalse de Monteagudo. Estamos ante una de
las represas más antiguas de España, toda vez que se construyó en 1878, hoy
destaca por sus valores ornitológicos, siendo uno de los humedales más
importantes de toda Castilla y León.
Estamos en lo que en tiempos fue La Raya, encontrándonos en
la linde con Aragón, territorios que fueron disputados durante la Edad Media
entre los reinos cristianos, después de ser recobrados a los musulmanes. Hoy
sigue habiendo línea divisoria con Aragón, pues entre el Castillo de "La
Raya" y la ermita de la Virgen de la Torre, apenas separadas por 75 m.
pasa la linde de las dos comunidades autónomas. Se decía que este templo era
compartido, ya que se le atribuía la parte del altar a Zaragoza y
la del coro a Soria, de
tal manera que siempre se ha escuchado que "en esta ermita cuando se canta
misa en Aragón se escucha en Castilla".
El Castillo de la Raya o Torre de Martín González,
que pudo haber sido construido en el paso de los siglos XII al XIII, se
encuentra como tantos otros en estado ruinoso. Siendo en su tiempo una
fortaleza de guarnición, como punto adelantado de Monteagudo para vigilar el
valle de Nágima, el acceso a la Meseta, así como el alto Valle del Jalón.
Nos encontramos en pleno sureste soriano, en la Soria
aragonesa, tierra de frontera y comunicación. Y como queremos llegar a Santa María
de Huerta, podemos hacerlo por la ruta descrita de La Raya, pero también por
terreno 100 por 100 soriano, llegándonos hasta Almaluez, población de potente
iglesia que también tiene sus historias. En ella, durante la sublevación
militar contra la II Republica, se realizaron por parte del ejército rebelde
dos aeródromos militares, uno a cada lado de la aldea, que sirvieron de base a
los bombarderos "Caproni", utilizados presumiblemente en el bombardeo
de Guernica, y también a una escuadrilla de cazas de fabricación alemana, los Heinkel-112.
Precisamente uno de estos aeroplanos se estrelló en las cercanías del Castillo
de la Raya días antes del fin de nuestra última Guerra Civil, una inscripción
del fatal accidente se puede aun observar en los muros de la fortaleza. En la
actualidad el aeródromo de Almaluez está ahora plantada con alrededor de 20.000
almendros, que se han puesto recientemente.

En Santa María de Huerta nos da la hora de comer, el
monasterio está cerrado y solo podemos observarlo por fuera, buscamos sitio
para el almuerzo y pese a ser mediados de septiembre y un día soleado no es
fácil encontrar. Por fin nos acogen en "El Abuelo", junto al acceso
sur del la A-2, plato del día, abarrotado de gente y mucho camionero, pero
bien. Decidimos introducirnos hacia el interior, camino de los poblados diseminados
por los Sabinares de Alto Jalón, buscando en las tierras más meridionales de
Soria aldeas que dejan un encanto especial en nuestra visión.

Es el caso de Iruecha a la que llegamos ya metidos en la
plena Sierra de Solorio, con su inmenso sabinar en estado prácticamente puro,
del que presumen sus rayanos moradores ser el más grande de Europa, conjetura errada
ya que no lo es, pues le supera en extensión otro también soriano, el de la
Sierra de Cabrejas. Esta población es un brutal ejemplo de lo que ha llegado a
ser la despoblación en estas tierras: trasladándonos al Censo del Marqués de la
Ensenada de 1752 que nos dice de la existencia de 469 habitantes, en el de
Floridablanca de 1787 había 502, en 1857 constan 493, a finales del siglo XIX y
comienzos del XX se confirma una estabilidad en torno a los 600 habitantes, que
aún se mantienen en1959 cuando Iruecha todavía conserva los 526
pobladores. Pero el hecho de trasformar el transito del antiguo Camino Real de Aragón
que pasaba por la población, hacia la nueva N-2 por la orilla del Jalón, y la
"moda" soriana de huir hacia las grandes ciudades a partir de la
década de los 60, hace descender trágicamente su poblamiento, llegando a tener
en la actualidad (2020) apenas 9 almas.

Con un topónimo que nos pudiera hacer pensar en un origen
vasco-navarro, parece más acertado que su nombre sea de origen prerromano por
las tribus (celtas - arévacos) que se asentaron por esto lares. Se encuentra
situado en el más alejado confín de la geografía soriana, y al recorrer su caserío
nos encontramos sorprendentemente una localidad completamente levantada en
piedra y con calles empedradas.
Por encima de las casas sobresale el enorme edificio de la
Iglesia de San Juan Bautista, y a las afueras de la población por la carretera
que lleva a Mochales y al río Mesa (Jaraba), se localizan las ruinas de la
ermita de San Roque, donde podemos encontrar dos menhires en sus proximidades,
uno a cada lado de ella. No podemos dejar de relacionar sus fiestas de
"Moros y cristianos" que aquí llaman "La Soldadesca", así
como la procesión del "Rosario de Faroles" que se celebran el tercer
sábado - domingo de agosto.

En apenas 10 km. llegamos a Judes, una más de las
poblaciones "abandonadas" por sus habitantes en busca de mejores
vidas. Con apenas 18 pobladores forma frontera, junto con Iruecha y Layna, con
la otra Castilla, la Manchega. De ella destacar su también pétreo caserío y la
iglesia Parroquial que parece hecha en dos veces, pero si algo hay que resaltar
de esta localidad es la existencia en su término de una singular lamina de agua
o estero. Se la conoce como Laguna de Judes, siendo un fenómeno kárstico y
estacional, en donde solo aparece agua los años de abundantes lluvias (2020) y
el nivel freático es alto, ocupando casi una hectárea de extensión. Mencionar
también una ruta de senderismo que partiendo de la propia Judes nos conduce
hasta Alconchel de Ariza (unos 12 km.). Un recorrido entre sabinas, que discurre
por el Barranco de la Sima y la propia cavidad.
Si queremos desviarnos hasta Layna, lo único que podemos
hacer en esta pequeña localidad de apenas 40 habitantes, es buscar en la salida
del pueblo por la carretera de Medinaceli (a la derecha), el lugar conocido
como Cerro Pelado. Se trata de un yacimiento paleontológico de hace aproximadamente
3,5 millones de años, donde se encontraron los primeros por fósiles europeos de
micromamíferos del Terciario. Estos restos arqueológicos son complementarios de
los no muy lejanos (25 km.) existentes en Ambrona y Torralba pertenecientes al
Pleistoceno.
Nuestro próximo destino es pura magia, ya que parece
mentira que una aldea tan escondida, lejana, minúscula e inaccesible, sea una
de las más bonitas y autenticas de Soria, pero a su vez una gran desconocida
para gran parte de los numantinos que presumen de serlo. Estamos en Chaorna,
cuyo original topónimo parece ser una adecuación de "Echa forma", que
en euskera se puede trascribir por "Casas en pared".

De nuevo la piedra como protagonista, elemento rustico,
abundante y rudimentario con el que hacer habitable un cobijo……… y así,
trajinando piedra sobre piedra, se erige y cimenta una aldea como esta, hasta
sin querer convertirla en un original y precioso pueblo de postal. Chaorna
ofrece la mejor adaptación al medio de toda la comarca, pueblo y escarpes rocosos
fusionados bajo el Torreón Islámico que llegó a pertenecer a los duques de
Medinaceli. Fechado sobre el siglo XI, esta defensa morisca se sitúa por encima
de la conocida como Cueva de la Mora dominando el valle con sus 12 m. de altura.
Angostas y empinadas calles nos conducen hasta su iglesia, consagrada a
San Miguel Arcángel. Si seguimos ascendiendo ya por trocha y entre bloques
pétreos, llegaremos hasta la base de la atalaya, desde donde contemplaremos una
estampa especial y única del conjunto urbano, mimetizado con las paredes del
barrano en el que se asienta.
Es también recomendable para completar la imagen de armonía
y belleza del lugar, el buscar la mejor forma para ascender hasta la margen derecha
de la hoz, donde se instalaron en su día las antenas de comunicación. Desde esta
altura la vista es soberbia: a norte y sur el discurrir del arroyo Useca por el
valle a la entrada y salida del pueblo, las sierras al fondo y la plana hondonada
del valle que forma el Jalón. Pero sobre todo destaca frente a nosotros el conjunto
urbano que forman las casas apiladas unas sobre otras, arropando a la iglesia con
su campanario. Una imagen que al transcribirla en letras me viene de forma figurada
a la mente una y otra vez.
Nos dirigimos ahora hacia Montuenga, que situada estratégicamente
en la planicie conformada por la vega del Jalón, con su ubicación a la sombra
de un elevado y escabroso cerro, la ha conferido históricamente como lugar
estratégico de las comunicaciones entre la Meseta y el Valle del Ebro. Prueba
de ello, es la existencia en una franja de apenas 6 km. de importantes infraestructuras,
ya sean añejas o actuales tales como: el propio rio Jalón, la que fuera Calzada
Romana entre Mérida y Zaragoza, la línea de ferrocarril Madrid - Zaragoza, la
Autovía A-2 y el reciente trazado del AVE Madrid - Barcelona.
No es de extrañar que ante estos condicionantes, se
instalara un potente castillo en el altozano existente. Desde el cual se
controló la frontera (Marca Media) con los reinos musulmanes, y cuando estos
fueron forzados a desplazarse hacia sur, sirvió para controlar La Raya (línea
divisoria) entre las coronas de Castilla y Aragón, como ya he señalado en
párrafos anteriores.
Al acercarnos hasta la población desde cualquier punto,
tendremos la sugerente y altiva visión de los restos del castillo, que aunque
de traza y realización cristiana, fue levantado sobre una anterior fortaleza
islámica. Se ubica sobre un escarpado y alto cerro desde el que se domina al
completo la población asentada a sus pies, así como gran parte de la vega del
Jalón.
Al bajar de husmear las ruinas del castillo, vemos como el
sol empieza a tomar camino hacia el horizonte, por lo que poblaciones como: Arcos,
Somaén, Santa María de Huertas y Medinaceli se quedan sin párrafos que
chafallar. Habrá que esperar a que lleguen sus letras a ser escritas, con la promesa
de que en cuanto me deje I.D.A. y se apacigüe este puñetero virus realizaré una
nueva visita a estas tierras del mediodía soriano………. mientras tanto a vosotras
"Mila", "Toña" y "María del Carmen" os dedico estas letras.