viernes, 2 de agosto de 2024

- Río Paiva – Puente 516 y Pasarelas (Arouca – Portugal)

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El éxito de actuaciones como las desarrolladas en tierras hispanas con los reacondicionamientos del centenario “Caminito del Rey”, la también añosa y abandonada vía ferroviaria de la Fregeneda o las “Pasarelas del Río Vero”, han multiplicado este tipo de instalaciones con el fin de reactivar zonas deprimidas de nuestra geografía, además de hacer más accesible entornos de indudable valor natural a los humanos urbanitas y sobre todo de una forma poco invasiva. Aunque la proliferación de estas instalaciones comienza a llegar a una saturación que posiblemente el efecto resultante sea el contrario del buscado, pues en algunos casos se puede “morir de éxito” o de pasarnos de rosca con este tipo de actuaciones en algunos casos “faraónicas” o “desproporcionadas”, como algunas de las promovidas por algunos Gobiernos Autonómicos, como ocurre en la “Mañueca” Junta de Castilla y León con sus “esplendidos y armónicos” miradores de los que ya he comentado en otros artículos.
 
Estos acondicionamientos que se están realizado en nuestra latitud no son una nueva imaginería hispana, y como en muchos de los aciertos y desaciertos del ser humano, nos proviene en gran parte de los EE.UU. de América del Norte. No siendo ajenos a esta “moda” nuestro vecino el país “luso” (Portugal), donde durante los últimos años se ha disparado la instalación de “pasarelas” (passadiços) por multitud de variopintos lugares, extendiéndose por toda su geografía, pudiéndose visitar entornos naturales que antes eran prácticamente inaccesibles, logrando contemplar y acercarnos a una naturaleza que se siente protegida.
 
De todos estos, son con bastante diferencia, los Passadiços del Paiva quienes se llevan la palma por su longitud, singularidad, recorrido y entorno. Diseñadas para poder recorrer los sinuosos y en algunos casos inaccesibles barrancos del río Paiva, se terminaron de ejecutar, abriéndose estas pasarelas de madera al trajín de gentes en junio de 2015. Si bien ese mismo año y el siguiente, se debió de suprimir su recorrido al ser afectado parte de su trazado por sendos incendios forestales que lo inutilizaron en parte.
 
Se trata de prácticamente un itinerario casi ininterrumpido de pasarelas de madera por la ladera izquierda del rio, que en muchos momentos están suspendidas sobre las aguas y los roquedos, durante un trayecto de aproximadamente ocho kilómetros. Formando gran parte mismo un zigzag de escaleras para a través de ellas superar la cota 320 (unos metros por debajo del medieval y ruinoso Castelo de Carvalhais, loma-mirador que domina el entorno) donde se sitúa una de los accesos al puente “516 Arouca”, al que se llega desde el sur ascendiendo los 310 escalones existentes (partiendo de Areinho) o los 450 que por el norte nos encontraremos (partiendo de Espiunca). Durante todo el recorrido por la espectacular y vertiginosa garganta, iremos disfrutando; entre cantarinas cascadas, vetustos yacimientos arqueológicos y sugerentes playas fluviales; de unas impresionantes vistas en medio de una espléndida y abundante vegetación compuesta fundamentalmente de alcornoques, robles, castaños, pinos, etc. …… así como el impertérrito eucalipto.
 
La ruta se puede realizar de variadas formas, eligiendo nosotros la más cómoda, que es la que partiendo desde la población de Alvarenga o Pórtico de Alvarenga (margen derecha del río Paiva), lugar donde teníamos el alojamiento, se cruza el afamado puente para desde él conectar ya con las propiamente dichas “pasarelas”, recorriendo las escarpaduras del río a través de un recorrido que aproxima al individuo hacia la naturaleza más pura que quiere explorar.
 
Partimos del excelente alojamiento de la “Casa do Soutinho”, desde la que salimos caminando y sin problemas de donde aparcar el vehículo. Descendemos por las adoquinadas calles que conforman la barriada “Vila”, para en unos 20 de cómodos minutos entre la niebla llegar hasta el acceso oriental del puente “516Arouca”, que nos disponemos a cruzar tras unas breves explicaciones, de sus responsables. A mitad del trayecto podemos observar bajo nuestros pies el desparramo de las aguas de la Cascada de Aguieiras, una escalonada y bella caída de 160 metros de altura, que se precipita verticalmente por una pared de granito hasta lo más profundo del barranco de Paiva. 
 
El puente de 516 mts. de longitud (de ahí su nombre), se sustenta a 176 mts. por encima de las revoltosas aguas del rio que corren por el abismo bajo nuestros pies al cruzarlo, generando en la mayoría de los que por el transitan una sensación mezcla de vacío, emoción y suspense. Conectando las dos orillas del río y disfrutando de unas impresionantes vistas de la Garganta do Paiva, el puente colgante inaugurado en 2021se convirtió desde ese instante en uno de los espacios más visitados de todo el país, al poseer el récord de ser la pasarela de este tipo más larga del mundo. Marca que no le duró mucho pues un año más tarde (2022) fue batido por el Sky Bridge de 721 mts. en la República Checa y por el de Canillo en Andorra de 603 mts.



Ya en el otro extremo continuamos por un breve paseo por terroso y amplio sendero, dispuestos a descender los 450 peldaños que nos depositan en las proximidades del torrente. Desde aquí solo hay que seguir las pasarelas, detenernos en los lugares donde los sentidos nos indiquen una buena panorámica, entretenernos en las informaciones que de vez en cuando se localizan a las orillas de la ruta y dejarnos llevar por las sensaciones del granítico cañón. El audaz sendero recorre entre brezales la trama más escarpada del río rio Paiva, ejemplo perfecto de erosión, toda vez que las agitadas aguas en este tramo han abierto un espectacular tajo sobre el duro granito. Generando inclinados barrancos, trepidantes y cantarinas cascadas, así como angostos pasajes, con el único fin de que las agitadas aguas descansen al juntarse con las del sereno Duero 20 km. aguas abajo.



Las vertiginosas escaleras nos depositan en una sucesión de pasarelas que discurren bordeando los meandros creados por las sinuosas aguas a través de la noche de los tiempos, atravesando parajes repletos de variada vegetación conformada fundamentalmente por robles, fresnos, alisos y sauces. Vemos cómo a nuestro paso se va transformado el roquedo que nos rodea, cambiándose el granito que nos había acompañada hasta aquí por los esquistos, más blandos y por lo tanto menos resistentes a la acción erosiva de las aguas, haciéndose el barranco progresivamente más ancho.
 
Ante nuestra vista aparece un bucólico puente colgante en medio de una rebosante vegetación. Estamos en el cruce de la ruta de los “Passadiços” con el GR 28 entre Arouca y Alvarenga. Inmediatamente después llegamos a la denominada “Playa fluvial de Vau”, lugar donde algunos de los caminantes toman un descanso y se refrescan en las aguas ahora remansadas del regato
. Un buen lugar para observar la opulencia foresta de la zona y buscar entre sus arbustos (si es la época / finales de primavera) las delicadas flores violáceas de la endémica especie “narrhinum longipedicellatum” (linaria olorosa o espuela de Adonis).
 
Es en este lugar, donde antaño se situaba un “paso” entre las dos orillas por medio de una “barca a soga”, sirviendo de tránsito entre las freguesias de Canelas y Alvarenga. Existiendo una especie de ínfimo puerto desde el que se realizaba la travesía de una orilla a la otra, solo quedando de esta actividad el nombre “Vau” (vado), los restos de la casa del barquero y el recuerdo de viejas historias. Por aquí cruzaban personas y mercancías, entre estas las pizarras de las canteras de Canelas que una vez trasportadas en la barca, se cargaban en carretas de bueyes que las acarreaban hasta las aldeas y poblaciones de la ribera norte del Paiva, donde se usaban para techar las casas. Estas barcazas eran muy simples, fondo plano de tablones unidos por otras tarimas perpendiculares, sirviendo de guía un cable o maroma que uniendo las dos riveras servía para guiar la nave y hacerla progresar, siendo de cuidado el atravesar el cauce cuando había crecida y las aguas venían revueltas.
 
Unos mil metros más adelante y tras rebasar un fuerte y vistoso meandro, nos encontramos “Gola do Salto”, un potente salto de agua de unos cuatro metros en pleno cauce del barranco. Este curioso elemento se produce por la conjunción en el lugar de dos fallas geológicas con diferente orientación, pudiendo ser observado de cerca al existir una pasarela-escalera que nos deposita sobre ella.
 
A partir de este punto se suceden las zonas de rápidos desde donde poder practicar deportes de aventura en “aguas bravas”, aunque el entorno se va progresivamente haciendo menos espectacular y en algún tramo sin las casi perennes pasarelas. Teniendo ya a la vista el puente de Espiunca, donde finaliza el paseo y se encuentra la caseta de control, así como y un magnífico y gratificante merendero-bar donde poder refrescar nuestra sed. Junto al otro lado del puente (margen derecha del río) se encuentra una nueva singularidad geológica, la Falha da Espiunca.



Se trata de una falla geológica de gran importancia, conformada por cuarcitas negras (cristales de cuarzo) de más de 550 millones de años, ilustre muestra del sistema de “fallas” surgido durante el proceso de formación de las montañas circundantes. Concretamente la podremos distinguió en el talud artificial que tuvo que realizarse para ordenar el cruce de las carreteras hacia Castelo de Paiva y Alvarenga. Este tipo ruptura se puede ver aquí con facilidad, pudiendo observar somo los estratos han sufrido por los movimientos telúricos una desviación de aproximadamente 1,70 mts.
 
Estos lugares aquí reseñados, integran juntos con otros de no menos importancia, vistosidad y singularidad el Geoparque de Arouca, zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2009. Cual si fuera un museo geológico al aire libre, que rodeado por las sierras de Freita, Montemuro, Arada y el Macizo de Gralheira, se extiende sobre una superficie de 328 km2, siendo atravesado por cristalinos ríos: Arda, Paçô o Paiva, que discurren por valles angostos. Arouca población relevante de la comarca, situada a una hora en vehículo de Oporto, de la que dista 65 km. y aun así pertenece administrativamente a su área metropolitana, es un núcleo urbano ubicado en un complejo entramado geográfico, por lo que sus accesos son algo intrincados y sinuosos.
 
Estos territorios montañosos de la Sierra de Arouca nos reciben con paisajes sorprendentes, donde nuestras botas caminan por rocas de más de quinientos millones de años, pudiendo encontrar entre los graníticos roquedos de sus serranías más de una cuarentena de lugares declarados como de interés geológico “geositios”, conformados por destacados fósiles, fallas geológicas, singulares rocas, etc. Destacando de entre ellos: los yacimientos fósiles de trilobites gigantes (los más grandes del mundo) de Canelas, los icnofósiles del Valle do Paiva, las Pedras Boroas do Junqueiro en Albergaria da Serra que asemejan “mazorcas de Maíz”, las “piedras parideras” de Castanheira o las fallas geológicas que podemos observar por varios lugares de su geografía como es el caso de la “Falla de Espiunca” ya comentada.
 
Aunque no todo es geología en los entramados territorios arouquenses, habiendo así mismo un importante grupo de pequeñas y tradicionales aldeas que han podido conservar su esencia rural, a las que también el geoparque ha querido proteger y poner en valor. Erigidas en la mayoría de los casos sobe terrazas por lo inclinado de estos valles, estas aldeas y sus complementos: graneros, molinos y eras, están fundamentalmente construidas por granito o pizarra, los elementos más abundantes en su entorno, estando sus tejados protegidos por lanchas de pizarra o capas de colmo (paja). Una imagen que nos hace viajar en el tiempo, a pretéritos años donde la vida por estos barrancales era más intensa y más dura que ahora, habiendo dejado constancia de ello a través de poblaciones como: Paradina, Janarde, Canelas. Castanheira, Cabreiros, Cabaços, Meitriz o Drave entre otras, algunas de las cuales su acceso únicamente es caminando.
 
Así mismo es curioso, peculiar e interesante encontrar al sur de la comarca, en los aledaños de la Sierra de Freitas, los restos de lo que fueron unas clandestinas minas de wolframio-
tungsteno que se explotaron durante la II Guerra Mundial, sorprendentemente unas por parte de los alemanes y otras apenas 5 km. por los ingleses. También nuestra Sierra de Guadarrama fue usada para la extracción del apreciado mineral en la Mina de Wolframio en Cabeza Lijar, de la que se suministraban los teutones durante la contienda europea, para endurecer sus carros de combate. En estos aislados y agrestes barranco entontaremos los restos de un sin número de bocaminas que se extienden por una extensión de apenas 1.000 Ha. como son las Minas de Río Frades, la Galería Vale de Cerdeira, las Minas de Pena Amarela o las de Poça de Cadela, estas últimas en la población de Regoufe, algunas de las cuales aún son accesibles, teniendo un recorrido visitable de unos 400 mts.
 
No podemos dejar de visitar en la población de Arouca su impresionante Monasterio, cuyos orígenes se remontan al siglo X. Reseñar de este cenobio que fue utilizado por la infanta Mafalda de Portugal -quien fuera reina castellana por breve espacio de tiempo- para su retiro por espacio de 36 años hasta su fallecimiento en 1256. Siendo también imprescindible el poder probar la afamada “ternera arouquesa” (DOP) en algunos de los restaurantes de la zona, y los dulces de yema que se elaboran en la población siguiendo la tradición de la monjas cistercienses.



Hemos recorrido otro espacio mágico situado en el interior del vecino país, con un patrimonio geológico y etnológico de excepcional importancia, habiéndose creado para su preservación el Geoparque de Arouca. Pudiendo disfrutar durante nuestra visita de espacios al margen de los clásicos “Circuitos Turísticos”, ya que estos intrincados valles y laberínticas sierras poseen secretos que se nos irán descubriendo, a los que sin agobios y con los ojos bien abiertos nos acerquemos a escudriñar por sus resquicios.



Sintiendo una nueva satisfacción el poder recorrer este trozo escondido del interior portugués, que una vez más me ha sorprendido gratamente tanto en este y anteriores periplos.



2 comentarios:

Paco dijo...

Fantástico reportaje como siempre, acompañado de fotos impresionantes.
Sorprendido por el paisaje portugués.
Un saludo desde este cantábrico gris y húmedo por lo menos en este fin de semana

Anónimo dijo...

Delicado retrato de la belleza natural y su luz.Gracias por compartir paisajes y detalles