El éxito de actuaciones como las desarrolladas en tierras hispanas con los reacondicionamientos del centenario “Caminito del Rey”, la también añosa y abandonada vía ferroviaria de la Fregeneda o las “Pasarelas del Río Vero”, han multiplicado este tipo de instalaciones con el fin de reactivar zonas deprimidas de nuestra geografía, además de hacer más accesible entornos de indudable valor natural a los humanos urbanitas y sobre todo de una forma poco invasiva. Aunque la proliferación de estas instalaciones comienza a llegar a una saturación que posiblemente el efecto resultante sea el contrario del buscado, pues en algunos casos se puede “morir de éxito” o de pasarnos de rosca con este tipo de actuaciones en algunos casos “faraónicas” o “desproporcionadas”, como algunas de las promovidas por algunos Gobiernos Autonómicos, como ocurre en la “Mañueca” Junta de Castilla y León con sus “esplendidos y armónicos” miradores de los que ya he comentado en otros artículos.
Estos acondicionamientos que se están realizado en nuestra latitud no son una nueva imaginería hispana, y como en muchos de los aciertos y desaciertos del ser humano, nos proviene en gran parte de los EE.UU. de América del Norte. No siendo ajenos a esta “moda” nuestro vecino el país “luso” (Portugal), donde durante los últimos años se ha disparado la instalación de “pasarelas” (passadiços) por multitud de variopintos lugares, extendiéndose por toda su geografía, pudiéndose visitar entornos naturales que antes eran prácticamente inaccesibles, logrando contemplar y acercarnos a una naturaleza que se siente protegida.
De todos estos, son con bastante diferencia, los Passadiços del Paiva quienes se llevan la palma por su longitud, singularidad, recorrido y entorno. Diseñadas para poder recorrer los sinuosos y en algunos casos inaccesibles barrancos del río Paiva, se terminaron de ejecutar, abriéndose estas pasarelas de madera al trajín de gentes en junio de 2015. Si bien ese mismo año y el siguiente, se debió de suprimir su recorrido al ser afectado parte de su trazado por sendos incendios forestales que lo inutilizaron en parte.
Se trata de prácticamente un itinerario casi ininterrumpido de pasarelas de madera por la ladera izquierda del rio, que en muchos momentos están suspendidas sobre las aguas y los roquedos, durante un trayecto de aproximadamente ocho kilómetros. Formando gran parte mismo un zigzag de escaleras para a través de ellas superar la cota 320 (unos metros por debajo del medieval y ruinoso Castelo de Carvalhais, loma-mirador que domina el entorno) donde se sitúa una de los accesos al puente “516 Arouca”, al que se llega desde el sur ascendiendo los 310 escalones existentes (partiendo de Areinho) o los 450 que por el norte nos encontraremos (partiendo de Espiunca). Durante todo el recorrido por la espectacular y vertiginosa garganta, iremos disfrutando; entre cantarinas cascadas, vetustos yacimientos arqueológicos y sugerentes playas fluviales; de unas impresionantes vistas en medio de una espléndida y abundante vegetación compuesta fundamentalmente de alcornoques, robles, castaños, pinos, etc. …… así como el impertérrito eucalipto.
La ruta se puede realizar de variadas formas, eligiendo nosotros la más cómoda, que es la que partiendo desde la población de Alvarenga o Pórtico de Alvarenga (margen derecha del río Paiva), lugar donde teníamos el alojamiento, se cruza el afamado puente para desde él conectar ya con las propiamente dichas “pasarelas”, recorriendo las escarpaduras del río a través de un recorrido que aproxima al individuo hacia la naturaleza más pura que quiere explorar.
Partimos del excelente alojamiento de la “Casa do Soutinho”, desde la que salimos caminando y sin problemas de donde aparcar el vehículo. Descendemos por las adoquinadas calles que conforman la barriada “Vila”, para en unos 20 de cómodos minutos entre la niebla llegar hasta el acceso oriental del puente “516Arouca”, que nos disponemos a cruzar tras unas breves explicaciones, de sus responsables. A mitad del trayecto podemos observar bajo nuestros pies el desparramo de las aguas de la Cascada de Aguieiras, una escalonada y bella caída de 160 metros de altura, que se precipita verticalmente por una pared de granito hasta lo más profundo del barranco de Paiva.
El puente de 516 mts. de longitud (de ahí su nombre), se sustenta a 176 mts. por encima de las revoltosas aguas del rio que corren por el abismo bajo nuestros pies al cruzarlo, generando en la mayoría de los que por el transitan una sensación mezcla de vacío, emoción y suspense. Conectando las dos orillas del río y disfrutando de unas impresionantes vistas de la Garganta do Paiva, el puente colgante inaugurado en 2021se convirtió desde ese instante en uno de los espacios más visitados de todo el país, al poseer el récord de ser la pasarela de este tipo más larga del mundo. Marca que no le duró mucho pues un año más tarde (2022) fue batido por el Sky Bridge de 721 mts. en la República Checa y por el de Canillo en Andorra de 603 mts.
Ya en el otro extremo continuamos por un breve paseo por terroso y amplio sendero, dispuestos a descender los 450 peldaños que nos depositan en las proximidades del torrente. Desde aquí solo hay que seguir las pasarelas, detenernos en los lugares donde los sentidos nos indiquen una buena panorámica, entretenernos en las informaciones que de vez en cuando se localizan a las orillas de la ruta y dejarnos llevar por las sensaciones del granítico cañón. El audaz sendero recorre entre brezales la trama más escarpada del río rio Paiva, ejemplo perfecto de erosión, toda vez que las agitadas aguas en este tramo han abierto un espectacular tajo sobre el duro granito. Generando inclinados barrancos, trepidantes y cantarinas cascadas, así como angostos pasajes, con el único fin de que las agitadas aguas descansen al juntarse con las del sereno Duero 20 km. aguas abajo.
Las vertiginosas escaleras nos depositan en una sucesión de pasarelas que discurren bordeando los meandros creados por las sinuosas aguas a través de la noche de los tiempos, atravesando parajes repletos de variada vegetación conformada fundamentalmente por robles, fresnos, alisos y sauces. Vemos cómo a nuestro paso se va transformado el roquedo que nos rodea, cambiándose el granito que nos había acompañada hasta aquí por los esquistos, más blandos y por lo tanto menos resistentes a la acción erosiva de las aguas, haciéndose el barranco progresivamente más ancho.
Se trata de una falla geológica de gran importancia, conformada por cuarcitas negras (cristales de cuarzo) de más de 550 millones de años, ilustre muestra del sistema de “fallas” surgido durante el proceso de formación de las montañas circundantes. Concretamente la podremos distinguió en el talud artificial que tuvo que realizarse para ordenar el cruce de las carreteras hacia Castelo de Paiva y Alvarenga. Este tipo ruptura se puede ver aquí con facilidad, pudiendo observar somo los estratos han sufrido por los movimientos telúricos una desviación de aproximadamente 1,70 mts.
Hemos recorrido otro espacio mágico situado en el interior del vecino país, con un patrimonio geológico y etnológico de excepcional importancia, habiéndose creado para su preservación el Geoparque de Arouca. Pudiendo disfrutar durante nuestra visita de espacios al margen de los clásicos “Circuitos Turísticos”, ya que estos intrincados valles y laberínticas sierras poseen secretos que se nos irán descubriendo, a los que sin agobios y con los ojos bien abiertos nos acerquemos a escudriñar por sus resquicios.
Fantástico reportaje como siempre, acompañado de fotos impresionantes.
ResponderEliminarSorprendido por el paisaje portugués.
Un saludo desde este cantábrico gris y húmedo por lo menos en este fin de semana
Delicado retrato de la belleza natural y su luz.Gracias por compartir paisajes y detalles
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