jueves, 3 de julio de 2025

- Uzbekistán……el corazón de la Ruta de la Seda

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Tartaria, Gran Bukaria, Transoxiana, Maverranajr o “la tierra entre los ríos” ... estos han sido algunos de los nombres de Uzbekistán a lo largo de su agitada historia, siendo su enclave en medio de las rutas comerciales de Asia Central muy codiciado por pendencieros vecinos. Sus tierras han visto el paso de griegos-macedonios, chinos, persas, turcos, árabes, mongoles, rusos… que guerrearon, invadieron, saquearon, sometieron, colonizaron y gobernaron estos territorios a lo largo de los tiempos. Conformando un país étnicamente híbrido ya que, a lo largo de la historia, el carácter del pueblo uzbeko ha sido moldeado por diversas etnias, al haber sido conquistado y ocupado por codiciosos y poderosos gobernantes al frente de temibles ejércitos: Alejandro Magno, Genghis Khan o Tamerlán entre otros. Los primigenios “uzbekos” englobaban a tribus nómadas del norte, que llegaron a estas tierras en el siglo XIV, donde se expandieron y asentaron dando posteriormente el nombre al país.


Este fascinante mosaico de cautivadora belleza en medio mitad de Asia Central, se encuentra situada entre dos de los más importantes ríos del centro asiático y rodeada de áridos desiertos, que copan prácticamente el 80% de su territorio. Con montañas al noreste (cordilleras Talas Alatau y Ugam) y al sudeste el poderoso Macizo del Pamir, lugares donde se sitúan sus zonas mar fértiles, entre los que se encuentra el extenso y sobresaliente Valle de Fergana, aunque el total de tierra cultivable de todo el país apenas es del 9%. Como también el aciago y maltratado Mar de Aral, convertido prácticamente en un charco durante los últimos 70 años por el desvío de sus agua para regar los cultivos de algodón. El que fuera hasta hace no mucho el cuarto lago más grande del paneta ha reducido su extensión en un 90%, provocando una de las catástrofes medioambientales más significativas de los últimos tiempos.




Situado aproximadamente a la misma latitud de países de la cuenca mediterránea como Grecia, Italia o España (Samarcanda está en un paralelo similar al de Madrid 40º Norte), sus rasgos climáticos son muy diferentes a los países de nuestro entorno, ya que Uzbekistán, dada su situación en medio mitad del Asia Central, no se ve afectado por la influencia del mar, pues este se encuentra a casi 2.000 km. de distancia. Las altas montañas del sur impiden la penetración de masas de aire húmedo procedentes del océano Índico, generando un clima casi desértico, con veranos calurosos y secos e invierno relativamente fríos.

 

Esta ubicación que para su climatología no es favorable, sí que lo es por su emplazamiento para los trayectos comerciales que se efectuaron en Asia durante prácticamente toda la etapa histórica. Siendo una encrucijada crucial para la conexión de todos estos itinerarios de intercambio entre oriente y occidente, no solo en el aspecto económico, también cultural e incluso estratégico-militar, trayectos que en el futuro pasarían a ser conocidos como la Ruta de la Seda.
 

Este maltratado trozo de tierra ha sabido mantener su identidad aun con los avatares de la historia. Muchas lenguas se han hablado en ella, habiéndose adoptado el alfabeto árabe tras la conquista por parte de los musulmanes. Los soviéticos implantaron el latino que fue sustituido por el cirílico en 1930, estando hoy en uso de nuevo el alfabeto latino en uzbeko que se estableció tras la independencia, aunque se sigue usando el persa en caligrafía árabe. Uzbekistán "el lugar de los dueños de si mismos", con apenas unos lustros de independencia, se sitúa arropado entre postergados vecinos cuyas fronteras fueron trazadas a interés de la estrategia ruso-sovietica.

 

El paso de los persas y musulmanes (estado laico con un 88% de población musulmana) por estas tierras han dejado una gran influencia en su arquitectura, lo cual podemos comprobar nada más observar las características cúpulas, los altivos minaretes o los portentosos iwanes (portalones) de sus edificios religiosos más característicos: mezquitas, madrazas y mausoleos, elaborados en ladrillo, yeserías y cerámicas esmaltadas. Espléndidos monumentos que atraen nuestra atención, con coronadas cúpulas de azulejos tapizadas por innumerables variedades de verdes o el sempiterno azul turquesa, extraído del cobalto, la piedra turquesa o el lapislázuli, tonos con los que elaboraban los trabajados dibujos con motivos geométricos y motivos vegetales.
 

Siendo en esta zona del planeta donde el arte del vidriado ha llegado a su máxima expresión, teniendo su auge en tiempo de Tamerlán y sus descendientes allá por los siglos XIV y XV. Con pleno dominio sobre azulejos esmaltados, baldosas de mayólica y terracotas labradas, arte que no solo cuidaba el valor estético de los edificios, sino que también servía como durabilidad y resistencia en un entorno de enorme aridez. Dejando ejemplo de ello en maravillas arquitectónicas que podemos contemplar en legendarias ciudades como Samarcanda, Bukhara y Khiva, a través de míticas y coloridas construcciones que conforman bellos ejemplos del paisaje urbano de Uzbekistán y en el pasado de la Ruta de la Seda, que dejaron huella a viajeros tan dispares como el veneciano Marco Polo, el tangerí Ibn Battuta, el madrileño Ruy Gonzalez de Clavijo o incluso el sueco y nazi Sven Hedin.




Ruta de la Seda

Gracias a su estratégica posición geográfica, los territorios que hoy conforman Uzbekistán fueron un trascendental enlace a lo largo de la legendaria Ruta de la Seda, trayecto que no era un único itinerario, por lo que los historiadores prefieren el nombre de "Rutas de la Seda", aunque es más usado en su nominación singular. Recorridos ya existentes en el siglo primero antes de Cristo durante la dinastía Han en la China del 130 a. C. comunicando las diferentes regiones de la antigüedad mediante el comercio. Manteniendo un recorrido enormemente próspero hasta que se abrió la ruta marítima a la India a finales del siglo XV en 1453, cuando el imperio otomano bloqueó el comercio con Occidente impidiendo los intercambios que hasta entonces se venían realizando. Teniendo los mercaderes que buscar nuevas rutas para el intercambio de los productos, siendo entonces cuando se potenció la ruta marítima. Hasta entonces la red de caminos, que en gran parte pasaba por Uzbekistán, fue vital para el comercio mundial.




Durante más de milenio y medio, esta provechosa vía comercial mantuvo abierta la comunicación entre Oriente y Occidente a lo largo de sus ocho mil kilómetros, distancia que unía las dos grandes capitales del mundo conocido hasta entonces la china de Chang’an (actualmente Xi’an) y Roma centro del Imperio de Occidente.

 

Partiendo de China y siguiendo diversos itinerarios que transitaban por India o Asia Menor, las rutas llegaban a su destino final. Algunas variantes finalizaban en Oriente Próximo (Damasco, Bagdad...),  y otras llegaban a los puertos importantes del Mediterráneo oriental (Antioquia, Constantinopla, Alejandría, Tiro, …) para zarpar de allí a Roma e incluso Britania. El existir diversos itinerarios estaba motivado por lógicas razones, una de ellas y ciertamente relevante es la competencia de las distintas caravanas en llegar los primeros a sus destino. Otras de ellas y no menos importantes son las dificultades físicas y lo inhóspito de los territorios que deberían cruzar (poderosas montañosas, extensos desiertos...), condicionantes que se mezclaban una climatología extrema, también los temidos salteadores, así como la incertidumbre política de algunos territorios.
 

El explorador europeo Marco Polo viajó por estas rutas durante el último cuarto del siglo XIII describiéndolas minuciosamente en su famosa obra “Libro de las Maravillas del Mundo”, no siendo hasta el siglo XIX (1877) cuando son apodadas por el geógrafo y viajero alemán Ferdinand von Richthofen como "Seidenstrassen" (Rutas de la Seda).




En la práctica, la historia de la Ruta de la Seda antecede a la dinastía Han, ya que la Ruta Real Persa (de Susa, en el norte de Persia (el actual Irán) hasta el mar Mediterráneo en Asia Menor (la actual Turquía), fue establecida durante el Imperio Aqueménida (c. 550-330 a. C.). Anqué posiblemente fuera Alejandro Magno después de su conquista sobre el Imperio Persa y fundar la ciudad de Alejandría Escate en 339 a. C. en el valle Fergana de Neb (en el actual Tayikistán), creando el Imperio Seléucida tras la muerte de él Gran Alejandro. Siendo Estrabón en el siglo i a. C. cuando relata que los griegos "extendieron su imperio hasta el Seres" (Seres es la nominación que estos le daban a China, “la tierra de donde viene la seda”, por lo que se cree que ya sobre el año 200 a. C. existieron contactos entre Occidente y China.




Las formas de ser helénicas (imperio greco-bactriano y la civilización china convergieron por esa época en lo que hoy es el actual Uzbekistán. La aproximación entre estas dos diferenciadas culturas es debida a un héroe desconocido en Occidente, Zhang Qian, enviado a occidente por el emperador Wudi en el siglo II a. C. aunque las relaciones entre poblaciones del este y el oeste del continente asiático ya se habían producido desde mucho tiempo antes. Pudiéndose remontar los orígenes de la ruta hasta las postrimerías del año 2.000 a. C., cuando los chinos crearon vínculos de conexión con las regiones desérticas y montañosas del este de Asia Central. Hay constancia de productos que viajaron desde Oriente a Occidente y viceversa durante el Neolítico. En realidad, es más que factible se tratase de trueques entre localidades vecinas, que de intercambios a larga distancia.

Este itinerario no fue solo una vía comercial, donde las transacciones más importantes se realizaban de oriente hacía occidente, sino que sirvió también como importante difusor cultural, militar y político Y aunque la seda fuera un producto sustancial, no era el único con el que se traficaba, ya que eran diversos y cuantiosas las mercancías que iban y venían a lo largo sus caminos. De oeste a este se comerciaba con: Oro y plata, la vid y las uvas, camellos. caballos, sillas de montar y arreos, pieles de animales, telas, mantas y alfombras de lana, cristal, armas y armaduras y Esclavos, eran los intercambios más usuales. De este a oeste se intercambiaba: Seda, té, tintes, pólvora, papel, arroz, especias, marfil, bronce y artefactos de oro, piedras preciosas, porcelanas, medicinas, perfumes, etc.

 

La pólvora y el papel, inventos de origen chino, generaron un impacto en la vida de occidente bastante superior al de la seda. También el comercio de especies fue más sustancioso que el generado por el tráfico y confección del suave tejido. Aun con ello en la Roma de los “cesares la seda era el lujo más deseado en todas las tierras del imperio. Incluso cuando el emperador Augusto, desdeñó su uso por parte de sus enemigos (entre los que se encontraban Marco Antonio y Cleopatra) con el afán de desprestígialos, al ser su uso libertino y promiscuo.




Eran precisamente los romanos; que valoraban su peso en oro; quienes tenían la firme convicción de que la seda era un producto vegetal salido de los árboles. Siendo la isla Griega de Cos (frente a la costa Turca, a escasos 5 km.), de donde provenía gran parte de la elaboración, convirtiéndose esta ínsula en opulenta y lujosa gracias a la confección de ropas con seda. En tiempos del emperador Marco Aurelio los ropajes de seda eran la moda más secundada en Roma, sin que las críticas de o sectores más retrógrados pudiera influir en su uso y pujanza. Hasta tal punto era su uso calificado como incitante, que en lugares del Peloponeso griego se prohibió a las mujeres llevar vestidos de seda transparente en las ceremonias religiosas.

 

Hasta el año 60 de nuestra era, no se conoció la realidad del origen de este tejido (recordemos la creencia de su procedencia arborícola), producido por unos gusanos que se alimentan de las hojas de morera. Durante mucho tiempo los chinos mantuvieron en secreto como se producía la seda, pero una vez descubierto el enigma cuidaban muy mucho que los gusanos no fueran sustraídos por agentes externos, así como el método de recolección y elaboración de la seda. El emperador de Bizancio Justiniano, harto de los chinos encarecieran cada día más el producto, mandó secretamente a dos espías camuflados de monjes con el fin de conseguir los apreciados gusanos para occidente. La operación fue todo un existo generando el inicio de la producción de seda bizantina.

 

Una mariposa de seda pone hasta quinientos huevos, que a los. veinticinco días eclosionan como orugas, precisando las horas de morera para alimentarse durante un mes, multiplicando su peso por diez y comenzando a elaborar el capullo que es el producto de donde se extrae la hebra de seda. Este hilo de seda es ocho veces más delgado que un cabello humano, pero mucho más resistente. Siendo presidas unas dos mil orugas, que consumen las hojas de dos árboles de morera, para confeccionar un solo vestido de seda.

 

Si bien la seda fue uno de los más importantes intercambios de esta ruta comercial, su mayor utilidad sin embargo fueron los intercambios culturales y el trasvase de conocimientos entre distintas formas de vida, tal y como ocurrió en Europa con el Camino de Santiago. Arte, tecnología, religiones, forma de pensar, lenguas, ciencia, arquitecturas….. se fueron traspasando de unos pueblos a otros a través de estos polvorientos caminos. Pero también por estas rutas viajaron los intereses políticos, las ambiciones, las maldades e incluso las enfermedades, como fue la extensión de la peste en el siglo VI, que llegaría hasta Constantinopla diezmando la población del por aquel entonces Imperio Bizantino.  

 

Siendo la toma por los turcos en 1453 con la toma de Constantinopla y la caída de Bizancio lo que cercenó este comercio, al cerrar los turcos todas las rutas habidas por tierra. Debiendo los mercaderes echarse a la mar buscando nuevas rutas para seguir comerciando, provocando de esta manera el florecimiento de la Era de los Descubrimientos, que a partir de entonces se fueron desarrollando con el ¿descubrimiento? de América por parte del almirante Colón.


Cuando en tránsito por la ruta de la seda aún era primario, los sogdianos (uzbekos de entonces) ya habían fraguado sólidos vínculos económicos con los chinos. Desplazamientos que con el paso del tiempo generó el desarrollo de ciudades hasta entonces inexistentes, que progresaron por estar situadas en puntos estratégicos de las diferentes etapas de cada uno de los itinerarios, sirviendo como lugares de trueque e intercambios culturales. Siendo en lo que nos ocupa, puntos fuertes las ciudades uzbekas de Tashkent, Samarcanda, Bukhara y Khiva. Teniéndose en gran valía desde entonces los productos uzbekos, como era el caso de la seda de Margilan (Valle de Fergana, cerca ya de la frontera con Kirguistán) que se usaba como medio de pago, al ser su valor equivalente al oro.

 

Al visitar Tashkent, la activa y moderna capital de Uzbekistán, cuesta creer que la Ruta de la Seda pasara por ella, ya que me he encontrado con una ciudad que yo tenía infravalorada, toda vez que el país que yo pensaba encontrarme se me antojaba algo anquilosado en el pasado. Pero no, para nada tiene que envidiar a muchas de las ciudades europeas de por aquí, edificios de cierta envergadura, avenidas de varios carriles, bulevares con abundante arbolado y fuentes que generan frescor, centros comerciales y una actividad urbana como las de nuestro entorno, sin llegar al agobio de un incómodo Madrid atestado de turismo cervecero y terracero sin límites.

 

Situada en una fértil llanura con importantes montañas que se elevan más de tres mil metros por encina a tan solo 100 kilómetros de distancia. Hoy es una urbe con algo más de 3 millones de personas, por donde antes pasaban las caravanas de camellos durante los siglos XIV y XV siguiendo el mítico recorrido. Localidad de fuertes contrastes, pudiendo observar un variopinto patrimonio arquitectónico, con evidentes influencias de persas, mongoles y soviéticos, conviviendo los modernos rascacielos con los tradicionales mahallas (barrios humildes), creando una mezcolanza única entre lo antiguo y lo nuevo.

 

Tashkent sufrió en 1966 un enorme terremoto que destruyó la cuarta parte de la ciudad cambiando por completo la fisonomía de la misma, sufriendo con más fuerza sus barrios antiguos edificados fundamentalmente con barro y adobe. Padeciendo de forma muy importante destrozos buena parte del patrimonio arquitectónico de la antigua ciudad. 300.000 de sus habitantes se quedaron sin hogar, teniendo que derribar el 80% de sus edificios. Reconstruyéndose en un tiempo récor al comprometerse en ello el resto de las repúblicas que por aquel entonces conformaban la U.R.S.S. Erigiéndose edificios que simbolizaban las ideas de modernidad plasmadas desde Moscú, siendo de aquellos tiempos su elegante metro.

 

Siendo por ello que la arquitectura del pasado sea muy escasa centrándose prácticamente en los edificios que no sufrieron mucho el terremoto, que se congregan en Complejo Khast-Imam, con las Mezquitas Hazrati Imam y Tila Sheikh, las Madrasas Barak Khan y la Moyie Mubarek que convertida en “Library Museum”, custodia el “Corán de Osmán” reconocido como el libro sagrado musulmán más antiguo de los que existen en el mundo. El conjunto se complementa con el también próximo Mausoleo Kaffal Shohi y completándose, cuando finalice su construcción, con el monumental “Centro para la Civilización Islámica”.

 

Junto a esto, lo más interesante de la ciudad son sus espacios verdes diseñados durante la época soviética, siendo del mismo periodo su “arquitectura brutalista”, que merece la pena descubrir. El “Brutalismo” es un movimiento arquitectónico (muy bien trasladado en la película  “The Brutalist”  de 2024) que se define por las formas geométricas, un uso funcional de los espacios y el diseño,  así como del uso del hormigón en su ejecución. Siendo Tashkent una de las ciudades donde más concentrados están sus proyectos a través de edificios emblemáticos como: el Hotel Uzbekistán, el Bazar Chorsu, el Circo de Tashkent, el Museo de las Arte, el Museo de Historia (antes Museo Lenin), el Palacio de la Amistad de los Pueblos, el Panoramic Cinema o el premiado bloque de viviendas Pearl Building, como así mismo el artístico y elegante Metro.




Arquitecturas que mezclan con otros estilos como el novedoso Palacio de Congresos junto a la torre del Hotel Hilton o la singular y ortodoxa Iglesia de Alexander Nevsky en el Cementerio Botkin. Los jardines que rodean la Plaza de la Independencia (antigua Plaza Lenin), Sailgokh Street (Broadway Street), Lokomotiv Park, el Parque de atracciones Anchor y el Parque Nacional Navoi donde se ubica el Magic City Park (el Disneylandia de Ansia Central. Todo esto podemos encontrar en la capital un país que ha sabido desarrollarse a partir de su independencia de la Rusia postsoviética hace algo más de 30 años y que sorprende a quienes lo visitamos.





jueves, 19 de junio de 2025

- Khiva (Jiva)…… la joya del desierto uzbeko

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Nos esperan 7 horas de automóvil, que es más o menos lo que se tarda en recorrer por carretera los 450 km. que separan las poblaciones de Bukhara y Khiva. Transitamos por terrenos prácticamente desérticos, sin apenas cruzar poblados de notoriedad, acompañándonos un monótono paisaje de arena con algunos matojos. El paso de algún tren, instalaciones de alguna subestación eléctrica, vagonetas abandonadas o el acopio de metálicas tuberías, rompe esa invariabilidad visual. Cien kilómetros antes de llegar a nuestro nuevo destino debemos cruzar el puente Amudaryo ko'priki sobre el río Amu Daria, por el que circulan en el mismo carril el tren y los vehículos, teniendo que cortar el paso de coches cuando le toca circular a cualquier convoy ferroviario………. así son las rutas por Uzbekistán. 

Al oeste y sur del país, apenas 8 km. de la frontera de Turkmenistán en medio de la aridez entre los duros desiertos Kizil-Kum (arena roja) y Kara-Kum (arena negra), se sitúa Khiva o Jiva, pues de las dos maneras se la conoce. Con sus 115.000 habitantes es la decimoséptima población del país, pero con un exquisito casco histórico que la hace resaltar de entre las más visitadas del territorio uzbeco. Un oasis de imprescindible paso utilizado por las caravanas durante el medievo antes de afrontar el cruce del desierto iraní.




Cuenta la leyenda que fue Sem, el hijo de Noé, quien fundó la población después del diluvio y andar deambulando por estas tierras. En una de sus noche tuvo un sueños en el que aparecía un bosque junto a trescientas antorchas ardiendo. Lo que le pareció una señal para levantar en el lugar una ciudad, excavando un pozo para tener agua, al que llamó Khey Vakh “qué agua más fresca y sabrosa”, de donde la viene el nombre a la ciudad. Pudiendo aun ver el pozo en el patio de una casa muy cerca de la muralla al noroeste de la urbe. Estando confirmada la existencia de la ciudad ya el siglo VI a. C. siendo hasta su conquista por los musulmanes a principios del siglo VIII una ciudad de creencias zoroástricas. 



Es con la llegada del islam cuando son perseguidos los sabios y los nobles de las creencias anteriores, llegando a ser durante los siglos IX-XI un importante centro religioso (musulmán) y del saber, donde progresaron los conocimientos de Al-Juarismi (matemático precursor del álgebra) y Al-Biruni (matemático, astrónomo, geógrafo e historiador). El 1220 con la llegada de Gengis Kan fue arrasada como todas por las que paso el guerrero y conquistador mongol. A partir de 1512 conforma un estado independiente conocido como Kanato de Jiva, que dura hasta la llegada del imperio ruso en 1873 y después al control soviético.

Su casco antiguo bien conservado y restaurado se encuentra en el interior de la población amurallada “Itchan Kala”, muros que se extienden unos 2,5 kilómetros rodeando toda la vieja ciudad con potentes baluartes y barbacanas. Situándose en cada punto cardinal una robusta puerta, dando seguridad a esta potente fortificación de redondeadas formas, bastante similar al Ark de Bukhara, construida en adobe y arcilla, completada con 40 torreones de formas cónicas y una ciudadela-palacio junto a la entrada de poniente. Levantada entre los siglos XVII-XVIII, sus muros alcanzan una altura que llega hasta los 10 m. teniendo un grosos de entre 5 y 6, que es visitable y transitable desde las puertas norte y sur. Se dice que fue construida en 30 días por ingentes manos esclavas.
 

Khiva era conocida durante el siglo XIX por ser el mayor mercado de esclavos de toda Asia, donde miles de esclavos fueron capturados por las tribus turcomanas y kazajas, comercializados durante bastante tiempo en ella como si fueran cualquier mercancía, siendo la puerta oriental del recinto amurallado donde se celebraban las transacciones. Se calcula que en la primera mitad del siglo XIX, cerca de un millón de persas, así como un número desconocido de rusos ( se piensa que al menos 5.000) e incluso escandinavos entre otros, fueron capturados y transportados a Khiva antes de ser despachados como si fueran ganado. La esclavitud se prohibió oficialmente en Bukhara en 1863 y en Khiva cuando llegaros los rusos en 1865, aunque se seguía perpetrando.

Khiva conforma un ejemplo singular y bien conservado de la arquitectura islámica del Asia Central. Su parte antigua está integrada por un conjunto mausoleos, mezquitas, palacios, madrasas, sinagogas, unas 250 casas antiguas y 14 minaretes, custodiando más de 50 monumentos relevantes que datan principalmente de entre siglos XVIII y XIX, última etapa de su esplendor.




Es la única ciudad de todo Uzbekistán que ha mantenido prácticamente intacto casi la totalidad de su trazado medieval. La antigua ciudadela fortificada “Ichan-Kala” (ciudad interior) se nos muestra tal cual se construyó hace cientos de años, siento una sucesión de edificios de distintas épocas junto a simples casas vecinales, que por desgracia se van transformando en recintos turísticos (tiendas, restaurantes o pequeños hoteles), aun así aún mantiene parte de la normalidad ciudadana pues sigue residiendo gente-

 

El conjunto compone una muestra de cómo debieron ser las ciudades musulmanas del Asia Central durante el Medievo, representando en la actualidad un ejemplo viviente y bien conservado de este tipo de arquitectura. Recorrer las calles de Khiva con sus enrevesados pasajes y callejuelas es hacernos volver al pasado. Sino fuera por el turismo y los Guest House, sería como estar en algunos de los cuentos de Las mil y una noches. Hay ciudades en la que sobresale su olor y fragancia, en Khiva no sentí esa sensación de un especial aroma, pero sí que destaca su tonalidad, el permanente e invariable color del barro salpicado con destellos verdes o azul celeste, terroso matiz que la genera una personalidad propia.
 

Prácticamente todo el espacio urbano interior es peatonal por lo que resulta cómoda su visita, centrándose los principales edificios en Polvon Kori Street; la travesía principal de la ciudad y la que conecta las puertas oeste y este; así como en sus aledañas.

 

Al atravesar la puerta oeste “Ota Darvoza” y cruzar el plano de la urbe (elaborado en azulejos) entre puestos callejeros, nos encontramos con la grandiosa Madrasa Mohammed Amin-Khan hoy reconvertida en hotel, una de las escuelas coránica más grandes del Asia Central. Junto a ella se sitúa en emblema de la ciudad, el original e ”inacabado” Minarete Kalta Minor que resalta por su magnífica decoración realizada por los mejores artesanos, todo su paramento está recubierto íntegramente (el único de este tipo existente) con los habituales azulejos de color azul, blanco y azul-celeste que tanto abundan por el país.
 

Nos desviamos unas decenas de metros para allegarnos hasta Kunya-Ark, el fortín-alcazaba y palacio de los emires de Khiva. Erigido entre los siglos XII y XVII. Enorme complejo doblemente amurallado del que solo han llegado a nuestros días unos pocos edificios: la puerta oriental con la contigua sala de guardia, el harén, la sala de recepción “kurinishhona”, las mezquita de invierno y de verano, esta última una joya abierta al exterior con sus paredes revestidas de bellos mosaicos azules y estilosas columnas de madera. También destacable es el bastión o torreón de Ak-Sheikh Bobo, desde el que obtienen una bellas vistas sobre todo al atardecer. Frente a la fortaleza se sitúa la Madrasa Mohammed Rakhim Khan una de las más bonitas e impresionantes de la zona. Con un patio rodeado por los habitáculos de los estudiantes “hudjras”. Destacando el portalón de entrada con dos pisos de celdas decorados en bellos azulejos azules.




Volviendo a la calle principal debemos buscar el mausoleo de Said Alauddin, que algo escondido y bastante austero (simples ladrillos sin decoración) custodia los restos de un venerado santo sufí. Junto a él, pero entrando por la concurrida “calle mayor”, nos hallamos ante el Minarete y Mezquita Juma (del Viernes). El más importante templo población, erigida finales del siglo XVIII junto a su minarete de 32 mts. sobre las ruinas de otra construcción anterior del siglo X. 



Su principal singularidad, poco común con las demás mezquitas, es la inexistencia de arcos y portalones, ni siquiera las clásicas y tradicionales cúpulas existen en su construcción. Estando su techo plano, soportado por 213 pilastras de madera bellamente labradas (algunas de las más antiguas datan del siglo X), con una altura que varía entre los 4 y 5 metros, convirtiendo este habitáculo (la sala de oraciones) en un verdadero museo sobre el cincelado en madera. Todo el conjunto de pilastras combina armónicamente, aun teniendo muchas de ellas un origen y datación diferentes.


La entrada principal, realizada en madera labrada bien elaborada, se ubica en la calle principal, prácticamente a mitad de ella. En su interior existen algunas pequeñas aberturas en su techo para ventilar el espacio y dejar penetrar algo de claridad, creando un asombroso juego de luces en medio de una agradable sensación de penumbra y una atmosfera sosiego, si además es primera hora y apenas hay visitantes el instante puede ser genial.
 

Callejeamos un poco para allegarnos hasta el Palacio Tosh-Hovli (finca de piedra), un bello ejemplo de la arquitectura Khorezm durante primer tercio del siglo XIX. Construido por esclavos, fue mandado erigir por el prolífico emir Allahkuli Khan, atesora tener 150 habitaciones (163 originariamente) decoradas con elegantes azulejos y 3 patios, una gran sala de audiencias y harén. Sus vistosos murales en todos los tonos imaginables de azul, por si solos podrían formar un museo del azulejo vidriado. El edificio tiene otro acceso lateral, justo en la calle donde se ha mantenido el suelo original pudiendo ver sobre las grandes baldosas los carriles dejados por la huellas de los carros.




Justo al lado nos situamos entre dos madrasas que se miran una a la otra, pero en distintos niveles. La superior Khurdjum (Alforja) Madrasa Kutlug Murad Inak es actualmente el museo de pintura y la que se sitúa más baja, La Madrasa Allakuli-Khan una de las instituciones educativas más importantes del siglo XIX. Junto a ella y al norte se sitúa Caravasar de Allakuli-Khan también del primer tercio del siglo XIX.  Ya diseñado para desempeñar las funciones de posada, almacén, mercado, además de tener entradas específicas para animales de carga, se edificó próximo a la puerta este de la ciudad amurallada, pues por sus proximidades es por donde transitaban las caravanas que cubrían las rutas con Bukhara, Persia y Rusia. Hoy se está reformando para convertirlo en un Centro de Artesanía.

 

Volviendo a la calle principal y muy próxima a la entrada oriental “Polvon Darvoza”, nos encontramos la pequeña Mezquita Ak (Mezquita Blanca). Se trata de una mezquita de barrio construida durante la primera mitad del siglo XIX, se cree que encima de otra empezada a levantar en 1647. De humilde y austera ornamentación, solo encontramos decoradas sus ventanas con celosías caladas de yeso “ganch”.  Junto a ella se sitúa el Hammam Anusha-Khan, que datados en el siglo XVII son los baños turcos más antiguos que se conservan en toda Asia Central. Al estar construidos bajo tierra (para aislarlos mejor), sus cupulas se confunden por el exterior con las de la puerta “Polvon”. Este tipo de baño “hammam” han desempeñado un papel importante en la vida de Asia Central y continúan haciéndolo hoy en día, ya que muchas casas aún carecen de baños. Eran lugares para relajarse y socializar. Es su tiempo los beneficios que generaban eran utilizados para obras de caridad de la anexa Mezquita Ak.
 

A unos pasos nos encontramos el admirable complejo Islam Khoja compuesto de mezquita y un bello minarete, que aunque levantados a principios del siglo XX, sigue las formas de los siglos XII y XII. Contrasta observar el minarete más alto de Khiva con la madrasa más pequeña. Y más adelante nos topamos con el bello mausoleo de Pahlavan Mahmud, un artesano de las pieles “curtidor”, luchador sobresaliente, poeta talentoso y filósofo sabio.  El edificio se edificó en 1701 donde se había enterrado a este santo muerto en 1322, cubriendo todo el espacio interior de mayólica azul y blanca, generando una sensación de respeto y sosiego. Justo por detrás se sitúa otro mausoleo, el de Yunus Khan, que algo escondido tras la madrasa Khojash Makhram está datado a mitad del siglo XVI, encontrando su patio interior repleto de alfombras.
 

Nos dirigimos a la puerta sur “ Tosh Darvoza”, para visitar los curiosos cementerios Suroeste y Sur, que se ubican en el interior la “ciudadela” pegados a sus murallas. Se trata de dos originales y viejas necrópolis: la suroeste justo en el acodamiento de la esquina suroccidental y la sur muy cerca de la puerta) en donde se encuentra "Haris Baba Mausoleum". Entre los dos suman en conjunto alrededor de una centena de esas clásicas formas de barca invertida elaboradas de piedra, correspondiéndose con la treintena de sarcófagos de la misma tipología pero existentes en el exterior de la muralla.




Hay poca información disponible sobre estos viejos cementerio, pero las tumbas empotradas en los contrafuertes de las murallas de la ciudadela son un elemento destacado de singular visión, tanto arquitectónica como histórica de Khiva, un elemento absolutamente insólito y peculiar. Se dice que las tumbas están colocadas ahí (tanto en el exterior como en el interior) para desanimar a los asaltantes turcomanos que intentaran conquistar la ciudad.

 

Al caminar por sus calles podemos observar en muchas tiendas la venta de marionetas, siendo Khiva calificada como la Ciudad de las Marionetas, una tradición que se remonta a los tiempos del zoroastrismo de hace más de 2.000 años, actividad que pudimos evidenciar directamente en sus calles. Sus representaciones eran usadas como entretenimiento a los ciudadanos con argumentos religiosos y espantar a los malos espíritus. En 1993 se creó un teatro para esta actividad con cerca de 300 butacas, estando instalado en un edificio histórico de los años 30 en el la fortaleza de Itchan-Kala, atrayendo a público de todas las nacionalidades, al ser representaciones que se entienden por sí mismas sin palabras. La mejor tienda de marionetas de toda la ciudad se encuentra en la calle principal al poco de entrar en la ciudadela por la puerta oeste y justo bajo el minarete Kalta Minor, “Ali Baba & The 40 thieves in Khiva”.
 

Por último quiero dejar unos consejos entorno a las viandas, condumio o manduca a la hora de saciar nuestras necesidades hambrunas, sobre todo para la horas de la cena:

 

- El Khiva Moon Restaurant es una opción bastante respetable, donde se cena en el patio ajardinado de un edificio con amplitud en la ubicación de las mesas. Sin duda uno de los sitios a recomendar en Shiva y no muy alejado del hotel donde nos acomodamos. Sin duda hay que pedir la “carpa” frita del rio Amu Daria, estando también aconsejados los afamados Tallarines Verdes de Khiva.
 

- Terrassa Café & Restaurant, muy buenas vistas al atardecer pero nada especial el sustento, el lugar (muy promocionado en las guías) está bastantes solicitado y las mesas excesivamente juntas (mucha fanfarria y poca sustancia).

 

- En plena Polvon Kori Street, centro turístico de Itschan-Kala, y a ras de calle se encuentra la terraza de Murod Josh. Lugar ideal para tomar una cerveza fría espetando la hora de comer.

 

Ahora solo queda que dejen de bombardear Irán el gobierno israelita, para que vuelvan a la normalidad los países de la zona y podamos de nuevo visitarlos……….. seguro que os gustarán.







jueves, 12 de junio de 2025

- Bukhara (Bujara)…… encrucijada en la Ruta de la Seda

Un Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, si un “TALGO” español, nos traslada en algo menos de dos horas de Samarcanda a Bukhara (el trayecto por carretera nos habría llevado unas 4 horas y media en recorres los 271 kilómetros que las separan), comenzando a observar desde las ventanillas como el paisaje se va transformando, desapareciendo los cultivos y aumentando la aridez. Aun así hubiera merecido la pena hacer esa distancia de cualquiera de las formas para llegar a esta maravillosa población de la que un viejo proverbio nos traslada que si Samarcanda es la belleza de la tierra, Bukhara es la belleza del espíritu. Siendo, para muchos de los viajeros que han visitado Uzbekistán, la ciudad favorita de todo el país, pues si Samarcanda es más señorial y majestuosa, Bukhara es más autentica y real.
 

Bukhara es un oasis, situado al oriente del desierto de Kizil-Kum (Arena Roja) la undécima extensión árida más grande del mundo, por lo que ya se comienza a sentir ese calor seco que desprenden las arenas y los espacios desolados. Ello motivó que el ingenio de sus gentes creara uno de los sistemas de riego más importantes de Asia Central, haciendo fértil una zona medio desértica, consiguiendo llevar agua hasta puntos más lejanos a los que hoy en día no se ha conseguido alcanzar.



Al realizar excavaciones arqueológicas en el lugar, se han podido documentar restos de estructuras urbanas del siglo V a. C. junto a joyas y cerámicas de esa época. En la antigüedad fue nombrada como: Nyumi, Bukho, Buhe, Bumiskat, Anxi, Fuho y Bukhala, siendo mencionada por primera vez durante los siglo IV y V cuando se acuñaron monedas en los que aparece su nombre, que al parecer procede del “uigur antiguo" queriéndonos trasladar como “casa de oración” o “templo”. El erudito, traductor y monje budista chino Xuanzang, ya nos dejó escritos sobre esta ciudad y su demarcación en el siglo VII.
 

Territorios siempre codiciados a lo largo de la historia por numerosos y terribles conquistadores, pasando de unos gobernantes a otros: el Imperio Aqueménida (persas), los macedonios y greco-bactrianos, los yuezhi y kushan (procedentes del Sinkiang chino), los escitas y partos (nómadas euroasiáticos), los Sasánidas (persas), los Hunos Blancos (turcoiranis), los köktürk (nómadas esteparios de Asia Central), los árabes, los samánidas (persas), los mongoles y por ultimo los rusos del siglo XIX. Pasando por ella personajes con la trascendencia de Alejandro Magno quien se enamoró de ella, Gengis Khan arrasándola totalmente (salvo el Gran Minarete Kalyan que respetó) e incluso Tamerlan, quien la hizo emerger como centro religioso ganándose el sobrenombre de “Sagrada Bukhara”.
 

Bukhara vivió su momento dorado bajo el Imperio Samánida (del que fue capital allá por el siglo X) y posteriormente con la Dinastía Shaybánida durante todo el siglo XVI y el Kanato de Bujará, alcanzando gran influencia sobre el resto de territorios de Asia Central, convirtiendo la ciudad en uno de los núcleos artísticos y culturales más importantes de la zona, estando considerada como una de las ciudades más encantadoras y atrayentes de todo Oriente.




Siendo al pasar por ella las famosas caravanas que atravesaban la ciudad cuando la urbe toma notoriedad, a raíz del fortalecimiento y consolidación de la Ruta de la Seda. Flujo comercial y cultural recíproco entre poderosas civilizaciones como la China, India, Griega, Persa, Romana o Veneciana, convirtiéndose este itinerario en un puente de intercambio cultural entre Asia y Europa. Trayecto que se desarrolló por estos lares desde el siglo 1 a. C. hasta bien entrado el siglo XV, cuando comienza a entrar en decadencia con la apertura de nuevas rutas marítimas y sobre todo en descubrimiento del “Nuevo Mundo”. Teniendo su mayor apogeo entre los años 500 y 900 de nuestra era, cuando gobernó en china la dinastía Tang, y que Constantinopla reemplazara a Roma (año 476) como centro del imperio romano. Contando así mismo con gran auge durante la época del imperio mongol entre los siglo siglos XIII y XIV, época de las visitas de la “Familia Polo” a la corte del gran Kublai Kan.

 

Dentro del extenso itinerario de la Ruta de la Seda (unos 6.400 km.) Bukhara fue un estratégico cruce y nudo de comunicaciones, así como lugar de transmisión de conocimientos, novedades, influencias y nuevos descubrimientos, siendo además uno de los focos más concurridos en el comercio de seda, especias, porcelana, marfil, metales, papel, pólvora y todo lo demás que se pudiera vender o comerciar. Por ella pasaban los itinerarios de las caravanas procedentes de Anatolia (selyúcidas y turcomanos) y Oriente Medio (Siria, Jordania, Líbano, Arabia, etc..) que hacían su viaje hacia /desde China. Siendo también Bukhara donde la Gran Ruta se bifurcaba, permitiendo seguir hacia el oeste (Xi-an) o hacia el sur (India). Lo cual incidió de forma sustancial en generar alojamiento y descanso a tan intensa actividad, existiendo por aquel entonces cerca de 60 “caravanserais” (posadas de caravanas) para los comerciantes que transitaban por la Ruta de la Seda, algunos de los cuales aún están en pié.
 

Entre sus muros vivieron, produjeron y crearon figuras de renombre, como Abu Abdullah Jafar Ibn Muhammad “Rudaki”, padre de la poesía tayiko-persa, o el mismísimo Omar Khayyam: libertino, ácido, sibarita, místico, profeta y polifacético ser que cultivó los estudios de derecho, física, ciencias naturales, metafísica, ética, filosofía, astronomía y matemáticas, desarrollando trabajos sobre estas materias así como en literatura, mecánica y música, pero sobre todo un extraordinario ser humano poeta, amante y bebedor.

 

Y como no “Avicena”, el gran polímata, filosofo, astrólogo, científico y sobre todo médico, nacido muy cerca de Bukhara a finales del siglo X (cuando esta tierra era considerada parte de Persia). Ya por aquel entonces este adelantado y prolífico erudito, planteo en su “Canon de Medicina” (año 1020) la correspondencia entre lo somático y lo psíquico, hasta el punto de afirmar que esto último influye más de lo que se cree en el estado del paciente.
 

De tormentosa vida, al estar muchas veces relacionado con el poder (al ser medico de príncipes y reyes), fue víctima de intrigas pala ciegas en medio de convulsivos conflictos territoriales, aun así fue capaz de escribir cerca de 300 libros relacionados fundamentalmente con la medicina y la filosofía, siendo como el mismo Omar Khayyam un buen amante y bebedor. Lamentablemente, gran parte de la obra de Avicena se ha perdido, siendo destruida con el aun vivo su obra maestra “Tratado de la filosofía iluminativa. Compendio que contenía respuestas a unas 28.000 preguntas, donde trasmitía la visión filosofía y personal de sus conocimientos.



De profunda tradición zoroastrista durante gran parte de su historia, Bukhara paso al credo islámico en el siglo VIII a través de Kusam Ibn Abbas, primo del profeta Mahoma, convirtiéndose rápidamente en un importante centro de teología islámica, especialmente del sufismo, con más de 200 mezquitas y 100 madrasas. Habiendo escritos que nos relatan como en la población hay templos y escuelas coránicas para cada día del año...... algo de cierto 
hay en ello comprobándolo nada más que nos pongamos a callejear por sus calles.
 

Declarada Ciudad Santa durante muchos años, es el lugar más venerado del islámico en toda Asia Central y uno de los mayores pilares de la religión musulmana, siendo tras La Meca el segundo centro de peregrinación del mundo. Hasta el mismísimo Stalin que en 1925 cerro todos los edificios religiosos de la URSS (a la que pertenecía Uzbekistán), permitió tener abierta la madraza de Bukhara, reconociendo de esta manera la fuerza del islamismo en esta urbe.
 

Es en ella, donde de una forma singular se ha mantenido la tradición "sufí" a lo largo de la historia, la rama más tolerante y filosófica del islam. Lo cual se hace visible en muchos de sus monumentos, templos y prácticas religiosas. Constituyendo el “sufismo” la representación más mística del Islam, intentando llegar a “Alá” mediante el esfuerzo de la experiencia personal. Siendo los ascetas; que vivieron en Iraq y Siria a finales del siglo VIII y principios del IX, quienes con su fidelidad al Corán, sus vigilias y ayunos, así como su obediencia ciega al profeta; los primeros sufíes del Islam.




Bukhara. conocida como la “Perla del Desierto”, es una ciudad hermosa, acogedora, activa, vibrante y próspera, que además expande saber y espiritualidad, representando con orgullo junto a Samarcanda la realidad de la cultura uzbeka. Y al contrario de esta última, cuenta con un centro histórico bien definido y cuidado, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993. El pasear por su casco antiguo (prácticamente peatonalizado) es trasladarnos a Las mil y una noches, sobre todo a primeras horas de la mañana cuando la irrupción de los coloridos turistas es prácticamente inexistente. Donde transitar sus calles libres de vehículos, visitar las interesantes mezquitas, madrazas y minaretes que nos encontramos a nuestro paso o zascandilear alguna compra en cualquiera de sus cuatro abovedados bazares es trasladarnos un mundo de sensaciones.




Podemos comenzar nuestra visita en la amurallada fortaleza de los emires de Bukhara el “Ark”, impresionante y monumental mole de ladrillos en barro con muros de entre 16 y 20 metros de altura, que cubriendo un área de 40.000 m. mantiene un perímetro de 790. Su antigüedad podría alejarse hasta el siglo V de nuestra era, lástima que gran parte de su interior se encuentra totalmente en ruinas (mejor verla desde fuera que por dentro), destruido en gran parte por el “ejército rojo” en 1920, consiguiendo el control de la zona y haciendo huir al emir a tierras de Afganistán. Imposible es no sentir un pequeño escalofrío al acercarnos hasta ella, observar las originales formas redondeadas y cónicas de sus poderosos contrafuertes y baluartes, es llevarnos a un concepto desconocido para nosotros de este tipo de alcazabas.

 

En su esquina noreste y a escasos 130 mts, se encuentra “Zindan” la espelúznate cárcel que durante los siglos XIX y XX fue considerada como una de las más crueles del país. Construida a semejanza de su vecina ciudadela y manteniendo el mismo diseño, pero mucho más pequeña, hoy se ha convertido en un museo del horror, pero sin los gritos de criminales, ladrones, presos políticos, etc. que tenían que soportar los vecinos aledaños durante las torturas, así como su pestilente olor.
 

De la extinta plaza Registán que se situaba frente a la fortaleza, solo queda el complejo Bolo Hauz, que se compone de un “hauz” (estanque), el minarete, así como la curiosa y elegante Mezquita de los Viernes. Que erigida en 1712 tiene la singularidad de que su patio se halla en el exterior, estando formado por 20 preciosas columnas de madera tallada y bellamente ornamentadas con originales diseños. Parte del espacio por donde antaño pasaban las caravanas ahora ha sido sustituido por una circunvalación de varios carriles, así como la llamativa Water Tower Shukhova, el antiguo depósito de agua símbolo de la arquitectura soviética de 1929.




Callejeando hacia poniente llegamos a la fuente y mausoleo Chashma-Ayub del siglo XII (la fuente de San Job el de la “paciencia”), para después de cruzar en diagonal un parque llegar al Mausoleo de los Samánidas erigido entre los siglos IX y X. Este original, cuadrado y enigmático (en él se mezclan elementos zoroástricos e islámicos) edificio de ladrillo cocido es la construcción más antigua de la arquitectura islámica de toda el Asia Central y no fue destruido por Genghis Khan, pues ya en ese tiempo se encontraba tapado por la arena del desierto, siendo redescubierto por arqueólogos soviéticos en 1924.

 

Nos dirigimos ahora a la zona de más centralidad local de la urbe, la plaza Lyabi-Hauz, que significa «alrededor del agua», teniendo en su centro un gran estanque construido en 1620. Con una animada actividad sobre todo nocturna, en sus alrededores se pueden encontrar tiendas y establecimientos de todo tipo, hasta se dice que el mejor café de Bukhara lo sirven en su Kiosco. En su parte oriental se sitúa la Madrasa Nadir Divan-Begi, que en su origen fue uno más de los caravanserais existentes, para posteriormente transformarlo en escuela coránica. Si caminamos callejeando unos 700 mts. al noreste llegaremos a una pequeña y coqueta edificación de cuatro minaretes rematados en azulejos azul celeste, se llama precisamente Chor Minor (cuatro minaretes), siendo lo que queda de la madrasa Khalif Niyaz-kul. Frente a ella se encuentra una tienda que hará las delicias de los nostálgicos de la URSS.
 

Volviendo a la bulliciosa plaza, hacia el sur nos encontramos el Barrio Judío, donde se encuentra el muy recomendable Ayvan Restaurante (Lyabi House Hotel), un hotel-restaurante que ocupa un elegante edificio del siglo XIX decorado con mobiliario de época y aunque los precios son acordes al lugar, son bastante accesibles para nuestros bolsillos. Según la tradición, la existencia de judíos en Bukhara se remontan a las Tribus Perdidas de Israel en el siglo VIII a. C. Contando con la comunidad hebrea más importante de Asia Central hasta los años 70 del siglo pasado, cuando comenzaron a emigrar a Israel y EE.UU.




Al norte de Lyabi-Hauz se sitúa la enorme Madrasa Kukeldash, que fue en su tiempo la escuela coránica más grande de toda Asia Central, habiéndose usado este edificio durante la época soviética como sala de cine. Justo al lado de su muro este, en la esquinas noreste de la animada en la noche plaza Liabi Hauz, se encuentra un jardín donde se ubica el Kukaldosh Garden Restaurant, donde poder cenar. La comida bien y el precio en orden, dentro de un tranquilo y espacioso entorno con fuentes de agua, todo amenizado con Música de Jazz (saxófono) en directo.




Al oeste del amplio espacio arbolado se sitúa la Khanaka Divan-Beghi, lugar de reunión de los musulmanes “sufíes” en el que realizar sus oraciones diarias y donde podremos observar un gran y bello minar con deliciosas decoraciones. Algo detrás de este edificio se encuentra uno de las bazares abovedados de los que tiene la ciudad, se trata de la Cúpula Toki Sarafon, un bazar que hoy se dedica al comercio y la artesanía, pero que es su tiempo de esplendor era la sede de los cambistas, los que se dedicaban a los dineros en aquellas épocas……… como los bancos de ahora pero a nivel individual.

 

Tomamos ahora dirección al otro núcleo de “centralidad turística” Poi-Kalyan, para lo cual nos dirigiremos (caminando) hacia el septentrión. Debiendo de pasar por la pequeña pero interesantísima Mezquita Magoki Attari (siglo IX), evidencia de la presencia del zoroastrismo en la antigua Bukhara. El edificio, originalmente dedicado como un “templo del fuego” (como los ya vistos en Irán), fue reconvertido en mezquita tras la llegada del Islam. No existiendo en toda la ciudad ningún monumento de la antigüedad que esconda tantos misterios para los estudiosos, sabiendo que en sus aledaños existió un bazar donde se comerciaban ídolos, pócimas medicinales y especias. Se puede apreciar en su trabajada entrada como los artesanos de Bukhara se esmeraron en crear esos maravillosos juegos de sombras con los ladrillos de su fachada sur, convertidas en verdadera obra maestra a través de sus tallas de terracota tallada, alabastro, mayólica vidriada y ladrillo pulido. Estamos ante uno de los edificios más singulares de toda la población, donde se puede observar el paso del tiempo solo con mirarlo. En su interior nos hicieron un reportaje-entrevista para la televisión uzbeka.
 

Camino al conjunto Po-i-Kalan "pie del grande" centro espiritual de la ciudad, cruzamos por medio del Bazar Toki Telpak Furushon, pasando a su salida por los baños del Hamam Bozori Kord. Tomando la Khakiklat Street (donde se localizan un conjunto de buenos hoteles) nos allegamos a visitar y admirar las interesantes y bellas Madrasas Ulughbek y Abdullaziz Kan, que como hermanas se sitúan una frente a  otra. Cruzamos un otro nuevo bazar, Toki Zargaron, el más grande y mejor conservado de los numerosos mercados de Bujará, su nombre quiere decir "Cúpula de los Joyeros u Orfebres", lo cual contradice su actual función como mercado de artesanía y sobre todo alfombras. 



Enfilamos Khodja Nurubobod Street para adentrarnos en el espacio más interesante de la urbe, situando a nuestra derecha las mejores tiendas de la ciudad: joyerías, alfombras, ropa, artesanía y complementos. Y a la izquierda conformando una hermosa y amplia plaza la Madrasa Mir-i-Arab del siglo XVI, edificio de intrincado diseño (que encontramos en restauración) está considerada como uno de los monumentos más fascinantes de Bukhara. Donde se sigue manteniendo las enseñanzas coránicas y de otras materias, siendo en la actualidad la única madrasa histórica en activo de las que llegó a tener la ciudad.
 

Las madrasas son los centros educativos donde se instruye a los niños (en masculino) sobre las enseñanzas del “corán”, aunque se complementan con otras materias. No llegando en la actualidad el número de alumnos que usan este sistema educativo al 1%, pudiendo elegir las familias optar por este u otro sistema más normalizado y laico, pero siempre de forma gratuita en cualquiera de los casos, de esta formación se pasa directamente a la universidad. Junto a esta se ubica la Madrasa Amir Alim-khan, más austera que la anterior y mandada construir en 1915 por el ultimo emir del Kanato de Bukhara, Muhammad Alim Khan.
 

Inmediato se encuentra el emblema de la ciudad el Minarete Kalyan, que Genghis Khan no destruyó, dicen que por encontrarlo práctico como faro para las caravanas. Se trata de una soberbia e impactante estructura de ladrillo levantada en 1127, diseñada para que los clérigos musulmanes llamaran a los fieles a la oración desde su cima a 46,5 metros de altura. Este torreón también cuanta con un siniestro pasado, pues era utilizado durante tiempo para ejecutar desde su cúspide a los condenados a muerte, lanzándolos desde lo alto. Se cree que algunos de estos minaretes o torres son adecuaciones de las “torres de fuego” usadas en las anteriores creencias zoroastristas.




Por último, situada junto al Minarete y frente a la Madrasa Mir-i-Arab encontramos el extraordinario portalón de la Mezquita Kalyan, impactante edificio por sus dimensiones que nos recuerda a la mezquita Bibi Khanym de Samarcanda. Erigida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita del siglo XII destruida por Gengis Khan, su gran patio central se encuentra rodeado por galerías abovedadas con 208 pilares y 288 cúpulas, situándose en el centro del mismo un característico árbol de morera.

 

Posiblemente el paseo nos haya ocupado hasta la hora de estar entre dos luces. y nada mejor en esta ciudad de los atardeceres inolvidables, que acercarnos por detrás del Minarete Kalyan hasta Minorai Kalon Restaurant y subir a su terraza. Un lugar perfecto y tranquilo donde cenar plácidamente mientas observamos un exquisito atardecer, notando como van cambiando las luces de la cuidad. Desde este placido enclave sobre gran parte de las cupulas de la ciudad divisamos un maravilloso crepúsculo, viendo como el sol va desapareciendo sobre la bóveda de la gran mezquita, creando una sugerente instantánea e iluminando el resto de los edificios de una forma magnifica según llega el ocaso del día y las luces de la ciudad sustituyen la del sol. El momento puede ser mágico si además estamos acompañados de una fría cerveza y unas gratas amistades.