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Para las antiguas civilizaciones el
mar era una fuente de alimento, por lo que sus asentamientos se situaban cerca
de sus costas. Sin ninguna duda la navegación comenzó el día que algún ser
humano se encaramó a un tronco seco para adentrase en el mar en busca de
sustento, iniciándose en ese instante una evolución que no ha hecho más que acrecentarse
con el paso del tiempo hasta llegar a nuestros días. Siendo también por medio
de esta actividad, como el hombre utilizó el mar en la busca de nuevos territorios
por donde expandirse, descubriendo nuevas civilizaciones y generando rutas
comerciales alternativas. Primeramente sus
singladuras fueron a través de rudimentarias balsas, a las que después las
acoplaron remos, para posteriormente insertarles velas, y mucho mas tarde con
el adelanto industrial motores, consiguiendo mejorar el rendimiento de sus
naves.
Desde las primitivas barcas egipcias, allá por el 2.500
antes de Cristo, así como los fenicios, griegos o cartagineses controlando con
sus naves el mediterráneo a mitad de milenio de la era anterior. Pasando por las
colosales flotas del almirante chino Zheng He a principios del siglo XV, o los
uros por sus canoas de "totora" del lago Titicaca, los españoles y portugueses del siglo XVI surcando ya los mares
del mundo completo, y por supuesto los Vikingos que desde el siglo
VI hasta final del siglo XII, recorrieron y arrasaron media Europa, llegando
hasta el mediterráneo, y hasta llegando 500 años antes que Colon a las costas
Americanas de Terranova. Gentes que hicieron de la historia de las rutas marinas una de las aventuras más
apasionantes que los seres humanos hombre hayan realizado desde los remotos tiempos.
Es posible que de todas las costas
que riegan los continentes que forman nuestro planeta, sea la de Noruega la más
enrevesada, fraccionada, enmarañada y maléfica. Siendo los vikingos,
especialistas de estas aguas, los mejores marinos que haya habido en la
historia de la navegación.
Se cumple ahora 125 años, de cuando
un sucesor de esos "demonios cornudos" seguidores de Odín, realizó la
hazaña de realizar la primera ruta por la abrupta costa nórdica, recorriendo y
fondeando las por entonces aisladas poblaciones o aldeas que diseminadas
salpicaban sus orillas. Fue Richard Bernhard With, quien aceptó la propuesta
del gobierno de realizar por primera vez la ruta marítima que de forma
"regular" uniera el sur de Noruega con las costas del norte, la que
desde entonces y hasta hoy se conoce como la Hurtigruten. Proeza que para
finales del siglo XIX, fue catalogada como verdadera temeridad, pero que una
vez consolidada, sirvió para abastecer la humanizada línea costera de
mercancías, enseres, transporte de pasajeros y correo postal, a través de lo
que fuera denominado como el “Expreso del Litoral”.
Hoy
en reconocimiento a su hazaña un barco de la flota Hurtigruten, así como varias
carreteras de la costa, llevan el nombre del avezado marino, como no podía ser
de otra manera.
Hay que conocer las accidentadas características
geográficas de estas costas, o simplemente observarlas en un mapa o atlas, para
comprobar la dificultad de navegar por ellas, máxime en aquellas épocas sin
conocer el peligro de sus fondos marinos para las naves de gran calado. Noruega
se extiende de sur a norte a lo largo de unos 2.700 kilómetros, y con cerca de
50.000 islas e islotes, además de los cientos de fiordos que se llegan a
introducir por encima de los 200 km. en su interior (204 penetra el Sognefjord), posee una línea costera que supera los 83.000
kilómetros, por lo que la importancia del trasporte marítimo es muy relevante.
Pero no ha sido fácil para sus pobladores poder relacionarse de unas regiones a
otras a lo largo de la historia, pues sus comunicaciones nunca hasta ahora han
sido fáciles, ya que la costa es tal y como he relacionado, y su interior no
mucho mejor, por la gran cantidad de valles, montañas, glaciares y fiordos que
de forma trasversal se extienden por su geografía. Por si esto no fuera determinante, durante sus largos inviernos prácticamente todo el
norte del país se encontraba aislado del resto del mundo por enormes y blancos
mantos de nieve.
Eran las 8,30 de la mañana del 2 de julio de 1893, cuando
zarpó del puerto de Trondheim el vapor Vesteraalen comandado por el capital With
rumbo al norte. Por delante un recorrido por estrechos y sinuosos canales,
transitando entre miles de arrecifes e islas sin cartografiar, sorteando las
corrientes más fuertes de Europa, por una complicada ruta, en la que por aquel
entonces solo estaba señalizada al norte de Trondheim
por apenas 28 faros, por lo que la navegación nocturna
era muy arriesgada.
Un desafío para los medios técnicos con que contaban los
buques de la época, pero todo un acontecimiento para aisladas las poblaciones
costeras diseminadas por la costa, que veían como su futuro se iba a trasformar
de forma positiva en los próximos años.
Calificado como
"El viaje por mar más bello del mundo", viajar a bordo del Hurtigruten (que
en noruego viene a decir "ruta rápida") o Expreso del Litoral no es una travesía en un súper-crucero
al uso, tal y como los que podemos ver en las ofertas publicitarias que por
aquí llegan hasta nuestras manos. Y aunque también es un servicio turístico, cubre el
trasporte entre las distintas poblaciones como línea regular de pasajeros,
navegando bajo la bandera del servicio postal noruego, haciendo 34 paradas en
distintos puertos de la costa. Llevando el correo, transportando a las gentes
de los distintos pueblos y comunicando de manera natural a unos lugareños que
tienen el coraje de vivir en las proximidades del fin del mundo.
Una flota de 11 buques posibilita
las salidas diarias y "puntuales" desde el puerto
de Bergen hacia la última localidad en suelo noruego, Kirkenes, a tan solo unos
kilómetros de la frontera Rusa y Finlandesa. Un recorrido
de aproximadamente 2.600 km. y 134 horas de navegación,
que estas equipadísimas y cómodas naves realizan a una velocidad media de 15
nudos marítimos (unos 28 km/hora), constituyendo una de las
travesías costeras más espectaculares del mundo. Siendo sus principales usuarios los miles de turistas, fundamentales alemanes y americanos, que se aventuran cada temporada en uno de estos barcos. Y donde disfrutar de los servicios que se les ofrece, junto a una apreciable y acertada lista de vituallas gastronómicas: pudiéndose examinar todos los días el programa del día siguiente con las diferentes paradas y los lugares de interés por los que transita el barco, la relación de conferencias y las excursiones que se pueden realizar durante las paradas, amén de poder acceder a internet durante toda la travesía por un ajustado precio.
travesías costeras más espectaculares del mundo. Siendo sus principales usuarios los miles de turistas, fundamentales alemanes y americanos, que se aventuran cada temporada en uno de estos barcos. Y donde disfrutar de los servicios que se les ofrece, junto a una apreciable y acertada lista de vituallas gastronómicas: pudiéndose examinar todos los días el programa del día siguiente con las diferentes paradas y los lugares de interés por los que transita el barco, la relación de conferencias y las excursiones que se pueden realizar durante las paradas, amén de poder acceder a internet durante toda la travesía por un ajustado precio.
La mejor época, si medianamente el tiempo es benévolo y se
comporta indulgentemente bien con los viajeros, es hacerlo a finales de marzo.
Siendo durante estas fechas cuando los días por esas latitudes ya empiezan a
alargarse, y los paisajes nevados complementan una visión onírica de una costa
blanca completamente nevada que se funde con el azul intenso del mar. Donde
bucólicas granjas y pequeñas aldeas conforman un romántico paisaje de serena
certidumbre. Durante este periodo partiremos de Bergen
con aspecto primaveral, llegando a Kirkenes todavía bajo un
manto blanco y un mar escamado por los hielos. Una sugerente composición
de paisajes y vivencias donde los colores se tornan en
protagonistas de los horizontes, renaciendo de los más profundo de nuestro ser
esa faceta de trasnochado aventurero, que adquiere forma al impacto de las olas
del mar. Si en verdad existe la magia en el mundo, seguro que una buena parte de
ella se ubica por estos mares.
Navegar a través del
Hurtigruten es realizarlo a bordo de una de las
compañías centenarias de Noruega, convirtiéndose el viaje por la accidentada
costa nórdica en el despertar de los sentidos. No hay fotos tipo
"caribeño", ni tampoco fiestas nocturnas, ni siquiera la tripulación
intenta ligar con el pasaje como en "Vacaciones en el Mar". Sí que
hay buenos salones para la contemplación del espectáculo de la naturaleza a
nuestro rededor y lugar de descanso para disfrutar del entorno, así como
conferencias a media tarde en la que se explica (noruego e inglés) las
curiosidades que podremos observar. El objetivo de la singladura es deleitarse
del ritmo del mar, como si nos dejáramos acunar como niños. En los barcos no
hay distracciones ni actividades triviales, baladís o frívolas……………
jejejejejejejejeje, generándose siempre una atmósfera relajada para disfrutar
de la lectura o la música, de los paisajes que desde las cubiertas podemos
disfrutar, de una amena y amigable charla, o de una buena cerveza en alguno de
sus bares……………….. incluso casi todo esto a la vez.
Partimos de Bergen, urbe considerada como la puerta de
entrada a los fiordos noruegos. Ciudad animada, juvenil, colorista y con una
interesante arquitectura de tiempos pasados que han sabido conservar y
mantener. En Alesund somos trasportados a los tonos y líneas del "art decó",
estilo de moda con el que los arquitectos de la época diseñaron los singulares
y hermosos edificios que se levantaron después del impresionante y desbastador
incendio de la ciudad en enero de 1904. Trondheim me sirvió para rememorar
momentos de visitas anteriores, pero su visión nival, me resultó más sugerente
que los paseos de tiempos pretéritos. Siendo la visita a su catedral
"Nidaros" igual de impresionante, con su portada cubierta por prácticamente
todo el "santoral" cristiano.
Atravesamos el Círculo Polar Ártico, que repetiríamos a la
bajada con mejor climatología y una copa de champagne en la mano. Mítico e imaginario paralelo situado a una latitud de 66º 33´
46", que en nuestro recorrido era más o menos la mitad del trayecto.
De la población de Bodo salen los
ferries a las islas Lofoten, por lo demás, ni fu, ni fa. Y de las Lofoten que
decir, pues que son una verdadera pasada. A la subida nos tocaron por la noche,
pero a la bajada en plena tarde y con una luz de un dramatismo especial, las
afiladas aristas de sus montañas se nos mostraban de forma espectacular. Svolvær
que ejerce como capital de estas islas, nos la encontramos cubierta totalmente
de ese manto blanco que ya asumimos como normal, destacando de las serenas
aguas de su puerto el reflejo de las montañas próximas a la población.
Cruzamos por las también sugerentes islas Vesteraalen, pero sin tanta majestuosidad y grandeza que las Lofoten. Siendo a esta latitud cuando se nos comienzan a presentar las mágicas Luces del Norte, las Auroras Boreales con sus bailes nocturnos, pudiendo observar durante algunas noches uno de los
espectáculos más bellos y misteriosos del firmamento. Producidas por el polvo de
las tormentas solares y la entrada de este en el campo magnético de la Tierra, este
fenómeno lumínico, se nos muestra con toda su fantasía durante la oscuridad de meses
de invierno.
En Harstad un paseo al amanecer, con la ciudad aun casi dormida, pero con una templanza y una sensación de relajo de esas que te entran hasta el esqueleto. Y de nuevo Tromso, a la que ya habíamos visitado en febrero de hace dos años y donde me sentí nuevamente a gusto. Hasta el punto que en el recorrido de retorno y en horas nocturnas (las 12 de la noche) fuimos a escuchar el concierto de media noche en su moderna, original y flamante nueva catedral.
Nos recibe la población Hammerfest en medio de una suculenta nevada, convirtiéndose
el paseo hasta su iglesia, en medio del blanco panorama, en una situación ya de
lo más normal. En Honningsvag, sigue la cellisca, pero aun así se deja pasear, siendo la
imagen de sus calles así como su protegido puerto, todas de un inmaculado y contundente
blanco. La ciudad nos acoge con la templanza y el sosiego que generan los copos
al caer, Honningsvag es la aldea del Cabo Norte (Nordkapp o North Cape), que situado en la isla Magerøya a una latitud 71° 10' 21 N,
25° 47' 40 E), es considerado el punto más septentrional de Europa, aunque el
cabo de Knivskjellod, situado a tan solo 1.500 m. al oeste, es el punto más al
norte del continente (latitud 71° 11' 8 N). Intentamos llegar hasta la afamada
punta, con la intención de rememorar nuestra primera visita de hace casi 38
años, pero la climatología no fue esta vez nuestra aliada, pues una fuerte
ventisca de nieve y viento, nos impidió recorrer los 34 kilómetros que le
separan de la citada localidad de atraque del Hurtigruten.
Llegamos a Kirkenes, y aunque frio luce un buen sol, con esa luz trasparente y gélida que de estar a estas latitudes. Estamos en el culo del mundo, en lo más alto de noruega, en medio del helado mar de Barents y a tan solo unos kilómetros de la frontera noroccidental de Rusia y Finlandia. La población es agradable y las construcciones se nos asemejan confortables y de buena calidad. De nuevo dedicamos el día a pasear por la ciudad y ascender hasta uno de los miadores existentes en sus proximidades, que como no podía ser de otra manera, todo en medio de un sugestivo paisaje teñido de un blanco imperturbable. La noche la dedicamos a degustar (en el Scandic Kirkenes Restaurant); pues es este el lugar idóneo; las exquisitas y lujuriosas carnes del cangrejo real "king crab",
el crustáceo (centollo) más grande del mundo, con un peso medio de entre 4 y 6
kg. la pieza, pudiendo llega a pesar hasta los 15, pero también el más caro,
unos 100 €. el kilo, eso sí con certificado de autenticidad y pesca.
Ya solo queda regresar, disfrutando nuevamente
de los gélidos y albos paisajes costeros, de ese intenso azul marino y de las
sensaciones que un viaje en el Hurtigruten nos puedan generar. Siendo el
paisaje el protagonista fundamental de este periplo, ya sea en algunas de las
poblaciones visitadas, a través de la cubierta de la nave o acomodado en
algunos de sus placidos salones o espacios para disfrutar del sosiego de la
singladura. No cansándonos, para nada, en la observación y admiración del continuo
despliegue
de montañas copiosamente nevadas, que a orillas de un poderoso mar asemejan
salir a respirar de sus profundas aguas. Paisajes salpicados casi de continuo
por pequeñas poblaciones o granjas aisladas, y de
cuando en cuando atracar en alguna pequeña localidad portuaria, hacia la que
se encamina el buque con escrupulosa puntualidad.
Un viaje, que fuera de exotismos
orientalizantes o rarezas de culturas étnicas, tal y como si fuéramos creyentes
musulmanes y tuviéramos la obligatoriedad de ir una vez en la vida a la Meca, todo
el mundo apasionado por los sugerentes paisajes y la naturaleza, debería por lo
menos una vez en su existencia acercarse a realizar este periplo por la costa
Noruega en alguno de los navíos Hurtigruten………….. alcanzaría a tener
indulgencias plenarias para acceder al onírico mundo celeste de las almas en
paz, os lo aseguro……………. feliz día tengáis todos.
1 comentario:
PABLO SIGO DISFRUTANDO COMO EL PRIMER DIA DE TUS ARTICULOS Y DE TUS INCREIBLES FOTOS
COMO SIEMPRE TE ANIMO A NO DEJAR DE PUBLICAR ESTOS ARTICULOS.
CON TUS VIAJES ME DA LA SENSACION DE VIAJAR CONTIGO.
UN FUERTE ABRAZO
PACO SANTANDERINO
P.D. CUIDATE Y NO FUMES
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