Nos esperan 7 horas de automóvil, que es más o menos lo que se tarda en recorrer por carretera los 450 km. que separan las poblaciones de Bukhara y Khiva. Transitamos por terrenos prácticamente desérticos, sin apenas cruzar poblados de notoriedad, acompañándonos un monótono paisaje de arena con algunos matojos. El paso de algún tren, instalaciones de alguna subestación eléctrica, vagonetas abandonadas o el acopio de metálicas tuberías, rompe esa invariabilidad visual. Cien kilómetros antes de llegar a nuestro nuevo destino debemos cruzar el puente Amudaryo ko'priki sobre el río Amu Daria, por el que circulan en el mismo carril el tren y los vehículos, teniendo que cortar el paso de coches cuando le toca circular a cualquier convoy ferroviario………. así son las rutas por Uzbekistán.
Al oeste y sur del país, apenas 8 km. de la frontera de Turkmenistán en medio de la aridez entre los duros desiertos Kizil-Kum (arena roja) y Kara-Kum (arena negra), se sitúa Khiva o Jiva, pues de las dos maneras se la conoce. Con sus 115.000 habitantes es la decimoséptima población del país, pero con un exquisito casco histórico que la hace resaltar de entre las más visitadas del territorio uzbeco. Un oasis de imprescindible paso utilizado por las caravanas durante el medievo antes de afrontar el cruce del desierto iraní.
Cuenta la leyenda que fue Sem, el hijo de Noé, quien fundó la población después del diluvio y andar deambulando por estas tierras. En una de sus noche tuvo un sueños en el que aparecía un bosque junto a trescientas antorchas ardiendo. Lo que le pareció una señal para levantar en el lugar una ciudad, excavando un pozo para tener agua, al que llamó Khey Vakh “qué agua más fresca y sabrosa”, de donde la viene el nombre a la ciudad. Pudiendo aun ver el pozo en el patio de una casa muy cerca de la muralla al noroeste de la urbe. Estando confirmada la existencia de la ciudad ya el siglo VI a. C. siendo hasta su conquista por los musulmanes a principios del siglo VIII una ciudad de creencias zoroástricas.
Su casco antiguo bien conservado y restaurado se encuentra en el interior de la población amurallada “Itchan Kala”, muros que se extienden unos 2,5 kilómetros rodeando toda la vieja ciudad con potentes baluartes y barbacanas. Situándose en cada punto cardinal una robusta puerta, dando seguridad a esta potente fortificación de redondeadas formas, bastante similar al Ark de Bukhara, construida en adobe y arcilla, completada con 40 torreones de formas cónicas y una ciudadela-palacio junto a la entrada de poniente. Levantada entre los siglos XVII-XVIII, sus muros alcanzan una altura que llega hasta los 10 m. teniendo un grosos de entre 5 y 6, que es visitable y transitable desde las puertas norte y sur. Se dice que fue construida en 30 días por ingentes manos esclavas.
Khiva era conocida durante el siglo XIX por ser el mayor mercado de esclavos de toda Asia, donde miles de esclavos fueron capturados por las tribus turcomanas y kazajas, comercializados durante bastante tiempo en ella como si fueran cualquier mercancía, siendo la puerta oriental del recinto amurallado donde se celebraban las transacciones. Se calcula que en la primera mitad del siglo XIX, cerca de un millón de persas, así como un número desconocido de rusos ( se piensa que al menos 5.000) e incluso escandinavos entre otros, fueron capturados y transportados a Khiva antes de ser despachados como si fueran ganado. La esclavitud se prohibió oficialmente en Bukhara en 1863 y en Khiva cuando llegaros los rusos en 1865, aunque se seguía perpetrando.
Khiva conforma un ejemplo singular y bien conservado de la arquitectura islámica del Asia Central. Su parte antigua está integrada por un conjunto mausoleos, mezquitas, palacios, madrasas, sinagogas, unas 250 casas antiguas y 14 minaretes, custodiando más de 50 monumentos relevantes que datan principalmente de entre siglos XVIII y XIX, última etapa de su esplendor.
Es la única ciudad de todo Uzbekistán que ha mantenido prácticamente intacto casi la totalidad de su trazado medieval. La antigua ciudadela fortificada “Ichan-Kala” (ciudad interior) se nos muestra tal cual se construyó hace cientos de años, siento una sucesión de edificios de distintas épocas junto a simples casas vecinales, que por desgracia se van transformando en recintos turísticos (tiendas, restaurantes o pequeños hoteles), aun así aún mantiene parte de la normalidad ciudadana pues sigue residiendo gente-
El conjunto compone una muestra de cómo debieron ser las ciudades musulmanas del Asia Central durante el Medievo, representando en la actualidad un ejemplo viviente y bien conservado de este tipo de arquitectura. Recorrer las calles de Khiva con sus enrevesados pasajes y callejuelas es hacernos volver al pasado. Sino fuera por el turismo y los Guest House, sería como estar en algunos de los cuentos de Las mil y una noches. Hay ciudades en la que sobresale su olor y fragancia, en Khiva no sentí esa sensación de un especial aroma, pero sí que destaca su tonalidad, el permanente e invariable color del barro salpicado con destellos verdes o azul celeste, terroso matiz que la genera una personalidad propia.
Prácticamente todo el espacio urbano interior es peatonal por lo que resulta cómoda su visita, centrándose los principales edificios en Polvon Kori Street; la travesía principal de la ciudad y la que conecta las puertas oeste y este; así como en sus aledañas.
Al atravesar la puerta oeste “Ota Darvoza” y cruzar el plano de la urbe (elaborado en azulejos) entre puestos callejeros, nos encontramos con la grandiosa Madrasa Mohammed Amin-Khan hoy reconvertida en hotel, una de las escuelas coránica más grandes del Asia Central. Junto a ella se sitúa en emblema de la ciudad, el original e ”inacabado” Minarete Kalta Minor que resalta por su magnífica decoración realizada por los mejores artesanos, todo su paramento está recubierto íntegramente (el único de este tipo existente) con los habituales azulejos de color azul, blanco y azul-celeste que tanto abundan por el país.
Nos desviamos unas decenas de metros para allegarnos hasta Kunya-Ark, el fortín-alcazaba y palacio de los emires de Khiva. Erigido entre los siglos XII y XVII. Enorme complejo doblemente amurallado del que solo han llegado a nuestros días unos pocos edificios: la puerta oriental con la contigua sala de guardia, el harén, la sala de recepción “kurinishhona”, las mezquita de invierno y de verano, esta última una joya abierta al exterior con sus paredes revestidas de bellos mosaicos azules y estilosas columnas de madera. También destacable es el bastión o torreón de Ak-Sheikh Bobo, desde el que obtienen una bellas vistas sobre todo al atardecer. Frente a la fortaleza se sitúa la Madrasa Mohammed Rakhim Khan una de las más bonitas e impresionantes de la zona. Con un patio rodeado por los habitáculos de los estudiantes “hudjras”. Destacando el portalón de entrada con dos pisos de celdas decorados en bellos azulejos azules.
Volviendo a la calle principal debemos buscar el mausoleo de Said Alauddin, que algo escondido y bastante austero (simples ladrillos sin decoración) custodia los restos de un venerado santo sufí. Junto a él, pero entrando por la concurrida “calle mayor”, nos hallamos ante el Minarete y Mezquita Juma (del Viernes). El más importante templo población, erigida finales del siglo XVIII junto a su minarete de 32 mts. sobre las ruinas de otra construcción anterior del siglo X.
Su principal singularidad, poco común con las demás mezquitas, es la inexistencia de arcos y portalones, ni siquiera las clásicas y tradicionales cúpulas existen en su construcción. Estando su techo plano, soportado por 213 pilastras de madera bellamente labradas (algunas de las más antiguas datan del siglo X), con una altura que varía entre los 4 y 5 metros, convirtiendo este habitáculo (la sala de oraciones) en un verdadero museo sobre el cincelado en madera. Todo el conjunto de pilastras combina armónicamente, aun teniendo muchas de ellas un origen y datación diferentes.
La entrada principal, realizada en madera labrada bien elaborada, se ubica en la calle principal, prácticamente a mitad de ella. En su interior existen algunas pequeñas aberturas en su techo para ventilar el espacio y dejar penetrar algo de claridad, creando un asombroso juego de luces en medio de una agradable sensación de penumbra y una atmosfera sosiego, si además es primera hora y apenas hay visitantes el instante puede ser genial.
Callejeamos un poco para allegarnos hasta el Palacio Tosh-Hovli (finca de piedra), un bello ejemplo de la arquitectura Khorezm durante primer tercio del siglo XIX. Construido por esclavos, fue mandado erigir por el prolífico emir Allahkuli Khan, atesora tener 150 habitaciones (163 originariamente) decoradas con elegantes azulejos y 3 patios, una gran sala de audiencias y harén. Sus vistosos murales en todos los tonos imaginables de azul, por si solos podrían formar un museo del azulejo vidriado. El edificio tiene otro acceso lateral, justo en la calle donde se ha mantenido el suelo original pudiendo ver sobre las grandes baldosas los carriles dejados por la huellas de los carros.
Justo al lado nos situamos entre dos madrasas que se miran una a la otra, pero en distintos niveles. La superior Khurdjum (Alforja) Madrasa Kutlug Murad Inak es actualmente el museo de pintura y la que se sitúa más baja, La Madrasa Allakuli-Khan una de las instituciones educativas más importantes del siglo XIX. Junto a ella y al norte se sitúa Caravasar de Allakuli-Khan también del primer tercio del siglo XIX. Ya diseñado para desempeñar las funciones de posada, almacén, mercado, además de tener entradas específicas para animales de carga, se edificó próximo a la puerta este de la ciudad amurallada, pues por sus proximidades es por donde transitaban las caravanas que cubrían las rutas con Bukhara, Persia y Rusia. Hoy se está reformando para convertirlo en un Centro de Artesanía.
Volviendo a la calle principal y muy próxima a la entrada oriental “Polvon Darvoza”, nos encontramos la pequeña Mezquita Ak (Mezquita Blanca). Se trata de una mezquita de barrio construida durante la primera mitad del siglo XIX, se cree que encima de otra empezada a levantar en 1647. De humilde y austera ornamentación, solo encontramos decoradas sus ventanas con celosías caladas de yeso “ganch”. Junto a ella se sitúa el Hammam Anusha-Khan, que datados en el siglo XVII son los baños turcos más antiguos que se conservan en toda Asia Central. Al estar construidos bajo tierra (para aislarlos mejor), sus cupulas se confunden por el exterior con las de la puerta “Polvon”. Este tipo de baño “hammam” han desempeñado un papel importante en la vida de Asia Central y continúan haciéndolo hoy en día, ya que muchas casas aún carecen de baños. Eran lugares para relajarse y socializar. Es su tiempo los beneficios que generaban eran utilizados para obras de caridad de la anexa Mezquita Ak.
A unos pasos nos encontramos el admirable complejo Islam Khoja compuesto de mezquita y un bello minarete, que aunque levantados a principios del siglo XX, sigue las formas de los siglos XII y XII. Contrasta observar el minarete más alto de Khiva con la madrasa más pequeña. Y más adelante nos topamos con el bello mausoleo de Pahlavan Mahmud, un artesano de las pieles “curtidor”, luchador sobresaliente, poeta talentoso y filósofo sabio. El edificio se edificó en 1701 donde se había enterrado a este santo muerto en 1322, cubriendo todo el espacio interior de mayólica azul y blanca, generando una sensación de respeto y sosiego. Justo por detrás se sitúa otro mausoleo, el de Yunus Khan, que algo escondido tras la madrasa Khojash Makhram está datado a mitad del siglo XVI, encontrando su patio interior repleto de alfombras.
Nos dirigimos a la puerta sur “ Tosh Darvoza”, para visitar los curiosos cementerios Suroeste y Sur, que se ubican en el interior la “ciudadela” pegados a sus murallas. Se trata de dos originales y viejas necrópolis: la suroeste justo en el acodamiento de la esquina suroccidental y la sur muy cerca de la puerta) en donde se encuentra "Haris Baba Mausoleum". Entre los dos suman en conjunto alrededor de una centena de esas clásicas formas de barca invertida elaboradas de piedra, correspondiéndose con la treintena de sarcófagos de la misma tipología pero existentes en el exterior de la muralla.
Hay poca información disponible sobre estos viejos cementerio, pero las tumbas empotradas en los contrafuertes de las murallas de la ciudadela son un elemento destacado de singular visión, tanto arquitectónica como histórica de Khiva, un elemento absolutamente insólito y peculiar. Se dice que las tumbas están colocadas ahí (tanto en el exterior como en el interior) para desanimar a los asaltantes turcomanos que intentaran conquistar la ciudad.
Al caminar por sus calles podemos observar en muchas tiendas la venta de marionetas, siendo Khiva calificada como la Ciudad de las Marionetas, una tradición que se remonta a los tiempos del zoroastrismo de hace más de 2.000 años, actividad que pudimos evidenciar directamente en sus calles. Sus representaciones eran usadas como entretenimiento a los ciudadanos con argumentos religiosos y espantar a los malos espíritus. En 1993 se creó un teatro para esta actividad con cerca de 300 butacas, estando instalado en un edificio histórico de los años 30 en el la fortaleza de Itchan-Kala, atrayendo a público de todas las nacionalidades, al ser representaciones que se entienden por sí mismas sin palabras. La mejor tienda de marionetas de toda la ciudad se encuentra en la calle principal al poco de entrar en la ciudadela por la puerta oeste y justo bajo el minarete Kalta Minor, “Ali Baba & The 40 thieves in Khiva”.
Por último quiero dejar unos consejos entorno a las viandas, condumio o manduca a la hora de saciar nuestras necesidades hambrunas, sobre todo para la horas de la cena:
- El Khiva Moon Restaurant es una opción bastante respetable, donde se cena en el patio ajardinado de un edificio con amplitud en la ubicación de las mesas. Sin duda uno de los sitios a recomendar en Shiva y no muy alejado del hotel donde nos acomodamos. Sin duda hay que pedir la “carpa” frita del rio Amu Daria, estando también aconsejados los afamados Tallarines Verdes de Khiva.
- Terrassa Café & Restaurant, muy buenas vistas al atardecer pero nada especial el sustento, el lugar (muy promocionado en las guías) está bastantes solicitado y las mesas excesivamente juntas (mucha fanfarria y poca sustancia).
- En plena Polvon Kori Street, centro turístico de Itschan-Kala, y a ras de calle se encuentra la terraza de Murod Josh. Lugar ideal para tomar una cerveza fría espetando la hora de comer.

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