Amplios horizontes inalcanzables, desolación, vacío y luz serán nuestros compañeros durante esta travesía. Aun así, no todo es sequedad, el recorrido está salpicado por una cadena de insinuantes, salobres y coloridas lagunas que rompen esa imagen de soledad perenne. A cual más sugerente, nos topamos nada más cruzar la linde de Chile con Bolivia por el Portezuelo de Hito cajón con la que llaman "Blanca", que separada por unas pocas decenas de metros de la Laguna Verde" y que en realidad conforma esa tonalidad, están arropadas y vigiladas a poniente por las siluetas de los volcanes Juriques, Sairecabur y Licancabur, todos próximos a los 6.000 m. de altura.
Cruzamos por el surrealista Valle de las
Damas del Desierto también conocido como Desierto de
Dalí, amplia y desolada extensión creada por la erosión
del viento durante millones de años. Visión solo interrumpida por las coloridas
montañas que se sitúan lejanas en los horizontes, así como los paisajes y formaciones
rocosas que se divisan a nuestra derecha, similares a los que el pintor
figuerense trasladara a sus lienzos (Trilogía del desierto:
"Espejismo", "Oasis", "Los amantes invisibles", o
las "Bestias salvajes en el
desierto"). Pena el no poder acercarnos hasta
su inmediatez, pues lo han prohibido por los destrozos realizados por los
descerebrados de siempre.
En la orilla occidental de la laguna y salar de Chalviri a 4.400 m. de altitud, nos encontramos
con las termas de Polques, donde el
frio ambiente contrasta con los 35º de sus agradables aguas provenientes
del volcán Polques, que además de su lujuriosa sensación son buenas para los
tratamientos de artritis y reumatismo.
Ascendemos hasta los 5.100 metros de altitud para llegarnos
a los Geiseres Sol de Mañana, en donde paseamos entre alborotadas fumarolas con las que juega el viento de estas
alturas, decenas de pozas hirvientes de barros cenicientos, y sulfatas
multicolores de tonalidades limonadas y escarlatas, en medio de un onírico y
tornasolado entrono, pero sobre todo solitario, en contraposición con los
geiseres de El Tatio en Atacama.
Llegados en la tarde a la Laguna Colorada el espectáculo no
puede ser más fantástico: los tonos de sus rojas aguas contrastando con el
blanco de las laminas de la sal, el gris intenso y amenazador de la tormenta al
fondo, la placidez de los miles de flamencos dedicados a su cotidianidad y la
esa luz de un tenue sol vespertino, generan al lugar de una magia especial de
la que creo estará por mucho tiempo en mi mente. La cual he intentado reflejar
en las fotos, aunque por mucho que las observo una y otra vez no siento la
sensación de aquellos instantes, solo el recuerdo de aquella tarde me hace
trasladarme hacia allí. Esta laguna de intensas y rojizas aguas, producidas por
cierto tipo de alga ("dunaliella salina" productora del mismo
pigmento que da el color a las zanahorias) y los sedimentos de los terrenos
circundantes, tonalidades que además se acentúan con la luz solar y el viento, es
en verdad una verdadera maravilla de la naturaleza, un espectáculo único en
medio de esa nada por la que vamos recorriendo estas estériles tierras. Su extravagante
belleza y sus particulares características le hicieron ser propuesta en 2011
como una Las Siete Maravillas Naturales del Mundo, título que por suerte o
desgracia no consiguió. Con una
superficie de 54 km2, una profundidad media de 35 cm. y un perímetro de 35
kilómetros es la más extensa de toda la zona.
Con este espectacular enclave como
vecino, pasamos la noche en unos rudimentarios "refugios" que hay en
sus proximidades. La ruta transcurre por encima de los 4.100 m.de altura,
llegando en algunos puntos a superar los 5.000, siendo por ello que el descanso
nocturno no sea en las mejores condiciones, estando afectados por el mal de
altura la mitad del grupo de seis que componíamos la comitiva viajera.
Amanece un nuevo y trasparente día, madrugamos para
continuar en dirección norte por la baldía Pampa Chijllas hacia las planicies
del Desierto de Siloli, donde se encuentran las Montañas de Colores y el curioso
Árbol de Piedra. Singular y caprichosa figura rocosa creada por el viento que
con forma de gajo de coliflor desafía a la gravedad. Continuamos nuestro
polvoriento recorrido atravesando la Pampa Ramadita, paralelos a la linde chilena
que apenas está a tres kilómetros donde se sitúa el Hito Ojo de Perdiz. El
constante y desolado entrono por donde nos movemos solo es interrumpido por los
volcanes que nos rodean, mostrándonos sus cetrinas laderas, paulatinamente mudadas hacia tonalidades ocres y granas
provenientes del bórax y azufre, minerales que se encuentran en sus entrañas.
Proseguimos nuestro periplo pasando
por diversas lagunas altiplánicas: Honda, Chiarcota, Hedionda, Cañapa, también con
hermosas imágenes de los flamencos reflejándose sobre sus aguas junto a las
montañas que las rodean. El tiempo es cambiante por estas latitudes, sol,
lluvia, aire, frio………….. y de nuevo sol, el espectáculo sobrecogedor, las
sensaciones sorprendentes, la vida en estos interminables existe eriales, los
colores asombrosos y el aire limpio y puro.
Comenzamos a descender para situarnos apenas por debajo de
los 4.000 m. llegando a unos paramos, donde en medio de unas formaciones
rocosas podemos divisar en la lejanía el humeante Volcán Ollagüe. Es aquí donde
descubrimos la "llareta", una planta muy longeva, llegando a
algunos ejemplares a tener cerca de tres mil años de antigüedad, uno de los
organismos vivos más añejos de nuestro maltratado planeta, desarrollándose
entre los 3.200 y 4.500 metros de altura, y a la que los lugareños le atribuyen
propiedades contra el reumatismo, la diabetes y la presión arterial, siendo
usada así mismo como combustible. Pariente del perejil, crece sobre las rocas
adaptándose a sus formas para que los vientos no la arrastren, siendo su
textura muy compacta hasta el punto que al tocarla no parece un vegetal sino
más bien una piedra, como un verde coral terrestre.
Al acercarnos a la insulsa localidad de Alota, pasamos por
la Laguna Turquiri y el Valle de las Rocas, con extrañas formaciones pétreas de
origen volcánico en donde imaginar a través de sus formas las figuras más
insinuantes. Este paraje está calificado como el mejor lugar para la escalada
deportiva (boulder) en Bolivia. Las alineaciones rocosas que por el
lugar existen son un espacio idóneo para esta actividad, y aunque no son muchos
los bolivianos que se dedican a esta práctica, si que se han acercado hasta
aquí renombrados "trepadores", poniéndolo de moda en competencia con
los ya consolidados lugares de este tipo de actividad: Bishop en California
(U.S.A.) o Peak District en Inglaterra, al igual que ha ocurrido con el
alpinismo de grandes paredes, entre el afamado Yosemite y los groenlandeses y
altivos picos de Tasermiut
Tras pasar por la anodina población y seguir nuestro
cenital recorrido llegamos a la aldea de San Agustín, que aun humilde es mucho
más vistosa y autentica que la de Aloa. Continuamos por territorios ya más
humanizados y menos elevados, sobre los 3.600 m. llegando a Julaca, pueblo
semiabandonado que nos recuerda los peliculeros del oeste americano. Solo
cuatro casas, la estación del histórico ferrocarril salitrero de Oruro a
Antofagasta y un desolado cementerio. Cruzamos el Salar de Chigüana,
desaguadero natural del Salar de Uyuni, donde en su orilla septentrional, algo
elevada y con unas magnificas vistas hacia el sur de su blanca planicie,
llegamos ya en avanzada tarde a las cercanías de la aldea de Colcha
"K", donde pernoctamos en un "Hotel de Sal", si tal cual,
construido y levantado con bloques de sal, hasta las camas tienen como soporte
ese mineral.
Nuevamente madrugamos, y mucho, conduciendo aproximadamente
una hora a oscuras por las que imaginamos blancas planicies del gran Salar de
Uyuni (ya que los conductores apagan las luces de los vehículos), para ver
amanecer en medio de la inmensidad salina desde la Isla Incahuasi (Casa del Inca), la más grande de las
33 islas que se encuentran en la zona central del salar, un extraordinario mirador de 360º. Esta atalaya
en medio de la impoluta y blanca llanura, está totalmente cubierta por imponentes cactus de hasta 10 metros de altura.
Formado por la evaporación de antiguos mares, a una altitud de 3.653 metros, una superficie en
continuo crecimiento de unos 12.000 km2 (como toda la provincia de
Salamanca), 120 km. de largo por 80 de ancho y una profundidad de hasta 120 metros, es la más grande extensión salina del mundo, con 10.000 millones de toneladas de sal de las que se extraen 25.000 cada
año, siendo así mismo la reserva más importante de litio del planeta, representando entre el 50 y 70 % de la producción mundial. Estando su lecho
formado por unas 11 capas del salino elemento,
cuyo espesor varía entre los 2 y 10 metros. Cifras que
acongojan pero que relegan en cuanto pisas su suelo, absortos por su sencilla y
a la vez dura belleza, un lugar único en el mundo.
No hay caminos trazados ni señales, todo lo que nos rodea
en los cuatro puntos cardinales es la blancura de la sal. Solo la memoria o la
intuición nos servirá de guía, pues su alto contenido en litio convierten en inútiles las brújulas, GPS y móviles, por lo que muchas personas se han extraviado confiados en estos instrumentos, llegando algunos a perecer deshidratados al no poder localizar una salida.
El efecto que nos genera su visión es la de un inabarcable desierto blanco, una albura infinita que cubre todo nuestro rededor, cielo y sal fundiéndose en el horizonte, con una cegadora e increíble luz, un
lugar donde se alcanza a perder la noción del tiempo, transformándose en un sitio
casi mágico. Espacio que no tiene parangón a ningún otro por la inmensidad y magnificencia
de su albina y enorme llanura, generando la sensación de hallarnos en medio de
una ficticia meseta, en la que el horizonte es el límite del cosmos. Perspectiva
solo interrumpida al norte por el mítico perfil del volcán Tunupa, que con sus 5321
m. según las creencias locales creó esta maravilla salada. Nos traslada una antigua
leyenda aymara: "que en la noche de
los tiempos, Tunupa, Kusku y Kusina, las montañas ubicadas al borde del salar,
eran gigantes. Tunupa y Kusku estaban casados, pero Kusku huyó con Kusina, lo
que generó que Tunupa se pusiera a llorar durante la lactancia de su hijo,
generando que sus lágrimas se mezclaron con su leche, formando el Salar, al que
se le conocía con anterioridad como el Salar de Tunupa". La magia de
estas fabulas del pasado han perdido parte de su hechizo, osándose a rivalizar
por estos lugares los vehículos del afamado rallye Paris-Dakar. Curioso nombre
el que mantiene esta competición que por tierras de la américa sureña, mantiene
como reclamo publicitario ciudades tan lejanas del continente europeo y
africano.
Proseguimos nuestro recorrido cruzando la ingente, extraordinaria,
afamada e impar albicie durante el resto de
la mañana, llegando a lo que en su día fue un contaminante Hotel de Sal
construido en medio del Salar. Que rodeado de patrióticas banderolas
multinacionales y un monumento al afamado rallye que paso por estos lares, hoy
se ha convertido en un simple, pero simple museo. Despidiéndonos del Salar de
Uyuni por su extremo oriental, donde se halla la aldea de Colchani, en la que sus habitantes subsisten con la extracción
de sal y las ventas de un mercadillo para turistas.
Antes de desembocar en la urbe de Uyuni, nos desviamos para
visitar un curioso, herrumbroso y destartalado cementerio de trenes.
Locomotoras a vapor del siglo pasado, o aun del anterior, vagones y enseres de
cuando el ferrocarril salitrero estaba en pleno apogeo, un espectáculo
surrealista en plena llanura a las afueras de la ciudad.
Uyuni,
con sus 60.000 habitantes es una localidad sin carisma, apenas un lugar de
servicios para los que van de paso o visitan el Salar, pero que sirve de
conexión para otros destinos, como era nuestro caso: comer, cenar, buscar un
sitio donde alojarnos, asearnos……….. y coger ese curioso tren con el que he
empezado este relato que ahora retomo.
Acomodados en un vagón casi vacío; pues aparte de nosotros
solo había una señora, lo cual se justifica por la categoría del billete
(asientos semi-cama, calefacción, azafato, televisión y desayuno), pues los
locales y los mochileros van en otro compartimento, por apenas una diferencia
de 5 €; nos disponemos a recorrer los 200 km. que separan las poblaciones de
Uyuni y Tupiza en unas 6 horas (a una media de 33 k/h. Pasamos las tres primeras dormidos a causa del
intenso día pasado, despertándonos sobre las 6 de la mañana en la estación de
Atocha, siendo la curiosidad del destino la que nos ha traído a la homónima
estación emblemática de nuestro ajetreado Madrid. Miramos aun soñolientos por
las ventanillas observando un espectáculo sobrecogedor, están apareciendo los
primeros rayos de sol que iluminan nuestras faces, pero no es el astro rey el
que esta vez nos sorprende en el amanecer, es el itinerario por el que
trascurre el ferrocarril. Enormes barrancos y abismos se divisan a nuestros
pies, cruzamos áridas y profundas quebradas producidas por las escorrentías de
siglos entre los que trascurre curva a curva el tren, insignificantes viaductos
sujetos con maderos salvan los siniestros barrancales, convirtiéndose este
trayecto sin duda en uno de los más turbadores y que ha generado más desasosiego
de los que mi ser ha recorrido, pero a la vez el que me ha originado más emoción
y arrebato.
De siempre me ha gustado viajar en tren: las salidas los
fines de semana a la sierra madrileña en el eléctrico de Navacerrada, los
viajes al Pirineo en el "Correo de Zaragoza" y el Canfranero, las
primeras salidas a los Alpes en los "chemines de fer" de Francia y
Suiza, el de todos los veranos a Soria desde Torralba, este sí que era bueno, y
otros tantos por la geografía patria. Pero este de Uyuni a Tupiza me ha
impactado en verdad, las vías son enormemente estrechas, el curvo y sinuoso
trazado desde Atocha a nuestro destino en permanente descenso, el agreste y
siniestro pero a la vez hermoso paisaje por el que discurre, el monótono
traqueteo de esta vieja vía férrea. Es como viajar en los primeros años del
siglo pasado cuando el tren se inauguró allá por el año 1913, con la seguridad
que desde entonces pocas o ninguna mejora en su trazado ha tenido. Pena que
estén construyendo la definitiva y ya asfaltada carretera a Tupiza, siendo el
futuro de este ferrocarril incierto, teniendo como el de otros tantos sus días contados.
Tupiza a orillas de su análogo rio es una población viva y colorida, sus pobladores en mayoría pertenecientes a la etnia "chichas" son gente humilde y agradable, duros y resistentes, de piel oscura y rasgada, estando curtidos por el entrono circúndate. Hasta aquí, en el culo del mundo, nos hemos llegado para comprobar la fuerza de sus quebradas, barrancos y portillas, para admirar los colores de sus tierras y para conocer sus formas de vida. Originariamente, en la antigüedad, Tupiza formo parte de un inmenso lago por el que las aguas buscaron una escapatoria, creando la garganta por la que hoy vemos fluir el rio.
Por este motivo, las rocas y las superficies de esta región han sufrido durante millones de años el efecto desbastador de la erosión, formando así los dentados cuchillares y los coloridos barrancos con rocas multicolores. Siendo por ello que podremos observar montañas de sugerentes tonalidades: rojo, gris, cenizo, azul y violeta, que nos sorprenderán y alegraran nuestra vista.
Siendo esta población y después de haber visitado la zona, es
el mejor lugar para contratar y realizar el recorrido por Uyuni, sus desiertos
y sus lagunas, en vez de hacerlo desde San Pedro de Atacama o Uyuni. Nos alojamos en
el muy aconsejable "Hotel Mitru" y a través de ellos y su agencia de viajes
"Tupiza Tours" contratamos las excursiones por la zona,
bien sabéis los que estas páginas frecuentáis, que no hago publicidad ni promoción
sin ton ni son, pongo lo que me parece bien y lo que quiero reprochar, es por
ello que estas gentes son merecedoras de aparecer positivamente en mis paginas
por su atención y profesionalidad, no como el guía-chofer que nos condujo por
las llanuras de Uyuni, sobre el que recae todo mi ingratitud, por cierto se
llama "Rómulo".
Si os acercáis por estas latitudes, pedid que "Freddy"
sea vuestro guía, seguro que os encantará más aun el recorrido, una persona
amante de su tierra, orgulloso de su gente los "Chichas", ameno, pausado,
informado y buen profesional.
El se encargó de enseñarnos los recónditos secretos de
estas tierras: La Poronga y Barranco del rio Tupiza, Cordillera Colorada, Quebrada
de Palmira con la Puerta del Diablo y sus petroglifos, Valle de los Macho y Cañón
del Inca, Rio San Juan del Oro donde se sitúa El angosto y El Toroyoj, Cañón
del Duende, Quebrada Palala del Valle de Chicheño, y El Sillar o Valle de la
Luna ubicado en el camino a San Vicente.
Población esta, donde fueron enterrados los famosos bandoleros
"yanquis" huidos a estas
tierras Butch Cassidy y the Sundance Kid, que fueron muertos por el ejército boliviano después de realizar
un último atraco en Tupiza. Su historia está perfectamente reseñada en la
famosa película de George Roy Hill, que premiada con cuatro Oscar y realizada
en 1967, tiene como protagonistas a Paul Newman y Robert Redford.
Tal vez la escapada de estos celebres atracadores fuera
debida no solamente por la persecución a la que estaban sometidos en los EE.UU.
eligiendo estos áridos barrancales para escabullirse, sino también por la
riqueza aurífera que tenia a finales del siglo XIX esta zona, de donde vine el
nombre de Rio San Juan de Oro. Aun en la actualidad se pueden encontrar entre
sus quebradas, pequeñas y humildes chozas donde bucólicos y románticos
buhoneros siguen afamados en la búsqueda del preciado mineral con las rústicas herramientas
de antaño, bateando las arenas de los ríos.
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