Aunque en total abarca una superficie de unos 300.000 km2; lo que corresponde al 30% de la superficie de todo el país chileno; lo que más se visita de estos inhóspitos lugares son apenas los 1.000 km2 que se sitúan en los alrededores de la otrora humilde y tranquila población de San Pedro de Atacama, conformando el área de la Reserva Nacional de los Flamencos. Dicen de este espacio, ser la zona más árida del planeta, y no debe de ser exagerada esta afirmación pues, aun manteniendo una serie de salobres y hermosas lagunas que contrastan con los secarrales paramos, la sequedad es la inmutable realidad de sus interminables y desérticos terrenos. Esto ha sido debido a las especiales condiciones climáticas a las que durante los últimos tres millones de años ha sido sometido por la fría corriente marina de Humboldt, que proveniente de la Antártida genera una inversión térmica y el casi permanente anticiclón del Pacifico, efecto que también ocurre en la costa occidental del áfrica austral en el Desierto del Namib, en este caso provocada por la corriente de Benguela.
Es precisamente su antiguo pasado
marino y la actividad sísmica generada por el plegamiento de la placa tectónica de Nazca; que choca contra la placa
Sudamericana intentando avanzar la una sobre la otra a razón de entre 7 y 8
centímetros por año; los elementos que configuran los especiales paisajes de
Atacama. Siendo precisamente esta lucha de placas lo que generan la gran
cantidad de terremotos a los que está sometido el alargado país andino y los
culpables de la creación de la gran cadena montañosa de los Andes que separan a
Chile de Argentina, elevándose anualmente por este motivo unos 2,5 ctm. Curioso
dato, que como nos contó jocosamente un chileno, pero que por su forma de
hablar parecía más que nada argentino: "Dios
hace crecer los Andes de forma permanente para que los argentinos no puedan
pasar a chile".
Estos territorios, hoy administrados por Chile, en el pasado formaron parte del territorio boliviano, siendo anexionados al país chileno en 1879 cuando gobernaba el presidente Aníbal Pinto, mediante la forzada Guerra del Pacífico también denominada Guerra del Guano y el Salitre, justificada por una subida de impuestos del gobierno boliviano a una compañía salitrera y de ferrocarril chilena que operaba en estos, por entonces territorios bolivianos, provocando la invasión de estos territorios así como del vecino Perú, secreto aliado militar del país de Bolivariano. De nuevo, la mano negra de los británicos del siglo XIX estuvo detrás de este conflicto en ayuda de los chilenos, a través de los intereses de Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, que de capital y gestión anglosajona, estimularon, sino provocaron el conflicto bélico.
Lugares con importantes yacimientos de cobre y salitre (fertilizante que nos trae a la memoria aquel famoso cartel del "Nitrato de Chile") en los dos países afectados. Hoy la superficie usurpada a Bolivia (120.000 km2) y Perú (40.000 km2) dan casi el 40 % de sus ingresos al estado chileno, siendo la compañía CODELCO (Corporación Nacional del Cobre de Chile); nacionalizada por el malogrado y recordado presidente Salvador Allende en 1971; quien explota las más grandes reservas de cobre del mundo y las segundas en molibdeno. Esto se realizó a través de una "reforma constitucional", pues la carta magna del país andino lo impedía. Quedando redactado el nuevo párrafo de esta manera…. "por exigirlo el interés nacional y en ejercicio del interés soberano e inalienable del Estado de disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, se nacionalizan y declaran por tanto incorporadas al pleno y exclusivo dominio de la Nación las empresas extranjeras, que constituyen la gran minería del cobre", estando aun en día bajo la explotación estatal estos recursos minerales. Deberíamos aprender algo los del otro lado del Atlántico, los de aquí, de cómo defienden los intereses nacionales otros países que hablan nuestra misma lengua, todo está con escarbar algo en la historia.
Con la memoria de esta ajetreada historia llegamos a San
Pedro de Atacama, antaño humilde poblado convertido hoy en bulliciosa y cara
urbe turística, pero que ha sabido mantener las señas de su identidad cultural
y urbana.
Recorrer sus animadas y arcillosas arterias, sobre todo las calles Caracoles y Tocopilla; llenas de comercios, agencias de viaje, restaurantes y tiendas de recuerdos, o sentarse tranquilamente a cenar en los locales que nos encontramos tras los rústicos muros de adobe que conforman sus travesías; es la forma de pasar los ratos al regreso de visitar sus rededores. Siendo recomendable frecuentar los restaurantes: Adobe, Sol Inti o La picada del indio, así como tomar una fría cerveza local, entre rancios carteles y agradables músicas de los 70, en el genuino y siempre ambientado bar ChelaCabur. Pero para nada es aconsejable hospedarse en el "Hostal Corvatsch" mediocre y caro, donde nos pueden engatusar ofreciéndonos contratar algunas de las excursiones que realiza su agencia "Expediciones Corvatsch" dándonos gato por liebre, no cumpliendo lo ofertado……… pero es el riesgo que conlleva el rápido crecimiento turístico de esta población y la búsqueda de "plata" rápida sin el menor escrúpulo.
Desde ella parten los recorridos para visitar sus lugares
más sugerentes: El Salar de Atacama y sus lagunas próximas como las de Chaxa y
los Barros Negros, las Lagunas Altiplánicas de Miscanti y Minique, los Geiseres
de El Tatio, el Valle de la Luna y de la Muerte, e ir a ver atardecer al lago
de Tebinquiche. Así como pequeñas aldeas llenas de encanto: Toconao, Socaíre,
Machuca y otras, y también observar los restos de las antiguas culturas
preincaicas que los antiguos atacameños, con más de 12.000 años de historia
(Quebrada de Maní) desarrollaron en estos inhóspitos territorios, habiendo
sabido domesticar estas yermas y estriles tierras de subsistencia viviendo de
la agricultura y la ganadería. Como prueba de ello quedan los vestigios de la
ciudad-fortaleza de Pukara de Quitor, la Numancia atacameña, que resistió a la
dominación colonial hispana durante 20 años. No quitándole merito a nada de lo
anterior, quiero resaltar de sus impresionantes paisajes sobre todo el Salar de
Tara, que situado a una altitud próxima a los 5.000 m. y sin apenas visitantes
sobrecoge por sus infinitos horizontes y los coloridos con los que regala
nuestras vistas, en verdad un variado y sorprendente lugar con magia, donde los
haya. Es prescindible acercarse a las lagunas De Piedra y Cejar, que muy próximas
entre si y cercanas a la población son, más que un espacio natural, las
piscinas de por allí, caras y bulliciosas.
Debemos ser cuidadosos con el mal de altura, o como le apodan
por estas latitudes "puna" o "soroche", se hace sentir a
partir de los 4.000 metros de altitud, agravándose cuando nos acercamos a los
5.000. Siendo el mejor remedio para mitigar sus efectos una infusión de
"chachacoma" al desayunar y tomarnos de vez en cuando un caramelo de
"coca", esto aliviará en parte nuestros males.
Compuestos por cuencas
y lagos de sal (salares), arenas y flujos de lava, estos
amplios horizontes, los tórridos coloridos de sus cambiantes tierras y los
azulones de las frías aguas de sus lagunas, son la constante de su yermo
paisaje, solo poblado por "ichu" o paja brava, una especie similar a
los espartos de aquí, que sirve de alimento a las vicuñas (camélido andino
origen de las domesticadas llamas). Sus limpios cielos estrellados que
podemos observar a más de 4.000 metros de altitud, su sequedad, la inexistencia
de nubes y la escasez de contaminación lumínica, convierten a este espacio en
uno de los mejores lugares del mundo para llevar a cabo observaciones celestes,
habiéndose puesto en funcionamiento en año 2011 las instalaciones del Observatorio Astronómico ALMA, uno de los más importantes
del planeta.
Un compendio y variado
panorama lleno de sugerentes sensaciones, que el turismo multicolor está
intentando domesticar, pero que las vigorosas fuerzas de la naturaleza ponen
con el paso del tiempo en su sitio. Un lugar inhóspito pero bello, extremo y
humano a la vez, recóndito y accesible, cielo y tierra, agua y fuego…………..
contrapuntos de unos paisajes que no podemos de dejar de admirar en las
lejanías de esa américa austral tan próxima a nuestra cultura.
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