lunes, 6 de abril de 2020

- Delta del Okavango y Parque Nacional de Chobe (Botswana)

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Séptimo de los artículos elaborados durante mi reclusión, internamiento y aislamiento coronavirulesco.
 
Nada más cruzar la frontera de Namibia y entrar a Botswana, paramos en la animada población de Shakawe para aprovisionarnos. Un nuevo país pero las mismas gentes, separadas por una frontera en línea recta de la que ellos no han sido protagonistas, una división negociada a muchos kilómetros de distancia de estas tierras, en otro hemisferio y por gentes con pieles de tonos más claros, que decenas de años después de estos repartos aun siguen ocasionando conflictos entre vecinos. 

Con una población que no llega a los 2.300.000 habitantes y una extensión de 600.000 km2, algo más que la de España, Botswana "la tierra de quienes hablan tswana", nos da la sensación al recorrerla de que está en buena parte deshabitada, siendo más fácil observar animales salvajes que seres humanos. Pese a estar cubierta en un 70% de su territorio por el desierto del Kalahari, es de los países africanos mas prósperos y el que más ha aumentado su renta per-cápita desde su independencia de los ingleses en 1966, en gran parte por la estabilidad política que ha disfrutado el país, en contraste con el resto de los países africanos. 

A mitad de camino aproximadamente, en las cercanías de la aldea de Ncamasere, hemos dejado una desviación a poniente que nos hubiera llevado un interesante lugar en arte rupestre bushman (bosquimano), las Tsodilo Hills, que además con sus 1.489 m. de altitud es el punto más elevado del país. Los roquedos que se encuentran en las colinas de Tsodilo, sirven de abrigo a uno de los centros más importantes de expresión pictórica del paleolítico en el sur del continente africano. Un conjunto de más de 4.500 dibujos de todo tipo con especial significado ritual y anímico, donde algunos de sus bocetos tienen una antigüedad de casi 24 000 años. Este lugar declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, ha recibido por algunos arqueólogos el apelativo de ser el "Louvre del desierto". 

Paralela al rio, que se le intuye a nuestra izquierda, la ruta transita por pequeñas aldeas que salpican el aplanado paisaje con desigual frecuencia. Vamos camino de Sepopa que se encuentra 60 km. más al sur, donde pasaremos la noche en el campamento Swamp Stop justo en la orilla diestra del Okavango, por fin hemos llegado al mítico río.
 
Delta del Okavango
Tras 1.400 kilómetros de un díscolo recorrido por Angola, Namibia y Botsuana, sus aguas no van a morir al mar como seria lo normal, sino que se extinguen en las arenas del desierto del Kalahari creando uno de los ecosistemas más asombrosos del planeta, el Delta del Okavango. 
 
Al contrario de lo que dicen multitud de publicaciones, el delta del Okavango no es el más extenso de su tipo, ya que le gana el delta interior del río Níger en Mali con 46.000 km², pero sí que es uno de los ecosistemas más insólitos de todo el planeta, ganándole con creces al gran río subsahariano en belleza paisajística, pero sobre todo en naturaleza y biodiversidad. El río Okavango, arrastra cada año casi 11 kilómetros cúbicos de agua hasta las sedientas arenas del desierto Kalahari, desvaneciéndose en medio de una elaborada y fina alfombra de tonos verdes y azules que se extiende por unos 15.000 km2, llegando hasta los 22.000 en la época de crecidas (casi como la Comunidad Valenciana), creando una amplia planicie aluvial en forma de abanico, en la que encontramos con una fascinante y compleja red de canales, islas y lagunas. Generando una intensa vida natural a las puertas del desierto, con una vegetación y fauna diversa y abundante, que activan por el ciclo natural del ritmo de las estaciones: de marzo a junio con las crecidas producidas por las lluvias en la cabecera del rio (Angola) y la época de estío de noviembre a marzo. Siendo este liquido elemento el que regula en el tramo final del Okavango, algunos de los ecosistemas más peculiares, diversos, genuinos y bellos de todo el planeta. 
 
La parte final de río Okavango, su original e irrepetible delta, es conocido como "la joya del Kalahari", un oasis de frescor y vegetación en medio de la aridez que domina el país. Producto de las periódicas lluvias subtropicales que ocasionan las crecidas del gran río conocido en Angola como Cubango, en Namibia Kavango y finalmente Okavango en Botswana. 
 
Un buen lugar para poder observar a los cinco grandes mamíferos "big five game": león, leopardo, elefante, rinoceronte y búfalo, a lo que en este caso se pueden unir: guepardo y licaón, para dar lugar a los siete magníficos "the magnificent seven" que pocos pueden ver en estado salvaje. 
 
Pero igual que puede ser un buen territorio para observar la fauna salvaje, es también un peligro, ya que aquí hay "reyes que pierden las coronas". Si no que le recuerden al "emérito" cuando en una madrugada de abril (el día antes al 14) del 2012, se rompió una cadera cuando asistía de forma sigilosa, opaca y casi clandestina a una cacería de elefantes en el Delta del Okavango, junto a su intima amiga la princesa serenísima Corinna zu Sayn-Wittgenstein, "Corina" para los íntimos. Esto provocó que cinco días más tarde los acontecimientos le obligaran a pronunciar una frase que ya es famosa "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir", y dos años más tarde su abdicación el 19 de junio de 2014 (anunciada el 5 enero de 2014, día de su 76 cumpleaños)………. ese tiro al elefante, sí que le salió por la culata. 
 
Hoy comenzamos a saber cómo y de donde el monarca se pagaba estos viajes, y porque lo hacía de forma tan discreta y secreta. Cazar a un elefante en Botswana sale por alrededor de 300.000 euros: 50.000 los permisos de caza, más los gastos de alojamiento en lodges de lujo con aeródromo privado, impuestos especiales, contratación de safaris con guías profesionales (Jeff Rann director de Rann Safaris), los rastreadores, los vuelos exclusivos, discretos y privados, así como el importe de los taxidermistas para que dejen el trofeo en buen estado, ya que con todo ese gasto……… hay que fardar. 

Se calcula hay 170.000 elefantes en todo Botswana, repartidos fundamentalmente aquí y en el P.N. de Chobe. Siendo precisamente durante el año pasado de 2019 cuando se derogó la moratoria a la caza de elefantes que había desde 2014 (dos años después del affaire de nuestro king), habiéndose autorizado una cacería controlada de 60 elefantes que se sacó a subasta por 2.000.000 €, llegándose autorizar hasta 272 de estos paquidermos para finales de año 2020. Medidas a las se han opuesto las organizaciones proteccionistas y ecologistas del país. 
 
La Ruta
Nuestro periplo por estas serenas aguas comienza en Sepopa, desde nos trasladamos en pequeñas embarcaciones a motor durante 90 minutos hasta Seronga (45 km. por el rio), recorriendo los canales del Okavango, a través de los miles y miles de plantas de papiro que hay en sus orillas, comenzando a divisar ya algunos ejemplares de su magnífica fauna. 
 
Es a partir de Seronga donde realmente comienza a formarse el delta, siendo la somera profundidad de sus aguas quien nos impide seguir con las lachas a motor, teniendo que hacerlo en los "mokoro", embarcaciones más planas de calado y guiadas por un perchero, como si de Venecia se tratase. Con este tipo de canoa tradicional (antiguamente se construían con los troncos secos de los árboles), y a través de densos canales de papiros y juncos, llegaremos a una pequeña isla ubicada en el medio del delta, donde acamparemos alrededor de una gran fogata, en uno de los escenarios más salvajes y hermosos de toda el África austral. En canoa y a pie visitamos los parajes próximos, observando su original vegetación así como también su fauna salvaje entre la que destacan hipopótamos, elefantes, búfalos, cebras, etc. y también culebras de agua y ranas, que se protegen entre los nenúfares en flor. En el delta del Okavango existe la única población de leones nadadores; éstos se ven forzados a entrar en el agua, que durante las crecidas llega a cubrir el 70% de su territorio, para cazar antílopes como los impalas.
Retornando a Seronga, toca pasar la noche y descansar en la soledad y tranquilidad del mismo cauce del rio, en el hotel-embarcación "MadiKubu", que se sitúa en la corriente principal del Okavango, entre el verdor de la vegetación y el azul de los laberinticos canales, lugar ideal para disfrutar de hermosos crepúsculos. Temprano en la mañana partiremos en avioneta desde el aeródromo de Seronga camino de Kasane, en el Parque Nacional de Chobe. Pero durante el recorrido sobrevolaremos la inmensidad del Delta del Okavango, dejando en nuestras retinas unas imágenes difíciles de olvidar de esta inmensidad desde la altura, descubriendo a vista de pájaro uno de los mejores parques nacionales de África. 
 
Chobe
Kasane, población de entrada al Parque Nacional de Chobe, es una pequeña urbe con unos impresionantes atardeceres a orillas del río Chobe, que fluye pertinaz desde el oeste, por territorios llanos como la palma de la mano. Ubicada privilegiadamente justo al lado de la encrucijada de cuatro países: Botsuana, Namibia, Zambia, y Zimbabue, la ciudad nos sirve de base para la visita de la valiosa naturaleza que se concentra en sus alrededores. Nos alojamos en el Water Lily Lodge, muy bien situado en su parte central, con vistas al rio y a su refrescante piscina. Lo regenta y es su propietario Walter Sánchez, un uruguayo y seguidor del Barça que lleva ya casi 35 años por estas latitudes, presumiendo de camaradería con el emérito monarca (por lo menos hasta septiembre de 2011, unos meses antes de affaire con el elefante). También nos organiza las dos visitas que realizaremos para observar su interesante naturaleza, que si bien son igual de sugerentes e interesantes, aquí resultan ser más domesticadas (y cómodas) que en los otros lugares que hemos visitado. 
 
El parque nacional de Chobe, se sitúa al noreste de Botswana y con una extensión de algo superior a los 10.000 km², es uno de los parque más afamados e importantes de toda África, por la variedad y abundancia tanto de vegetación como de fauna: búfalos, hipopótamos, antílopes, marabús, springboks, así como los esquivos leones, son algunas muestras de los animales que cada día regala Chobe a sus visitantes. Pero sobresale principalmente por la gran concentración de elefantes, de los que se calcula existen unos 120.000 ejemplares, algunos de los cuales son los más grandes de todo el continente, no siendo difícil el verse rodeados por ellos. 
 
Su proximidad a las Cataratas Victoria y la comodidad de realizar su visita, hacen que este espacio protegido sea en exceso visitado. Y aunque cuéntenle con una extensión considerable, su fauna se aglutina a lo largo del rio Chobe y en la franja continua a la línea de agua. Esto produce una cierta concentración de visitantes en momentos y lugares determinados, lo que genera un inconveniente para los que no somos gustosos de esas afluencias multicolores y gritonas y menos en un espacio natural de esta índole…….. me imagino que para los animales también. 
 
Desde el mismo embarcadero del lodge, partimos en una barcaza de bajo calado (pues las aguas aquí también son de poca profundidad) pero de buen tamaño, con unos 20 metros de eslora y una terraza en segunda cubierta desde la que se pueden sacar excelentes tomas a cierta altura. Durante el recorrido por todo el rio, que dura desde la hora de la comida hasta el ocaso del día, descubriremos el parque desde un punto de vista excepcional y privilegiado, pudiendo observar y casi tocar a toda la fauna que da vida las aguas del tranquilo Chobe. La pericia del piloto y las características de la nave, hace que podamos llegar hasta las mismas fauces de hipopótamos, búfalos, elefantes o cocodrilos. Todo con la comodidad de un buen asiento, protegido por la excelente sombra de un amplio toldo y con el regusto de poderte tomar incluso un gin-tonic o un vodka con naranja. Y el atardecer, con un intenso y rojo sol reflejándose en las calmadas aguas del rio, mientras se va escondiendo por la orilla de la vecina Namibia. No se puede pedir más cuando se está terminado un intenso viaje de 27 días en un camión acondicionado por cuatro de los países del áfrica austral, cruzando paisajes que nunca imaginarias poderlos ver en la realidad, pensando que esas imágenes solo se visionan el los documentales de la televisión. 
 
Al poco de amanecer nos dedicamos a la visita de la parte terrestre del parque nacional, transitando por la larga y arenosa llanura a través de caminos solo transitables para vehículos 4x4. Donde contemplar las imágenes de esa África idealizada y disfrutado de la abundante fauna que albergan estos lugares: jirafas entre los arbustos, antílopes perplejos a nuestro paso, manadas de elefantes bebiendo en el río, facoceros (los jabalíes africanos) en busca de comida, así como también la diversidad de aves que allí se concentra.
Desde Kasane en una hora de vehículo llegamos a Cataratas Victoria donde termina nuestro periplo por el África Austral, un recorrido de 7.840 km, al que hemos intentado sacarle el mejor partido……….. y creo lo hemos conseguido. El gran escritor norteamericano y gran amigo de aquella España que fue, Ernest Hemingway, nos dejó esta interesante frase: "Es bueno tener un final para el viaje, pero es el viaje lo que importa al final".

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