La costa peruana es prácticamente una sucesión de zonas
desérticas que se extienden desde la Atacama chilena hasta la frontera
ecuatoriana, y Nazca se asienta en una de esas zonas desoladas a mitad de
camino ente la línea costera y los Andes Occidentales. Lugar donde
prácticamente nunca llueve, lo que ha generado junto a la aridez del terreno, que
los rastros dejados por sus antiguos pobladores los "nazcas", sigan
aun siendo magníficamente visibles. Es lo que ha ocurrido con las enigmáticas y
famosas "Líneas de Nazca",
compuestas por varios centenares de trazos que incluyen: estrías, figuras de
animales, dibujos y formas geométricas cuidadosamente trazadas sobre la
superficie terrestre, integrando uno de los ejemplos más prodigiosos de las
culturas precolombinas, y que curiosamente solo son apreciables desde el aire.
Estos sorprendentes rasgos fueron realizados por la “Cultura Nazca” entre los siglos I y VII de nuestra era, superando en algunos casos los dos mil años de antigüedad. Se extienden sobre una superficie superior a los 750 Km². oscilando su tamaño entre los 50 y 300 metros. Su misterio reside en lo ininteligible que pudo representar el haberse realizado desde el suelo y únicamente perceptibles desde la altura a varios cientos de metros. Son imágenes ejecutadas a un solo trazo, surcos a ras de suelo de no más de 30 centímetros de profundidad, obtenidos al descarnar la pedregosa capa somera del terreno, que debido a la oxidación por lo general es más oscura, dejando al descubierto un fondo más claro, generando un perceptible contraste entre el color del terreno y la figura en cuestión.
Están elaboradas con una perfección increíble, aun cuando
algunas de ellas alcanzan varios kilómetros de longitud. No siendo este
fenómeno "artístico" único en estas latitudes, ya que se pueden
encontrar ejemplos similares en Chincha y Paracas también en Perú, las del valle de Azapa, Chiza, Tiviliche y Atacama en
Chile, ……… a más de 1.500 Km. o incluso en la selva amazónica brasileña y en Kazajistán, pero sí que las de Nazca son las más numerosas y
de las mejor conservadas. Asombrosas manifestaciones que dejan un sinfín de dudas
por resolver, los cuales terminan convirtiéndose en verdaderos e indescifrables
enigmas, superando los límites de la lógica y transportándonos hacia lo
imposible.
Los primeros datos documentados sobre estos anómalos grafitis
pétreos fueron del conquistador Pedro Cieza de León, que allá por el 1547 dejó
una crónica escrita sobre las hoy afamadas líneas, expresando que había visto
“señales en algunas partes del desierto que circunda Nazca”. Poco después de
que el cronista hispano observara “señales” sobre la llanura desértica, el
corregidor Luis de Monzón quiso darles una explicación, adjudicándoles en
1568 el adjetivo de "carreteras", meridiana simpleza para todo un
alto dignatario del virreinato de Toledo en Perú. Siendo los pilotos aéreos, ya
bien entrado el siglo XX, quienes trasladaron que lo que observaban desde la
altura carecía de toda lógica. Posteriormente llegaron los primeros vuelos
científicos, y personajes como Mejía Xesspe, Paul Kosok o la reconocida
arqueóloga María Reiche, verdadera
estudiosa de este fenómeno, al que ha
dedicado su vida. Siendo estos entre otros, los que dedicaron gran parte del
siglo pasado intentando aclarar los misterios (o acrecentarlos más si cabe) alrededor
a uno de los descubrimientos arqueológicos más inexplicables que existen. Pasando
las tesis de lo normal a lo paranormal, dejando teorías sobre: un calendario
astrológico, mapas o dádivas a los dioses celestiales.
Las conjeturas de los científico e investigadores, van
desde la probabilidad de que estos trazos fueran primarios "centros
ceremoniales" del oriundo pueblo Nazca, a las conjeturas sobre grafismos
hechos para enaltecer a los viajeros de otros mundos. Hay incluso quien plantea
que se tratan de pistas de aterrizaje para Ovnis. La ciencia y la arqueología
aún no han sabido dar una explicación lógica a tan extraño fenómeno, por lo que
las elucubraciones prosperan en la bibliografía pseudocientífica, y más en las
que dedican a lo paranormal, lo ignoto y el misterio, acrecentando las tesis
sobre la existencia de seres “extraterrestres”. Ya nos dejó alelados en 1968 el
controvertido escritor helvético Erich Von Daniken, cuando nos trasladó pródigamente
esta teoría en su libro “Recuerdos del futuro”, donde exponía que las
"Líneas de Nazca" eran un reflejo de visitas venidas de lejanos
planetas que dejaron huella a sus pobladores.
Para mí la tesis más verosímil es su uso como rito invocación del agua, buscando convertir estos estériles socarrales en las húmedas selvas amazónicas, por ello dibujaron los arboles y los animales en ellas existentes, como un llamamiento a los dioses para que sus tierras se convirtieran en u vergel.
Para mí la tesis más verosímil es su uso como rito invocación del agua, buscando convertir estos estériles socarrales en las húmedas selvas amazónicas, por ello dibujaron los arboles y los animales en ellas existentes, como un llamamiento a los dioses para que sus tierras se convirtieran en u vergel.
Pero yendo a lo práctico, y ya comenzado el sobrevuelo por
encima de estas áridas tierras, lo primero que divisamos es una mezcolanza de
“líneas y figuras geométricas” sin orden ni harmonía aparente. Como si desde la
altura alguien hubiese usado un "cúter", rasgando de forma
indiscriminada sobre las planicies rectas y planimetrías de cientos de metros.
Unas de las primeras figuras reconocibles que observamos se
encuentras en la ladera de un áspero y terrizo cerro. Es la conocida como el
"astronauta", una figura de semejanza humana de unos 30 m. con el
brazo extendido, como si quisiera saludarnos y desearnos buen vuelo. Magnifico
comienzo en una de las figuras más representativas de este singular paseo, pues
su silueta parece simbolizar algo que escapa de cualquier razonamiento lógico.
Las figuras se suceden una tras otra hasta que distinguimos
“El mono”, una de las más celebradas, con sus más de 135 m. y su enorme cola
formando una perfecta espiral, que para justificar su significado algunos dicen
que es la representación de la Osa Mayor. Pues una de las teorías sobre su
utilidad, es el que estas líneas y dibujos fuera un calendario en el que
estuvieran recogidas algunas de las constelaciones celestes.
Seguidamente avistamos un “pequeño perro” y de inmediato un
“colibrí”. Esta ultima una de las más sugerentes por lo equilibrado de sus
dimensiones. Le siguen “El cóndor”, de ciento cuarenta y dos metros, el gigante
de Nazca. Y a continuación “La araña”, uno de los de mejor realización y
detalle. Cruzamos por encima de otros dibujos de aves que representan “El
Papagayo”, "el Pelicano”, “El Alcatraz o Pájaro gigante”. Sobrecoge la
precisión de estas delineaciones, para las que quizás haría falta algo más
maña, debiendo de ser inevitables complejos cálculos matemáticos, así
como herramientas inexistente por aquellos tiempos, tal y como hemos visto
en otros lugares como Tiahuanaco o el Valle Sagrado de los Incas.
Nuestro piloto nos conduce ahora por encima de tres dibujos
diferentes, los únicos que son apreciables mínimamente desde un mirador situado
20 km. al norte de la población de Nazca, en un lateral de la Carretera
Panamericana, donde apreciamos las siluetas conocidas como “El árbol” y “Las
manos”. La tercera " El Lagarto", perfectamente definida, ha sido
amputada por la carretera Panamericana, que la ha partido en dos por su mitad.
Siendo en la actualidad este tipo de infraestructuras y el acceso que es su día
se realizo con el paso de vehículos todo terreno por la zona, el problema más
significativo para la conservación de este enigmático patrimonio.
Líneas kilométricas, dibujos que se aproximan al millar,
sensaciones, y la permanente duda sobre su motivación que posiblemente nunca alcancemos
a conocer. Obligándonos a seguir una búsqueda amasada en mil teorías y conjeturas,
tantas como señales hay marcadas en su suelo. Dudas ante nuestra ignorancia, pero…
reflexionamos, dándonos cuenta de que en el pasado hubo quienes fueron capaces
de destrozar la lógica consiguiendo sacar al mundo de su aburrida rutina……………
esta vez con la magia de uno de los lugares más increíbles y únicos del
planeta.
Independientemente de las imágenes puestas aquí, y de las que podéis observar en el enlace que antecede estas notas, para los curios@s que estéis interesados en indagar y curiosear, las líneas y las figuras son visibles en la página de Google Earth, buscando por Nazca y situándose al noroeste de la población.
Independientemente de las imágenes puestas aquí, y de las que podéis observar en el enlace que antecede estas notas, para los curios@s que estéis interesados en indagar y curiosear, las líneas y las figuras son visibles en la página de Google Earth, buscando por Nazca y situándose al noroeste de la población.
Pero lo que también nos ha traído hasta aquí, es conocer
algo más de estos pueblos precoloniales y preincaicos, cuya cultura se extinguió
hace cientos de años. Para ello, nada más descender de la avioneta, ya nos
estaba esperando un coche que habíamos contratado para que nos acercase a
través de la carretera Panamericana y una polvorienta pista, hasta el Cementerio de Chauchilla, un lugar en
medio de la nada, separado de población de Nazca unos 30 kms. hacia el sur. Un
sito que no puede ser más inhóspito e inhabitable, rodeado de campos yermos de
arena y cerros calcinados por el omnipresente sol.
Es uno de los pocos lugares donde se encuentran algunos de
los restos existentes de la "Cultura Nazca, desarrollada entre el 300 y el
1000 de nuestra era a partir de la de "Paracas" (que más adelante
veremos), pero posterior a esta. No existiendo conocimiento de ella hasta el
año 1901, fecha en que fue descubierta, siendo la civilización prácticamente
desconocida. La cerámica es su elemento más característico, sobresaliendo sobre
manera de ella, el dibujo y su magnífico colorido que abarca hasta once
coloraciones diferentes. También se conocen sus tejidos que son de una gran
calidad, superando aún a la cerámica por su colorido y la fantasía de la
decoración.
Aunque el fin primordial de la totalidad de los turistas
que viajan a Nazca, es sobrevolar las líneas, hay lugares arto interesantes no
lejos de ella que pasan desapercibidos, o no generan interés en la mayoría de
los visitantes. Siendo uno de ellos el mencionado Cementerio de Chauchilla,
un lugar
que no nos dejará indiferente al visitarlo. Una de las necrópolis más
antiguas y mejor conservadas que se puedan visitar no sólo en el sur peruano,
sino en toda América Latina. Remotos mausoleos en los que fueron enterradas
gentes muchos siglos antes de que surgiera en el lago Titicaca el gran Imperio
Inca.
Nada más comenzar la visita observamos
esparcidos por los laterales del camino que nos lleva de una tumba a huesos humanos
por todas partes, así como trozos de telas e inclusive cabellos enredados en
las piedras, restos de los escarnios realizados por los malotes. Pues durante
muchos años este cementerio “pre incaico” no se libró de los buscadores de
tesoros y "robatumbas, que desvalijaron los enterramientos y sustrajeron
todos los tesoros y objetos de valor que yacían junto a las momias, dejando a
su paso cadáveres semidesnudos y un gran número de tumbas arruinadas.
A cielo abierto, con apenas un rustico y pajizo techado
como protección, esta original y extraña necrópolis aún deja a la luz a un buen
número de cadavéricas momias, que a través de sonrientes rostros nos observan
desde la profundidad de un buen número de tumbas abiertas en el suelo, que
a pesar de tener en algunos casos más de mil años, se conservan en un aceptable
estado. Cuerpos colocados en posición fetal y envueltos en fardos de tela,
donde atónitos observamos el contraste de la blancura de sus cráneos con sus
oscuras mortajas de ajadas ropas, que se nos asemejan rancios y podridos sacos
de esparto. Entre los esqueletos y cráneos de este ancestral hipogeo, distinguimos
largas trenzas de cabello humano, que en algunos casos llegan a tener más de 2
metros, cuerpos momificados de niños en perfecto estado, así como vasijas de
esa vistosa cerámica, que al parecer guardaban restos de comida en ese viaje
final hacia la morada de los dioses. Estos restos momificados
de Chauchilla se conservaron en excelente estado gracias a las características
climáticas de una región árida y seca como pocas. Solo están
acondicionadas entre 20 y 30 hipogeos, pero al parecer son cientos los huecos
excavados en la zona, que revelan la actividad de una necrópolis de unos 2 kms.
de extensión.
Están datadas por los científicos que las han estudiado entre
el año 200 y el 600 de nuestra era, pero las teorías sobre su antigüedad disienten
de tal modo que hay arqueólogos que aseguran ser anteriores a Cristo, mientras
que otros afirman que su datación se acerca más al siglo X. En lo que sí coinciden
la mayoría, es que los enterramientos pertenecen a una importante cultura
pre-incaica denominada “Ica-Chincha.
Las decrépitas momias del Cementerio de Chauchilla parecen mantienen un callado diálogo con el silencio que las rodea, destierro con soledad. Apartada de todo y de todos, esta Necrópolis es mucho más sorprendente de lo que podamos llegarnos a imaginar. Llegar a este lugar, puede convertirse en una de las paradas más sorprendentes de Perú, un acercamiento a la historia perdidas culturas de las que casi todo se desconoce, ejemplo palpable de que la Arqueología todavía tiene mucho que hacer en este país. Museo al aire libre de muchas riquísimas y antiguas civilizaciones, que aún oculta en sus entrañas múltiples tesoros y secretos por revelar.
Las decrépitas momias del Cementerio de Chauchilla parecen mantienen un callado diálogo con el silencio que las rodea, destierro con soledad. Apartada de todo y de todos, esta Necrópolis es mucho más sorprendente de lo que podamos llegarnos a imaginar. Llegar a este lugar, puede convertirse en una de las paradas más sorprendentes de Perú, un acercamiento a la historia perdidas culturas de las que casi todo se desconoce, ejemplo palpable de que la Arqueología todavía tiene mucho que hacer en este país. Museo al aire libre de muchas riquísimas y antiguas civilizaciones, que aún oculta en sus entrañas múltiples tesoros y secretos por revelar.
Otro importante situado de la "Cultura Nazca" es Cahuachi, que ubicado en el curso medio
del río Nazca, está catalogado como el lugar mas importante de esta civilización
preincaica. Paraje remoto bajo la arena del desierto de Nazca, es hoy en día un
lugar poco frecuentado, estando aun sin terminar de desenterrar y restaurar. Pues
no ha sido hasta hace apenas 35 años, en 1982 cuando es "descubierto"
por el arquitecto y escritor italiano Giuseppe
Oreficci, aunque hace menos de 100 años, ya se sabía de su existencia y se
habían descubierto algunos restos.
Se encuentra ubicada a unos 28 km.
al oeste de la ciudad y al sur de las líneas de Nazca, abarcando una extensión de
aproximadamente 24 km2. En
Cahuachi se hallan enterrados por las arenas un número indefinido de de
elementos constructivos, entre los destaca la "pirámide" y su Gran
Templo, centro ceremonial de primer orden para estas gentes, que vivieron su
época de máximo esplendor entre aproximadamente el año 400 a.C. hasta el 500
d.C. Sin duda un emplazamiento sagrado habitado por una gran casta religiosa,
que en periodos de apogeo recibía miles de peregrinos que venían de todos los
valles aledaños, del que se cree que sus moradores fueron los constructores de
las Líneas de Nazca. Como ocurrió en otros lugares y de otras latitudes, los amantes
de lo ajeno no tardaron en llegar, desvalijando gran cantidad tesoros
arqueológicos, sustrayendo principalmente cerámicas y elementos rituales. Las
autoridades locales desafortunadamente no tienen suficientes medios y recursos
para controlarlos, motivando que en la actualidad se siga despojando el
yacimiento.
De regreso a Nazca, nos da tiempo visitar el taller de un alfarero quien nos da detalles sobre la evolución de la cerámica Nazca y nos indicara como las gentes de esta cultura realizaron sus bellos y coloridos trabajos de arcilla hace dos mil años. Así como un rustico taller minero, donde ver a los operarios separar el cieno de oro mediante unos enormes rodillo, mucha agua y el contaminante mercurio.
De regreso a Nazca, nos da tiempo visitar el taller de un alfarero quien nos da detalles sobre la evolución de la cerámica Nazca y nos indicara como las gentes de esta cultura realizaron sus bellos y coloridos trabajos de arcilla hace dos mil años. Así como un rustico taller minero, donde ver a los operarios separar el cieno de oro mediante unos enormes rodillo, mucha agua y el contaminante mercurio.
Nos dirigimos por la yerma línea costera hacia el norte,
observando un pálido y sutil atardecer desde el autobús que nos deposita ya de
noche en Paracas. Esta interesante
costera y marina población ahora está tranquila, pues aun no es temporada
playera, los que nos acercamos hasta aquí, a finales de su invierno austral, no
es por las playas ni el dorado de pieles, la bien definida península que la
protege ostenta una de las reservas marinas más grandes del Perú, con una gran
variedad de especies marinas y más de 200 tipos de aves, formando parte de uno
de los ecosistemas más importantes de nuestro maltrecho planeta. Lo primero en
la mañana, es embarcarnos para disfrutar de un paseo marino hasta el pequeño y
rocoso archipiélago de Islas Ballestas.
Durante el recorrido observamos en la orilla del mar, en medio de una arenosa y
altiva duna, la inconfundible imagen de un candelabro perfilada en su ladera.
No se sabe su misteriosa procedencia, ahí quien le atribuye 2.500 años de
antigüedad, pero su tamaño 180 m. de altura por 60 de ancho, pudiera tener como
origen la cultura de Nazca. Llegados a las islas descubrimos una importante
colonia de: pelicanos, pingüinos, lobos marinos y cientos de miles de aves
guaneras, siendo precisamente estas las que generaron en su día la explotación
del "guano" como primordial abono agrícola. Las sugestivas imágenes
de estos animales es complementada por las formas y contrastes de sus rocas con
el mar.
El resto de la mañana y gran parte de la tarde lo dedicamos
a la zona terrestre, que como el resto del litoral peruano es de una aridez
absoluta. La visita terrena a la Reserva de Paracas (en quechua "Lluvia de
arena") nos permitirá recrearnos no solo de magníficos y desérticos paisajes
costeros, sino también de sus rosados flamencos, que según algunos
historiadores, sus colores inspiraron la creación de la bandera roja y blanca
del Perú, cuando desembarco en estas costas el general San Martín durante la
lucha contra la colonización española. Durante el recorrido aprenderemos
algo sobre la "Cultura Paracas" (del 700 a.C. al 200 d.C.), gentes
que habitaron este litoral hace mas de 2.000 años, dejando como evidencia en
sus necrópolis y enterramientos de una gran diversidad de ricos tejidos, de tal
calidad que asombran al mundo actual por su gran perfección, los cuales
podremos visionar junto con sus curiosos cráneos alargados en el Museo Julio
Cesar Tello, celebre antropólogo peruano que dedico su vida al estudio de esta
cultura.
No quiero terminar este apartado de Paracas sin hacer
referencia al impresentable, maleducado, impertinente y déspota Sr. Zarcillo, gerente de la terminal de
los autobuses Cruz del Sur y propietario del hospedaje contiguo, así como dueño
de media población de Paracas, elemento al que en el pueblo detestan de forma
unánime, adjetivándole como un "ojo de pato", sic de libre
interpretación.
Desde Paracas, dedicamos una jornada para ir a la población de Ica, son apenas 70 km. lo que las separa, pero un monumental atasco en la "panamericana" que cruza la ciudad por la mitad, nos atrasa nuestros propósitos. Nos dirigimos directamente a las dunas de Huacachina, donde contratamos un "buggi" para zascandilear un rato por las arenas. Esto es de lo más loco, aunque pensándolo mejor, el loco es el conductor y todos los que en él nos hemos subido, pues nada más arrancar ya la velocidad y los saltos por los arenosos montículos son una prueba de fuego para mi serpenteada columna vertebral, pero la experiencia merece la pena, aunque solo sea por escuchar los gritos de las mozalbetas "cholitas" que nos acompañaban. Una vez ya terminado el paseo y depositados en tierra firme y segura, dedicamos unos instantes en visitar y recorrer el curioso oasis allí existente. En medio de este mar de dunas y arena, sin ningún signo de la más insignificante vida a nuestro alrededor, se halla una curiosa laguna de verdes aguas y frondosa ribera, eso sí, totalmente urbanizada en su rededor, pues se sitúa apenas 5 km. y 10 minutos de la turbulenta urbe de Ica. Como una gota de agua que subsiste, resiste y sobrevive entre las dunas de arena, el oasis de Huacachina es una discordancia de la estéril naturaleza de su entorno, pudiendo estar su origen en la ancestral leyenda que nos habla de las infinitas lágrimas de una desdichada princesa incaica.
Transformado ahora en lugar de actividades de "rezume adrenalítico", en tiempos este vergel, en medio de lo inhóspito, fue lugar de reposo y recreo de la burguesía más notable del Perú, aun se nota un toque vintage y decadente de aquellas épocas en sus palacetes y balaustradas.
Desde Paracas, dedicamos una jornada para ir a la población de Ica, son apenas 70 km. lo que las separa, pero un monumental atasco en la "panamericana" que cruza la ciudad por la mitad, nos atrasa nuestros propósitos. Nos dirigimos directamente a las dunas de Huacachina, donde contratamos un "buggi" para zascandilear un rato por las arenas. Esto es de lo más loco, aunque pensándolo mejor, el loco es el conductor y todos los que en él nos hemos subido, pues nada más arrancar ya la velocidad y los saltos por los arenosos montículos son una prueba de fuego para mi serpenteada columna vertebral, pero la experiencia merece la pena, aunque solo sea por escuchar los gritos de las mozalbetas "cholitas" que nos acompañaban. Una vez ya terminado el paseo y depositados en tierra firme y segura, dedicamos unos instantes en visitar y recorrer el curioso oasis allí existente. En medio de este mar de dunas y arena, sin ningún signo de la más insignificante vida a nuestro alrededor, se halla una curiosa laguna de verdes aguas y frondosa ribera, eso sí, totalmente urbanizada en su rededor, pues se sitúa apenas 5 km. y 10 minutos de la turbulenta urbe de Ica. Como una gota de agua que subsiste, resiste y sobrevive entre las dunas de arena, el oasis de Huacachina es una discordancia de la estéril naturaleza de su entorno, pudiendo estar su origen en la ancestral leyenda que nos habla de las infinitas lágrimas de una desdichada princesa incaica.
Transformado ahora en lugar de actividades de "rezume adrenalítico", en tiempos este vergel, en medio de lo inhóspito, fue lugar de reposo y recreo de la burguesía más notable del Perú, aun se nota un toque vintage y decadente de aquellas épocas en sus palacetes y balaustradas.
De retorno pasamos por polvorienta y
desastrosa ciudad de Ica, y de nuevo
el gran atasco. En ella visitamos el esqueleto del Santuario del
Señor de Luren, derruido en parte por un terremoto de 7,9 grados en 2007.
Temblor que solo ocasionó una víctima mortal en la persona del niño "Chicho",
suceso ocurrido justo al lado del templo Luren, lugar que han convertido la superstición
lugareña en un rancio y decrépito centro de peregrinaje en busca de curaciones
milagreras. Nosotros buscadores de milagros más piadosos y terrenales, nos
acercamos hasta las bodegas "Lazo", uno de los templos del país donde
se produce el mejor "pisco" de Perú, que por cierto tuvimos la
obligación de catar, como es menester.
Nuestro recorrido por los "altiplanos andinos" termina
en Lima, populosa población de cerca
de 10 millones de personas, ubicada a orillas del océano Pacífico y en la
ribera del río Rimac del que le viene su nombre. La capital peruana es el
centro político, financiero y comercial más importante del país, estando su
centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO desde 1991,
dado que posee gran parte de la arquitectura de su época colonial,
sobresaliendo sus vistosas y trabajadas balconadas.
Lima fue fundada el 18 de enero de 1535 por Francisco
Pizarro, como Ciudad de los Reyes, ya que fue el 6 de enero del año de creación,
cuando tropas del conquistador hispano encontraron el sitio ideal para
establecer la ciudad que pasaría a ser la capital de Nueva Castilla y
posteriormente del virreinato.
Suele ser la puerta de entrada al país (en nuestro caso de
salida), y en ella podemos disfrutar tanto del descanso como de la generosa y
buena gastronomía peruana. Pasear por las calles de casco antiguo, nos acerca a
la idea de cómo fue en el pasado, ofreciéndonos y sorprendiéndonos con una gran
diversidad de atractivos: iglesias y edificios coloniales, multitud de espacios
museísticos, galerías de arte, espacios arqueológicos, y una agitada y
callejera vida social. Solo por hacer una reseña destacar de entre los espacios
más interesantes: la Plaza de Armas o Mayor, la Catedral, el Palacio de
Gobierno, la iglesia y convento de San Francisco, la Plaza de San Martin o el
curioso barrio chino entre otros, sin dejar de visitar el Barrio de Miraflores
y realizar un sosegado paseo por su malecón. Podría resaltar más cosas, pero
creo que ya está bien de letras, para vosotros se os hará trabajoso el leerlas,
y para mi, un tanto vidrioso ya trasladar aquí todas esas vividas imágenes.
Termina con este párrafo un recorrido de casi un mes por interesantes
tierras de los altiplanos andinos, comenzado en tierras chilenas de Atacama y
finalizado en las aguas peruanas del pacifico sur, recorriendo entre medias las
bonitas y sugerentes tierras bolivianas y los feudos del antiguo imperio Inca…………..
espero que os halla resultado cuando menos interesante.
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