Es imposible adjetivar, definir y catalogar a Venecia con originalidad o de forma novedosa, ya que a esta irrepetible ciudad se la ha calificado de todas las formas posibles y imaginables, pues de ella se han llenado, desde tiempos inmemoriales, páginas y páginas de asombro y arrobamiento. Fue Petrarca quien definió la Venecia del siglo XIV como "mundus alter" (otro mundo), no siendo el toscano el único en trasladarle alabanzas, toda vez que escritores y poetas como Lord Byron, Thomas Mann, William Shakespeare, Daphne du Maurier o Brodsky nos ha dejado una imagen retorica de la ciudad de los canales. He querido encabezar este articulo como “Ciudad del agua”, pero seguro que ya alguien en el pasado se le ha ocurrido esta titulación, aunque no por ello me voy a ofuscar y retraer de insistir en esta nominación. Y aunque apodada como las otras acuáticas Venecias, (Ámsterdam, Aveiro, Brujas, Idaipur, Annecy, Breslavia, etc...) en las que poder encontrar similitud en la geografía de nuestro maltratado planeta, esta es “única, excepcional y sugerente” por cantidad de motivos que a través de estos párrafos voy a intentar trasladar.
Su singular construcción allá por el siglo V; en una laguna marina (similar a la albufera valenciana) a orillas de Adriático; fue debida a la protección que el agua le daba ante los ataque de las tribus germanas (los barbaros del norte), siendo el primer asentamiento importante la isla de Torcello, hoy apenas un pequeño poblado con apenas 11 residentes. Perteneciente al Imperio Bizantino o Imperio Romano de Oriente en sus inicios, Venecia fue adquiriendo putativamente su independencia a raíz del progresivo desmoronamiento de Bizancio, convirtiéndose en una soberana “Ciudad-Estado” regida por un Dux (líder). Con el saqueo de Constantinopla por parte de los cruzados en 1204 Venecia comenzó a destacar y monopolizar gran parte del comercio de todo el Mediterráneo, por aquel entonces, eje principal de orbe conocido, ya fueran cristianos o musulmanes.
En total la “ciudad de la laguna” estuvo gobernada durante su historia por 120 Dux, que al contrario del sistema hereditario de las vecinas monarquías europeas, estos eran elegidos entre los miembros “masculinos” de la aristocracia de Venecia, a través de un complejo y retorcido sistema de elección, teniendo sus poderes muy limitados. La primacía naval y comercial de Venecia durante la edad media; de la que merece la pena destacar la icónica figura de Marco Polo, emblemático buscador de nuevas rutas comerciales a oriente; entra en progresivo declive con el descubrimiento del continente americano por Cristóbal Colon y el consiguiente desplazamiento hacia las nuevas tierras colonizadas de los trayectos mercantes.
Es menester destacar que uno de los más rentables negocios para la urbe de los canales, era el trafico de esclavos eslavos (rusos) que eran vendidos en el norte de áfrica, así como los que se compraban en Alejandría para ser vendidos en Turquía. Esto, junto con el comercio de sedas y especias a través de oriente, generó que Venecia llegase a su máximo esplendor comercial a finales del siglo XIII, periodo donde hasta se dedicaron a acuñar moneda, el Ducado de Oro, que sirvió de referencia durante los tres siglos posteriores. Llegando al siglo XV como referencia de comercio mundial de la época, convirtiéndose en el mayor puerto del orbe, alcanzando los 200.000 habitantes, desarrollándose en ella la construcción de innumerables y lujosos palacios que fueron decorados por artistas de la talla de Tiziano, Tintoretto, Veronese, Canaletto o Giorgione entre otros.
A comienzos del siglo XVII la peste negra liquidó a un tercio de la población de Venecia que ya se encontraba en declive económico. Y a finales del siglo XVIII, en 1797, fue tomada por Napoleón, quien la saqueo sobre manera, desbalijando cualquier enser que pudiera tener valor. Así terminó once siglos de autárquica soberana de la que fuera una de las republicas más opulentas y viejas de Europa, cuyo dominio comercial se extendió por todo el Mediterráneo oriental, centro del mundo durante el medievo.
Después de un ajetreado siglo XIX, en 1866 y tras un plebiscito Venecia paso a formar parte de Italia.
Venecia está “alzada” sobre un archipiélago de 121 pequeñas islas, conformando seis barrios o “sestieri” donde viven actualmente unos 60.000 habitantes, que desarrollan su vida entre pequeñas callejuelas y unos 170 canales, aquí apodados “ríos”, que se extienden por una enrevesada red de más de 42 km. Estos son cruzados por 436 puentes que dan viabilidad a las comunicaciones (pedestres) de la ciudad, pues en Venecia están prohibidos los coches, autobuses, inclusive las bicicletas, siendo la única forma de desplazarse por ella caminando o en barca.
Sus edificios están sostenidos bajo enormes pilares de madera hincados el los cienos del agua, habiendo usado para ello más de 10 millones de postes de roble. No llegando a comprender cómo un material relativamente blando y de no muy difícil descomposición con la humedad. pueda soportar edificios tan majestuosos como la iglesia de Santa María de Salud. Siendo la falta de oxigeno al estar hundidos en los lodos, la existencia de unos microorganismos y estar sumergidos en aguas saladas, lo que genera la modificación de se estructura haciendo que se solidifique. convirtiendo la madera en un material tan duro como la piedra.
Declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, hace ya 35 años (1987), es una ciudad mágica, irrepetible y seductora, pero con un grave y ingente problema, ya que se hunde cada año 2 milímetros, pudiendo, de seguir esa progresión, dejar de existir para el año 2100, realizándose en la actualidad grandes esfuerzos por preservar los edificios y estructuras que aun bastante sólidas, el problema es de complicada solución.
Venecia es una sobresaliente joya del “Renacimiento”, pero ha sucumbido a su fama como algunas leyendas del “Rock”, debiendo de elegir muy bien cuando visitarla para no llevarnos una sensación negativa e incluso de rechazo. Considerando juiciosamente escoger épocas poco convencionales como puede ser los días de invierno y fuera también de la temporada de “Carnaval”, momentos en los que nos encontraremos con una Venecia de pocos foráneos, ataviada con vestido de diario y sus calles transitadas con gentes de lo cotidiano: barrenderos, albañiles, personas que van al trabajo, los que recogen la basura, repartidores, la señoras: María, Luccia, Assunta…… a sus cosas, los niños jugando al futbol en el Campo dei Gesuiti (Cannaregio) o el mendigo (si, en singular, pues en Venecia solo hay un mendigo) de la Ruga Vecchia San Giovanni (San Polo)….etc., cual si fuera una urbe normal de cualquier país normal.
No voy en estos párrafos a relacionar los lugares que en Venecia deberíamos de vislumbrar, pues en si toda la ciudad es una verdadera joya y además existe el gusto de cada uno en dedicarle los tiempos a sus preferencias, también de ser posiblemente el lugar del planeta de donde se hallan editado mas guías turísticas. Pero aun así me aventuro a trasladar unos consejos: por supuesto la Catedral Bizantina de San Marcos y el Palacio Ducal (un imprescindible-prescindible), las majestuosas iglesias de Il Frari o San Giovanni e Paolo, así como la coqueta Chiesa de Miracoli, sin dejarnos por supuesto la magnifica iglesia de Santa María Asunta en Torcello o el maravilloso ábside de Santa María y San Donato en Murano.
Pero lo mejor es recorrerla dejándonos que nos guíe el instinto, buscando esos coloridos y escondidos “Campos” (plazas), perdiéndonos por las laberínticas y estrechas callejuelas, como la Calle Varisco (Cannaregio) de apenas 53 ctm. de anchura, o atravesar los innumerables y minúsculos puentes para cruzar insignificantes canales que nos encontraremos en nuestro deambular, pasaderas qué incluso solo llevan a un portal. Es en estos recorridos donde observamos la Venecia mas autentica: con herrumbre y verdín, paredes rotas y desconchadas, grietas engrapadas y descascarillados. Una ciudad que huele a vieja a través de un recorrido por su parte trasera, por las sombras y el trasfondo. sin tiendas ni bares, solo los estrechos callejones que apenas dejan pasar la luz, pero que también es Venecia......... o quizás la verdadera Venecia.
Quiero trasladar unas curiosidades sobre esta bella urbe:
- La ciudad de los canales, en realidad solo tiene dos, el Canal Grande y el Canal Giudecca, el resto de los pequeños canales se les apoda como “ríos”.
- Recorrerla durante varios días nos puede llevar alguna decena de kilómetros, en nuestro caso se aproximaron, si no los superaron, al medio centenar....... si, y sin apenas enterarnos.
- Las normas de trafico (marítimo) en Venecia son un tanto típicas, los barcos a motor deben ir por la derecha y los botes a remo por la izquierda.
- Hay casas encantadas o malditas, Ca’ Darío, a la que los venecianos llaman “La casa que mata”. Donde los propietarios que tuvo durante 500 años murieron en extrañas circunstancias, y aun, hoy en día sigue sin dueño.
- Si toca, como fue nuestro caso, se produce un fenómeno denominado “aqua alta” por la que se producen inundaciones en toda la ciudad durante unas horas al menos un par de veces al año al subir las mareas.
- Por las tardes es aconsejable sentarnos, en algunos de los lugares apropiados, para tomarnos un Spritz veneciano, un apetecible cóctel compuesto por soda, vino blanco y Campari o Aperol, acompañado de una rodaja de naranja, una aceituna y hielo, se toma como aperitivo antes de la comida o la cena.
- Las afamadas “góndolas” de color negro, no siempre fueron de ese color, adquiriéndolo a raíz de la infección de peste negra que durante 1562 azotó la ciudad.
- Su famoso carnaval, hoy uno de los mas importantes del mundo, nació al disfrazarse clase alta para salir a la calle sin ser reconocidos por la plebe.
- En el Gran Canal hay 4 puentes, el ultimo construido en 2007 por el ingeniero valenciano Santiago Calatrava infraestructura que como otras tantas de este también ha generado controversias.
- A pesar de estar a nivel del mar, en Venecia bajan sustancialmente las temperaturas en
los gélidos días de enero, pudiendo vislumbrar desde las “Fondamente” (tramos de calle paralelos a un cañal y lugar donde atracan las barcas) mas occidentales del “sestier” de Cannaregio, las montañas nevadas de Belluno y Véneto distantes unos 50 km. de la ciudad de los canales.
Espero que disfrutéis de viaje por los canales de esta bella y, como veréis en las imágenes, tranquila ciudad.