Muchos son los avatares de la
historia, y muchas de las crónicas que hoy conocemos del pasado han sido
filtradas y trastocadas por los intereses de los poderes de entonces, ya fueran
religiosos o políticos, generalmente por aquellos tiempos fundidos los dos en
uno. Hoy los adelantos científicos, la dedicación de eruditos y estudiosos a
investigar nuestro pasado y el imparable ascenso de una sociedad cada vez mas
laica e incrédula con lo que nos han dejado escritos los interesados cronistas,
está haciendo que cada vez más la historia se asemeje a lo realmente acaecido
en tiempos pretéritos, aunque para ello todavía queda mucho, sobre todo en el
interior de nuestras mentes abotagadas durante tiempos por esas historias amañadas
y tuteladas.
Una de ellas, es la que se
refiere al que conocemos como "Camino de Santiago", ruta ancestral en
la historia, cuyo su origen se remonta a la noche de los tiempos. Los celtas y
otras tribus precélticas ya lo usaban como periplo de iniciación hacia una
nueva meta, y como senda por donde llegar el fuego eterno que veían al
atardecer en el sol del horizonte, elemento imprescindible en sus vidas
cotidianas para calentarse y alimentarse. Siempre hacia el oeste, hacia el
Finis Terrae marcado por la Vía Láctea, siguiendo la indicación de las
estrellas y convergiendo hacia la constelación de “Can Mayor”, donde se
encuentra la estrella Sirius, la más brillante de universo y que ha sido (aun
hoy lo es en algunas tribus animistas de África como los Dogones) elemento de
adoración por pueblos de culturas remotas. El más usado de todos sus
recorridos, el denominado Camino Francés, coincide casi en su totalidad con el
paralelo 42, en un itinerario esotérico de este a oeste, culminado siempre en
el mar desconocido, el "Mar Ignoto", en el Océano de los Muertos,
siguiendo el Camino de las Estrellas para regresar de nuevo a la vida.
La Vía Láctea es la constelación
más conocida y perceptible desde nuestra latitud. Desde tiempos inmemoriales los
distintitos pobladores del planeta nos hemos quedado fascinados al contemplar
este fragmento de firmamento, millones de miradas, de conjeturas, de teorías
sobre su origen, millares de argumentos sobre las señales que ella nos podría
enviar. El Camino de las Estrellas era el mapa escrito en la noche celeste,
sirviendo de manera infalible de guía hacia el Finis Terrae, lo que por aquel
entonces era el fin del mundo, o lo que es lo mimo, por donde llegar al cielo,
al paraíso. Debemos recordar que hasta no hace mucho más de 500 años aquí se
terminaba el mundo, todo lo demás era desconocido y enigmático.
Que San Yago no vino a España ni
vivo, ni muerto, es un hecho hoy en día incuestionable, y por tanto una entelequia
de la Edad Media para repoblar los desolados paramos castellanos. Como en otras tantas
cosas o emblemas, la iglesia se apropió de la simbología de este periplo, pues
necesitaba de hechos "materiales" para su expansión y colonización en
tiempos revueltos, como fue la reconquista de los territorios ocupados por los
musulmanes que invadieron la Hispania. Coincidiendo así mismo casualmente por
esas épocas, la proliferación de multitud de apariciones "marianas" a
medida que el avance de los de la cruz recuperaban territorios a los de la
media luna. La trasmutación de la ancestral ruta del "Camino de las
Estrellas" hacia fines religiosos, fue el amaño de un rey y un obispo en
el año 813, declarando sin ningún rigor histórico que en las proximidades de Iria Flavia (cerca de Padrón), se había
encontrado el sepulcro con los restos de Santiago que habían llegado desde
Tierra Santa en una embarcación de piedra, hecho que ha pasado a la
historia (aunque fuertemente acallado) como "la invención de
Teodomiro", pues este era el nombre del susodicho prelado gallego.
Cuando en realidad esos restos podrían ser con mas seguridad los de Prisciliano de Galicia (del que ya he comentado en el artículo dedicado a Noia y Compostela), obispo que fue de Ávila en el siglo IV y que por sus creencias fue declarado hereje por la propia iglesia a la que pertenecía, y aunque decapitado en las tierras germanas de Tréveris, su cuerpo fue trasladado (curiosamente por el mismo itinerario que me hace escribir estas letras) por sus discípulos y enterrado en la población gallega, donde posteriormente se dio como aparecidos a los del apóstol Yago, comenzando con ello la peregrinación que ha llegado hasta nuestros días. Interesante es el artículo referente a este hecho relatado por José Ramón Varela en su cibernética página: http://www.jrvarela.net/camino_de_santiago.htm
Cuando en realidad esos restos podrían ser con mas seguridad los de Prisciliano de Galicia (del que ya he comentado en el artículo dedicado a Noia y Compostela), obispo que fue de Ávila en el siglo IV y que por sus creencias fue declarado hereje por la propia iglesia a la que pertenecía, y aunque decapitado en las tierras germanas de Tréveris, su cuerpo fue trasladado (curiosamente por el mismo itinerario que me hace escribir estas letras) por sus discípulos y enterrado en la población gallega, donde posteriormente se dio como aparecidos a los del apóstol Yago, comenzando con ello la peregrinación que ha llegado hasta nuestros días. Interesante es el artículo referente a este hecho relatado por José Ramón Varela en su cibernética página: http://www.jrvarela.net/camino_de_santiago.htm
Pero volvamos a los misterios de
esta primitiva senda que hoy llamamos Camino a "Compostela" (Campo de la
Estrella). De incógnitos y enigmáticos orígenes, sus inicios están relacionados
por el símbolo de la oca, animal sagrado para los Celtas y sus sacerdotes
"druidas", pudiendo generar que esta ruta de peregrinación por los
territorios en los que estaban asentados en el occidente europeo, estuvieran
marcados con el signo de la “pata de la oca”, logrando haber sido sustituido
este símbolo por el de la “concha” o vieira, de fácil semejanza, durante la
ocupación y dominio de la península ibérica por el imperio romano.
La oca ha sido calificada por
algunas de las antiguas y mitológicas religiones como un animal benefactor y
sagrado. Ya en tiempos del Imperio Romano se le tenía como animal guardián de los
hogares, al agitarse sobre manera cuando se acercaban personas ajenas. En
algunos de los antiguos templo egipcios se han hallado representaciones, donde
salían estos alados animales del pecho de la momia del faraón.
Al juego de la oca se le
atribuye su origen (por parte de algunas teorías) en el Disco de Phainos,
descubierto en 1908 en unas ruinas de Creta (Grecia). Este anillo de unos 16
cm. elaborado en arcilla, tiene una antigüedad de aproximadamente 3.600 años y
en ambas caras contiene sendas espirales en las que aparecen diferentes
casillas, cada una de ellas con desiguales y enigmáticos dibujos, en ocho de
ellas vemos la figura de un ave, que bien podría ser una oca. Otros
investigadores sugieren su origen a los Templarios, los cuales podrían haber
utilizado en sus momentos de asueto en la liberada Jerusalén, las conchas del
“Nautilus” (molusco cefalópodo parecido al ermitaño que conocemos), el cual
juntamente con el uso lúdico, lo podrían haber usado como trasmisor de misivas
en clave, que sólo algunos miembros de la Orden, serian aptos de interpretar. La concha del Nautilus
(en forma de espiral equiangular) tiene 63 espacios, siendo quizás el origen de
las 63 casillas que el tablero del Juego de la Oca contiene.
Surgidos en 1119, estos
caballeros medievales tenían como función la custodia de los Santos Lugares de
Jerusalén durante las Cruzadas, como así mismo de las rutas y caminos que hasta
ella llegaban. Ya cristianizada esta ruta "Jacobea", se les encomendó
a estos guerreros del Temple la tarea de protección y resguardo en el Camino de
Santiago como lugar santo de peregrinación, por aquel entonces en la línea de
frontera con los reinos musulmanes. También se encargaron de salvaguardar a los
peregrinos de asaltantes (bandas organizadas en los Montes de Oca),
portazgueros (vascos y navarros exigían el pago del portazgos y en muchas
ocasiones secuestraban a los peregrinos usándolos como bestias de carga, así
como en Vega de Valcarce, donde desde el Castillo de Autares se les exigía el
Portazgo, instalándose los Templarios en el Castillo de Sarracín, para defender
a los Peregrinos del pago impositivo), y hospederos (como sabemos a través
de la historia de la Picara Justina en
Mansilla de las Mulas).
Estos singulares y
enigmáticos caballeros, seguidores de la Tradición Mágica en España, adoptaron
el "simbólico" Juego de la Oca como un manual secreto o mapa oculto, sobre
los lugares transitados durante las distintas etapas por tierras hispanas, para
transmitir sus mensajes y dotarse de claves misteriosas en sus itinerarios por
estas tierras de Iberia. Usando como reseña las señales que los "Maestros
Constructores" habían dejado durante las edificaciones en: catedrales, hospitales,
fortalezas, puentes, cruces, camposantos y otras construcciones, solo
reconocibles por los miembros de la Orden, aunque tuvieran diferentes idiomas,
pero no reconocibles para el resto de los esforzados peregrinos. Muchas de
estas señales o marcas hoy han desaparecido por el paso del tiempo, así como
por la mano del hombre y sus más insignes seguidores de la ortodoxia integrista
religiosa vestida de purpura.
Estos simples y nada
peculiares distintivos, posibilitaban un fácil reconocimiento por parte de la
población llana que no necesitaba saber nada de su velado alcance, además de
solucionar problemas idiomáticos y de analfabetismo, siendo su soporte, el
"tablero", cómodo de trasportar, intuitivo, perceptivo, sistemático,
metódico y fácil de usar. Al ser un simple juego en su uso habitual, fuera de
sus componentes cabalísticos, se extendió su uso allá por donde llegaba,
teniendo un verdadero surgimiento en nuestro país como juego de entretenimiento
en tiempos de Felipe II, donde ociosos nobles y gandules hidalgos empezaron a
paliar su aburrimiento con tan gracioso divertimento. Madrid era por aquel
entonces la capital del Mundo y todos los monarcas europeos estaban
influenciados por las modas de por aquí, influyendo nuestros gustos y usanzas
en cualquier corte europea que se preciara, provocando la extensión de este
juego por medio mundo, sustituyendo prácticamente al Ajedrez de Alfonso X en
las palaciegas monarquías europeas.
La Pata de Oca o el Caracol
eran los símbolos o distintivos que los "Maestros Constructores" colocaban
como señas de identidad en las iglesias, por aquel entonces románicas, siendo
de ellas las más bellas y enigmáticas las acometidas por los Templarios. Estos
caballeros que profesaban el voto de castidad, la renuncia del lujo, así como a
la ostentación y los placeres del resto de la nobleza, como torneos, fiestas y
cacerías. Tenían prohibido por sus normas y reglas los juegos de azar (dados y
ajedrez), pero el de la Oca no era un juego para ellos, era una guía encriptada
o cifrada. Guía que era memorizada y retenida de forma que no
se olvidase, convirtiéndose en la Guía del Camino de Santiago, los conocedores
de su secreta interpretación, de forma que cada casilla señalaba una etapa, y
su comienzo y final se mostraba mediante las enseñas que dejaban los Maestros
Constructores, gremio que posteriormente se trasformaría en arquitectos, y que
en los tiempos de la ilustración y hasta el siglo XIX y principios del XX, gran
parte de ellos pasarían a engrosar un grupo importante dentro de la masonería.
El arte románico en España y más
concretamente lo que mayoritariamente nos ha llegado de él, su arquitectura,
proviene del flujo cultural que representaba la Europa medieval, siendo el
Camino de Santiago uno de los máximos exponentes de la penetración de estas
construcciones en nuestro país. La influencia que ejercía el Camino como
introducción de ideas y conocimiento en su época, fue fundamental para el
desarrollo no solo de la arquitectura, también del resto de las artes y hasta
de la forma de pensamiento. El románico en la ruta de Santiago llego a su
máximo exponente “Románico Pleno” en tiempos del rey castellano Alfonso VI
(siglo IX), el cual tuvo una excelente relación con los caballeros del Temple.
Hay que destacar la analogía
entre los Templarios y las cuantiosas iglesias dedicadas a la Virgen, en
especial a las enigmáticas Vírgenes Negras, prodigas en el camino que nos
ocupa. Estos medio mojes, medio caballeros, con la cruz en una mano y la espada
en la otra, a lo largo del itinerario Jacobeo construyeron innumerables
enclaves y fortificaciones, invariablemente en situados de gran contenido
místico-mágico, siendo en gran parte los precursores de ese ingente trazado de
singulares edificaciones que abarcan desde el Pirineo francés hasta Compostela,
y más aun, hasta el “Fin de la Tierra” o San Andrés de Teixido, lugares dotados
sin duda de un encantamiento especial.
De estas construcciones aun quedan en pie valiosos exponentes como son: la insólita y misteriosa ermita de Eunate, la iglesia del Crucifijo en Puente la Reina, la octogonal iglesia del Santo Sepulcro en Torres del Río, todos ellos en Navarra, La iglesia de San Juan en Castrogeriz (Burgos), encontrándonos en León abundancia de ellos como: La iglesia de Rabanal del Camino, el Castillo de Ponferrada, el castillo de Sarracín en Vega de Valcarce, el Castillo de Balboa y en Galicia San Esteban de Barbadelo.
De estas construcciones aun quedan en pie valiosos exponentes como son: la insólita y misteriosa ermita de Eunate, la iglesia del Crucifijo en Puente la Reina, la octogonal iglesia del Santo Sepulcro en Torres del Río, todos ellos en Navarra, La iglesia de San Juan en Castrogeriz (Burgos), encontrándonos en León abundancia de ellos como: La iglesia de Rabanal del Camino, el Castillo de Ponferrada, el castillo de Sarracín en Vega de Valcarce, el Castillo de Balboa y en Galicia San Esteban de Barbadelo.
El Camino de Santiago es uno
de los "caminos iniciáticos" existentes por las distintas latitudes
de nuestro planeta: Camino de Ra, Osiris-Isis (recorriendo el Nilo desde el
lago Tana, pasando por el Sinaí y Palestina hasta llegar a las montañas del
Cáucaso). Camino de los Hijos del Sol (que partiendo del lago Titicaca recorre
los Andes, cruza la América Central para encontrase con Quetzatcoalt, la
serpiente alada de los Mayas y terminar en las Montañas Rocosas). Camino de las
Llamas (recorriendo Nepal, India, Tíbet y China, para absorber las energías de
las montañas del Kailas, Altái, y el Himalaya del Ladak). Y por último el que
motiva estas letras, el Camino de las Estrellas. Cada uno de ellos refiriéndose
a uno de los cuatro elementos, en nuestro caso el "Aire".
Y ciertamente, este sendero
que recorre nuestro norte peninsular, no es más ni menos que una gran "vía
iniciática", por la que a lo largo de siglos o tal vez milenios han
transitado ancestrales tribus, pateado por creyentes y profanos, así como reyes
y mendigos, concluyendo su periplo no frente a la tumba del Apóstol, sino mucho
más allá, pues no terminaba en Compostela, Santiago era sólo el último reposo
antes de llegar a final de la ruta, solo un camposanto donde sepultar los cuerpos
yacentes de los maestros. El sendero continuaba llamando a las gentes hacia el
Mar
Tenebroso, ese atormentado océano que sobrecogió a los súbditos de la imperial Roma cuando al llegar hasta allí, observaron como el Astro Rey era devorado en el horizonte por las furiosas y atormentadas aguas del infinito. En la escabrosa y truculenta Costa de la Muerte, uno de los lugares más mágicos de Europa, dominio donde se gestó el paganismo celta, enclave al que llegarse en un peregrinar místico en busca de la muerte para resurgir a una nueva vida. Un itinerario desde Orreaga (Roncesvalles) hasta Finisterre, recorre la geografía española con la seña de identidad de los Caballeros del Cisne, que con innumerables apelativos a estos ánsares: el Valle de Ansó, Nanclares de Oca, los Montes de Oca, los ríos Oyón, Oja y Oca, Castrojeriz (Ciudad de ocas), El Ganso, Manjarín (Hombre de Oca),Val de Oca, el puerto de la Oca, San Esteban de OCA y tantos otros, nos muestran la irrefutable relación de este ave con nuestra ruta, así como los poblados de Barjas o Quintela de Barjas relacionados con el apocope de "jars" que veremos más adelante.
Tenebroso, ese atormentado océano que sobrecogió a los súbditos de la imperial Roma cuando al llegar hasta allí, observaron como el Astro Rey era devorado en el horizonte por las furiosas y atormentadas aguas del infinito. En la escabrosa y truculenta Costa de la Muerte, uno de los lugares más mágicos de Europa, dominio donde se gestó el paganismo celta, enclave al que llegarse en un peregrinar místico en busca de la muerte para resurgir a una nueva vida. Un itinerario desde Orreaga (Roncesvalles) hasta Finisterre, recorre la geografía española con la seña de identidad de los Caballeros del Cisne, que con innumerables apelativos a estos ánsares: el Valle de Ansó, Nanclares de Oca, los Montes de Oca, los ríos Oyón, Oja y Oca, Castrojeriz (Ciudad de ocas), El Ganso, Manjarín (Hombre de Oca),Val de Oca, el puerto de la Oca, San Esteban de OCA y tantos otros, nos muestran la irrefutable relación de este ave con nuestra ruta, así como los poblados de Barjas o Quintela de Barjas relacionados con el apocope de "jars" que veremos más adelante.
Desde siempre se ha percibido
la correlación de las casillas del Juego de la Oca con las etapas del Camino de
Santiago. Cada representación de su encasillado en el juego, tiene su
complemento con una población, lugar o entorno de tramo en la ruta. El juego
sería el itinerario a seguir y las "ocas" encarnarían los emplazamientos
protegidos donde podrían refugiarse los caballeros del Temple o los peregrinos
iniciados que conocieran sus claves secretas. Las casillas con "ocas"
son: 5, 9, 14, 18, 23, 27, 32, 36, 41, 45, 50, 54 y 59, el resto de las celdas
importantes del tablero son: el puente - 6 y 12 (Estella y San Juan de Ortega),
la posada - 23 (Mansilla de las Mulas), los dados - 26 y 53 (Vega de Valcarce y
Astorga), el pozo - 31 (Arza), el laberinto - 42 (el caracol o espiral en
Belorado), la cárcel - 52 (León) y la muerte - 58, correspondiendo esta ultima
a Santiago de Compostela (lugar de
enterramiento). Representando a las "Ocas" Pamplona sería la primera
urbe de importancia una vez unificadas la rutas de Roncesvalles y Somport,
habiendo en sus aledaños dos puentes románicos. El nombre del río Arga, se
asimila a la palabra "jars" que significa oca en francés. Otra
posible población oca podría ser Puente la Reina, en donde se situaba
convento-hospital regentado por los caballeros del Temple. En Logroño hallamos
numerosos vestigios de San Yago, como por ejemplo en la iglesia dedicada al
apóstol, en la que destaca de su portada, junto a la imagen del Patrono de
España montado sobre un caballo, un Juego de la Oca con casillas jacobeas. La
localidad leonesa de El Ganso, junto con Nájera, Burgos, Castrojeriz, Rabanal,
O Cebreiro, podrían ser de esas casillas protectoras, correspondientes a sendas
"ocas".
El Temple fue acusado de venerar a Baphomet, que significa "cabeza"
(para muchos el cráneo de María Magdalena), algo que les costó la persecución y
condena por parte de la Santa Inquisición. La Magdalena es la Patrona del
Camino de Santiago y de la población de Vega de Valcarce, siendo los caballeros
de la intrigante Orden grandes devotos de esta Santa, a cuyos pies se representa
la Calavera o Muerte con Resurrección. Es precisamente por esta zona de
importante presencia templaría, a partir de Villafranca del Bierzo al
internarse en el Valle de Valcarce, cuando a la ruta se la comienza a denominar
como "Camino del Perdón", teniendo hasta llegar a O Cebreiro fuertes
connotaciones esotéricas y mágicas. Siendo una de ellas la propia iglesia de
Santiago en Villafranca, donde se localiza uno de los puntos de concentración de
máximas energías telúricas (constatable a través de un péndulo de radiestesia),
concretamente el lugar se encuentra frente a una columna, cuyo capitel encarna la
imagen de un buen número de serpientes. Curioso es constatar que en la iconografía
"druídica" de los celtas, las serpientes representaban las "wiwres"
o energías telúricas, siendo justo en este lugar donde pasados cientos de años
de estas ancestrales creencias se erige un templo cristiano consagrado al santo
del camino.
El Juego de la Oca tiene la
misma distribución del Disco de Phaistos (como ya he comentado anteriormente),
una espiral dividida en 63 casillas numeradas, cada una de ellas con el dibujo
correspondiente a su simbología. Siendo un recorrido por la misteriosa ruta en
un viaje de ida y retorno donde las casillas de la 1 a la 32 estarían en la
cara anterior, representando al camino de ida, mientras que en el reveso estarían
de la 33 a la 63, correspondiendo al itinerario de vuelta. El soporte o tablero
(como lo conocemos en la actualidad) no existía, eran sus elementos y claves de
interpretación lo que se conocía, ya que en realidad era dibujado sobre
cualquier soporte: pizarra, madera, mesas o sobre el mismo suelo.
En los primeros tiempos de
cuando los cristianos empiezan a peregrinar Compostela, perciben como los
lugareños que habitan esas tierras próximas al Camino, mantienen hondas costumbres
(para ellos paganas), refiriéndose a un Camino de Ocas o de Estrellas y de un
Campo Estrellado, hacia el cual se consigue llegar por un laberinto que es preciso
transitar a fin de conseguir la renovación de nuestro interior. Creencias y
dogmas ancestrales que son difíciles de modificar al estar muy arraigadas en
sus pobladores, por lo que deciden cristianizarlas. Encomendándoles
Muchos de los que hemos caminado por esta ancestral y
mágica ruta; negacionistas de la "fe" e incrédulos de las religiones;
hemos sentido ese algo especial a través de su polvoriento itinerario y no ha
sido la llamada de ningún dios. Es posible que las uniones de constelaciones
estelares, junto con el trashumar de atávicas culturas o el poso de las gentes
que por él han pasado dejando la huella de sus ser más profundo y real, se
encuentren en el ambiente de este camino, y que a cada paso y en cada cuesta
que ascendemos nos entren esos elementos hasta lo más profundo de lo que
algunos denominan "alma", pero que simplemente es un estado de ánimo.
Transformándonos en cada etapa, al acercándonos a esos primitivos seres que en
la noche de los tiempos pasaron por aquí antes que nosotros, en la búsqueda de
esa incógnita a la que nos dirige el sol hacia poniente, llegando a un mar
insalvable……………… tal vez, cuando se llega a ese punto final, se encuentre el
sentido a lo andado.
esta labor a
las Órdenes Religiosas, principalmente: Cluny, Cister y sobre todo el Temple, siendo
estos a partir del Siglo X quienes se encomiendan de las nuevas construcciones,
dotándolas de una simbología acorde al nuevo culto impuesto, el de los
seguidores de Cristo. Siendo de esta manera como la ancestral simbología de:
Patas de Oca, conchas, estrellas, perros, lobos o cuervos, son adoptados como alegorías
cristianas de nuevo cuño incorporándose a la peregrinación cristianizada. Esa conversión
del "pagano" camino, tuvo así mismo factores beneficiosos para
nuestra cultura y patrimonio, pues nos dejó como herencia un rico "usufructo"
de obras románicas y góticas, que complementan la arcana ruta, verdadera "Calle
Mayor de Europa", sobre la cual se forjó gran parte de la cultura y la religión en la Europa
Medieval.
Primer monarca que recorrió esta
ruta ya cristianizada fue Alfonso II "El Castro" rey de Asturias, que lo
realizo durante el siglo IX. Y su primer peregrino ilustre fue Gotescalc, obispo
de Le Puy (Francia), quien realizo el camino entre los años 950 y 951. Y no por
azar sigue el trayecto del retorno del cuerpo de Prisciliano a Galicia, toda
vez que Godescalco era cripto-priscilianista, movimiento secreto en tierras
galas que posteriormente daría lugar al movimiento "cátaro" (al que
ya me he referido en el artículo dedicado al Valle de Arán). Otro de los peregrinos asiduos y
bien conocido, fue Aymeric Picaud, monje francés y autor de la "Guía del
peregrino de Santiago de Compostela" escrita hacia el año 1140 e incluida
en el libro V del "Codex Calixtinus", también llamado "Liber
Sancti Jacobi".
Según el romancero castellano del poema épico medieval "Mío Cid", Rodrigo Díaz de Vivar, fue uno de los ilustres peregrinos que llegaron a Compostela a postrarse ante el Apóstol Santiago.
Según el romancero castellano del poema épico medieval "Mío Cid", Rodrigo Díaz de Vivar, fue uno de los ilustres peregrinos que llegaron a Compostela a postrarse ante el Apóstol Santiago.
También los Católicos Reyes
Isabel y Fernando, se acercaron hasta Compostela aprovechando ir a sofocar una
rebelión de un noble berciano de Ponferrada allá por el año 1486. En 1554, con
apenas 27 años y antes de viajar a Inglaterra para casarse con María I (María
Tudor), Felipe II fue otro de los visitantes santiagueños.
Al más común de los
recorridos que transitan las tierras hispanas, se le denomina como "El Camino
Francés", habiendo cantidad de localidades en la ruta que les viene el
nombre de los Francos (franceses) Villafranca. Así como la influencia de estos
en la actividad comercial de muchas partes de la ruta, en especial en
territorios leoneses, habiendo infinidad de reseñas a su toponimia en muchos
lugares y villas de la ruta: burgo francorum, vico francorum, rúa francorum,
etc.
Otra variable de camino el de
la letra "Tau" (T), que se puede observar en cantidad de lugares,
cruces y señalizaciones. Símbolo también originario de las antiguas culturas egipcias
o griegas, y que de muy antigua usanza, era utilizado por los del Temple. Pudiendo
significar el principio de lo femenino, ligado a las Diosas Madres.
El ultimo año jacobeo (cuando
la festividad del santo cae en domingo) fue en el 2010, no habiendo otro hasta
2021, en el que cumple 899 años, siendo el Papa Calixto II quien en 1122 lo
instauró (año en que se puso la última piedra de la Catedral de Santiago).
El tiempo, su azarosa historia y sobre todo sus singulares andariegos, han dejado numerosas leyendas, que trasmitidas boca a boca desde los tiempos remotos han llegado hasta nuestros días, cual si fueran las marcas dejadas en sus piedras por los anónimos canteros. Muchas de esas leyendas que hoy podemos comprobar están recogidas en algunos viejos códices, llegaron a ser muy populares entre los peregrinos, siendo generalmente divulgadas de forma verbal, siendo contadas al calor de una lumbre en las gélidas noches de invierno, o bajo las estrellas en los cálidos. Destacando de entre la multitud de ellas existentes: La Fuente Reniega en el Alto del Perdón, El Gallo de Santo Domingo de la Calzada, El Tributo de las Cien Doncellas, La Leyenda de San Xulián do Camiño, La Virgen del Camino en León, Las llagas de Pedro de Tolosa, El ahorcado que no murió, La Leyenda del paso Honroso (Hospital de Órbigo), El Misterio de Obanos, La Leyenda de Santa María de Eunate, El Hospital de Santa Cristina de Somport o La Leyenda del Puente de Zubiri y Santa Quiteria.
El tiempo, su azarosa historia y sobre todo sus singulares andariegos, han dejado numerosas leyendas, que trasmitidas boca a boca desde los tiempos remotos han llegado hasta nuestros días, cual si fueran las marcas dejadas en sus piedras por los anónimos canteros. Muchas de esas leyendas que hoy podemos comprobar están recogidas en algunos viejos códices, llegaron a ser muy populares entre los peregrinos, siendo generalmente divulgadas de forma verbal, siendo contadas al calor de una lumbre en las gélidas noches de invierno, o bajo las estrellas en los cálidos. Destacando de entre la multitud de ellas existentes: La Fuente Reniega en el Alto del Perdón, El Gallo de Santo Domingo de la Calzada, El Tributo de las Cien Doncellas, La Leyenda de San Xulián do Camiño, La Virgen del Camino en León, Las llagas de Pedro de Tolosa, El ahorcado que no murió, La Leyenda del paso Honroso (Hospital de Órbigo), El Misterio de Obanos, La Leyenda de Santa María de Eunate, El Hospital de Santa Cristina de Somport o La Leyenda del Puente de Zubiri y Santa Quiteria.
Hoy esta ruta, camino, sendero, vía o calzada es transitada
por miles y miles de peregrinos con diversas y contrapuestas motivaciones,
desde la religiosidad en la búsqueda de la fe, hasta esnobismo de moda que hoy
padecemos, pasando por la practica simple del senderismo cultural, o la búsqueda
iniciática que nos trasladará a las épocas precelticas. Sea el motivo que sea, este
mágico viacrucis pagano es hoy un destino para que multitud de personas de
distinta latitudes del planeta, al transitar serenamente por el largo discurrir
de sus senderos, alcancen a descubrir sensaciones desconocidas, que influirán
en su existencia a partir del paso por estas tierras.