lunes, 4 de julio de 2016

- Camino de las Estrellas…… los misterios de la ruta Jacobea

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Muchos son los avatares de la historia, y muchas de las crónicas que hoy conocemos del pasado han sido filtradas y trastocadas por los intereses de los poderes de entonces, ya fueran religiosos o políticos, generalmente por aquellos tiempos fundidos los dos en uno. Hoy los adelantos científicos, la dedicación de eruditos y estudiosos a investigar nuestro pasado y el imparable ascenso de una sociedad cada vez mas laica e incrédula con lo que nos han dejado escritos los interesados cronistas, está haciendo que cada vez más la historia se asemeje a lo realmente acaecido en tiempos pretéritos, aunque para ello todavía queda mucho, sobre todo en el interior de nuestras mentes abotagadas durante tiempos por esas historias amañadas y tuteladas. 

Una de ellas, es la que se refiere al que conocemos como "Camino de Santiago", ruta ancestral en la historia, cuyo su origen se remonta a la noche de los tiempos. Los celtas y otras tribus precélticas ya lo usaban como periplo de iniciación hacia una nueva meta, y como senda por donde llegar el fuego eterno que veían al atardecer en el sol del horizonte, elemento imprescindible en sus vidas cotidianas para calentarse y alimentarse. Siempre hacia el oeste, hacia el Finis Terrae marcado por la Vía Láctea, siguiendo la indicación de las estrellas y convergiendo hacia la constelación de “Can Mayor”, donde se encuentra la estrella Sirius, la más brillante de universo y que ha sido (aun hoy lo es en algunas tribus animistas de África como los Dogones) elemento de adoración por pueblos de culturas remotas. El más usado de todos sus recorridos, el denominado Camino Francés, coincide casi en su totalidad con el paralelo 42, en un itinerario esotérico de este a oeste, culminado siempre en el mar desconocido, el "Mar Ignoto", en el Océano de los Muertos, siguiendo el Camino de las Estrellas para regresar de nuevo a la vida. 

La Vía Láctea es la constelación más conocida y perceptible desde nuestra latitud. Desde tiempos inmemoriales los distintitos pobladores del planeta nos hemos quedado fascinados al contemplar este fragmento de firmamento, millones de miradas, de conjeturas, de teorías sobre su origen, millares de argumentos sobre las señales que ella nos podría enviar. El Camino de las Estrellas era el mapa escrito en la noche celeste, sirviendo de manera infalible de guía hacia el Finis Terrae, lo que por aquel entonces era el fin del mundo, o lo que es lo mimo, por donde llegar al cielo, al paraíso. Debemos recordar que hasta no hace mucho más de 500 años aquí se terminaba el mundo, todo lo demás era desconocido y enigmático. 

Que San Yago no vino a España ni vivo, ni muerto, es un hecho hoy en día incuestionable, y por tanto una entelequia de la Edad Media para repoblar los desolados paramos castellanos. Como en otras tantas cosas o emblemas, la iglesia se apropió de la simbología de este periplo, pues necesitaba de hechos "materiales" para su expansión y colonización en tiempos revueltos, como fue la reconquista de los territorios ocupados por los musulmanes que invadieron la Hispania. Coincidiendo así mismo casualmente por esas épocas, la proliferación de multitud de apariciones "marianas" a medida que el avance de los de la cruz recuperaban territorios a los de la media luna. La trasmutación de la ancestral ruta del "Camino de las Estrellas" hacia fines religiosos, fue el amaño de un rey y un obispo en el año 813, declarando sin ningún rigor histórico que en las proximidades de Iria Flavia (cerca de Padrón), se había encontrado el sepulcro con los restos de Santiago que habían llegado desde Tierra Santa en una embarcación de piedra, hecho que ha pasado a la historia (aunque fuertemente acallado) como "la invención de Teodomiro", pues este era el nombre del susodicho prelado gallego.
Cuando en realidad esos restos podrían ser con mas seguridad los de Prisciliano de Galicia (del que ya he comentado en el artículo dedicado a Noia y Compostela), obispo que fue de Ávila en el siglo IV y que por sus creencias fue declarado hereje por la propia iglesia a la que pertenecía, y aunque decapitado en las tierras germanas de Tréveris, su cuerpo fue trasladado (curiosamente por el mismo itinerario que me hace escribir estas letras) por sus discípulos y enterrado en la población gallega, donde posteriormente se dio como aparecidos a los del apóstol Yago, comenzando con ello la peregrinación que ha llegado hasta nuestros días. Interesante es el artículo referente a este hecho relatado por José Ramón Varela en su cibernética página: http://www.jrvarela.net/camino_de_santiago.htm 

Pero volvamos a los misterios de esta primitiva senda que hoy llamamos Camino a "Compostela" (Campo de la Estrella). De incógnitos y enigmáticos orígenes, sus inicios están relacionados por el símbolo de la oca, animal sagrado para los Celtas y sus sacerdotes "druidas", pudiendo generar que esta ruta de peregrinación por los territorios en los que estaban asentados en el occidente europeo, estuvieran marcados con el signo de la “pata de la oca”, logrando haber sido sustituido este símbolo por el de la “concha” o vieira, de fácil semejanza, durante la ocupación y dominio de la península ibérica por el imperio romano. 


La oca ha sido calificada por algunas de las antiguas y mitológicas religiones como un animal benefactor y sagrado. Ya en tiempos del Imperio Romano se le tenía como animal guardián de los hogares, al agitarse sobre manera cuando se acercaban personas ajenas. En algunos de los antiguos templo egipcios se han hallado representaciones, donde salían estos alados animales del pecho de la momia del faraón. 

Al juego de la oca se le atribuye su origen (por parte de algunas teorías) en el Disco de Phainos, descubierto en 1908 en unas ruinas de Creta (Grecia). Este anillo de unos 16 cm. elaborado en arcilla, tiene una antigüedad de aproximadamente 3.600 años y en ambas caras contiene sendas espirales en las que aparecen diferentes casillas, cada una de ellas con desiguales y enigmáticos dibujos, en ocho de ellas vemos la figura de un ave, que bien podría ser una oca. Otros investigadores sugieren su origen a los Templarios, los cuales podrían haber utilizado en sus momentos de asueto en la liberada Jerusalén, las conchas del “Nautilus” (molusco cefalópodo parecido al ermitaño que conocemos), el cual juntamente con el uso lúdico, lo podrían haber usado como trasmisor de misivas en clave, que sólo algunos miembros de la Orden, serian aptos de interpretar. La concha del Nautilus (en forma de espiral equiangular) tiene 63 espacios, siendo quizás el origen de las 63 casillas que el tablero del Juego de la Oca contiene. 

Surgidos en 1119, estos caballeros medievales tenían como función la custodia de los Santos Lugares de Jerusalén durante las Cruzadas, como así mismo de las rutas y caminos que hasta ella llegaban. Ya cristianizada esta ruta "Jacobea", se les encomendó a estos guerreros del Temple la tarea de protección y resguardo en el Camino de Santiago como lugar santo de peregrinación, por aquel entonces en la línea de frontera con los reinos musulmanes. También se encargaron de salvaguardar a los peregrinos de asaltantes (bandas organizadas en los Montes de Oca), portazgueros (vascos y navarros exigían el pago del portazgos y en muchas ocasiones secuestraban a los peregrinos usándolos como bestias de carga, así como en Vega de Valcarce, donde desde el Castillo de Autares se les exigía el Portazgo, instalándose los Templarios en el Castillo de Sarracín, para defender a los Peregrinos del pago impositivo), y hospederos (como sabemos a través de  la historia de la Picara Justina en Mansilla de las Mulas). 

Estos singulares y enigmáticos caballeros, seguidores de la Tradición Mágica en España, adoptaron el "simbólico" Juego de la Oca como un manual secreto o mapa oculto, sobre los lugares transitados durante las distintas etapas por tierras hispanas, para transmitir sus mensajes y dotarse de claves misteriosas en sus itinerarios por estas tierras de Iberia. Usando como reseña las señales que los "Maestros Constructores" habían dejado durante las edificaciones en: catedrales, hospitales, fortalezas, puentes, cruces, camposantos y otras construcciones, solo reconocibles por los miembros de la Orden, aunque tuvieran diferentes idiomas, pero no reconocibles para el resto de los esforzados peregrinos. Muchas de estas señales o marcas hoy han desaparecido por el paso del tiempo, así como por la mano del hombre y sus más insignes seguidores de la ortodoxia integrista religiosa vestida de purpura. 

Estos simples y nada peculiares distintivos, posibilitaban un fácil reconocimiento por parte de la población llana que no necesitaba saber nada de su velado alcance, además de solucionar problemas idiomáticos y de analfabetismo, siendo su soporte, el "tablero", cómodo de trasportar, intuitivo, perceptivo, sistemático, metódico y fácil de usar. Al ser un simple juego en su uso habitual, fuera de sus componentes cabalísticos, se extendió su uso allá por donde llegaba, teniendo un verdadero surgimiento en nuestro país como juego de entretenimiento en tiempos de Felipe II, donde ociosos nobles y gandules hidalgos empezaron a paliar su aburrimiento con tan gracioso divertimento. Madrid era por aquel entonces la capital del Mundo y todos los monarcas europeos estaban influenciados por las modas de por aquí, influyendo nuestros gustos y usanzas en cualquier corte europea que se preciara, provocando la extensión de este juego por medio mundo, sustituyendo prácticamente al Ajedrez de Alfonso X en las palaciegas monarquías europeas. 

La Pata de Oca o el Caracol eran los símbolos o distintivos que los "Maestros Constructores" colocaban como señas de identidad en las iglesias, por aquel entonces románicas, siendo de ellas las más bellas y enigmáticas las acometidas por los Templarios. Estos caballeros que profesaban el voto de castidad, la renuncia del lujo, así como a la ostentación y los placeres del resto de la nobleza, como torneos, fiestas y cacerías. Tenían prohibido por sus normas y reglas los juegos de azar (dados y ajedrez), pero el de la Oca no era un juego para ellos, era una guía encriptada o cifrada. Guía que era memorizada y retenida de forma que no se olvidase, convirtiéndose en la Guía del Camino de Santiago, los conocedores de su secreta interpretación, de forma que cada casilla señalaba una etapa, y su comienzo y final se mostraba mediante las enseñas que dejaban los Maestros Constructores, gremio que posteriormente se trasformaría en arquitectos, y que en los tiempos de la ilustración y hasta el siglo XIX y principios del XX, gran parte de ellos pasarían a engrosar un grupo importante dentro de la masonería. 

El arte románico en España y más concretamente lo que mayoritariamente nos ha llegado de él, su arquitectura, proviene del flujo cultural que representaba la Europa medieval, siendo el Camino de Santiago uno de los máximos exponentes de la penetración de estas construcciones en nuestro país. La influencia que ejercía el Camino como introducción de ideas y conocimiento en su época, fue fundamental para el desarrollo no solo de la arquitectura, también del resto de las artes y hasta de la forma de pensamiento. El románico en la ruta de Santiago llego a su máximo exponente “Románico Pleno” en tiempos del rey castellano Alfonso VI (siglo IX), el cual tuvo una excelente relación con los caballeros del Temple. 

Hay que destacar la analogía entre los Templarios y las cuantiosas iglesias dedicadas a la Virgen, en especial a las enigmáticas Vírgenes Negras, prodigas en el camino que nos ocupa. Estos medio mojes, medio caballeros, con la cruz en una mano y la espada en la otra, a lo largo del itinerario Jacobeo construyeron innumerables enclaves y fortificaciones, invariablemente en situados de gran contenido místico-mágico, siendo en gran parte los precursores de ese ingente trazado de singulares edificaciones que abarcan desde el Pirineo francés hasta Compostela, y más aun, hasta el “Fin de la Tierra” o San Andrés de Teixido, lugares dotados sin duda de un encantamiento especial. 

De estas construcciones aun quedan en pie valiosos exponentes como son: la insólita y misteriosa ermita de Eunate, la iglesia del Crucifijo en Puente la Reina, la octogonal iglesia del Santo Sepulcro en Torres del Río, todos ellos en Navarra, La iglesia de San Juan en Castrogeriz (Burgos), encontrándonos en León abundancia de ellos como: La iglesia de Rabanal del Camino, el Castillo de Ponferrada, el castillo de Sarracín en Vega de Valcarce, el Castillo de Balboa y en Galicia San Esteban de Barbadelo. 

El Camino de Santiago es uno de los "caminos iniciáticos" existentes por las distintas latitudes de nuestro planeta: Camino de Ra, Osiris-Isis (recorriendo el Nilo desde el lago Tana, pasando por el Sinaí y Palestina hasta llegar a las montañas del Cáucaso). Camino de los Hijos del Sol (que partiendo del lago Titicaca recorre los Andes, cruza la América Central para encontrase con Quetzatcoalt, la serpiente alada de los Mayas y terminar en las Montañas Rocosas). Camino de las Llamas (recorriendo Nepal, India, Tíbet y China, para absorber las energías de las montañas del Kailas, Altái, y el Himalaya del Ladak). Y por último el que motiva estas letras, el Camino de las Estrellas. Cada uno de ellos refiriéndose a uno de los cuatro elementos, en nuestro caso el "Aire". 

Y ciertamente, este sendero que recorre nuestro norte peninsular, no es más ni menos que una gran "vía iniciática", por la que a lo largo de siglos o tal vez milenios han transitado ancestrales tribus, pateado por creyentes y profanos, así como reyes y mendigos, concluyendo su periplo no frente a la tumba del Apóstol, sino mucho más allá, pues no terminaba en Compostela, Santiago era sólo el último reposo antes de llegar a final de la ruta, solo un camposanto donde sepultar los cuerpos yacentes de los maestros. El sendero continuaba llamando a las gentes hacia el Mar
Tenebroso, ese atormentado océano que sobrecogió a los súbditos de la imperial Roma cuando al llegar hasta allí, observaron como el Astro Rey era devorado en el horizonte por las furiosas y atormentadas aguas del infinito. En la escabrosa y truculenta Costa de la Muerte, uno de los lugares más mágicos de Europa, dominio donde se gestó el paganismo celta, enclave al que llegarse en un peregrinar místico en busca de la muerte para resurgir a una nueva vida. Un itinerario desde Orreaga (Roncesvalles) hasta Finisterre, recorre la geografía española con la seña de identidad de los Caballeros del Cisne, que con innumerables apelativos a estos ánsares: el Valle de Ansó, Nanclares de Oca, los Montes de Oca, los ríos Oyón, Oja y Oca, Castrojeriz (Ciudad de ocas), El Ganso, Manjarín (Hombre de Oca),Val de Oca, el puerto de la Oca, San Esteban de OCA y tantos otros, nos muestran la irrefutable relación de este ave con nuestra ruta, así como los poblados de Barjas o Quintela de Barjas relacionados con el apocope de "jars" que veremos más adelante. 

Desde siempre se ha percibido la correlación de las casillas del Juego de la Oca con las etapas del Camino de Santiago. Cada representación de su encasillado en el juego, tiene su complemento con una población, lugar o entorno de tramo en la ruta. El juego sería el itinerario a seguir y las "ocas" encarnarían los emplazamientos protegidos donde podrían refugiarse los caballeros del Temple o los peregrinos iniciados que conocieran sus claves secretas. Las casillas con "ocas" son: 5, 9, 14, 18, 23, 27, 32, 36, 41, 45, 50, 54 y 59, el resto de las celdas importantes del tablero son: el puente - 6 y 12 (Estella y San Juan de Ortega), la posada - 23 (Mansilla de las Mulas), los dados - 26 y 53 (Vega de Valcarce y Astorga), el pozo - 31 (Arza), el laberinto - 42 (el caracol o espiral en Belorado), la cárcel - 52 (León) y la muerte - 58, correspondiendo esta ultima a  Santiago de Compostela (lugar de enterramiento). Representando a las "Ocas" Pamplona sería la primera urbe de importancia una vez unificadas la rutas de Roncesvalles y Somport, habiendo en sus aledaños dos puentes románicos. El nombre del río Arga, se asimila a la palabra "jars" que significa oca en francés. Otra posible población oca podría ser Puente la Reina, en donde se situaba convento-hospital regentado por los caballeros del Temple. En Logroño hallamos numerosos vestigios de San Yago, como por ejemplo en la iglesia dedicada al apóstol, en la que destaca de su portada, junto a la imagen del Patrono de España montado sobre un caballo, un Juego de la Oca con casillas jacobeas. La localidad leonesa de El Ganso, junto con Nájera, Burgos, Castrojeriz, Rabanal, O Cebreiro, podrían ser de esas casillas protectoras, correspondientes a sendas "ocas". 

El Temple fue acusado de venerar a Baphomet, que significa "cabeza" (para muchos el cráneo de María Magdalena), algo que les costó la persecución y condena por parte de la Santa Inquisición. La Magdalena es la Patrona del Camino de Santiago y de la población de Vega de Valcarce, siendo los caballeros de la intrigante Orden grandes devotos de esta Santa, a cuyos pies se representa la Calavera o Muerte con Resurrección. Es precisamente por esta zona de importante presencia templaría, a partir de Villafranca del Bierzo al internarse en el Valle de Valcarce, cuando a la ruta se la comienza a denominar como "Camino del Perdón", teniendo hasta llegar a O Cebreiro fuertes connotaciones esotéricas y mágicas. Siendo una de ellas la propia iglesia de Santiago en Villafranca, donde se localiza uno de los puntos de concentración de máximas energías telúricas (constatable a través de un péndulo de radiestesia), concretamente el lugar se encuentra frente a una columna, cuyo capitel encarna la imagen de un buen número de serpientes. Curioso es constatar que en la iconografía "druídica" de los celtas, las serpientes representaban las "wiwres" o energías telúricas, siendo justo en este lugar donde pasados cientos de años de estas ancestrales creencias se erige un templo cristiano consagrado al santo del camino. 

El Juego de la Oca tiene la misma distribución del Disco de Phaistos (como ya he comentado anteriormente), una espiral dividida en 63 casillas numeradas, cada una de ellas con el dibujo correspondiente a su simbología. Siendo un recorrido por la misteriosa ruta en un viaje de ida y retorno donde las casillas de la 1 a la 32 estarían en la cara anterior, representando al camino de ida, mientras que en el reveso estarían de la 33 a la 63, correspondiendo al itinerario de vuelta. El soporte o tablero (como lo conocemos en la actualidad) no existía, eran sus elementos y claves de interpretación lo que se conocía, ya que en realidad era dibujado sobre cualquier soporte: pizarra, madera, mesas o sobre el mismo suelo. 

En los primeros tiempos de cuando los cristianos empiezan a peregrinar Compostela, perciben como los lugareños que habitan esas tierras próximas al Camino, mantienen hondas costumbres (para ellos paganas), refiriéndose a un Camino de Ocas o de Estrellas y de un Campo Estrellado, hacia el cual se consigue llegar por un laberinto que es preciso transitar a fin de conseguir la renovación de nuestro interior. Creencias y dogmas ancestrales que son difíciles de modificar al estar muy arraigadas en sus pobladores, por lo que deciden cristianizarlas. Encomendándoles
esta labor a las Órdenes Religiosas, principalmente: Cluny, Cister y sobre todo el Temple, siendo estos a partir del Siglo X quienes se encomiendan de las nuevas construcciones, dotándolas de una simbología acorde al nuevo culto impuesto, el de los seguidores de Cristo. Siendo de esta manera como la ancestral simbología de: Patas de Oca, conchas, estrellas, perros, lobos o cuervos, son adoptados como alegorías cristianas de nuevo cuño incorporándose a la peregrinación cristianizada. Esa conversión del "pagano" camino, tuvo así mismo factores beneficiosos para nuestra cultura y patrimonio, pues nos dejó como herencia un rico "usufructo" de obras románicas y góticas, que complementan la arcana ruta, verdadera "Calle Mayor de Europa", sobre la cual se forjó gran parte de la cultura y la religión en la Europa Medieval. 
 
Primer monarca que recorrió esta ruta ya cristianizada fue Alfonso II "El Castro" rey de Asturias, que lo realizo durante el siglo IX. Y su primer peregrino ilustre fue Gotescalc, obispo de Le Puy (Francia), quien realizo el camino entre los años 950 y 951. Y no por azar sigue el trayecto del retorno del cuerpo de Prisciliano a Galicia, toda vez que Godescalco era cripto-priscilianista, movimiento secreto en tierras galas que posteriormente daría lugar al movimiento "cátaro" (al que ya me he referido en el artículo dedicado al Valle de Arán). Otro de los peregrinos asiduos y bien conocido, fue Aymeric Picaud, monje francés y autor de la "Guía del peregrino de Santiago de Compostela" escrita hacia el año 1140 e incluida en el libro V del "Codex Calixtinus", también llamado "Liber Sancti Jacobi". 

Según el romancero castellano del poema épico medieval "Mío Cid", Rodrigo Díaz de Vivar, fue uno de los ilustres peregrinos que llegaron a Compostela a postrarse ante el Apóstol Santiago. 

También los Católicos Reyes Isabel y Fernando, se acercaron hasta Compostela aprovechando ir a sofocar una rebelión de un noble berciano de Ponferrada allá por el año 1486. En 1554, con apenas 27 años y antes de viajar a Inglaterra para casarse con María I (María Tudor), Felipe II fue otro de los visitantes santiagueños. 

Al más común de los recorridos que transitan las tierras hispanas, se le denomina como "El Camino Francés", habiendo cantidad de localidades en la ruta que les viene el nombre de los Francos (franceses) Villafranca. Así como la influencia de estos en la actividad comercial de muchas partes de la ruta, en especial en territorios leoneses, habiendo infinidad de reseñas a su toponimia en muchos lugares y villas de la ruta: burgo francorum, vico francorum, rúa francorum, etc. 

Otra variable de camino el de la letra "Tau" (T), que se puede observar en cantidad de lugares, cruces y señalizaciones. Símbolo también originario de las antiguas culturas egipcias o griegas, y que de muy antigua usanza, era utilizado por los del Temple. Pudiendo significar el principio de lo femenino, ligado a las Diosas Madres. 

El ultimo año jacobeo (cuando la festividad del santo cae en domingo) fue en el 2010, no habiendo otro hasta 2021, en el que cumple 899 años, siendo el Papa Calixto II quien en 1122 lo instauró (año en que se puso la última piedra de la Catedral de Santiago). 

El tiempo, su azarosa historia y sobre todo sus singulares andariegos, han dejado numerosas leyendas, que trasmitidas boca a boca desde los tiempos remotos han llegado hasta nuestros días, cual si fueran las marcas dejadas en sus piedras por los anónimos canteros. Muchas de esas leyendas que hoy podemos comprobar están recogidas en algunos viejos códices, llegaron a ser muy populares entre los peregrinos, siendo generalmente divulgadas de forma verbal, siendo contadas al calor de una lumbre en las gélidas noches de invierno, o bajo las estrellas en los cálidos. Destacando de entre la multitud de ellas existentes: La Fuente Reniega en el Alto del Perdón, El Gallo de Santo Domingo de la Calzada,  El Tributo de las Cien Doncellas, La Leyenda de San Xulián do Camiño, La Virgen del Camino en León, Las llagas de Pedro de Tolosa, El ahorcado que no murió, La Leyenda del paso Honroso (Hospital de Órbigo), El Misterio de Obanos, La Leyenda de Santa María de Eunate, El Hospital de Santa Cristina de Somport o La Leyenda del Puente de Zubiri y Santa Quiteria. 

Hoy esta ruta, camino, sendero, vía o calzada es transitada por miles y miles de peregrinos con diversas y contrapuestas motivaciones, desde la religiosidad en la búsqueda de la fe, hasta esnobismo de moda que hoy padecemos, pasando por la practica simple del senderismo cultural, o la búsqueda iniciática que nos trasladará a las épocas precelticas. Sea el motivo que sea, este mágico viacrucis pagano es hoy un destino para que multitud de personas de distinta latitudes del planeta, al transitar serenamente por el largo discurrir de sus senderos, alcancen a descubrir sensaciones desconocidas, que influirán en su existencia a partir del paso por estas tierras.
 
Muchos de los que hemos caminado por esta ancestral y mágica ruta; negacionistas de la "fe" e incrédulos de las religiones; hemos sentido ese algo especial a través de su polvoriento itinerario y no ha sido la llamada de ningún dios. Es posible que las uniones de constelaciones estelares, junto con el trashumar de atávicas culturas o el poso de las gentes que por él han pasado dejando la huella de sus ser más profundo y real, se encuentren en el ambiente de este camino, y que a cada paso y en cada cuesta que ascendemos nos entren esos elementos hasta lo más profundo de lo que algunos denominan "alma", pero que simplemente es un estado de ánimo. Transformándonos en cada etapa, al acercándonos a esos primitivos seres que en la noche de los tiempos pasaron por aquí antes que nosotros, en la búsqueda de esa incógnita a la que nos dirige el sol hacia poniente, llegando a un mar insalvable……………… tal vez, cuando se llega a ese punto final, se encuentre el sentido a lo andado.