Nos situamos a finales del siglo XIX, esa centuria de nuestra historia tan ajetreada, interesante, truculenta, intensa e incluso voluptuosa, que tanto me atrae de nuestro pasado no tan lejano. Es cuando, con el desarrollo del ferrocarril por la aparición de la “máquina de vapor” a finales del siglo XVIII, se extiende la llegada de esos caminos de hierro hasta los confines de la periferia Europea, es decir a Portugal y España. Ante la decisión de nuestros vecinos lusos de que Portugal necesitaba comunicarse con el resto de países europeos, y por parte española la necesidad de dar salida por el Océano atlántico a los productos de la meseta, se planifica una conexión ferroviaria entre Salamanca y Oporto por la rivera del Duero…………. estamos en el año 1881.
Comenzándose a construir esta novedosa infraestructura en agosto de 1883, realizándose un importante y espectacular "comienzo" como si fuera una inauguración, llegándose a usar en el evento un ingente volumen de dinamita para realizar 1.400 explosiones o voladuras de rocas, consiguiendo sorprender a los abundantes invitados al acto. Pues la última zona de su trazado en la parte Española, el barranco del río Águeda, fue donde los ingenieros debieron de esforzarse sobre manera ante lo intrincado del terreno, la existencia de rampas que superaban el 20 % de desnivel y encontrar curvas tremendamente cerradas, siendo necesario por ello la realización de un importante número de puentes y túneles.
Cuatro años más tarde, en diciembre de 1887, fueron concluidas las obras, siendo en el puente que cruza la desembocadura del Águeda en el Duero, donde se encontraron los convoyes español y portugués dando por inaugurada esta poderosa infraestructura, que uniría Salamanca con Oporto, estando considerada como "la mayor obra de ingeniería civil Ibérica del siglo XIX". Una vía de tren en paralelo a la frontera portuguesa por el río Águeda, pero centenares de metros por encima de su cauce, bordeando y transcurriendo entre potentes barrancos sobre impresionantes puentes de hierro.
En su construcción llegó a emplearse a 20.000 trabajadores, mano de obra barata procedente fundamentalmente de Extremadura, Galicia y Portugal. Sucediéndose numerosos conflictos sociales, huelgas y epidemias (tifus, paludismo, viruela) que originaron una alta mortalidad, así como una siniestralidad muy elevada, motivada por las malas condiciones laborales, también por las numerosas explosiones que se tuvieron que acometer debido a los obstáculos del terreno. Siendo el accidente más reseñable el ocurrido durante la perforación del túnel nº 1, donde una explosión ocasionó una gran inundación, en la que perecieron una veintena de operarios.
Y aunque las expectativas iniciales fueron elevadas, el ferrocarril nunca alcanzó la rentabilidad comercial esperada, que unido a la mejora de las conexiones del tránsito por carretera y al auge del uso del vehículo privado, provocó que la línea fuera clausurada en 1985, a pesar del rechazo de los vecinos de la zona que realizaron multitud de protestas y manifestaciones. Quedando en desuso y abandonado el tramo de 78 km de longitud, existente entre las poblaciones de La Fuente de San Esteban (Salamanca) y Barca d’Alva (frontera de Portugal).
Aun en este estado de olvido y dejadez por parte de las autoridades, en el año 2000 fue declarado Bien de Interés Cultural, comenzando por aquel entonces las cábalas de su posible reutilización. No siendo hasta que los dignatarios provinciales, ante el éxito de la rehabilitación del Caminito del Rey (Ardales – Málaga) o las Pasarelas del Congosto de Mont Rebei (Montfalcó- Huesca), se pusieran las pilas para actuar en su restauración y mejora, en el intento de revitalizar esta zona de "La Raya" fronteriza con nuestros vecinos lusos. Siendo en abril de este año 2021, cuando por fin ha sido abierto de nuevo al público como itinerario pedestre, siendo 135 años después de su puesta en marcha cuando de nuevo se ha revitalizado su uso, pensando que mas de cien años de historia pasa bajo nuestras botas.
No es un simple recorrido de lo que ahora se denominan “Vías verdes”, son cerca de 18 impresionantes y apasionantes kilómetros por el Parque Natural de las Arribes del Duero. Una ruta a través de las viejas vías, caminando por traviesas y balastros de piedra, rodeados de una naturaleza prácticamente intacta y recorriendo lo que todavía es un valioso patrimonio arquitectónico compuesto por veinte sombríos túneles abiertos en la viva roca, y una decena de singulares, sugerentes y altivos puentes de hierro que libran los barrancales de la ruta.
Un espectacular trazado realizado por insignes profesionales, proyectando una obra de ingeniería formidable y grandiosa, siendo calificada por expertos como sublime. Un trazado que desafía una difícil orografía casi intransitable, realizando uno de los itinerarios ferroviarios más sugerentes y singulares de todo el continente. Siendo el único trayecto de vía férrea en Europa declarado B.I.C. con categoría de Monumento. Hoy denominada como "Camino de Hierro" es una de las referencias turísticas del noroeste salmantino.
Su situación, altitud y orografía ha generado un peculiar microclima, que ha propiciado la existencia de foresta inusual en estas cotas de la meseta, como pueden ser almendros, chumberas, olivos y otros frutales que observamos al caminar organizados en pulcros y cuidados bancales de la zona portuguesa. Viendo como por encima de nuestras cabezas y fundidos en esta hermosa naturaleza y formando parte de ella, vuelan rapaces como el buitre leonado, el águila real y los alimoches, alegrando nuestro caminar al percibirlos.
Han pasado casi 25 años de cuando transité estos raíles por primera vez durante una Semana Santa de 1997, al acercarnos a Las Arribes del Duero en su parte hispana. Ahora se encuentra ya reparada y en perfecto estado, después de su reparación y adecuación durante los últimos años y abierta al público en la primavera de 2021, con una inversión de algo más de un millón de euros.
Me quedan buenos recuerdos de aquel recorrido: dormimos en la estación ya que llegamos al anochecer y partimos de mañana temprana para el itinerario de los “Puentes y túneles”, siendo en total 10 personas las que recorrimos el trayecto sin ver a ninguna otra alma en todo el itinerario. Por aquella época el estado de los puentes y en general del camino estaba aceptable, al parecer el posterior deterioro de los últimos años, hizo clausurar la travesía por su elevada peligrosidad.
La ruta comienza en la vieja estación de La Fregeneda (a dos kilómetros de la población), en el paraje conocido como Valdenoguera, lugar donde dejaremos el vehículo.
Al poco de comenzar nos encontramos con el primer y poderoso túnel que alcanza una longitud de 1,540 m. es conocido como de ‘la Carretera’, ya que pasa por debajo de la vía de acceso que une Salamanca con La Fregeneda. Pese a su largo trecho, se distingue un puntito de luz al fondo que nos indica la desembocadura, pese a lo cual aun se tarda en ver cómo se va haciendo más grande. Siendo en su salida cuando realmente nos damos cuenta de donde estamos, bajo nosotros a nuestra izquierda observamos las arribes del río Morgáez (arribe = valle profundo). De este túnel y aquella salida de 1997, aun me queda algún recuerdo en un dedo de mi mano izquierda. Una vez que se hace la luz, nos espera el pequeño puente Pingallo de 11 metros y el túnel de Las Majadas (2) con sus apenas 33 m.
A los 4 km. del comienzo nos encontramos uno de los puntos singulares del recorrido, el túnel nº 3 o de Morgado de 423 m. de longitud. El diseño de este túnel en “curva” de 180º, tiene que ver con la dirección del recorrido, ya que la vía gira para adentrarnos definitivamente en los barrancos que forman las aguas del río Águeda en su camino hacia el Duero. Esta fuerte curvatura genera que un trozo de su recorrido sea totalmente en la oscuridad más absoluta, lo que ha producido con el tiempo de abandono y la inactividad ferroviaria que en esas tinieblas se asiente una colonia de murciélagos catalogada como única, ya que es una de las más numerosas de la Península Ibérica llegando a tener unos 12.000 ejemplares. Aun sin verlos, pues las luces de nuestras linternas no pueden dirigirse a ellos, el olor, los ruidos, y el caminar por sus residuos nos da cuenta de su existencia por encima de nuestras cabezas. El “guano” o los excrementos de estos mamíferos voladores, al caminar sobre él y en penumbra, da la sensación de transitar por una alfombre bien mullida, y eso que tras la rehabilitación de la vía gran cantidad de estos restos fueron eliminados, notándose una fuerte disminución en su espesor.
A la salida ya nos encontramos en pleno valle del río Águeda, que luce esplendoroso y encañonado 200 mts. bajo nosotros haciendo al mismo tiempo de frontera con el país vecino (divisoria que llega a extenderse hasta 40 km.). Ya no nos abandonará durante todo el recorrido, generando a ratos en nuestros ojos unas imágenes llenas de naturaleza, acompaña en todo el trazado. Apenas después y situado entre los túneles 3 y 4 nos topamos con el puente del Morgado, que con sus 105 metros de largo y 21 de altura, nos ofrece unas vistas del río.
Pasados 600 metros, nos encontramos con una roca granítica, que lleva de nombre de Poyo Rubio, y que atravesamos con un túnel (4) recto de 84 mts. Justo a la salida del pasadizo cruzamos por el puente Poyo Rubio tiene una longitud de 133 mts. y 25 de altura. Es este puente es unos de los más vistosos de toda la ruta debido a la formación rocosa que podemos divisar a nuestra espalda y a la dualidad de oscuridad y luz que genera esta espacio.
Abandonamos esa luminosidad unos 300 mts. mas adelantes para cruzar los prácticamente seguidos túneles de La Belleza (5) de76 m. y el del Poyo Valiente (6) con 358 m. También Poyo Valiente se llama el impresionante puente que hay justo a la salida del túnel, una de las obras de ingeniería más complicadas de la ruta, provisto de una estructura metálica realizada en curva única en Europa, con 138 mts. de largo y 23 de altura sobre el barranco.
El Águeda nos sigue acompañando en nuestro transitar, divisando como los campesinos portugueses tienen perfectamente cuidados sus campos, cultivados fundamentalmente de viñas, olivos y frutales, divisando por encima de ellos la aldea de Escalhão, distante de nosotros unos 5 km. hacia poniente.
Continuamos cruzando los túneles del Pico (7) con sus 46 mts. Cega Verde (8) de 86 m. Martín Gago (9) 62 m. La Cortina (10) 78 m. Cega Viña (11) 94 m. y Los Llanos (12) que con 149 m. nos sitúan ya pasada la mitad de la ruta. Tras salir del puente de Los Llanos nos damos de bruces con el impresionante puente del Lugar, que con sus 140 mts. es el más largo de la ruta, sirviendo para salvar el arroyo del Lugar que discurre a sus pies 60 m. más abajo. Atribuido a la escuela de Gustave Eiffel, su tránsito es uno de los momentos más sugerentes de la ruta, debiendo de pararnos a mitad del mismo para contemplarlo en toda su dimensión.
Atravesamos el túnel del Lugar (13) de 127 mts. el de La Barca (14) con 135 y el de los Poyos (15) de apenas 37. Este ultimo previo al también espectacular y majestuoso puente de Los Pollos, que sobre el arrollo del mismo nombre, se yergue a 50 metros de altura, con una longitud de 135 mts. sirviendo para superar el desnivel más acentuado de todo el trayecto.
Estamos situados en el km. 12 de la ruta y nos disponemos a cruzar otro de los túneles largos el de La Porrera (16) de 329 m. A continuación el puente de los Riscos de 71 mts. y los túneles de los Riscos (17) con 200 m. de transito y del Gazarro (18) de 72. Estamos en zona de abundantes chumberas que nos muestras sus frutos al pasar, con la permanente imagen del Águeda cada vez más cercano.
Cada vez nuestra vista observa como las imágenes de civilización vas en aumento, es la señal inequívoca de que nos estamos aproximando hacia el final del recorrido. Solo nos queda cruzar por el puente de Las Almas de 136 mts de largo y 26 de altura, sobre el que recae una maldición pues en él descarriló un tren, precipitándose uno de sus vagones al arrollo pereciendo todos sus ocupantes, de ahí el nombre de Barranco de Las Almas. Posteriormente pasar los túneles de Las Almas (19) de 73 m. el del Muelle (20) con 329, y el pequeño puente del Embarcadero, que cruza por encima de la carretera que accede al Muelle Vega Terrón, para llegar hasta el Puente Internacional y donde se localiza la frontera entre los dos países, línea que afortunadamente hora ha desaparecido.
Es aquí donde el Duero se hace cien por cien portugués, durante 115 km. al norte lo hemos compartido con nuestros vecinos conformando el Parque Natural de Las Arribes, un entorno lleno de naturaleza y vivencias fronterizas, con historias de disputas y guerras en el pasado que generaron desconfianzas, de amoríos a uno y otro lado de "La Raya", de contrabandistas, y ahora ya sin fronteras de historias de sana vecindad.
Desde el puente podemos descender los pocos metros que nos quedan hasta en Vega Terrón donde un autobús nos devolverá al punto de partida, o seguir unos centenares de metros más para llegar a Barca d´Alva, buen lugar para reponer fuerzas con un buen "almoço" (comida) a la portuguesa en “Bago d´Douro” que aunque ya no es lo que era, nunca debemos de perder la esperanza en la gastronomía lusa y la buena atención con la que siempre somos acogidos.
La ruta próxima a los 18 km. nos puede durar entre 5 y 6 horas, siempre en descenso suave, pasando de los 490 metros de altitud en la Estación de La Fregeneda, a los 129 del límite fronterizo (Vega Terrón). La suma de todos los túneles totaliza 4,3 km. de tinieblas, y la suma de los puentes nos da 1.040 metros de abismo.
Como complemento a estos párrafos a los que estéis interesados en ampliar la información, solo recomendaros la novela de Luciano G. Egido "Los Túneles del Paraíso" (Barcelona: Tusquets, 2009) que se desarrolla en La Fregeneda durante los años de la construcción del ferrocarril. Así mismo el Video-Documental "Cielo, agua, tierra y metal. La vía férrea de La Fregeneda" de Eduardo Margareto, emitido por La 2 de TVE en junio de 2020, y que podéis visionar a través de "youtube" en esta página: https://www.youtube.com/watch?v=d0FQiYrcvvo
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