Segundo de los artículos elaborados durante mi reclusión, internamiento y aislamiento coronavirulesco.
Una sonrisa, una sensación,
una mirada, un paisaje………. todos estos elementos puede contener algo
de magia, e incluso hacernos sentir percepciones insólitas. Dedicamos tiempo y
distancia a buscar esos sitios o esos instantes especiales, aunque no siempre
los resultados son los esperados. Pero hay situados y momentos que si colman
nuestras aspiraciones hasta convertirlos en exclusivos, esos son los que
rellenan la memoria, regresando una y otra vez del pasado recuerdo al presente
mental. Varios de ellos hay en mi memoria, algunos ya han pasado por estas
páginas, pero ganas tenía desde hace tiempo de traer hasta ellas un
emplazamiento especial que desde hace bastante conozco: La Quinta Regaleira,
una finca de respiro veraniego en Sintra, población no muy alejada de Lisboa.
Portugal siempre sorprende,
debe ser ese sentimiento al que nuestros vecinos llaman "saudade", no
siendo consciente si será el contagio de esa sensación de triste gozo, pero hay
algo en su ambiente, en su luz o en las piedras de sus edificios, que me hacen
regresar una y otra vez, sobre todo a la sugerente Lisboa. Marinera y fluvial,
antigua y moderna, llena de brillos y colores, la capital portuguesa es un dulce regalo que se nos
muestra desde sus evocadores miradores. Y si Lisboa es un meloso pastel en
medio de este cercano país, Sintra es su guinda, una "piñata" rellena
de sorpresas y mensajes. A tan solo 30 km. de la gran urbe lusa, esta
población de obligada visita, es una verdadera maravilla que no nos dejará
indiferentes a los que la visitamos, siendo una y otra vez las que me acerco
hasta ella cada vez que visito la ciudad del "fado" y de Pessoa.
Declarada
Patrimonio de la Humanidad en l995, Sintra es una villa llena de glamurosas quintas
y palacios, donde las clases altas de la burguesía y la aristocracia lisboeta
de finales del siglo XIX, asentaron sus moradas de descanso y placer estival,
erigiendo mansiones llenas de color y fantasía, simulando ser sacadas de
cuentos infantiles.
Debemos
dedicar un tiempo a caminar por su pequeño pero
encantador casco urbano en medio de una atmosfera de delicada decadencia. Colmado
de singulares y excéntricas edificaciones con rincones de insólita belleza y
originalidad, es una población de orografía irregular, como corresponde a los
caseríos de sierra, de adoquinadas y empinadas cuestas, escalinatas y estrechos
pasadizos. Destacan de entre sus edificios: el Palacio Nacional, que ubicado en
medio de la urbe sobresale con sus inconfundibles chimeneas cónicas que se
divisan desde cualquier lugar, y a las afueras el Palacio de Monserrate, de
inspiración árabe pero con símbolos inequívocos de su carácter masónico, con cascadas
y lagos entre sus jardines de exótica vegetación. Así como también el Palacio
de Seteais hoy convertido en un hotel de cinco estrellas, con unos cuidados e
impresionantes jardines. Igualmente el pastiche arquitectónico del Palacio de
Pena en la cumbre de la sierra, y a mitad de camino de este último el Castelo
dos Mouros: También miradores como el Miradouro da Ferraria, con una panorámica
magnifica de la población.
Sintra parece inspirada en una fábula de hadas, donde las
ensoñaciones de sus fortalezas, palacetes y heredades se encuentran diseminados por
sus montes. Siendo una población plagada de leyendas, supersticiones y misterios,
así como de historias relacionadas con la alquimia y la masonería, condicionantes
que han atraído permanentemente hasta este lugar a muchos aficionados al
ocultismo y la cábala.
Un pueblo engullido por el boscaje y
frescor de una sierra que no sabe si es continental o marinera, pero sí que
sabe desde tiempo inmemorial, su dedicación a los ancestrales "cultos
lunares", como lo es también el Cabo da Roca, el verdadero Finis Terrae
europeo. Sierra de la que emanan energías telúricas, propiedades que el ser
humano ha descubierto desde los tiempos prehistóricos, fascinando a muchos
artistas, músicos y escritores: Camoens, Hans Christian Andersen, Richard
Strauss o Lord Byron entre otros, pero todos ellos con un elemento común, el de
ser masones.
Pero centrémonos en la finalidad que me han hecho escribir estos párrafos, la Quinta Regaleira, así apodada al ser su contemplación un verdadero "regalo" para la vista. Se encuentra apenas 700 m. del centro de Sintra, recorriendo la carretera que nos llevaría al Palacio de Monserrate y también al Cabo de Roca. Y en las primeras de las veces que pasé por ella, se encontraba cerrada al público y en manos de una empresa de construcción japonesa. Posteriormente fue adquirida por el Ayuntamiento de Sintra, abriéndose al público durante el verano de 1998.
En 1715 Francisco Alberto
Guimarães adquirió la propiedad, iniciando ya entonces la condición esotérica que
se culminaría cien años más tarde, dándole fama al lugar por parte de Lord
Byron y otros escritores invitados a la finca para realizar ritos
masónicos. A finales del siglo XIX es
adquirida por Antonio Carvalho Monteiro, brasileño de origen
portugués, quien se había generado una gran fortuna en el país carioca gracias
a sus negocios con el vino y el café, aunque parece ser que sus pingues
beneficios provenían del comercio de esclavos. Es por ello que también se la
conoce como do Monteiro dos Milhões (de Monteiro el de los Millones), por el
apellido y apodo de su primer propietario.
Carvalho Monteiro formaba porte de la masonería portuguesa,
siendo entusiasta de las ciencias ocultas, el esoterismo y la astrología, queriendo
dejar huella de ello en cada rincón de la heredad. Habiendo sido ideada la
Quinta Regaleira como un completo templo masónico.
Carvalho, siguiendo sus
creencias y la tradición masónica que caracterizaba a esta quinta, mandó
diseñar en ella un lugar mágico lleno de mensajes de carácter esotérico con
multitud de enigmas y referencias a textos clásicos. Se sirvió del arquitecto,
escenógrafo, pintor y también masón, el italiano Luigi Manini, para que
realizara los estudios preliminares de toda la obra, diseñando un lugar de
complicidad con la alquimia, los templarios y la masonería. Todos los espacios
existentes satisfacen un plan ideado por Carvalho y dirigido por Manini, para
ejecutar un recorrido por un microuniverso mágico, donde lo imaginario y lo real
se dan la mano mediante un relato esotérico e iniciático, congruente con añejas
sociedades secretas a las que el anfitrión pertenecía, algunas de las cuales
habían tenido su implantación en la Sintra del Medievo.
Se comenzó a levantar en 1904, sobre un estilo que nos
recuerda una mistura entre el gótico, el manuelino, el renacentista y también algo
de románico, pero con infinidad de refinados detalles y elementos sobresalientes,
que nos dejan entrever caracteres relacionados con los
templarios, la masonería, la alquimia y la mitología clásica. La finca contiene
gran cantidad de enigmas y misterios, pudiendo sentir durante nuestra visita
como nuestro cuerpo se va recargando de una energía especial que hasta se
respira en el entorno. Destacan de la Quinta Regaleira sus extravagantes y
extraños jardines, llenos de cantarinas fuentes, delicados
estanques, laberínticas grutas y pasajes ocultos, así como estatuas inspiradas
en los dioses del Olimpo.
Distintivos como el Sol, la Tierra y la Luna, se hallan repartidos por muchos de los espacios junto a la Cruz de la Orden de Cristo (la cruz templaría). Basta fijarnos en este símbolo decorando el fondo del Pozo Iniciático, así como el suelo de la capilla, para entender que toda la
realización de la
quinta está relacionada como un formidable templo masónico-templario.
Habiendo llegado a nuestros
días las reseñas de intrigantes historias sobre cultos masónicos y ritos
satánicos, transmitidos de generación en generación. También relatos de los
tiempos en que el palacio se encontraba cerrado al público, sobre la existencia
en las noches de extraños cánticos provenientes de sus jardines,
encendido de focos en los pisos altos del edificio principal o luces a lo largo del bosque. Comentándose también que en ella se realizaban rituales y sacrificios esotéricos, sin diferenciar si satánicos o masónicos. Relatos sin confirmación real, pero que si trasmiten la especial sensación por parte de los lugareños que se respira sobre la Quinta, cargada de misterio y magnetismo.
encendido de focos en los pisos altos del edificio principal o luces a lo largo del bosque. Comentándose también que en ella se realizaban rituales y sacrificios esotéricos, sin diferenciar si satánicos o masónicos. Relatos sin confirmación real, pero que si trasmiten la especial sensación por parte de los lugareños que se respira sobre la Quinta, cargada de misterio y magnetismo.
Nada más entrar se halla una
referencia a la mitología clásica a través de nueve estatuas de dioses
greco-romanos, entre otros: Hermes inventor del hermetismo y la alquimia, así
como Vulcano inventor de la fragua. Ascendemos por senderos a través de jardines
con la intencionalidad de llegar al Pozo Iniciático, dejando atrás la fuente
egipcia, con la representación, mediante dos ibis, del dios de lo oculto en la mitología
egipcia e inventor de los jeroglíficos "Thot". Descubriendo que todo
tiene una iconografía encubierta y nada está puesto al azar. Ocurre con el banco de mármol ricamente decorado,
que existe junto a la Gruta del Laberinto, se trata del que lleva el número 515,
que corresponde a la edad del Espíritu Santo según aparece en la segunda parte
de La Divina Comedia de Dante Alighieri, siendo esta obra del poeta florentino una
de las que inspiraron esta construcción.
También está claro que en la Fuente de la Abundancia,
por su simbolismo y representación, se han podido perpetrar ritos esotéricos o
incluso satánicos, como algunas informaciones aseveran, ceremonias en las que se
pudieran haber incluso realizado algún tipo de sacrificio.
Y como no, el enigmático Pozo
Iniciático, al que tras nueve tramos o niveles se asciende o se desciende, por
unas arqueadas escaleras en espiral que parecen conducir al centro de la
tierra, trasportándonos hasta lo más profundo del pozo (27 m). Realizando un
simbólico descenso al averno, como si rememorásemos los nueve círculos del infierno o el purgatorio de la
Divina Comedia de Dante. En el fondo vislumbramos, trazada en el suelo, una húmeda estrella
de ocho puntas, que funde en una sola imagen el distintivo heráldico de los
Carvalho Monteiro con la cruz templaría. Usado para rituales masónicos
de iniciación, su alegoría está relacionada con las ancestrales creencias de
que la tierra es el vientre materno de donde procede la vida, como así mismo el
lugar donde retornara después de la muerte.
Uno de los túneles de salida nos
llevara hasta el Lago de la Cascada, para desde allí ir a la Torre de Regaleira que representa el eje del mundo, pudiendo disfrutar desde
lo más alto de ella de una excelente panorámica de la población de Sintra.
En el invernadero o estufa, que se ha reformado hace unos
años y estaba abandonado cuando fui por allí, Carvalho, aficionado a la botánica,
se dedicaba a cultivar además de plantas tropicales y raras, otro tipo de vegetales
no exactamente decorativos tales como: estramonio, belladona y otros de tipo
sicotrópico, que usaba en sus ritos masónicos.
La coqueta capilla forma junto al Palacio uno de los
elementos más vistosos e interesantes de todo el lugar. Dedicada a la Santísima
Trinidad este bello templo de finas líneas, es un elemento más de las señales francmasónicas
que nos envuelven durante todo nuestra visita, con una esfera armilar y la
comentada con anterioridad Cruz Templaría, en el suelo de la cripta.
Con formas neogóticas y
manuelinas, en tonos grises y elevadas agujas, la Mansión o Palacio, que se
encuentra a la derecha de la entrada pero a cierta altura, se nos presenta como
la casa de la película "Psicosis" o la de alguna narración de
Lovecraft. Quien sabe que secretos guarda entre sus paredes y salones, confeccionados
con esmero hacia los esquemas más puros de la concepción masónica, pudiendo encontrar
en su interior una magnifica biblioteca y un laboratorio alquímico ubicado en
una significativa torre octogonal. Asomarnos a alguno de sus trabajados
balcones o ascender a la terraza por su escalera de caracol, nos proporcionará unas
vistas del jardín y sus secretos.
Ya solo resaltar, que este conjunto de edificios es tan
representativo para la simbología masónica de Europa, como los billetes de
dóllar para los fundadores de los Unidos Estados de América del Norte. Recomendando
hacer la visita por la mañana en un día de diario.
A través página se puede acceder a unas hermosas láminas,
que nos darán una imagen más real que estas simples letras: anyformdesignmapas. Y en este enlace podemos conocer al completo la simbología de
todos los lugares existentes en Regaleira, su correlación entre ellos, y las
claves mágicas que los relacionan con los escritos de los clásicos y dioses mitológicos:
https://marcopolito56.wordpress.com/viajes/historia/el-misterio-de-la-quinta-de-la-regaleira/
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