domingo, 26 de febrero de 2023

- Torcello, Burano y Murano…… las otras islas de la laguna veneciana

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Casi imprescindible al visitar Venecia, es dedicar un día completo a salir del casi perenne acompañamiento del “Settecento Veneziano”, viniéndole bien a nuestros ojos cambiar de modelos y paisajes. Para ello no tenemos más que tomar la acertada decisión y cogernos el vaporetto 12 para realizar el trayecto hasta Murano, Burano y Torcello, unos 50 minutos hasta la ultima de ellas y unas 5,5 millas náuticas (unos 10 km.). Aconsejo visitarlas en el orden del titular del articulo, accediendo primeramente al encantamiento de la tranquilidad de Torcello en la mañana y posteriormente ir sucesivamente acercándonos a Burano y Murano, para recalar a Venecia ya en tarde casi cerrada. 

Las tres “isole” se sitúan al norte de la “ciudad de los canales”, en medio de la laguna de Venencia, y las tres tienen cada una de ella sus peculiaridades. Dicen de Murano ser la más famosa, de Burano la más pintoresca y de Torcello la más interesante. Pues a esta ultima dirigimos nuestros pasos debiendo hacer cambio de vaporetto en Burano cogiendo en breve trayecto (apenas 5 minutos) el 9. 



El pequeño transbordador nos deposita; junto a una curiosa dama; en el vacuo embarcadero desde el que nos introducimos en la isla plácidamente paseando la orillas de uno de sus canales, el “Canale Maggiore”. Apenas 650 mts. nos separan del lo que se podría denominar “centro del pueblo”, habiendo dejado a nuestra derecha, en el canal y a medio camino, al que se conoce como Puente del Diablo, que a semejanza del “Puente de Chiodo” en Venecia no tiene barandilla. Debiendo constatar que en su origen los puentes de Venecia no poseían protecciones laterales “spalletti”, a excepción de por los que transitaban los “Dux” (gobernadores o duques), lo que conllevaba un gran peligro, sobre todo en horas nocturnas. Siendo por ello que en el siglo XIX, se decidieron colocar parapetos, quedando solamente los dos aquí relacionados. 

Al final de la caminata y tras atravesar un ultimo puente, nos situamos en plena Plaza, donde dicen que podemos observar el conocido como “Trono de Atila”, aunque seguramente el rey de los “hunos” nunca estuviera aquí, pero el terror a las invasiones bárbaras, que motivaron la creación de Venecia y los asentamientos en sus islas durante los siglos V y VII, condicionaron el adjetivo a esta blanca piedra con forma de sillón. Apenas unas pocas construcciones rodean el espacio de lo que durante los siglos V y XV fuera la isla más ocupada de la Laguna, siendo desde el siglo VIII, diócesis y centro administrativo de las diversas islas que la rodeaban. Contando en el siglo X una población que rondaría los 10.000 habitantes, hoy apenas cuenta con 11 residentes fijos. 

Lo que nos ha traído hasta ella, aparte de su reputación de sosiego, es poder visitar los dos maravillosos templos de estilo “bizantino-veneciano” allí existentes: la Iglesia de Santa Fosca y la Catedral de Santa María Assunta, así como el museo de la urbe. Las dos iglesias están prácticamente juntas, apenas separadas por un callejón de escasamente 7 m. sirviendo la de Santa Fosca como si fuera el pórtico de la Basílica principal, que debido a la libranza de sus vigilante no pudimos visitar en su interior, Aunque por las referencias es bastante simple, conformado por una curiosa planta circular. Destacando el pórtico a tres caras con capiteles bizantinos y su ábside de doble arcada ciega orientado a sureste. 



Pero la joya de Torcello es la que fuera catedral de Santa María Assunta, datando su origen en el año 639.  Estando enormemente considerada, pese a lo simplista de su románica arquitectura exterior, ya que en su interior destaca una sobresaliente colección de mosaicos bizantinos del siglo XI y XII, resaltando los realizados en el ábside y sobre todo el situado en el muro occidental con una representación singular "juicio final".  Esta iconografía concibe a este templo de una singularidad especial, formando quizás el conjunto de mosaicos más importantes de todo el norte italiano, además de tratarse posiblemente del templo más antiguo de toda la laguna veneciana. 

Nos despedimos de la pequeña isla en el vaporetto, con la presencia nuevamente de la curiosa, silente y hasta misteriosa dama que nos había acompañado en el recorrido de ida…….. El día es frio, gris y desapacible, como nuestra acólita y reservada fémina. 



En un plis-plas llegamos a Burano, un conjunto de cuatro pequeñas islas unidas por tres canales. Enseguida nos introducimos en su entramado urbano; pues aun siendo de dimensiones reducidas está copiosamente edificada; colmada de vistosas casas que hacen la competencia al “arcoíris”, pues en la misma calle o fundamenta nos encontramos sus viviendas desbordando el cromatismo de toda la imaginable y colorida paleta de un pintor naif. Estas edificaciones no levantan apenas dos o tres alturas, sobresaliendo de ellas la silueta del “campañile” de la iglesia, que como en otros tantos lugares de la laguna veneciana, y debido a los condicionantes de sus cimentaciones, está inclinado haciendo competencia a compitiendo con el de Pisa. 

Los folletos turísticos nos trasladan que la singularidad de esta población con su colorido, se debe a que los pescadores que habitaban la isla de vivos y diferentes tonos para distinguirlas cuando regresaban de la pesca, sobre todo en los días de espesas nieblas. Aunque otras teorías que corren en boca de los lugareños, es que estos vistosos tonos se deben a la necesidad de distinguir sus casas los marineros cuando regresaban borrachos a casa y no confundirla con otras. Sea cual fuere el motivo de esa particularidad, su visión de conjunto genera ante nuestros ojos una originalidad mas de atracción en estas islas. 

Otra de las sus peculiaridades son los afamados encajes de aguja "merletto", que desde siempre han realizado las mujeres de la isla a las puertas de la casa. Actividad que, aun en declive, se sigue manteniendo y enseñando de generación a generación, a través del museo que a ello se ha dedicado en la plaza principal de la población (Museo de Merletto - Piazza Baldassarre Galuppi 187). 

Seguro que con todo este ajetreo entre canales y rincones de vistosas casas, nos ha entrado hambre y es hora de comer, debiendo de aconsejar por mi parte (pues la oferta es amplia y no barata), el restaurante "Al Vecio Pipa" en la Vía San Mauro 397, donde podremos descansar un buen rato, tomándonos unas buenas pastas o unos bien preparados pescados a la plancha (dorada) así como fritos (calamares). 

Nuevamente deberemos tomar el "vaporetto" para llegar hasta el último objetivo del día, la afamada isla de Murano, un recorrido en el barco-bus de apenas nos llevara 24 minutos, que nos depositará en el embarcadero del Faro. Desde allí tras un paseo de apenas un kilometro llegaremos al centro de la población que está formada por siete islas y quince canales entre exteriores e interiores. Al recorrer sus calles y fundamente (las orillas de los canales), observamos la vida de la población que tarde o temprano nos llevan hasta el Campo de San Donado. Es en esta plaza donde nos encontramos con el "Duomo" o Basílica de Santa María y San Donato, un templo románico cuyos orígenes se remontan al siglo VII, con unos interesantes mosaicos en su interior y un maravilloso ábside exterior de doble grada o dos plantas (pena de no poderlos ver por encontrarse en obras de restauración por fuera y por dentro). También son interesantes la iglesia de San Pietro Martire y palacios como el da Mula, Pesaro Pavanello o Ca Trevisan, así como el Palazzo donde se sitúa el Museo del Vidrio "Museo del Vetro".



Es precisamente la elaboración de vidrio la verdadera atracción de Murano, pues de esta actividad vive una gran parte de su población, que originariamente se ubicaba en la vecina Venecia. Siendo a finales del siglo XIII (1295) cuando se ordeno que trasladasen todas las instalaciones y artesanos a Murano, ante el peligro de incendio que ya generaba la alta concentración de cristaleros en la capital veneciana. También poder controlar mejor la producción, evitando así la fuga de esta técnica en el soplado y creación de cristales artísticos. Centralizándose de esta manera la práctica totalidad de esta industria en esta ínsula distante apenas un kilómetro de Venecia. 



Aquí podremos visitar algunas de esta fabricas donde observar cómo se realiza el soplado y la confección de estos productos (que en muchos de los casos "para mi" de dudoso gusto, con excedido barroquismo), que después nos son ofrecidos en las tiendas aledañas. En algo han mejorado los diseños de los cristaleros muraneses haciéndose más actuales a nuestro tiempo, mejorando bastante sus diseños con técnicas más avanzadas, frescas y osadas. Aunque si queremos observar y hasta "animosamente" comprar estas cristalinas realizaciones, donde mejor las encontraremos es expuestas en los escaparates dedicados a ello, durante el recorrido peatonal (Strada Nova) que trascurre desde Piazzale Roma y Plaza San Marco de la capital Veneciana. 

Con este atardecer de "Claude Monet" consagrado a Venecia y estos párrafos, finalizo la trilogía de artículos dedicados a la ciudad de los canales, incalificable urbe, pues de ella ya se ha comentado todo y decir más seria repetir lo que otros han escrito de ella, aun sin saberlo. Con este dedicado a las otras islas de la laguna Veneciana: Torcello, Burano y Murano, completo los ya  rubricados a Venecia…… ciudad del agua y Venecia...... en la noche, con las imágenes de singulares rincones y sinuosos escondrijos…………. en la espera de que os hayan gustado y las letras se trasformen en amenas historias. Preservero seguir en el empeño con nuevos lugares.

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