De nuevo volvemos hasta el río Tajuña, donde ya estuvimos durante el recorrido que realizamos al Castillo de Casasola en la primavera del año pasado. Esta vez realizaremos nuestra visita en un tramo aguas más arriba de aquellas que discurren por tierras de Chinchón. Acercándonos a Perales, población que lleva por apellido el topónimo del río que la cruza, flumen que aunque tiene pretensiones madrileñas, su nacimiento es alcarreño y hasta casi soriano, pues con sus 225 km. de longitud recorre prácticamente las provincias de Guadalajara y Madrid. Comenzando a manar en la Sierra de Solorio, entre el norte de Guadalajara y el sureste de Soria, a apenas 6 km. de la linde entre las dos Castillas), y curiosamente levemente distanciado (6 km.) del soriano cauce del río Jalón, que nacido también en esta sierra, sus aguas toman camino diferente para desaguar en el Mediterráneo, ese mar que con tanto candor y pasión nos tarareó el trovador Serrat.
Hasta aquí nos hemos llegado para realizar un Viaje en el Tiempo, al pasado geológico de estas tierras, ya que nos acercaremos hasta formaciones rocosas que se las suponen unos 20 millones de años de antigüedad. Rocas formadas por calizas y yesos, hoy convertidas en verdaderos acantilados de vértigo.
Escarpes yesíferos, formados por los depósitos de distintos materiales originados durante el Mioceno (entre 20 y 5 millones de años), tras la evaporación de la enorme masa de agua salina formada por el Mar de Tetis, lamina que cubrió gran parte de la Península Ibérica hace unos 250 millones de años. Posteriormente se posaron capas de caliza cubriendo los yesos, actuando sobre estos elementos la erosión de las lluvias y el viento durante todo el espacio de tiempo transcurrido hasta la actualidad, para crear este paisaje de paredes verticales y rocas blandas que podemos observar ente nosotros.
Estos farallones, que contrastan con la llanada por la que fluye el río, evoca ante nuestra visión lugares desérticos y estériles, estando considerados como uno de los parajes más emblemáticos y singulares del sureste madrileño. Formando un paisaje común y compartido por los cuatro ríos que recorren esta área geográfica: Manzanares, Henares, Jarama y Tajuña.
Un Viaje en el Tiempo no solo geológico, también humano y antropológico, pues el situado que hemos decidido visitar ha estado permanentemente habitado desde tiempos del neolítico (hace unos 7.000 años). Aun no lo he dicho, pero nos ubicamos al pie del interesante Risco de las Cuevas, en la margen derecha del rio, entre las poblaciones de Perales de Tajuña y Tielmes. Que situado en la madrileña Comarca de las Vegas, es uno de los lugares más extraordinario y singular de estos paramos por su elevado interés geológico, científico, arqueológico y paleontológico.
Al estar formados fundamentalmente por rocas blandas (yesos cristalizados), fáciles de excavar y cincelar, situarse en las proximidades de tierras fértiles con abundante agua, y orientarse en plena solana del medio día (hacia el sur), con abundante luz y calor. Estos condicionantes fueron los que propiciaron que desde tiempo inmemorial el ser humano se asentara en estos parajes, horadando sus rocas a mano para crear un hábitat troglodita como medio de vida. Generando uno de los vestigios arqueológicos más interesantes del centro peninsular, un conjunto de casas-cueva, lo que hoy equivaldría a un bloque de viviendas colectivas.
El Risco de las Cuevas, conserva inventariadas alrededor de unas 70 cavidades ubicadas en la vertical del acantilado, pudiendo observar desde la base que se encuentran divididas en dos grupos separados por un estrecho barranco. Algunas de ellas son de relevante tamaño, y en ciertos casos están conectadas a las del nivel superior o inferior, ya que podemos contrastar hasta cinco alturas en su ejecución. Observando en algunas de ellas la realización de columnas y separación de tabiques en la misma roca, pudiendo también distinguir como varias se encuentran encaladas. Situando nuestra visión en las paredes originales de las rocas, modificadas ingeniosa y artificialmente por los sucesivos pobladores, estos hábitats.nos demuestran como el ser humano ha utilizado de forma provechosa los recursos cercanos para poblar este tipo de entornos durante miles de años, sirviéndole de morada y refugio.
Habitáculos protohistóricos que asemejan desde la distancia un verdadero queso "emmental" de color ocre (el "gruyer" no tiene agujeros). En su momento de máximo esplendor, esta escabrosa red de oquedades y galerías estuvieron distribuidas en zonas dedicadas para: aposentos, cocinas, despensas y graneros, que se encontraban conectados exteriormente mediante escaleras de cuerda (el esparto es muy abundante en estos parajes) y pasarelas de madera. Debiendo resaltar, que pese a su porte tosco, rudimentario, cavernícola y no muy confortable, estas cavidades han seguido siendo utilizadas relativamente hasta hace no mucho tiempo.
Ya no hay ninguna cueva habitada y gran cantidad de ellas muestran un sustancial deterioro, estando muchas colapsadas por fuertes desprendimientos. No siendo difícil al observarlas, imaginar cómo fue este lugar en su época de plena ocupación. Los expertos geólogos que han estudiado estos cantiles, indican que la tasa de retroceso desde los inicios de su construcción durante el "calcolítico" (hace unos 5000 años), es de unos tres metros, siendo los desprendimientos cada vez más frecuentes.
La evolución histórica de estos covatones no por ignota deja de ser fascinante, se saben ocupadas desde tiempos neolíticos, habiéndose encontrado restos de la Edad del Cobre, Bronce y Hierro. Para posteriormente, tras la llegada de los romanos, ser protagonista de unos eventos bélicos que se desarrollaron durante el siglo I a.C. según nos dejo escrito Plutarco de Queronea en su obra "Vidas Paralelas". Estos hechos a los que se refiere el historiador griego, nos relatan como el general romano Quinto Sertorio desalojó de sus trogloditas refugios excavados de un peñasco a los "caracitanos". Teniendo para ello, -ante la fuerte resistencia de este pueblo ibero-carpetano-, que encender grandes hogueras para producir un volumen importante de humo, así como provocar gran cantidad de polvo usando su caballería.
Solo de esta manera
pudo hacer abandonar a los aguerridos defensores de los riscos, a los que se
supone habitaban la población de "Caracca". Siendo este pueblo
guerrero y resistente, los ancestros de los actuales vecinos de Perales de
Tajuña. En la llanada, a los pies de las cuevas se han hallado proyectiles de plomo
que eran lanzados por medio de hondas.
Posteriormente se desarrollaron en ellos los asentamientos de las culturas árabe y medieval, de los que se han encontrado restos, algunos de los cuales que se encuentran depositados en el Museo Arqueológico Regional. Sabiéndose desde entonces continuamente habitadas hasta bien entrado el siglo XX, siendo posible que aun hoy en día se encuentren algunos vecinos de Tielmes o Perales que habitaran esta cuevas.
Valiendo como ejemplo más compacto y espectacular de ocupación humana troglodítica del centro peninsular, aunque no el único de la cuenca del Tajo, no formando una singularidad sino más bien una variable, siendo perceptible de forma reseñable en su tributario Tajuña.
Sabido es que las cuevas son excelentes lugares para vivir por sus cualidades de regulación climática, proporcionando frescor en los veranos y calidez en los inviernos. Siendo por ello que estos riscos de la Vega del Tajuña estuvieron utilizados hasta bien avanzado el siglo XX, por los habitantes de la zona, siendo usados como habitáculos, residencias o graneros.
Aunque la calidad de las aguas de origen yesífero en el sureste madrileño no es muy allá, por la alta disolución de yeso y la presencia ocasional de otras sales en ellas, haciendo que sea en términos generales de mala calidad para el abastecimiento humano o la agricultura. Siendo sin embargo utilizadas como aguas minero-medicinales, ejemplo de ello son las famosas y purgantes Aguas de Carabaña.
Para realizar la ruta que nos llevará hasta los cortados de las cuevas y regresar por la Vía Verde del Tajuña, tomamos el ramal que sigue más fielmente la antigua y estrecha vía del Ferrocarril del Tajuña (también conocido como Tren de Arganda o Ferrocarril de Aragón, y cuya estación en Madrid se situaba en el Barrio del Niño Jesús, muy próxima al actual Hospital Gregorio Marañón). Que ahora convertido en calles, atraviesa la población de Perales, pasando junto al cementerio y cruzando por debajo del viaducto de la enorme cicatriz que forma la autovía A-3 a su paso por la población. Continuando hasta los altivos farallones que se sitúan sobre nuestras cabezas. Podemos distinguir perfectamente que caminamos por encima de lo que fuera el perfecto trazado de un ferrocarril que en su día debió de llegar hasta Aragón, pero que se quedó truncado en la población de Alocén (Guadalajara)…... -poderoso caballero es Don Dinero-, y hasta aquí fue donde llegaron las inversiones por aquellos años 20 del siglo pasado.Este pequeño, cómodo, transitable y hasta bucólico paseo que llevamos desde Perales, y que debería continuar hasta la contigua población de Tielmes por lo que fueran sus vías, se ve interrumpido al poco de entrar (500 mts.) en el término municipal de Tielmes, justo al dejar atrás el Risco de las Cuevas. Esta falta de continuidad, está motivada ante la ocupación del trazado viario por una instalación industrial. Esto ocurre apenas 400 mts. antes de llegar al casco urbano de la población, sin que hasta ahora se halla investigado este tipo de actuación (otras "ocupaciones" llevan más agilidad por parte de los magistrados).
Este inconveniente motiva que tengamos que desistir de visitar Tielmes, debiendo de buscar el retorno por la vega del río, teniendo para ello que cruzar la carretera M-204 y continuando por la orilla de un abandonado canal de regadío, volviendo a nuestro origen por la marcada como Vía Verde del Tajuña, desde la que divisamos nuevos y sugerentes panoramas de las "cuevas". Pasamos por granjas de" reses bravas", fincas valladas con desechados neumáticos de coches o cercadas con lo que fueran "capots" de vehículos, originales maneras de utilización de los restos de esas maquinas que nos llevan y nos traen. También lugares para la celebración de eventos "Banquetes - Bodas - Comuniones", pero todo con pinta de ser instalaciones irregulares o cuando menos de dudosa legalidad.
Aunque no es un espacio muy conocido para la gran mayoría de los urbanitas madrileños, por su peculiaridad e importancia arqueológica, el Risco de Perales de Tajuña y sus Cuevas fueron declarados Patrimonio Nacional en 1931(durante la Segunda Republica) y Bien de Interés Cultural por parte de la Comunidad de Madrid.
Hemos dedicado la jornada a visitar un lugar donde conocer y apreciar como vivieron nuestros antepasados, que además, cuenta con la virtud de evocar otros destinos lejanos y no tan lejanos. Siendo apodada por ello como La Pequeña Capadocia Madrileña, al recordar otros exóticos paisajes trogloditas lejanos: Mustang, antiguo reino perteneciente a Nepal - Lalibela, con sus esplendidas iglesias escavadas en las rocas (Etiopia) - Capadocia, Goreme, Uçhisar o el Valle Ihlara (Turquía) - Mesa Verde, en Estados unidos refugio de los Indios Pueblo - Matmata, en Túnez - Monasterio de Vardzia, en la republica caucásica de Georgia - Kandovan, en el noroeste de Irán - Turquant, en medio del Valle del Loira Francés - Matera, al sur de Italia - la Faja de Bandiagara, en el País de los Dogones de Mali. Y los más próximo y no tan lejanos de nuestra "piel de toro": Los espacios creados por Cesar Manrique en su Lanzarote natal - los eremitorios rupestres del Alto Ebro y por supuesto la comarca granadina de Guadix. Por cierto, allí donde estés Lola, un beso muy fuerte, te queremos.
Si aun somos más curiosos y queremos ampliar la información sobre este peculiar lugar, podemos acercarnos hasta la antigua ermita de San Sebastián, donde se ha habilitado como Centro de Interpretación del Risco de las Cuevas C/ Mayor Baja 47, abierto los fines de semana en horario de 11:00 a 14:00 horas. Por parte del Ayuntamiento ya se solicito en su día que se declarase el poblado cavernario como "Yacimiento visitable", acondicionándolo para ello´.
Si nos da la hora de comer y no llevamos nada para ello (sitios de picnic hay abundantes por la zona), un lugar recomendable es el Lagar de Nemesio, C/ Mayor Baja 32, Telf. = 600 530 545, Perales de Tajuña. Un lugar agradable, con buena calidad aunque no es barato.
Podéis completar esta información con el video: "Leyenda histórica alrededor del Risco de las Cuevas, Perales de Tajuña (Madrid)":
Me parece muy interesante para ir a visitarlo. Muchas gracias fenómeno.
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