Nos despiden las islas Lofoten en una mañana fría y gris, tomando
dirección este para adentrarnos en el archipiélago vecino de las Vesterålen, a
las que accedemos nada más cruzar el puente de Raftsundbrua que conecta las
islas Austvågøya (Lofoten) y Hinnøya Vesterålen. Nos siguen acompañando esas
siluetas montañosas salidas prácticamente de las marinas aguas de azul frio de
estas tierras. Y aunque menos altivas que sus vecinas del sur, a estas horas de
temprana mañana están brumosas y gélidas, pero siguen despertando nuestra
admiración a través de la ruta que seguimos en busca de la población de
Sortland, en el límite oriental de la isla Langøya, la población más grande de
las Vesterålen.
De geografía irregular, las Vesterålen poseen grandes
extensiones de verdes prados con fértiles aldeas agrícolas, vigiladas por las
atrayentes cimas de las montañas que de color de color negro azulado, y teñidas
ahora de impoluto blanco forman un telón de fondo casi permanente en el paisaje
que transitamos.
Compuestas por las islas: Hadseløya, Langøya, Andøya,
Hinnøya, Tjeldøya, Austvågøya y otras de índole menor, son un conjunto de tierras
marinas poblados por personas con una rica historia, donde la presencia
"sami" se empieza a notar.
Los samis (mal llamados "lapones") fueron desde
tiempos remotos los habitantes nómadas de estas norteñas tierras de Laponia, una zona que
abarca las tierras árticas de Escandinavia desde el norte de Noruega, Suecia y
Finlandia hasta la Península de Kola en Rusia, denominado por ellos como Sámeednam
o Sápmi, donde habitan desde hace más de dos mil años, sin saber exactamente su
origen exacto. Se han dedicado a lo largo de los tiempos a subsistir de la caza
y la pesca, hasta que en el siglo
XIX se asentaron en zonas más a menos estables para dedicarse fundamentalmente
al pastoreo de renos. No siendo reconocidos como pueblo originario de estos
lugares, debiendo de estar supeditados a las reglas y leyes impuestas por los estados
que ocuparon sus tierras. Una trabajosa lucha durante el siglo XX culminó con el
reconocimiento de los samis por las Naciones Unidas como pueblo indígena. No
existen estadísticas oficiales de su población, pero se estima que son aproximadamente
unas 82.000 personas: 50.000 en Noruega, 20.000 en Suecia, 10.000 en Finlandia
y 2.000 en Rusia.
Sin cruzar el puente que nos llevaría hasta la ciudad de
Sortland; anodina ciudad que tuvieron que pintar de azul, pues al parecer
carecía de alma y de esa forma le dieron algo de singularidad, apodándola
"La Ciudad Azul; nos dirigimos a "Inga Sami Siida" para conocer
algo de la cultura sami. Se trata de una granja de renos dirigida por Laila,
una corpulenta y risueña dama, que junto con su familia tratan de sacar
adelante la cría de estos cérvidos, desde que hace mas de 150 años su familia
se trasladó hasta aquí viniendo desde el norte de Suecia. Crianza y posesión de
estos animales solo permitida a la población sami.
Dentro de una "lavvu" (tienda típica sami,
parecida a una "tipi" de los indios americanos) y alrededor de una
cálida lumbre de abedul, nos va relatando las historias de la cultura y forma
de vivir en el pasado del pueblo "sami", sus mitos, la magia del
entorno, el pastoreo con los renos, y su vida cotidiana. Además de escuchar cómo nos da la bienvenida con una "Joik"
(canción tradicional de sus gentes), nos invita a un agradable y caliente guiso
de verduras y carne de reno, que nos entona el cuerpo en este entorno frio y
umbrío.
Más al norte, en la punta septentrional de la isla de Andoya, se localiza la población de Andenes, donde en la época estival se puede realizar con facilidad el avistamiento de horcas, delfines y una gran variedad de ballenas. Y donde además se puede visitar el Whale Safari Museum, donde se encuentra un enorme esqueleto de ballena, así como visitar los cuatro "rorbuer" (casas de pescadores) más antiguos de la ciudad, uno de ellos trasformado en museo etnográfico. En la cúspide de un acantilado se levanta la roja silueta de su inmenso faro, que con sus 42 metros de altura (148 escalones por escalera de caracol) y un potente haz luz alcanza 93 km. de visión, sin duda una panorámica impresionante.
También en dirección norte, pero en la isla Langøya (la tercera más grande de
la Noruega continental) nos dirigimos por parajes completamente blancos por la
nieve hacia la población de Stø. De camino paramos
para admirar la puntiaguda montaña del Reka, que de apenas 605 m. de altitud pero de silueta
alpina como si fuera una gran montaña, se ubica al
fondo del enorme fiordo Eidsfjorden. También y recorriendo la orilla derecha
del vecino brazo de mar de Steinlandsfjorden, con las también hermosas y altivas cumbres del Navarsborrfjellet
formando un bucólico paisaje de puro y albo invierno.
Este sistema de transporte, que
anteriormente se realizaba (aun hoy se realiza) mediante trineos tirados por
renos, es una de las más antiguas formas de comunicación en el norte de Noruega
y una parte fundamental del estilo de vida de los sami, su historia y su
cultura.
Stø es una aldea de
pescadores de apenas 100 almas, situada en el extremo más al norte de la isla.
Desde ella nos proponemos recorrer parte del sendero "Dronningruta"
o Ruta de la Reina, hermoso re corrido que bien por los montes del interior, o
por la orilla de la costa, completa un recorrido circular de unos 15 km. que
une los pueblos de Stø y el antaño abandonado puerto de
Nyksund. Este último, verdadero paraíso perdido, fue despoblado hace ya años tras
de ser destruido por una potente tempestad en los años cincuenta, hoy está resurgiendo
poco a poco como refugio de gentes dedicadas a las artes. Desde su dársena
podremos observar unas espectaculares vistas del mar abierto.
Entre nieve y hielo recorremos el
trecho costero que nos lleva hasta la playa de Skipssanden, justo para ver desde
ella una extraordinaria puesta del sol. Hermosa queda en mi retina y en el
sensor de mi cámara, la imagen de la nieve llegando hasta las placidas aguas
marinas, quedando las onduladas figuras dejadas por las olas dibujadas en
blanco sobre las arenas ocres, un espectáculo único y surrealista para uno que
vive en latitudes muchos más bajas que las de estos paisajes nórdicos. El
nombre de este recorrido la viene por el paseo que realizo en 1994 la reina
noruega Sonia, transitando a través de un magnifico panorama por la punta más
septentrional de la isla con el inmenso océano Atlántico de fondo. En realidad
se trata de una antigua ruta que en otros tiempos ya utilizaron diferentes personas, incluyendo la partera de Stø, que lo
empleaba para asistir a los nacimientos en Nyksund. Siendo
este recorrido elegido en 2012
por los lectores de la revista "Friluftsliv" (Aire libre) como uno de los
más hermosas caminatas.
Retornamos en gélida tarde para cruzar la isla Hinnøya, la más meridional de las Vesterålen, la cuarta más grande de las islas noruegas y la mayor de las consideradas como continentales, encontrándose casi dividida en dos partes por los fiordos de Kanstadfjorden y Gullesfjorden. Pudiendo derivarse su nombre de este hecho geográfico, toda vez que en que el vocablo "hinn" en nórdico antiguo quiere decir “partir”, “cortar” o “dividir”. El estrecho de Tjeldsundet, conecta la isla con el continente a través del puente Tjeldsundbrua, de 1007 m. de longitud. Siendo en sus proximidades, prácticamente bajo su sombra nada más pasar el puente y a la orilla del mar, donde nos alojaremos en las magnificas cabañas del "Tjeldsundbrua Camping", donde la noche nos regaló un impresionante baile de "auroras boreales" en el firmamento.
Retornamos en gélida tarde para cruzar la isla Hinnøya, la más meridional de las Vesterålen, la cuarta más grande de las islas noruegas y la mayor de las consideradas como continentales, encontrándose casi dividida en dos partes por los fiordos de Kanstadfjorden y Gullesfjorden. Pudiendo derivarse su nombre de este hecho geográfico, toda vez que en que el vocablo "hinn" en nórdico antiguo quiere decir “partir”, “cortar” o “dividir”. El estrecho de Tjeldsundet, conecta la isla con el continente a través del puente Tjeldsundbrua, de 1007 m. de longitud. Siendo en sus proximidades, prácticamente bajo su sombra nada más pasar el puente y a la orilla del mar, donde nos alojaremos en las magnificas cabañas del "Tjeldsundbrua Camping", donde la noche nos regaló un impresionante baile de "auroras boreales" en el firmamento.
Tal como para los seguidores de "Ala" es
obligatorio hacer un viaje de peregrinación a la Meca, la dinámica informativa
y el costumbrismo nos indican unas series de cosas que debe hacer durante la
vida cualquier mortal que se precie: plantar
un árbol, escribir un libro, tener un hijo………… o hija, tal y como ya nos
adelanto Aristóteles hace casi 2.500 años atrás. Pues yo, que ni religioso soy
y menos mahometano, y aunque si tengo aprecio por el filosofo griego, añado que
nadie debe de pasar su existencia sin vislumbrar este fenómeno estelar de las
también denominadas "las luces del norte", que sin ser un elemento
extraño en nuestra geografía hispana, pues se han podido observar cuando la
actividad solar es extremadamente intensa y con condiciones especiales, en el
norte de nuestra piel de toro, sí que son merecedoras de vérselas bailar por
encimas de nuestras cabezas con sus intensos encajes verdosos y magentas,
trasladándonos sus energías cósmicas hacia lo mas intimo de nuestro ser.
Si bien estas que pudimos observar aquí, no fueran comparables a las que observamos en Qaleraliq (Groenlandia), sí que nos llenaron de gozo y nueva sorpresa, aunque fuera a nueve grados por debajo de los cero.
Como colofón a la mágica noche, el día nos regala un cielo azul y una luz de trasparecía especial que solo en estas latitudes existe, lo cual aprovechamos para dirigir nuestros pasos hacia el norte, en busca de la ciudad de Harstad el mayor asentamiento humano de la isla Hinnøya con algo más de 20.000 habitantes, hallándose situada a unos 250 km. por encima de la imaginaria línea del Círculo Polar Ártico. Poco antes de llegar nos desviamos para realizar una pequeña ascensión en la nieve hasta la colina de Gangsåstoppen, apenas 20-30
Si bien estas que pudimos observar aquí, no fueran comparables a las que observamos en Qaleraliq (Groenlandia), sí que nos llenaron de gozo y nueva sorpresa, aunque fuera a nueve grados por debajo de los cero.
Como colofón a la mágica noche, el día nos regala un cielo azul y una luz de trasparecía especial que solo en estas latitudes existe, lo cual aprovechamos para dirigir nuestros pasos hacia el norte, en busca de la ciudad de Harstad el mayor asentamiento humano de la isla Hinnøya con algo más de 20.000 habitantes, hallándose situada a unos 250 km. por encima de la imaginaria línea del Círculo Polar Ártico. Poco antes de llegar nos desviamos para realizar una pequeña ascensión en la nieve hasta la colina de Gangsåstoppen, apenas 20-30
minutos de sencilla caminata hasta su cima, desde la que se divisa
una impresionante perspectiva de 360 grados, en la que se incluye la panorámica
de la ciudad de Harstad
desde la altura.
Ubicada tres kilómetros al norte en la orilla del mar,
destaca la medieval construcción de Trondenes Kirke (iglesia de Trondenes), que
fue durante muchos siglos la iglesia cristiana ubicada más al norte del mundo.
Rodeada de un bucólico cementerio, unas vistas extraordinarias, un museo y un
área de recreo, es el lugar que elegimos para realizar el picnic
correspondiente, pero con prisas, pues aunque el sol era nuestro aliado, el
frio intenso y una suave brisa nos hace huir rápidamente de este encantador
enclave.
Paseamos en la tarde por la nevada y agradable población de
Harstad que goza de
una estratégica y pintoresca ubicación, además de ser bien acogidos en el "Karma
Café" (Strandgata, 12), donde unos calentaron su cuerpo con
carajillo y otros lo refrescaron con cerveza. En las cercanías de la población
se pueden observar asentamientos históricos, o nos podemos acercar hasta el
enorme precipicio kittiwake en la isla de Helløya, para contemplar sus colonias
de aves marinas.
Continuamos nuestro camino ahora en dirección sur camino ya
de tierras continentales, hasta las cercanías de la comunidad de Skanland, puerta de entrada (en nuestro caso de salida)
de las Verterålen, rica en historia, cultura y
población "sami". Pasamos por las cercanías de Evenes situada en la costa norte del Ofotfjorden (fiordo de Narvik),
donde su parte occidental (Liland y el área de Evenes) son tierras bajas, mientras
que en la parte oriental (Bogen) las montañas ascienden prácticamente desde el
mismo fiordo.
Liland (Lidaláddi) fue el centro neurálgico de toda la zona Ofotfjord, hasta la
trasformación de Narvik en el siglo XX como centro de comercio e industria. Junto a la
aldea de Bogen y rodeado de montañas está el curioso lago
Strandvatnet, un raro ejemplo de lago meromítico, en el que las distintas capas
de sus aguas no se mezclan. Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes
encontraron en la bahía Bogen, amplia y bastante profunda, como el lugar
perfecto para instalar una base naval, ya que Narvik
está a sólo 10 millas náuticas (19 kilómetros) al este. Convirtiéndose este fondeadero
en una de las plataformas navales más poderosas de Alemania durante parte de la
guerra, siendo una potente amenaza para los convoyes de las fuerzas aliadas.
En Bjerkvik, población situada tan
solo a 33 km. de Narvik, dejamos la carretera E-10 que prácticamente nos ha
dirigido por todo nuestro periplo isleño, cogiendo la histórica ruta E-6 que
nos conduciría hasta el final del continente europeo en su punto más
septentrional el Cabo Norte " North Cape". Entrando en
territorio "sami", cruzamos los prácticamente deshabitados territorios
de Bardu, básicamente cubiertos de bosques y tundra, el termómetro marca -18º. Hacemos
una parada en la perdida localidad de Setermoen para estirar un poco las
piernas y tomar algo cálido. Todo a nuestro alrededor está cubierto de nieve,
las luces de la población en esta tarde ya oscura, convierten el lugar en algo
fantasmagórico e irreal, no hay nadie por sus calles y apenas circulan coches
por la blanca y helada calzada…………. que sensaciones generan estas tierras del
norte. Pero tenemos que continuar pues aun nos quedan unos 120 km. en estas
condiciones para llegar a nuestro destino, el Camp Tamok.
Unos 70 km. antes de llegar a Tromsø, nos desviaremos hacia
un valle arropado por montañas de más de mil metros para llegar en avanzada
noche a Camp Tamok, situado al fondo del
Lyngenfjorden (82 km. de longitud), el más largo de toda la zona. Magnífico
fiordo que se haya protegido por los espectaculares Alpes de Lynges. Siendo en
estas aisladas y alejadas tierras, donde en el siglo XIX se instalo el luterano
movimiento religioso puritano y ultra conservador "Laestadianismo", prosélito
del clerico Lars Levi Laestadius, donde hoy en día aun mantiene una fuerte
posición. Siendo su bastión la cercana población de Skibotn, a tan solo 45 km.
de donde estamos.
Es
aquí, en el Campamento Tamok, donde las nueve almas que transitamos por estas heladas
tierras, pasamos la noche en una cabaña "lavvu" (tipi o cabaña)
durmiendo encima de varias pieles de reno, rodeados a una estufa de leña, a la
que un par de intrépidos recargaron de abedul a las 4 de la madrugada para que
el frio no fuera tan intenso, pues la temperatura exterior rondaba los -12º. Es también una
ubicación excepcional para observar las " luces del ártico " este
lugar, y aunque estuvimos penitentes hasta casi la una de la noche en esas
condiciones ambientales, los dioses no nos fueron benévolos con nosotros, la
magia no podía ser completa.
Pero en la mañana de nuevo fuimos recompensados con un
esplendido, aunque frio, día de sol invernal. Las nieves nos rodeaban, el humo
de las lavvu buscaban el azul de los cielos, los
perros aullaban en las proximidades pidiendo salir para tirar de los trineos, y
es que ellos saben como nadie cuando se aproxima su hora de trabajar, y están
deseosos de ello.
Y a eso vamos, a realizar un recorrido de unos 15 km. en
trineo guiado por perros "husky", en
medio de un idílico y extraordinario paisaje de blanco impoluto, rodeados de
una naturaleza virgen y excepcional, transformándonos de urbanitas en
verdaderos “musher” (conductor de trineo de perros). Un recorrido solo
comparable a las noches de cielos bailando con las "luces del norte".
Un paseo en medio del silencio y la paz por el encantador Vass Valley (Valle de
Vass), entre el Lago Tamok (Tamokvatnet) y
el Valle de Finn (Finndalen), un deshabitado paisaje
blanco rodeado de montañas y bosques, en medio de un grandioso entrono natural. Donde el único sonido
que nos acompaña es el aullar de los perros en sus deseos de tirar y tirar, y
el suave crujido del trineo a deslizarse por la nieve……….. una sensación única
que deseas se prolongue por más tiempo, y que difícilmente se me borrará de la
mente.
Tromsø, capital del corte y fin de nuestro periplo no está ya
lejos, solo nos queda recorrer la orilla oriental de fiordo Balsfjorden y
atravesar el valle de Lavangsdalen, con los no muy lejanos e impresionantes
Alpes de Lyngen, que majestuosos y altivos se yerguen
al este de nuestra ruta.
Ubicada en una isla, la acogedora, cosmopolita y animada ciudad
de Tromsø es la puerta al océano Ártico, habiendo sido punto de partida de
numerosas expediciones polares. Situada en latitud 69° N, y a casi 350 km. por
encima del Círculo Ártico, nos recibe en una de esas prematuras tardes nórdicas
que solo dejan pasearla en la penumbra. Aun así, nos da tiempo a recorrer las
cuatro calles que alrededor de su antigua Catedral de madera conforman su casco
antiguo, a contemplar una colección de esculturas realizadas en hielo y
expuestas al aire libre en la plaza Stortorget junto al puerto y a tomarnos
unas cervezas en Kaia, en el nº 2 de esta misma plaza, con unas esplendidas
vistas del puerto, las cercanas casas de tradicional estructura que conforman
el Polarmuseet (Museo Polar), así como la moderna,
original y atrevida silueta de la nueva Catedral Nórdica que se divisa en la
parte moderna de la ciudad al otro lado del fiordo.
Pero aun no ha terminado nuestro peregrinaje por las frías
tierras nórdicas, los avatares de la vida y de la comunicación, hace que la
escala que debemos hacer en el aeropuerto de Oslo para regresar a las más
cálidas tierras mesetarias de la Hispania interior, sea de más de siete horas
(que después se convertirían en casi 10 por los retrasos aéreos), por lo que
aprovechamos para acercarnos hasta la capital noruega en tren rápido, que en
apenas 15´ nos dejara en el centro de Oslo.
Y de nuevo me veo en esta ciudad 35 años después de mi
primera visita, viniéndome a la mente los recuerdos de una noche completa, con
madrugada incluida, recorriéndola en su totalidad y con la mejor de las
compañías, puesta la visión fija en el famoso trampolín de saltos de esquí,
pues en sus cercanías es donde estaban acampados en resto del grupo y donde
deberíamos llegar……… pero eso es otra historia que contare cual batallita de
abuelo, y aun no lo soy.
Oslo sigue siendo muy parecida a aquel entonces, sus
edificios del centro son prácticamente los mismos, pero las ciudades varían y
se trasforman, siendo mi visión de esta urbe satisfactoriamente mejor. Con un
día de tenue sol, pudimos acercarnos hasta el nuevo y vanguardista edificio de
la Opera, situado en uno de los fondeaderos de su puerto a orillas de un helado
mar. Recorrimos la famosa Karl Johans gate, en toda su amplitud hasta el
Palacio real, nos tomamos una magnifica hamburguesa y un exquisito plato de salmón
en el pub "The Scotsman", clásico del centro de Oslo (Karl Johans gate, 17), con ambiente futbolero, y regreso callejeando
de nuevo a la estación.
Así es como completamos unos intensos, agradables e irrepetibles días por los fríos nórdicos de las islas Lofoten y Vesterålen, que me han sabido a poco. Ya el tiempo dirá si mis botas volverán a pisar sus nieves………….. por mi parte no hay inconveniente, pero el futuro es una incógnita y los lugares pendientes de visitar muchos.
Así es como completamos unos intensos, agradables e irrepetibles días por los fríos nórdicos de las islas Lofoten y Vesterålen, que me han sabido a poco. Ya el tiempo dirá si mis botas volverán a pisar sus nieves………….. por mi parte no hay inconveniente, pero el futuro es una incógnita y los lugares pendientes de visitar muchos.
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