viernes, 5 de febrero de 2016

- Arte rupestre............... en Madrid

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Bajo este título no pretendo resaltar el arte de los primeros "grafiteros" en la comunidad de Madrid, que si los hubo, y aunque no comparables con otras zonas hispanas, tenemos y tuvimos (pues algunos ya han desaparecido) restos de estos rasgos rupestres del paleolítico en lugares tales como: La Pedriza, La cueva del Reguerillo (Patones), la cueva de  Pedro Fernández o "Sima de las Yeseras" (Estremera), o los localizados en las proximidades de las vegas del Jarama y el Lozoya.  

Mi interés, es mostraros el trabajo de recopilación de estas figuras coloreadas en las rocas de la geografía de nuestra piel de toro, que realizaron a principios del siglo pasado algunos amantes de este arte primitivo. Una colección de calcos y láminas reproduciendo el arte rupestre del paleolítico ibérico, encargadas hace algo más de 100 años por la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, y que conservadas en los archivos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, este los ha expuesto a través de una cuidada y magnifica selección, para que los ojos de los profanos podamos admirar como nuestros antepasados ya usaban los trazos y los colores en las paredes de sus moradas.
 
La curiosidad por este tipo de esquemático arte paleolítico, comenzó a desarrollarse en el último tercio del siglo XIX. Siendo el controvertido descubrimiento de la Cueva de Altamira en 1879 el comienzo del estudio de este tipo de expresión artística, del que en principio dudaron nuestros vecinos los "galos", pues "como podía ser que un país al sur del suyo y de gentes medio civilizadas, tuvieran este extraordinario y prehistórico conjunto pictórico, el de mayor extensión conocido hasta el momento". Llegando hasta sugerir que fue su descubridor el que las había pintado, "toda vez que las tribus antiguas y salvajes no debían disponer de concepto artístico, siendo el progreso evolutivo el que nos hace llegar a la actualidad, pues si el arte es símbolo de civilización debería haber aparecido en las últimas etapas humanas y no en pueblos primitivos de la Edad de Piedra". No siendo hasta comienzos del siglo XX cuando se reconoció su valor y autenticidad, estando considerada como la "Capilla Sixtina" del arte rupestre, y de la cual existe una magnífica reproducción de su techo en otros de los museos madrileños, el recién remodelado Museo Arqueológico Nacional. 

Es poco después de esa consideración internacional, cuando en nuestro país también se genera el interés por estos dibujos, y cuando en 1912 se decide iniciar una recopilación de ellos. Encargándose de sus copias y calcos al organismo mencionado (CIPP), guardándose en el Museo de Ciencias Naturales sus resultados, que ahora se han sacado por primera vez a la luz para gozo y disfrute del público en general.  

Es durante esas décadas de principios del siglo XX cuando se desarrolla el ciclo más activo en cuanto a hallazgos de arte rupestre en la Península Ibérica, lo que propicio la traslación grafica, a través de copias directas en papel o calcos de gran parte de esas obras. Permitiendo conservar aunque sea descriptivamente algunas de estas ilustraciones, que por su emplazamiento en apriscos y oquedades, no han logrado sobrevivir al paso del tiempo habiendo desaparecido de su ubicación original, bien por el deterioro de la naturaleza y el paso del tiempo, también por los actos de vandalismo, la desidia o descuido de la acción humana. Entre estos dibujos ya desgraciadamente desaparecidos, están los de la Caverna del Bullón (Cádiz) que solo pueden observarse a través de las reproducciones exhibidas en esta muestra. 

Nos acercamos a ver la exposición "Arte y naturaleza en la Prehistoria" de la mano de nuestra amiga e investigadora del museo Ana Camacho; que después de enseñarnos, recrearnos y documentarnos sobre sus batinelas (crustáceos cavernícolas emparentados con las gambas, pero de un milímetro de tamaño), siendo una de las tres únicas científicas que hay en el planeta estudiando a estos minúsculos camarones cueveros; nos traslada por los recovecos del museo hasta las salas de la exposición. 

La exhibición aglutina una buena selección arte rupestre compuesta por reproducciones tanto de pinturas paleolíticas como de arte levantino, esquemático e incluso ibérico y medieval de prácticamente toda la geografía española: como la cueva La Vieja (Albacete), Los Letreros (Almería), El Castillo (Cantabria) o la zona de Morella la Vella o la Valltorta (Castellón), así como el Tajo de las Figuras (Cádiz) y el abrigo grande de Minateda (Albacete). 

Un insigne trabajo de más de 20 años realizado entre 1912 y 1936, abortado en su continuidad por la sublevación militar franquista contra la Republica. Siendo las manos fundamentalmente de Juan Cabré Aguiló y Francisco Benítez Mellado, las que hoy, más de 100 años después, nos permiten admirar los primeros bocetos de arte realizados por el ser humano en nuestro país, algo que difícilmente puede ser observado en la naturaleza en su conjunto. Los casi 120 calcos y dibujos incluidos en la muestra, han sido conservados y seleccionados de los más de 2.000 existentes en los archivos del museo (la más completa colección de arte rupestre español y la mayor de esta temática custodiada en una institución de este tipo), calculándose que entre sus fondos se conservan en la actualidad, aproxi­madamente más de un centenar localizaciones o ubicados con pinturas rupestres. 

Este histórico legado fue creado con el objetivo de mantener estas joyas artísticas en el recuerdo, siendo realizado en laminas de variada naturaleza y en distintos soportes de papel, tanto a mano alzada como a través de la copia directa o calcos de las mismas, siendo trazadas con tinta china, grafito, aguadas a color o carboncillo, entre otras diferentes técnicas. Siendo destacable entre ellas, el ejem­plar más grande de la colección, ejecutado en un único lienzo continuo de más de 7 metros, correspondiendo a las pinturas del Val del Charco del Agua Amarga (Alcañiz - Teruel), realizado por Ca­bré a tamaño natural. 

Esta recopilación de tan arduo trabajo, se exhibe intentando recrear un contexto similar al de los situados donde fueron creados, con la finalidad de trasladar los ejemplos más representativos de los periodos y temáticas que conforman el prehistórico patrimonio artístico español. Una muestra única, original y de alto valor histórico, que representando la primera expresión artística de los pobladores de hace 40.000 años, nos va enseñando los diferentes tipos de objetos e imágenes que incitaron al ser humano en la antigüedad por decorar las cuevas y abrigos de nuestra geografía: animales, misteriosos y enigmáticos signos o símbolos e incluso iconografías de sí mismo. 

Ante nuestra mirada resurgen ancestrales secuencias de caza y ritos mágicos, a los que se suman enigmáticos símbolos como puntos o espirales de los que solo nos queda adivinar su sentido, tal vez religioso o iniciático. Como pueden ser las reseñables figuras de la Cueva de la Vieja en Albacete (declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1998), donde se representa una de las escenas más enigmáticas del arte rupestre levantino. Donde se puede observar un complejo conjunto de arqueros dirigidos por unos chamanes, en lo que semeja ser un rito relacionado con la caza.
 
 
Llamándonos sobre manera la atención, el mural (de casi 4 metros de largo por 1,50 de alto) de la Cueva de la Araña en Bicorp (Valencia), que representa a una peculiar forma de recolectad la miel con una sorprendente plasticidad de movimiento. De ella, a principios del siglo XX Eduardo Hernández-
Pacheco nos deja unas notas: “En la principal de las covachas pintadas, una pequeña y profunda cavidad o agujero de esta clase forma parte de la composición que representa la recolección de miel por dos hombres que trepan por una escala de cuerdas, figurando el agujero la cavidad de la peña donde vive el enjambre.”…… "Son pasmosas lecciones de seguridad en el trazo, de sencillez en la línea, de justeza en la expresión realista...” 

El estudioso e ilustrador Juan Cabré, al contemplar el esplendor de las pinturas paleolíticas de la Cueva del Pindal (Cantabria) en 1915, nos deja como anotación: “Consérvase unas treinta (figuras), a cual más perfectas y bellas, ejecutadas con gran maestría. 

Es la referencia que Lope de Vega hace el siglo XVI, la primera reseña escrita de existencia de pinturas rupestres en España, concre­tamente a las descritas en el “Canchal de las cabras pinta­das” de las Batuecas. No siendo hasta finales del siglo XVIII, cuando se efectúan las primeras copias de estos dibujos, hechas por el párroco de Montoro (Cordoba) Fernando López de Cárdenas, remitiendo las copias al Real Gabinete de Historia Natural (el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales), sin que se sepa en la actualidad donde están. 

En verdad interesante es el recorrido y la visualización de estos excepcionales calcos, realizados por estos pioneros de la ciencia rupestre, intrépidos eruditos y enamorados pintores, que a caballo entre la ciencia y el arte, recorrieron caminos y ascendieron trochas para dejarnos este legado que hoy podemos admirar. Podemos completar la visita recorriendo alguna otra sección de este magnífica e histórica institución. Y si queréis ver el cuadernillo publicado por el museo sobre el evento, podéis hacerlo a través de este enlace pinchando aquí.


La exposición se puede visitar hasta el 19 de mayo de este año, seguro que al terminar no saldremos defraudados de lo que en ella podemos observar……… e incluso aprender.

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