Cual manecillas de un insólito reloj recorriendo su
perímetro, nos dirigimos a transitar los maravillosos parajes del norte
islandés, donde la fuerza de los volcanes hace tiempo que terminaron de modelar
su paisaje. Norðurland o tierras del norte, es un amable territorio, en la que
los desaparecidos glaciares de otros tiempos y las corrientes fluviales han creado
un enclave de suaves formas; que aunque de espectaculares montañas e islas
frente a la costa de un penetrante verdor; han generado una tierra viva llena
de intensidades. Sus fértiles, verdes y cultivados pastos que se prolongan a
uno y otro lado de nuestra ruta, son la antesala a una escabrosa y erizada costa,
ceñida por deliciosos y amplios fiordos.
Después de descansar en el esplendido Hostel de Broddanes; uno de los mejores
alojamientos de los que disfrutamos en Islandia; tomamos rumbo sur por la
orilla del Hrútafjörður (fiordo de las ovejas) a través de un extraordinario escenario de
paisajes, para encontraos de
nuevo en la "Ring Road", la N-1 o carretera de circunvalación de toda
la isla. Durante el recorrido pudimos comprobar ingentes cantidades de viejos y
secos troncos que, pulidos por el mar, han llegado a la deriva desde tierras
americanas hasta estas latitudes, y que en tiempos del medievo, fueron usados
por colonizadores de esta isla para construir prácticamente todas las
edificaciones islandesas de aquellos tiempos. Al final del estrecho y alargado
fiordo, justo en el enlace de la carretera principal, se halla el "Área de
servicio" de Staðarskáli, donde a temprana hora paramos para tomar el ya clásico "café
de la alegría". El día también se presenta hosco, y se va a mantener prácticamente
así durante toda la jornada.
A nuestra derecha dejamos el desvió que nos llevaría hasta
Vatnsdalur (Valle del Lago), tomando el nombre de un pequeño lago truchero.
Este lugar es afamado por su saga "Vatnsdœla" (saga de los
Asentamientos), que cuenta la historia de los primeros colonos vikingos que
llegaron a estas tierras. Aquí desaguan en un conjunto de múltiples
colinas de diversos tamaños, en una de las cuales se realizo en 1830 la última
ejecución de Islandia…………….. se nota que es un país avanzado, ya hace casi
doscientos años se dieron cuenta de la inutilidad de esta medida como escarmiento,
solo países "radicales" y atrasados la mantienen hoy en día.
Entre brumas y plomizos cielos, imaginamos a nuestra
izquierda la interesante península de Vatnsnes, situada entre los fiordos
Miðfjörður (Backafiórd) y Húnafjörður. Pero como el día no acompaña y la ruta
de hoy es larga, pasamos de desviarnos hacia ella para acercarnos a Hvitserkur
que aunque es un sitio interesante, por las formas que tienen sus esculpidas y
caprichosas rocas entre la playa y el mar, no será la mejor forma de poderlo
observar, ni las condiciones de luz las idóneas.
Es en el fiordo Húnafjörður, al levante de la gran bahía de Húnaflói, donde se encuentra la población de Blöduós, destacando en ella la hipermoderna estampa en hormigón de la iglesia
local simulando un cráter volcánico y que divisamos al pasar por la carretera.
Dejamos el olor marino para introducirnos hacia el interior
del país, camino del escénico valle de Öxnadalur, donde podremos percibir la
forma de vivir de sus gentes durante los pasados siglos. Para ello primeramente
nos acercamos a la minúscula, aislada y coqueta ermita de Víðimýrikirkja
(Iglesia de Víðimýri), edificio representativo de 1834, y
una
de las mejores muestras de la arquitectura tradicional islandesa (construida en turba con el techo de hierba y el interior
de madera). Aquí es donde nos enteramos, de que si bien los islandeses de
mediados del siglo XIX eran avanzados en cuanto a las penas capitales de los
actos judiciales, no lo eran tanto en sus relaciones sociales. Las dichosas
religiones, en este caso la "protestante", con sus intransigencias,
moralidades y normas, tenían en este país reglamentado como cada uno debería de
situarse en los templos: las mujeres se sentaban en el lado norte y los hombres al
sur, los más ricos al fondo cerca del altar, los pobres cerca de la puerta y las embarazadas fuera del matrimonio en un sitio más
bajo. Una vez en su interior comprobamos que es uno de los mas acogedores y mejor conservados del país.
No muy alejada y al poco de pasar por Varmahlið; pequeña
pero notable población, generada por estar situada en un importante cruce de
carreteras; nos encontramos con la granja
Glaumbær, merecedora sin ninguna duda de ser visitada. Asentada en el verde y
fértil valle al fondo del fiordo Skagafjörður, el viejo
conjunto de casas que forman Glaumbær, hoy convertido en museo, nos enseña el contexto rural en los siglos pasados, así como las penosas condiciones de vida de los granjeros en aquellos tiempos. Donde se moraba en estas cabañas de turba, habitando un recinto mínimo en el que se reunían sus pobladores, víveres y enseres en un mismo espacio. Ni que decir tiene en época invernal, sin apenas luz solar y con unas condiciones climatológicas adversas, dándonos una idea de la dura cotidianidad de estas gentes.
conjunto de casas que forman Glaumbær, hoy convertido en museo, nos enseña el contexto rural en los siglos pasados, así como las penosas condiciones de vida de los granjeros en aquellos tiempos. Donde se moraba en estas cabañas de turba, habitando un recinto mínimo en el que se reunían sus pobladores, víveres y enseres en un mismo espacio. Ni que decir tiene en época invernal, sin apenas luz solar y con unas condiciones climatológicas adversas, dándonos una idea de la dura cotidianidad de estas gentes.
Sobre el sistema de construcción utilizado en Islandia
durante toda la edad media y hasta casi finalizado el siglo XIX, lo primero que
llama la atención son sus muros de turba y su peculiar techumbre cubierta de
hierba, que aquí denominan "torfþak" (techo de hierba). No pudiendo
utilizar paja u otros elementos para cubrirlo como en otras latitudes, por su
inexistencia en este clima. La falta de vegetación del país, les obligo a que
la poca leña que llegaba a la deriva hasta sus costas por las corrientes desde
américa, la utilizaran para puertas, ventanas y a forrar su interior, usando
para sus paredes exteriores piedra de lava y turba.
Glaumbær, es el más interesante conjunto de este tipo de
los que nos podamos encontrar en toda Islandia, al mantenerse en muy buen
estado de conservación tanto exterior como interior. Está compuesto por
seis minúsculas edificaciones adosadas, que orientadas sus fachadas al este y
unidas por un pasillo, intentan aprovechar al máximo la fuerza calorífica, evitando
salir al exterior cuando las condiciones son adversas. Entre ellas resalta
aunque no mucho la casa principal, con cinco recintos añadidos en su trasera que servían de almacenes y herrería, estando
dedicada la parte superior del último espacio a habitaciones. La cocina tenía una
importancia fundamental pues en ella se
preparaban los embutidos, ahumaban las carnes
y pescados para aguantar los largos inviernos, sirviendo también como lugar donde
lavar la ropa.
Al parecer, en el techo de uno de los edificios, hay
escrita una “ñ”, curiosidad o enigma, ya que en su alfabeto no existe esa letra.
A mí, con la presteza de pretender apreciar hasta el mas mínimo detalle en el limitado
tiempo del que disponíamos, y de poderlo reflejar en el interior de mi cámara
fotográfica, se me paso buscarla.
Guðríður
Þorbjarnardóttir, la Gran Viajera
Aunque el conjunto de los perfectamente conservados
edificios que podemos observar hoy en día son de los siglos XVIII y XIX, su
historia se remonta al siglo XI, cuando estas tierras estuvieron habitadas por
los primeros islandeses que posteriormente colonizaron Groenlandia, y desde allí
explorar la actual Norteamérica quinientos años antes de que lo hiciera Colón.
Tal y como nos los han trasladado (y posteriormente confirmado) la "Saga Grœnlendinga"
(Groenlandeses) y la "Eiríks saga rauða", donde la segunda nos comenta
sobre Erik el Rojo, los hijos de este Leif Eriksson (verdadero descubridor de la
américa norteña), de su hermano Thorsteinn, y sobre la mujer de este ultimo
Guðríður Þorbjarnardóttir, así como del hijo que ella tuvo allí de un segundo
matrimonio. Guðríður nació hacia el año 980 en Laugarbrekka, al sur de la
península de Snaefellsnes (como
podréis ver en el capítulo dedicado a Arnastapi y Hellnar). Esta mujer
abandonó Islandia acompañando a Erik el Rojo en ruta a Groenlandia y
posteriormente hacia el año 1010, también se embarco en una de las primeras
expediciones a Vinland (la actual península del Labrador en Canadá). Durante el
primer invierno en tierra americana, Guðríður tuvo un hijo que fue llamado Snorri,
siendo el primer europeo nacido en el Nuevo Mundo del que se tiene constancia.
Posteriormente
tuvo
que regresar a Groenlandia e Islandia, siendo en aquel tiempo cuando se asentó en Glaumbær.
que regresar a Groenlandia e Islandia, siendo en aquel tiempo cuando se asentó en Glaumbær.
La población islandesa ya se había cristianizado, y ya una vez desposado Snorri, nuestra viajera Guðríður dispuso peregrinar a Roma a fin de que sus pecados fueran perdonados por el Papa. Prometiendo levantar una iglesia en Glaumbær, si su regreso era satisfactorio. Pero se la encontró ya edificada por su hijo antes de su retorno sana y salva, por lo que se recluyó en ella el resto de su vida como una eremita. Todos estos periplos recorridos por Guðríður Þorbjarnardóttir, la han convertido en una de las mayores y más valerosas trotamundos de la Edad Media. Habiendo realizado hasta ocho travesías por el Atlántico Norte, llegando a América, y posteriormente cruzar toda Europa en un viaje de ida y vuelta, desde el Ártico al Mediterráneo, llegando hasta la ciudad donde se asienta el Vaticano.
A pocos kilómetros de aquí, en el valle Hjaltadalur, que
desemboca en el fiordo Skagafjörður, se encuentra la población de Holar. Ubicada
al comienzo de la península Tröllaskagi (Península
del Troll), ha sido un lugar de gran relevancia histórica, ya que en ella se
situó, junto con el de Skálholt (del
que ya he comentado en la entrada referida a Reykjavik), uno de los
dos importantes obispados en los que se dividía la isla allá por el siglo XII.
En sus proximidades se encuentra la granja de Nyibaer, también construida en turba
y madera, pero mucho menos interesante que la de Glaumbaer.
Si continuamos por la carretera costera de la península
Tröllaskagi, nos encontraremos con Grafarkirkja (Iglesia de Grof), que aun dependiendo del Museo Nacional de Islandia, se
halla ubicada en una finca privada en medio de un campo de heno. Esta minúscula
capilla es la más antigua Islandia (similar a la que ya he comentado de
Vídimyrikirkja erigida en turba y madera), y unas seis iglesias de este tipo
que aún se conservan en ese estado, tres de ellas situadas en esta zona y las
otras tres al sur del gran glaciar Vatnajökull. Su ubicación
y el hecho de poderla descubrir en plena soledad, puede hacer que su visita sea
uno de los momentos más sugerentes de todo el recorrido por estas tierras.
Continuamos la ruta atravesando la formidable depresión que
forma el valle de Öxnadalur, hasta llegar a Akureyri. La apodada "Perla del norte", que
aun siendo la segunda ciudad del país, es una pequeña, cómoda y coqueta villa que
no llega a los 20.000 habitantes, situada en la costa oeste del fiordo
Eyjafjörður. Recorrerla es fácil, solo cuatro calles tienen interés, donde se
encuentran los edificios más coloridos y antiguos. Amén del moderno Centro
Cultural HOF que se halla en su puerto y las escalinatas que ascienden
hasta la Akureyrarkirkja (Catedral), cuya moderna arquitectura dudo que agrade en demasía. Paseamos entre la lluvia de la tarde, tomando unas cervezas en el "Bláa kannan café" la casa azul, y cena en solicitado "Bautinn" la casa roja, casi enfrente una de otra, orgullosas ambas de formar parte de las construcciones más antiguas de la ciudad. Los dos, agradables y recomendables sitios para pasar las serenas tardes que nos regala esta urbe. Para dormir el cálido y agradable "Gula Villan Guesthouse", amalgama de variopintas gentes y ajetreante ambiente, situado justo enfrente de las calientes piscinas municipales, que con su kilométrico tobogán envuelven la zona del acuo vapor. Como curiosidad resaltar el establecimiento "Goya - Tapas bar", tal cual es como se titula, pero no imagino yo el ambiente tapero de los madriles en estas latitudes, mejor dejarlo como un exotismo de esta ciudad.
hasta la Akureyrarkirkja (Catedral), cuya moderna arquitectura dudo que agrade en demasía. Paseamos entre la lluvia de la tarde, tomando unas cervezas en el "Bláa kannan café" la casa azul, y cena en solicitado "Bautinn" la casa roja, casi enfrente una de otra, orgullosas ambas de formar parte de las construcciones más antiguas de la ciudad. Los dos, agradables y recomendables sitios para pasar las serenas tardes que nos regala esta urbe. Para dormir el cálido y agradable "Gula Villan Guesthouse", amalgama de variopintas gentes y ajetreante ambiente, situado justo enfrente de las calientes piscinas municipales, que con su kilométrico tobogán envuelven la zona del acuo vapor. Como curiosidad resaltar el establecimiento "Goya - Tapas bar", tal cual es como se titula, pero no imagino yo el ambiente tapero de los madriles en estas latitudes, mejor dejarlo como un exotismo de esta ciudad.
Ya en la mañana y como casi de costumbre un borrascoso día,
recorremos hacia el norte la orilla del largo y espectacular Eyjafjörður hasta
el puesto de Hauganes, donde embarcamos en el
Níels Jónsson en busca de la caza (fotográfica) de ballenas. Las aguas del Eyjafjörður se han convertido
durante estos últimos años en el hábitat de ballenas jorobadas, ballenas mink,
delfines, marsopas y otras especies marinas. Ataviados con vistosos e impermeables monos de pescador,
recorremos las aguas de este fiordo en busca de estos enormes mamíferos marinos.
Después poder observar a algunos de estos cetáceos en medio de la lluvia y la
niebla, como jugaban a nuestro rededor, ensenándonos su colosal lomo y
despidiéndose con vistoso adiós de su enorme y graciosa cola, probamos suerte
con la pesca "a mano y con caña". Siendo recompensados en el intento
con la captura de un suculento bacalao y una isa, los dos atrapados al mismo
tiempo, trofeos, que dos días después en el lago Myvatn formarían el soporte
principal de una copiosa cena. Toda esta zona es afamada por la importancia de
la pesca del bacalao y donde se hallan algunas de las más importantes factorías
del país para el procesamiento de este apreciado pez.
Camino del lago Mývatn, hacemos una parada cara admirar la
caída de agua del río Skjálfandafljót formando Godafoss "La Cascada de los
Dioses". Que según la leyenda, debe su nombre a una antigua historia referente
a que fue en este lugar, sobre
el año 1000 cuando Thorgeir Ljósvetningagoði se deshizo de los dioses vikingos,
arrojándolos a sus aguas, al convertirse al cristianismo la población
islandesa. No es muy alta, ni impetuosa, ni ensordecedora, pero esta si ancha
catarata, es una de las más peculiares de esta indómita isla. El campo de
basalto por el que discurre el rio, es horadado por dos caídas de agua de unos
12 m. que en forma de hemiciclo son desviadas por unos peñascos, formando una
ancha y brumosa cortina que se remansa a sus pies en un reposado lago de un
azul intenso, siendo el mejor escenario para enterrar deidades, y no solo las
vikingas. Lástima que estos dioses allí alojados en la noche de los tiempos, no
se apiadasen de estos impíos mortales que los fuimos a visitar, y descargasen
su furia castigándonos con un día de verdad ingrato y desapacible.
Llegados ya al lago Mývatn, dedicamos la tarde a ascender
al cráter del extinto volcán Hverfjall, y en recorrer a
sus pies los laberinticos senderos que recorren el caos formado por el campo de
lava que se extienden en Dimmuborgir. Un mundo mágico,
tanto la subida al cono volcánico entre las pedreras de milenarias cenizas, con grandiosa
panorámica de los alrededores; como las enrevesadas
trochas por medio de las escorias y cavernas de las fundidas rocas que se han
acumulado bajo su ladera. Lugares donde la fuerza del interior de la tierra ha
dejado las huellas de sus ganas por emerger, como si tuviera ansias de respirar
y cotillear lo que hay en el espacio exterior.
El lago Mývatn, que traducido tal cual seria "lago de
moscas enanas", porque en él se encuentran durante el estío gran cantidad
de estos molestos insectos, es una
zona de fuerte actividad eruptiva y volcánica, estando situada
sobre el límite de la placa tectónica que forma la dorsal atlántica, autora directa
de los extraordinarios acontecimientos volcánicos que en sus proximidades
se han desarrollado durante tiempos inmemoriales. Hace unos 10.000 años estos
lugres estaban cubiertos por glaciares bajo los cuales se produjeron distintas
erupciones volcánicas, que fueron esculpiendo su paisaje haciendo desaparecer
progresivamente los hielos. Esta actividad telúrica, aunque más moderada nunca
se extinguió repitiéndose regularmente en la actualidad. Se pueden observar los
restos del manto de lava que el cercano volcán Krafla
dejo en 1729, durante los llamados "fuegos de Mývatn", que destruyeron prácticamente la población de Reykjahlíð, aunque sus habitantes no sufrieron ningún daño, al detenerse el flujo de magma frente a la iglesia, ubicada en un terreno más alto, hecho que fue atribuido a los rezos de su párroco.
dejo en 1729, durante los llamados "fuegos de Mývatn", que destruyeron prácticamente la población de Reykjahlíð, aunque sus habitantes no sufrieron ningún daño, al detenerse el flujo de magma frente a la iglesia, ubicada en un terreno más alto, hecho que fue atribuido a los rezos de su párroco.
Ya los primeros vikingos que llegaron a colonizar estas
tierras fueron testigos de algunos de estos sucesos, no explicándonos los
coloridos visitantes que nos acercamos hasta estos lugares como sus pobladores
no han abandonado el lugar hace tiempo. No obstante, al convivir con este insólito
paisaje durante un par de días, esa sensación de desasosiego se va calmando, con
la convicción o el deseo de que la enorme caldera de Krafla no vaya a despertarse
de nuevo. Transformándose esa inquietud en admiración por todo lo que nos
rodea, ofreciéndonos un panorama singular de contrastes dispares, por un lado
las pacificas y tranquilas aguas de su lago en confrontación con las indómitas planicies
lavas, humos y hervideros que hay a su rededor, convirtiendo este espacio en un
mundo surrealista y en parte mágico.
Con la sonrisa permanente de Nadine, como anfitriona y
compañera de nuestra estancia durante los dos días que pasamos en el hostel que
Tierras Polares tiene en
Reykjahlíð, nos disponemos a recorrer esta zona castigada de siempre por el
fuego de las continuas y cercanas erupciones.
En su orilla sur se encuentran los interesantes y vistosos pseudocraters
de Skútustaðir. Atractivas y curiosas alineaciones de pequeños conos volcánicos
formados por explosiones de gas atrapado cuando la lava fundida fluye sobre
terrenos húmedos. Estos originales cráteres se pueden recorrer a través de
varios y no muy largos senderos.
Ubicada en el interior de una fisura, dentro de una angosta
cueva, Grjótagjá es la fuente termal más popular de toda la zona. Formada por
un curso subterráneo de cálidas y trasparentes aguas, con varias pozas, donde
no hace mucho se permitía el baño (en la actualidad prohibido), aunque como
pude comprobar personalmente, hay quienes de forma clandestina disfrutan aun de
un furtivo y templado remojón.
A los pocos kilómetros de continuar por la Rig Road, y nada
más superar un pequeño collado, se nos presenta un espectáculo de humo y color
único, se trata de las solfataras de Hverir y Namafjall (lugar donde emergen
los vapores sulfurosos de interior de la tierra), la capital del reino del
azufre, al que no nos queda otro
remedio que acercarnos, pues su misma visión desde la lejanía ya es de por si atrayente. Estas emanaciones de gases y lodos en ebullición, son los más grandes y espectaculares de toda Islandia, una considerable extensión de extraño terreno, sin vegetación alguna que pueda soportar este diabólico y dantesco mundo. Paseamos por él, admirado a uno y otro lado los tonos con los que son agasajados nuestras desconcertadas miradas, un espectáculo de inverosímiles e intensos tonos pastel: ocres, rojos, grises, blancos y hasta azules. Un paisaje selénico plagado con calderas de fango hirviente, coloridos depósitos minerales, orificios humeantes y bulliciosas fumarolas, acompañado todo ello con el olor permanente a azufre. Un área incomparable y extraordinaria, diferente a todo lo que las humanas visiones están acostumbradas a ver, donde se siente estar pisando una tierra viva que se mueve bajos nuestros pies.
remedio que acercarnos, pues su misma visión desde la lejanía ya es de por si atrayente. Estas emanaciones de gases y lodos en ebullición, son los más grandes y espectaculares de toda Islandia, una considerable extensión de extraño terreno, sin vegetación alguna que pueda soportar este diabólico y dantesco mundo. Paseamos por él, admirado a uno y otro lado los tonos con los que son agasajados nuestras desconcertadas miradas, un espectáculo de inverosímiles e intensos tonos pastel: ocres, rojos, grises, blancos y hasta azules. Un paisaje selénico plagado con calderas de fango hirviente, coloridos depósitos minerales, orificios humeantes y bulliciosas fumarolas, acompañado todo ello con el olor permanente a azufre. Un área incomparable y extraordinaria, diferente a todo lo que las humanas visiones están acostumbradas a ver, donde se siente estar pisando una tierra viva que se mueve bajos nuestros pies.
Al norte de aquí y no muy lejana se halla Krafla, donde la
poderosa fuerza interior de nuestro planeta ha dejado su enorme huella. A
medida que nos acercamos, el paisaje va transformándose y las suaves
tonalidades del terreno dan paso a la áspera y negra lava, el olor a azufre domina
de nuevo todo el espacio que nos rodea, habiendo humeantes regueros azul
turquesa por todo el caos se divisa a nuestro entorno. Krafla es una inmensa zona de unos veinticinco kilómetros de
diámetro, en cuyo cenit se sitúa su caldera que tiene unos 80 km2, con una cámara
magmática de entre dos y tres kilómetros de profundidad. Así mimo contiene una serie
de fisuras que alcanzan en algunos casos los 90 km. de longitud y unas mil
fracturas tectónicas, convirtiéndola en una de de las zonas volcánicas más
activas Islandia. Un verdadero mundo de fuego, en el que se han registrado
desde que se tiene constancia de ello hasta 29 erupciones, siendo la más
reciente la que se registró entre 1975 y 1984, haciendo temer a los granjeros
de la zona lo sucedido con los Fuegos de Mývatn en el siglo XVIII. erupción que
arrasó unos 36 km2, donde se puede comprobar que la lava aun está
caliente.
Nos acercamos primeramente a visitar
el seductor cráter "Viti", en el que se puede recorrer todo su perímetro
acompañándonos la visión de su verde-azulado lago en el fondo. El nombre de Víti, que en el idioma islandés
significa
infierno, le viene por la antigua creencia de que el averno se encontraba bajo
los volcanes, y no es de extrañar viendo el paisaje a nuestro alrededor,
imagen próxima al que ya nos relato Dante en su "Infierno" de la
Divina Comedia.
Posteriormente realizamos el sendero Leirhnjúkur, que
discurre en su inicio por viejas lavas cubiertas
de musgo, hasta llegar a las zonas de más reciente actividad compuestas por ennegrecidas
lavas. El camino discurre entre humeantes coladas de escorias negras y rojizas,
pequeñas áreas de rojas solfataras y pequeños cráteres volcánicos. La visión desde
su punto más alto es fantasmagórica, el negro de la lavas lo domina todo en
contraste con los cielos brumosos, que se funden con los abundantes humos que
aun salen de sus escorias, destacando la alineación que estos producen en una
de sus innumerables grietas, y la perfecta delimitación de las jóvenes lavas de
1984 que parece solidificadas justo sobre la verde pradera de hierba a la que
no llegaron.
Ya de vuelta en el vehículo, pasamos
junto a la central geotérmica de Kröflustöð de atrevido esquema futurista, envuelta
de gruesas tuberías, humeantes chimeneas de vapor de agua y azulados arroyos. Más próxima al lago Mývatn, existe otra planta geotérmica
mucho más pequeña y más antigua, en la que llama nuestra atención el intenso
azul cobalto de la laguna donde desagua la instalación. De la misma coloración al
de la Laguna Azul o Blue Lagoon de la península de Reykjanes, en las proximidades de
Reykjavik, o la de Laguna Azul de Mývatn, a la que nos dirigimos para
despedirnos de estas convulsas tierras.
Nada mejor para terminar la intensa jornada que allegarnos a
los "Jarðböðin við Mývatn", donde es obligatorio tomar un cálido y relajante
chapuzón en sus baños naturales, que aunque son menos glamorosos y más pequeños
que sus hermanos del sur, son más asequibles y acogedores. El recito de la
piscina está bordeado por la roca volcánica negra de la zona, y sus humeantes aguas
tienen el turbio color turquesa del líquido termal, brotando de uno de sus
laterales, siendo por su alto contenido algo densa y untuosa, cubriendo la piel
como de una lamina cremosa. La ubicación del lugar en una zona aislada, le
confiere un halo especial, un momento de relax rematado con una cervecita después
del baño.
Ya de mañana y camino de los Fiordos
del Este, nos desviamos a visitar las cascadas de Selfoss y Dettifoss qué próximas entre sí,
nos invitan a una pequeña caminata. El rio Jökulsá á Fjöllum, nacido de los
hielos del glaciar Vatnajökull, es el segundo más largo del país (206 km.)
formando con sus heladas y turbias aguas las cataratas más poderosas de todo el
continente europeo. La acción de sus aguas ha ido formando en el trascurrir de
milenios el profundo cañón de Jökulsárgljúfur, que protegido por ingentes
columnas basálticas en sus laterales ha formado un rosario de saltos de agua
que nos proponemos visitar.
La más afamada de ellas es Dettifoss, escuchando su rugir
desde el lugar donde se deja el vehículo. Con 100 m. de anchura y una caída de
44 m. sus aguas al caer provocan una cortina nebulosa que puede verse mucho
antes de llegar hasta ella. Solamente cuatro tonos dominan el paisaje: el verde
de las praderas que la bruma de su salpicadura producen en su inmediatez, el
blanco de las aguas en fuerte caída, el gris basalto de sus verticales pareces,
y el contraste del cielo dependiendo de cómo este el día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario