Las
nieblas nos envuelven, el día es gris con cielos color del plomo, la humedad
se nota en el ambiente y el frío de estar a más de tres mil metros de altitud
se siente por dentro de nuestros ropajes. Caminamos por el extremo de un
escarpe acantilado, la bruma se disipa por un momento y a nuestros pies, en
medio de un verdor que todo lo llena, divisamos como si fueran pequeños conos las
chozas de las aldeas situadas en el valle mil metros por debajo de nosotros. La
sensación es grandiosa, los cortados que forman los siniestros y verticales farallones
son impresionantes, la escena es magnífica, el entorno mágico; y aun costando
caminar por la vereda a causa de la altitud, bien vale el esfuerzo y los
resoples por estar aquí, en el vértice norte del enorme Macizo Etíope, en el
corazón de las "encantadas" Montañas Simien.
Separando
los dos históricos enclaves del cristiano septentrión etíope, Axum y Gondar,
las Simien; "norte" en amárico (idioma oficial de Etiopia), indicando
así la situación con respecto a Gondar; están conformadas por una serie de
inclinadas mesetas desgarradas por profundos y hendidos valles de altas cimas. Apeladas
como el "techo de África",
son uno de los macizos montañosos más escarpados de todo el continente africano.
Siendo sus primeros pobladores musulmanes, que empujados hacia el norte durante
años por la presión cristiana, los que al final se establecieron en estas
elevadas y escabrosas tierras. Están situadas entre los 2.000 y los 4.500 mts. de
altitud, hoy declaradas Parque Nacional y Patrimonio de la Humanidad, formando
la más extensa y espectacular cordillera de Etiopía. Uno de los parajes más
singulares y fantásticos de todo el continente, regalando a nuestros ojos los sugerentes
abismos de sus acantilados, así como enigmáticos paisajes de telúrico origen.
Además
de este fantástico paisaje, otro de sus encantos es la fauna en ellas
existente, compuesta de sus tres afamados y endémicos inquilinos: la cabra
montés etíope (capra walie) o ibex de Abisinia, en peligro de extinción y de la
que sólo quedan unos 500 ejemplares, el rarísimo chacal de
Simien o lobo de Abisinia, y el babuino gelada, primate que distinguiremos por
su nutrido y rubio pelaje, además de la roja mancha que tienen en el pecho. Amén de
antílopes, como el pequeño saltarrocas o Klippspringer, algún leopardo, hienas,
y un buen repertorio de rapaces; identificándose más de 60 especies de aves, recibiendo
cada año cantidad de especies migratorias procedentes de Europa.
Estamos
a casi 3.500 metros sobre el nivel del mar, por encima de lo que sería las
cimas de nuestro apreciado Pirineo, a una altura que en este continente nuestro en el que
habitamos, supondría estar rodeados por nieves perpetuas y ásperos de glaciares,
sin embargo aquí nos encontramos rodeados de bosques, no en vano estamos en el paralelo 13º
norte, a tan solo 1.500 km. del "ecuador". Donde la altitud no sólo
se nota en el clima y la vegetación, enseguida comenzamos a sentir los efectos
de la falta de oxígeno: aumento en la frecuencia respiratoria, debilidad, lentitud
de movimientos, cansancio, aturdimiento y hasta una sensación de mareo,
teniendo que tomarnos con calma nuestro caminar, pues aquí, el simple hecho de pasear, cuesta un esfuerzo
considerable para los visitantes que llegamos del llano.
Para
llegar hasta las "Simien Mountains" partimos de Gondar en dirección a
Debark, distanciadas por una centena de kilómetros, debiendo hacer una parada a
los 25 km. de nuestro comienzo, para contemplar la magnífica panorámica que desde allí
se divisa, el profundo, escarpado e impresionante Lucky Valley que se asoma
bajo nosotros. Debark, situada a los pies de estas montañas, es la población
desde la que se accede hasta su interior, y donde recogemos a los fotogénicos "rangers",
que armados con sus Kaláshnikov
nos escoltaran durante nuestra visita; su interesante mercado y el colorido de
sus gentes, bien merece un paseo. Desde ella continuamos la ruta, por sinuosa y
embarrada pista, cruzando limpios arroyos y campos alfombrados por las
amarillas flores de "meskel" que brotan es esta época, pasada la
estación de lluvias.
Partiendo
de "Buyit Ras", y por un bosque de brezos; que por estas latitudes no
es un simple arbusto sino un frondoso árbol, del que curiosamente cuelgan de sus ramas unos líquenes llamados “barbas de viejo”, que solamente
crecen en zonas donde el aire es puro; caminamos un trecho entre las juguetonas
y mágicas neblinas que nos acompañan y envuelven, bordeando un circo de
acantilados y disfrutando de impresionantes vistas por el borde del cortado de
"Tirf". La negrura del "cuervo abisinio", que con su
reconocible mancha blanca en la coronilla, y como compañía en nuestro tentempié,
nos anima a seguir por suave paseo y sin apenas cuestas, hasta llegar a Tiya
Afaf, donde nos esperan los todoterrenos, y lugar habitual de afluencia para los
famosos "babuinos gelada". Estos simios de pelaje al viento y pecho
rojo, que por cientos se reúnen aquí, y sin inquietarse en absoluto por nuestra
presencia siguen su vida: se despiojan, aúllan, se alimentan y juguetean junto
a sus familias, permitiendo nuestra cercanía sin inmutarse. Desde este lugar se
tiene una magnifica panorámica del escarpado valle 1.500 m. por debajo de
nosotros; todo es verdor a nuestro alrededor y donde hasta las paredes de los
acantilados rezuman esa tonalidad………..francamente impresionantes este paseo.
Ya
en la tarde, y entre leves atisbos de sol, paseamos hasta el contrafuerte
formado en la cúspide de la colina Deche Nedala, desde la que; rodeados por
hermosas y curiosas flores rojas de "tizón de fuego" (kniphofia
pumila); contemplamos en la altura, la magnitud de la Cascada Jinbar. Un impresionante
salto en el aire, con el agua estrellándose y sumergiéndose en una profunda y
lóbrega barranca, estrecha como una grieta que se desploma vertical más de 600
mts. en el vacío, un verdadero precipicio bajo nuestros pies. Uno de los
lugares ineludibles que visitar en estas montañas y desde el cual se llega a
sentir la grandiosidad y la belleza que nos obsequia la sabia naturaleza. El
punto intermedio entre el celestial universo y los abismos del averno, equidistante
de ese "dios" del que nos hablan y el "satán" al que
debemos temer, el lugar ideal donde encontrar la paz. Al contemplar en el ocaso
de la tarde, como los "quebrantahuesos" desde sus oteros, levantan el
vuelo por debajo de nosotros cruzando por delante de la cascada y los cortados,
me invade una sensación de tibieza y libertad, con ganas de lanzarme a volar acompañándoles
en sus aéreas y sutiles acrobacias, un efecto que solo este lugar puede
producir.
Llegados
al campamento Sankaber (3.252 m.) donde afrontaremos la noche, nos visita la
lluvia, un potente y pertinaz aguacero, que no consiguió más que el rato que
pasamos cobijados en una de sus cabañas, entre chascarrillos y ocurrencias,
fuera inmensamente agradable. El chaparrón nos da tregua en la noche,
regalándonos en la mañana un hermoso amanecer con el sol enseñándose por
encima del monte Ras Dashen o Ras Dejen 4.543 m. el más alto de Etiopia y el
cuarto del continente africano.
Al
noreste, casi enfrente de nosotros, a nuestra derecha se sitúa la meseta de
Geech (3.700 m.), uno de los sitios más interesantes para recorrer de estas
montañas. Lugar donde observar en su máximo esplendor las "lobelias
gigantes", enormes plantas con flor en forma fálica, que llegando a tener más
de cuatro metros de altura, forman en esta zona casi son
verdaderos bosques, y donde se localiza la endémica hierba "fetusca
gilbertiana), que solo se encuentra en este lugar. En su cúspide el Imet Gogo
(3.926 m), domina un extenso paisaje de barrancales que llegan a tener más de
2.000 mts. de desnivel. Siendo este ubicado el paso casi obligado para el
recorrido perfecto si se quiere conocer la singularidad de estas montañas: tres
días nos llevara hacerlo: de Buyit Ras al campamento Sankaber (5 horas); de
aquí a Geech (6 horas) y de este campamento, asomándonos a los barrancos que se
divisan desde la cima del Imet Goto (7 horas), llegar hasta el campamento de
Chennek, desde el que se disfrutan algunas de las mejores vistas de todas estas
montañas. Desde aquí si queremos profundizar, se puede encender hasta la cima
del Ras Dejen, pasando por el Bwahit (4430 m.) o descender por el interesante
valle de Ansiya hasta Adi Arkay, en la carretera de Debark a Axum, pero estos
recorridos entretendrán durante mas días.
Su
reputación de ser uno de los más espectaculares y hermosos lugares de todo el
continente africano, para realizar recorridos de trekking, es bien merecida. Me
saben a poco los momentos vividos en estos verdes y escarpados parajes, de los
que me hubiera gustado disfrutar más y recorrerlos con más amplitud e
intensidad, en verdad que merece la pena acercarse hasta aquí para disfrutarlos
con la intensidad que se merecen.
Hermoso país Etiopia, ojalá que pueda visitarlo en algún momento.
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