Ubicado en el Cuerno de África, a la entrada del Mar Rojo, y en pleno golfo de Adén; Djibouti, pequeño (algo más grande que la provincia de Badajoz y con una población como la de Tarragona) pero estratégico país, es una síntesis del paisaje que podemos encontrar en el sur marroquí por su sequedad, y en la isla canaria de Lanzarote con su volcánico paisaje. Formado en más de un 90 % por terreno desértico, un lugar donde los geólogos añoran conocer, pues en él desemboca la Gran Falla del Rift, y donde se asientan las tres placas tectónicas que justo aquí colisionan. Sus desolados panoramas, su inmensa aridez y su extremado clima lo convierten en un destino poco visitado por los viajeros de otras latitudes, nada comparable y contrapuesto a lo que habíamos contemplado por el recorrido realizado por Etiopia, antes de adéntranos en él.
Avecindado por conflictivos y complicados países como
Yemen, apenas a 27 km. de su costa, en donde gran parte del territorio está
controlado por el yihadismo islámico de facciones asociadas Al Qaeda. Eritrea con la que mantiene junto a Etiopia un
permanente contencioso fronterizo, que en ocasiones se traslada en conflicto
armado; y no digamos de Somalia, ese país sin control ni gobierno, que se mantiene
en guerra con el resto del mundo, así como consigo mismo, y que centra sus
recursos en el pirateo naval del siglo XXI.
Habitado por las tribus de los "issas" y los "afars" desde tiempos remotos, pero en
continuo conflicto. Existe constancia de que ya en el siglo primero antes de
nuestra era, estos territorios pertenecieron al cristiano Reino de Axum, junto
con la actual Eritrea y partes importantes del sur de la península arábiga,
pero posteriormente, el declinar del imperio axumita, favoreció la entrada de
la nueva y poderosa corriente religiosa, el islam, siendo este credo dominante desde
entonces en este enclave.
Según narran ancestrales mitos locales; un extraño y atroz ser hostigaba todo
el territorio engullendo animales y hombres, hasta que tras perseguirlo, los
hombres de la etnia "issa", lograron vencerle en el mismísimo lugar
donde se asienta hoy en día su capital; es por ello, que algunas fuentes
relacionan su nombre con esta leyenda, “Djab Bouti” significa “monstruo vencido”.
Otras apuestan por la derivación de palabra “Gabouti” que en lengua "afar" significa “meseta”.
Djibouti, es un país creado artificialmente por razones estratégicas,
como tantos otros del resto de África, por las potencias coloniales; en este
caso la Republica Francesa del siglo XIX, la de la "Liberte, fraternite et
egalite", al comprarles sus derechos territoriales en 1883 a los sultanes de
la etnia "afar" de Obock en Tadjoura. Creando posteriormente el
protectorado de la "Somalia Francesa", como forma de contrarrestar la
presencia inglesa en Yemen, Egipto, y otros territorios cercanos, por los
efectos de la abertura del Canal de Suez (1867), que aunque construido por
franceses, pero que como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia con
otras tantas infraestructuras geopolíticas, al final por virly virloque, cayó
en manos británicas. El territorio quedo como colonia, hasta que consiguió una
“teórica” independencia en 1977, después de unas complicadas negociaciones
llenas de acuerdos y discrepancias con su poderoso vecino de Etiopia, y las dos
etnias: los issas o somalíes, en el sur, cuya intención era la de unir las distintas
regiones controladas por italianos, ingleses y franceses, y los afars, en el
norte, partidarios de la potencia colonial. En él tienen instaladas distintas
potencias (de las llamadas "occidentales"), bases militares desde las que controlan el tráfico marítimo del mar
Rojo, así como las actividades de pirateo naval de la vecina Somalia.
Instalaciones por las que pagan suculentas rentas, que sirven para mantener en
el poder al perenne Ismail Omar Guelleh, que preside el país desde 1999; que
junto con la aportación francesa que supone el 40 % de su presupuesto y los depósitos
bancarios de los secuestros cometidos en las aguas somalíes, los cuales
intentan abortar curiosamente los militares instalados allí, forman la masa económica
de un país sin apenas recursos naturales de los que vivir. Un país artificial, en el que la mayor parte de la población vive en la miseria, dependiendo de
la ayuda internacional, y donde la esperanza de vida es de las más
bajas del mundo, 43 años frente a los 66 de
promedio en el resto del planeta, añadiendo a esta situación una tasa de natalidad de 5,23
por mujer, llegando a ser de las más altas del mundo.
Nuestro camino para llegar hasta aquí comienza realmente en
Dire Dawa, segunda ciudad de Etiopia. Hasta la frontera son 220 km. de arenosa
pista, por terrenos yermos de vegetación, que nos anuncian ya hacia donde
dirigimos nuestros pasos y como es nuestro próximo destino. Recorrido complicado y no fundamentalmente por el estado de la ruta,
si no por el trasiego de camiones, que en gran parte son pilotados por
conductores saturados de mascar hojas de "chat", esa planta
alucinógena, intensamente adictiva (mas que la hoja de la coca) y legalmente
cultivable, que en la última parte de nuestro recorrido por Etiopia hemos podido observar su cultivo, principalmente en la parte musulmana del país, como a si
mismo consumirda especialmente por los seguidores de este dogma, paradojas de
la vida y de las creencias, para unas cosas tan permisivos y para otras
justicieros.
La ruta cruza varias veces la antigua línea del mítico
ferrocarril que unía Addis Abeba con Djibouti City. Se trataba de un tren de
hace unos 80 años, al que subían todo tipo de "personajes diversos".
Un tren no apto para inestables estómagos o gente insegura, con abundantes
pasajeros de ese integrismo musulmán ahora tan de moda, por lo que había que
ser precavido; y que para recorre los 300 km. de maravillosos y áridos paisajes, desierto tras desierto hasta más allá de donde se pueda divisar, que separan Dire Dawa de Djibouti
(único tramo actualmente en servicio), se tarda
aproximadamente 14 horas (30 km/hora), a 40 grados de calorina y tragando
arena, pues al no tener aire acondicionado las ventanillas suelen ir abiertas. En la actualidad pudimos comprobar
cómo se está ejecutando, como no podía ser de otra manera por los chinos, un
paralelo y nuevo trazado entre Addis y Dire Dawa, que no tardando unirá
nuevamente las dos capitales con modernos convoyes, similares a los de la alta
velocidad que aquí conocemos.
En Aysha, hacemos una parada para estirar un poco las
piernas, estamos a menos de 20 km. de Somaliland, ese estado autosuficiente y
el más tranquilo de la zona, pero no reconocido por las potencias
mundiales y por lo tanto inexistente. Estando a la espera de que algún acontecimiento que
interese a los U.S.A. para que den su beneplácito y sea admitido en la sociedad
de las nuevas naciones.
El cruce de la frontera se convierte en una escena de mejor
surrealismo. Los ordenadores no funcionan por falta de tensión y debemos
esperar. El control Etíope y el de Djibouti están separados por mas de un
kilómetro de terroso y árido secarral. Los 4 x 4 que nos han traído
hasta aquí, no pueden pasar a Djibouti y los que nos esperan allí, no les
permiten acceder hasta nosotros, menos mal que las "gestiones"
realizadas por nuestros choferes y el guía, permiten que accedan a dejarnos
pasar uno de los 4 vehículos, y así en varios viajes nos ahorramos el paseo
cargados con el petate a cuestas, todo esto a las 12 del medio día y cayendo un sol
de justicia. Las "gestiones" a las que me he referido anteriormente,
no son ni más ni menos, que el pago de una mordida, soborno, o compra de las
voluntades a los funcionarios responsables de darnos paso, mediante el chat
adquirido el día anterior para estos menesteres, así como dinero añadido. Ya
en el país vecino debemos someternos a una toma de temperatura por si éramos
portadores del bichito ese tan de moda en nuestro país actualmente, el
"ébola". Que por cierto, quiero aprovechar esta página para unirme a
las miles de peticiones de dimisión de los responsables que han gestionado la
crisis de esta pérfida bacteria: la de la Ministra, por ser una
inútil, y la del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, por bocazas,
canalla, ruin, vil y miserable.
Ya en Djibouti, todo está prácticamente asfaltado, pagado
fundamentalmente con los fondos Europeos "FEDER". Se nota así, nada más
entrar, la presencia francesa en el país y el peso de los galos en las
instituciones de la UE para conseguir fondos pagados de nuestros bolsillos, en
concreto en este país, donde tienen su mayor base militar fuera de su
territorio.
A pesar de su meteorología extrema y la falta de lluvia,
que ha generado importantes y persistentes sequias, como la de 1980, diezmando
casi todos los rebaños, la lluvia nos recibió nada más cruzar el desierto del
Gran Bara. Atravesando una tras otra múltiples coladas volcánicas, llegamos al Gran Cañón de Dimbya-Adailé, conocido como también Cañón du
Hemed, una profunda cicatriz que rompe la corteza terrestre, con mas de 750 m. de
profundidad, desembocando en el mar 6 km. después. Epicentro de la gran zona
telúrica, es el lugar donde los científicos han señalado se unen las tres
grandes placas o “rifts”: la procedente de la Península Arábiga situada en al
norte, la de Etiopia que se desliza de sur hacia el oeste, y la de Somalia,
desde el sur hacia el este. Calculando que el movimiento anual de las tres
placas produce una separación de DOS centímetros, produciéndose dentro de “algún
tiempo” (millones de años) un gran cambio en la zona, posiblemente una división
del continente Africano.
Con las vistas a nuestra derecha recorremos la
hermosa Bahía de Goubbet "Goubet
Al-Kharab" o Golfo de los Demonios, casi un verdadero lago en el extremo
occidental del Golfo de Tadjoura. La intensa
actividad sísmica y volcánica en todo
el país, han ido generando leyendas por las cuales Djibouti es conocido
como el "abismo de demonios",
alojando entre sus desgarrados relieves a los
malignos espíritus, que dispuestos a arrebatar
las vidas de los que se aventuraban en
sus aguas, eran lanzados
a sus profundidades. El
nombre de la pequeña isla (un extinto
volcán) que se halla en su embocadura,
Devil Island
(Isla del Diablo) o Guinni Koma,
también hace referencia a estas leyendas
y sus miedos ancestrales.
Comenzamos a divisar en la lejanía y entre la
calima del insufrible calor, la enorme planicie azul del Lago Assal con sus
blancos bordes, rodeada por campos de lava de negras rocas volcánicas. Donde, en su proximidades se encuentran las aguas
termales (prácticamente hirviendo) de Korili, siendo lo más sorpréndete de este
lugar, el comprobar que en los riachuelos que las forman, hay
vida, una mínima pero presente vegetación, y unos minúsculos peces adaptados a
estas duras condiciones ambientales.
Formando parte de la fosa de Danakil, el lago Assal o
Bahr al Assal (Mar de Miel en árabe), se nos presenta como una autentica y
sorprendente maravilla. Es un lago de cráter, pues se formó en lo que fue un
antiguo volcán, estando situado a 157 metros bajo el nivel del mar, el
punto más bajo del continente Africano,
y la tercera depresión más baja del mundo, después del Mar Muerto
y el Mar de Galilea. Con una luminosidad cegadora, el lugar es un verdadero
horno, donde el calor hace casi insoportable nuestra presencia, al mismo tiempo
que produce una gran evaporación, habiendo convertido durante miles de años sus
originales y dulces aguas en las más salobres del planeta, superando en un 35%
a las del Mar Muerto, formando la mayor reserva de sal de mundo. Bajo los
efectos del tórrido e implacable sol que ha formado los salinos cristales, que
cual blancas playas vemos en sus orillas, el decorado de su paisaje no puede
ser más sugerente, azul, verde, blanco, ocre y negros en todos sus tonos nos envuelven,
un espectáculo francamente impresionante, rodeado por antiguos y no tan antiguos
volcanes (como el de Ardoukoba, cuya última erupción ha sido apenas hace 35
años).
Con una superficie en la actualidad de 54 km². (unos 19 x 7 km), y una profundidad de hasta 60
metros, llegó a tener hace 9.000 años una extensión de
1100 km², cuando sus aguas aun eran dulces, propiciada en sus propios
manantiales y donde la pesca era abundante, hoy en él la vida es inexistente.
Los salíferos minerales se concentran
hasta el punto que se forman
grandes costras de sal en sus
orillas y en sus fondos. Durante cientos de años,
la extracción de este elemento propicio el comercio con zonas de la vecina
Etiopia y pueblos tan distantes como los del oeste del gran Sahara. Antaño, las
caravanas de camellos cargados con la sal, han sido el único y tradicional
sistema de transporte, a cambio de la cual, se podía obtener sorgo, carbón,
marfil, café y hasta esclavos. Desde finales del siglo pasado el sistema de
extracción del mineral se ha industrializado, pudiendo ver en sus proximidades
abandonas y corroídas las maquinarias desechadas en el proceso, siendo
nuevamente compañías chinas, las que se dedican a esta actividad en la
actualidad………… los nuevos colonizadores de África. Pero los trabajadores que se
dedican a ello, no se pueden mantener durante mucho tiempo en
este tipo de actividad laboral por sus condiciones extremas, aun contando con
salarios por encima de los del resto del país.
Dejando la zona del Lago Assal, seguimos camino rodeando
la bahía de Tadjoura, un pequeño entrante del golfo de Adén, a cuyas aguas y
orillas pertenecen en su mayor parte Djibouti, hasta llegar a la población de
Tadjoura, donde nos espera un merecido descanso después de 23 días de intenso
viaje por estas tierras del Cuerno de África.
A unos 100 km. del lago Assal, ubicada en la costa, en la
zona norte del golfo y conocida como la Ciudad Blanca de las Siete Mezquitas, Tadjoura
es la ciudad más antigua de Djibouti y capital de esta región, contando en la
actualidad con unos 3.500 habitantes. Rodeada por las montañas Godda de unos
1300 m. de altitud, es uno de los destinos turísticos más antiguos y exóticos
del país. La ciudad fue antaño un importante centro del tráfico de armas y del
comercio de esclavos (Arthur Rimbaud estuvo trabajando muchos años en ella como
traficante de armas). Su máximo representante político sigue siendo el sultán, manteniendo
la sede histórica de los "afar" Ad-Ali Abli, del sultanato de
Tadjoura (Tadjourah).
Actualmente, la vida economía de Tadjoura gira alrededor
de la agricultura y de la pesca, estando conectada con la capital del país,
mediante un ferri por vía marítima, así como a través de la carretera conocida
como Ruta de la Unidad (también llamada la Ruta del Rey Fahad). También fue una
significativa ciudad portuaria en épocas pasadas que hizo que fuera un
importante centro industrial y comercial. Sirviendo en la actualidad su puerto
para la exportación e importación de diversos productos agrícolas e
industriales, si bien en los próximos años, sufrirá un gran desarrollo, pues se
está ejecutando una nueva e impresionante instalación portuaria a su entrada,
que servirá como nueva terminal de carga para el comercio etíope, le llaman el
Nuevo Puerto de Etiopia, con conexiones directas por una carretera pavimentada,
"Tadjourah - Balho" así el ferrocarril 'Tadjourah-Mekele", que
se construirán al mismo tiempo.
Pero Tadjoura es conocida fundamentalmente por sus relajantes
playas, como la aislada Plage des Sable
Blancs (Arenas Blancas), que disfrutamos tras un recorrido en barca, y desde la
que se divisan unas magníficas vistas del mar. Pero sobre todo esta zona
es famosa por sus llamativos arrecifes de coral, convirtiéndose en uno de los sitios
perfectos para la práctica del buceo en la modalidad de "snorkel", la
fotografía subacuática, y uno de los mejores lugares del mundo donde observar a
los tiburones ballena, sobre todo en invierno (a partir de octubre), cuando
jóvenes ejemplares de estos escuálos acuden para alimentarse del plancton de
sus nutritivas aguas. Este pez, el más grande del mundo (pesa más que un
elefante) se está convirtiendo en el emblema del rico, pero apenas protegido,
patrimonio marino de Arabia.
Las islas Moucha y Maskali, situadas en sus proximidades,
a la entrada de la bahía, y aproximadamente a una hora de navegación, son otro
de los puntos de interés que podemos encontrar. Caracterizadas por paisajes
compuestos de playas
de arena y manglares, rodeadas de coralinos arrecifes y
aguas ricas en vida marina, han
servido como sede en varias ocasiones de los
campeonatos del mundo de pesca
submarina.
Otro situado interesantes para acercarnos desde Tadjoura,
es el Parque Nacional de Foret Day, que con apenas 15 km², fue creado en 1939 para
proteger un área de bosque en una región semidesértica. En él se pueden
encontrar bosques de enebro donde vive más de la mitad de la fauna viva del
país, entre ellos: monos de los bríos, babuinos de los hamadryads, warthogs,
klipspringers, leopardos, etc. y donde los ornitólogos y pajareros, si tienen
suerte, podrán visualizar al "francolín de Djibouti" un ave en alto
peligro de extinción.
Alejado de nuestra ruta, en el suroeste del país y
compartiendo frontera con la vecina Etiopia, pero interesante de ser visitado
se sitúa el Lago Abbé. Formando también parte de la depresión de la zona del
Danakil, es como el de Assal también salobre, cubriendo su zona una extensión
de unos 350 km². Actualmente y debido a la construcción de varios embalses en
el vecino país, así como a la progresiva aridez del clima, las aguas de este
lago están en un proceso de desaparición. La
lámina de agua que en 1939 era de 650 km², y hoy en día apenas llega a los 140
km².
Las hirvientes aguas sulfúricas (entre 80º y 100º C) que
en parte lo alimentan, le han hecho ser denominado por los "afar" de
la zona como "El Lago Podrid", siendo así mismo las responsables de
su selénico paisaje, habiéndose generando en su contorno unas fantasmagóricas y
curiosas chimeneas calizas. Formadas en pretéritos tiempos estas formaciones
por un seísmo, cuando el nivel del agua era más alto, están alineadas a las
curvas de nivel, en los surcos de la antigua falla, formando grandes anillos
como si de un círculo enigmático se tratara.
Es conveniente acampar en este sobrecogedor lugar, para
desde el poder contemplar la puesta de sol, cuando estas fantasmagóricas
siluetas
adquieren unos espectaculares tonos. En la noche, y con buena
luna, esta se presenta brillando por encima de los originales pináculos generando
su entrono un espectáculo único. Entre las rocas de caliza y lava de estas
cimas, algunas de ellas de más 50 m. de altura, se pueden encontrar montones de
fósiles de animales marinos, y en algunos lugares todavía sigue presente la
actividad volcánica, representada por fumarolas lanzando vapor de agua de su
interior.
Actualmente, además de unas bacterias que ayudan a la formación
de estas ciclópeas figuras, en una de sus orillas podemos encontrar, como
elementos vivos, una numerosa colonia de flamencos rosados, que al alba
levantan su vuelo en enormes bandadas, dando una nueva pincelada de color
difícil de olvidar. Como curiosidad, comentar que en estos espectaculares y lunáticos
parajes, se rodaron las escenas iniciales de la primera
película de "El planeta de los simios" allá por la década de los 60
del siglo ya pasado.
Ya solo nos queda a cercarnos a su capital,
pudiendo hacer un alto 40 km. antes de llegar a ella, para desviarnos a
visitar los antiguos grabados rupestres de Koron, próximos a la aldea de Arta.
Djibouti City, aun formando parte de esos míticos y decadentes puertos que repartidos por el mundo le podría dar un toque exótico, y que al parecer propicio pensamientos oníricos a Henry de Monfreid, Ryszard Kapuscinski, Hugo Pratt, y hasta al mismísimo traficante de armas y poeta Arthur Rimbaud, es una ciudad sin un mayor interés, ya que su
visita no justifica la presencia en este alejado y árido país.
Fundada a final del siglo XIX, se ha desarrollado gracias al único puerto de importancia en la región y de su estratégica ubicación. La ciudad en si es un enclave en medio del desierto, serena y colorida durante el día, por la noche se trasforma en amasijo de borrachos marineros, legionarios franceses en busca de guapas prostitutas etíopes, muyahidines, empresarios navieros y otros especímenes de los que componen esta humanidad a la que pertenecemos……..... un lugar para gente dura, tipo película Humphrey Bogart, en la cual apenas se nota la presencia de ese turismo colorido y occidental. Recorrer su zona africana con su nada interesante mercado, visitar algunas de sus siete históricas mezquitas, pasear las grandes avenidas planificadas en la época colonial, frecuentar la Catedral Católica, el Palacio Presidencial, aunque puede estar cerrado en los días específicos debido a motivos de seguridad, la estación del famoso ferrocarril Addis Abeba-Djibouti……….. y poco más que acercarnos a comer al restaurante L'Historil, para relajarnos después de absorber una fría "birra" bajo el aire acondicionado del local, después de un sofocante paseo por las calles de esta ciudad medio yemeni y medio africana. En donde los precios en general, como en el resto de todo Djibouti, son como si estuviéramos en la placida Europa, muy al contrario que en Etiopia; sirva como ejemplo el coste de una cerveza "St. George", que en el país etíope pagábamos entre 0,40 y 0,60 €, aquí pagábamos 5, pero aun con ese importe no escatimamos en el frio, agradable y liquido elemento.
Fundada a final del siglo XIX, se ha desarrollado gracias al único puerto de importancia en la región y de su estratégica ubicación. La ciudad en si es un enclave en medio del desierto, serena y colorida durante el día, por la noche se trasforma en amasijo de borrachos marineros, legionarios franceses en busca de guapas prostitutas etíopes, muyahidines, empresarios navieros y otros especímenes de los que componen esta humanidad a la que pertenecemos……..... un lugar para gente dura, tipo película Humphrey Bogart, en la cual apenas se nota la presencia de ese turismo colorido y occidental. Recorrer su zona africana con su nada interesante mercado, visitar algunas de sus siete históricas mezquitas, pasear las grandes avenidas planificadas en la época colonial, frecuentar la Catedral Católica, el Palacio Presidencial, aunque puede estar cerrado en los días específicos debido a motivos de seguridad, la estación del famoso ferrocarril Addis Abeba-Djibouti……….. y poco más que acercarnos a comer al restaurante L'Historil, para relajarnos después de absorber una fría "birra" bajo el aire acondicionado del local, después de un sofocante paseo por las calles de esta ciudad medio yemeni y medio africana. En donde los precios en general, como en el resto de todo Djibouti, son como si estuviéramos en la placida Europa, muy al contrario que en Etiopia; sirva como ejemplo el coste de una cerveza "St. George", que en el país etíope pagábamos entre 0,40 y 0,60 €, aquí pagábamos 5, pero aun con ese importe no escatimamos en el frio, agradable y liquido elemento.
Estos son los lugares, recuerdos y las sensaciones de los
tres días pasados allí, pero sobre todo sigue en mi mente el calor, un aplanante,
sofocante y perenne calor, en uno de los países más cálidos del mundo. Calor en
el ambiente, en la calima, en el paisaje, calor sufrido durante los tórridos recorridos
en los desvencijados 4 x 4, en esa sensación de agobio y falta de oxigeno en el
lago Assal, sopor resignado en las cenas, aun en la terraza y a la orilla del
océano, en esa impresión que al ducharte da notar el agua caliente, aun no
teniendo calentador para ello. Calor día y noche, únicamente mitigado por el aire
acondicionado de la habitación de los apartamentos "Le Golfe", a la
orilla del mar en Tadjoura, en donde al retorno de cualquier excursión, teníamos
que subir la temperatura del aparato refrigerador,
que habíamos dejado programado a 26 grados hasta los 28, por la sensación de frio
que generaba al entrar, el brutal cambio de temperatura con el exterior. Calor
es la síntesis de Djibouti, final de nuestro periplo por tierras del Cuerno de
Africa en Etiopia y Djibouti, en donde los portugueses del siglo XV buscaron situar
el enigmático reino del Preste Juan, oriundo al parecer de las lejanas tierras de aquellos "Magos de Oriente" que agasajaron a Jesús de Nazaret. Feudo del que nos han dejado comentarios distintas reseñas medievales, pero del cual ni rastro se tiene. Un periplo desde los verdes abisinios a los claroscuros del golfo de Adén, del cristianismo mas primitivo al irracional islam, de las nuevas infraestructuras chinas a la edad del hierro de las tribus del Omo ............ del frescor de las montañas Simien al tórrido en torno del lago Assal. Es a lo que uno se aventura, cuando se trata de conocer nuevas gentes, nuevas culturas y nuevas formar de entender este mundo tan variado e irracional que nos ha tocado vivir.
Muchas gracias Pablo, ya veo que gestionas de maravilla tu tiempo libre, y te deseo que visites muchos sitios agradables exóticos o cercanos, donbe respirar un aire apacible. Felicidades por el trabajo. Carlos Cano
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