Desde niño me han gustado siempre los mapas, ahora
al pasar de los años más aun si cabe, y de los libros con los que antaño iba
cargado a la escuela, la geografía era la asignatura que mas llamaba mi
atención. Recuerdos tengo de cuando en el colegio, ya con el babi blanco de párvulos,
admiraba ese globo terráqueo intrigándome con esa aislada gran mancha blanca
que destacaba cercana al Polo Norte.......... Quien me iba a decir entonces; en
esa España rancia y gris de finales de los 50; a la que añoran volver
televisivos tertulianos decrépitos, y mediocres columnistas de nuevo cuño; que
mis botas pasados "algunos" años pisarían esas tierras y que la
lejana isla blanca del mapa dejaría de ser por fin una desconocida para mí.
Groenlandia (Greenland), la "tierra verde",
a la que sus habitantes los inuits, llaman Kalaallit Nunaat "tierra de
las personas", es una gran ignorada. Dependiente aun políticamente de
Dinamarca y con una autonomía que ya quisieran los de la "Diada"; su
extensión 2.166.086
km2. cuatro veces la península ibérica está ocupada en un 81% por el Inlandsis, es la segunda concentración de
hielo de nuestro Planeta. Una masa helada que en algunos lugares llega a los
3.000 mts. de espesor y de la que descuelgan miles de glaciares que han
modelado su geografía durante millones de años, horadando sus rocas, formando profundos
valles y configurando hermosos fiordos.
Solo parte de sus costas están libres de esa inmensidad de hielos, siendo en esa franja verde donde se agrupan sus gentes, en total unas 57.000 almas que habitan diseminadas poblaciones, denominándole ciudades a las que superan los mil habitantes. De estos el 80 % son esquimales, aunque a ellos no les gusta ser apodados así, les gusta más ser llamados "inuits" (que significa "personas"). Siendo ellos sus primeros pobladores, llegados a estas frías tierras hace 4.000 o 5.000 años provenientes del Canadá, al que con anterioridad habían cruzado desde las estepas asiáticas; el resto son daneses y algunos otros occidentales aislados, que mantienen sus negocios o sus pequeñas granjas desde antaño.
Solo parte de sus costas están libres de esa inmensidad de hielos, siendo en esa franja verde donde se agrupan sus gentes, en total unas 57.000 almas que habitan diseminadas poblaciones, denominándole ciudades a las que superan los mil habitantes. De estos el 80 % son esquimales, aunque a ellos no les gusta ser apodados así, les gusta más ser llamados "inuits" (que significa "personas"). Siendo ellos sus primeros pobladores, llegados a estas frías tierras hace 4.000 o 5.000 años provenientes del Canadá, al que con anterioridad habían cruzado desde las estepas asiáticas; el resto son daneses y algunos otros occidentales aislados, que mantienen sus negocios o sus pequeñas granjas desde antaño.
Su mayoritaria población que no hace
muchos años, sobrevivía de la caza de foca y la pesca, han
pasado en apenas unas décadas prácticamente de la edad del hierro a la del electrodoméstico,
siendo en la actualidad sus mayores problemas: el mantenimiento futuro
de los subsidios daneses, de los que viven prácticamente en la actualidad y
sobre todo el acentuado alcoholismo que pude observar en algunas de las
poblaciones que visitamos.
De su forma de vivir originaria casi nada queda, es lógico para el siglo XXI en el que estamos, pero si no hubiera sido entre otros estudiosos, por Knud Rasmussen, que entre los años 1902 y 1924 habitó con ellos al norte, en la zona de Thule, legándonos sus estudios antropológicos sobre su cultura y sus formas de vida, estas se hubieran perdido en el tiempo o el olvido y no podríamos hoy saber, las difíciles condiciones y carencias con las que el pueblo inuit ha conseguido sobrevivir a estas latitudes, en este territorio tan hostil y áspero.
De su forma de vivir originaria casi nada queda, es lógico para el siglo XXI en el que estamos, pero si no hubiera sido entre otros estudiosos, por Knud Rasmussen, que entre los años 1902 y 1924 habitó con ellos al norte, en la zona de Thule, legándonos sus estudios antropológicos sobre su cultura y sus formas de vida, estas se hubieran perdido en el tiempo o el olvido y no podríamos hoy saber, las difíciles condiciones y carencias con las que el pueblo inuit ha conseguido sobrevivir a estas latitudes, en este territorio tan hostil y áspero.
La autonomía con la que mantienen su autogobierno
y el gran valor que les confiere su tierra, les ha llevado a mantener casi
intactos los recursos naturales de que disponen, habiendo decidido clausurar
una importante mina de uranio. Dudo, sobre cuánto durará
esta defensa de sus recursos naturales. La
pérdida del estado subsidiado ante su inminente independencia política, las
presiones de intereses espurios, la llegada de los hombres de negro, sus
insaciables vecinos del norte americano ...........etc., pueden llegar a que
esta hermosa isla sea colonizada nuevamente, esta vez por los infames
"Mercados", sin si quiera enterarse de que han perdido su
independencia antes de conseguirla.
Hemos recorrido durante dos semanas parte del sur de
estas tierras, un viaje diferente a lo que se entiende como turismo, un
itinerario que nos ha llevado a conocer sus gentes, su forma de vida, parte de
su cultura, sus coloridas y originales poblaciones, sus hielos, sus valles, su
vegetación, sus costas, sus glaciares y sus inmensos y extraordinarios fiordos.
Un periplo de unos 650 km. en lanchas por sus
marinas aguas y 80 en helicóptero por encima de algunos de sus islotes. Rodeados
en muchos momentos por los hielos, verdadero protagonista de estas inhóspitas
tierras, recorriendo en total unos 100 km. y más de 4.000 mts. de desnivel por
encantadores senderos, entre paisajes únicos y sobrecogedores, al margen de la
vorágine multicolor del turismo. También pudimos "disfrutar" de un
par de días de foehn (vientos de unos
150 km. hora, que impiden la navegación), y vigilados por hielos milenarios nos hemos sumergido,
rodeados de una naturaleza virgen en sus insólitas
aguas termales.
Pero sobre todo, además de los
centenares de fotos, lo que me he traído de estas fías tierras son las sensaciones
de la inmensidad de sus paisajes, en cualquiera de ellos, todo a mi rededor
eran grandes espacios.
Partiendo de Narsarsuaq, el valle de Blomsterdalem
o de las Mil Flores fue nuestro preludio, el recorrerlo hasta el glaciar
Kiattuut se convirtió en el bautismo de hielo groenlandés. Visitamos al retorno Narsarsuaq,
antigua base Americana y hoy aeropuerto a donde llegan las gentes que quieren descubrir estas
zonas de suroeste groenlandés, entramos a su pequeño museo y transitamos por entre sus coloridas
casas. Poco mas hay para ver en esta minúscula población, solo tomarse
unas cervezas en la terraza del Blue Ice Café, eso, si no es fin de
semana en el que está en vigor la ley seca.................., como colofón del día, una
despejada y fría noche nos regalo el primer espectáculo de auroras boreales.
En la otra orilla del fiordo y separada
por 4 km. de agua, se encuentra la aldea de Qassiarsuk, desde
ella dedicamos una jornada a recorrer los senderos que cruzan hasta el vecino
fiordo de Sermilik y las granjas de Tasiusaq.
Por
un
recorrido que tiene su encanto entre
pastos y verdes lomas,
ascendemos por el camino alto de los lagos, bordeando varios de ellos con
ovejas en sus inmediaciones, bucólico y sereno recorrido que trascurre sin el
mayor esfuerzo hasta divisar en la
lejanía la Bahía de los Iceberg. Es espectáculo es magnífico, sobre un agua
azul con tonos color a frio, vemos como gran cantidad de bloques de hielo
remansan, sobre la calmada lamina de la bahía que
forma este brazo de fiordo, al que nos acercamos y donde se puede disfrutar de
una serena tarde de navegación en Kayak, sorteando
de los enormes témpanos de hielo que el vecino glaciar Egalorutsit Kangillit desprende
al caer. La visión es de almanaque, las sensaciones
placenteras...................la compañía inmejorable.
Qassiarsuk
está asentada sobre las ruinas de Brattahlíð, en ella
rememoramos las hazañas de Erik el Rojo, que expulsado de Islandia, fundó en el
985 en este lugar el primer asentamiento vikingo en Groenlandia, a la que dio
nombre de "Tierra Verde".
Las "Sagas Islandesas" (escritas en el año
1261) describen minuciosamente la llegada de los vikingos a estas tierras y son
a través de ellas como sabemos que,.................. en el año 982 Eirikr
Rauði Þorvaldsson, "Erik el Rojo", apodado así por el color de su
pelo y barba o más seguramente por su impetuosa condición. Cuentan estas sagas como
su padre, Þorvaldr Ásvaldsson, fue desterrado de Noruega en el 960 por
ocasionar algunas muertes, teniendo toda la familia que asentarse en Islandia.
Erik se casó allí con Tjodhilde, pero en el 982 fue condenado a un destierro de
3 años por la muerte de dos hombres durante una reyerta. Animado por
informaciones que poseía, orientó
hacia el oeste su drakkar (embarcación vikinga), rumbo de una misteriosa y
desconocida tierra mencionada con anterioridad
por marinos y poetas, llegando a las costas Groenlandesas, mas concretamente al
fiordo de Tunulliarfik, en donde fundó Brattahlíð la primera
capital vikinga en Groenlandia.
En ella se edificó la que sería la primera iglesia
cristiana del continente americano, Þjóðhildarkirkja
(iglesia de Tjodhilde), así llamada en honor a Tjodhilde (Þjóðhildr's), la esposa de Erik. Cuenta la
leyenda que fue el propio Erik el que se vio obligado a construirla, al negarse
su mujer a dejarle entrar en el lecho conyugal hasta que no la edificara. El
propio Erik nunca abandonó el paganismo, aunque según los mitos cristianos, se
habría convertido al cristianismo en su lecho de muerte gracias a su esposa. En realidad se trata de las ruinas de una pequeña
capilla. Al realizar excavaciones en sus alrededores, se han hallado un total de 144 esqueletos humanos,
correspondientes a personas altas y fuertes, no muy diferentes a los actuales nórdicos.
En uno de los restos, procedente de un hombre adulto no escandinavo, se
encontró incrustado entre las costillas un cuchillo, seña innegable de enfrentamientos
en las límites de la colonia, en otro cementerio ubicado más hacia al sur,
todos los cuerpos muestran amputaciones y lesiones, ocasionadas de forma innegable
por un combate.
El entorno de Brattahlíð (Qassiarsuk) hoy en dia, aún
ofrece las mejores tierras cultivables de Groenlandia debido a su ubicación al
final del fiordo Tunulliarfik, que las protege de las inclemencias de su
entorno.
Sobre la ubicación correcta de Brattahlíð, que
quiere decir "ladera inclinada", los arqueólogos están trabajando
sobre otras dos hipótesis: en las proximidades de Narsaq y otra situada en
Quinngua, al fondo del fiordo Tunulliarfik.
Nos cuentan también, esta vez, las "Sagas
Groenlandesas" (escritas en el año 1200) como desde este emplazamiento Leif
Eriksson, hijo de Erik, partió en el año 1000 para descubrir el territorio
Americano, quinientos años antes de que lo hiciera Cristóbal Colón, y al que
denominó Vinland (tierra de viñas),.................. pero eso es otra historia
que espero contar en otro momento.
Sorprendente es después de esta reseña histórica,
navegar por el fiordo Tunulliarfik, también denominado Erikfjord, hasta
colarnos en las entrañas del gregario fiordo
de Qooqqut. Los bloques de hielo que en su parto final, suelta sobre la lamina
de este brazo de mar el glaciar Qooqqup lo ocupan prácticamente todo, el caos
es absoluto, el blanco es el color predominante, solo roto por el azul intenso
del cielo. Los icebergs casi nos rozan en nuestra navegación, casi podemos
sentir sus caricias a nuestro paso, todas las formas imaginables, todos los
tamaños posibles, un sin fin de tonos blancos y azules intensos; la impresión
de grandiosidad del paisaje, nos haces aquí mas pequeños a los que humanos nos
sentimos.
Continuamos navegando
hacia el embarcadero de Itilleq, desde el cual caminaremos
hasta la aldea de Igaliku por el sendero "Kongevejen" o "Camino
de los Reyes", bautizado así después de la visita realizada en el año 1952
por Rey Federico IX de Dinamarca. Por la vereda, al remontar la suave cuesta,
disfrutamos de unos de los panoramas más hermosos y serenos del país. La calma
del valle incita a la contemplación de este verde paisaje, el azul del cielo y
del fiordo, contrasta con las coloridas casas de la población que al fondo
divisamos esparcidas en su fértil campiña.
Por encima de la bahía, contemplamos orgulloso la
silueta del pico Illerfissalik (1752 m.) en un
discordante entorno árido y desolador. Pero esta trocha que ahora recorremos
ya era utilizada por los vikingos de la edad media, que cargando con las naves
a sus espaldas, tardaban solo unas horas en atravesar el pequeño istmo de
tierra, ahorrándose dos días de navegación en rodear toda la península, para
llegar a través del Mar de Gardar, por el fondo del fiordo Igalikup Kangerlua, hasta
Igaliku, la antigua Gardar.
En Igaliku se encuentran las ruinas del llamado
Gardar vikingo, la primera capital religiosa de la Groenlandia vikinga
emplazada en 1121. Después de la
introducción del cristianismo por los nórdicos en los nuevos territorios, hubo
tantos adeptas a la nueva fe, que en el año 1125 se nombró obispo a un joven
cura. El nuevo obispado se estableció en ella, pasando el clarico a ser el mayor
propietario de tierras de toda la comarca.Se edificó la catedral de San
Nicolai, siguiendo los esquemas de la construcción groenlandesa, erigida enteramente
con la roja piedra arenisca del lugar, el interior fue adornado con esculturas
realizadas con " piedra de jabón” y las ventanas se elaboraron con tripas
de animal. En la nave principal podían entrar más de un centenar de personas y disponía
de un establo para más de cien vacas, un granero donde acopiar las provisiones
que eran cosechadas por los granjeros, para después enviarlos a Roma. Fue la mayor iglesia que durante la edad media
hubo en la isla, hoy solo podemos admirar su parte superior y los cimientos de
la granja.
La actual población de Igaliku "chimenea
abandonada ", fue fundada en 1783 por el colono noruego Anders Olsen y su
mujer groenlandesa Tuperna, dedicando este lugar a San Nicolás, el protector de
la gente marinera. Tiene fama de ser la población más bella de toda Groenlandia
y una de las mejores tierras de Groenlandia. Hoy la aldea es un pequeño poblado
inuit de apenas 40 habitantes, dedicados fundamentalmente de la cría de ovejas,
en el que hallamos, una pequeña escuela, una tienda, un pequeño hotel con
cafetería donde tomar algo y su pequeña iglesia donde podemos visitar su
pequeño museo, en el que encontramos la reciente historia de este hermoso,
tranquilo y colorido lugar.
Qalerallit es un escenario
vivo de imágenes sobrecogedoras en el que uno se puede imaginar cualquier escena.
Los días, con sus noches, que allí pasamos no son fáciles de que se nos borren
de la memoria. Su luz tiene algo de magia, es especial, crea brillos de una
transparencia que solo se pueden apreciar en estas latitudes, los colores
resaltan de forma especial y hasta se puede respirar la calma y la grandeza del
entorno.
Llegamos al fondo de este fiordo un plomizo día lluvioso y aun así disfrutamos, descargamos nuestros bártulos de la lancha y cargamos con ellos ascendiendo hacia el balcón donde está situado el campamento Fletanes. Durante los días que por allí estuvimos el tiempo mejoró, siendo obsequiados en varias ocasiones con vistosos arcoíris y el espectáculo fue completo. Pateamos por sus lomas para ver la inmensidad del Islandsis, nos acercamos hasta el lago Kangerluatsiup por un paisaje casi lunar, caminamos entre las grietas por el hielo de unas de sus lenguas glaciares, jugamos con los icebergs varados en la playa que la marea baja dejaba esparcidos, recorrimos en lancha sus cerca de 10 km. de frentes glaciares, introduciéndonos entre miles de gaviotas, que extrañas de nuestra visita nos regalaban con magníficos vuelos, una mágica sensación que pocas veces, este que os reseña la historia ha vivido.
Llegamos al fondo de este fiordo un plomizo día lluvioso y aun así disfrutamos, descargamos nuestros bártulos de la lancha y cargamos con ellos ascendiendo hacia el balcón donde está situado el campamento Fletanes. Durante los días que por allí estuvimos el tiempo mejoró, siendo obsequiados en varias ocasiones con vistosos arcoíris y el espectáculo fue completo. Pateamos por sus lomas para ver la inmensidad del Islandsis, nos acercamos hasta el lago Kangerluatsiup por un paisaje casi lunar, caminamos entre las grietas por el hielo de unas de sus lenguas glaciares, jugamos con los icebergs varados en la playa que la marea baja dejaba esparcidos, recorrimos en lancha sus cerca de 10 km. de frentes glaciares, introduciéndonos entre miles de gaviotas, que extrañas de nuestra visita nos regalaban con magníficos vuelos, una mágica sensación que pocas veces, este que os reseña la historia ha vivido.
Pero sobre todo y como
colofón final fuimos agasajados por el firmamento con dos noches de
excepcionales auroras boreales. Un espectáculo único, el cielo se movía con
cambiantes tonos verdes, en algunos instantes el efecto era
completo..............cuerpos celestes bailando para nosotros una danza única y
singular que solo se repite en estas latitudes, como si fueran fuegos
artificiales sin pólvora ni sonido. No es de extrañar que los inuit, cuya
ancestral religión ha sido la naturaleza crean que las almas de los fallecidos
en espera de nacer de nuevo, forman las Auroras Boreales o "Luces del
Norte". Un mito Inuit de la
Península del Labrador cuenta que al final del mundo hay un gran abismo con un
peligroso sendero que pasa por un agujero del cielo y llega hasta la tierra de
los muertos. Las almas de quienes lo han cruzado encienden antorchas para guiar
a los recién llegados, y quienes ya están allí festejan un banquete y juegan al
balón con un cráneo de morsa, lo que origina las Auroras Boreales.
Especiales son también
sus pequeñas ciudades con de un colorido único y peculiar. Narsaq, Qaqortoq, Nanortalik,
nombres difíciles de pronunciar para los foráneos, con sus casas diseminadas,
donde sus gentes te saludan al pasar, algunos hasta en castellano, siempre con
el obsequio de una sincera sonrisa y donde comentábamos con tono ocurrente que
todos, los pocos coches que había, tenían todos matricula de Granada (GR).
Especial es también el
fiordo de Tasermiut y
sus alrededores..................pero eso ya os lo contare en otro artículo.
Un viaje diferente por estas frías tierras, no sin
un cierto grado de dureza, que hemos podido realizar gracias a la
infraestructura de Tierras Polares, la empresa que Ramón Larramendi dirige
desde el Albergue Leif Eriksson Hostel en
Qassiarsuk,
convertido en verdadero consulado español en Groenlandia y desde el cual, sentado
en su terraza tomando una fría cerveza en las tardes o al amanecer cuando el
fiordo comienza en estos días ya fríos de septiembre a estar cubierto por una
lamina de escarcha, contemplaba los icebergs pasar y meditaba sobre como
afectara en el futuro a esta tierra el llamado Cambio Climático.
Acompaño mi relato con el viedo The Aurora, de TSO Photography (Terje Sorgjerd) grabado en el sur de Groenlandia, con música de Hans Zimmer y Lisa Gerrard del tema de la película "Gladiator", Now We Are Free.
Un agradecimiento a Virginia y sobre todo a
Jorge, por su compañía.
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