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Nos recibió una dominical y gris tarde de gélido enero, fría, húmeda, lluviosa, .....solitaria, casi hostil, pero aun así no resistimos pasearla y llenarnos de la transparencia de su aire y la quietud de sus estrechas callejuelas.
Cádiz es para múltiples autores la ciudad más antigua del occidente europeo, mas de tres mil años de historia. Tartessos la poblaron y la mítica Atlántida se ha situado hundida en sus costas. La conquistaron y se establecieron en ella fenicios, púnicos, romanos, bizantinos, visigodos, berberiscos al mando de Tarik y almohades.
Denominada por los fenicios Gadir (ciudad amurallada), originariamente fue una isla que por sus condicionantes geográficos, se convirtió en puerto estratégico próximo a las legendarias Columnas de Heracles (Hércules), el fin del mundo por aquel entonces para los mitológicos griegos.
Los romanos llamaron a la amplia Bahía de Cádiz “Tartessius Sinus” y Gades a la ciudad, en la que construyeron una de las urbes más importantes del imperio en su tiempo, de los cuales han dejados restos de notable importancia. De ella partió Aníbal para la toma de Roma y la civilización latina, así como Colon en su segundo y cuarto periplo Americano.
Este nuevo comercio americano hace renacer la ciudad, que se había quedado anquilosada después de la invasión de los árabes y moriscos, renaciendo un floreciente comercio y una clase social elevada que da esplendor a la urbe. Instalándose en ella durante los siglos XVI y XVII comerciantes de media Europa en especial genoveses, erigiéndose en sus mansiones “Las Torres Miradores” que les servían de vigías en las arribadas al puerto de los buques procedentes de Nuevo Mundo.
Este apogeo del importante comercio de ultramar de la villa, motiva las ansias de rapiña de los corsarios durante los siglos XVI y XVII. Piratas beréberes la atacan en 1521 y Barbarroja la asedia en 1530, desde Argel es acosada en 1553 y los turcos intentan conquistarla en 1559. Flemáticos ingleses que no dudan una y otra vez en hacerse con el control de la ciudad y es acosada por ellos. Tropas británicas y holandeses acosan la ciudad en 1587 y 1596, consiguiendo durante este ultimo intento destruir y saquear la ciudad. La misma alianza anglo-holandesa recobra sus intenciones en 1625, no consiguiendo su propósito esta vez, en 1702 los ingleses lo intentan de nuevo y al no poderlo conseguir toman Gibraltar y hasta hoy siguen allí, enarbolando su bandera de doble cruz en lo alto del Peñón. A finales del siglo XVII y comienzos del XIX se suceden numerosos bloqueos de Cádiz por parte de los isleños sajones, culminando estos en 1805 con la derrota de la armada franco-española en Trafalgar, aguas no muy lejanas a cuidad de Cádiz.
Esta Alianza hispano-francesa desencadena el traslado y retención en Bayona (Francia) de la familia real española, Carlos IV y Fernando VII, por parte de las fuerzas de Napoleón y la reacción del pueblo español en contra de la invasión Francesa, desencadenando la Guerra de Independencia.
El sentimiento emancipador de la revolución francesa, contagia a mentes claras y limpias de nuestra piel de toro, provocando el florecimiento de una corriente liberadora, concretándose este, en la promulgación en la ciudad de Cádiz de la primera Constitución Española. Denominada “La Pepa” por proclamarse el día 19 de Marzo de 1812 Constitución liberal, en el sentido progresista de la palabra, que para no variar contó, como no era de esperar otra cosa, con el rechazo total de la iglesia.
Art. 2. La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.
Art. 13. El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen.
Fueron estos movimientos liberales, los precursores de la llegada de la primera republica a nuestro país, sacándonos del absolutismo dominante. Hoy los que se denominan “liberales”, véase el caso de nuestra Esperanza Aguirre, dan más pánico que hasta el mismísimo Fernando VII, que continuamente nos recuerdan sus añoranzas por un pasado no tan lejano, dictatorial, ecuménico y militar.
200 años cumplirá el año próximo este moderno articulado, compendio de normas ciudadanas, y Cádiz se esta engalanado al completo, poniéndose resplandeciente para festejarlo. Restaurando edificios simbólicos y rehabilitando casonas linajudas de las que por el casco antiguo abundan.
Callejeando por sus añejos barrios: de Santa Maria, gitano de origen y en donde casi cada portal recoge memoria a algún cantaor, bailaora o torero de postín; el del Pópulo, él más antiguo y medieval de la ciudad, con sus puertas defensivas convertidas en Arcos; el de La Viña, castizo, jaranero y marinero, donde tomarla es obligado; o el de El Mentidero, no tan antiguo como los anteriores pero también con el inconfundible resabio a “Cai”. Recorriéndolos por sus estrechas callejuelas iremos descubriendo las curiosidades con las que esta urbe nos sorprende:
Un nuevo Teatro Romano, el segundo mayor de España, y digo nuevo, aunque data del siglo I antes de nuestra era, por que se encontró en 1980 entre los escombros de una casa incendiada. Comenta su hallazgo un piquetero de la construcción que por aquellos días estaba de huelga, ......... huelga, reivindicación, que palabra tan lejana para los tiempos que hoy corren, mas lejana en el tiempo casi que el origen de este escenario.
También una casa con 3000 años de antigüedad (Casa del Obispo), convertida en yacimiento arqueológico, en la que podremos observar el aprovechamiento urbanístico con el paso de los tiempos, donde en una misma vivienda conseguimos admirar desde restos fenicios del siglo VIII antes de Cristo, hasta nuestros días. Cuantas casas habrá aun con sus posaderas puestas sobre restos ancianos, cuantos restos se habrán silenciado y cuantos se habrán destruido por el afán desmesurado de riqueza de los “Gürtel” de turno.
Dos catedrales, una vieja que se quedo pequeña (Iglesia de Santa Cruz) y que dispuso construir sobre una antigua mezquita Alfonso X, el rey listo, de origen gótico fue incendiada por los anglo-holandeses en 1596 y reedificada en estilo barroco a principios del siglo XVII. La otra, la Catedral Nueva, se comenzó a construir en 1722 en estilo barroco, pero durante la tardanza de sus obras las modas dominantes iban variando, se la da por terminada en 1838 con gusto neoclásico, pero aun hoy en día, en el siglo XXI quedan detalles sin terminar, por eso la señalan los jocosos gaditanos como la “Catedral Eterna”.
Un mercado, el de la Merced, que ha dejado de serlo y es un centro de Flamenco, otro mercado, el de la Plaza de la Libertad, que si que lo es y lo sigue siendo, aunque las reformas que le han hecho, no le han “hecho” un gran favor.
Un malecón.........., situado en el Campo Sur, que aunque a algunos les gusta compararlo con el de la Habana, hay mucha distancia en ello, no siendo esa distancia la puramente física.
Una puerta medieval, el Arco de Pópulo, convertida en sacrosanta y redimidora capilla, donde a cambio de cada diaria misa se libera un alma del purgatorio.............. lugar tenebroso, que para la curia romana de hoy ya no existe.
Bastiones, castillos, baluartes, murallas y fortalezas la rodean, como no podría ser de otra manera, después de tan intensa vida, en el que la codicia por su posesión ha sido la variable de su historia.
Rebuscando por la ciudad encontraremos Murillos, Zurbaranes, un Greco, Goyas y hasta un cuadro de Valeriano Bécquer, el que pinto los sátiros dibujos de “Los Borbones en pelota”, hermano del poeta Gustavo Adolfo quien fue el encargado de poner los textos al critico libro del siglo XIX. Pinturas y retazos de una floreciente y esplendorosa época en la que Cádiz era centro de la cultura, el comercio y foco de entrada de los flujos innovadores de las ideas de su tiempo.
La casa de La Contaduría, hoy Museo Diocesano o Museo Catedralicio, en el que podemos admirar temporalmente la Inmaculada de Murillo del Oratorio de San
Felipe Neri, que están lustrando para el próximo año. El edificio conserva algunos de los pocos restos de arte cristiano medieval de la ciudad, concretamente un patio gótico-mudéjar, así como los restos góticos de una ventana geminada
La capilla del Hospital de Mujeres, una delicia barroco-rococó y eso que a mi esa sobrecarga artística no es lo que mas me llena, aquí encontraremos el único cuadro del El Greco que hay en la ciudad.
En la Plaza de la mina oiremos la algarabía de sus pájaros, en ella encontramos el Museo de Cádiz que alberga una importante colección de arqueología, cuadros entre otros de Zurbarán, Murillo y el “Retrato de familia” de Valeriano Bécquer sobre el que ya he comentado.
El Oratorio de San Felipe Neri, simbólico edificio, donde establecieron su sede las Cortes de Cádiz. Custodio de La Inmaculada, uno de los mejores lienzos de Murillo. Nos lo encontramos cerrado por reforma, al igual que su colindante Museo de Las Cortes de Cádiz en donde podremos observar una curiosa maqueta de la ciudad, mandada construir por Carlos III.
En el Oratorio de La Santa Cueva, durante el siglo XVIII un grupo de notables ciudadanos todos los jueves flagelaban sus cuerpos en penitencia antes de orar y ser perdonados. El Oratorio de estilo neoclásico esta ubicado junto a la Iglesia del Rosario y se aprovechó en su construcción un antiguo aljibe encontrado al azar. Para él Joseph Haydn compuso su obra “Las siete Palabras”, sobre las que Manuel de Falla, gaditano de pro, comento “Qué equilibrio! Ni una sola nota de más ni de menos que las necesarias”. Aquí es donde encontraremos los tres lienzos gaditanos de Goya.
Las torres miradores son un elemento arquitectónico único en el mundo, característico del desarrollo de esta ciudad. Construidas durante los siglos XVI al XVIII con el florecimiento del comercio con el Nuevo Mundo, fueron levantadas por los potentados de la época para poder divisar desde ellas, la llegada al puerto de sus barcos repletos de mercancías procedentes del otro lado del Atlántico. Actualmente quedan en Cádiz 126 torres miradores de las que en su día hubo, casi todas están ubicadas en edificios privados y por lo tanto difíciles de visitar.
La Torre Tavira es la más emblemática de todas ellas, situada a 45 mts. de altura sobre el nivel del mar, es la cota mas alta de todo el casco antiguo, teniendo desde ella las mejores vistas. Se puede visitar, siendo una de las atracciones mayores de la ciudad. En ella han instalado una cámara oscura de 360º, desde la que nos explicaran los distintos aspectos de Cádiz.
El drago, muy común en las islas canarias, es uno de los árboles simbólicos de Cádiz, ya que se le atribuye tanta antigüedad como a la misma ciudad y está unido a su origen mitológico. Estrabón nos escribe "hay un árbol en Gades, cuyos ramos, doblados hacia el suelo, tienen las hojas de un codo de largo y cuatro dedos de ancho, en forma de espada”. La sabia rojiza, conocida como "sangre de dragón", ha encarnado durante mucho tiempo una importante base económica con la obtención de tintes y pinturas. Durante el siglo XVIII era utilizada por los pintores para obtener matices de color carmín, mientras que los barberos utilizaban su madera para afilar sus navajas.
Uno de los pocos ejemplares que aun quedan en la ciudad se encuentra en el patio de la Escuela de Artes, en el callejón del Tinte.
La rehabilitación del casco histórico ha hecho recuperar una parte importante de sus casonas y palacetes dando una imagen más notoria a la ciudad, algunos de ellos se han reconvertido en hoteles como es el caso del Hotel Argantonio, situado en la calle Argantonio nº 3, el cual recomiendo si pensáis hacer una visita, por su situación, por la calidez de su cuidado diseño, la comodidad que respira y el trato tan agradable con el que nos dispensan.
La Caleta es la playa de Cádiz, de su casco histórico; tan señorial como la Concha de San Sebastián y orgullosos de ello están sus habitantes. El balneario de la Palma y el Real, le dan ese aspecto de finales del XIX tan característico y notable, un lujo de luz y agua.
Casi mas farmacias que bares encontramos por la ciudad y eso que de los últimos ya hay. Tabernas como el Manteca, genuino sabor del Barrio de La Viña, la freiduría de las Flores, en la plaza de Topete, pero mas conocida como la de las Flores o el bar Merodio en la plaza del Mercado. En las paredes de muchas de estas tascas, como si fuera un gran santón, encontramos retratos de Camarón, el gran cantaor flamenco, parido en la vecina población de San Fernando y venerado por parte de los gaditanos como a la mismísima Virgen del Rosario, patrona de la ciudad.
Cádiz es feligrera y devota por tradición, dadivosa de exvotos que encontramos colgados por las paredes de las numerosas iglesias, capillas y oratorios que encontramos por toda la ciudad, muchas de las cuales se esconden tras simples fachadas, como si de una casa de vecinos se tratase.
Pero la lucha de Don Carnal con Doña Cuaresma se vive en esta ciudad de una forma especial. Cádiz es la capital por excelencia de la comparsa peninsular, nada parecido a los de otras latitudes cariocas. Su carnaval es jocoso y charanguero, critico y salao, colorido y ruidoso...........compendio de esa forma de ser, de vivir y entender la vida de los gaditanos,................ los más andaluces de Al Andalus, su centro de atención el enladrillado Teatro Falla.
Curiosa esta “Tacita de Plata”, síntesis de fenicios, romanos, árabes, flageladores, clérigos de renombre, corsarios, piratas sajones, comerciantes genoveses, reyes cristianos y Constitución Liberal; que nos despide al contrario que a nuestra llegada, con esa luz especial, cálida y luminosa del sol de invierno, como queriendo agradecernos el ser visitada.
Muy buenas, Don Pablo:
ResponderEliminarEstupendo su relato de las innumerables virtudes de este rinconcito eterno, confieso que en un principio esperé una descripción más "personal" sobre su estancia en Cadiz, pero según iba adentrándome en su articulo me pareció que su visión general de la ciudad y de su historia ganaba interés con la descripción minuciosa de tantos aspectos y todos ellos tratados de manera somera y profunda...si esto pudiera darse a la vez...que parece no ser posible salvo que se lea su articulo.
En fin ni que decir tiene que me ha gustado y que me lo leído de un tirón y eso créame que en estos tiempos y tratándose de mí es todo un elogio y de los grandes.
Saludos y cuídese.