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Al sur del todo de Jordania, a no muchos kilómetros de Petra, próximo ya a la ciudad de Aqaba y en la linde de Arabia Saudí; esos limites creados artificialmente, fronteras uniformemente rectas que definen países, pero que no delimitan pueblos; aquí en medio de la nada esta el desierto de Wadi Rum. Un punto mas en un plano, una tierra estéril de las que abundan en nuestro planeta, una parte de ese Oriente no muy lejano a nosotros que ha estado olvidada hasta no hace mucho y que hoy es uno de los lugares más visitados junto con Petra de todo el reino hachemita, visitas como la nuestra de gentes multicolores que por un poco espacio de tiempo queremos llenarnos de toda su grandiosidad y árida belleza.
Wadi Rum es un desierto diferente a todos los que hasta ahora mis ojos han podido percibir, no son esas inmensidades de planicies pétreas o arenosas, Rum esta formado por una continuidad de alineados valles (wadis) arropados por formaciones aisladas de esbeltas montañas trágicamente erosionadas por el viento, verdaderos paraísos para los deportistas que batallan con la gravedad. Un lugar único por su áspera belleza y completa aridez, en donde sus orgullosas rocas no impiden dejarnos esa sensación de grandiosidad y soledad de este espacio al que hemos llegado y del que solo traemos referencias de su orografía y situación, así como algunas reseña historia o turística.
En la actualidad es un espacio natural protegido, al que hay que acceder a través de un Centro de Recepción, desde el que divisamos “Los Siete Pilares de la Sabiduría”, original montaña que debe su nombre al libro de memorias de Lawrence de Arabia.
Cruzamos la aldea de Rum, donde se termina la línea negra de asfalto, pasando a un mundo nuevo, casi fantástico, aquí es donde verdaderamente comienza el espectáculo, a nuestros costados enormes formaciones pétreas nos dan la bienvenida a esta naturaleza inerte, pero que estuvo habitada desde tiempos remotos como muestran los grabados y dibujos que en sus rocas encontramos. Transitamos por arenas de cambiantes colores que desde los púrpuras a los dorados, se extienden entre las moles rocosas hasta donde nuestra vista llega alcanzar, solo el cruce con algún otro Toyota que como nosotros ha llegado hasta aquí para llenarnos de esta grandiosidad, rompe este paisaje deshumanizado.
Nos dirigimos hacia las laderas del Jebel Khazali, en él recorremos un estrecho y corto siq (barranco) donde contemplamos los primeros grabados e inscripciones talmúdicas en las rocas, respiramos la soledad de la tarde, nada a nuestro alrededor nos molesta o estorba, todo lo que nos rodea es una paz sugerente que nos invita en esta hora de la tarde a acercarnos hacia unas rocas cercanas para ver en su esplendor como el Sol de estas latitudes se despide poco a poco del día, regalándonos unas vistas a nuestro alrededor únicas y unos instantes difíciles de olvidar.
Al rededor de una hoguera, una sabrosa sopa de lentejas y un apetitoso guiso de pollo con verduras, nos preparan para pasar la noche en uno de los campamentos perfecta y estratégicamente instalados en medio del desierto, el nuestro emplazado al abrigo del Jebel Khazali, en una situación privilegiada, mirando hacia el este y con unas vistas grandiosas sobre el Ghor al Ajram (Valle del Ajram) y las montañas que lo delimitan. Un lugar idoneo desde el que contemplaremos en noche cerrada como aparece lentamente la silueta de la luna y por la mañana nos riega con sus primeros rayos el astro rey.
Un nuevo día nos entrega su luz disponiéndonos a recorrer estas planicies rotas por las altas rocas, de nuevo al zarandeo del Toyota camino del pequeño arco rocoso de Rakabat al Wadak, al que ascendemos, seguimos por el valle hasta llegar a Umm Fruth, este puente es mucho mas grande y majestuoso que el anterior, lo trepamos hasta su vértice y descubrimos un panorama impresionante, a nuestros pies los wadis arenosos y en la lejanía las espectaculares formaciones rocosas que llenan el espacio hasta donde se pierde la vista.
Retornamos sobre nuestras rodaduras y tomamos ahora dirección norte hacia las proximidades del desfiladero Barrah, aquí nos detenemos a ver las ruinas de lo que los lugareños denominan Casa de Lawrence, solo un tapial en piedra al aprisco de una roca queda de la construcción; continuamos hasta llegar a las faldas del Jebel Annafishija, en donde admiramos la mejor colección de grabados e inscripciones talmúdicas y nabateas de toda la zona, camellos, formas humanas, pastores, cazadores y otras figuras de un estilismo y plasticidad asombrosas, las han datado de una antigüedad del siglo II a.C. siendo realizadas por camelleros de la tribu Thamud de Arabia Saudita, haciendo reseña a este lugar como paso obligado en la ruta de las caravanas. Un poco mas adelante nos detenemos en una enorme duna de un intenso rojo salmón, de la que disfrutamos un rato jugando entre sus arenas.
Partimos de nuevo recorriendo ahora el Wadi Umm Ishrin, arena y color, mas arena y mas color, las nubes hacen que este escenario se transforme en algo mágico, donde las paredes rocosas hacen de tramoya o bambalinas y en donde nosotros somos los únicos espectadores de esta obra sin figurantes. Los escarpes pétreos cambian los predominantes tonos rojizos según la luz que reciben dependiendo de la hora del día, condicionando un paisaje singular y único.
Pasamos por un pequeño poblado nómada de beduinos, situado a los pies del Jebel Rum (la montaña más alta de Jordania, con 1754 m.), para conocer lo que denominan el “Manantial de Lawrence”, este lo divisamos en medio del escarpe rocoso, fácilmente visible por la existencia en el lugar de un tupido árbol, como es lógico no muy abundantes a nuestro alrededor. Aquí en las jaimas montadas, mas para los visitantes que para su uso cotidiano; los autóctonos, que se autodenominan descendientes del profeta Mahoma, nos ofrecen un te elaborado a base de salvia y cardamomo entre otras hierbas, debiendo de reconocer que yo no muy aficionado a estos brebajes me supo especialmente atrayente.
Todo esto forma parte de esa naturaleza árida y dura que conforma este desierto, pero Wadi Rum es más, no se puede visitar esta zona sin disfrutar de su noche, su nombre lo dice Wadi Rum, Valle de la Luna. La oscuridad del ocaso da paso a un firmamento de estrellas como nunca había visto, el cielo se convierte en el techo de un espectáculo asombroso, que da paso a la salida de la luna por encima de las cumbres que nos rodean, solo nos acompaña el silencio, ese “sonido” que solo en los desiertos he sido capaz de percibir, haciendo que todo lo que te rodea sea mas próximo e intenso, teniendo la sensación de poder acariciar con la punta de tus dedos esos puntitos de luz que están en el firmamento.
Nos despedimos de este trozo de planeta con ganas de volver para poder dedicarle mas tiempo a recorrerlo, llenándonos de esas sensaciones que estas tierras yermas nos han producido y que incitaron a Lawrence de Arabia a escribir “Los Siete Pilares de la Sabiduría” en plena contienda mundial, allá por las primeras décadas del siglo pasado, dándonos a conocer este lugar, trasladándonos los misterios y las soledades del desierto de Rum.
“existen dos clases de hombres: aquellos que duermen y sueñan de noche y aquellos que sueñan despiertos y de día... esos son peligrosos, porque no cederán hasta ver sus sueños convertidos en realidad”
Thomas Edward Lawrence
Hola Pablo:
ResponderEliminarHe pasado un buen rato viendo tus fotos y leyendo el texto (otra cosa seria rara: viendo el texto y leyendo las fotos...) veo que sigues con tu timidez habitual y no te pones delante de la cámara ni para limpiar el objetivo (Ojo que no estoy diciendo que esté sucio...)
Estos pasajes me hacían esperar ver de un momento a otro la aparición de los indios y las cowboys pero no, anda que no han de estar lejos de estos lares...
En fin, felicidades por este nuevo articulo como siempre en tí, bien cuidado, con una presentación excelente, y además con contenido...joer lo tiene todo...
AAAAAAAAAaadios. Perolo.
FANTASTICO COMO SIEMPRE. SIENTO EL SOL Y EL CALORCITO QUE TRANSMITEN TUS FOTOS.
ResponderEliminarYA ESPERO TU PROXIMA ENTREGA PARA SEGUIR AMPLIANDO MI CONOCIMENTO DEL MUNDO.
HABRIA ESTADO BIEN TU FOTO EN LA PORTADA CON ROPA BEDUINA INCLUIDO TURBANTE, QUE CON ESA PERILLA DE POCOS PELOS, QUEDARIAS COMO COLEGA DE SIR LAWRENCE DE ARABIA
DESDE ALASKA UN ABRAZO DE PACO EL ESKIMAL
Tienes un blog maravilloso me alegro de haberlo descubierto, te tendré en mi punto de mira, saludos Chus
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