La Tierra de Cameros es una de las conexiones ancestrales entre los valles del Ebro y el Duero, siendo a través del Puerto de Piqueras (Soria - La Rioja) y las gargantas del escarpado valle que traza el río Iregua, por donde los añejos caminos unían los dos cursos fluviales. Hallándose en el tercio del tramo final del cauce riojano la población de Viguera, aldea que en su tiempo tuvo curiosamente hasta reino propio, allá por el final del Alto Medievo entre los años 970 y 1005, siendo su soberano Ramiro Garcés hijo de uno de los reyes de Navarra. Hoy su población no llega a los 400 habitantes de los mas de 1.300 que llego a tener a principios del siglo XX, pero su inmejorable emplazamiento dominando todo el desfiladero, la sitúa como un lugar ideal para realizar desde ella visitas y recorridos por toda la zona del Camero Nuevo.
A la población se la conocía en la antigüedad con la toponimia de “Vecharia - Vicaria” o “Baqira” en árabe, ubicándose en un lugar alto y estratégico a unos 80 mts. por encima del Iregua, dominando un ramal de la XXXII Calzada Romana del Itinerario de Antonino: Caesaraugusta (Zaragoza) - Vareia (Varea hoy barrio de Logroño) - Tritium (Tricio, población próxima a la actual Nájera). Desvío, que partiendo de Vareia pasaba por Almarza hasta llegar a Numantia, discurriendo (en el tramo que nos ocupa) por la orilla de la bucólica rivera del río, siendo en la actualidad el itinerario asfaltado que por la orilla derecha del Iregua se le conoce como “Camino de Nalda a Viguera” y que accede a esta ultima población por la empinada calle que desemboca en su Plaza Mayor.
Hasta esta colgada aldea, en mitad de la pendiente entre el río y las peñas del denominado Castillo de Viguera, deberemos de acercarnos para poder visitar la difícilmente calificable, nada convencional y diminuta ermita dedicada San Esteban. Siendo precisamente este santo uno de los precoces mártires del cristianismo, exactamente el primero que derramó su sangre por abrazar la nueva religión, teniendo el honor por ello de celebrarse su festividad el día posterior a la navidad, el 26 de diciembre.
La pequeña ermita o eremitorio, se encuentra emplazada en un original lugar imposible de encontrar casualmente, situado fuera de las miradas de las gentes que pudieran transitar por estas riveras, solamente y no muy bien se visualiza, desde las alturas de la población viguereña situada justo enfrente en la ladera contraria del rio o en los aledaños de esta. El lugar no puede ser de lo mas curioso, insólito y singular, pues se encuentra en uno de los numerosos vanos o covachas naturales que se abren bajo los potentes farallones pétreos de las "Peñas de San Esteban" o "Cabezas del Moro", pues por ambos nombres se los conoce. Encontrándose cobijada y protegida de las intemperies por una oquedad en forma de visera rocosa, un lugar que ante mi percepción se me antoja mágico, con unas vistas de los alrededores inigualables, observando desde la altura el discurrir de las aguas del río camerano. Siendo en gran parte este resguardo bajo las rocas el motivo de su decadencia, al sufrir los impactos por desprendimientos ocurridos a través del tiempo.
No solo su ubicación nos hace sorprender, pues su arquitectura es de lo mas inusual, extraña, rara e insólita para este tipo de construcción, pareciéndose más a un búnker alemán que a un espacio dedicado a la oración. Aparentando cualquier cosa menos un pequeño templo religioso, ya que sus formas redondeadas y miméticamente camuflada con el terreno contiguo, por su total enlucido de tonos terrosos, la asemejan ser un elemento mas del rocoso talud. Unas formas que la hacen ser única de su tipo en toda la región riojana y yo diría que hasta en el resto del país, resaltando en ella no solo su inusitado diseño y las interesantes pinturas de su interior, si no también las vistas y el entorno donde se asienta.
Al parecer se trata; aunque es difícil su datación; de una construcción posiblemente prerrománica siglos IX, X (mozárabe) o incluso del V al VIII (visigoda), pudiendo ser la iglesia u oratorio de una comunidad de monjes eremitas, que habitaron las diferentes cuevas que hay en la zona, completando un pequeño cenobio en tiempo de los “godos”. Observándose similitud con otras iglesias visigóticas y prerrománicas, que podrían datarla entre la segunda mitad del siglo VIII y principios del IX. Si que se sabe que fue reformada durante el siglo XII, cuando se le añaden las pinturas murales de su interior.
No es una construcción grande mas bien austera en tamaño, con unas dimensiones aproximadas de 8 x 4,50 metros y correctamente orientada a los cánones litúrgicos (ábside o cabecera a levante y pies a poniente). Consta de planta cuadrada (ligeramente trapezoidal), con cubierta en bóveda de medio cañón y pequeño ábside semicircular, encontrándonos en su interior un arco triunfal de medio punto con dos aberturas laterales, separando el altar y la nave. De aspecto robusto y tosco, el templo se erigió con materiales de no muy buena calidad en mampuesto, aun así la imagen que genera por su esplendido emplazamiento le confiere un aire ascético, convirtiéndola en una coqueta joya del románico riojano.
Su interior aun mantiene pinturas murales, cuya temática se relaciona con el Apocalipsis, representando similitud de trazos con los códices “Beatos”, en especial con los dibujos en los manuscritos mozárabes de San Martín de Albelda y San Millán de la Cogolla, si bien algunos no dudan también en compararlos con los frescos mas antiguos de San Baudelio de Berlanga (Soria). En realidad, sólo se conservan apenas 2/5 partes del conjunto originario, pues se ha perdido completamente la decoración del muro sur, de las bóvedas y de la mayor parte de la cabecera.
Hay que hacer hincapié, de que la practica totalidad de los templos románicos estaban cubiertos en su totalidad con representaciones que explicaban la vida de “Cristo”, “La Virgen” o los “Apóstoles”, representándose así mismo de forma despiadada y tenebrosa los atroces castigos a los que serian sometidos los que cayeran en pecado. Estas representaciones en infinidad de casos y por motivos diversos han desaparecido, siendo estas prácticamente de las pocas existentes en este territorio. Estando catalogadas como “el conjunto pictórico románico más importante de La Rioja”.
Pasando los siglos, la humilde ermita cayó en el mas absoluto olvido, hasta que fuera nuevamente tomada en valor a mediados del siglo pasado, pero la ruina y el abandono se habían adueñado de ella. Estando gran parte del ábside destruido por algunos desprendimientos de rocas perjudicándola enormemente, requiriendo una intervención de remiendo que se realiza a lo largo de 1953. En 1983, ya en plena democracia y con las competencias sobre patrimonio en poder de las Comunidades Autónomas, se declara la ermita como Bien de Interés Cultural (B.I.C.), pero el desinterés de la administración custodiante es patente, y durante la década de los años 80 y 90 sufre los efectos vandálicos de los descerebrados de turno, destrozando la cerradura de su puerta, realizando pintadas y grafitis en su interior incluso por encima de las pinturas, sirviendo de corral para el ganado e incluso se realizaron hogueras de todo tipo y uso. Es este estado de cosas se determina en 1997 una intervención en el edificio, siendo restauradas las pinturas en 1999 y acondicionado tanto el exterior como en interior de la pequeña iglesia en 2014, estando desde entonces en un aceptable estado de conservación.
Se llega hasta ella por un empinado, zigzagueante y tortuoso sendero que se eleva unos 100 metros monte arriba durante un trecho de algo mas de quinientos. Vereda que, partiendo desde el punto kilométrico 305 de la carretera nacional N-111 Soria – Logroño, va dominando en su ascensión todo el valle, hasta llegar a los rojizos taludes rocosos bajo los cuales se sitúa el oratorio de San Esteban.
La llave de la ermita ha estado custodiada desde hace décadas por Carmen en el antiguo bar de carretera conocido como "Venta de La Paula", justo enfrente de donde comienza el sufrido camino que nos llevan hasta la ermita, pero el fallecimiento de la verdadera cuidadora de la ermita en diciembre del año pasado y el cierre de la “Venta”, que llevaba el nombre de su madre, ha originado que en la actualidad la llave del candado está depositada en el bar “El Refugio” de Viguera, en plena Calle Mayor junto a la Plaza.
Para alargar el acceso hasta este extraordinario enclave del Camero Nuevo, hemos decidido primeramente adentrarnos en las lúgubres entrañas del Barranco de Badén, hasta casi su final. Para ello partimos desde las proximidades de la boca oeste del túnel de Viguera (aparcando junto al cartel que informa sobre el Barranco del Infierno), comenzando a caminar por entre vetustos olivos por una pista que nos llevara hasta la entrada al Barranco de Badén donde se sitúa unos corrales que debemos cruzar para introducirnos en las profundidades del estrecho roquedo. Nada mas cruzar los rediles del ganado podemos observar a mano diestra el Barranco del Infierno al que se refería el cartel del comienzo de ruta. Continuamos ascendiendo entre la vegetación por las estrechas paredes roquedas, hasta llegar a un desvió (izda.) que nos indica “grieta”. Se trata de un interesante, estrecho y oscuro desfiladero sin salida pero muy interesante de transitar, al que se le conoce como "Grieta peña Rota". Vueltos al recorrido principal seguimos subiendo, para por el cauce seco de la torrentera llegar hasta una especie de arco natural que hace una enorme roca desprendida de la pared, llegando hasta unas cuerdas encargadas de facilitan el paso, habilitando la salida del barranco hacia el norte, pudiendo continuar desde allí por varias rutas.
Nosotros retornamos por mismo recorrido realizado (ahora de bajada) hasta los corrales situados a la entrada del impresionante barranco. Desde los que tomamos dirección diestra en leve ascensión hasta llegar a un amplio collado que observamos frente a nosotros, continuando la subida por entre bancales abandonados en dirección noroeste hasta llegar a una vaguada donde deberemos buscar el paso entre la vegetación. Una vez en la ladera contraria y ascendiendo por sendas de ganado, en terreno ocupado por zarzales y espinos (aconsejable llevar pantalón largo y camisa de mangas largas), llegar hasta la parte baja de los farallones, donde se sitúa 400 mts. mas adelante la singular ermita.
Contemplar su atrayente apariencia nos genera a los mas profanos en este tipo de conocimientos, sensaciones de verdadero encantamiento, pues nos encontramos en un espectacular emplazamiento, en medio de un entorno hostil, ante un una simple y humilde construcción que sin embargo nos trasmite un cierto exotismo. Su ubicación en un paraje agreste, recóndito y casi oculto, las dificultades de su acceso para llegar hasta ella, las insólitas características de su aspecto arquitectónico exterior y los rescatados restos de sus pinturas murales, la convierten en uno de los enclaves mas singulares, mágicos, misteriosos y apreciados de la región……….. sin duda un lugar de imprescindible visita si decidimos recorrer la Tierra de Cameros.
Ya solo nos queda visitarla, descender la resbaladiza senda y por la orilla de la carretera retornar a donde hemos estacionado el vehículo.
Espero que el lugar os parezca de lo de más sugerente para acercaros a visitarlo.
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