Algo más de 200 años tiene de historia el ferrocarril, siendo el inglés Mattehew Murray quien en 1812 diseñó y construyó la primera locomotora de vapor, que con tracción a través de ruedas en cremallera, fue usada para el Ferrocarril entre Middleton y Leeds (60 km). Curiosamente y motivado por los avatares bélicos de aquellos años se la denominó "Salamanca". Este novedoso ingenio del trasporte y su perfeccionamiento, iniciaría durante la segunda mitad el siglo XIX el progreso tecnológico y la era de la revolución industrial.
Como era habitual en nuestro país, a esto también llegamos más
tarde, y el primer ferrocarril se inauguró en 1837. Siendo la línea La Habana -
Güines (por aquel entonces Cuba todavía era una provincia española) quien
enarbolo la bandera del progreso. Siendo en 1848, cuando entró en
funcionamiento la famosa línea Barcelona - Mataró, a la que erróneamente se la
considera el primer transporte ferroviario Español, le siguió en 1853 el tren
de Madrid - Aranjuez y a este ya una lista de trayectos que recorrerían toda la
geografía hispana. Aunque no siempre fueron acertados sus trazados, o más bien
estuvieron condicionados a decisiones políticas corruptas dudosas (a que nos sueña
esto) y a intereses que no eran los generales del país, con lo cual muchos de
estos recorridos, duraron un suspiro o nunca entraron en servicio.
El caso que me trae a escribir estos párrafos, es el trazado de un ferrocarril de vía estrecha que hoy nos encamina hacia tierras del suroeste madrileño, a la "vega" -si es que se le puede llamar así- del río Alberche. Tratándose de la ruta ferroviaria que hubiera debido de unir las poblaciones de Villamanta y San Martin de Valdeiglesias, formando parte del trayecto, por aquel entonces consolidado, de unión de Madrid con la toledana población de Almorox. Ramal que fue ideado durante la dictadura del General Primo de Rivera, allá por los años 20 del siglo pasado.
Estando ya en actividad la línea Madrid - Almorox (puesta en servicio en 1891 con inversión de capital belga) y a iniciativa del Ministerio de la Guerra, se inicia el estudio en 1891 para la realización de una ramificación que fuera por el río Alberche hasta San Martin de Valdeiglesias y de esta población pasase al valle del Tiétar, para llegar hasta Arenas de San Pedro. Era tal la viabilidad que se preveía durante 1927 -ante el futuro uso de los más de 100.000 posibles usuarios- que se estudio la posibilidad de alargar este trazado ferroviario hasta Plasencia y la frontera portuguesa. Fueron tales las ansias por realizar esta infraestructura, que se llegó a inaugurar el tramo entre Pelayos de la Presa y San Martin de Valdeiglesias, sin estar realizado el resto del recorrido, teniendo que llevar para la ceremonia de tan insigne y surrealista evento un convoy traído por carretera (el único que llegó transitar por la línea). Pero la sublevación del ejército de áfrica contra la república, provocando la Guerra Civil española, trastocó el futuro de esta infraestructura que nunca llegó a funcionar, convirtiéndola para todos los habitantes de la zona en el sueño de una noche de verano. Hoy noventa años después se repiten situaciones semejantes, trasladándonos que las cosas no han cambiado sustancialmente: por poner un ejemplo me vienen a la memoria los aeropuertos de Castellón y Ciudad Real, pero la lista podría ser interminable.
Esta ruinosa infraestructura y la cicatriz provocada en medio de unos lugares de extraordinaria belleza, hoy nos sirven para adentrarnos entre estas montañas que marcan final de la sierra de Guadarrama y el inicio de la de Gredos. El tramo más trabajado de este trazado es transitable caminando, mediante el señalamiento de la Vía Verde del Alberche en su recorrido desde Pelayos de la Presa y la represa de Picadas. Recorriendo íntegramente por sus orillas la lamina de agua que el embalse ha generado a través del estrecho valle del por aquí encajonado río Alberche.
Son siete kilómetros de recorrido, que debemos obligatoriamente realizar de ida y retorno, si bien seremos recompensados ante esta "contrariedad" (los recorridos circulares son mucho más agradecidos) por la ligereza del recorrido, toda vez que es prácticamente plano, sin ningún desnivel en prácticamente toda la ruta.
Junto al agua recorreremos primeramente la orilla derecha del pantano, para pasar a la otra orilla a los 2,5 km. trascurriendo el resto por la orilla izquierda. Cruzaremos por los siete puentes o viaductos que posee el trazado, un túnel, así como los numerosos contrafuertes que se realizaron para reforzar la base de sustento de lo que sería el trayecto del ferrocarril. Llegados al dique de Picadas, podemos observar desde sus 145 metros de longitud la caída de 59 m. que hay hasta su base, todo en medio de un sereno y solitario paraje solo alterado por visitantes que como nosotros se dedican recorren con sus botas o bicis la naturaleza que nos rodea.
Durante todo el recorrido iremos desfrutando de la vegetación que nos rodea, poblada fundamentalmente por extensos bosquetes de piño piñonero, siendo también abundantes las encinas, como algunos ejemplares de enebros y robles. Es muy vistoso y singular, en los días que podemos disfrutar de la ausencia de viento, la formación sobre las aguas embalsadas del cañón del efecto espejo, reflejándose sobre ellas la ver y tupida naturaleza que nos rodea. Esta calma que podemos disfrutar en los días de invierno y comienzo de primavera, se puede trastocar si programamos nuestra visita en días festivos y durante los meses de verano, ya que la presión humana sobre el aledaño embalse de San Juan y las urbanizaciones de Pelayos de la Presa en época estival y fines de semana es cuando menos "insoportable"………. así que ojo al dato.
El embalse de Picadas fue construido en 1952 muy cerca ya de la población de Aldea del Fresno, perteneciendo la mitas de su instalación a esta localidad y la otra mitad a San Martin de Valdeiglesias, toda vez que cada orilla está asentada un su término municipal. Siendo su fin principal la obtención de energía eléctrica y el abastecimiento de agua a la toledana comarca de La Sagra, Torrijos y la propia capital toledana. Y desde que en 1993 los madrileños sufriéramos una fuerte sequia también sus aguas nos abastecen, llegando hasta la capital a través del Transvase Picadas - Valmayor, por el que las aguas del Alberche van a parar al río Aulencia que se encuentra a una cota 308 metras más alta. Para lo cual hubo que realizar dos estaciones de bombeo, pero con eso podemos seguir desperdiciando este elemento tan apreciable al que no sabemos valorar…………… hasta que nos escasea.
Para completar la visita, podemos acercarnos a visitar las ruinas del Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias (Pelayos de la Presa), el encantador Castillo de la Coracera y los verracos carpetanos - vetones de los Toros de guisando, pero no tengas la certeza de poderlos ver, pues por motivaciones sanitarias sus visitas están restringidas y posiblemente os llevéis un chasco como nos ocurrió a nosotros, debiendo de informaros previamente si tenéis interés en visitarlos.
Si os acercáis por esta zona en los límites del Madrid "confinado y perimetrado"………. disfrutarlo y cuidarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario