viernes, 22 de enero de 2021

- Tierras del Conde Fernán González - Valle de Arlanza - Sureste burgalés I

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Aunque por esta vez traspasemos la linde divisoria con tierras burgalesas, estos párrafos no son más que continuación de los dedicados a las tierras sorianas en anteriores entregas……… y los que se sucederán. Toda vez que en el pasado año la pandemia no nos ha permitido alejarnos hasta otras latitudes, lo que tampoco ha venido mal para fisgonear y escrudiñar por nuevos y mágicos lugares que, no por poco conocidos, no dejan de tener un encanto especial para los que no solo por los ojos se nutren nuestras sensaciones. Así que aquí me hallo intentando hilar estos párrafos entorno al sureño levante burgalés, tierras que fueron el origen de Castilla, lugares donde las piedras se transformaron en historia, los ríos se hicieron fronteras, los oteros sirvieron como baluartes guerreros y los campos florecieron tras ser regados con sangre. 

Las de Arlanza y sus contornos eran tierras de Fernán González, el primer conde soberano de Castilla, de quien podemos decir que, aunque menos peliculero, fue una figura más genuinamente castellana que Don Rodrigo "El Cid", toda vez que el conde guerreó por las fronteras próximas al sur de la meseta, mientras que "El Campeador" fue culo más inquieto tirando hacia el levante peninsular, territorios de otras gentes que ni castellanas ni mesetarias eran. 

Salimos de tierras numantinas por San Leonardo (menuda curva en medio de su trama urbana), población donde a la mayoría de su vecindario le gusta tener el apellido "Yagüe" como topónimo, no sé si en Badajoz serian tan favorables. Quien tenga interés, curiosidad o dudas sobre este párrafo que revise si quiere un poquito la historia. Allegados a Santo Domingo de Silos, puedo decir de esta pequeña población, que aparte de degustar un buen asado de cordero en el Mesón - Asador que lleva el nombre de la población, se puede recorrer su callejero donde observar algunos interesantes rincones con casonas blasonadas y restos de su antigua muralla.










Pero a lo que fundamentalmente llega el viajero en esta localidad es para visitar su esplendido monasterio regido por la regla de "ora et labora" que instauró San Benito. Con sus aproximadamente 10.000 m2 de sillares en piedra, se cree que su origen se remonta a época visigoda, fue abandonado durante la invasión musulmana. Siendo el conde Fernán Gonzáles al conquistar estas tierras, quien vuelve a resurgir sus liturgias. Nos encontramos ante una singular arquitectura catalogada como obra maestras del románico, sobre todo el excepcional claustro en torno a su icónico ciprés, atrio magníficamente porticado con dos alturas, que debe ser visitado sin ninguna escusa y con la tranquilidad que requiere.  

Digna es de visitar también su "botica", que datada en 1705, es junto a la de la cercana población de Peñaranda de Duero una de las más antiguas, siendo en su tiempo uno de los centros alquímicos más importantes de la península. Se creó, junto con un jardín botánico de plantas medicinales, para dar servicio a un hospital y una leprosería que pertenecían al monasterio. 

Y digno es así mismo el escuchar, en directo durante la misa, a su coro de monjes entonar los cánticos gregorianos que también dan singularidad a esta abadía. De origen indudablemente latino, estos rezos de salmos melódicos con marcadas influencias de músicas griegas y hebreas, han sido furor de melómanos de todo el mundo a finales del siglo pasado en que fueron "fashion", llegando a vender alrededor de cinco millones de copias con sus grabaciones. 

En el curso alto del rio Mataviejas, entre Silos y Carazo se encuentra una bucólica surgencia en forma de pequeña cascada, lugar conocido como San Miguel. Es en sus proximidades donde precisamente podremos observar un nido de quebrantahuesos calificado como histórico, ya que sobre él nos relata el biólogo, naturalista y fundador de la SEO José Antonio Valverde, de como un monje de Silos en 1956 le enseñó el curioso nido, fue utilizado por última vez en 1928, toda vez que la rapaz fue abatida a tiros en el mismo nido. 



A apenas 3,5 km. por la carretera que nos llevaría a Aranda de Duero, se encuentra el Desfiladero de la Yecla, un angosto y umbrío cañón que el  Arroyo del Cauce ha creado antes de ceder sus aguas al río Mataviejas. De apenas unos pocos metros de anchura, un kilometro de ida y vuelta en un recorrido de fácil paseo, esta ruta es un buen complemento durante la visita de estas tierras.   

Siguiendo precisamente el valle del Mataviejas nos encontramos sobre un roquedo la aislada ermita de Santa Cecilia de Barriosuso. De indiscutible origen mozárabe, se asienta sobre una loma que en tiempos anteriores debió de ser una villa romana ubicada en las proximidades de la calzada que comunicaba Astorga con la cercana Clunia. 

Continuando en dirección noroeste por el Camino Real de las Carretas, llegamos en apenas 4 km. (tras tomar un desvío a siniestra) a la ermita de la Virgen de las Naves, y 800 mts. más adelante a la Cascada del Churrión, 10 metros de caída al final del estrecho desfiladero, siendo únicamente vistosa durante las épocas de lluvia. 

Tomando dirección norte, podemos desviarnos hacia Castroceniza y realizar la ruta que nos lleva hasta la aldea de Ura (con casas de arquitectura tradicional) recorriendo el calizo Cañón del Mataviejas, apenas 5 km. de bonita, solitaria y tranquila travesía en recorrido de ida y vuelta. 

Parece ser que la toponimia del río se remonta hasta tiempos de "El Cid", de donde viene una leyenda en la que unas ancianas hechiceras aliadas de los sarracenos engañaron al campeador con el lugar para acampar. En el ocaso del día, y el ser atacados por huestes moriscas del castillo de Gormaz muy superiores en número, vieron su vida en peligro, pero de la estrechez del desfiladero surgió una luz cegadora.  ¡Cara al sol! ¡Cara al sol! comenzó a gritar Rodrigo el de Vivar a sus fieles hombres, apareciendo en escena una primordial imagen majestuosa y celestial, que causó temor entre los infieles haciéndoles retirarse en estampida, era la "Virgen del Sol" quien los había salvado. Durante la también huida de las hechiceras, en la oscuridad de la incipiente noche, sin darse cuenta se precipitaron al rio donde encontraron su fin. Hoy el río lleva el nombre de “Mataviejas”, y Carazo “cara al sol” es la población que se estableció por aquellos lares en honor a la Virgen del Sol y donde se ubica su Ermita. 

Retuerta, conserva aún una buena traza de arquitectura tradicional entre su caserío, esto se debe a que la población estuvo amenazada cual "espada de Damocles" durante lustros de ser anegada por el embalse que se pretendía construir a mediados del siglo pasado, pero llevaba su ejecución planteada desde tiempos de la dictadura de Primo de Rivera allá por los años 20. Esta incertidumbre durante tantos años, dificultó que los propietarios de sus casas no se decidieran por su restauración, conservándose prácticamente el pueblo tal cual parado en el tiempo, sin muchas modificaciones en sus construcciones tradicionales. 



Al contrario que en la población soriana de Las Cuevas, donde se ha perdido el oficio de carbonero y ya solo se realiza una ver al año como expresión de trabajo tradicional y fiesta vecinal, en Retuerta aun se mantienen los últimos productores de "carbón vegetal" de burgos. Un grupo reducido de vecinos que aun se dedican a la producción del "cisco", producto muy consumido antaño en los braseros de la posguerra, que ahora solo se dedica a las barbacoas familiares o a los restaurantes especializados en parrillas y brasas. 

Covarrubias es la siguiente población que nos encontraremos, aquí saborearemos el encanto medieval a través de pasear por sus rebuscadas callejuelas y recias plazuelas, donde llegaremos apreciar la autenticidad de sus fachadas realizadas en lo que se conoce como "entramado castellano", madera y barro encalado.  Deberemos recorrerla haciéndolo despacio, ojo mirón y mente inquieta, deteniéndonos en callejuelas, recodos y esquinas, escudriñando por sus rincones y recovecos las leyendas del pasado. Así llegaremos a cruzar por sus arqueadas puertas, visitar el Torreón de Doña Urraca (o de Fernán González), no debiendo de dejar de visitar la Colegiata de San Cosme y San Damián, tercera y definitiva sepultura del Conde Fernán González. Covarrubias junto con Santo Domingo de Silos y Lerma componen el turístico "Triangulo de Arlanza", pero para visitar Lerma, población ciertamente interesante, aun que da un buen trecho, así que sus correspondientes letras quedaran para otra ocasión. 

El curso del rio Arlanza entre Hortigüela y Covarrubias, es uno de los entornos naturales más interesantes de la provincia burgalesa. Las riveras del río así como las tierras de interior conforman un espacio agraciado con sugerentes paisajes y rico en copiosa diversidad, modelado por un estrecho valle cercado por potentes farallones calizos, donde se refugian abundantes rapaces. No solamente es paisaje, historia, arte y vida humana, pues la mezcolanza de todas estas ha creado un lugar como distintivo y enseña de identidad natural y cultural del sur "burgués". 

El Espacio Natural de los “Sabinares del Arlanza” donde se encuentran algunos de los ejemplares mejor conservados de nuestra geografía, algunos de sus ejemplares superando los dos mil años, compite con sus 26.055 hectáreas de extensión, con los de sus vecinos los sorianos de la Sierra de Solorio en la comarca de Jalón - Judes que alcanza las 30.000 hectáreas o el de Cabrejas que con 32.707 es la masa arbórea de este tipo de "enebro" más extensa del planeta. 

Podemos dedicar nuestros pasos a acercarnos hasta los Riscos de Estillín, bello e interesante barranco de algo más de un kilómetro, donde seguro avistaremos entre sus cortados los vuelos y el oteo de los buitres leonados que anidan roquedos, pudiendo ser este lugar el mayor exponente de naturaleza y paisaje de estos lares. Al llegar al fondo del angosto barranco y custodiada por los altivas murallas rocosas, encontraremos la Cueva Millán, donde se instalaron hace 37.000 años, algunos de los últimos nedeandertales del planeta. También podemos dedicarnos a recorrer el Valle de los Buitres y el de La Cueva o el Desfiladero de la Estacada por el Arroyo del Cordillón. 

Apenas unos centenares de metros aguas abajo encontramos la "joya de la corona" y aun en ruinas y casi espoliado se sitúa el Monasterio de San Pedro de Arlanza. Un bucólico lugar donde de nuevo nos topamos con la legendaria memoria del conde Fernán González, y aunque la historia nos traslada su fundación en el 912 por Gonzalo Fernández padre del gran conde castellano, antiguas leyendas y tradiciones apuntan su construcción en tiempos visigodos de Recadero, como sepultura del Rey Wamba. Siendo aquí donde por segunda vez estuvo enterrado el Conde Fernán González. 








Románico y el gótico se mezclan en los restos que podemos observar, aunque muchas de sus piedras ya fueron expoliadas de muy diferentes formas a partir del siglo XIX en que fuera desamortizado en 1835. Como la magnífica portada de la iglesia que se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico Nacional, o las pinturas murales realizadas al fresco por Gudesteus que se hallaban en la Torre del Tesoro, repartidas actualmente por varios museos estadounidenses (The Cloisters en Nueva York, Fogg Art Museum de Harvard), el Museo Nacional de Arte de Cataluña y alguna colección particular. También sufrió dispersión su importante biblioteca que, formada por códices de gran relevancia, pudieron pasar a incontables y anónimas manos, si bien gran parte se puedo trasladar al cercano monasterio de Silos.

Como no podía ser de otra forma este mágico lugar posee su arcano "alquerque", donde vasallos y señores pasaban sus ratos de ocio en juegos de azar. Teniendo el de San Pedro su leyenda particular sobre este enigmático tablero gravado en sus piedras, la cual os traslado: Como la edificación del monasterio no avanzaba, pues al anochecer los demonios de Lucifer demolían todo lo que los canteros habían levantado durante el día. Se solicita consejo a un monje templario ducho en cuestiones de brujería, para que diera solución al problema, proponiendo este la confección de un "alquerque" en el que retar al "maligno" a una partida, en la que si vencia el diablo se llevaría su alma, pero si perdía desaparecería dejando al monasterio tranquilo. Realizóse la partida y llegando a la última jugada, al tomar el demonio una de sus fichas desapareció. En ella estaba gravado el emblema cabalístico del rey Salomón que dominaba sobre los genios y diablos.   

Por encima del monasterio, a la vista del mismo y sobre un farallón rocoso que domina el cauce del Arlanza, se hallan las también ruinosas piedras de lo que fuera la ermita de San Pelayo y a sus pies la cueva del eremita, siendo estos lugares posiblemente los orígenes de cenobio benedictino. 

Este altozano está unido a la leyenda de Fernán González que nos narra: como estando de cacería el "Buen Conde” y persiguiendo a un jabalí por la espesura del bosque de Vasquevanas se perdió. El animal al sentirse acorralado, busco cobijo en una perdida y aislada ermita que había entre el boscaje existente de un espolón rocoso por encima del río Arlanza. Al ir a cobrar su presa el conde, la bestia se refugió tras el altar, por lo que en vez de darle caza se puso a rezar. Por debajo del oratorio en una cueva, moraba un eremita llamado Pelayo, que al observar la piadosa escena, comunicó al noble castellano los augurios de grandes batallas en las que saldría victorioso, así como su triunfo sobre el caudillo sarraceno Almanzor. 

Merece la pena ascender caminando hasta la ermita para ser regalados por las magnificas vistas que ofrece a nuestros pies tanto el serpenteante valle como el monasterio, evocando esta fábula, que aun formando parte de la leyenda, es la esencia del origen de Castilla. Continuando por la pared rocosa llegaremos hasta una oquedad que posee una especie de pasillo, el cual termina sobre la pared de roca, consiguiendo igualmente unas vistas espectaculares sobre el entorno. 



Retornado de tan idílico lugar hasta el collado donde la carretera salva el meando que el rio forma por San Pelayo, tomamos otro camino (pista forestal) que nos llevara hasta las proximidades de Cueva Negra en apenas un kilómetro y no llegando a 100 mts. de subida. La entrada a la cavidad; cerrada al público por existir restos arqueológicos de cierta importancia; se sitúa en un paraje de excepcionales vistas de la Sierra del Carazo, El Monasterio de San Pedro, la ermita de San Pelayo y el rio Arlanza bajo nuestros pies. 

Una fuerte pendiente de unos 150 mts. nos separa de la Fuente Azul, que se sitúa bajo nosotros justo en la orilla del Arlanza. Situada en la orilla derecha del río Arlanza muy cerca del Monasterio de San Pedro, esta oquedad de la que mana agua de un azul intenso y limpio, sirve como punto de agua potable, es la parte visible de una sima con unos 135 m. de profundidad (record de España de espeleología subacuática). El lugar se ha convertido en uno de los lugares más visitados por los espeleólogos, con más de 580 metros de galerías subterráneas y el sifón más profundo de España. 

Muchos de estos lugares por los que hemos estado, no existieran de haberse hecho realidad la represa de Retuerta ya que hubiera inundado todo el curso medio del río Arlanza, dejando el hermoso valle y toda su riqueza natural, humana, cultural y arquitectónica, bajo las aguas del embalse. Su construcción hubiera anegado poblaciones enteras como Retuerta o Cascajares, así como las ilustres ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza, llegando la cola de sus aguas hasta las cercanías de la población de Barbadillo del Mercado, donde su ermita de San Juan Bautista de origen visigodo hubierase visto también afectada. 



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