martes, 17 de noviembre de 2020

- Atalayas islámicas al sur del Duero (Soria)

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Para seguir el relato de esta entrada (a lo que los anglo-sajones llaman "post"), debemos situarnos histórica y geográficamente: Los árabes (bereberes y yemeníes) cruzaron el Estrecho de Gibraltar a comienzos del siglo VIII para ocupar la Península Ibérica, dominada entonces por los visigodos, que a su vez llegaron cruzando los Pirineos en el año 409 de nuestra era, consiguiendo echar a los ya decrépitos romanos que entraron por el puerto de Ampurias en el año 218 a. C. que a su vez doblegaron a los "celtas" quienes llegaron también cruzando los Pirineos durante los siglos IX y VII a. C. Como vemos, y así nos pasa, somos un país de muchos contrastes étnicos, circulando por nuestras venas sangre de media Europa, África y Oriente Medio. Una cruda realidad identitaria, aunque lo que peor llevamos es lo de los "moros", no asumiendo que nuestros genes son parte de ellos, pues 800 años por aquí, no se curan con la toma de Granada o envolviéndonos en enseñas nacionales. 

Durante la primavera del año 711 unos 7000 bereberes del norte de África cruzan la costa por la bahía de lo que hoy es Algeciras, y en menos de 10 años se apoderan prácticamente de todo el territorio peninsular. Quedando un reducido número de hispano-godos no sometidos, refugiados en las montañas asturianas y cántabras así como en los valles pirenaicos. 

Se calcula la fecha del 718 como el año en que se inicia la rebelión de Pelayo en Covadonga, contra los musulmanes que ocupaban la mayor parte de la Península Ibérica. Poco a poco los cristianos se van organizando y haciéndose fuertes en las tierras del norte, mientras que los musulmanes se conforman con fortalecer su control desde su capital emplazada en Córdoba. Desarrollándose durante décadas numerosas refriegas y escaramuzas de los guerreros cristianos en su presión hacia el sur, en medio de territorios prácticamente deshabitados, no llegándose definitivamente a la línea del Duero hasta el 910. Replegándose las fuerzas islámicas; doscientos años después del control total del territorio peninsular; hacia la orilla sur del río castellano, en un intento de hacerse fuertes y contener el potente avance de los de la cruz. 

Durante la primera mitad del siglo IX se genera sobre estos territorios una casi permanente presión por parte de las fuerzas islámicas del sur, en un intento de recuperar los territorios perdidos, tentativas que no consiguen su objetivo. Siendo durante este periodo, en el 813, cuando aparece enigmática y milagreramente los restos del apóstol Santiago en tierras Hispanas de Galicia (cuando este personaje había sido muerto en Jerusalén por Herodes Agripa en el año 44), lo que le vino muy bien "religiosamente" al obispo Teodomiro de 

Iria Flavia y "militarmente" a Alfonso II "El Casto" rey de Asturias para generar moral a sus tropas. Personajes que se aliaron con el fin  "propagandístico" de generar este inverosímil descubrimiento, pero que vino "fetén" para los fines del "cura" y el "casto". 

Continua el siglo X con incursiones y razias entre cristianos y musulmanes por las tierras sorianas, especialmente en las orillas del Duero, quedando en medio una ‘tierra de nadie’, que se mantuvo durante los siglos del IX al XI. Espacio fronterizo que es denominado como Marca Media, terreno divisorio que delimitaba los territorios controlados por unos y otros. Este linde o "extremo del Duero" es por el que le viene el nombre a las tierras sorianas de la "Extremadura Castellana", y el que motiva,  por orden de Abderramán III (que curiosamente era rubio y con los ojos azules) el traslado a Medinaceli de la capital de esta delimitación, con la intención de frenar el avance de las fuerzas cristianas hacia el sur. 

Para ello se fortaleció estos estratégicos enclaves con un potente sistema de fortalezas y sobre todo una importante red de atalayas que servían de defensa y comunicación, dejando hasta nuestros días un testimonio que aún perdura, el cual vamos a recorrer y visitar. Algunas de estas torres de vigilancia han desaparecido por la acción del tiempo, así como por el derribo y desmantelamiento ordenado por Fernando I (primer rey de Castilla) en el año 1060. Permaneciendo aun cantidad de ellas en desigual estado de conservación, pero sobre todo quedan los topónimos locales que la acción humana no ha podido descarnar. 

Las atalayas que a través de estas páginas vamos a poder conocer, formaron en su día; al estar interconectadas visualmente entre ellas; un importante sistema de mensajería y apoyo a los castillos de la zona: Gormaz, Berlanga o Almazán. Siendo la diagonal noreste: Almazán - Agreda, y la diagonal suroeste Medinaceli - San Esteban de Gormaz, donde existen la mayor concentración de este tipo de torreones, aunque en estos párrafos solo relacionaré las de los valle sureños que se encaminan hasta el Duero desde tierras alcarreñas. 

Es justo en los oteros formados por los ríos Bodecorex, Escalote (donde están centradas fundamentalmente las fotos), donde se concentran la mayor parte de estas pétreas y solitarias construcciones, que ubicadas en lugares estratégicos para el control de los valles, cursos fluviales y los caminos sobre los que tenían su demarcación, son visibles unas de otras con la finalidad de poder hacer llegar en el menor tiempo posible mensajes visuales hasta Medinaceli, centro islámico de operaciones y cuartel general del ejército musulmán. 

Pudiendo encontrar en mejor o peor estado entre el castillo de Berlanga y el de Medinaceli alrededor de una treintena de estas edificaciones, algunas de ellas restauradas en los albores del nuevo siglo (2001), haciendo posible su visita. 

Pero como casi en todo lo que ocurre en la tierra del "Soria Ya", los caminos que se arreglaron para favorecer su acceso, están sin un mísero apaño desde aquel entonces, y si nos acercamos hasta las oficinas de información, los folletos que se editaron en las fechas indicadas no se han vuelto a imprimir………….. como así mismo el libro de Mercedes Melendo "Atalayas y Fortalezas en la Frontera del Duero", que publicado por la Diputación de Soria en 2003, no se ha vuelto a reeditar. 

Ir en búsqueda de estos solitarios y apartados enclaves nos hace recorrer unos parajes únicos, ajenos al trasiego humano de otros lugares más trillados por el turismo multicolor y ruidoso, lugares donde la soledad y los grandes horizontes están asegurados. 



A ello nos dirigimos como si fuéramos Indiana Jones y su compañera Marion Ravenwood en "Busca de Arca la Atalaya Perdida", pues apenas cuentan con señalización las que se aproximan a los dedos de una mano, pero la voluntad es férrea y la constancia feroz. Una tras otra vamos accediendo (en sucesivos días) unas veces en vehículo y otras a pie, hasta algunas de ellas: Uxama* (Osma), Quintanilla de tres Barrios* (San Esteban de

Gormaz), Valdenarro y Cerro Lomero (El Burgo de Osma), Pedriza del Enebral (Lodares), El Enebral* (La Olmeda), Taina de la Hoz (Bayubas de Abajo), Vadorrey y Torre de Morales (Morales), Corrales de la Serna (Aguilera), Velalmazán (Velalmazan), Torre de Covarrubias (Covarrubias), La Veruela* y Ojaraca (Caltojar), El Tiñón* y Torre del Agua (Rello), Torre Melero* (La Riva de Escalote), Torre Vicente o Torremocha (Bordecorex), Nava de la Torre (Barahona), Villanueva (Medinaceli), Valdetorre, Lomo del Cantero y San Jorge (Barcones), Torre de la Senda y Cerro de la Torre (Alcubilla de las Peñas), Torre Anjara (Ontalvilla de Almazán), Navapalos (Navapalos), Caracena* (Caracena), La Torrecilla (Quintanas Rubias deAbajo), Abanco (Abanco), Liceras* (Liceras), Montejo (Montejo de Tiermes), Mosarejos (Mosarejos), Nograles (Nograles), Paones (Paones) (estas cinco últimas urbanas)…….. y alguna que seguro guardo en el olvido o desconozco de su existencia. Todo ello sin salir del área de influencia del Duero soriano y sin atravesar la línea a levante de la autovía Medinaceli-Almazán. 
Las indicadas con (*) son atalayas restauradas. en las que se puede acceder a su interior y ascender hasta su cúspide. 



Algunas como he relatado están ubicadas en poblaciones de minúsculo tamaño, otras en valles que en su tiempo tenían nutrido trasiego, pero la mayoría de ellas se encuentran erigidas en inhóspitos lugares y altozanos dominando las distancias, tan mimetizadas en el entorno que asemejan hallarse formando parte del paisaje. Enclaves singulares, hasta el punto de que hoy en día sirven como vértices geodésicos del I.G.N. A todo esto debo añadir que en este entorno podemos encontrar así mismo algunas de las joyas más valiosas del patrimonio soriano: Castillo de Gormaz, El Burgo de Osma, la urbe de Almazán, Caracena y su castillo, Tiermes ibero-romana, Medinaceli, Berlanga con su castillo y Colegiata, la mítica ermita de San Baudelio, o el Rello fortificado, además de algunos ejemplos del mejor románico de la provincia, al que quiero dedicar unos párrafos en sucesivas entradas.









Estos parajes sobrios y duros, ahora sin apenas población que nos incomode e importune, fueron en otro tiempo lugar de paso hacia otros destinos. El gran caudillo andalucí Almanzor usaba la vega del Bordecorex para adentrarse en tierras castellanas del Duero norteño, para realizar sus razias veraniegas contra las poblaciones cristianas. Lugares por los que también pasaron, como nos traslada el "Cantar de mío Cid", las ultrajadas hijas del Cid camino de tierras levantinas, después de haber padecido la Afrenta de Corpes. 



Disfrutar de estos espacios que paso a presentaros, esperando os gusten y animándoos a ir a visitarlos cuando nos dejen llegar hasta ellos con seguridad y serenidad. 

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