Séptimo de los artículos elaborados durante mi reclusión, internamiento y aislamiento coronavirulesco.
Nada más cruzar la frontera de Namibia y entrar a Botswana,
paramos en la animada población de Shakawe para aprovisionarnos. Un nuevo país
pero las mismas gentes, separadas por una frontera en línea recta de la que ellos
no han sido protagonistas, una división negociada a muchos kilómetros de
distancia de estas tierras, en otro hemisferio y por gentes con pieles de tonos
más claros, que decenas de años después de estos repartos aun siguen ocasionando
conflictos entre vecinos.
Con una población que no llega a los 2.300.000 habitantes
y una extensión de 600.000 km2, algo más que la de España, Botswana "la
tierra de quienes hablan tswana", nos da la sensación al recorrerla de que
está en buena parte deshabitada, siendo más fácil observar animales salvajes
que seres humanos. Pese a estar cubierta en un 70% de su territorio por el
desierto del Kalahari, es de los países africanos mas prósperos y el que más ha
aumentado su renta per-cápita desde su independencia de los ingleses en 1966,
en gran parte por la estabilidad política que ha disfrutado el país, en
contraste con el resto de los países africanos.
A mitad de camino aproximadamente, en las cercanías de la
aldea de Ncamasere, hemos dejado una desviación a poniente que nos hubiera
llevado un interesante lugar en arte rupestre bushman (bosquimano), las Tsodilo
Hills, que además con sus 1.489 m. de altitud es el punto más elevado del país.
Los roquedos que se encuentran en las colinas de Tsodilo, sirven de abrigo a
uno de los centros más importantes de expresión pictórica del paleolítico en el
sur del continente africano. Un conjunto de más de 4.500 dibujos de todo tipo
con especial significado ritual y anímico, donde algunos de sus bocetos tienen
una antigüedad de casi 24 000 años. Este lugar declarado por la UNESCO como
Patrimonio de la Humanidad, ha recibido por algunos arqueólogos el apelativo de
ser el "Louvre del desierto".
Paralela al rio, que se le intuye a nuestra izquierda, la
ruta transita por pequeñas aldeas que salpican el aplanado paisaje con desigual
frecuencia. Vamos camino de Sepopa que se encuentra 60 km. más al sur, donde
pasaremos la noche en el campamento Swamp Stop justo en la orilla diestra del
Okavango, por fin hemos llegado al mítico río.
Delta del Okavango
Tras 1.400 kilómetros de un díscolo recorrido por Angola,
Namibia y Botsuana, sus aguas no van a morir al mar como seria lo normal, sino que
se extinguen en las arenas del desierto del Kalahari creando uno de los
ecosistemas más asombrosos del planeta, el Delta del Okavango.
Al contrario de lo que dicen multitud de publicaciones,
el delta del Okavango no es el más extenso de su tipo, ya que le gana el delta
interior del río Níger en Mali con 46.000 km², pero sí que es uno de los
ecosistemas más insólitos de todo el planeta, ganándole con creces al gran río
subsahariano en belleza paisajística, pero sobre todo en naturaleza y biodiversidad.
El río Okavango, arrastra cada año casi 11 kilómetros cúbicos de agua hasta las
sedientas arenas del desierto Kalahari, desvaneciéndose en medio de una
elaborada y fina alfombra de tonos verdes y azules que se extiende por unos
15.000 km2, llegando hasta los 22.000 en la época de crecidas (casi
como la Comunidad Valenciana), creando una amplia planicie aluvial en forma de
abanico, en la que encontramos con una fascinante y compleja red de canales,
islas y lagunas. Generando una intensa vida natural a las puertas del desierto,
con una vegetación y fauna diversa y abundante, que activan por el ciclo
natural del ritmo de las estaciones: de marzo a junio con las crecidas
producidas por las lluvias en la cabecera del rio (Angola) y la época de estío
de noviembre a marzo. Siendo este liquido elemento el que regula en el tramo
final del Okavango, algunos de los ecosistemas más peculiares, diversos, genuinos
y bellos de todo el planeta.
La parte final de río Okavango, su original e irrepetible
delta, es conocido como "la joya del Kalahari", un oasis de frescor y
vegetación en medio de la aridez que domina el país. Producto de las periódicas
lluvias subtropicales que ocasionan las crecidas del gran río conocido en
Angola como Cubango, en Namibia Kavango y finalmente Okavango en Botswana.
Un buen lugar para poder observar a los cinco grandes
mamíferos "big five game": león, leopardo, elefante, rinoceronte y
búfalo, a lo que en este caso se pueden unir: guepardo y licaón, para dar lugar
a los siete magníficos "the magnificent seven" que pocos pueden ver
en estado salvaje.
Pero igual que puede ser un buen territorio para observar
la fauna salvaje, es también un peligro, ya que aquí hay "reyes que pierden las
coronas". Si no que le recuerden al "emérito" cuando en una
madrugada de abril (el día antes al 14) del 2012, se rompió una cadera cuando
asistía de forma sigilosa, opaca y casi clandestina a una cacería de elefantes
en el Delta del Okavango, junto a su intima amiga la princesa serenísima
Corinna zu Sayn-Wittgenstein, "Corina" para los íntimos. Esto provocó
que cinco días más tarde los acontecimientos le obligaran a pronunciar una
frase que ya es famosa "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a
ocurrir", y dos años más tarde su abdicación el 19 de junio de 2014
(anunciada el 5 enero de 2014, día de su 76 cumpleaños)………. ese tiro al
elefante, sí que le salió por la culata.
Hoy comenzamos a saber cómo y de donde el monarca se
pagaba estos viajes, y porque lo hacía de forma tan discreta y secreta. Cazar a
un elefante en Botswana sale por
alrededor de 300.000 euros: 50.000 los permisos de caza, más los gastos de
alojamiento en lodges de lujo con aeródromo privado, impuestos especiales, contratación
de safaris con guías profesionales (Jeff Rann director de Rann Safaris), los
rastreadores, los vuelos exclusivos, discretos y privados, así como el importe
de los taxidermistas para que dejen el trofeo en buen estado, ya que con todo ese
gasto……… hay que fardar.
Se calcula hay 170.000 elefantes en todo Botswana, repartidos fundamentalmente aquí y en el P.N. de Chobe. Siendo precisamente durante el año pasado de 2019 cuando se derogó la moratoria a la caza de elefantes que había desde 2014 (dos años después del affaire de nuestro king), habiéndose autorizado una cacería controlada de 60 elefantes que se sacó a subasta por 2.000.000 €, llegándose autorizar hasta 272 de estos paquidermos para finales de año 2020. Medidas a las se han opuesto las organizaciones proteccionistas y ecologistas del país.
Se calcula hay 170.000 elefantes en todo Botswana, repartidos fundamentalmente aquí y en el P.N. de Chobe. Siendo precisamente durante el año pasado de 2019 cuando se derogó la moratoria a la caza de elefantes que había desde 2014 (dos años después del affaire de nuestro king), habiéndose autorizado una cacería controlada de 60 elefantes que se sacó a subasta por 2.000.000 €, llegándose autorizar hasta 272 de estos paquidermos para finales de año 2020. Medidas a las se han opuesto las organizaciones proteccionistas y ecologistas del país.
La Ruta
Nuestro periplo por estas serenas aguas comienza en
Sepopa, desde nos trasladamos en pequeñas embarcaciones a motor durante 90 minutos
hasta Seronga (45 km. por el rio), recorriendo los canales del Okavango, a
través de los miles y miles de plantas de papiro que hay en sus orillas,
comenzando a divisar ya algunos ejemplares de su magnífica fauna.
Es a partir de Seronga donde realmente comienza a
formarse el delta, siendo la somera profundidad de sus aguas quien nos impide
seguir con las lachas a motor, teniendo que hacerlo en los "mokoro",
embarcaciones más planas de calado y guiadas por un perchero, como si de Venecia
se tratase. Con este tipo de canoa tradicional (antiguamente se construían con
los troncos secos de los árboles), y a través de densos canales de papiros y
juncos, llegaremos a una pequeña isla ubicada en el medio del delta, donde
acamparemos alrededor de una gran fogata, en uno de los escenarios más salvajes
y hermosos de toda el África austral. En canoa y a pie visitamos los parajes
próximos, observando su original vegetación así como también su fauna salvaje
entre la que destacan hipopótamos, elefantes, búfalos, cebras, etc. y también
culebras de agua y ranas, que se protegen entre los nenúfares en flor. En el
delta del Okavango existe la única población de leones nadadores; éstos se ven
forzados a entrar en el agua, que durante las crecidas llega a cubrir el 70% de
su territorio, para cazar antílopes como los impalas.
Retornando a Seronga, toca pasar la noche y descansar en
la soledad y tranquilidad del mismo cauce del rio, en el hotel-embarcación
"MadiKubu", que se sitúa en la corriente principal del Okavango, entre
el verdor de la vegetación y el azul de los laberinticos canales, lugar ideal
para disfrutar de hermosos crepúsculos. Temprano en la mañana partiremos en
avioneta desde el aeródromo de Seronga camino de Kasane, en el Parque Nacional
de Chobe. Pero durante el recorrido sobrevolaremos la inmensidad del Delta del
Okavango, dejando en nuestras retinas unas imágenes difíciles de olvidar de
esta inmensidad desde la altura, descubriendo a vista de pájaro uno de los
mejores parques nacionales de África.
Chobe
Kasane, población de entrada al Parque Nacional de Chobe,
es una pequeña urbe con unos impresionantes atardeceres a orillas del río
Chobe, que fluye pertinaz desde el oeste, por territorios llanos como la palma
de la mano. Ubicada privilegiadamente justo al lado de la encrucijada de cuatro
países: Botsuana, Namibia, Zambia, y Zimbabue, la ciudad nos sirve de base para
la visita de la valiosa naturaleza que se concentra en sus alrededores. Nos alojamos en el Water Lily Lodge, muy bien situado en su parte central, con vistas
al rio y a su refrescante piscina. Lo regenta y es su propietario Walter
Sánchez, un uruguayo y seguidor del Barça que lleva ya casi 35 años por estas
latitudes, presumiendo de camaradería con el emérito monarca (por lo menos hasta
septiembre de 2011, unos meses antes de affaire con el elefante). También nos
organiza las dos visitas que realizaremos para observar su interesante
naturaleza, que si bien son igual de sugerentes e interesantes, aquí resultan
ser más domesticadas (y cómodas) que en los otros lugares que hemos visitado.
El parque nacional de Chobe, se sitúa al noreste de
Botswana y con una extensión de algo superior a los 10.000 km², es uno de los
parque más afamados e importantes de toda África, por la variedad y abundancia
tanto de vegetación como de fauna: búfalos, hipopótamos, antílopes, marabús, springboks,
así como los esquivos leones, son algunas muestras de los animales que cada día regala Chobe a sus visitantes. Pero sobresale principalmente por la gran concentración de
elefantes, de los que se calcula existen unos 120.000 ejemplares, algunos de
los cuales son los más grandes de todo el continente, no siendo difícil el
verse rodeados por ellos.
Su proximidad a las Cataratas Victoria y la comodidad de
realizar su visita, hacen que este espacio protegido sea en exceso visitado. Y
aunque cuéntenle con una extensión considerable, su fauna se aglutina a lo
largo del rio Chobe y en la franja continua a la línea de agua. Esto produce
una cierta concentración de visitantes en momentos y lugares determinados, lo
que genera un inconveniente para los que no somos gustosos de esas afluencias
multicolores y gritonas y menos en un espacio natural de esta índole…….. me imagino
que para los animales también.
Desde el mismo embarcadero del lodge, partimos en una barcaza
de bajo calado (pues las aguas aquí también son de poca profundidad) pero de
buen tamaño, con unos 20 metros de eslora y una terraza en segunda cubierta
desde la que se pueden sacar excelentes tomas a cierta altura. Durante el
recorrido por todo el rio, que dura desde la hora de la comida hasta el ocaso
del día, descubriremos el parque desde un punto de vista excepcional y
privilegiado, pudiendo observar y casi tocar a toda la fauna que da vida las
aguas del tranquilo Chobe. La pericia del piloto y las características de la
nave, hace que podamos llegar hasta las mismas fauces de hipopótamos, búfalos,
elefantes o cocodrilos. Todo con la comodidad de un buen asiento, protegido por
la excelente sombra de un amplio toldo y con el regusto de poderte tomar
incluso un gin-tonic o un vodka
con naranja. Y el atardecer, con un intenso y rojo sol reflejándose en las
calmadas aguas del rio, mientras se va escondiendo por la orilla de la vecina
Namibia. No se puede pedir más cuando se está terminado un intenso viaje de 27
días en un camión acondicionado por cuatro de los países del áfrica austral,
cruzando paisajes que nunca imaginarias poderlos ver en la realidad, pensando
que esas imágenes solo se visionan el los documentales de la televisión.
Al poco de amanecer nos dedicamos a la visita de la parte
terrestre del parque nacional, transitando por la larga y arenosa llanura a través
de caminos solo transitables para vehículos 4x4. Donde contemplar las imágenes de
esa África idealizada y disfrutado de la abundante fauna que albergan estos lugares:
jirafas entre los arbustos, antílopes perplejos a nuestro paso, manadas de
elefantes bebiendo en el río, facoceros (los jabalíes africanos) en busca de comida,
así como también la diversidad de aves que allí se concentra.
Desde Kasane en una hora de vehículo llegamos a Cataratas Victoria donde termina nuestro periplo por el África Austral, un recorrido de 7.840
km, al que hemos intentado sacarle el mejor partido……….. y creo lo hemos
conseguido. El gran escritor norteamericano y gran amigo de aquella España que
fue, Ernest Hemingway, nos dejó esta interesante frase: "Es bueno tener un
final para el viaje, pero es el viaje lo que importa al final".
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