Pero independientemente de cómo cada uno creamos luchar contra
el cambio climático, o de como otros lo nieguen, estos días
estamos observando y escuchando en los distintos medios de comunicación una avalancha
de información sobre este tema, ahora en boga. Quiero de entre ellos resaltar; el
que para mi por su proximidad y conocimiento del lugar, ya que mis venas llevan gotas de agua del rio Izana; el editado por Carlos Martínez
Mínguez, alcalde de la capital soriana (P.S.O.E.) desde hace 12 años, en el que nos muestra como la España vaciada,
es también buena muestra de la España sostenible. Deberíamos saber que Soria cuenta con alrededor de 227 millones de árboles, lo que supone un total de unos 2.500 ejemplares por habitante.
Más interesantes que mis letras son las suyas, plasmadas en
una ponencia presentada en la conferencia de Madrid el pasado día 5, y que el periódico
digital "Publico.es" se hace cuenta de ella:
Soria - Entre
el Amazonas y Abu Dabi
de Carlos Martínez
Cerca de 8.000 kilómetros separan Soria del Amazonas en una
dirección y aproximadamente otros 8.000 la separan de Abu Dabi en la opuesta.
Pero, en un mundo global, Soria podría entenderse como un punto de intersección
equidistante de ambos, dibujando una bisectriz cuya ‘x’ indica el foco
sobre el que debe reflexionar la acción por el clima.
Dejemos de mirar sólo aquellas instantáneas de centros
colapsados, tráfico, grandes urbes y polución y, como si en Soria estuviéramos,
abramos la mente a un horizonte más despejado y asomémonos a una ventana de
oportunidades para las personas y para los territorios, a un balcón con más de
400.000 hectáreas de masa forestal. No es el gran Amazonas, obviamente, pero sí
es nuestro pequeño ‘Amazonas’ y la suma de muchos árboles es lo que acaba
dibujando un bosque.
Pero, además, aún en ese mirador, dejemos la mente volar
hacia el año 2050 cuando, según la Comisión Europea, el uso de fuentes de energía
renovables debe superar el 60% para poder llegar al objetivo de emisiones netas
nulas. Entonces entenderemos que Soria sí puede ser el nuevo Abu Dabi con
agua, sol, aprovechamientos maderables y mucho aire.
Nadie, salvo incorregibles negacionistas, discutiría, por
lo tanto, que el Amazonas es el pulmón del planeta y que su supervivencia es
esencial para la de todas las personas que lo habitamos. Tampoco nadie podría
rechazar que Abu Dabi ha sido y es el motor ‘fósil’ de le economía mundial y
que la dependencia internacional de los combustibles es incuestionable.
Pero… ¿y Soria?, ¿De verdad que nadie va a reflexionar
sobre el papel de Soria y todas las Sorias? ¿Nadie va a apostar por cuidar cada
pequeño Amazonas? ¿Nadie va a invertir en los nuevos Abu Dabi de las
renovables? Nuestro modelo debe servir, por lo tanto, de punto de
inflexión para entender el papel de las pequeñas y medianas urbes en la lucha
contra el cambio climático, deben ser miradas como una solución y como ciudades
aliadas, entendidas como un verdadero ‘balón’ de oxigeno literario y literal y
como un destino prioritario de inversión porque ninguna sostenibilidad
ambiental es posible si primero no existe una sostenibilidad humana. Y ahí, en
este equilibrio, entra la economía circular que permite esta apuesta por los
recursos propios que fijan población, sostenibilidad humana, y con ella
alimentan el territorio, sostenibilidad ambiental.
Soria y otras Sorias deben ser a las grandes urbes lo que
el Amazonas es al Planeta y, por ello, precisa de atención, tanto en la agenda
política, y por eso queremos estar en esta Cumbre, como en la económica cuando
se diseña las acciones y se aprueba la financiación para actuar contra el
cambio climático.
Para entenderlo de una forma sencilla, podemos hablar de
una Soria proactiva y comprometida con el entorno y que pone en marcha medidas
concretas para la reducción de emisiones, auditadas cada año. Pero también
podemos hablar de su rol de provincia que ‘exporta’ oxígeno con más de 400.000
hectáreas forestales, más de 30.000 sólo en el término de Soria capital, de las
que más de 140.000 están verificadas liderando el ranking de Castilla y León e,
incluso, sumando más que toda Asturias y Cantabria juntas, según los datos de
PEFC de la memoria de 2018.
Esta masa forestal hace además que la generación de energía
por biomasa sea ya una realidad con una red de calor promovida por la empresa
REBI en la ciudad que llega a más de 16.000 sorianos, casi un tercio de la
población, con una central térmica que suministra 80 GWh/año, de manera que se
ahorran más de 28.000 Tm/año en emisiones de CO2, utilizando combustible local
y creando puestos de trabajo en la zona.
Pero si hablamos de energía eólica, según datos de APECYL,
la provincia dispone de 40 parques en funcionamiento y genera 1178 mw,
duplicando y triplicando a cualquiera de las otras provincias de Castilla y
León salvo Burgos.
El liderazgo de Soria en energías limpias queda también
patente si pensamos en energía solar y no sólo por sus 2.821 horas de sol al
año, según los últimos datos del INE, sino por la apuesta de empresas como
Solaring, considerada líder mundial, con una producción anual que ha alcanzado
la cifra acumulada de 544 GWh lo que en términos económicos se traduce en 17,29
millones de euros generados durante el año 2018 y un total de ahorro de
emisiones de unas 234.000 toneladas de CO2.
Con este pequeño esbozo, parece claro que estas ciudades y
territorios intermedios tienen que tener voz, tenemos que tener voz en una
acción contra el clima y no podemos pasar ni como convidados de piedra ni ser
invisibles. El “no dejar a nadie atrás” de la Agenda 2030 y los Objetivos de
Desarrollo Sostenible se asienta en esta recortar diferencias entre territorios
y en trabajar alianzas. Nosotros estamos preparados, tenemos soluciones, pero
también necesitamos compromisos. Si la tala indiscriminada de árboles en el
Amazonas hace que nos duela el planeta, el olvido de las distintas Sorias que
se reparten por el mundo, impedirá aliviar esas heridas.
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