Despidiéndonos de la población de Rotorua y su
característico olor a huevo podrido (emanaciones de azufre) que nos ha
acompañado permanentemente durante los dos días que por aquí hemos estado, nos
dirigimos de forma irrefutable e incuestionable hacia el sur……. siempre al sur.
Hemos entrado en una de las zonas
sísmicas más importantes del país ya que Nueva Zelanda se asienta sobre dos
placas tectónicas, la Pacífica y la Australiana, además de formar parte del
cinturón de fuego del pacifico. La isla Norte y algunas partes de la isla Sur
descansan sobre la placa Australiana, mientras que el resto de la isla meridional
descansa en la Pacífica. Debido a que estas placas están continuamente en
movimiento estos territorios generan mucha actividad telúrica, y donde estamos
situados, el centro de la isla Norte, un pedazo de la corteza terrestre se está
deslizando lentamente debajo del otro, lo que genera enormes cantidades de
calor subterráneo activo y actividad volcánica, siendo en este lugar donde se
ubica una potente meseta volcánica, con una fogosa área térmica muy activa. Sirve
como demostración el poder observar sin mucha dificultad como sale humo de la
tierra seca, así como ver lagunas de agua hirviendo, fuentes de barro
burbujeante o géiseres que superan la veintena de metros en plena eclosión. Proporcionando
esta actividad subterránea al país espectaculares áreas geotérmicas y
relajantes aguas termales, además de proporcionar electricidad y calefacción a
algunos lugares.
Pero no es así todo el territorio, estando estas
actividades geológicas centralizadas en lugares determinadas, sitios por donde
las poderosas fuerzas interiores del planeta salen al exterior, siendo estos
espectaculares espacios los principales polos de atracción de los visitantes
que hasta aquí nos acercamos. A unos 25 km. de Rotorua se sitúa Waimangu, un valle hidrotermal volcánico generado tras la erupción del Tarawera en el año
1886, siendo por lo tanto uno de los pocos sitios de
este tipo en el que se conoce la edad exacta del lugar.
Wai-O-Tapu
Otro de los lugares interesantes que
nosotros visitamos con gran interés es Wai-O-Tapu (Agua Sagrada en maorí),
un serpenteante paseo entre vegetación recorriendo un verdadero espectáculo de
coloridas aguas en medio de unos sorprendentes paisajes, que conforman uno de
los parques geotérmicos más impresionantes y surrealistas de todo el país.
Ocupa una extensión de 8 kilómetros cuadrados, transitando por
varios caminos que conforman un circuito, pasando por burbujeantes
cráteres, lagunas de aguas con las tonalidades más sorprendentes: intensos verdes, amarillos, rojos, anaranjados, donde todo lo amarillo
son depósitos de sulfuro, algunos barros muy oscuros contienen grafito y
petróleo crudo, conteniendo las mas grisáceos sílice, las piletas de fondo
naranja tienen una concentración muy alta de antimonio, y el violeta es
manganeso.
Todo esto conforma un espacio en medio de manantiales,
fumarolas, bocas volcánicas de amarillo intenso
(azufre) y así como piscinas de lodo y agua hirviendo, a los
que se les han puesto sugerentes nombres: Champagne Pool (Piscina de Champange),
Devil´s Bath (Morada del diablo), Rainbow Crater (Cráter Arco Iris), Thunder
Cráter (Cráter del trueno) o Artist´s Palette (Paleta del artista). Un lugar
imprescindible de ser visitado, y catalogado con algo de exageración como uno
de los 20 espacios más surrealistas del planeta.
En la zona, pero separado aproximadamente 1,5 km. del
recorrido principal de Wai-O-Tapu, también se puede observar un géiser, el
conocido como Lady Knox, pero más que un fenómeno natural geológico, es un
espectáculo circense con su graderío y todo. Está programado para que eclosione
a las 10,15 (hora exacta) todos los días, forzando su emanación con productos
químicos y jabones a través de su embocadura. Un ejemplo más de esa naturaleza
controlada de Nueva Zelanda.
Camino del gran lago Taupo, y poco
antes de llegar a su costa norte donde se sitúa la población también con el
nombre de Taupo, nos desviamos para admirar como el desagüe de la gran lamina
de agua (el lago más grande del país) que forma el rio Waikato, se
estrecha en una especie de desfiladero, provocando unos potentes rápidos y una
impetuosa cascada que se puede observe desde sus proximidades a través de unos
senderos acondicionados. La catarata de Huka, se forman
cuando el río, que normalmente tiene unos 100 metros de anchura, se estrecha
por un desfiladero de poco más de 20 y por una caída de otros 20, por la se
precipita un volumen de más 220.000 litros por segundo. Todo
ello en medio de una frondosa vegetación y el intenso azul turquesa
de las aguas, nos genera una sensación que se sitúa entre la serenidad y la fiereza.
Nos dirigimos continuando hacia el sur
hasta el Parque Nacional de Tongariro, la zona volcánica más importante y
sugerente de toda Nueva Zelanda. Conforme avanzamos, observamos cómo va cambiando
totalmente de escenario paisajístico, viendo los picos nevados que conforman
este mágico complejo de cónicas montañas formadas por escorias y cráteres. Nos
estamos acercando a la inmensidad de la naturaleza neozelandesa, lugar sagrado
para los maoríes y el Parque Nacional más antiguo del país (cuarto en el mundo).
Lagos color esmeralda, prados alpinos y fuentes
termales, rodean los volcanes más grandes de la isla Norte, ofreciendo un ambiente
de asombrosa diversidad, dentro de algunos de los paisajes más sugerentes y con
mayor contraste de todo el país.
Los incondicionales admiradores del
la trilogía del "Señor de los Añillos" escrita por John Ronald
Reuel Tolkien, y que posteriormente trasladó al
cine el neozelandés Peter Jackson en el año 2000, podrán
ver en estos paisajes las escenas más sugerentes de las películas. Pues se trata de los entornos donde Frodo y Sam encuentran a Gollum,
siendo el volcán Ngauruhoe con su forma de cono, el que tuvo el honor de
representar a la tierra de Mordor y Emyn Muil en la famosa trilogía
cinematográfica de "El Señor de los Anillos", así como el lugar donde Frodo lanza el anillo del destino para que se funda en la lava.
Un asombroso lugar para descubrir, donde nada hay que envidiar de la
ciencia ficción, pues lo real cuando es llamativo e insinuante nos llega a impactar
aun más intensidad.
El visionar desde la carretera estas montañas al
aproximarnos a ellas, ya es en sí un verdadero espectáculo, pues es, como entrar en otro
planeta. Abandonamos las verdes colinas que nos han
acompañado desde Auckland, comenzando a percibir un nuevo entorno de un intenso color
naranja que nos puede llegar a enganchar.
Estos territorios fueron cedidos a la nación por el jefe maorí
Te Heuheu Tukino IV (Horonuku) en 1887; con el fin de prevenir la explotación
de las montañas por parte de inmigrantes europeos; teniendo por aquella época 26 kilómetros cuadrados y estando comprendidos sus límites
únicamente a los tres principales volcanes. Afortunadamente
en las décadas siguientes el parque fue incrementando su extensión hasta los
casi 800 km2 que hoy posee, habiéndose ganado el mérito de pertenecer
a los lugares declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Las montañas de este parque nacional tienen un profundo
significado espiritual para el pueblo maorí. Trasladándonos una antigua leyenda, que el sumo
sacerdote Ngatoroirangi se congelaba durante una tormenta de nieve mientras
exploraba el Tongariro invocando a Hawaiki, la tierra natal polinesia de los
maoríes, para obtener fuego. Su oración fue respondida a través del canal que
ahora llamamos "Cinturón de Fuego del Pacífico" y la montaña hizo
erupción.
Los volcanes Tongariro, Ngauruhoe y Ruapehu (uno de los más activos del país) se encuentran al final de una larga cadena de
volcanes de 2.500 km. de longitud, bajo de los cuales se asienta la placa tectónica,
provocando que sean muy activos, habiéndose producido su última actividad en agosto
de 1012 cuando entró en erupción el Tongariro. Estos montes ostentan gran
tamaño, y su perfil a 2797, 2291 y 1968 destacan sobre manera en el horizonte,
siendo la belleza, el misticismo y la geología del Parque Nacional Tongariro, motivos
suficientes para situar algunas de las escenas más impresionantes, dramáticas y
claves en la historia del pequeño héroe Hobbitiano. Siendo exactamente las abandonadas
laderas del volcán Ngauruhoe y sus alrededores (el camino utilizado por Frodo
Bolsón en las oscuras tierras de Mordor) donde se realiza una de las más
populares caminatas de montaña de estas islas de pacifico sur, el
"Tongariro Alpine Crossing".
Tongariro Alpine Crossing
Un sendero que atraviesa los surrealistas
terrenos de las laderas de los tres volcanes, recorriendo sugerentes paisajes
volcánicos a través de cráteres humeantes, rojas rocas, ríos de lava y lagos
termales de aguas turquesas, así como bellas vistas del lago Taupo, las
Kaimanawa Ranges y los montes Taranaki y Ngauruhoe, convirtiendo a este paseo en
una actividad inolvidable.
Una de las experiencias inolvidables de la isla Norte
y uno de los mejores trekkings de toda Nueva Zelanda, al que se le calcula en
70.000 el número de excursionistas al año que lo realizan cada verano.
La ruta discurre entre volcanes
ofreciéndonos unas vistas increíbles, pudiéndonos asomar al cráter rojo, ver antiguas coladas de
lava, pasar inigualables por lagos de intensos y desiguales
colores, cruzar llanuras donde nos llevará el viento y
hasta atravesar un bosque por el que es mejor no parar por si nos arrastra el
agua. Todo esto en un sólo día, recorriendo los 20 km. por una senda que nos llevara entre 5,5 y 7,5 horas, con dos fuerte repechos. No siendo de excesiva dureza pero sí que algo exigente, ya
que casi hay que superar los 1.000 m. de desnivel con un perfil
piramidal, donde el mayor esfuerzo se encuentra
a mitad del trazado, transitando por terrenos bastantes
activos geológicamente, toda vez que desde 1839 en sus alrededores ha habido unas
70 erupciones (siendo espectacular la de 1995).
El punto más alto es el Cráter
Rojo a 1.886 m. que formado hace 3.000 es lugar con espectaculares vistas del
valle de Oturere, el desierto de Rangipo y las sugerentes lagunas Esmeralda
(Emerald Lakes) a nuestros pies, a las que deberemos dirigirnos en fuerte y escabroso
descenso, durante el cual nos alcanza el fuerte olor a azufre producido por los
minerales que emanan de sus aguas verde-amarillentas. La última lámina de agua
antes de empezar el descenso definitivo es Laguna Azul (Blue Lake), de aguas
calmas, frías y ácidas. El sendero zigzaguea hacia el refugio de Ketetahi que
divisamos bajo nosotros, y como el día es bueno vemos en la lejanía el lago
Taupo de fondo y el lago Rotoaira en primer plano, ya solo nos queda algo más
de una hora para finalizar nuestro recorrido por estas descarnadas y ásperas tierras.
Hemos realizado una original travesía
por estas latitudes, que sin querer comparar; pues caeríamos en el eufemismo de
"para los gustos, los colores"; con la Ruta de los Volcanes" de
nuestra isla La Palma, nos introduce a los paisajes de las "Crónicas Marcianas",
que allá por los años 50 del pasado siglo nos trasladase en sus escritos el
americano del norte Ray Brandbury.
Con la silueta del monte Ruapehu entre la luna al
atardecer, nos dirigimos a la estación del ferrocarril de la población de National
Park lugar donde nos regalamos, en su elegante restaurante, con una merecida y agradable cena, regada con
uno de esos sorprendentes (para bien) vinos blancos de por estas tierras.
Madrugamos para continuar…….. siempre al meridión, camino
de Wellington, la capital más meridional del mundo. Afamada por su pintoresco
puerto natural y sus verdes colinas salpicadas con casas coloniales, y conocida
también como la ciudad del viento. La capital de Nueva Zelanda es también un hervidero
cultural lleno de museos, galerías, teatros y eventos importantes.
Es además el centro de la industria cinematográfica del país. El director Peter
Jackson o el actor Russell Crowne son dos de los
wellingtonianos más conocidos. Su Jardín Botánico, al que se asciende en un
chulo funicular y se desciende por un bucólico cementerio del siglo XIX, puede considerarse como el mejor de todo el país. El monte
Victoria y el ambiente callejero de su centro histórico bien valen entretenerse
un rato por ellos, antes de coger el ferri que cruzando el estrecho de Cook y
el bello fiordos de Malbourough, que nos depositara en la población de Picton, ya
en la isla Sur, pero eso ya forma parte de otro capítulo que verá su luz próximamente.
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