miércoles, 11 de mayo de 2016

- Estambul Otomano

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Acercarme a Estambul siempre ha creado en mi gratas emociones, los que seguís este blog y la página de mis fotografías habréis podido observar que me gusta transitar los zocos de países musulmanes, ¿será porque es donde aun se reconocen los aromas auténticos de las cosas,
porque el color de la luz es mas intenso, porque sus gentes estas desinhibidas de los que pasamos a su rededor o será porque están envueltos en papeles mágicos que para los ojos occidentales se nos asemejan regalos a la vista?.............sea lo que sea Estambul siempre me ha creado esas sensaciones, y en este último viaje (marzo de 2010) una impresión más agradable aun que las dos anteriores. He encontrado una ciudad que sin perder su identidad y su bullicio ha sido transformada, recuerdo tengo de las otras visitas, ese maremágnum de gentes, ese casi interminable comercio a pie de calle, ese sonido callejero de vida......pero todo esto que hace que una ciudad respire, estaba envuelto en suciedad, dejadez y abandono; ese es el milagro y la nueva sensación que he palpado, me he encontrado una ciudad vivaz, pero limpia, cuidada y hasta diría que ordenada, en gran parte restaurada de edificios que había visto ruinosos.......... una ciudad más de nuestro viejo continente, esperando que el resto de sus ciudadanos vecinos le demos la bienvenida a una Europa abierta, plural y articulada, en base a sus gentes y no a sus intereses.
 
Estambul es la síntesis de culturas, la unión de continentes, la visión diferente de concebir un credo, el Islam, la fusión de oriente y occidente, Estambul es la forma de entender un mundo plural en donde el foráneo no se siente extraño, donde el viajero es absorbido por la ciudad sin quedar maltrecho. 

En un artículo anterior ya os he relatado la parte bizantina de esta urbe, no se puede comprenderla entera sin conocer la otra porción, la parte islámica,......... la Otomana. Esta comienza lejos de ella, en los áridos desiertos de Arabia, cuando sobre el año 610 de nuestra era le es revelado el Corán por el Arcángel Gabriel al profeta Mahoma, con el mandato de extender el Islam por todos los territorios "infieles". Y después de conquistar sus seguidores el sur y el este dedican sus esfuerzos hacia el norte, a Bizancio a lo que fue el símbolo del Imperio Romano de Oriente, siendo Constantinopla usurpada por los turcos el martes 29 de mayo del año 1453, fecha que marca el fin de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna, denominándose desde entonces Estambul. 

De origen mongol, los turcos están entroncados con los hunos (del notorio Atila), tierras lejanas situadas en el asía central, siendo su legendario fundador Oguz Kagan. Pueblo que tuvo una relevante importancia en la provincia de Sinkiang (china nororiental) en tiempos de Gengis Kan. Trastocando el destino de muchos de sus vecinos, al asumir como religión el Islam durante la segunda mitad del siglo X, consiguiendo derrotar el Califato Abásida en oriente medio, fundando el suyo propio con Otmán I, de donde les viene en nombre de "otomanos". El rey Osmán, reverenciado por los turcos como el fundador de la actual Turquía, se declaro independiente extendiendo considerablemente sus territorios hacia la costa de la actual Grecia. Su hijo y sucesor Orján, se fue apoderando poco a poco durante el siglo XIV de las ciudades bizantinas situadas en la península de Anatolia, creando el estado otomano al pie de los Balcanes. Tierras que fueron paulatinamente conquistadas en el siglo XVI, llegando el gran Solimán a las puertas de Viena en 1532, estando esta defensa apoyada personalmente por nuestro Carlos I (V para los teutones), aunque no participaron sus tropas directamente en su protección. 

Es justo entre 1520 y 1566 con el gobierno de Solimán "El Magnífico", la época de máximo esplendor del imperio otomano. La mayoría de África del norte, el este europeo y de todo el Oriente Medio estaba controlada por los turcos de Estambul. Durante los siglos XVI y XVIII, en la ciudad se construyeron hermosas mezquitas, madrazas y palacios. Siendo durante la primera parte de su mandato cuando se elaboró la segunda y más definida edición del famoso y controvertido "mapa" de Piri Reis, del que regalo una copia al sultán Süleyman. Fue también en tiempos del "Magnifico", cuando Barbaroja, nacido en la isla de Lesbos (ahora convertida en la vergüenza de Europa); hizo de las suyas por los mares de "Ulises", primero como corsario y posteriormente como almirante de la armada turca. Precisamente estas correrías y el poder controlar las aguas mediterráneas, fueron los motivos fundamentales de la contienda naval de Lepanto en 1571, donde una gran colación cristiana apodada como la "Liga Santa", con Juan de Austria al mando, se enfrentó contra la flota turca, frenando su expansión por todo el Mediterráneo. En la contienda participo como soldado bisoño en la galera "Marquesa" Miguel de Cervantes, donde al parecer fue herido en una mano quedando en parte inutilizada, pero no "manco" tal y como ha pasado a la historia su sobrenombre. Sirvan estas humildes letras de un mal escritor, como homenaje al insigne autor de las peripecias de "Rinconete" en el IV centenario de su óbito. 

Poco a poco el imperio de los otomanos va decayendo. En el siglo XIX, la ciudad de Estambul se quiere hacer europea, aproximándose su arquitectura a la del resto de su norteño continente declinando las construcciones puramente otomanas, floreciendo el estilo barroco y rococó. Son los tiempos del Sultán Abdulhamid que rigió los destinos de Turquía entre 1876 y 1909, siendo el último de los sultanes con gran poder. Siendo los anglosajones (ingleses) quienes dan la puntilla al Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, como buitres que se comen la carroña, lo mismo hicieron con nuestro país durante algunos siglos hasta que lo consiguieron. La noche del 15 de marzo de 1919 los aliados ocuparon la gran capital turca. Tras la Guerra de la Independencia, después de la disolución del califato y del sultanato, se proclama la República fundada por Mustafá Kemal Ataturk y el 13 de octubre de 1923 Ankara se convierte en la capital de la nueva República. En 1938 muere Ataturk, padre de la nueva Turquía. 

Muchas son las informaciones que de sus edificios más emblemáticos podemos encontrar: Mezquita Azul, Mezquita Solimán, Gran Bazar, Palacio de Topkapi, Palacio de Dolmaçhe, La gran Cisterna, etc. Es por ello que solo de estos hare someras reseñas, dedicándole más grafía a los menos conocidos pero que sin embargo por sus circunstancias o ubicación les confiaren un encantamiento especial. Haciendo un especial homenaje a través de estas letras al gran maestro de la arquitectura otomana del   siglo XVI y posiblemente de todos los tiempos "Mimar Sinán", este gran constructor prácticamente desconocido en tierras occidentales, construyo en la ciudad
de las 1.500 mezquitas una docena de las mejores. Contemporáneo de Juan de Herrera (El Escorial) y Miguel Ángel (El Vaticano), es comparable a estos en el ámbito musulmán, partiendo de sus obras la influencia y calidad de muchos de los arquitectos islámicos. Siéndole atribuidas por sus estudiosos una prolífica labor constructiva en su dilatada vida (murió a los 100 años, aunque comenzó a edificar a los 50), convirtiéndose posiblemente el arquitecto más productivo de la historia, asignándole alrededor de 374 obras: 94 grandes mezquitas y 52 más pequeñas, 57 medersas (escuelas coránicas),  colegios, 22 sepulcros y mausoleos, 50 oratorios, 35 palacios, 48 baños públicos o " hammam", 24 hospitales, 20 caravansar (posadas en rutas de caravanas), 8 puentes y 7 acueductos entre otras edificaciones. Sus edificaciones forman parte de la silueta más característica de la cuidad de Estambul, donde desarrolló gran parte de su obra. 

Las 7 colinas de Estambul; que al igual que Aman, Roma, Lisboa, Barcelona, Edimburgo, Granada, Sucre, Praga, Toledo, Vilna en Lituania, Bamberg en Alemania o Cagliari en la italiana Cerdeña; conforman junto al Bósforo y el Cuerno de Oro sus tres asentamientos geográficamente bien diferenciados. Comenzamos nuestro recorrido por el Estambul Otomano, justo debajo del impresionante puente del Bósforo (el primero) que une los dos continentes. A su sombra, en la parte europea, se encuentra el barrio de Ortakoy, y como no podía ser de otra manera iniciamos la visita de esta gran ciudad comenzando con una mezquita. No es una más del millar y medio que hay por toda la urbe, ni la más grande, pero si una de las más sugerentes. La pequeña y
coqueta mezquita de Büyük Mecidiye, está situada bucólicamente justo en la orilla del mar que junto con su refinado estilo barroco de mediados del siglo XIX, le proporciona un encantamiento especial, además de ser especialmente uno de los lugares no muy concurridos por el turismo. 

Atravesando las callejuelas de este antiguo barrio pesquero de Ortakoy, hoy distrito fundamentalmente estudiantil y con un cierto aire bohemio, dirigimos muestro caminar hacia el Palacio de Ciragan, destruido por un sospechoso incendio en 1910, y que reconstruido nuevamente aloja en la actualidad es el lujoso hotel Kempinski. Sus precios son prohibitivos, pero su arquitectura y ubicación en la orilla de Bósforo le convierten en bastante interesante. 

A continuación entramos en el Barrio de Beşiktaş, y justo a nuestra derecha se encuentra el Parque de Yıldız (en turco, estrella). Toda esta zona era en la época bizantina un bosque de coníferas, convertido durante los últimos decenios del siglo XIX en un centro administrativo de los últimos sultanes otomanos. En el interior del parque se halla el Palacio de Yildiz, el segundo más grande de Estambul. 

Más adelante, y dejando a nuestra derecha en una plaza la mezquita de Sinán Pasha (construida por Mimar Sinán), nos topamos con el ostentoso e impresionante Palacio de Dolmabahçe. Como la mayoría de todas las antiguas edificaciones de esta zona edificadas a la orilla del mar, está construido en estilo neobarroco. Edificado entre 1843 y 1856 cuando el poderío turco ya perdía su poder, sirvió de residencia del último sultán otomano. Tras la revolución y la entrada de la republica en 1923, fue asignado al servicio de Ataturk, transformándose en su residencia de verano. Este pomposo palacio quiere exaltar el poder y la riqueza del Sultán: con sus 248 dormitorios, 43 salones, 6 baños turcos y aproximadamente unas 2700 ventanas, nos traslada al majestuoso declive de los últimos monarcas. Es muy recomendable si queremos visitar el Palacio, hacerlo a primera hora de la mañana, toda vez que después se llena de visitantes, y cuantiosas filas para acceder a su interior. Los martes a las 11 horas, se puede disfrutar en su entrada principal, de la música interpretada por la Mehter Band de los jenízaros (la elite del ejército turco).
 
Dirigimos nuestros pasos ahora hasta la colina de Beyoglú, convertida durante siglos en la zona residencial de los extrajeros que vivieron en la ciudad. Siendo los genoveses los primeros en instalarse en ella, motivo por el cual al barrio que desciende hasta el Cuerno de Oro se le conoce como Gálata. Aquí es donde se ubica la famosa plaza de Taksim, zona comercial y el barrio más europeo de la gran urbe, lugar donde respira renovación, con unos establecimientos modernos como en cualquier ciudad de las llamadas occidentales. Taksim significa “centro de distribución del agua”, pues era este lugar desde donde se suministraba el agua procedente del Bosque de Belgrado hasta el acueducto de Valente. Al igual que la Puerta del Sol madrileña, es el lugar donde últimamente los jóvenes turcos se enfrentan al régimen de Endogan, con añoranzas de los tiempos de Ataturk, evocando las revueltas de las "primaveras árabes". 

El núcleo principal de Beyoglú es la concurrida y peatonal calle Istiklal, antiguamente conocida como Le Grand Rue Pera, que repleta de tiendas modernas, únicamente se ve transitada por un curioso y colorido tranvía que une la Plaza de Taksim con el Monasterio Mevlevi. La avenida bulle en actividad, a cada paso encontramos vendedores ofreciéndonos todo tipo de productos, y en ella podemos encontrar algunos de los mejores restaurantes de kebab de la ciudad. Estrechos pasajes se ocultan desde ella por el barrio de Beyoglú y Pera, uno de estos callejones es el "Çiçek Pasaji" (Pasaje de las Flores), que fue edificado en 1876 en estilo rococó, es afamado por sus "típicos" restaurantes, el mercado de pescado y sus pequeñas tiendas. 

Merece la pena desviarse un poco para acercarnos al Hotel Pera Palace, uno de los hoteles más lujosos de su tiempo, que con su testimonio de suntuosidad y esplendor, sus valiosas cualidades arquitectónicas y técnicas, favorecieron la fama de este alojamiento como leyenda del siglo XIX. Pocos grandes hoteles en la historia, han sabido trasladar con tanta intensidad, la atmosfera y el lujo de los viajeros del memorable Orient Express que hasta aquí se acercaban, así como haber acogido a espías de la categoría de Mata Hari, Kim Philby o Cicero. Si se quiere tener una excelente visión del Cuerno de Oro, deberemos subir hasta la terraza del Orient Bar y desde ella divisar el panorama con el que somos obsequiados. 

Situado en la calle Galip Dede (continuación de Istiklal), nombre de uno de los grandes poetas de la doctrina "sufí", se encuentra el Monasterio-Museo Mevlevi (Derviche). Aunque el contenido del museo no es de gran interés el edificio es una maravilla (en realidad se trata de una posada del siglo XVIII), con una bella sala de planta octogonal construida en madera, que se utiliza como salón de los Bailes Derviches. Si bien Atatürk abolió el sufismo (doctrina mística del Islam) en 1.924, este edificio se preservó como Museo de la Literatura del Diván (poesía clásica otomana). El monasterio pertenecía a la rama más reputada sufismo, la de los derviches danzantes, discípulos del poeta místico y el más grande de los maestros sufíes del siglo XIII, "Mevlana" (nuestro líder) Jalaluddin Rumi. Es aquí donde podemos contemplar la danza ritual que cada último domingo del mes realizan para desahogo de los visitantes, una docena de danzantes enfundados sus grandes faldones blancos, bailando en giros continuados alrededor de sí mismos, y al son de una monótona música, hasta conseguir un estado de éxtasis mediático. 

Referirse al sufismo es describir a la mística ascética del Islam, su finalidad es fundirse con el "todo" y desaparecer del "yo" que nos distancia del resto de los seres. El modo para conseguirlo es a través la ceremonia llamada "sema", en la que a través de una sutil, serena y bellísima forma, al son de la música emanada por una flauta, los derviches danzan sobre sí mismos. Una mano hacia al cielo y la otra a la tierra, personificando la fusión de los dos mundos, estando el derviche en el medio como conexión. Esta ceremonia simboliza lo divino, el amor y la pasión, la madurez espiritual y el camino de unificación con la verdad divina. Sema es un viaje espiritual para que el alma alcance la madurez en la unión con Dios, volviendo después a una vida de amor dedicada como servicio a la humanidad. Hoy en día, los derviches combinan su faceta mística y espiritual con una existencia normal dentro de la sociedad, separándose de esta solamente durante su etapa de formación. 

Si realmente estas interesado en saborear la autenticidad de este rito, en vez de conformarte con el que ofrecen multitud de restaurantes y lugares de "guiris" por toda la ciudad, debes acercarte a la mezquita "Canfeda Hatun Camii", situada en Dervis Ali muy cerca de la concurrida Fevzi Paşa Caddesi (barrio Fatih), donde se reúnen estos danzantes cada lunes a las 20 horas, donde se permite la entrada a personas de otros credos siempre que se respeten sus normas: los hombres y mujeres (estas siempre con la cabeza cubierta y una vestimenta acorde al lugar) están separados, estando las damas situadas en un piso superior del templo. Durante las más de dos horas que dura el rito, comenzando por algunas lecturas del Corán, los danzantes, entre canticos, no paran de girar hasta que consiguen entrar en éxtasis. Para retornar en la noche al centro de la ciudad es aconsejable contratar un taxi……… sic. 

Después de este prosario espiritual, retornamos la ruta hacia la cercana Torre Gálata. En el lugar donde se sabe ya existía otra en el siglo V, fue levantada por los genoveses hacia 1348, quienes la llamaban Torre de Cristo, formando parte de la fortaleza amurallada que los protegía de los ataques bizantinos. Con sus casi 70 metros de altura y 9 de anchura, se eleva a 140 metros sobre el nivel del mar, habiendo sido durante mucho tiempo una de las construcciones más altas de la ciudad. 

Descendemos hasta la cercana orilla marina llegando al "Cuerno de Oro", ese entrante de mar que divide la ciudad, donde se halla el puerto pesquero de Karakoy, que igualmente animado y lleno de económicos chiringuitos en los que tomar algún bocadillo de pescado recién elaborado sentaditos en el suelo junto al borde del mar. 

El Puente Gálata nos traslada al otro lado de la urbe, seguimos observando gran cantidad de actividad en él, siendo utilizado por infinidad de pescadores para lanzar sus cañas desde sus balaustradas. En su parte baja se asientan cantidad de restaurantes con terraza en donde sirven comida rápida: mejillones cocidos, delicias de pescado e incluso calamares fritos, todo acompañado con frías jarras de cerveza. 

Ya en la otra orilla nos situamos en el embarcadero de Eminönü, desde el que parten todos los ferris y las visitas turísticas por el Bósforo. A cualquier hora del día pletórico de bullicio, siendo por las tardes cuando llega a su clímax, al instalarse aquí un mercadillo callejero donde podremos encontrar cualquier cosa. 

Nos desviamos, no mucho, para buscar la mezquita de Rüstem Pasha, otra de las obras maestra del arquitecto Sinán. Construida entre 1550 y 1561 por del Gran Visir que lleva el nombre del templo y yerno de Solimán, su ubicación no era de lo más adecuado, obligando al gran proyectista a levantarla por encima de una plataforma de comercios que aun hoy existen, para que pudiera ser vista des cualquier lugar del barrio Tahtakale donde se sitúa. Todo su reducido y armonioso interior y una buena parte de la pared exterior de la mezquita están revestidos con exquisitos y valiosos azulejos de İznik (Nicea) del siglo XVI. Más de 2.300 piezas de estas delicadas cerámicas cubren sus paredes, sus vivos colores con diseños florales o geométricos la hacen estar considerada, a pesar de su pequeño tamaño, como una de las mezquitas más distinguidas de Estambul. 

Recuperando nuestra ruta, nos encontramos el Bazar de las Especias o Egipcio (Misir Çarsisi) al ser levantado con los impuestos que se gravaban a las mercaderías, fundamentalmente especies traídas de Egipto. Construido en 1660 para poder sufragar el Külliye de la Mezquita Nueva, sus beneficios sirvieron para financiar las obras de caridad de la mezquita. Con planta en forma de L y accesible a través de seis puertas que se abren en distintas direcciones, sus abovedadas cúpulas cubiertas de plomo resguardan las casi cien tiendas de su interior. Donde, entre acogedores cafés y restaurantes con vistas al Cuerno de Oro, nos ofertan productos como la miel,
dulces turcos, frutos secos, especias, té, "henna" para teñir el cabello, etc. Merece así mismo la pena acercarnos al mercado de pájaros y flores situado en un patio anexo al bazar. 

Saliendo por otra de las puertas de Bazar nos topamos con la Mezquita Nueva o Yeni Camii, que situada prácticamente en la orilla del Cuerno de Oro junto al Puente Gálata, se ha convertido en una de la clásica postales del horizonte de Estambul. Su interior, al igual que la de Rüstem Pasa, está cubierto con miles de piezas de azulejos de Iznik, así como mármoles y oro, haciendo resaltar la grandiosidad de sus bóvedas. Se inicio su construcción en 1597 por un discípulo de Sinán (Da'ud Aga), llegando en aquellos tiempos el mar hasta la plataforma donde se levanta la mezquita, generando ello problemas en su edificación, prolongándose esta durante sesenta y seis años. 

A la salida y siendo hora de un receso, ya sea mañana, tarde o noche, debemos a cercarnos al número 84 de la cercana Hamidiye Caddesi, para confirmar que los pastelillos que aquí se fabrican son de los mejores de Estambul, se trata de la confitería "Hafiz Mustafá 1864", seguro que no os defraudaran. 

Ya no estamos muy lejos de la estación de Sirkeci (Sirkeci Gari), una de las principales estaciones de trenes de Estambul y la más importante en la zona europea, convirtiéndose en el fundamental nudo de enlace de la red ferroviaria de Turquía con el resto de Europa. Fue construida inicialmente para ser la última parada del famoso Orient Express, que partiendo desde Londres llegaba a Estambul, aun queda algo de ese pasado glamour en su atmosfera. 

La sinuosa calle Alemdar, una de las principales de la cuidad desde la época otomana, nos asciende hasta "El Serrallo", denominación que tiene la Boscosa colina que marca el punto de entronque entre el Bósfor, el Cuerno de Oro y el Mar de Mármara, situación estratégica que explica el motivo de que las primeras construcciones de la ciudad se efectuaran aquí. Lugar donde se hallan, tanto el Palacio de Topkapi, como la Plaza de Sultanahmed, con la Mezquita Azul (Sultanahmed) y los jardines que la separan de la Basílica de Santa Sofía. 

Nos desviamos a siniestra para coger la calle Sogukcesme Sokagi, quedando a nuestra diestra las tapias posteriores de Santa Sofía. Recorremos en toda su longitud esta estrecha, empinada y peatonal vía, que sin embargo nos ofrece como recompensa el encanto de sus casas de madera edificadas a partir del siglo XVIII y que ahora lucen su esplendor después de haber sido rehabilitadas. Recuerdo la situación en la que se encontraban en l978, cuando visité esta ciudad por primera vez…………. uffffff. 

Entramos al recinto palaciego de Topkapi, donde nada más traspasar su acceso se encuentra la Iglesia de Santa Irene. Tras cruzar la "Sublime Puerta", nos encontramos ante un mítico mundo que hacen trasportarnos a los cuentos de Las mil y una noches. Solo debemos dejarnos llevar por nuestra vista, haciendo especial atención a la zona del "harem". En su parte posterior, una bien
situada y servida cafetería con vistas al Mar de Mármara, nos puede servir de relajo mientras nos tomamos un sereno y exquisito té.  

Salimos del recinto para buscar la fuente de Ahmet III, reputada como la más hermosa de las numerosas fuentes que podamos encontrar por toda la ciudad. Esta espaciosa construcción, erigida a principios del siglo XVIII en estilo rococó turco con 5 cúpulas, se encuentra aislada en medio de una plaza. 

Nos introducimos ahora en el rehabilitado barrio de Cankurtaran, que con sus casas de madera descendiendo hacia la orilla del mar, nos genera la sensación de pasear por una ciudad de finales del siglo XIX, o incluso antes. Aun estando de moda ahora toda esta zona no deja de tener su hechizo, sobre todo si sabemos recorrer las calles que aun no han sido trasformadas en restaurantes y tiendas………. todo un encanto. Siendo el lugar elegido para nuestro hospedaje durante esta visita el Amiral Palace Hotel, en Cankurtaran Mah, Bayram Firini. Sok No-7, muy bien situado y especialmente recomendable.

Ascendemos a la zona Sultanahmet en busca de los Baños de Roxelana (Haseki Hürremi), que situados al sur de los jardines que separan Santa Sofía y la Mezquita Azul, conforman uno de los mejores arquetipos de "hammam" en Estambul. Aunque el mismo ya no es utilizado como baño público, al estar reconvertido en una gran sala de exposición de alfombras, podemos ver su interior haciéndonos una idea de cómo eran los baños turcos, sin tener que contratar un lavado completo en uno de ellos. Estamos en la zona más significativa y turística de la ciudad, su espacio es amplio, los jardines cuidados y la atmosfera que se respira es intensa. A un lado Santa Sofía (de la que ya he comentado en otro artículo), al otro los seis minaretes de la Mezquita Azul, hacia ella nos dirigimos. 

La Mezquita del Sultán Ahmed, como así se llama, es la más elegante, famosa y visitada de todas las que existen en Estambul. Situada en el entorno privilegiado de la colina de Sultanahmed frente a su competidora Santa Sofía, es sin lugar a dudas uno de los lugares que todo el mundo debería visitar al menos una vez alguna vez en su vida. Tampoco quiero entretenerme mucho en aclaraciones y datos sobre su majestuosidad, porque de este edificio ya hay bastante información en cualquier folleto o guía, incluso en este virtual medio, pero sí que quiero trasladar la sensación de recogimiento, su diáfana amplitud y sobre todo lo especial de esa trasparente y suave luz azul que te envuelve y te hechiza al entrar en ella. 

Dejando el Hipódromo Romano a la derecha, descendemos a los bajos de la gran mezquita en búsqueda de algunos de los dos cafetines allí existentes para relajar nuestros ojos de tanta belleza, pudiendo elegir entre el Café Mesale y el Café Serbethane. La terraza del primero es uno de los rincones preferidos por locales y turistas, siendo el segundo es un tranquilo y cómodo lugar, con una terraza interior alejada del bullicio callejero, en donde tomarnos un té (también es restaurante) se puede convertir en un delicioso momento. 

Descendiendo por intrincadas callejuelas buscamos la Mezquita Sokullu Mehmet Pasa, que situada en el barrio de Kadirga muy cerca de Kumkapi y de la Pequeña Santa Sofía, es prácticamente una desconocida. Otra obra maestra del arquitecto Sinán que dedicó tiempo a definir su diseño al estar ubicada en un difícil terreno sobre una colina de prominente inclinación. En su interior, que asemeja agrandarse por el acertado diseño de su bóveda, sorprende el ornato del "mihrab", revestido por finísimas porcelanas de Iznik, en un sorprendente conjunto de verdes, rojos, azules y púrpuras. Así como sus pródigas cristaleras y los tres fragmentos de la “kaaba” (piedra sagrada que se venera en la Gran Mezquita de La Meca) que hay en su interior. Acceder al "sahn" (patio de lavatorios) cuando el muecín llama a la oración, rodeados por la "midha" (galería de abluciones), frente al "şadırvan" (fuente de abluciones), el "riwaq" (pórtico) y la asombrosa composición de cúpulas y semicúpulas sobre el "haram" (sala de plegaria), traslada a los seguidores del islam directamente a los jardines del Paraíso. 

Pasear por el barrio de Kumkapi, fuera de los lugares más frecuentados por multicolores foráneos y a tan sólo cinco minutos a pie de Sultanahmet, nos dará una idea muy aproximada de cómo es la cotidianidad de los habitantes de Estambul, aunque su entorno esté un poco ajado y deslucido, no tan limpio y peripuesto como en los lugares turísticos, pero es la ciudad real, sus gentes y su entorno natural……….. el encanto es único al descubrir el verdadero hechizo de la autentica Estambul. Ya hechos a la ciudad, merece la pena olvidar por algunas horas las guías y los recorridos predeterminados, para perderse y dejarnos atrapar con el genuino Estambul, el que te llena y te hace respirar: los barrios de Kumkapi, Kardiga y Fatih, sus puestos a la orilla del Cuerno de Oro, sus perdidos mercados, los pescadores del Bósforo………. Aunque; siempre hay peros; no es muy aconsejable hacerlo en la noche (el que os remite estas letras lo ha paseado a esa hora de crepúsculo oscuro en avanzada tarde, y no ha tenido ningún problema), ya que la iluminación es casi inexistente pudiendo resultar un poco arriesgado. 

Retornamos de nuevo a la realidad de la gran urbe, ascendemos hacia la céntrica calle Yeniçeriler Caddesi para adentrarnos en el Gran Bazar "Kapalicarsi" (bazar cubierto), ese enorme espacio comercial con más de 5.000 tiendas que llena gran parte del centro de Estambul. Al entrar en él, pienso que todo estaba ya inventado antes, por lo menos después del siglo XVI que es cuando se edificó este, que los "Harrows", "Galerías Lafayette" o los "Corte Inglés" de hoy, no son más que una copia en vertical de este en el que me encuentro. Si bien merece la pena perderse por sus intrincadas callejuelas donde se vende de todo, no es más bien cierto que para mí es una simple curiosidad más de esta ciudad, toda vez que ya lo he recorrido más veces. Y aunque para los que acceden a esta urbe como primerizos es de obligada visita, yo prefiero perderme por los entresijos de la ciudad en busca de los pequeños mercados,
siempre más cercanos al vecindario y más reales para mis ojos. Es por ello que cuando viajo a una nueva ciudad, hay dos sitios a los que siempre me gusta acercarme: uno son los mercados para ver cómo viven sus gentes, y otro son los cementerios para ver como tratan a sus muertos. 

Muchas de las mercancías que antiguamente se podían adquirir en este enorme Bazar, eran fabricadas en los “hans” que hay en sus proximidades. Estos, son lugares donde en tiempos pasados se hospedaban a los viajeros y peregrinos que llevaban a Estambul, soliendo constar de 2 o 3 pisos rodeando a un patio. Hoy, muchos de estos preciosos hans de la época otomana están desvencijados o ruinosos. Dos ejemplos de estas construcciones las podemos encontrar en la calle Çakmakçilar Yokusu (al norte del Gran Bazar): el Han Büyük Yeni y el Han Valide. El primero es un barroco edificio de tres cuerpos levantado en 1764, al que se entra por el nivel superior, estando lleno de jaulas de pájaros, y rodeado de un laberinto de callejones donde se instalan artesanos agrupados por oficios. El segundo, construido en 1651, consta de varios patios uno de los cuales acoge una mezquita de rito "chií", reminiscencia de cuando este lugar era el centro del mercado persa de la ciudad, ahora sus ocupantes de dedican a la confección de telas y alfombras en los telares existentes.

Para relajarnos de la vorágine que nos crea la visita del Gran Bazar, podemos ir a los cercanos los baños turcos de Çemberlitas, una de las edificaciones con las que el arquitecto Sinán agasajo a la ciudad. Este hammam junto con el de Cagaloglu (Cagaloglu Hamani Sok, nº 34 del Barrio Alemdar) son de los más recomendables de la ciudad. Siendo este ultimo uno de las más famosos de Estambul, además de por el primor que guarda su interior belleza, al hecho de que se ha conservado prácticamente igual que cuando se erigió en 1741. Aunque tiene el inconveniente de que hombres y mujeres deben de estar separados, cosa que no ocurre en los hammans más pequeños. 

Otro de los lugares próximos en los que poder descansar un rato es la "medersa" (escuela coránica) Çorculu Ali Pasa, ahora reconvertida en lugar donde tomar un agradable té y fumarnos una pipa de agua "narguile" (shisha en marroquí). No es de extrañar la transformación de este lugar en espacio de ocio, pues ya en tiempos del Imperio Otomano, en los salones de té de las medresas se dedicaban a servir té, café y opio. 

Muy cerca de este fumadero se encuentra la Mezquita de Atil Alí Pasa, una de las más antiguas de la ciudad. De aspecto sencillo, con un pequeño jardín y un original "mirhab" ya que está ubicado en un ábside, fue mandada construir 1496. 

Aledaño a la parte de poniente del Gran Bazar y al levante de la merquita Beyazit, encontramos en un gran patio y sus aledaños el Bazar de los Libros "Sahaflar Carsisi", uno de los más antiguos mercados de la ciudad. Lugar donde al parecer se asentaba el de Chartoprateia, que en tiempos de Bizancio era donde por aquella época se mercadeaba con libros y papel. En él podrás encontrar páginas sueltas de antiguos Coranes dibujadas en hermosos colores. Sigue siendo punto importante en la venta e intercambio de libros de la época imperial, así como un lugar de reunión para los ambientes literarios e intelectuales de Estambul. 

La Plaza y mezquita de Beyazit que separan el Gran Bazar y la Universidad de Estambul, son uno de los lugares más encantadores y con más vida de toda la urbe. En tiempos de Bizancio se llamaba el foro de Teodosio, siendo el más extenso de la ciudad. Hoy en día estudiantes, turistas, viandantes locales y vendedores de comida transitan por ella con total normalidad. La mezquita
Beyazit que se encuentra en todo su centro, es el gran ejemplo de arquitectura clásica otomana que podemos admirar sin cambios destacados desde prácticamente su construcción en 1506. Entre sus 25 cúpulas sostenidas por 20 columnas de granito y de pórfido, se encuentra una hermosa "Şadırvan" (fuente de abluciones). 

Frente a la mezquita y la plaza está el espectacular pórtico que marca la entrada a la Universidad de Estambul, una de las más antiguas de toda Europa pues data su origen de 1453, y cuyo acceso en la actualidad está prohibido habiendo policías o guardias de seguridad controlando las entradas. En sus jardines halla la Torre Beyazit, que con sus 85 metros de altura, fue construida en 1828 como torre de vigilancia frente a los comunes incendios que había en la ciudad. 

Ubicada por detrás de la universidad, nos encontramos la mezquita de Süleymaniye, la más importante de Estambul, y una de las más bellas, famosas y visitadas. Mandada levantar por Solimán I al prestigioso Mimar Sinán, es la que le rinde homenaje siendo su obra maestra, teniendo el honor de estar enterrado en ella junto al gran Sultán y su esposa Roxelana, mujer intrigante y poderosa. Su exterior, vigilado por cuatro estilizados minaretes y cubierto por una serie de escalonadas cúpulas, domina el horizonte de la orilla occidental del Cuerno de Oro al estar situada en la cima de una colina. El gran maestro de la arquitectura otomana logró en este edificio un espacio de gran claridad a través de las 138 ventanas que dispone. Los rayos de luz al
atravesar sus coleados cristales, se reflejan en los mármoles de su interior creando una sensación única, dejándonos impresionados por su grandeza, sencillez y armonía, destacando los azulejos de Iznik que adornan el mihrab. 

A la diestra de la mezquita, pero dentro del mismo recinto, se encuentra un pequeño cementerio con los mausoleos regios, asemejando en miniatura la Mezquita de la Roca en Jerusalén. El conjunto también incluye cuatro madrazas o escuelas coránicas, una biblioteca, una escuela de medicina, un hospital, un caravasar, un comedor de beneficencia y un hospicio para los pobres, donde en su tiempo se atendía sin importar el culto que profesaran a más de mil indigentes, viajeros y peregrinos. 

También contempla un baño turco, el hammán de Suleymaniye (Mimar Sinán Street, 20), que construido en 1557 también por el gran Sinán, el más añejo de la ciudad, y uno de los pocos donde pueden estar juntos mujeres y hombres en las mismas salas. Siendo uno de los baños mas regentados por el turismo por este motivo.

Camino de nuestro próximo destino la mezquita Sehzade, podemos hacer un alto y relajarnos un poco en el Vefa Bozasiki (Kapit Çelebi, 104), un bonito café donde podemos tomar la típica bebida "Boza". Un tradicional brebaje hecho a base de semillas fermentadas de mijo, con una gran variedad de sabores. Aunque las gentes de Estambul conocen al afamado Vefa por ser un fabricante de vinagres y jarabe de granada, su dedicación principal hoy en día es por la fabricación de este néctar. Receta que ha mantenido en secreto desde que inauguró su establecimiento en el siglo XIX. 

Muy próxima se encuentra la Mezquita Sehzade o Mezquita de los Príncipes, siendo de nuevo otra de las obras de Sinán que podemos contemplar en Estambul. Terminada de construir en 1548, fue testigo de la trágica y turbia muerte de Mehmet, uno de los hijos de Solimán. A raíz de este hecho, su hermano el Príncipe Cihangir enloqueció de pena, pereciendo muy joven en la siria ciudad de Aleppo, por aquel entonces era parte del Imperio Otomano, y ahora famosa por las
terribles imágenes que nos trasladan los telediarios.  Apenado por estos hechos, Solimán hizo levantar la mezquita donde reposan los restos de los dos hermanos, en el mausoleo situado en el jardín.  

Alejada en parte del bullicio turístico, la mezquita de Sehzade se alza majestuosa en la tercera de las colinas de Estambul, dando vistas al Cuerno de Oro y al mar de Mármara. Situada contigua a una transitada calle, su espacio sin embargo nos trasmite paz y serenidad a través de sus jardines y de la simetría de sus formas. De su interior, en medio de una cuidada ornamentación, destaca la belleza de su cúpula central. 

A la salida, nos topamos con el Acueducto Valente que dejamos a nuestra izquierda, y a nuestra derecha el Kadınlar Pazarının (Mercado de las Damas), concentración de tiendas de carnes y quesos del genuino barrio Zeyrek con sus originales y ruinosas casas de madera. Más adelante, en descenso hacia el Cuerno de Oro, se extienden los barrios de Fener y Balat, auténticos desconocidos para la inmensidad de los multiformes foráneos que visitamos esta magnífica urbe. Fener es el barrio griego, donde se instalaron y asentaron muchos de estos, cuando poblaron Constantinopla en la época de Constantino. Semirruinoso, de empinadas y estrechas callejuelas con escaleras, y casas destartaladas pintadas con vistosos pero descoloridos tonos.......... aunque autentico, receloso.

En el barrio de Balat residen (o residían) los judíos de origen griego desde los tiempos de Bizancio, y posteriormente los sefarditas expulsados de España en 1492 por los Católicos Reyes. Los últimos acontecimientos ocurridos por el radicalismo islámico ha producido un descenso considerable de hebreos en los países musulmanes y Estambul no es una excepción, quedando en pie menos de la mitad de las sinagogas de las que hubo en la ciudad. Recuerdo de mi primer viaje, que al intentar contratar un taxi y saber su precio se organizó un revuelo que no veas y no fue una discusión, simplemente la forma de ser de los de aquí y la los problemas idiomáticos; pues en medio del fragor, apareció un judío sefardí que con su castellano del siglo XV nos hizo de interprete; curioso momento que de nuevo viene a mi mente. Como el de extrañarme de ver así mismo, un periódico escrito en la lengua de Jorge Manrique o del Marques de Santillana........... ¿Dónde estará?, pues creo que me traje un ejemplar para aquí.

Estamos inmersos en pleno barrio Fatih, la zona musulmana mas ortodoxa, donde residen los devotos más fervientes del Islam y donde este credo está representado como forma de vida a través de sus gentes, comercios, en
la manera de vestir y me atrevería a comentar que hasta en la forma de mirar. Cantidad de hombres llevan aquí largar barbas, como representación de su exaltación religiosa y sus mujeres van mucho mas cubiertas que en el resto de Estambul. 
 
De este conglomerado de calles y gentíos que nos traslada el dogmatismo de su religión sobresale la mezquita Fatih, una de las más grandes de la ciudad. Rodeada por un amplio y barroco patio, como antesala de un admirable e impresionante despliegue arquitectónico, se encuentra este enorme complejo religioso, asistencial y funerario. Su origen se remonta a la mezquita construida sobre una antigua iglesia bizantina dedicada a los Santos Apóstoles, donde estaban enterrados la práctica totalidad de los emperadores bizantinos.  Sufriendo desperfectos a lo largo de los siglos, resultando prácticamente destruida en el terremoto de 1754, fue posteriormente reformada. 

Por esta zona de la ciudad hay diseminados e importantes restos de le época bizantina que podéis seguir a través del artículo dedicado al Estambul Bizantino.

Nos queda por visitar la muy interesante zona de Eyüp, a la que muchos de los coloridos visitantes que hasta esta ciudad llegan ni siquiera se acercan, tal vez por desconocimiento, tal vez por falta de tiempo o por simple desinformación. Hasta ella se puede llegar desde el puerto de Eminönü cogiendo el autobús 99, pero lo mejor y lo que aconsejo desde estos humildes párrafos, es hacerlo en trasporte público "fluvial" recorriendo casi en su plenitud el Cuerno de Oro (Haliç). Ese estuario natural que divide la parte europea de Estambul, considerado por muchos el
puerto natural más importante del mundo. Esta especie de pequeño fiordo o ría gallega, es un antiguo valle fluvial inundado por las aguas marinas con salida al estrecho del Bósforo. Históricamente, esta embocadura atrajo los primeros pobladores en el siglo VII a.C. convirtiendo mas tarde a Constantinopla en un poderoso puerto, concentrando los intereses comerciales de Bizancio primeramente y después los del Imperio Otomano. 

Este paseo en ferri público, pasa sucesivamente de una a otra orilla del Cuerno de Oro haciendo breves paradas en los barrios costeros de: Kasımpaşa, Fener, Hasköy, Balat, Sütlüce, llegando por ultimo a Eyüp. 

Es aquí, en este último lugar, donde en medio de un entorno relativamente sereno, libre del caos generalizado que se desarrolla en el centro de Estambul, se halla un complejo religioso de indudable valor, tanto histórico como artístico, con la Mezquita de Eyüp (Eyüp sultán Camii) como su máximo exponente. Supuesta ubicación del lugar donde encontró la muerte Abu Ayyub al-Ansari (Eyüp El Grande) en el año 668, quien era el portaestandarte del Profeta Mahoma durante
el primer asalto musulmán a Constantinopla. Siendo la primera mezquita que se edificó después de la conquista de la ciudad por los otomanos, convirtiéndose en un reverenciado lugar de peregrinación al ser el recinto donde se veneran de sus restos, que se hallan protegidos por una celosía realizada en plata. 

Al pasar a su interior nos encontramos un magnifico espacio cubierto con preciosos azulejos de Iznik, en el que su suelo está cubierto con alfombras en tonos carmesí, refinados candelabros y algunos ornamentos en oro. En su pulcro patio interior, a la sombra de unos enormes arboles, se realizaba la ceremonia de entronización de los sultanes otomanos, con la mítica espada de Osmán. En sus alrededores, durante la temporada de primavera y verano, nos encontraremos con cantidad de niños ataviados con trajes de príncipe celebrando su circuncisión. 

Al estar este templo dedicado fundamentalmente a una famosa tumba, todo su contorno se ha ido convirtiendo con el tiempo en lugares de enterramiento, donde nos podemos encontrar con de cantidad de sugerentes y pequeños recintos funerarios, topándonos con valiosas obras de arquitectura funeraria, compuestas por sepulcros con más de doscientos años de antigüedad de sultanes y personas importantes. Entre los que destacan el Mausoleo de Sokullu Mehmet, también diseñado por Minar Sinán, así como el barroco Külliye (complejo) de la Sultana Mihrisah. Algo menos inmediato y ocupando totalmente la ladera situada al norte de la mezquita, guardan reposo eterno las gentes del pueblo, los humildes, en otro cementerio que también merece la pena transitar, ya sea para pasear o para acercarnos hasta el café de Pierre Loti, que situado en lo alto de la colina, también podemos llegar hasta él por medio de un moderno teleférico.

Mítico y tentador establecimiento aterrazado, que lleva el nombre del famoso escritor francés (Pierre Loti era un pseudónimo ya que en realidad se llamaba Julien Viaud), El momento es cautivador, la sensación de serenidad asegurada, y hasta podremos observar con "suerte" mientras tomamos un café o un "narguile", como alguna comitiva fúnebre pasa entre las mesas con el óbito incluido........... surrealista escena, pero no extraña en este fabuloso y original café-mirador.

Como siempre es inspirador navegar por el mar, os propongo como colofón y despedida de esta ciudad de los minaretes, recorrer el Bósforo en uno de los ferris que salen cada nada del embarcadero de de Eminönü, y que recorriendo las dos orillas de este estratégico estrecho marino nos llevará hasta Anadolu Kavagi, un pueblo de pescadores donde desde su cúspide, junto a los restos de una iglesia románica, se puede observar el Mar Negro, ocasión casi única de verlo tan próximo. 

Estambul a pesar de haber perdido la capitalidad del Estado, ha seguido creciendo muy rápidamente y se ha mantenido como el verdadero centro comercial e industrial del país. Su población también continúa aumentado sobre todo por el gran porcentaje de inmigración rural que llega cada año a la ciudad. En los últimos veinte años, Estambul con sus importantes centros comerciales, culturales y modernas autovías, se ha convertido en una gran metrópolis moderna. Pero aun así mantiene esa atmosfera particular a través de cientos de rincones y lugares
sugestivos, donde se llega a sentir la impresión de que el tiempo no existe o se para. Siendo una constante al recorrerla, el tenerse que detener para admirar desde el mismo lugar varias imágenes diferentes, e incluso personajes callejeros que nos dejaran totalmente absortos. Cafés y restaurantes por doquier, la gran mayoría con terrazas callejeras desde donde contemplar el ajetreo cotidiano de la ciudad. Coger, como si de Lisboa se tratara, el tranvía que desde las murallas de la ciudad antigua nos llevará hasta las proximidades de Taksim (T1) y el nostálgico T5 que recorre la bulliciosa Istiklal Caddesi, fumarse un "narguile" (pipa de agua) en Çorlulu Alipaşa Medresesi o dejarse llevar por el olor de las especias de algún mercado perdido entre callejuelas…… son sensaciones que uno no puede perderse en esta mágica urbe. 

Intenso es este artículo, como intensa es esta ciudad, donde recostados al atardecer a la orilla de ese mar que parece un rio grande, vislumbramos esa mágica y rojiza luz destellando sobre las construcciones de la orilla asiática, llegando a descifrar como este lugar fue escogido por distintas culturas para asentarse en él. Estambul………. estuario donde Leonardo Da Vinci esbozó un proyecto de puente, colina donde Pierre Loti firmó su amor por una doncella turca, tren donde Agatha Christie  urde un asesinato, Serrallo donde Mozart rapta a Constanza………….. espacio donde el gran maestro Sinán diseñó sus fantásticas mezquitas. Cada vez que retorno de ella, mi alma me pide volver.

 

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