lunes, 12 de diciembre de 2011

- Namib………..el desierto rojo (Namibia)

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Un espectáculo de formas y colores se abre ante nuestra vista, la calma es total, la representación majestuosa. Caprichosas siluetas de suaves y redondeadas aristas forman las dunas que ante nuestros ojos se muestran. Los tonos rojizos que matizan sus arenas cambian a lo largo del día, dependiendo de la intensidad de la luz con las que son iluminadas por el rigor del sol, que en esta latitud castiga con fuerza a todo aquel que se aventura a introducirse en estos espacios desolados. Al alba, la arena se hace rojiza y a los pocos instantes, cuando el sol empieza a ascender en el cielo, la tierra cobra un tono cada vez más suave, dorando sus terreas colinas con un cierto tono rosado. En el crepúsculo, cuando el astro rey comienza a despedirse, los tintes llegan a ser incluso púrpuras. Con solo pasar unas cuantas horas entre las dunas observaremos sin dificultad estos mágicos cambios cromáticos, es como si algún alquimista estuviera enredando con toda la gama de bermellones para teñir estas inhóspitas tierras.

Este desierto, uno de los parajes más secos del mundo, apenas un centímetro cúbico de lluvia al año, es con más de 65 millones de años de antigüedad, el más anciano de todo nuestro planeta, existiendo ya en los tiempos de cuando se extinguieron los dinosaurios. Está formado por las arenas depositadas durante cinco millones de años, arrastradas por el río Orange desde el rojo territorio del vecino Kalahari. En su desembocadura, por la acción marina de la corriente de Benguela que llega desde la Antártida y los dominantes vientos del Oeste, las van depositando en donde ahora las contemplamos. El rojo dominante, es debido a la existencia de partículas de óxido de hierro entre los granos de arena. Estas inmensas masas de arenas activas, bajo las cuales se esconden dunas petrificadas, son inestables y cuando el viento así lo quiere, se desplazan libres, cambiando una y otra vez el paisaje.

Aunque el desierto ocupa la quinta parte del territorio namibio, el equivalente a cuatro Suizas y abarca la totalidad de los 1600 km. de la costa de Namibia, desde el río Kunene en la frontera de Angola al norte, hasta el sur en el río Orange en la de Sudáfrica; es el área comprendida entre las ciudades de Luderitz y Swakopmund la zona que se denomina Namib Naukluft, y que en la actualidad esta declarada como Parque Nacional, abarcando el gran espacio dunar una superficie de unos 34.000 km². Este gran mar de arena se extiende 400 km. desde Luderitz a Walvis Bay y entre los 80 y 150 kilómetros hacia el interior de la costa. Una gran parte de él es zona diamantífera, por ello la enorme vigilancia y protección que tiene y la única población autorizada a continuar en el Parque son los Topnaar que han existido en esta región al menos durante los últimos mil años, viviendo de la explotación y venta de las pepitas del “nara”, fruto de un arbusto espinoso que se localiza en la zona. Su nombre, Namib, significa "enorme" en lengua nama.

La primera visión que tenemos de esta inmensidad de arena es desde una pequeña avioneta Cessna de 6 plazas. Volamos sobre las dunas por espacio de 40 minutos, la tarde es serena y aunque el tiempo y la luz no es la mejor, la perspectiva que desde la altura tenemos es impresionante, el mar de dunas que se pierde hasta el lejano horizonte esta a nuestros pies, la inmensidad es la constante, el rojo domina todo el espacio, solo el azul del cielo interrumpe esa continuidad, las formas onduladas se suceden, deseamos que este instante no termine, es como un orgasmo visual. Aquí por la acción variable de los vientos las dunas tienen forma estrellada, eso le añade un valor más de singularidad. Volamos tan cerca de las crestas en algunos momentos que casi podemos tocarlas, por algún momento el piloto que mas parece un Boy Scout, nos regala alguna que otra acrobacia, divisamos una pequeña manada de avestruces y cruzamos por encima de los enigmáticos redondeles existentes en la zona de vegetación y a los que hasta ahora no se les ha sacado una teoría razonada de su formación; es un vuelo emocionante y asombroso, inmerso en el extraordinario espectáculo de los paisajes del Namib.

Al atardecer, para completar el espectáculo ascendemos desde el pequeño pueblo-control de Sesriem a la cercana duna de Elin, pudiendo desde ella ver como los tonos se hacen más intensos, el horizonte se oscurece y hasta la brisa serena su caminar para que observemos como el sol nos despide meloso hasta un nuevo día. Es entonces cuando el Namib se incendia y alcanza esa tonalidad rojiza tan característica, que difícilmente podremos observar en alguna otra parte de nuestro maltratado planeta.

Madrugamos, bueno es noche cerrada aun, son poco más de la 5 cuando nos levantamos, tenemos que recorrer los 60 km. del árido, seco y enigmático valle de Tsauchab, rodeado de dunas, en él que se encuentran los mayores puntos de interés de todo el Parque. Con los primeros albores del día llegamos a la Duna 45, la más conocida, cuya agraciada silueta la convierte en la preferida de los multicolores visitantes mañaneros; para desde ella divisar los rojos amaneceres que desde su altura se divisan por encima de sus vecinas. Estas crestas de arena están numeradas como si fueran calles, es así apodada porque hallarse a 45 kilómetros de Sesriem, siendo una de las más altas de todo el mar de arena a la que llega nuestra vista.

Desde la cima de las dunas se divisa un panorama impresionante, el paisaje es magnífico. La luz del sol se filtra dejando distintas tonalidades en ellas, juego de luces y de sombras. Diferentes gamas de rojos y cobrizos se mezclan con el verde de las acacias, arbustos y plantas casi albinas que pueblan este lugar. El paseo por estas arenas es alucinante, el colorido precioso, no hay que olvidar que el Namib es un lugar que hechiza; el desierto está vivo, la arena acaricia.

Nos dirigimos al final de la garganta, hacia “Deadvlei” el valle muerto, acertado nombre para este apartado rincón del mundo; se trata de un antiguo lago que nos brinda un panorama diferente de los hasta ahora vistos. Tras una ligera caminata encontramos un amplio claro entre las dunas, de resquebrajado y seco suelo, en él posan ante nuestras cámaras de fotos secas acacias que dejaron su función vegetal hace unos 800 años, reliquias en el tiempo de un pasado mas húmedo. Son como fósiles inertes que rellenan una escena de contrastes, el cielo impolutamente azul, rojas las arenas, un pulcro suelo blanco y sobre él los oscuros, casi negros, restos de estos enramados y marchitos troncos. De nuevo deseamos que se detenga el tiempo, pero nuestros ruegos no son escuchados, una mestizada y atrayente voz nos reclama para seguir.


No muy lejos se ubica Sossusvlei (el lugar de reunión de las aguas), entre las arenas encontramos este lago,………..... ¡si!, una lámina de agua en medio del desierto. De nuevo otro contraste sorprendente, en una depresión flanqueada por las dunas más altas del mundo, un lugar con vida, sobre sus aguas se reflejan los tonos rojos de las colinas de arena que lo abrazan. Comprobamos que algo se mueve en este desierto; bajo estas arenas la vida fluye y cientos de pequeñas criaturas han logrado adaptarse a este duro entorno, en el un simple humano no sería capaz de subsistir. Aquí brotan distintas plantas propias del desierto, alguna de ellas contiene agua que es utilizada para beber en caso de necesidad y sequía. Observamos un nido de araña dentro de la arena, también madrigueras de jerbos, escarabajos y lagartos que se han amoldado a este hábitat de estériles dunas, gran cantidad de pájaros revolotean entre los arbustos y acacias que por doquier encontramos…………….y bajo nuestros pies, enterrados en estas milenarias arenas se esconden diamantes como puños, codiciados por los traficantes en el mercado de Amberes.

A la entrada de este gran valle, no muy lejos de la población de Sesriem encontramos el cañón del mismo nombre. Como resultado de la erosión a lo largo de millones de años, se formó este estrecho desfiladero de aproximadamente un kilómetro de longitud alrededor y de 30 metros de profundidad. Sesriem significa “6 correas” en afrikaans, en referencia a la manera en que los primeros exploradores sacaban el agua de las lagunas, atando un cubo al extremo de seis correas de bueyes. No es demasiado grande, ni demasiado profundo, pero es un cañón en medio del desierto y en época de lluvias (de Octubre a Marzo) es posible encontrar el apreciado y liquido elemento en su cauce. Esta maravilla de agua en medio del desolado paisaje es otra de las notoriedades de esta inhóspita zona.

Estas espectaculares dunas de Sossusvlei y el cañón de Sesriem, ponen al descubierto millones de años de historia geológica, contrastando fuertemente con las llanuras pedregosas de su alrededor y que nuestros ojos no se cansan de admirar.

Abandonamos estos médanos de arena continuando nuestro camino hacia el Norte, a una hora mas o menos de trotar por estas pistas, 83 km. paramos en un curioso sitio, también en medio de la nada. Su nombre Solitaire ya nos da una idea de la definición del lugar, se lo puso Elsie Sophia van Coller esposa de Willem Christoffel van Coller, quien adquirió 33.000 hectáreas de estas tierras en 1948, quien eligió este nombre por la soledad que se respira en su entorno, así como la figura de un solitario diamante. Combinando estas dos afecciones su significado indica………un lugar precioso, único, pero solitario.

Este enclave en medio de deshabitadas planicies es algo más que una parada de descanso cerca del Parque Nacional Namib-Naukluft. Durante años, ha sido la única gasolinera en muchos kilómetros, entre Sesriem y la carretera de Windoek, actualmente es la única estación de servicio entre las dunas en Sossusvlei y la costa en Walvis Bay. Hay también una pequeña tienda de aprovisionamiento (pequeño restaurante y bar), oficina de correos, un motel con un camping en los alrededores…………y una mítica panadería-pastelería con uno de los mejores apple strudel (pastel de manzana) del mundo que el zimbawues “Moose McGregor” comenzó a elaborar en este apartado lugar del mundo en 1992, convirtiendo su panadería en lugar y parada obligatoria a todos los que pasan por estas tierras, horneando en la actualidad entre 150 y 200 kg. de apple strudel en un solo día.

Este lugar se ha hecho afamado en holanda por el libro “Solitaire” escrito por Ton van der Lee y en el que relata su paso por estas tierras. Aquí se rodó el film de Robert Rodiguez “Abierto hasta el amanecer”, en él que podemos ver la actuación del polifacético George Clooney, apareciendo también Quentin Tarantino.

Solitaire sin quererlo se ha convertido también en un museo de coches antiguos. Su situación y el existir la única gasolinera y taller de reparación de vehículos en cientos de kilómetros a la redonda, han originado que los coches que no merecía la pena arreglar, posen abandonados en medio de las arenas y matojos de su alrededor, un original espectáculo y curioso hallazgo para los amantes de la historia del automóvil.

Siguiendo nuestra ruta norteña a los 50 km. nos desviamos a pasar la noche en Yuri Camp, propiedad de una agradable japonesa, que vino por aquí en 1998 y se quedó definitivamente en estas áridas latitudes casándose con un germano-namibio. Años atrás, antes que lo prohibieran las autoridades del Parque, hacia de guía y explicaba en un pelicular castellano las curiosidades en Deadvlei.

Como todo lo que hay por estas latitudes, nos ubicamos en la mas absoluta soledad y desolación. Nos da tiempo por la tarde a dar un paseo, ascendiendo hasta una cercana meseta desde la que divisamos hermosos paisajes. Miremos donde miremos los grandiosos horizontes nos trasladan la grandiosidad de la aridez, no vislumbramos asentamiento humano alguno en nuestra vista,  solo la pequeña granja de nuestra anfitriona nipona y nuestro camión,; esperamos en una cercana colina a disfrutar de otro de esos atardeceres africanos a los que ya estamos mal acostumbrados. La noche aquí también es especial, un vivaque (dormir al raso), una buena fogata y un esplendoroso amanecer de luna llena, nos acompañan en las charletas de la cena………, esto es otro mundo, ………………la gloria, si existe tiene que algo parecido.

A 140 km. de nuestra partida en Sesriem, 50 del cruce de Solitaire, 16 de Yuri Camp y 2,5 km. antes de pasar unas curvas en la carretera que descienden hasta el barranco del río Gaub, encontramos el cartel indicándonos que traspasamos el Trópico de Capricornio, desde aquí solo nos quedan 22 km. al cruce de la carretera M36, que une Walvis Blay con Windhoek, capital del país. Esta línea imaginaria define los puntos más meridionales en los que el Sol alcanza el cenit a mediodía. En el Trópico de Capricornio, los rayos solares caen verticalmente sobre el suelo durante el solsticio de diciembre, lo que sucede entre el 21 y el 22 de cada diciembre. Se le denomina «de Capricornio» porque en la antigüedad, cuando se producía el solsticio de invierno en el hemisferio sur, el Sol estaba en la constelación de Capricornio. En la actualidad este hecho sucede en la constelación de Ofiuco, pero el nombre Trópico de Capricornio se ha mantenido desde entonces.

En el Paso Kuiseb (Kuiseb Pass) hacemos un relax durante nuestra ruta hacia la costa. El paisaje se ha transformado, los amplios horizontes no son las planicies rotas por aisladas montañas que hasta aquí nos han acompañado, ahora se muestran infinidad de suaves colinas asentadas sobre fuertes desniveles, es como si todo el terreno estuviera sembrado de enormes tetas de tierra, pizarra y cuarcitas erosionadas. La visión que contemplamos solo es interrumpida por el enorme cañón que forma este gran rió seco, uno de los más importantes de todo el territorio namibio junto con el Orange y el Kunene.

Estos barrancos también tienen su enigmática historia. Dos pacifistas y notables geólogos germanos, Henno Martín y Hermann Korn deciden abandonar Alemania en 1935, ante los avances de las ideas nazis propugnadas por el fanatismo de Hitler; se instalan en Namibia, por aquel entonces administrado políticamente bajo la orbita de Gran Bretaña, ubicándose en la ciudad costera de Walvis Bay. Con el estallido de la segunda guerra mundial y ante el temor de ser recluidos por las autoridades inglesas en un campo de internamiento, como estaban haciendo los anglosajones con el resto de la población teutona; deciden huir, escondiéndose por estos barrancos en 1940. Aquí pasan más de dos años y medio, llevando una existencia primitiva bajo circunstancias indescriptibles, viviendo como los antiguos bosquimanos, subsistiendo de lo poco que les proporcionaba estos yermos dominios, escondiéndose de la policía y de la población local, ante la sospecha de ser delatados por los moradores indígenas de la zona, finalizando su aventura cuando Herman comienza a sufrir graves problemas de desnutrición y se entregan a las autoridades. La lucha por sobrevivir en el desierto la relata Martín en un libro dedicado a su esposa, publicado en 1956, Wenn es Krieg gibt, gehen wir in die Wüste (Si hay guerra, nos vamos al desierto), un año mas tarde se publica en ingles con el titulo The Sheltering Desert (El desierto protector), mismo titulo de la película dirigida por Reghardt van den Bergh, estrenada en 1992, en la que se narran las vicisitudes de estos dos robinsones en las proximidades del Namib.

Korn murió pocos años después en un accidente de trafico pero Martín, con los estudios desarrollados en Namibia y posiblemente en su exilio de Kuiseb, junto con los posteriores realizados en Sudamérica, confirmo la teoría de la existencia en remotos tiempos de un único continente en nuestro planeta…………el que ahora denominamos Pangea.

Uno se siente pequeño ante estos lugares donde nada habita. La nada, ese vacío, es la sensación primera al llegar este sorprendente desierto, su asombrosa y árida belleza, sin embargo te deja perplejo. Quien busque sentir una emoción áspera pero deslumbradora debe venir a este inhóspito rincón del planeta, uno de los escenarios más fascinantes del mundo. Una creencia de la tribu “nama” (Namibia), narra que su Dios creó los países con agua para que el hombre pudiera habitar en ellos, y los desiertos para que pudiera descubrir su alma.

2 comentarios:

  1. No tengo palabras. Mientras leia he oido a Wesu . . ."¡Vamos chicos!", he oido a Maite en el vivac . . . "Un momento, está amaneciendo "la luna llena", y hasta el silencio que se produjo al observar tal maravilla que yo crei inenarrable.
    Perfecto recuerdo de lugares, colores, sentimientos y tan buenos momentos vividos en tan grata "compañia".
    Besos.

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  2. Felicidades por el blog Pablo¡ llego a él recomendado por tu compañero de viaje Raúl, y es un placer disfrutar con la lectura de tu relato y con tus fotos.
    Un saludo.

    Adán

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